Mi padre siempre ha sido unapersona maravillosa conmigo: comprensivo, cariñoso, atento, sacrificado,preocupado de hasta el último detalle, si había que corregirme en algo o poralgo, no dudaba en hacerlo, pero lo hacía con una justicia templada por elamor.
Desgraciadamente desde que mi madreadorada muy tempranamente enfermó de cáncer y, finalmente, falleció, mi padreha caído en un estado del que no ha podido salir.
Mi padre trabaja como profesionalindependiente o autónomo desde hace muchos años y no sabe estructurar susjornadas de trabajo, separar el curro del tiempo libre. Funciona con horariosimposibles e impredecibles. En más de dos años no ha encontrado una mujer quesoporte tal estilo de vida. Las relaciones que ha tenido después de la muertede mi madre han sido esporádicas y efímeras.
Yo sé que mi padre está sufriendomuchísimo porque mi madre siempre me confidenciaba que él era de sexo diario,habitualmente en la mañana y en la noche. Entonces no poder desfogarseapropiadamente en más de dos años tenía que ser terrible para él.
De hecho los signos que mostrabaapuntaban a que sí estaba siendo muy dificultoso para él esta etapa de su vidaprácticamente privado de sexo. Se había vuelto arisco, difícil de tratar; suchispa y alegría que siempre lo caracterizó se había apagado casi por completo.En sus ojos se percibía desazón, disgusto, pesadumbre, insipidez por las cosasque antes lo hacían disfrutar. Carecía de la satisfacción de una necesidadbásica y no podía o no sabía cómo remediarlo.
Entonces decidí tomar cartas en elasunto porque no iba a permitir que mi padre se apagara sin que yo hiciera algopor él. Sabía cuál era su necesidad: sexo; sabía también cuál era elimpedimento que existía: su modo de vida incompatible con una relación depareja normal, común. Modificar el estilo de vida de mi padre, enraizado poraños, era una labor de largo aliento. Entregarle sexo era algo que estaba en mimano hacer en el corto plazo.
No tenía ni tengo impedimentosmorales ni de otro tipo con el tema del incesto, siempre que no haya embarazosni menos hijos. Yo he follado con primos, tíos y otra parentela diversa sinningún problema. Mi padre más de una vez y más de dos se folló a las hermanasde mi madre, a alguna prima mayor, a cuñadas y siempre mi madre lo supo, loconsintió e, incluso, hasta lo alentó, cuando deseaba tomarse un descanso delcontinuo asedio sexual de mi padre.
Tomé la decisión de ir a vivir untiempo a la casa de mi padre con la excusa de que el reciente rompimiento conquien fuera mi último novio me había dejado mal (no era cierto porque larelación se había desgastado mucho y, a decir verdad, me había quitado un pesode encima). A pesar de que sabía perfectamente que no era necesario, fui ahablar de mi intención de trasladarme a su casa con mi papi. Aprovechando elclima caluroso de la época y en pos de atisbar cuán difícil pudiera resultar lameta auto impuesta, me embellecí todo lo que pude, me puse un vestido de telaligera, bien escotado y corto, solamente con una tanguita minúscula color carneabajo. Quería provocar, intentar seducir a mi padre, tentarlo.
Al llegar al hogar paterno saludéefusivamente a mi padre, lo abracé y besé en los labios —como hacía siempre,pero esta vez con sensualidad y erotismo— y aproveché de pegar muy mucho micuerpo al suyo, haciendo que mi entrepierna acariciara sutilmente su sexo y mistetas, su pecho. Breves instantes después noté cómo la polla de mi padre salíade su letargo y se erguía a toda prisa. Eso me dio la señal que buscaba: mipadre me deseaba y solamente requería de un estímulo apropiado para hacer clic,para enganchar. Si yo no lo excitara o estimulara sexualmente, su pene nohabría reaccionado con tanta celeridad y entusiasmo. Algo que ayudaba mucho eraque yo me parecía mucho a mamá, tenía el mismo tipo físico y similarescualidades y modo de ser; contextura media, cabello negro, largo, liso ybrillante, tetas voluptuosas, culo grande y respingón, piernas bien torneadas,carnosas y firmes, además de un rostro atractivo.
