Yo pensaba que eso del incesto sólo ocurría en degenerados y degeneradas desesperados por follar y que se follaban a lo primero que tenían a mano y. como lo más cercano suele ser la familia, se tiraban a su prima o primo, a su hermana o hermano, a su madre, a su padre, a su hijo o hija.
Siempre había oído que mucha gente se inicia en el sexo con algún primo o prima y, hasta un cierto punto lo puedo entender. Los primos suelen tener edades similares y, por tanto, parecidas inquietudes y parecidas pulsiones. Así que ¿qué mejor manera de empezar a experimentar esos placeres que con alguien con quien tienes confianza.
También había supuesto que el experimentar con un pariente cercano era cosa de la adolescencia, cuando las hormonas están más revolucionadas, los apetitos desenfrenados y la sola meta es meterlo. Hay un refrán castellano que dice, y creo que en este caso viene muy a cuento, que… “cuando las ganas de follar aprietan, ni el culo de los muertos se respeta”. Creo que esta frase resume todo lo anterior.
Os preguntareis que a qué viene todo este rollo. Muy sencillo: Como han leido ya las otras partes y a mí me ha pasado. Sí. Y no es que ahora yo sea ahora un adolescente con las hormonas saltando. No. Ya soy un hombre maduro de mas de 40 y ha sido ahora cuando he experimentado lo que es hacer el amor con alguien de mi familia. Con mi hija Emili.
Se diría que la forma en que se desarrollaron los acontecimientos podría calificarse como un cúmulo de casualidades. Este pasado verano mi hija acababa de ser madre y eso propició nuestra ralacion cambiara muy drasticamente pero como llegamos a eso. Tras un par de días tuve que regresar a Madrid por motivos laborales mientras mi hija se quedaba unas semanas más para terminar su semestre de la universidad. Emili, mi hija, Habia quedado preñada de un bebe y ese bebe era mio.
Tengo que empezar por decir que entre mi hija y yo siempre hubo una relación especial. No quiero que se me entienda mal. No quiero decir lo que se os está pasando por la cabeza ahora mismo. Me refiero a que siempre he tenido mucha confianza con ella y, sin saber muy bien por qué, he sido el depositario de muchos de esos secretos y confidencias que las adolescentes suelen tener con una madre o con una amiga íntima.
En mi caso fue al revés. Mi hermana que me habia ayudado a criarla era reacia a tratar de ciertos temas y mi hija encontró en mí la libertad de poder exponer esas cuestiones tan complicadas que normalmente los padres sospechan que pasan pero que prefieren no tener la certeza de que han sucedido. Esto hizo que, cuando estábamos en casa, solíamos pasar todo el tiempo posible haciendo cosas juntos y, así, ella me ponía al día de todo lo que iba pasado en su vida.
Aquella madrugada, llegué a casa cuando ya empezaba a clarear el día de vuelta de mi turno de guardia en las urgencias de un hospital de la ciudad. Como siempre tropecé con el maldito mueble que mi hermana se empeño en poner al inicio del pasillo que llevaba a mi dormitorio. Maldije en arameo, pero inmediatamente baje el tono cuando recordé que no estaba solo y mi hija dormía en su habitación. Entre en la mía y me desnude inmediatamente para darme una ducha antes de irme a la cama. Pero antes guarde el traje en el armario y tire la camisa en el cesto de la ropa para lavar. Hacía calor y me dispuse a abrir la ventana, antes de meterme en la ducha, para que el frescor de la madrugada hiciese el ambiente más agradable. Al abrir las cortinas la vi.
Emili, mi hija, paseaba por el jardín despreocupadamente. Descalza y vestida con una vieja camiseta que ella tuneo para dormir. Aun recuerdo el follón que liaron en casa cuando apareció la camiseta sin mangas y con un amplio escote en uve. A pesar de los años seguía usándola, aunque ahora a duras penas cubría sus nalgas y contenía su pecho. Al verla hay, con ella, me quede mirándola. Ya no era la adolescente rebelde de entonces. Fue hasta la piscina y se sentó metiendo los pies en el agua. A pesar de estar cansado y con ganas de meterme en la cama no podía dejar de mirarla. Tenía algo que hechizaba, sin mencionar el hecho de observar sin ser visto que era un acicate más.
