Esa tarde nos visitó mi suegro, y tomamos un café los tres. Siempre me he llevado muy bien con él y me vino muy bien su compañía. No obstante, mi marido tuvo que irse . Le rogué a mi suegro que se quedara un rato más, y así hizo. Sentados en el sofá, hablábamos de vaguedader El me miraba con curiosidad y algo de reverencia, y la vista se le iba a la barriga. Me hacía gracia ver el cambio que el embarazo había causado en la gente de mi entorno. Entonces noté que el bebé se movió. Sin pensarlo, le cogí la mano y me la llevé al vientre. Nos quedamos esperando, y notamos una pequeña patada. Se le encendió la cara. Me desabroché la camisa de abajo arriba, hasta el pecho, y volví a poner su mano sobre mí. Con su mano bajo la mía, nos quedamos esperando, pero no hubo movimiento. Moví la mano hacia el ombligo, esperamos unos minutos y el resultado fue idéntico. Así que le solté, pero mi suegro mantuvo la mano. Seguimos hablando, pero ya no miraba mi barriga, sino a mí. Le empecé a hablar de lo enorme que estaba, de lo fea que me sentía. Le conté el miedo que tenía de que se me deformase el cuerpo permanentemente, de las estrías, de los tobillos hinchados. Con la charla, volví a poner mis manos sobre la de él, y vi lo pequeñas que se veían en comparación. Siempre me había atraído sus manos, tan grandes, con esos dedos descomunales y ásperos. Intencionadamente, saqué el tema de los pechos, que también habían aumentado. No pudo evitar mirarme el escote.
— Te quejas porque quieres, tenías un cuerpo escultural y lo seguirás teniendo. Estabas haciendo ejercicio, ¿verdad?
— Sí claro. Me han dicho que si me miran de espaldas no se me nota nada —me sorprendí por presumir así—, pero el problema es el resto del cuerpo. Y jamás creí que los pezones se me pudiesen poner así, no me reconozco, la verdad.
— Bah, exageras, estás muy guapa, mujer.
Solté su brazo y me desabroché los dos botones que permanecían puestos en la camisa, y me abrí el sujetador. Mis pechos se posaron en la barriga y él se quedó inmóvil sin atreverse a mirarlos.
— ¿Ves? No estaban así la última vez que los vistes. ¡Ya lo creo! —me cogí un pecho y con la otra mano me estiré el pezón a los lados. Sabía que no me quitaba ojo— mira qué pezón, y estas ubres seguro que ya podrían dar leche —lo solté y me agarré el otro, repitiendo el masaje. Finalmente me agarré los pechos a la vez y los junté, mirándolo—. Yo las veo muy grandes ¿no estás de acuerdo?
Su mano seguía sobre mi ombligo, pero notaba cómo emanaba más calor de ella. Se la cogí y la llevé a mi pecho. Me acarició suavemente, pero yo me estremecí al notar su piel, dura como un papel de lija. Su mano no podía cubrir mi seno y, como no me reconocía en ese cuerpo, me excitó igual que si estuviese viendo a otra pareja tocarse. Me llevé uno de sus enormes dedos a la boca, y se lo chupé como si fuese un pene erecto. Porque eso parecían sus dedos, pequeñas pollas erectas. Luego puse ese dedo mojado sobre mi pezón.
— Tenías muchas ganas de tocarme —me estaba apretando los pezones, pero no quería mirarme—, yo también tenía ganas…, pero ten cuidado, que están algo hinchados… así, bien… eres un poco travieso… buscar a tu nuera, como un perro en celo… —jugaba con él, quería ver su pija luchando por salir del pantalón, puse una mano sobre ella—. Venga, dámela, métemela en la boca.