Almorcé con él y durante la charlade la sobremesa le planteé mi deseo de irme a vivir con él por una temporada.Mi padre no titubeó un segundo para decirme que su casa era mi casa y que nonecesitaba preguntar nada, únicamente debía llegar cuando yo lo deseara.
Durante la comida y en la posteriorconversación antes aludida, noté que los ojos de mi padre se clavaban porlargos momentos en mi escote generoso. Mis pechos voluminosos, tersos ynaturales, como los de mamá, lo tenían como hipnotizado. Aprovechando aquellafavorable circunstancia le propuse que viéramos en su cuarto una películaerótica que yo había llevado por si se daba la oportunidad.
Nos fuimos a la habitación de papáy yo pasé antes al cuarto de vestir de mamá para ver si encontraba algo máscómodo que ponerme. Hallé una camisola de dormir muy sensual, provocativa, casicompletamente transparente, de una tela muy fina y suave al tacto. Si pensarlodos veces me la puse sin ropa interior.
Aparecí en el cuarto paterno confingida naturalidad; noté cómo prácticamente de inmediato la polla de papá seizó. Él se puso nervioso, incómodo, colocó un cojín en la entrepierna paraocultar su excitación.
—Papá es que tengo mucho calor ypor eso me puse este camisón de mamá, ¿te molesta?
—No, no hija, al contrario, te vespreciosa, guapísima, Has tenido una linda idea.
—¿por qué no te pones un short yuna camiseta tú también y vemos la película bien confortablemente?
—Sí, sí, eso haré. Espérame unpoco.
Como dejó la puerta de su cuarto devestir entornada, logré ver que se quitaba toda la ropa y se ponía unospantaloncillos cortos, de tela delgada, sin calzoncillos, y una camisetaholgada.
Nos dispusimos a ver el vídeorecostados en la cama matrimonial del cuarto de papá. De a poco me fuiacercando a él hasta colocarme en una posición tal que él pudiese ver sindificultad la desnudez de mi cuerpo a través de la fina tela transparente de miatuendo. Ello, unido a lo caliente de las escenas de la película, causó que elpene de papá se pusiera enhiesto de nuevo. Pero esta vez papá no intentóocultar su erección y dejó que se manifestara en todo su esplendor.
A medida que avanzaba el vídeo unamano de mi padre se posó sobre mis piernas acariciándolas suave y pícaramente,pero con disimulo. Yo hice como que no me enteraba de nada, pero a medida quela mano agarraba confianza y enfilaba lentamente hacia arriba, lossensibles pezones de mis tetas respondieron al estímulo y se endurecieronorgullosos.
Pasamos un buen rato así. Papá nose atrevía a ir a más y yo, además de que mis tetas habían puesto en evidenciami calentura, que se incrementaba más minuto a minuto, sentía que mi coñorezumaba jugos que pronto saldrían al exterior y se harían visibles. Entoncesdecidí enfrentar resueltamente la situación y dar un paso más allá, unodeterminante, categórico. Deslicé mi mano hasta la entrepierna de papá, le rocésensualmente la polla, y al no haber reacción negativa de papá, se la empecé aacariciar por encima de la ropa con decisión.
—¡Hija! —musitó papá excitado ysorprendido a la vez.
—Sssshhhh…no digas nada papi,solamente déjate llevar.
A continuación di el pasodecisivo: le abrí el short, saqué la polla en erección y se la comencé a chuparsuavemente y con fruición palmaria. Papá no hizo nada al principio, solo cerrólos ojos y se dejó agasajar por mi juvenil lengua y boca.
