Antes que nada, les cuento que hace rato no aparezco por acá porque hace un mes estoy en Italia estudiando, gracias a que salí elegida para una beca. Los primeros días fueron de una adaptación bastante fuerte. Acostumbrarme a la habitación donde estoy parando, trámites, estudio, clases... Por suerte de a poco todo se va acomodando para bien.
Pero lo que venía a contar acá, es otra cosa, por supuesto. Retrocedo un poco en el tiempo. Cuando me enteré de esta posibilidad, renuncié a mi trabajo en Buenos Aires y me volví a Rosario. Ante la vuelta a mi ciudad, las últimas semanas en capital las dediqué a despedirme de Christian. Hicimos de todo. Todos los días, a veces con un día de descanso en el medio, porque nos dábamos bien fuerte.
En Rosario, tuve mis despedidas con Lucas. También, nos pusimos al día por todos los años que no nos habíamos visto y por los que vendrían por delante (acá hubo más que sexo, por lo que fue doblemente intenso... pero es otra historia que no viene al caso).
Como sabrán los que siguen mis relatos, en estos últimos meses estuve teniendo también unas aventuras con mi amiga Agustina. Más allá de alguna que otra vez que hayamos compartido un trío, nunca había experimentado la intimidad que tuve con ella en estos meses. Encuentros muy calientes, llenos de besos, caricias, y mucho sexo solo entre nosotras (bueno, y a veces un juguetito que se compró para sus noches solitarias). En ese último mes en Rosario, no faltó la oportunidad para tener otro encuentro con ella antes de partir.
Con toda esta maratón que tuve en los últimos 3 meses, llegamos al día que me subí al avión y aterricé en Italia. Sola. A diferencia de la vez anterior, ahora estoy en un campus que es tipo hotel. Muchas habitaciones en un mismo edificio, pero habitaciones individuales (y bastante chicas, pero bueno... baratas!). El campus se divide en varios sectores, yo estoy en un sector donde paran todas chicas de países latinos.
Las primeras semanas fueron un poco caóticas en cuanto a cambio de hábitos, de horarios, etc... pero a medida que me fui acomodando empecé a tener un poco más de vida. Al lado de mi habitación duerme una chica colombiana, Melisa de unos 25 años. Morena, alta y delgada, un lomazo como toda caribeña, con unas tetas y un culo envidiables. Ella hacía varios meses que vive allí, por lo que estaba más acostumbrada a todo y me fue de mucha ayuda. También me invitó a salir con otras amigas así que empecé a tener un poco vida nocturna.
Cuestión, que la falta de acción se empezó a sentir. De varios meses donde todos los días tenía algo, a nada. Me rozaba un poco y me encendía. Para colmo, por el cansancio del día y el cambio de horario llegaba a la cama y moría. Así que ni una paja. Llevaba semanas sin nada, y realmente me sentía que explotaba.
Una tardecita, con Melisa y sus amigas, estábamos en un bar del centro que vamos siempre y en una mesa cercana un grupito de chicos empiezan a hablarnos. Yo empecé a conversar más con uno que era de la zona de la familia de mi papá, entonces se creó una charla más animada.
Como había ruido, me hablaba al oído. Peor. Me derretía. Me hablaba en italiano con su boca casi rozando mi oreja (no dudo que lo hacía a propósito). Yo estaba sentada, y cada vez que él se acercaba, yo cerraba mis piernas y me rozaba los muslos. Me estaba volviendo loca.
Lamentablemente, se tuvo que ir porque ya se volvía para su ciudad (esta época del año, es de vacaciones). Alcanzó a dejarme su teléfono y nos despedimos con un "medio pico". Si algo sumaba a mi calentura acumulada era esto, lo más cerca que estuve de garchar en todo este tiempo. Me quería morir.
Cuando volvemos al campus, Melisa me preguntó por el italiano, le cuento y le confieso que estaba re caliente, hacía más de un mes que no tenía nada de nada. Ella se sonríe y nos despedimos para ir cada una a su habitación. Se acerca, me agarra de la cintura y me besa muy suavemente en la mejilla. Pendeja de mierda! me encendió el triple. Encima que vengo muy confundida con estas cosas, esta piba no estaba colaborando.
