Un sábado a la mañana mi esposa Mariana me pregunta si podíamos llevar a su primo Ezequiel a Aeroparque, porque viajaba para San Martín de los Andes por laburo. Obviamente le dije que sí. "Perfecto", dijo ella muy feliz.
Nos subimos al auto y fuimos a lo del primo a buscarlo. Cuando llegamos a su casa, esttaba él con dos valijas grandes, muy grandes. Nos saludamos los tres, cargamos una valija en el baúl y la otra solo cabía en el asiento del acompañante. "Vas a tener que viajar atrás con tu primo", le dije a Mariana. "¡Mejor!", respondió ella, más feliz todavía.
Arrancamos. Ibamos charlando un par de pavadas. Ellos conversaban un poco más bajo, algunas cosas no llegaba a escuchar. Yo imaginaba que serían asuntos familiares, cosas de gente que ni conozco. No importaba el tema, así que me dediqué a manejar.
Unos minutos después, en un semáforo más largo de lo habitual, miro hacia atrás por el espejo y solo veo a Ezequiel, con la cabeza recostada hacia atrás y los ojos cerrados. Estaría dormido, pero... ¿Y mi esposa?
Me doy vuelta y la encuentro. La encuentro arrodillada sobre si primo comiéndole la pija y pajeándolo con la mano derecha. Me quedé callado, boquiabierto contemplando ese increíble y sensual espectáculo. ¡Qué hermosa chupada de pija le estaba pegando mi esposa a su primo!
Un bocinazo me sacó de mi ensimismamiento y me indicó que ya estaba en verde y debía avanzar. Ellos ni se enteraron. Puse las manos en el volante y seguí conduciendo.
No sabía que hacer. Quería detener el auto y... ¿Hacer qué? Sentía algo adentro mío pero no era enojo, era placer. Era una calentura que me hacía estallar la pija. Sin darme cuenta estaba más atento a lo que pasaba en el asiento de atrás que a manejar. "Mirá que el avión no espera, no me hagas llegar tarde", me dice el primo, perdón, el macho de mi mujer. "Sí, perdón", le contesté y aceleré un poco.
Yo manejaba. No podía hacer otra cosa. Solo podía escuchar sus gemidos y mirar de vez en cuando por el retrovisor. Ella seguía dedicadísima con al chupada de pija for export y su primo empezó a hacer como unos gruñidos. "Dale, dale, seguí que te la doy toda", le dice y ella responde con un "Hmmm" cargadísimo de placer. Y de leche. "Tomatela toda, como siempre", dice él. Después de un instante de silencio, instante que necesitó mi esposa para tragar todo el semen de su primo, ella respondió: "Estaba riquísima, gracias".
Inmediatamente su fundieron en abrazos, caricias, besos, mordidas, mientras el primo de mi mujer con una mano la masturbaba y con la otra liberaba las hermosas tetas de Mariana y las chupaba como un desesperado. Así estuvieron unas cinco o seis cuadras, hasta que ella intensifica sus gemidos y pega un grito de placer que sonó más fuerte que la bocina del auto.
Comienzan unos movimientos atrás que no podía ver bien hasta que por el espejo veo a mi esposa, montada arriba de la chota de su primo, dándome a mí la espalda, agarrada al respaldo del asiento de atrás y él con las dos manos prendido a sus tetas a las que seguía lamiendo, mordisqueando y hasta escupiendo.
La cabalgada que se estaban mandando sacudía todo el auto. Yo hacía un gran esfuerzo para controlar el volante y un esfuerzo mayor aún para no perderme detalle y encima evitar acabar.
El auto era un festival de doma, de gemidos, de gritos y de gruñidos. Hasta que ella pegó otro de sus famosos gritos, más fuerte que el anterior, y la más absoluta calma inundó el auto. Quedaron los dos tumbados en el asiento de atrás, abrazados y besándose. "Te amo, primo", le dijo ella. "Yo más, primita", le dijo él.
Todo fue silencio total hasta que diez minutos después llegamos a Aeroparque. Me detuve en la puerta correspondiente. Bajamos. Bajé las dos valijas. Le doy una al primo de mi esposa. La agarra, me abraza y me dice "Gracias". Cuando me doy vuelta, mi esposa tenía en su mano la otra valija. Se acerca, me besa apasionadamente y me dice "No me extrañes, volvemos en unos días". Mis ojos se salían de sus órbitas. Lo miro a Ezequiel que levanta una mano mostrando dos pasajes. "Son cinco días, nomás", dice mientras le da la mano a ella y comienzan a alejarse.
Me quedo mirándolos y a la distancia mi mujer se ds vuelta y me dice: "Después te llamo para decirte qué día y a qué hora nos pasás a buscar".
"Aquí estaré. Te amo", le dije. "Te amo", me dijo ella. "Manden fotos", agregué. "Fotos, audios, videos...", dijo Ezequiel con una expresión cargada de lujuria.
Subí al auto y me fui a casa a disfrutar de esa semanita en la que me haría las mejores pajas de mi vida.
8 comentarios - Yo manejo mientras mi esposa coge con su primo
Ahora a disfrutar de los cuernos!....esperamos la continuación.