Poco rato después mi padre seencendió y salió de su pasividad. Se puso de pie al costado de la cama, se sacóel short y la camiseta y me hizo acercarme al borde de lacama. Entonces me folló la boca con frenesí, sujetándome la cabeza con ambasmanos para introducir su pene hasta el fondo de mi boca. Unos minutos despuésse corrió copiosamente dentro de mi boca. Traté de tragar a toda prisa tanabundante polución caliente, pero no logré impedir que algunos hilos desemen se salieran de la boca por las comisuras labiales y se deslizaran por mimentón.
Papá me abrazó y besó con pasióndesenfrenada, mientras sus manos hacían caer la camisola al suelo primero yrecorrían mis nalgas, mi vagina y mis tetas con lujuria desatada, después. Parami sorpresa su polla volvía a empinarse de nuevo tan gorda y grande como antes.Me colocó a cuatro patas sobre la cama y acercó su polla a la puerta de mivagina, provocando un exquisito roce entre mi clítoris y la punta de su colosaltranca. Comencé a gemir de placer y, seguidamente, me la metió de golpe hastael fondo de mi intimidad. Sentí un grado de excitación sublime, tuve ganas degritarle que me follara de una vez porque ya no resistía más. Pero no fuenecesario. Mi padre tomó con firmeza mis caderas con sus manos y empezó afollarme como poseso, con un mete y saca vertiginoso que denotaba voracidad,hambruna. Yo de los gemidos pasé a los jadeos y terminé gritando de júbilo, degozo infinito. Me empecé a correr una y otra vez, cual chica multiorgásmica. Mis líquidos vaginales corrían por mis muslos, bañabanmis piernas y humedecían las sábanas de la cama. Mi papá seguía y seguíaen su mete y saca acelerado sin dar tregua, muestras de agotamiento ni deaproximarse a su clímax.
Repentinamente se detuvo, sacó supolla empapada de mi chocho, se hincó en el suelo y comenzó a masajear mi anocon su lengua. Yo no dije nada, únicamente intenté relajarme y aprontarme paralo que se venía con inminencia. Pero no ocurrió aquello, no con laperentoriedad que yo imaginaba. Mi padre se tomó todo el tiempo que estimónecesario para dilatar bien mi canal rectal y su esfínter. Lo hizo con lalengua al comienzo, introduciéndola y sacándola de mi culo repetidamente. Luegoempleó sus dedos untados en mis fluidos vaginales para apurar la dilatacióndel, hasta entonces, casto orificio anal.
Todo aquel largo proceso no hizootra cosa que ponerme al borde del súmmum de la excitación. Ya no solo gemía,jadeaba, resollaba y chillaba sin medida, sino que había empezado a suplicarque me la metiera de una buena vez. Por fin llegó el momento, la tranca cárneade mi progenitor se posicionó a la entrada dilatada de mi recto. En eseinstante crucial me preguntó:
—¿de verdad que estás ansiosa porque te la meta por el culo, cariño? —susurró mi padre en mi oído.
—Sí papito, por favor no me hagasesperar más. Métemela toda, enterita. —respondí con un hilo de voz.
Con obediencia militar me la fuemetiendo poco a poco por el vestal agujero anal hasta que sus huevos tocaronmis nalgas. Mis sensaciones eran extrañas, de dolor y placer entremezclados,combinados. Papá mantuvo su polla adentro por un tiempo lo que hizo que, de apoco, la sensación de malestar fuera remitiendo y mi canal rectal se adaptaraal tamaño y forma del pene de mi padre, como un guante a una mano.
Entonces mi padre empezó a follarmeel culo despacio, con cuidado y suavidad. A medida que transcurría la acción miexcitación se acrecentaba y los deseos de ser follada más duramente aumentabanexponencialmente. Los gritos de gusto así se lo hacían saber a mi progenitor.Papá, aún inseguro, preguntó:
—¿de verdad quieres que te folle elculo más duro hija?