Se puso en pie de un salto, haciendo que diese un respigo hacia tras para no ser descubierto. Tomo los bajos de su camiseta y la fue subiendo descubriendo su cuerpo desnudo. No había nada bajo esa prenda que quedo al borde de la piscina. La última vez que vi a mi hija así tenia doce años. Fue cuando la operaron de apendicitis y asistí a la intervención. Por aquel entonces comenzaban a intuirse las formas de mujer, pero nada que ver con lo que ahora estaba presenciando. Se lanzó al agua de cabeza y nadaba con energía cruzando la piscina una y otra vez.
Fue entonces cuando acabé de desnudarme y de gozar de ser yo ahora el que aparecía del todo desnudo ante mi hija exhibiendo la polla empalmada ante sus ojos. Me arrodillé entre sus piernas, se las abrí y dirigí la verga empinada hacia su coño. Me dejé caer sobre ella y, con un golpe de la cadera, la penetré hasta hundir por completo polla en sus entrañas. Emili gritó. La fui penetrando de manera lenta para que sintiera cada uno de mis movimientos dentro de sí. Me rodeó la cintura con sus piernas mientras yo jadeaba por el esfuerzo. Con cada embestida le arrancaba un nuevo y más intenso gemido. Nuestros cuerpos estaban empapados por el sudor brillante a la luz de los apliques que iluminaban el incesto. El coño de la hija palpitaba sobre la verga del padre mientras padre e hija fundían sus labios en un beso que era, al mismo tiempo de cariño filial, y de lujuria y que, ya no lo resistía más, iba a ser la antesala del orgasmo: de la profanación completa y absoluta del cuerpo y del alma de mi hija. Me corrí dentro de ella mientras ella, abrazándome, gritando, se corrió hasta acabar rendida sobre la cama.
–Papá, una vez mas ha sido maravilloso –me dijo Emili cuando recuperó el aliento.
Trivial pero deliciosa manera de culminar un incesto.
si mi hija y yo acabábamos de follar, ¿por qué no seguir y darle por el culo?
–Lo sé, pero aun no hemos terminado, Emili –le contesté.
Quizá la parte más sabrosa del cuerpo femenino sea el culo. Una vez roto el tabú incestuoso, ¿qué placer mayor puede haber para un padre que el culo de su hija?
Le di la vuelta y la puse de rodillas en la cama. Me coloqué tras ella y volví a partirle el coño con la verga otra vez erecta. Le cubrí la espalda con mi pecho, rodeé su cintura con un brazo mientras, con el otro, le amasaba las tetas y torturaba sus pezones duros como diamantes. Poco a poco fui llevando la polla hacia su culo sin dejar de golpearla rítmicamente con el pubis y el abdomen. La polla se me inflaba cada vez más entre las dos nalgas, duras y soberbias, de mi hija.
–Córrete dentro de mí, no te salgas –me dijo entrecortadamente. ¡Quiero tener tu leche dentro de mi coño! ¡¡¡Quiero tenerme a mí misma dentro de mí; tener dentro de mí esa semilla de la que un día surgí yo!!!
Marcos Ahora soñaba ya con embarazar a Emili su hija y formar una familia con ella lejos de todos los que los conocían incluso si era necesario irse a vivir a otro pais como Mexico o Argentina.
Tenía el culo perfectamente disponible y entré en él con fuerza. Un grito salió de su boca mientras yo, literalmente, le partía el culo. Pude metérsela hasta el fondo; los huevos se me empotraban entre las nalgas de Emili a cada movimiento. Por un instante me pregunté si habría sido sodomizada antes. Mientras yo la enculaba, Emili se pajeaba con los dedos.
Cuando estaba a punto de correrme la agarré con fuerza por las caderas y comencé a follarla con más ímpetu. Con un par de envestidas más le inundé el culo con un chorro de caliente y espeso semen. Del semen que un día la engendró y que ahora volvía al interior de sus entrañas a través del arco inenarrable de las dos imponentes nalgas en que se había convertido el culo de mi hija.