No se lo pensó. Se puso de pié y se quitó los pantalones. Me metió ella píja en la boca, hasta el fondo, con una pasión desorbitada. Realmente mi suegro estaba muy excitado. Me saqué el miembro y lo sujeté. Le miré y le sonreí, para intentar que se relajara. Me metí el glande y lo chupé con suavidad, mientras mi lengua iba de un lado a otro, entre mis dientes. Su respiración se hizo más intensa. Me separé y le masturbé.
— Así que te quieres coger a tu nuera, tu nuera embarazada…
Me volví a meter el capullo, pero esta vez le empecé a chupar con los labios. Necesitaba que me cogiera bien, y sabía que mi suegro me iba a tratar como esperaba. Me excité pensando en su verga dentro de mí y me empecé a tocar. Le masturbaba con la otra mano mientras mantenía el glande lo más dentro que podía en mi boca. La pija estaba casi entrando en la garganta y tuve que sacar el rabo dejando caer saliva sobre mis pechos, acariciándolos a continuación.
— Chúpamelos,
. Me agarro los pechos con frenesí, casi haciéndome daño y se los llevó a la boca, chupaba mi piel, mis pezones, los apretaba. Mi dedo frotaba el clítoris cada vez más fuerte, y cuando me iba a correr, paré. Lo aparté de mí y me desnudé. Me puse de lado y llevé su pija a mi vagina. Tras varios meses en secano, el chocho estaba muy mojado. El me penetró rápidamente y desde el principio me empezó a coger con ímpetu, con la cara desencajada. La situación nos excitaba mucho a los dos. cogete a la mujer de su hijo, con su nieto dentro de ella le tuvo que poner la líbido a niveles estratosféricos. Yo me sentía como una perra, no era la primera vez ni sería la última, pero esta situación era muy especial. Mientras gemía cada vez que su enorme pija me abría el chocho, me preguntaba si él sería capaz de eyacular dentro de mí, sobre nosotras. Ambos nos mirábamos con la mirada perdida, en un goce loco. Yo tenía una mano sujetándome los pechos, que no paraban de moverse, y la otra sobre el suyo, sintiendo su peso e intentando acompasarme a él para que no se moviese mucho la barriga. El se apoyaba en mi cadera y en ningún momento disminuyó la cadencia. Le chupé un dedo y lo llevé a mi culo, y él siguió cogiendome como una bestia, pero con su gordo pulgar dentro de mi ano, usándolo como asidero para sus arremetidas, haciéndome sentir aún más puta. Con esas ganas, y esa estimulación, acabó corriéndose dentro de mí. Yo le miraba con la boca abierta y la lengua masajeando mis labios, y le pedí entre gemidos que siguiese todo lo que pudiese. Totalmente encendido y fuera de sí, se vació completamente y yo seguí con mi masturbación hasta que encontré mi propio orgasmo.
No había sido la primera vez que nos habíamos visto en esa situación. T
— Te quejas porque quieres, tenías un cuerpo escultural y lo seguirás teniendo. Estabas haciendo ejercicio, ¿verdad?
— Sí claro. Me han dicho que si me miran de espaldas no se me nota nada —me sorprendí por presumir así—, pero el problema es el resto del cuerpo. Y jamás creí que los pezones se me pudiesen poner así, no me reconozco, la verdad.
— Bah, exageras, estás muy guapa, mujer.
Solté su brazo y me desabroché los dos botones que permanecían puestos en la camisa, y me abrí el sujetador. Mis pechos se posaron en la barriga y él se quedó inmóvil sin atreverse a mirarlos.
— ¿Ves? No estaban así la última vez que los vistes. ¡Ya lo creo! —me cogí un pecho y con la otra mano me estiré el pezón a los lados. Sabía que no me quitaba ojo— mira qué pezón, y estas ubres seguro que ya podrían dar leche —lo solté y me agarré el otro, repitiendo el masaje. Finalmente me agarré los pechos a la vez y los junté, mirándolo—. Yo las veo muy grandes ¿no estás de acuerdo?