—Sí papi, sí; dame duro —respondísuplicante.
Entonces mi padre comenzó aacelerar el ritmo hasta lograr que mi fruición lujuriosa se desatara como nuncaantes. Chillé, grité y pedí más y más. A mi padre aquello lo encendíaenormemente, me follaba cada vez más rápido, con más vicio y ganas. El vaivénde su polla era incesante y veloz, casi infernal, pero exquisito. Tras largosminutos su peno explotó al interior de mi culo y bañó mis cavidades rectalescon deliciosa leche tibia. Yo quedé en éxtasis, embelesada, fascinada. Encuanto pude me giré para terminar de succionar del pene de papá hasta la últimagota de fluido seminal.
Rendidos, extenuados, descansamosun ratito acurrucados, acariciándonos, besándonos, mimándonos.
—¿te gustó hija mía? ¿lo pasastebien? —me preguntó papá con voz tenue.
—Sí papito, me encantó. Nadie mehabía hecho sentir lo que tú. Tu fogosidad es exquisita.
Follamos el resto de la tarde ytoda la noche hasta pasadas las cinco de la madrugada, solo con pequeñosintervalos para coger fuerzas y comer o beber algo.
Amanecimos el día siguientealrededor del mediodía, desnudo, juntitos padre e hija como mujer y hombre, éldetrás de mí, con su polla dura pujando por reanudar la acción, por adentrarsede nuevo en mis cavidades íntimas y rebosarlas de semen. Finalmente lo hizovarias veces antes de levantarnos, ducharnos juntos y vestirnos.
Por la tarde me acompañó a mi pisopara coger algunas cosas imprescindibles para concretar mi mudanza antes delanochecer, antes de nuestra segunda sesión nocturna de sexo y lasciviapaternofilial.
Desgraciadamente desde que mi madreadorada muy tempranamente enfermó de cáncer y, finalmente, falleció, mi padreha caído en un estado del que no ha podido salir.
Mi padre trabaja como profesionalindependiente o autónomo desde hace muchos años y no sabe estructurar susjornadas de trabajo, separar el curro del tiempo libre. Funciona con horariosimposibles e impredecibles. En más de dos años no ha encontrado una mujer quesoporte tal estilo de vida. Las relaciones que ha tenido después de la muertede mi madre han sido esporádicas y efímeras.
Yo sé que mi padre está sufriendomuchísimo porque mi madre siempre me confidenciaba que él era de sexo diario,habitualmente en la mañana y en la noche. Entonces no poder desfogarseapropiadamente en más de dos años tenía que ser terrible para él.
De hecho los signos que mostrabaapuntaban a que sí estaba siendo muy dificultoso para él esta etapa de su vidaprácticamente privado de sexo. Se había vuelto arisco, difícil de tratar; suchispa y alegría que siempre lo caracterizó se había apagado casi por completo.En sus ojos se percibía desazón, disgusto, pesadumbre, insipidez por las cosasque antes lo hacían disfrutar. Carecía de la satisfacción de una necesidadbásica y no podía o no sabía cómo remediarlo.
Entonces decidí tomar cartas en elasunto porque no iba a permitir que mi padre se apagara sin que yo hiciera algopor él. Sabía cuál era su necesidad: sexo; sabía también cuál era elimpedimento que existía: su modo de vida incompatible con una relación depareja normal, común. Modificar el estilo de vida de mi padre, enraizado poraños, era una labor de largo aliento. Entregarle sexo era algo que estaba en mimano hacer en el corto plazo.
No tenía ni tengo impedimentosmorales ni de otro tipo con el tema del incesto, siempre que no haya embarazosni menos hijos. Yo he follado con primos, tíos y otra parentela diversa sinningún problema. Mi padre más de una vez y más de dos se folló a las hermanasde mi madre, a alguna prima mayor, a cuñadas y siempre mi madre lo supo, loconsintió e, incluso, hasta lo alentó, cuando deseaba tomarse un descanso delcontinuo asedio sexual de mi padre.