En el medio de todo esto, no voy a negar que hubo contactos con Lucas y Christian bastante calientes por mensajitos, lo que hacía de toda esta situación una bola de nieve incontrolable. Había ya tomado la decisión de esperar el momento justo para acabar. O pajearme, pero en vivo con Lucas o Christian; o algún chongo que me re coja bien cogida. Estaba desesperada.
Las amigas de Melisa se habían ido de vacaciones, así que de ese grupo quedamos solas. A veces salíamos a tomar algo, pero no mucho por tema de plata. Una noche, nos fuimos al bar de siempre y nos pegamos un pedo de novela.
Esa tarde había estado chateando con Lucas. Y había quedado re caliente. Ella me contó también alguna de sus aventuras, principalmente en Colombia. Y que en Italia no había tenido mucho. Así que estábamos igual de necesitadas, aunque ella lo disimulaba mucho mejor.
La charla se volvía cada vez más caliente. Las dos estábamos hablando casi pegadas una a la otra, cuando un par de chicos nos interrumpen y se sientan con nosotras. Mi corazón latía a mil. Estaba excitadísima.
Charlamos un rato, Melisa lo franeleó con ganas al pibe, yo me lo terminé chapando al otro y cuando parecía que se me daba mi amiga me interrumpe para decirme que quería volver al campus. Me quería matar... pero no me daba muchas ganas de irme sola con dos desconocidos y volver sola vaya a saber desde donde.
Cuando le pregunté por qué no arrancó a garchar, me dijo que vivían alejados del centro y no se animaba a volver desde un lugar que no conocía. "Además, me encanta calentarlos bien bien... y dejarlos ahí con las ganas" me decía sonriendo. "Igual, ahora cierro la puerta y exploto solita". Mi cara se transformó. Y creo que ella se dio cuenta. Se acercó y me besó dulcemente, como la otra vez pero ahora apoyando su mano en mi muslo y subiéndola hasta la cintura. Me quedé inmóvil viendo como se iba y cerraba la puerta con una sonrisa en la cara.
Al otro día, era el partido Argentina - Chile. Compramos algunas cosas para comer y lo vimos juntas. Las habitaciones son súper chicas. No entra más que la cama y alguna mesita para estudiar. Nos sentamos en la cama y miramos el partido desde la pc en la mesa. No era muy cómodo pero era lo que había. Mientras preparaba para comer, nos pusimos a charlar.
- Y anoche entonces... no hiciste nada? - me preguntó Meli
- No, no... me dormí en seguida
- Pero como aguantas tanto!! tienes que descargarte Juli, no sabes lo relajada que me desperté hoy - me decía riendo
- Es que... vengo aguantando hace tanto tiempo, ahora quiero que cuando lo haga sea algo fuerte... especial.
- Especial como que? Quieres una buena pija? - me preguntó sentándose a mi lado
- No se... puede ser... pero con una buena paja por chat con alguno de mis chicos de allá me re conformo - le contesté riéndome
- Uff... si, hay pajas que suelen ser muy intensas - mientras decía esto, se levantó para apoyar el plato en la mesa.
Siguió en silencio preparando unas cosas. Cuando vuelve a la cama, me sorprendió sentándose arriba mío, como cabalgándome. "Me gusta la idea de las pajas". Yo quedé boquiabierta sin poder reaccionar. Su mano empezó a deslizarse por mi pierna y metiéndose dentro de mi shorcito.
No pude contenerme y empecé a gemir aceleradamente mientras su mano buscaba mi entrepierna. Yo la agarré fuerte de la cintura y levantando su remera la dejé desnuda frente a mi. Nos miramos y nos besamos mientras su mano empezó a pajearme intensamente.
Meli apoyó una de sus tetas en mi cara. Eran más grandes de lo que aparentaban. Agarré las tetas con las dos manos y se las chupé con desesperación. Me agarró fuerte de los pelos y apretaba mi cara contra su cuerpo mientras yo no dejaba de jugar con la lengua.
Me acostó en la cama y, luego de dejarme desnuda, empezó a besarme. El cuello, los hombros, mis pechos. Rodeaba mis tetas con su lengua, mientras sus manos acariciaban mi panza. Yo me contorsionaba con cada movimiento que ella hacía.
