Generalmente yo me volteo, lleno a mujeres preciosas, elegantes,delgaditas, lindas, muchas con campera de cuero, botas, maquilladas. Pero unsábado, lo único que me calentó fue tener una mujer enfrente mío. En uncumpleaños conocí a una gorda gorda, directamente obesa, más que María Teresa yMaría Beatriz juntas. Si bien linda, rubia, no usaba cuero ni pintura. Sólo unalinda cartera de cuero. Pero…
Pero la obesa sin pintura ni cuero también me gustó. Vestido muybien con mi campera de cuero, pantalón fino, zapatos y muchísimo perfumefuerte, fui a esta fiesta y me senté justo al lado de la señora, de unos 60 ypico, de esas maduras que me vuelan. La gorda, justamente, le dio duro a lossandwiches de miga, al queso y salame y demás, y me ofrecía un sandwichmientras me charlaba bien, yo se lo aceptaba, comía con ella y le seguía lacharla. Luego le dimos a la torta, ella se mandó tres o cuatro pedazos, yo ledi a un par, y bien alimentado y bañado, con mi cuero, me empecé a calentar.Pero no había mujeres de mi edad o que me atrajeran, Y las gordas me pueden.Así que le propuse irnos juntos, la mujer aceptó, agarró su cartera y me llevóen su auto a mi departamento.
De lo amable y gaucha, el sábado, los sandwichitos y demás, yoestaba cada vez más caliente. Al fin llegamos a mi casa y la invité a subir, lagorda aceptó y no sé cómo pudo pasar la puerta del departamento. Le hice café,charlamos y más, y aproveché para preguntonearle alguna cosita. Pero como no mecontó nada importante, me decepcioné. Sin embargo, de pronto me prendió lachispa de tener una mujer enfrente. Me acerqué, le hablé suave y le pedí unpico, y la gorda me lo dio media que vergonzosa. Aproveché, zorro, y trasabrazarla le di otro besote. Ella se extrañó y tras el segundo pico, si bien meacarició y charló bien, ya se ponía su rudimentario saco marrón para irse, peroyo le dije que se quedara, que la estábamos pasando lindo con los mimos, quehacía frío, qué sé yo que pavada.
Y funcionó. Nos sentamos en el sofá, mimos, más besos, ella meapretujó contra su corpacho. Yo tan caliente que hasta quería ser mujer sinbombacha y estar debajo de ella. Se me paró el pene, me lo toqueteé delantesuyo, ella no dijo nada. Y exploté: me le tiré encima con ropa y todo, nada dejueguitos ni nada, le abrí el pantalón, le vi la bombacha, enloquecí, se labajé sin dejar de decirle cositas y mimmarla, la manoseé toda y tras bajarme mipantalón y calzón, me le subí y se la metí larga y gruesa por su vagina. Lagorda gritó de placer, gimió y pidió que le diera. Le di con locura pensando enlos de miga con mayonesa que me convidó y en su corpacho que me excitaba, y enmenos de quince eyaculé tremendo semen en su vagina, que la obesa disfrutópegando genial alarido de pasión y sintiendo mi semen adentro.
Pero yo quería más, mirá si me voy a quedar con coger una gordabestida. Quería verla en pelotas bien. Nomás la sujeté con locura, la arrastréa mi pieza, la manoseé y besé toda, ella gustó y al pedirle, se quitó su ropa ydejó ver un conjunto de corpiño y bombacha negra de lo más choto, pero que mevolaba igual. Apenas la mujer quedó en ropita, la agarré de nuevo, la aplastécontra la pared, le pasé bien las manos por todo el cuerpo y le arranqué furiosoel corpiño. Y ella, para mi sorpresa, se qitó sensual su bombacha.
Loco, me saqué el calzón, la arrojé en mi cama, me le zambullí ytras penetrarla con violencia y fácil, le di con todo, cepillada de penachogrueso hasta eyacular semen a chorros tremendos en su vagina primero, luego ladi vuelta y por la cola hasta taponarla de semen. Luego le apreté y manoseétodo, le pasé el pene por la boca, ella lamió y tragó mi semen, luego me dejódarle una vez más y tras mandarla por la vagina, la volví a llenar por suprecioso orificio. Quién me iba a decir, una obesa nada sensual, de lo más básica,sin pintura ni nada. Pero así soy yo. Me basta una vagina y una cola, el restode la mujer es lo mismo.
