Gracias a todos/as por sus mensajes y su apoyo. Si tienes alguna consulta, idea, experiencia, consejo o si solo quieres hablar deja tu comentario o escríbeme.
Agradezco especialmente al usuario @muriann y dedico éste post a @mucha-chota y a sus intensos mensajes.
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La familia del padrastro le fue desconocida. Desde que la hermosa madre se volvió a casar luego de la separación Eli se había distanciado de su familia. El segundo matrimonio aconteció cuando ella ya era bastante mayor, con las responsabilidades de la facultad solo aparecía en casa durante las vacaciones.
Fue una sorpresa poco grata al volver este año, que se encontrará con que su padrastro haya invitado a su hermana y sus hijos para pasar las fiestas.
Su nueva tía también era separada, <ha de ser de familia, las nuestras no son tan diferentes> una señora mayor que traía con ella a sus tres hijos, un hijo mayor de 30 años, el del medio de 28 y una tercera, la menor de más o menos la edad de Eli.
La sorpresa fue más ingrata aún cuando se enteró que debía compartir cuarto con ella. Los dos varones se quedaron en la habitación de su hermano, que no estaba. La tía iría a la habitación de su hermana, que tampoco estaba <Debí alejarme como ellos, fueron más inteligentes> y por alguna razón no dejaron que su hija durmiera en la sala, o con su tía, como pensó Eli después.
El incordio de Elizabeth no pasó ni cuando transcurrió tres días enteros. Si bien Vanessa le dirigió pocas palabras, a todos, en realidad, molestaba el tener que compartir habitación. Así que Eli se paso esos días paseando, llegando a casa solo para dormir.
Al cuarto día no pudo hacerlo. Era domingo y caía una tormenta tan fuerte que todos sus planes se cancelaron. Ale le canceló la cita, sus amigos dijeron que no, hasta Marcelo le negó la cena. Estuvo la mayor parte del día encerrada. Al menos Vanessa no entró a molestarla con su presencia. Hasta la tarde, cuando entró a su habitación con el pelo y la ropa mojada. Afuera oscurecía, aunque ya estaba oscuro debido a la tormenta, las luces estaban apagadas en la habitación, a Eli siempre le habia gustado la penumbra.
Era más alta que Eli, más alta que el promedio, un metro ochenta contra su metro sesenta de estatura. Flaca, cabello negro, rizado y afro, cuerpo atlético y por extraño, piel morena. La madre de Vanessa y su hermano, padrastro de Eli, eran de tez blanca al igual que los hermanos. Las pocas veces que habló con Vanessa se lo preguntó bromeando.
- Entonces, ¿eres hija del jardinero?
- Mis hermanos - respondió Vanessa sin mirarla - mi padre biológico era negro.
Elizabeth no supo distinguir si era broma o no, ya no habló del asunto.
A pesar de todo, Eli intentó ser amable cuando Vanessa entró a su habitación y comenzó a buscar la toalla.
- Hay más toallas allí, en el último cajón de la cómoda.
Vanessa no respondió, pero fue a buscar las toallas que le señalaba.
- ¿Has salido? - aunque a Eli la molestaba en el fondo, nunca intentó demostrarlo.
- Tampoco quiero estar aquí.
- ¿Perdón? - eso la agarró desprevenida.
- Se que soy molestia para ti. Dormiría con mi madre si no nos pelearamos apenas vernos. Quise dormir en el sofá, pero tu madre no me dejó hacerlo. Así que aquí estoy. No quise venir a este lugar ni conocerlos a ustedes, fue cosa de tío invitarnos. La herencia está en juego así que debemos "mantener la apariencia" como dice mi madre. Apariencia de familia feliz. No es que me importe no hacerlo si es que obtenga beneficio para mí. Pero toda ésta hipocresía me está molesta.
Eli quedó muda unos instantes y al final solo pudo empezar a decir - Vanessa en ningún momento yo...
- No me mientas, quizás los demás sean estúpidos, pero tú eres diferente, no intentes ser algo que no eres.
- De acuerdo - al principio la tomó por sorpresa pero ahora empezaba a enojarse - ¿Entonces que quieres? ¿Pelearnos y llevarnos mal toda esta semana?
- De hecho, todo lo contrario.
- Pues no has iniciado nada bien.
- Fui honesta, ¿Mentir no sería iniciar mal también?
Vanessa se despojó de la remera mojada, quedando con un top blanco que resaltaba la piel de sensual chocolate, los senos no muy grandes pero bien redondos se mostraban entre el top. Se secaba la cabellera con una toalla de mano y se sentó en la silla repleta de la ropa de Eli, nunca fue muy ordenada. <<De acuerdo, prima, si quieres honestidad, tendrás honestidad>>
- De acuerdo. La verdad es que odio todo esto. Más que estes aquí. Tampoco me cae tu tío.
- No es de extrañar, tu padrastro es un imbécil - solo por una fracción de segundo, Vanessa bajó la mirada y Eli entendió a que se refería - pero eso es problema de tu madre, si eres lista te retirarás, ya estás grande.
- Me preocupo por ella.