Su mano seguía sobre mi ombligo, pero notaba cómo emanaba más calor de ella. Se la cogí y la llevé a mi pecho. Me acarició suavemente, pero yo me estremecí al notar su piel, dura como un papel de lija. Su mano no podía cubrir mi seno y, como no me reconocía en ese cuerpo, me excitó igual que si estuviese viendo a otra pareja tocarse. Me llevé uno de sus enormes dedos a la boca, y se lo chupé como si fuese un pene erecto. Porque eso parecían sus dedos, pequeñas pollas erectas. Luego puse ese dedo mojado sobre mi pezón.
— Tenías muchas ganas de tocarme —me estaba apretando los pezones, pero no quería mirarme—, yo también tenía ganas…, pero ten cuidado, que están algo hinchados… así, bien… eres un poco travieso… buscar a tu nuera, como un perro en celo… —jugaba con él, quería ver su pija luchando por salir del pantalón, puse una mano sobre ella—. Venga, dámela, métemela en la boca.
No se lo pensó. Se puso de pié y se quitó los pantalones. Me metió ella píja en la boca, hasta el fondo, con una pasión desorbitada. Realmente mi suegro estaba muy excitado. Me saqué el miembro y lo sujeté. Le miré y le sonreí, para intentar que se relajara. Me metí el glande y lo chupé con suavidad, mientras mi lengua iba de un lado a otro, entre mis dientes. Su respiración se hizo más intensa. Me separé y le masturbé.
— Así que te quieres coger a tu nuera, tu nuera embarazada…
Me volví a meter el capullo, pero esta vez le empecé a chupar con los labios. Necesitaba que me cogiera bien, y sabía que mi suegro me iba a tratar como esperaba. Me excité pensando en su verga dentro de mí y me empecé a tocar. Le masturbaba con la otra mano mientras mantenía el glande lo más dentro que podía en mi boca. La pija estaba casi entrando en la garganta y tuve que sacar el rabo dejando caer saliva sobre mis pechos, acariciándolos a continuación.
— Chúpamelos,
. Me agarro los pechos con frenesí, casi haciéndome daño y se los llevó a la boca, chupaba mi piel, mis pezones, los apretaba. Mi dedo frotaba el clítoris cada vez más fuerte, y cuando me iba a correr, paré. Lo aparté de mí y me desnudé. Me puse de lado y llevé su pija a mi vagina. Tras varios meses en secano, el chocho estaba muy mojado. El me penetró rápidamente y desde el principio me empezó a coger con ímpetu, con la cara desencajada. La situación nos excitaba mucho a los dos. cogete a la mujer de su hijo, con su nieto dentro de ella le tuvo que poner la líbido a niveles estratosféricos. Yo me sentía como una perra, no era la primera vez ni sería la última, pero esta situación era muy especial. Mientras gemía cada vez que su enorme pija me abría el chocho, me preguntaba si él sería capaz de eyacular dentro de mí, sobre nosotras. Ambos nos mirábamos con la mirada perdida, en un goce loco. Yo tenía una mano sujetándome los pechos, que no paraban de moverse, y la otra sobre el suyo, sintiendo su peso e intentando acompasarme a él para que no se moviese mucho la barriga. El se apoyaba en mi cadera y en ningún momento disminuyó la cadencia. Le chupé un dedo y lo llevé a mi culo, y él siguió cogiendome como una bestia, pero con su gordo pulgar dentro de mi ano, usándolo como asidero para sus arremetidas, haciéndome sentir aún más puta. Con esas ganas, y esa estimulación, acabó corriéndose dentro de mí. Yo le miraba con la boca abierta y la lengua masajeando mis labios, y le pedí entre gemidos que siguiese todo lo que pudiese. Totalmente encendido y fuera de sí, se vació completamente y yo seguí con mi masturbación hasta que encontré mi propio orgasmo.
No había sido la primera vez que nos habíamos visto en esa situación. T
6 comentarios - mi suegro me cogio cuando estaba embarasada