Tomé la decisión de ir a vivir untiempo a la casa de mi padre con la excusa de que el reciente rompimiento conquien fuera mi último novio me había dejado mal (no era cierto porque larelación se había desgastado mucho y, a decir verdad, me había quitado un pesode encima). A pesar de que sabía perfectamente que no era necesario, fui ahablar de mi intención de trasladarme a su casa con mi papi. Aprovechando elclima caluroso de la época y en pos de atisbar cuán difícil pudiera resultar lameta auto impuesta, me embellecí todo lo que pude, me puse un vestido de telaligera, bien escotado y corto, solamente con una tanguita minúscula color carneabajo. Quería provocar, intentar seducir a mi padre, tentarlo.
Al llegar al hogar paterno saludéefusivamente a mi padre, lo abracé y besé en los labios —como hacía siempre,pero esta vez con sensualidad y erotismo— y aproveché de pegar muy mucho micuerpo al suyo, haciendo que mi entrepierna acariciara sutilmente su sexo y mistetas, su pecho. Breves instantes después noté cómo la polla de mi padre salíade su letargo y se erguía a toda prisa. Eso me dio la señal que buscaba: mipadre me deseaba y solamente requería de un estímulo apropiado para hacer clic,para enganchar. Si yo no lo excitara o estimulara sexualmente, su pene nohabría reaccionado con tanta celeridad y entusiasmo. Algo que ayudaba mucho eraque yo me parecía mucho a mamá, tenía el mismo tipo físico y similarescualidades y modo de ser; contextura media, cabello negro, largo, liso ybrillante, tetas voluptuosas, culo grande y respingón, piernas bien torneadas,carnosas y firmes, además de un rostro atractivo.
Almorcé con él y durante la charlade la sobremesa le planteé mi deseo de irme a vivir con él por una temporada.Mi padre no titubeó un segundo para decirme que su casa era mi casa y que nonecesitaba preguntar nada, únicamente debía llegar cuando yo lo deseara.
Durante la comida y en la posteriorconversación antes aludida, noté que los ojos de mi padre se clavaban porlargos momentos en mi escote generoso. Mis pechos voluminosos, tersos ynaturales, como los de mamá, lo tenían como hipnotizado. Aprovechando aquellafavorable circunstancia le propuse que viéramos en su cuarto una películaerótica que yo había llevado por si se daba la oportunidad.
Nos fuimos a la habitación de papáy yo pasé antes al cuarto de vestir de mamá para ver si encontraba algo máscómodo que ponerme. Hallé una camisola de dormir muy sensual, provocativa, casicompletamente transparente, de una tela muy fina y suave al tacto. Si pensarlodos veces me la puse sin ropa interior.
Aparecí en el cuarto paterno confingida naturalidad; noté cómo prácticamente de inmediato la polla de papá seizó. Él se puso nervioso, incómodo, colocó un cojín en la entrepierna paraocultar su excitación.
—Papá es que tengo mucho calor ypor eso me puse este camisón de mamá, ¿te molesta?
—No, no hija, al contrario, te vespreciosa, guapísima, Has tenido una linda idea.
—¿por qué no te pones un short yuna camiseta tú también y vemos la película bien confortablemente?
—Sí, sí, eso haré. Espérame unpoco.
Como dejó la puerta de su cuarto devestir entornada, logré ver que se quitaba toda la ropa y se ponía unospantaloncillos cortos, de tela delgada, sin calzoncillos, y una camisetaholgada.
Nos dispusimos a ver el vídeorecostados en la cama matrimonial del cuarto de papá. De a poco me fuiacercando a él hasta colocarme en una posición tal que él pudiese ver sindificultad la desnudez de mi cuerpo a través de la fina tela transparente de miatuendo. Ello, unido a lo caliente de las escenas de la película, causó que elpene de papá se pusiera enhiesto de nuevo. Pero esta vez papá no intentóocultar su erección y dejó que se manifestara en todo su esplendor.