- Ella también ya está grande, Elizabeth. - Vanessa acabó de secarse la cabeza, se levantó para quitarse el short que también estaba empapado y quedó con un boyshort gris y negro, a juego con el top. Luego se dirigió hacia la puerta, que dejó abierta al entrar, la cerró.
- De acuerdo, ¿entonces el segundo paso en "no pelearnos" es darme consejos de vida?
Vanessa rió débilmente ante la respuesta, giró las llaves de la puerta, atrancándola, dejó las llaves donde estaban. Caminó descalza hasta el espejo y dió la espalda a Eli, se notaba los músculos torneados bajo esa extraña y hermosa piel marrón.
- No, claro que no. No son consejos, intento invitarte a no hablar de problemas que no puedo solucionar y pasar a un tema en común.
- ¿Qué tema podría tener común contigo? - Eli aún seguía molesta. Todo el desfile de Vanessa no la sorprendió, los otros días hacía lo mismo.
- Las mujeres - Vanesa giró y miró a Eli a los ojos.
Aquellos ojos color miel hicieron que a Eli se le pusiera la carne de gallina. Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza, aquellos ojos amarillos ámbar la transpasaban.
- ¿Mu... Mujeres? - la voz le falló.
- Exacto, Elizabeth, mujeres como tú - Vanessa dió un paso hacia la cama dónde yacía ella -mujeres como yo- otro pasó y se encontró frente a Eli -mujeres, como nos gusta a ambas- Vanessa apoyo una rodilla en la cama, hábilmente se subió a ella y quedó arriba a Eli.
- Pe.. pero que..
- Niégalo - Vanessa acercó el rostro al rostro de Eli, tomo su barbilla con una mano - Niégalo - repitió. Elizabeth no supo que responder y si lo sabía no pudo hacerlo. Vanessa cerró los ojos y unió sus labios a los de ella en un largo beso
- Lo sabía - dijo Vanessa cuando se separaron.
- ¿Cómo? - las mejillas de Eli se sonrojaron, el enojo había desaparecido.
- Se nota, no sabría decirte cómo, con la persona que escribes todos los días, Ale ¿No? Apodo de hombre o mujer, en tu caso, de una mujer. El punto no es cómo, sino porqué. No nos conocemos, comenzamos mal, odiamos todo ésto. Pero no tiene por qué acabar del mismo modo. La cuestión de todo este asunto es ¿tú lo quieres? Por que Eli, déjame decirte, que yo si quiero.
Otro beso cerró el trato. Elizabeth no recordó si respondió la pregunta, de todos modos, su cuerpo se encargó de responder: la deseaba. Se pasaba horas mirándola, su cuerpo, su piel, su pelo, sus ojos. Toda contraparte a ella, Eli era bajita, chubby, pelirroja y blanca. La atraía totalmente, Eli equivocadamente pensó que era odio o molestia. En ese instante descubrió que en realidad lo que la molestaba era el hecho de que una persona de la otra familia, familia que se entrometió en la suya, le gustase. Y le gustaba en demasía, comprendió al besarla, que había deseado hacerlo desde que la vió por primera vez.
- Soy Vanesa - dijo aquella vez mirándola con esos ojos de miel, que luego evitó inconscientemente saliendo los otros días - y tu eres Eli. ¿No es así? Me dijeron que podía compartir tu cuarto.
<<La deseaba ahí mismo, la deseaba e intenté negarlo. No era por Ale, lo negaba por mí misma>>
- Elizabeth, -comenzó ahora a decir Vanessa-ellos ven esa estúpida película graciosa en estos momentos, tenemos una hora antes de que nos llamen a cenar. Una hora para probar si funcionará y si lo hace, tendremos una semana.
- Para mí ya funciona - Eli se quitó al mismo tiempo la calza y la tanga que traía, pataleó debajo de Vanessa para quitárselos por completo - si no funciona para ti entonces tendré que obligarte.
- No creo que puedas - Vanessa bajó la mano hacía la vulva de Eli apenas se hubo liberado de sus ropas, con el índice y el anular abrió los labios mayores y pasó el dedo del medio entre los labios menores. Elizabeth se sacudió ante la caricia - eres una pequeña gota de leche para mí.
- ¿Y tú eres la barra de chocolate? - Eli se sacó la remera y se deshizo de su sostén, quedó solo en calcetines. - ¿Te derrites?
- Déjate de comparaciones infantiles.
- Tú comenzaste.
- Agradece por eso - Vanessa abrió las piernas de Eli y bajó besando su cuello, entre sus pechos, se detuvo entre su ombligo y su vientre, bajó hasta quedar con la cabeza entre sus piernas.
Eli se mordía los labios, mordía las sábanas y la almohada. La boca de Vanessa la devoraba, ni siquiera Ale lo hacía así. Con las manos abría su vulva, masajeaba sus labios y también los chupaba, primero el derecho y luego el izquierdo, los recorría de abajo a arriba, se detenía en el clítoris, pasaba la lengua por él, delicadamente, lo chupaba con la precisión exacta y pasaba al otro labio. Hacía lo mismo con los labios interiores.
