Es de noche. Deseo escribir. No se por que recordé a Doña Florencia. Ocurrió cuando por el año 1981 creería trabajaba lejos de mi casa y solo en ocasiones estaba con mi esposa.
Tenía una empleada muy mayor la señora algo de 60 años. Yo algo de 24 años.
Doña Florencia hacia limpieza. O comidas. Era invierno mucho frío. Yo tenía turno de noche en una central eléctrica. Por lo que era normal que durmiera muy con varias frazadas. A eso de 3 horas ciento que en la oscuridad me tapan por que mi cama se deslizó las colchas.
Doña Florencia me decía joven Julito… esta tiritando de frío. Y me arropó con las mantas y me dijo que me haría masajes para que no enfermara. Me llamó atención eso por que nunca había tenido nada personal nuestra relación. De pronto sentí sus manos muy tibias y con un perfume a alguna yerba como menta o parecida. Sobre mi cuello y espalda alta. Realmente por un lado me agrado y necesitaba de manera placentera ese gesto de afecto y de sanación.
Cuanta paz indescriptible esta señora emitía en su pasar su ungüento casero en mi pecho y espalda que me deje llevar.
Me desperté como pasada las 15 horas todo transpirado. Y con unas líneas de fiebre como engripado. Todo estaba listo para que comiera la sabrosa comida.
Sobremesa… algo de televisión… pero mi estado gripal era evidente.
Doña Florencia me recomendó reposo. Y vi su preocupación por mi salud.
Me preparó una batea con un vapor como eucaliptos… que me ayudó muchísimo.
Le dije que fuera hasta lo del jefe a decirle que enfermo no iría en el turno que vea remplazo
Doña Florencia luego me dijo que sería conveniente ella se quede a dormir en la habitación contigua por las dudas necesite algo.
Lo que ocurrió que su atención me causó contención y como algo maternal que me sentía muy bien. Era algo que lejos de sus tareas normales. Sin precisar tiempos Doña Florencia continuó con su cuidado y manera casera de paliar mi resfrío o gripe. En un momento de sus masajes de su pomada mentolada sin que sea previsto sentí como una erección. Y pensé lógico hace cuanto que no viajó a mi casa y mi sexualidad era esporadica.
Doña Florencia fue quien se dio cuenta de mi carpita en mi calzoncillo. Y me dijo como que no tenga cuidado. Que eso era bueno que mi sangre fluya y me cure. Me dio vergüenza.
Pero ella lejos de mi pudor continuó con sus masajes. Ella estaba con ropa liviana olgada. Y note que en sus pechos que linda silueta de sus tetas. Para su edad eran muy lindas. Grandes blanconas. Y no pude evitar de decirle que me disculpe pero sus masajes y su cuerpo era el motivo de mi “dureza” por mi erección de pene. Pensé … se ofenderá…
Ella dijo que muchas gracias por su cumplido. Y me dijo que ella también se sentía motivada de masajear mi cuerpo y género igual reacción en su sexualidad.
No podía creer… le acaricie sus tetas. Sus rozaditos pezones eran erectos. Nada hacia parecer la edad de ella a su cuerpo tan agradable. Me corrí y se acostó conmigo.
Como yo había abusado del gesto de ella en que me curaba y pasar a tener una caricias sexuales y a que ella este acostada conmigo. Y que está sra. Sea tan linda en su cuerpo con tantos años mayor .
Sus ojos eran un brillo de ternura. Y su mano de Ada que tanto disfrute en sus masajes de sanación ahora eran de un espacio de placer. De lo sexual que se transformó sin que sea previsto ni programado.
No hubo palabras. Eran emociones. Sentí sus labios que me besaban. Y que yo en caricias descubría tanta ternura. Paz . Y a la vez esa sexualidad que desenfrenadamente e imposible de detener se compartía.
Seguirá...
Tenía una empleada muy mayor la señora algo de 60 años. Yo algo de 24 años.
Doña Florencia hacia limpieza. O comidas. Era invierno mucho frío. Yo tenía turno de noche en una central eléctrica. Por lo que era normal que durmiera muy con varias frazadas. A eso de 3 horas ciento que en la oscuridad me tapan por que mi cama se deslizó las colchas.
Doña Florencia me decía joven Julito… esta tiritando de frío. Y me arropó con las mantas y me dijo que me haría masajes para que no enfermara. Me llamó atención eso por que nunca había tenido nada personal nuestra relación. De pronto sentí sus manos muy tibias y con un perfume a alguna yerba como menta o parecida. Sobre mi cuello y espalda alta. Realmente por un lado me agrado y necesitaba de manera placentera ese gesto de afecto y de sanación.
Cuanta paz indescriptible esta señora emitía en su pasar su ungüento casero en mi pecho y espalda que me deje llevar.
Me desperté como pasada las 15 horas todo transpirado. Y con unas líneas de fiebre como engripado. Todo estaba listo para que comiera la sabrosa comida.
Sobremesa… algo de televisión… pero mi estado gripal era evidente.
Doña Florencia me recomendó reposo. Y vi su preocupación por mi salud.
Me preparó una batea con un vapor como eucaliptos… que me ayudó muchísimo.
Le dije que fuera hasta lo del jefe a decirle que enfermo no iría en el turno que vea remplazo
Doña Florencia luego me dijo que sería conveniente ella se quede a dormir en la habitación contigua por las dudas necesite algo.
Lo que ocurrió que su atención me causó contención y como algo maternal que me sentía muy bien. Era algo que lejos de sus tareas normales. Sin precisar tiempos Doña Florencia continuó con su cuidado y manera casera de paliar mi resfrío o gripe. En un momento de sus masajes de su pomada mentolada sin que sea previsto sentí como una erección. Y pensé lógico hace cuanto que no viajó a mi casa y mi sexualidad era esporadica.
Doña Florencia fue quien se dio cuenta de mi carpita en mi calzoncillo. Y me dijo como que no tenga cuidado. Que eso era bueno que mi sangre fluya y me cure. Me dio vergüenza.
Pero ella lejos de mi pudor continuó con sus masajes. Ella estaba con ropa liviana olgada. Y note que en sus pechos que linda silueta de sus tetas. Para su edad eran muy lindas. Grandes blanconas. Y no pude evitar de decirle que me disculpe pero sus masajes y su cuerpo era el motivo de mi “dureza” por mi erección de pene. Pensé … se ofenderá…
Ella dijo que muchas gracias por su cumplido. Y me dijo que ella también se sentía motivada de masajear mi cuerpo y género igual reacción en su sexualidad.
No podía creer… le acaricie sus tetas. Sus rozaditos pezones eran erectos. Nada hacia parecer la edad de ella a su cuerpo tan agradable. Me corrí y se acostó conmigo.
Como yo había abusado del gesto de ella en que me curaba y pasar a tener una caricias sexuales y a que ella este acostada conmigo. Y que está sra. Sea tan linda en su cuerpo con tantos años mayor .
Sus ojos eran un brillo de ternura. Y su mano de Ada que tanto disfrute en sus masajes de sanación ahora eran de un espacio de placer. De lo sexual que se transformó sin que sea previsto ni programado.
No hubo palabras. Eran emociones. Sentí sus labios que me besaban. Y que yo en caricias descubría tanta ternura. Paz . Y a la vez esa sexualidad que desenfrenadamente e imposible de detener se compartía.
Seguirá...
3 comentarios - Doña Florencia. Me curó el resfrío.