A medida que avanzaba el vídeo unamano de mi padre se posó sobre mis piernas acariciándolas suave y pícaramente,pero con disimulo. Yo hice como que no me enteraba de nada, pero a medida quela mano agarraba confianza y enfilaba lentamente hacia arriba, lossensibles pezones de mis tetas respondieron al estímulo y se endurecieronorgullosos.
Pasamos un buen rato así. Papá nose atrevía a ir a más y yo, además de que mis tetas habían puesto en evidenciami calentura, que se incrementaba más minuto a minuto, sentía que mi coñorezumaba jugos que pronto saldrían al exterior y se harían visibles. Entoncesdecidí enfrentar resueltamente la situación y dar un paso más allá, unodeterminante, categórico. Deslicé mi mano hasta la entrepierna de papá, le rocésensualmente la polla, y al no haber reacción negativa de papá, se la empecé aacariciar por encima de la ropa con decisión.
—¡Hija! —musitó papá excitado ysorprendido a la vez.
—Sssshhhh…no digas nada papi,solamente déjate llevar.
A continuación di el pasodecisivo: le abrí el short, saqué la polla en erección y se la comencé a chuparsuavemente y con fruición palmaria. Papá no hizo nada al principio, solo cerrólos ojos y se dejó agasajar por mi juvenil lengua y boca.
Poco rato después mi padre seencendió y salió de su pasividad. Se puso de pie al costado de la cama, se sacóel short y la camiseta y me hizo acercarme al borde de lacama. Entonces me folló la boca con frenesí, sujetándome la cabeza con ambasmanos para introducir su pene hasta el fondo de mi boca. Unos minutos despuésse corrió copiosamente dentro de mi boca. Traté de tragar a toda prisa tanabundante polución caliente, pero no logré impedir que algunos hilos desemen se salieran de la boca por las comisuras labiales y se deslizaran por mimentón.
Papá me abrazó y besó con pasióndesenfrenada, mientras sus manos hacían caer la camisola al suelo primero yrecorrían mis nalgas, mi vagina y mis tetas con lujuria desatada, después. Parami sorpresa su polla volvía a empinarse de nuevo tan gorda y grande como antes.Me colocó a cuatro patas sobre la cama y acercó su polla a la puerta de mivagina, provocando un exquisito roce entre mi clítoris y la punta de su colosaltranca. Comencé a gemir de placer y, seguidamente, me la metió de golpe hastael fondo de mi intimidad. Sentí un grado de excitación sublime, tuve ganas degritarle que me follara de una vez porque ya no resistía más. Pero no fuenecesario. Mi padre tomó con firmeza mis caderas con sus manos y empezó afollarme como poseso, con un mete y saca vertiginoso que denotaba voracidad,hambruna. Yo de los gemidos pasé a los jadeos y terminé gritando de júbilo, degozo infinito. Me empecé a correr una y otra vez, cual chica multiorgásmica. Mis líquidos vaginales corrían por mis muslos, bañabanmis piernas y humedecían las sábanas de la cama. Mi papá seguía y seguíaen su mete y saca acelerado sin dar tregua, muestras de agotamiento ni deaproximarse a su clímax.
Repentinamente se detuvo, sacó supolla empapada de mi chocho, se hincó en el suelo y comenzó a masajear mi anocon su lengua. Yo no dije nada, únicamente intenté relajarme y aprontarme paralo que se venía con inminencia. Pero no ocurrió aquello, no con laperentoriedad que yo imaginaba. Mi padre se tomó todo el tiempo que estimónecesario para dilatar bien mi canal rectal y su esfínter. Lo hizo con lalengua al comienzo, introduciéndola y sacándola de mi culo repetidamente. Luegoempleó sus dedos untados en mis fluidos vaginales para apurar la dilatacióndel, hasta entonces, casto orificio anal.