Una y otra vez, marcando un ritmo, sin detenerse. Besaba sus cuartos interiores, los mordía sin fuerza y volvía a bajar a su blanco coño.
Luego de varios gloriosos minutos, Eli sintió como la lengua de Vanessa, que estaba concentrada en el clítoris, bajaba y entraba por la vagina. Sintió como se movía dentro, rozaba las paredes, empujaba dentro y entraba aún más. Eli agarraba del pelo a Vanessa, aguantaba sus propios gemidos y abría las piernas, doblándolas en el aire.
La lengua salía y entraba, recorría sus labios y volvía a entrar. Hasta que volvió a recorrer sus labios y a lamer su clítoris, entonces fue cuando sintió cómo la penetraba dos dedos. O quizás fueran tres. Elizabeth estaba tan mojada y excitaba que cerraba los ojos. Tanto placer hacía que se revolviese en sí misma. Estuvo segura de que eran solo dos dedos cuando Vanessa metió el tercero. Los movía por dentro doblando cada uno de ellos por separado. Eso más la intensa atención de la boca y la lengua hizo que llegara un orgasmo. Y luego, a otro. Elizabeth arqueó la espalda y se le escapó varios gemidos.
Vanessa no se detuvo.
Eli llego al clímax varias veces más. Se sentía exhausta en el momento que Vanesa paró. Aún gemía cuando se acostó sobre ella y la volvió a besar, está vez manoseándola. Aprovechó el momento para quitarle la ropa a Vanessa. Mientras lo hacía sintío su propio sabor en la boca, la misma lengua que estaba en su vagina ahora estaba dentro de su boca, enrrollándose con su lengua.
<<Dioses, que hermosa es>>
Desnudó a Vanessa completamente. La habitación estaba a oscuras. La tormenta rugía fuera y por la ventana entraba la blanca luz de los relámpagos. Los destellos dibujaban la silueta perfecta de Vanessa. Su piel era aún más negra y brillaba en tonos delicados. Sus pechos eras redondos perfectos, los pezones oscuros estaban erizados y duros. Elizabeth los recorrió con las manos hipnotizada, los beso, los chupó y los mordió. La espalda de Vanessa giraba en una curva grácil para acabar en unas nalgas firmes, donde comenzaban esas largas piernas. De nuevo todo lo contrario al cuerpo de Elizabeth.
Se mezclaron en besos y caricias disfrutando de todas sus diferencias. El sonido de las gotas de lluvia ahogaban sus gemidos, hicieron el amor en medio de deslumbrantes estallidos de luz y sonidos, relámpagos y truenos.
Elizabeth llegó a otro orgasmo sólo con sentir el electrizante contacto de aquella hermosa mujer.
Vanessa fue, otra vez, la primera en moverse. Se incorporó y fue a ubicarse cerca de la cabeza de Eli. Abrió la piernas y se sentó sobre ella, montándola, con el rostro de Eli entre sus piernas. Ella no protestó.
Empezó a moverse, con notoria profesionalidad, sobre el rostro de Eli. Movía la cintura, el vientre y los pechos en una sincronía deliciosa. Lograba que su vulva recorriera toda la cara de Eli, quién, respondiendo abría la boca y sacaba la lengua. No tardó en aumentar la intensidad de sus movimientos. Vanessa se movía frenéticamente, pasando todo su coño por la boca de Elizabeth, que se ya había ajustado al vaivén.
Volaron los minutos y ahora fue el turno de Vanessa de disfrutar el ansiado orgasmo. Su cuerpo entero tembló, dejó escapar gemidos de placer. Enterró su vulva en la boca de Eli y con su mano se masturbó en esa posición. Logró otro orgasmo. Éste fue tan fuerte que Vanessa tuvo que sostenerse con sus dos manos a la cama.
En un, casi, sesenta y nueve Eli seguía devorando la galletita más sabrosa que había probado en su vida. Más sabrosa que la de Ale. Más sabrosa que la suya propia. Vanessa no se movió hasta que tuvo su tercer orgasmo, esta vez, producto del esfuerzo de Elizabeth.
Se separaron quedando acostadas una al lado de la otra.
Mirando el reloj de pared Eli habló entrecortada por la respiración agitada.
- Nos queda veinte minutos.
- Se me ocurre varias formas de usarlos.
- Y de usarme.
Vanessa volvió a ponerse entre las piernas de Eli, que las alzaba y las sujetaba con sus manos para tenerlas abiertas. Dispuesta a todo lo que su esbelta amante le diese.
No se hizo esperar. Vanessa metió un dedo en la húmeda vagina de Eli. Luego metió dos. Y luego tres. Los dejaba rígidos y movía la mano sacando y metiendo los tres dedos de su vagina.
Sintió esos dedos dentro, el movimiento era rápido y placentero. Los empujaba dentro y con la otra mano frotaba su clítoris. Las sensaciones la llevaban a una locura de éxtasis, que aumentó de intensidad cuando Vanessa metió un dedo más.
Los cuatro dedos excepto el pulgar salían y entraban en ella, la velocidad ya era bastante rápida y Vanessa lo hacía más fuerte. Los músculos de su brazo se tornaban duros y su estado físico excepcional le permitían mantener la cadencia.