Me dio vuelta y siguió con los besos ahora por mi espalda. Se acostó arriba mío, sentí como sus tetas se aplastaban contra mi. Me besaba el cuello, mordía suavemente mi oreja.
Su mano se metió entre mis piernas y me pajeaba despacito. Estaba literalmente chorreando. Mordí la almohada para que mis gritos y gemidos no se sintieran por todo el campus. Mi respiración estaba agitadísima, no daba más. Meli me dio vuelta y se acomodó derecho entre mis piernas.
Me miró con una sonrisa lujuriosa y enterró su cara en mi concha. Sentí su lengua penetrarme y sus manos manosear mis tetas. Luego, se dedicó a lamer toda mi concha, se comió literalmente mi clítoris hasta dejarme contorsionada de placer. Metió dos dedos dentro mío y siguió chupándomela sin parar.
Con mis manos la agarré de los pelos y la apreté bien fuerte justo en el momento que empecé a temblar, incontrolablemente. No podía parar. Mi cuerpo se movía solo. Acabé tan fuerte que no paré de tener espasmos por varios segundos. No hubo nada que ahogara mi grito de liberación.
Se quedó ahí, mirando como paraba de temblar. Cuando mi cuerpo se frenó, apoyó (simplemente, apoyó) su lengua en mi clítoris y empecé a temblar nuevamente. Dos movimientos más y me hizo acabar de nuevo. "Algo especial así?" me dijo riéndose, mientras se incorporaba. Yo no podía hablar, no me salían las palabras y mi respiración estaba súper agitada.
Meli levantó una de mis piernas, y la apoyó en su hombro. Se sentó arriba de mi otra pierna, y empezó a moverse. Como si cabalgara una verga, empezó a cogerse mi pierna. La agarré de la cintura para acompañar sus movimientos. Era envidiable como se movía la colombiana. Me calentaba de solo verla a ella balancearse sobre mi, y sus tetas saltar adelante mío.
Agarró mis manos y las puso en sus tetas. "Vamos vamos, dale" me decía mientras ella aceleraba el ritmo. Me chupé los dedos y empecé a apretar sus pezones, dejándolos húmedos y lubricados, para luego rozarlos en círculos mientras ella explotaba de placer contra mi pierna.
Cuando se acostó a mi lado, me toqué el muslo totalmente mojado con sus jugos. Me limpié con una mano y me chupé los dedos mirándola fijo a los ojos. Nos fundimos en un abrazo y un beso que lejos de ser el final, era el principio.
Otra vez, enlazamos nuestras piernas pero ahora pajeándonos una contra la otra. Mi concha ya estaba empapada de nuevo y sin parar me movía contra su pierna. Yo estaba fascinada con sus tetas. Me las empecé a comer de nuevo, mientras no paraba de pajearme. Meli me agarraba de los pelos con una dulzura que me volvía loca.
Cuando me quise dar cuenta, me estaba arrastrando sobre su panza hasta quedar acomodada en su concha. "Estoy a punto" me dijo empujando mi cabeza. Cerré los ojos, abrí la boca y me comí toda la concha jugosa y caliente de Meli. "No pares... no pares" gritaba mientras yo aceleraba mi lengua. Levantó sus caderas y agarrándome de los pelos explotó en mi boca. Sentí como se chorreaba. Apoyé mi lengua en su concha y me tomé todo lo que pude. Era una bestia como se mojaba la mina.
Cuando me acosté a su lado, nos dimos un beso bien profundo. Su lengua aun tenía sabor a mi concha, mezclado con el sabor de su concha en la mía. Seguimos franeleando, me senté sobre su pierna como ella había hecho. Me la cogí con todas mis fuerzas. Cerré mis ojos. Por mi cabeza pasaban las noches atadas a la cama de Christian, el pijón de Lucas sometiéndome sin parar... pero acabé cuando por mi mente se cruzaron mis noches con Agustina. Recordar el 69 con Agus fue mi orgasmo.
Abrí mis ojos, y no lo dudé un segundo. Me di vuelta y puse mi concha en la cara de Meli, mientras yo me acomodaba para chupársela a ella. Meli ni lo dudó. Me clavó un par de dedos y empezó a comerme la conchita. Yo estaba que volaba, tanto que me costó concentrarme para hacer lo mío.
