Esta es la historia de Ailín, una chica católica de un pueblo con sueños y ambiciones de progresar para poder casarse con su novio, que va a descubrir un mundo nuevo en la ciudad, lleno de deseos y fantasías que van a poner su vida perfecta en jaque. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
CAPITULO 1
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Capítulo 6: Un regalo especial
Al día siguiente amanecí con un mensaje de Gabriel y supe que había que poner límites. “Buen día hermosa” decía su mensaje y abajo había una foto de él tomada desde la perspectiva de su cara, acostado en la cama completamente desnudo y tapándose con su mano a pesar de que esta no alcanzaba a cubrir todo. Entonces le pedí que por favor no me mandara mensajes. Le recordé que yo estaba de novia a pesar de lo nuestro y que quería seguir manteniendo nuestros contactos exclusivos a skype. También le aclaré que lo iba a bloquear por una cuestión de seguridad y que solo podía escribirme si yo le mandaba un mensaje primero. Gabriel entendió por completo el mensaje y comprendió la situación diciéndome que me respetaba y que solo me iba a hablar si yo lo hacía primero.
Sin embargo me impuso una condición que yo terminé aceptando dado que sentía que había sido muy dura con él. “Viste que cuando me conociste yo usaba el nik de MasterSex? Bueno, es que hace unos años salí con una chica que le gustaba jugar a los juegos de roles durante el sexo y le encantaba el del maestro y la aprendiz. Podemos hacer eso en nuestro próximo encuentro?” me escribió a lo que yo le dije que no tenía problema en hacer lo que él quisiera. “Eso sí, tenés que llamarme maestro” agregó después.
Mi cabeza se encontraba en una especie de pelea interna. Por un lado me encantaban mis encuentros esporádicos con Gabriel, me excitaba mucho su cuerpo y su forma de plantear el sexo, me volvía loca de placer cuando me tocaba al verlo y estaba experimentando el tener orgasmos hermosos. Por otro lado me sentía culpable, pensaba que de cierta forma estaba engañando a Gastón, me pasaba el día tratando de ser perfecta, la chica ideal. Sin embargo por dentro me moría de ganas de hablarle todos los días. Gabriel se había convertido en mi adicción.
Mis amigas no sabían nada. Con las chicas de la secundaria, mis amigas que ahora vivían en Buenos Aires, casi ni nos hablábamos. Ellas habían creado su propio grupo de whatsapp, con otras amigas y no escribían por el que estaba yo a menos que fuese yo quien tomara la iniciativa. Con mis amigas de la facultad empezábamos a encontrar nuestras diferencias. Guillermina y Florencia enseguida se dieron cuenta que se llevaban mejor con otro grupo y en cuestión de días se alejaron de nosotras a pesar de que no terminamos mal las relaciones. Por suerte al grupo se sumaron Valerio y Agustín, dos chicos muy ocurrentes y graciosos que sumaron diversión al nuevo grupo de cinco. Con este último hay un pasado.
La primera noche que nos juntamos los 27 del curso en la casa de una de las chicas para comer algo y después salir a bailar, él se vino a sentar al lado mío y me encaró como si nada. Después de decirle que tenía novia, él se alejó pero no del todo y siguió revoloteando cerca de mí toda la noche. Podríamos decir que después de eso no pasó más nada, pero cuando él se sumó al grupo lo hizo con el objetivo de estar conmigo, cosa que me confesaría más adelante. Pero por ese entonces nada pasó y ellos dos junto con Josefina y Mariana eran mis amigos más cercanos de la ciudad.