Estaba a punto de gritar y lo hizo cuando en un solo movimiento Vanessa dobló el pulgar sobre su palma y lo metió en la vagina. La mano penetró hasta quedarse atorada en la zona más amplia.
- Aaah! Espe... Espera...
Vanessa no la oyó y si lo hizo no respondió. Empujó aún más. Frotó el clítoris de Eli con la otra mano. Lentamente la mano se enterraba dentro de la vagina de Eli.
- Aaaah! Vanessa! Mmmm...- Eli arqueó la espalda y puso los ojos en blanco, bajó las piernas e intentó cerrarlas- Vanessa! Basta!
Cuando la zona gruesa de la mano venció la oposición de la entrada de la vagina el resto entró como succionado por ella. Vanessa penetró con la mano entera y lo sepultó hasta la muñeca.
<<Demonios! Ésto duele, nunca nadie me lo hizo así! Joder, una mano entera. Pero, Dios, se siente tan rico>>
- Aaah! Metiste toda... Me estás... partiendo- Eli agarró el brazo de Vanesa y lo recorrió hasta toparse con su propia vulva. La muñeca y la mano continuaban dentro de ella.
- Apenas comienzo - Vanessa la miró de nuevo a los ojos, una vez más sus ojos ambarinos la miraron y una sonrisa floreció en su rostro.
Elizabeth apartó las manos cuando Vanessa golpeó. Cerró la mano dentro de la vagina de Eli y empujó dentro con fuerza. Entró un cuarto de su antebrazo aunque Eli sintió el embiste hasta el estómago. Se le escapó un grito y se llevó las manos a la cabeza. Quitó un poco del brazo y volvió a meterlo. Lentamente aumentando de frecuencia.
Cuando la velocidad volvió a niveles altos Eli ya no pudo aguantar. Tenía las piernas abiertas pero al entrarle la mano las cerraba incontrolablemente. Agarró una almohada y se la puso en la cara, la mordió para ahogar los gemidos y gritos que eran más fuertes que la propia tormenta que azotaba fuera.
Vanessa movía la mano dentro, en círculos, a medida que lo metía y sacaba. La vagina de Eli nunca estuvo tan dilatada. O tan mojada. Sus fluidos bajaban de su vagina y habían empanado las sábanas.
Los orgasmos eran incontables y Eli pensaba que estaba al borde de la inconsciencia. Creía que ya había sobrepasado el clímax máximo. No pensó que al pasar el límite solo delimitaba otro límite nuevo que pasar. Y Vanessa volvió a cruzarlo.
Los dedos que acariciaban su clítoris fueron reemplazados por su boca. La lengua se movió ágil alrededor de la sensible zona. Su mano izquierda la penetraba sin piedad, moviéndose en su interior. Y la mano derecha bajó rápidamente, empapada en jugos la penetró, por el culo.
Dos dedos hincaron su ano y con un empujón entraron en él. Elizabeth saltó en la cama pero Vanessa tampoco se detuvo en esa ocasión. Pelearon en la cama, una intentando safarse, la otra siguiendo lo que hacía.
Finalmente Eli se rindió. Vanessa la tenía dominada. Con la boca le comió el clítoris. Con el puño recorría su vagina y los dos dedos medio y anular de la otra mano la penetraba analmente.
- Elizabeth! Hazlo! Suéltalo! - cada palabra de Vanessa salía entre sus lamidas.
Eli no respondió nada. No podía hablar. Hundida en su cama de placer se soltó. Aflojó las piernas y cedió.
Vanessa empujaba la mano en la vagina de Eli hacia abajo, donde, los dedos que estaban en su recto apretaban hacia arriba. Vanessa unía los dedos que tenía en su culo, anular y medio, con los correspondientes anular y medio de la otra mano que estaba en su vagina, separándolos las paredes que dividían ambos conductos. La sensación para Eli era indescriptible. Así que para ella, la sensación que sumaba la boca de Vanessa sobre su clítoris era algo que no podía resistir.
Así que no lo hizo.
El orgasmo más fuerte e intenso de toda su vida la sacudió. Un chorro de sus fluidos salpicó a presión mientras todo en su interior vibraba. Vanessa sacó apresuradamente sus manos del interior de Eli y con su boca envolvió los labios vaginales.
Elizabeth no supo bien cuanto tiempo tardó en correrse. Ni cuanta cantidad. Pero sea cual sea la verdad, Vanessa se quedó ahí, recibiendo y tragando todo lo que expulsaba, en tanto su lengua se movía lentamente, acariciándola con sumo cuidado.
Finalmente, acabando los temblores de Eli, Vanessa fue a acostarse a su lado. La tomó cariñosamente por el cuello y comenzó a darle besitos.
En ese mismo instante alguien llamó a la puerta.
- La cena está lista. Vengan!
Ambas no se movieron. Aunque Vanessa contestó que bajarían en un rato.
- Es irónico, Elizabeth. - dijo Vanessa, sonriendo tras pasar unos minutos. -la cena está servida, pero yo, acabo de cenar- Un relámpago alumbró el rostro de Vanessa, todo en blanco y negro, excepto sus ojos color miel que la miraban.