Todo aquel largo proceso no hizootra cosa que ponerme al borde del súmmum de la excitación. Ya no solo gemía,jadeaba, resollaba y chillaba sin medida, sino que había empezado a suplicarque me la metiera de una buena vez. Por fin llegó el momento, la tranca cárneade mi progenitor se posicionó a la entrada dilatada de mi recto. En eseinstante crucial me preguntó:
—¿de verdad que estás ansiosa porque te la meta por el culo, cariño? —susurró mi padre en mi oído.
—Sí papito, por favor no me hagasesperar más. Métemela toda, enterita. —respondí con un hilo de voz.
Con obediencia militar me la fuemetiendo poco a poco por el vestal agujero anal hasta que sus huevos tocaronmis nalgas. Mis sensaciones eran extrañas, de dolor y placer entremezclados,combinados. Papá mantuvo su polla adentro por un tiempo lo que hizo que, de apoco, la sensación de malestar fuera remitiendo y mi canal rectal se adaptaraal tamaño y forma del pene de mi padre, como un guante a una mano.
Entonces mi padre empezó a follarmeel culo despacio, con cuidado y suavidad. A medida que transcurría la acción miexcitación se acrecentaba y los deseos de ser follada más duramente aumentabanexponencialmente. Los gritos de gusto así se lo hacían saber a mi progenitor.Papá, aún inseguro, preguntó:
—¿de verdad quieres que te folle elculo más duro hija?
—Sí papi, sí; dame duro —respondísuplicante.
Entonces mi padre comenzó aacelerar el ritmo hasta lograr que mi fruición lujuriosa se desatara como nuncaantes. Chillé, grité y pedí más y más. A mi padre aquello lo encendíaenormemente, me follaba cada vez más rápido, con más vicio y ganas. El vaivénde su polla era incesante y veloz, casi infernal, pero exquisito. Tras largosminutos su peno explotó al interior de mi culo y bañó mis cavidades rectalescon deliciosa leche tibia. Yo quedé en éxtasis, embelesada, fascinada. Encuanto pude me giré para terminar de succionar del pene de papá hasta la últimagota de fluido seminal.
Rendidos, extenuados, descansamosun ratito acurrucados, acariciándonos, besándonos, mimándonos.
—¿te gustó hija mía? ¿lo pasastebien? —me preguntó papá con voz tenue.
—Sí papito, me encantó. Nadie mehabía hecho sentir lo que tú. Tu fogosidad es exquisita.
Follamos el resto de la tarde ytoda la noche hasta pasadas las cinco de la madrugada, solo con pequeñosintervalos para coger fuerzas y comer o beber algo.
Amanecimos el día siguientealrededor del mediodía, desnudo, juntitos padre e hija como mujer y hombre, éldetrás de mí, con su polla dura pujando por reanudar la acción, por adentrarsede nuevo en mis cavidades íntimas y rebosarlas de semen. Finalmente lo hizovarias veces antes de levantarnos, ducharnos juntos y vestirnos.
Por la tarde me acompañó a mi pisopara coger algunas cosas imprescindibles para concretar mi mudanza antes delanochecer, antes de nuestra segunda sesión nocturna de sexo y lasciviapaternofilial.
Lo peor fue que mi padre nunca ocupó
condón. Entonces … pasó lo que tenía que pasar. Siento que algo nuevo crece en
mi interior, algo que me origina ciertas molestias. Ahora, ya transcurridos 4
meses, lo siento crecer cada vez más, aceptando de muy buena manera las
consecuencias de esa tarde. Para un hombre viudo , entre mi padre y yo, creo
que un nieto le vendría muy bien ¿No les parece? A demas siempre quise
ser madre joven.
2 comentarios - Necesitó de ayuda urgente, Y yo estuve ahí