Con Gastón las cosas no avanzaban. Alejarnos físicamente fue difícil pero no complicado, se empezó a complicar cuando casi nos dejamos de hablar por mensaje. Las video llamadas ya eran algo muy esporádico y solo las hacíamos algunos fines de semana cuando teníamos tiempo y ganas. Pero las comunicaciones diarias se cortaron un miércoles que yo me junté a estudiar después de la facu y nos quedamos a comer en lo de Jose para terminar volviendo a casa a la media noche. Recién ahí vi el mensaje que mi novio me había enviado: “Hoy no hablamos 😞, espero que hayas tenido un lindo día. Te amo” decía. Enseguida le pedí disculpas y le expliqué que estuve a mil todo el día, pero él ya debía de estar durmiendo por lo que no contestó.
En ese entonces prendí la computadora, casi de manera automática, y me conecté al skype pensando en encontrarme con él. Pero Gabriel no estaba en línea en ese momento y como no le había enviado un mensaje desde esa mañana en la que establecimos las condiciones, decidí dejarlo pasar y me fui a dormir. Al día siguiente intenté establecer contacto con él nuevamente pero volví a desilusionarme al ver que avanzaban los minutos y él no se conectaba. Nuestro sexto encuentro se hacía esperar.
Junio empezó con frío y por ende cada vez pasaba más tiempo en casa. Encerrada con la calefacción prendida, tapada por los apuntes y tratando de mantenerme calentita. Entonces aprovechaba para dejar la computadora prendida viendo si él se conectaba en algún momento. Lo hizo un lunes a la tarde por unos minutos y me dijo que esa noche volvía a conectarse y yo traté de incentivarlo con un mensaje subido de tono: “Dale, te espero esta noche para tocarme con vos” le escribí y él me dijo que estaba deseoso de ese encuentro.
“Hoy es tu cumpleaños?” le pregunté esa noche después de que él se conectara, nos saludáramos y me confesara que ese día era su cumpleaños. “Sí” me confirmó Gabriel y después me dijo que justamente se había conectado porque quería terminar su cumpleaños calentándose conmigo. “Voy a tener que darte un lindo regalito entonces” le escribí y me puse a buscar entre las pocas fotos que tenía alguna linda. Le terminé enviando una mía del verano en la playa en la que se me veía de espaldas en bikini. Él me agradeció el regalo pero me confesó que le gustaría alguna actual y dedicada especialmente a él.
Me levanté, me desnudé, me puse una colaless blanca que tenía y me paré frente al espejo para tomarme varias fotos. Comencé con unas de frente, tapando mis tetas con el brazo y la cara con el pelo, para terminar en una que se me veía casi todo. Después me di vuelta y me saqué varias fotos en las que se notaba mi cola y concluí con un videíto de menos de 5 segundos en los que me pegaba un chirlo. Emocionada por poder compartir parte de ese material con Gabriel, lo descargué, filtré las mejores fotos y le terminé enviando 4 más el videíto.
“Sos una diosa total” me dijo él que enseguida prendió la cámara y me saludó con la mano. “Mirá como me pusiste” agregó después y se paró para mostrar un bulto impresionante en su jogging. Pero enseguida se bajó el pantalón y me mostró su verga que ya estaba completamente tiesa. “Como me gusta verte así de duro” le escribí yo y él sonrió para después sentarse y preguntarme como estaba vestida. Nuestro juego se iba ampliando cada vez más y yo obviamente le mentí diciendo que tenía puesta esa colaless y nada más, cuando en realidad estaba con una calza, una remera y una camperita por el frío.
“Ese videíto que me mandaste… Como me gustaría ser yo el que te de ese chirlo” me escribió y entonces me lo imaginé parado detrás de mí, sujetándome de la cintura y apretándome bien fuerte la cola. “Se te llego a tener así vestida frente a mí, no podría evitar tocarte toda” me dijo y enseguida empezó con su relato de fantasía que me volvía loca. “Me pararía en frente tuyo y te abrasaría agarrándote bien fuerte de la colita mientras te como la boca de un beso. Te llenaría de besos” fue diciendo él y yo enseguida me imaginé sus hermosos labios tocando los míos y no pude evitar calentarme enseguida.