Agradezco especialmente al usuario @muriann y dedico éste post a @mucha-chota y a sus intensos mensajes.
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La familia del padrastro le fue desconocida. Desde que la hermosa madre se volvió a casar luego de la separación Eli se había distanciado de su familia. El segundo matrimonio aconteció cuando ella ya era bastante mayor, con las responsabilidades de la facultad solo aparecía en casa durante las vacaciones.
Fue una sorpresa poco grata al volver este año, que se encontrará con que su padrastro haya invitado a su hermana y sus hijos para pasar las fiestas.
Su nueva tía también era separada, <ha de ser de familia, las nuestras no son tan diferentes> una señora mayor que traía con ella a sus tres hijos, un hijo mayor de 30 años, el del medio de 28 y una tercera, la menor de más o menos la edad de Eli.
La sorpresa fue más ingrata aún cuando se enteró que debía compartir cuarto con ella. Los dos varones se quedaron en la habitación de su hermano, que no estaba. La tía iría a la habitación de su hermana, que tampoco estaba <Debí alejarme como ellos, fueron más inteligentes> y por alguna razón no dejaron que su hija durmiera en la sala, o con su tía, como pensó Eli después.
El incordio de Elizabeth no pasó ni cuando transcurrió tres días enteros. Si bien Vanessa le dirigió pocas palabras, a todos, en realidad, molestaba el tener que compartir habitación. Así que Eli se paso esos días paseando, llegando a casa solo para dormir.
Al cuarto día no pudo hacerlo. Era domingo y caía una tormenta tan fuerte que todos sus planes se cancelaron. Ale le canceló la cita, sus amigos dijeron que no, hasta Marcelo le negó la cena. Estuvo la mayor parte del día encerrada. Al menos Vanessa no entró a molestarla con su presencia. Hasta la tarde, cuando entró a su habitación con el pelo y la ropa mojada. Afuera oscurecía, aunque ya estaba oscuro debido a la tormenta, las luces estaban apagadas en la habitación, a Eli siempre le habia gustado la penumbra.
Era más alta que Eli, más alta que el promedio, un metro ochenta contra su metro sesenta de estatura. Flaca, cabello negro, rizado y afro, cuerpo atlético y por extraño, piel morena. La madre de Vanessa y su hermano, padrastro de Eli, eran de tez blanca al igual que los hermanos. Las pocas veces que habló con Vanessa se lo preguntó bromeando.
- Entonces, ¿eres hija del jardinero?
- Mis hermanos - respondió Vanessa sin mirarla - mi padre biológico era negro.
Elizabeth no supo distinguir si era broma o no, ya no habló del asunto.
A pesar de todo, Eli intentó ser amable cuando Vanessa entró a su habitación y comenzó a buscar la toalla.
- Hay más toallas allí, en el último cajón de la cómoda.
Vanessa no respondió, pero fue a buscar las toallas que le señalaba.
- ¿Has salido? - aunque a Eli la molestaba en el fondo, nunca intentó demostrarlo.
- Tampoco quiero estar aquí.
- ¿Perdón? - eso la agarró desprevenida.
- Se que soy molestia para ti. Dormiría con mi madre si no nos pelearamos apenas vernos. Quise dormir en el sofá, pero tu madre no me dejó hacerlo. Así que aquí estoy. No quise venir a este lugar ni conocerlos a ustedes, fue cosa de tío invitarnos. La herencia está en juego así que debemos "mantener la apariencia" como dice mi madre. Apariencia de familia feliz. No es que me importe no hacerlo si es que obtenga beneficio para mí. Pero toda ésta hipocresía me está molesta.
Eli quedó muda unos instantes y al final solo pudo empezar a decir - Vanessa en ningún momento yo...
- No me mientas, quizás los demás sean estúpidos, pero tú eres diferente, no intentes ser algo que no eres.
- De acuerdo - al principio la tomó por sorpresa pero ahora empezaba a enojarse - ¿Entonces que quieres? ¿Pelearnos y llevarnos mal toda esta semana?
- De hecho, todo lo contrario.
- Pues no has iniciado nada bien.
- Fui honesta, ¿Mentir no sería iniciar mal también?
Vanessa se despojó de la remera mojada, quedando con un top blanco que resaltaba la piel de sensual chocolate, los senos no muy grandes pero bien redondos se mostraban entre el top. Se secaba la cabellera con una toalla de mano y se sentó en la silla repleta de la ropa de Eli, nunca fue muy ordenada. <<De acuerdo, prima, si quieres honestidad, tendrás honestidad>>
- De acuerdo. La verdad es que odio todo esto. Más que estes aquí. Tampoco me cae tu tío.
- No es de extrañar, tu padrastro es un imbécil - solo por una fracción de segundo, Vanessa bajó la mirada y Eli entendió a que se refería - pero eso es problema de tu madre, si eres lista te retirarás, ya estás grande.
- Me preocupo por ella.
- Ella también ya está grande, Elizabeth. - Vanessa acabó de secarse la cabeza, se levantó para quitarse el short que también estaba empapado y quedó con un boyshort gris y negro, a juego con el top. Luego se dirigió hacia la puerta, que dejó abierta al entrar, la cerró.