Exhausto, saqué la polla blanda del culo, me tumbé a su lado, le abracé la cintura y le di un beso en la frente como cuando era niña. Ella se acurrucó y se quedó dormida sobre mi pecho mientras mi leche manaba de su culo.
A la mañana siguiente me desperté cuando ella dormía aun desnuda en la cama revuelta. Me vestí y antes de irme, le dejé una nota en la puerta de la nevera:
Emili. He tenido que irme a la agencia de viajes para un viaje urgente entre tu y yo. Siento no estar ahí para desayunar contigo. Ha sido una noche muy especial. Si no puedo vivir ya sin ti es momento de que decidamos vivir como marido y mujer. Un beso. Papá.
A los dos meses de esto mi nena me llamo por telefono al trabajo y me dijo que si nos podiamos ver despues de clases y acepte
Nos habiamos quedado de ver en un restaurante y bueno todo comenzo bien tomamos cafe comimos algo ligero pero no me quedo mas que preguntarle que queria o que necesitaba por que era urgente vernos.
Ella saco de su bolsa una prueba de embarazo habia salido positiva, no me moleste ni mucho menos me sorprendi ya lo esperaba y me llego como un regalo del cielo que aceptaba nuestra relacion la sagrada trinidad.
Una bendicion de este tipo es solo señal de un regalo de dios, de que nuestro amor es verdadero, asi ese dia la bese y nos fuimos a casa, a tener sexo nuevamente, como ya nada importara, hablamos de nosotros y decidimos formar una familia, claro a los ojos de la sociedad ella seguiria siendo mi hija pero detras de nuestro hogar somos marido y mujer mi Emili y Yo bueo sumandole a nuestro hijo, todo es miel sobre hojuelas ella decidio solo terminar ese semestre de su universidad y una vez que diera a luz dedicarse a nuestra familia. Fueron tantas veces que tuvimos sexo que seria imposible saber desde cuando dejamos de ser padre e hija pero ahora esto es algo mejor es una relacion de almas gemelas que al fin se han encontrado!
Siempre había oído que mucha gente se inicia en el sexo con algún primo o prima y, hasta un cierto punto lo puedo entender. Los primos suelen tener edades similares y, por tanto, parecidas inquietudes y parecidas pulsiones. Así que ¿qué mejor manera de empezar a experimentar esos placeres que con alguien con quien tienes confianza.
También había supuesto que el experimentar con un pariente cercano era cosa de la adolescencia, cuando las hormonas están más revolucionadas, los apetitos desenfrenados y la sola meta es meterlo. Hay un refrán castellano que dice, y creo que en este caso viene muy a cuento, que… “cuando las ganas de follar aprietan, ni el culo de los muertos se respeta”. Creo que esta frase resume todo lo anterior.
Os preguntareis que a qué viene todo este rollo. Muy sencillo: Como han leido ya las otras partes y a mí me ha pasado. Sí. Y no es que ahora yo sea ahora un adolescente con las hormonas saltando. No. Ya soy un hombre maduro de mas de 40 y ha sido ahora cuando he experimentado lo que es hacer el amor con alguien de mi familia. Con mi hija Emili.
Se diría que la forma en que se desarrollaron los acontecimientos podría calificarse como un cúmulo de casualidades. Este pasado verano mi hija acababa de ser madre y eso propició nuestra ralacion cambiara muy drasticamente pero como llegamos a eso. Tras un par de días tuve que regresar a Madrid por motivos laborales mientras mi hija se quedaba unas semanas más para terminar su semestre de la universidad. Emili, mi hija, Habia quedado preñada de un bebe y ese bebe era mio.
Tengo que empezar por decir que entre mi hija y yo siempre hubo una relación especial. No quiero que se me entienda mal. No quiero decir lo que se os está pasando por la cabeza ahora mismo. Me refiero a que siempre he tenido mucha confianza con ella y, sin saber muy bien por qué, he sido el depositario de muchos de esos secretos y confidencias que las adolescentes suelen tener con una madre o con una amiga íntima.