En cuestión de segundos la escena se volvió tan excitante que no pude evitar empezar a tocarme. A medida que nos íbamos escribiendo ampliábamos el relato con detalles muy placenteros. Él comenzó diciéndome que después de besarme se colocaría detrás de mí para pasar sus labios por mi espalda y enseguida yo agregué que le pegaría la cola contra el pantalón para sentir su pija bien dura. Él después siguió diciendo que me apretaría las tetas mientras me besaba y yo le dije que pondría mis manos sobre las suyas para ir moviéndolas despacito. Sabíamos como complementar al otro.
“Me arrodillaría frente a tu cola y te daría tantos besos que no dejaría lugar sin besar. Me calienta tanto tu cola, no te das una idea” me escribió él y eso me calentó tanto que supe que tenía que mandarle más fotos mías. “Pero lo que más quiero hacer es chuparte la conchita, lamértela toda. Acostarte en mi cama con las piernas abiertas y los ojos cerrados y pasarte la lengua por todos lados” continuó él y la sola imagen de su boca fue el paraíso para mí. “Ir lamiéndote despacito la conchita. Escuchar tus gemidos. Saber que estás gozando con mi lengua. Eso es lo que más quiero” escribió Gabriel y no pude contenerme y me empecé a tocar.
El solo hecho de pensar en que un pibe mucho más grande que yo, experimentado y con esa soltura para el sexo estaba entre mis piernas dándome placer oral, me volvía loca. Ver su boca a través de la computadora, sus manos que escribían aceleradamente y su cuerpo que se empezaba a acelerar, terminaban de calentar todo. “Pasando mi lengüita por tu clítoris mientras que mis manos acarician tu cuerpo. El hecho de escucharte gemir, me encantaría escucharte gemir” me decía él y yo no paraba de tocarme. “Me encanta lo que me haces. Me calienta tanto” le respondía yo motivándolo más y más.
“Después me gustaría que me chuparas un ratito la pija. Después de todo es mi cumpleaños” agregó él y en ese instante liberé mis dos manos y las apoyé sobre el teclado. Sabía que tenía que calentarlo y le dije que se relajara en su asiento que yo me iba a ocupar. “Me arrodillaría frente a tu cuerpo, apoyando mis manos firmemente en tus piernas y te besaría el pecho y los brazos pasándoles también la lengua, dejándote todo mojadito” empecé mi relato y él enseguida se apoyó en su respaldar y esbozó una sonrisa mientras metía su mano en el pantalón. “Iría bajando por tu cuerpo con mi boquita para besarte de la misma manera que me besaste mi cola hasta llegar a tus piernas” agregué después y él entonces sacó su pija y al verla me motivé aun mucho más.
“Pero cuando tenga esa enorme verga en frente de mí no me voy a poder contener y voy a querer mandármela directo a la boca” le escribí y él amplió mucho más su sonrisa. “Le voy a pasar la lengua por todos lados, dejándola bien mojadita y después me la voy a meter en la boca para chupártela con muchas ganas” continué relatándole viendo como él se empezaba a pajear. Estaba sorprendida de lo que escribía, nunca me había imaginado escribiendo esas cosas, pero lo hacía porque de verdad lo deseaba.
Continué relatándole a Gabriel como se la chuparía mientras que él se tocaba leyendo mis palabras e imaginándose mi boca sobre su cuerpo. “Movería bien rápido mi cabeza por sobre su pija mientras que vos sentís el placer de mis labios. Ahora sería yo la que escucharía tus gemidos de placer” le dije y él volvió a sonreír y yo no pude evitar mojarme frente a esa imagen. “Te gustaron mis regalitos de cumpleaños?” le escribí minutos más tarde y él me respondió que le habían encantado.
Fue en ese momento cuando empezamos a cogernos con ganas. Él me escribió que le encantaría tenerme sentada en sus piernas, cabalgando su pija y entonces yo le dije que me sacaba la colaless y que me acomodaba arriba suyo. Ni bien empezamos a describir, él volvió a tomar fuertemente su pene con la mano y se empezó a pajear. “Al principio me movería despacito, mientras que vos me sujetas la cola y nos besamos apasionadamente” le escribí yo. Él leía atentamente mis palabras y se iba tocando tal cual yo describía la situación.