- De acuerdo, ¿entonces el segundo paso en "no pelearnos" es darme consejos de vida?
Vanessa rió débilmente ante la respuesta, giró las llaves de la puerta, atrancándola, dejó las llaves donde estaban. Caminó descalza hasta el espejo y dió la espalda a Eli, se notaba los músculos torneados bajo esa extraña y hermosa piel marrón.
- No, claro que no. No son consejos, intento invitarte a no hablar de problemas que no puedo solucionar y pasar a un tema en común.
- ¿Qué tema podría tener común contigo? - Eli aún seguía molesta. Todo el desfile de Vanessa no la sorprendió, los otros días hacía lo mismo.
- Las mujeres - Vanesa giró y miró a Eli a los ojos.
Aquellos ojos color miel hicieron que a Eli se le pusiera la carne de gallina. Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza, aquellos ojos amarillos ámbar la transpasaban.
- ¿Mu... Mujeres? - la voz le falló.
- Exacto, Elizabeth, mujeres como tú - Vanessa dió un paso hacia la cama dónde yacía ella -mujeres como yo- otro pasó y se encontró frente a Eli -mujeres, como nos gusta a ambas- Vanessa apoyo una rodilla en la cama, hábilmente se subió a ella y quedó arriba a Eli.
- Pe.. pero que..
- Niégalo - Vanessa acercó el rostro al rostro de Eli, tomo su barbilla con una mano - Niégalo - repitió. Elizabeth no supo que responder y si lo sabía no pudo hacerlo. Vanessa cerró los ojos y unió sus labios a los de ella en un largo beso
- Lo sabía - dijo Vanessa cuando se separaron.
- ¿Cómo? - las mejillas de Eli se sonrojaron, el enojo había desaparecido.
- Se nota, no sabría decirte cómo, con la persona que escribes todos los días, Ale ¿No? Apodo de hombre o mujer, en tu caso, de una mujer. El punto no es cómo, sino porqué. No nos conocemos, comenzamos mal, odiamos todo ésto. Pero no tiene por qué acabar del mismo modo. La cuestión de todo este asunto es ¿tú lo quieres? Por que Eli, déjame decirte, que yo si quiero.
Otro beso cerró el trato. Elizabeth no recordó si respondió la pregunta, de todos modos, su cuerpo se encargó de responder: la deseaba. Se pasaba horas mirándola, su cuerpo, su piel, su pelo, sus ojos. Toda contraparte a ella, Eli era bajita, chubby, pelirroja y blanca. La atraía totalmente, Eli equivocadamente pensó que era odio o molestia. En ese instante descubrió que en realidad lo que la molestaba era el hecho de que una persona de la otra familia, familia que se entrometió en la suya, le gustase. Y le gustaba en demasía, comprendió al besarla, que había deseado hacerlo desde que la vió por primera vez.
- Soy Vanesa - dijo aquella vez mirándola con esos ojos de miel, que luego evitó inconscientemente saliendo los otros días - y tu eres Eli. ¿No es así? Me dijeron que podía compartir tu cuarto.
<<La deseaba ahí mismo, la deseaba e intenté negarlo. No era por Ale, lo negaba por mí misma>>
- Elizabeth, -comenzó ahora a decir Vanessa-ellos ven esa estúpida película graciosa en estos momentos, tenemos una hora antes de que nos llamen a cenar. Una hora para probar si funcionará y si lo hace, tendremos una semana.
- Para mí ya funciona - Eli se quitó al mismo tiempo la calza y la tanga que traía, pataleó debajo de Vanessa para quitárselos por completo - si no funciona para ti entonces tendré que obligarte.
- No creo que puedas - Vanessa bajó la mano hacía la vulva de Eli apenas se hubo liberado de sus ropas, con el índice y el anular abrió los labios mayores y pasó el dedo del medio entre los labios menores. Elizabeth se sacudió ante la caricia - eres una pequeña gota de leche para mí.
- ¿Y tú eres la barra de chocolate? - Eli se sacó la remera y se deshizo de su sostén, quedó solo en calcetines. - ¿Te derrites?
- Déjate de comparaciones infantiles.
- Tú comenzaste.
- Agradece por eso - Vanessa abrió las piernas de Eli y bajó besando su cuello, entre sus pechos, se detuvo entre su ombligo y su vientre, bajó hasta quedar con la cabeza entre sus piernas.
Eli se mordía los labios, mordía las sábanas y la almohada. La boca de Vanessa la devoraba, ni siquiera Ale lo hacía así. Con las manos abría su vulva, masajeaba sus labios y también los chupaba, primero el derecho y luego el izquierdo, los recorría de abajo a arriba, se detenía en el clítoris, pasaba la lengua por él, delicadamente, lo chupaba con la precisión exacta y pasaba al otro labio. Hacía lo mismo con los labios interiores.
Una y otra vez, marcando un ritmo, sin detenerse. Besaba sus cuartos interiores, los mordía sin fuerza y volvía a bajar a su blanco coño.