En mi caso fue al revés. Mi hermana que me habia ayudado a criarla era reacia a tratar de ciertos temas y mi hija encontró en mí la libertad de poder exponer esas cuestiones tan complicadas que normalmente los padres sospechan que pasan pero que prefieren no tener la certeza de que han sucedido. Esto hizo que, cuando estábamos en casa, solíamos pasar todo el tiempo posible haciendo cosas juntos y, así, ella me ponía al día de todo lo que iba pasado en su vida.
Aquella madrugada, llegué a casa cuando ya empezaba a clarear el día de vuelta de mi turno de guardia en las urgencias de un hospital de la ciudad. Como siempre tropecé con el maldito mueble que mi hermana se empeño en poner al inicio del pasillo que llevaba a mi dormitorio. Maldije en arameo, pero inmediatamente baje el tono cuando recordé que no estaba solo y mi hija dormía en su habitación. Entre en la mía y me desnude inmediatamente para darme una ducha antes de irme a la cama. Pero antes guarde el traje en el armario y tire la camisa en el cesto de la ropa para lavar. Hacía calor y me dispuse a abrir la ventana, antes de meterme en la ducha, para que el frescor de la madrugada hiciese el ambiente más agradable. Al abrir las cortinas la vi.
Emili, mi hija, paseaba por el jardín despreocupadamente. Descalza y vestida con una vieja camiseta que ella tuneo para dormir. Aun recuerdo el follón que liaron en casa cuando apareció la camiseta sin mangas y con un amplio escote en uve. A pesar de los años seguía usándola, aunque ahora a duras penas cubría sus nalgas y contenía su pecho. Al verla hay, con ella, me quede mirándola. Ya no era la adolescente rebelde de entonces. Fue hasta la piscina y se sentó metiendo los pies en el agua. A pesar de estar cansado y con ganas de meterme en la cama no podía dejar de mirarla. Tenía algo que hechizaba, sin mencionar el hecho de observar sin ser visto que era un acicate más.
Se puso en pie de un salto, haciendo que diese un respigo hacia tras para no ser descubierto. Tomo los bajos de su camiseta y la fue subiendo descubriendo su cuerpo desnudo. No había nada bajo esa prenda que quedo al borde de la piscina. La última vez que vi a mi hija así tenia doce años. Fue cuando la operaron de apendicitis y asistí a la intervención. Por aquel entonces comenzaban a intuirse las formas de mujer, pero nada que ver con lo que ahora estaba presenciando. Se lanzó al agua de cabeza y nadaba con energía cruzando la piscina una y otra vez.
Fue entonces cuando acabé de desnudarme y de gozar de ser yo ahora el que aparecía del todo desnudo ante mi hija exhibiendo la polla empalmada ante sus ojos. Me arrodillé entre sus piernas, se las abrí y dirigí la verga empinada hacia su coño. Me dejé caer sobre ella y, con un golpe de la cadera, la penetré hasta hundir por completo polla en sus entrañas. Emili gritó. La fui penetrando de manera lenta para que sintiera cada uno de mis movimientos dentro de sí. Me rodeó la cintura con sus piernas mientras yo jadeaba por el esfuerzo. Con cada embestida le arrancaba un nuevo y más intenso gemido. Nuestros cuerpos estaban empapados por el sudor brillante a la luz de los apliques que iluminaban el incesto. El coño de la hija palpitaba sobre la verga del padre mientras padre e hija fundían sus labios en un beso que era, al mismo tiempo de cariño filial, y de lujuria y que, ya no lo resistía más, iba a ser la antesala del orgasmo: de la profanación completa y absoluta del cuerpo y del alma de mi hija. Me corrí dentro de ella mientras ella, abrazándome, gritando, se corrió hasta acabar rendida sobre la cama.
–Papá, una vez mas ha sido maravilloso –me dijo Emili cuando recuperó el aliento.
Trivial pero deliciosa manera de culminar un incesto.
si mi hija y yo acabábamos de follar, ¿por qué no seguir y darle por el culo?