“Me iría moviendo cada vez más rápido, saltando sobre tu verga bien dura, clavándomela toda y gritando de placer” le puse segundos después y él se fue pajeando más rápido. “Qué lindo como me cabalgas la pija nena” puso él y yo le dije que me acercaría a su oído entre gemidos y le diría “feliz cumpleaños” casi en un susurro. “Como me calentás pendeja!!” escribió él y se tocó tan fuerte que pensé que en cualquier momento iba a acabar. Yo mientras tanto me metía un dedito que se sentía muy bien.
En mi mente todo se ponía oscuro cuando hablaba con él y mi lado más caliente salía a la luz, un lado que ni siquiera sabía que existía hasta que comenzábamos a hablar. Le decía cosas que ni me imaginaba que pudiera decírselas a alguien, me imaginaba todas las situaciones. “Quiero que me aprietes bien fuerte la cola mientras que yo me divierto con tu pija” le ponía y veía como su sonrisa se hacía perfecta y su mano se movía descontrolada. Estaba tan dura, tan firme, bien gruesa… Me moría de ganas de tenerla para mí.
“Te voy a poner en cuatro y te voy a reventar” me escribió después él. “Te voy a coger tan duro que me vas a pedir por favor que pare” agregó y esta vez fui yo la que se mordió el labio. Gabriel de golpe tomó cartas en el asunto y empezó a relatar una escena en la que él me cogía por detrás y me la metía bien duro adentro de la concha que me hacía gritar de placer y dolor. “Me voy a mover bien rápido, voy a pegar terrible cogida pendeja” me seguía diciendo y esa faceta bruta me puso aun más caliente. “Voy a cogerte hasta llenarte el orto de leche” sentenció.
Me empecé a tocar de tal manera que supe enseguida que en cualquier momento iba a llegar a un orgasmo. Verlo hacerse una paja de esa forma violenta, mientras me decía que me iba a hacer gritar de placer y observar de fondo su cara que demostraba mucha calentura, me prendió tanto que no pude controlar mi mano. A los pocos minutos estaba mordiéndome la boca para no gritar y acabándome toda la mano de una manera única. “Sí así! Cogeme bien duro!” le escribí y él siguió moviéndose de esa manera mientras yo gozaba con esa imagen. Quería verlo largar todo su semen, eso me excitaba aun más.
Gabriel no tardó en acabar tras mis pedidos de leche que fueron muy directos. “Dame la lechita! Llename la cola de lechita!” le escribí yo tras una nueva advertencia de él de que iba a hacerlo. Su semen salió disparado en todas direcciones de una manera increíble y eso me calentó tanto que me seguí tocando mientras observaba esa imagen y le decía que me encantaba. “Así! Acabame toda! Sí dale!” le escribí y él se quedó inmóvil parado frente a la computadora al mismo tiempo que las últimas gotas caían. Después se sentó de nuevo en la silla con cara de exhausto y observó directo a la cámara y pronunció un inaudito pero claro “Gracias”.
“Feliz cumpleaños maestro” le dije entonces al acordarme que él me había pedido que lo llame así en nuestro próximo encuentro. “Gracias hermosa” me respondió él y agregó: “Esto no fue un juego de roles, acá me pegaste terrible cogida. Ya vamos a jugar al maestro y la aprendiza”. Nos quedamos hablando por unos segundos y después nos despedimos no sin antes acordar nuestro próximo encuentro. Era la primera vez que hacíamos eso, pero habíamos aclarado que ese domingo, tan solo 6 días más tarde, nos íbamos a encontrar para nuestro primer juego de roles. Yo no veía la hora de que sea el día.
SIGUIENTE
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