Luego de varios gloriosos minutos, Eli sintió como la lengua de Vanessa, que estaba concentrada en el clítoris, bajaba y entraba por la vagina. Sintió como se movía dentro, rozaba las paredes, empujaba dentro y entraba aún más. Eli agarraba del pelo a Vanessa, aguantaba sus propios gemidos y abría las piernas, doblándolas en el aire.
La lengua salía y entraba, recorría sus labios y volvía a entrar. Hasta que volvió a recorrer sus labios y a lamer su clítoris, entonces fue cuando sintió cómo la penetraba dos dedos. O quizás fueran tres. Elizabeth estaba tan mojada y excitaba que cerraba los ojos. Tanto placer hacía que se revolviese en sí misma. Estuvo segura de que eran solo dos dedos cuando Vanessa metió el tercero. Los movía por dentro doblando cada uno de ellos por separado. Eso más la intensa atención de la boca y la lengua hizo que llegara un orgasmo. Y luego, a otro. Elizabeth arqueó la espalda y se le escapó varios gemidos.
Vanessa no se detuvo.
Eli llego al clímax varias veces más. Se sentía exhausta en el momento que Vanesa paró. Aún gemía cuando se acostó sobre ella y la volvió a besar, está vez manoseándola. Aprovechó el momento para quitarle la ropa a Vanessa. Mientras lo hacía sintío su propio sabor en la boca, la misma lengua que estaba en su vagina ahora estaba dentro de su boca, enrrollándose con su lengua.
<<Dioses, que hermosa es>>
Desnudó a Vanessa completamente. La habitación estaba a oscuras. La tormenta rugía fuera y por la ventana entraba la blanca luz de los relámpagos. Los destellos dibujaban la silueta perfecta de Vanessa. Su piel era aún más negra y brillaba en tonos delicados. Sus pechos eras redondos perfectos, los pezones oscuros estaban erizados y duros. Elizabeth los recorrió con las manos hipnotizada, los beso, los chupó y los mordió. La espalda de Vanessa giraba en una curva grácil para acabar en unas nalgas firmes, donde comenzaban esas largas piernas. De nuevo todo lo contrario al cuerpo de Elizabeth.
Se mezclaron en besos y caricias disfrutando de todas sus diferencias. El sonido de las gotas de lluvia ahogaban sus gemidos, hicieron el amor en medio de deslumbrantes estallidos de luz y sonidos, relámpagos y truenos.
Elizabeth llegó a otro orgasmo sólo con sentir el electrizante contacto de aquella hermosa mujer.
Vanessa fue, otra vez, la primera en moverse. Se incorporó y fue a ubicarse cerca de la cabeza de Eli. Abrió la piernas y se sentó sobre ella, montándola, con el rostro de Eli entre sus piernas. Ella no protestó.
Empezó a moverse, con notoria profesionalidad, sobre el rostro de Eli. Movía la cintura, el vientre y los pechos en una sincronía deliciosa. Lograba que su vulva recorriera toda la cara de Eli, quién, respondiendo abría la boca y sacaba la lengua. No tardó en aumentar la intensidad de sus movimientos. Vanessa se movía frenéticamente, pasando todo su coño por la boca de Elizabeth, que se ya había ajustado al vaivén.
Volaron los minutos y ahora fue el turno de Vanessa de disfrutar el ansiado orgasmo. Su cuerpo entero tembló, dejó escapar gemidos de placer. Enterró su vulva en la boca de Eli y con su mano se masturbó en esa posición. Logró otro orgasmo. Éste fue tan fuerte que Vanessa tuvo que sostenerse con sus dos manos a la cama.
En un, casi, sesenta y nueve Eli seguía devorando la galletita más sabrosa que había probado en su vida. Más sabrosa que la de Ale. Más sabrosa que la suya propia. Vanessa no se movió hasta que tuvo su tercer orgasmo, esta vez, producto del esfuerzo de Elizabeth.
Se separaron quedando acostadas una al lado de la otra.
Mirando el reloj de pared Eli habló entrecortada por la respiración agitada.
- Nos queda veinte minutos.
- Se me ocurre varias formas de usarlos.
- Y de usarme.
Vanessa volvió a ponerse entre las piernas de Eli, que las alzaba y las sujetaba con sus manos para tenerlas abiertas. Dispuesta a todo lo que su esbelta amante le diese.
No se hizo esperar. Vanessa metió un dedo en la húmeda vagina de Eli. Luego metió dos. Y luego tres. Los dejaba rígidos y movía la mano sacando y metiendo los tres dedos de su vagina.
Sintió esos dedos dentro, el movimiento era rápido y placentero. Los empujaba dentro y con la otra mano frotaba su clítoris. Las sensaciones la llevaban a una locura de éxtasis, que aumentó de intensidad cuando Vanessa metió un dedo más.
Los cuatro dedos excepto el pulgar salían y entraban en ella, la velocidad ya era bastante rápida y Vanessa lo hacía más fuerte. Los músculos de su brazo se tornaban duros y su estado físico excepcional le permitían mantener la cadencia.
Estaba a punto de gritar y lo hizo cuando en un solo movimiento Vanessa dobló el pulgar sobre su palma y lo metió en la vagina. La mano penetró hasta quedarse atorada en la zona más amplia.