–Lo sé, pero aun no hemos terminado, Emili –le contesté.
Quizá la parte más sabrosa del cuerpo femenino sea el culo. Una vez roto el tabú incestuoso, ¿qué placer mayor puede haber para un padre que el culo de su hija?
Le di la vuelta y la puse de rodillas en la cama. Me coloqué tras ella y volví a partirle el coño con la verga otra vez erecta. Le cubrí la espalda con mi pecho, rodeé su cintura con un brazo mientras, con el otro, le amasaba las tetas y torturaba sus pezones duros como diamantes. Poco a poco fui llevando la polla hacia su culo sin dejar de golpearla rítmicamente con el pubis y el abdomen. La polla se me inflaba cada vez más entre las dos nalgas, duras y soberbias, de mi hija.
–Córrete dentro de mí, no te salgas –me dijo entrecortadamente. ¡Quiero tener tu leche dentro de mi coño! ¡¡¡Quiero tenerme a mí misma dentro de mí; tener dentro de mí esa semilla de la que un día surgí yo!!!
Marcos Ahora soñaba ya con embarazar a Emili su hija y formar una familia con ella lejos de todos los que los conocían incluso si era necesario irse a vivir a otro pais como Mexico o Argentina.
Tenía el culo perfectamente disponible y entré en él con fuerza. Un grito salió de su boca mientras yo, literalmente, le partía el culo. Pude metérsela hasta el fondo; los huevos se me empotraban entre las nalgas de Emili a cada movimiento. Por un instante me pregunté si habría sido sodomizada antes. Mientras yo la enculaba, Emili se pajeaba con los dedos.
Cuando estaba a punto de correrme la agarré con fuerza por las caderas y comencé a follarla con más ímpetu. Con un par de envestidas más le inundé el culo con un chorro de caliente y espeso semen. Del semen que un día la engendró y que ahora volvía al interior de sus entrañas a través del arco inenarrable de las dos imponentes nalgas en que se había convertido el culo de mi hija.
Exhausto, saqué la polla blanda del culo, me tumbé a su lado, le abracé la cintura y le di un beso en la frente como cuando era niña. Ella se acurrucó y se quedó dormida sobre mi pecho mientras mi leche manaba de su culo.
A la mañana siguiente me desperté cuando ella dormía aun desnuda en la cama revuelta. Me vestí y antes de irme, le dejé una nota en la puerta de la nevera:
Emili. He tenido que irme a la agencia de viajes para un viaje urgente entre tu y yo. Siento no estar ahí para desayunar contigo. Ha sido una noche muy especial. Si no puedo vivir ya sin ti es momento de que decidamos vivir como marido y mujer. Un beso. Papá.
A los dos meses de esto mi nena me llamo por telefono al trabajo y me dijo que si nos podiamos ver despues de clases y acepte
Nos habiamos quedado de ver en un restaurante y bueno todo comenzo bien tomamos cafe comimos algo ligero pero no me quedo mas que preguntarle que queria o que necesitaba por que era urgente vernos.
Ella saco de su bolsa una prueba de embarazo habia salido positiva, no me moleste ni mucho menos me sorprendi ya lo esperaba y me llego como un regalo del cielo que aceptaba nuestra relacion la sagrada trinidad.
Una bendicion de este tipo es solo señal de un regalo de dios, de que nuestro amor es verdadero, asi ese dia la bese y nos fuimos a casa, a tener sexo nuevamente, como ya nada importara, hablamos de nosotros y decidimos formar una familia, claro a los ojos de la sociedad ella seguiria siendo mi hija pero detras de nuestro hogar somos marido y mujer mi Emili y Yo bueo sumandole a nuestro hijo, todo es miel sobre hojuelas ella decidio solo terminar ese semestre de su universidad y una vez que diera a luz dedicarse a nuestra familia. Fueron tantas veces que tuvimos sexo que seria imposible saber desde cuando dejamos de ser padre e hija pero ahora esto es algo mejor es una relacion de almas gemelas que al fin se han encontrado!
0 comentarios - Marcos y....Pt.- 3 Final