Pero la obesa sin pintura ni cuero también me gustó. Vestido muybien con mi campera de cuero, pantalón fino, zapatos y muchísimo perfumefuerte, fui a esta fiesta y me senté justo al lado de la señora, de unos 60 ypico, de esas maduras que me vuelan. La gorda, justamente, le dio duro a lossandwiches de miga, al queso y salame y demás, y me ofrecía un sandwichmientras me charlaba bien, yo se lo aceptaba, comía con ella y le seguía lacharla. Luego le dimos a la torta, ella se mandó tres o cuatro pedazos, yo ledi a un par, y bien alimentado y bañado, con mi cuero, me empecé a calentar.Pero no había mujeres de mi edad o que me atrajeran, Y las gordas me pueden.Así que le propuse irnos juntos, la mujer aceptó, agarró su cartera y me llevóen su auto a mi departamento.
De lo amable y gaucha, el sábado, los sandwichitos y demás, yoestaba cada vez más caliente. Al fin llegamos a mi casa y la invité a subir, lagorda aceptó y no sé cómo pudo pasar la puerta del departamento. Le hice café,charlamos y más, y aproveché para preguntonearle alguna cosita. Pero como no mecontó nada importante, me decepcioné. Sin embargo, de pronto me prendió lachispa de tener una mujer enfrente. Me acerqué, le hablé suave y le pedí unpico, y la gorda me lo dio media que vergonzosa. Aproveché, zorro, y trasabrazarla le di otro besote. Ella se extrañó y tras el segundo pico, si bien meacarició y charló bien, ya se ponía su rudimentario saco marrón para irse, peroyo le dije que se quedara, que la estábamos pasando lindo con los mimos, quehacía frío, qué sé yo que pavada.
Y funcionó. Nos sentamos en el sofá, mimos, más besos, ella meapretujó contra su corpacho. Yo tan caliente que hasta quería ser mujer sinbombacha y estar debajo de ella. Se me paró el pene, me lo toqueteé delantesuyo, ella no dijo nada. Y exploté: me le tiré encima con ropa y todo, nada dejueguitos ni nada, le abrí el pantalón, le vi la bombacha, enloquecí, se labajé sin dejar de decirle cositas y mimmarla, la manoseé toda y tras bajarme mipantalón y calzón, me le subí y se la metí larga y gruesa por su vagina. Lagorda gritó de placer, gimió y pidió que le diera. Le di con locura pensando enlos de miga con mayonesa que me convidó y en su corpacho que me excitaba, y enmenos de quince eyaculé tremendo semen en su vagina, que la obesa disfrutópegando genial alarido de pasión y sintiendo mi semen adentro.
Pero yo quería más, mirá si me voy a quedar con coger una gordabestida. Quería verla en pelotas bien. Nomás la sujeté con locura, la arrastréa mi pieza, la manoseé y besé toda, ella gustó y al pedirle, se quitó su ropa ydejó ver un conjunto de corpiño y bombacha negra de lo más choto, pero que mevolaba igual. Apenas la mujer quedó en ropita, la agarré de nuevo, la aplastécontra la pared, le pasé bien las manos por todo el cuerpo y le arranqué furiosoel corpiño. Y ella, para mi sorpresa, se qitó sensual su bombacha.
Loco, me saqué el calzón, la arrojé en mi cama, me le zambullí ytras penetrarla con violencia y fácil, le di con todo, cepillada de penachogrueso hasta eyacular semen a chorros tremendos en su vagina primero, luego ladi vuelta y por la cola hasta taponarla de semen. Luego le apreté y manoseétodo, le pasé el pene por la boca, ella lamió y tragó mi semen, luego me dejódarle una vez más y tras mandarla por la vagina, la volví a llenar por suprecioso orificio. Quién me iba a decir, una obesa nada sensual, de lo más básica,sin pintura ni nada. Pero así soy yo. Me basta una vagina y una cola, el restode la mujer es lo mismo.
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