- Aaah! Espe... Espera...
Vanessa no la oyó y si lo hizo no respondió. Empujó aún más. Frotó el clítoris de Eli con la otra mano. Lentamente la mano se enterraba dentro de la vagina de Eli.
- Aaaah! Vanessa! Mmmm...- Eli arqueó la espalda y puso los ojos en blanco, bajó las piernas e intentó cerrarlas- Vanessa! Basta!
Cuando la zona gruesa de la mano venció la oposición de la entrada de la vagina el resto entró como succionado por ella. Vanessa penetró con la mano entera y lo sepultó hasta la muñeca.
<<Demonios! Ésto duele, nunca nadie me lo hizo así! Joder, una mano entera. Pero, Dios, se siente tan rico>>
- Aaah! Metiste toda... Me estás... partiendo- Eli agarró el brazo de Vanesa y lo recorrió hasta toparse con su propia vulva. La muñeca y la mano continuaban dentro de ella.
- Apenas comienzo - Vanessa la miró de nuevo a los ojos, una vez más sus ojos ambarinos la miraron y una sonrisa floreció en su rostro.
Elizabeth apartó las manos cuando Vanessa golpeó. Cerró la mano dentro de la vagina de Eli y empujó dentro con fuerza. Entró un cuarto de su antebrazo aunque Eli sintió el embiste hasta el estómago. Se le escapó un grito y se llevó las manos a la cabeza. Quitó un poco del brazo y volvió a meterlo. Lentamente aumentando de frecuencia.
Cuando la velocidad volvió a niveles altos Eli ya no pudo aguantar. Tenía las piernas abiertas pero al entrarle la mano las cerraba incontrolablemente. Agarró una almohada y se la puso en la cara, la mordió para ahogar los gemidos y gritos que eran más fuertes que la propia tormenta que azotaba fuera.
Vanessa movía la mano dentro, en círculos, a medida que lo metía y sacaba. La vagina de Eli nunca estuvo tan dilatada. O tan mojada. Sus fluidos bajaban de su vagina y habían empanado las sábanas.
Los orgasmos eran incontables y Eli pensaba que estaba al borde de la inconsciencia. Creía que ya había sobrepasado el clímax máximo. No pensó que al pasar el límite solo delimitaba otro límite nuevo que pasar. Y Vanessa volvió a cruzarlo.
Los dedos que acariciaban su clítoris fueron reemplazados por su boca. La lengua se movió ágil alrededor de la sensible zona. Su mano izquierda la penetraba sin piedad, moviéndose en su interior. Y la mano derecha bajó rápidamente, empapada en jugos la penetró, por el culo.
Dos dedos hincaron su ano y con un empujón entraron en él. Elizabeth saltó en la cama pero Vanessa tampoco se detuvo en esa ocasión. Pelearon en la cama, una intentando safarse, la otra siguiendo lo que hacía.
Finalmente Eli se rindió. Vanessa la tenía dominada. Con la boca le comió el clítoris. Con el puño recorría su vagina y los dos dedos medio y anular de la otra mano la penetraba analmente.
- Elizabeth! Hazlo! Suéltalo! - cada palabra de Vanessa salía entre sus lamidas.
Eli no respondió nada. No podía hablar. Hundida en su cama de placer se soltó. Aflojó las piernas y cedió.
Vanessa empujaba la mano en la vagina de Eli hacia abajo, donde, los dedos que estaban en su recto apretaban hacia arriba. Vanessa unía los dedos que tenía en su culo, anular y medio, con los correspondientes anular y medio de la otra mano que estaba en su vagina, separándolos las paredes que dividían ambos conductos. La sensación para Eli era indescriptible. Así que para ella, la sensación que sumaba la boca de Vanessa sobre su clítoris era algo que no podía resistir.
Así que no lo hizo.
El orgasmo más fuerte e intenso de toda su vida la sacudió. Un chorro de sus fluidos salpicó a presión mientras todo en su interior vibraba. Vanessa sacó apresuradamente sus manos del interior de Eli y con su boca envolvió los labios vaginales.
Elizabeth no supo bien cuanto tiempo tardó en correrse. Ni cuanta cantidad. Pero sea cual sea la verdad, Vanessa se quedó ahí, recibiendo y tragando todo lo que expulsaba, en tanto su lengua se movía lentamente, acariciándola con sumo cuidado.
Finalmente, acabando los temblores de Eli, Vanessa fue a acostarse a su lado. La tomó cariñosamente por el cuello y comenzó a darle besitos.
En ese mismo instante alguien llamó a la puerta.
- La cena está lista. Vengan!
Ambas no se movieron. Aunque Vanessa contestó que bajarían en un rato.
- Es irónico, Elizabeth. - dijo Vanessa, sonriendo tras pasar unos minutos. -la cena está servida, pero yo, acabo de cenar- Un relámpago alumbró el rostro de Vanessa, todo en blanco y negro, excepto sus ojos color miel que la miraban.
4 comentarios - #12 Tormenta morena (lésbico interracial, está permitido)
Muy bueno!!!