Me la cogí con la lengua, hasta que me pidió por favor que le metiera los dedos. Empecé con uno, luego dos. Los metía y los sacaba, los movía en círculos. "Uno más... uno más quiero" gritó desesperada. Le clavé 3 dedos y moviéndolos bien fuerte hacia arriba y abajo la hice acabar. Los gemidos y los gritos los ahogaba en mi concha.
Cuando se calmó, volvió a chupármela con fuerza hasta liquidarme. Quedamos tiradas las dos, una al lado de la otra. El partido hacía rato había terminado, y nosotras nos quedamos dormidas. En medio de la noche me levanté, y la tenía a Meli chupándome las tetas.
La abracé y con mi mano busqué su concha. Mientras ella me las chupaba, yo la pajeaba. Cuando acabó, empezó ella a pajearme hasta hacerme acabar otra vez. Nos quedamos dormidas nuevamente. El domingo me quedé todo el día en su habitación. Me terminé de descargar. Quedamos realmente exhaustas.
Pero más allá que había logrado bajar esa calentura acumulada, me pasó lo mismo que las veces anteriores con Agustina. Ahora si, tengo una necesidad terrible de una buena pija.
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Indice
Pero lo que venía a contar acá, es otra cosa, por supuesto. Retrocedo un poco en el tiempo. Cuando me enteré de esta posibilidad, renuncié a mi trabajo en Buenos Aires y me volví a Rosario. Ante la vuelta a mi ciudad, las últimas semanas en capital las dediqué a despedirme de Christian. Hicimos de todo. Todos los días, a veces con un día de descanso en el medio, porque nos dábamos bien fuerte.
En Rosario, tuve mis despedidas con Lucas. También, nos pusimos al día por todos los años que no nos habíamos visto y por los que vendrían por delante (acá hubo más que sexo, por lo que fue doblemente intenso... pero es otra historia que no viene al caso).
Como sabrán los que siguen mis relatos, en estos últimos meses estuve teniendo también unas aventuras con mi amiga Agustina. Más allá de alguna que otra vez que hayamos compartido un trío, nunca había experimentado la intimidad que tuve con ella en estos meses. Encuentros muy calientes, llenos de besos, caricias, y mucho sexo solo entre nosotras (bueno, y a veces un juguetito que se compró para sus noches solitarias). En ese último mes en Rosario, no faltó la oportunidad para tener otro encuentro con ella antes de partir.
Con toda esta maratón que tuve en los últimos 3 meses, llegamos al día que me subí al avión y aterricé en Italia. Sola. A diferencia de la vez anterior, ahora estoy en un campus que es tipo hotel. Muchas habitaciones en un mismo edificio, pero habitaciones individuales (y bastante chicas, pero bueno... baratas!). El campus se divide en varios sectores, yo estoy en un sector donde paran todas chicas de países latinos.
Las primeras semanas fueron un poco caóticas en cuanto a cambio de hábitos, de horarios, etc... pero a medida que me fui acomodando empecé a tener un poco más de vida. Al lado de mi habitación duerme una chica colombiana, Melisa de unos 25 años. Morena, alta y delgada, un lomazo como toda caribeña, con unas tetas y un culo envidiables. Ella hacía varios meses que vive allí, por lo que estaba más acostumbrada a todo y me fue de mucha ayuda. También me invitó a salir con otras amigas así que empecé a tener un poco vida nocturna.
Cuestión, que la falta de acción se empezó a sentir. De varios meses donde todos los días tenía algo, a nada. Me rozaba un poco y me encendía. Para colmo, por el cansancio del día y el cambio de horario llegaba a la cama y moría. Así que ni una paja. Llevaba semanas sin nada, y realmente me sentía que explotaba.
Una tardecita, con Melisa y sus amigas, estábamos en un bar del centro que vamos siempre y en una mesa cercana un grupito de chicos empiezan a hablarnos. Yo empecé a conversar más con uno que era de la zona de la familia de mi papá, entonces se creó una charla más animada.
Como había ruido, me hablaba al oído. Peor. Me derretía. Me hablaba en italiano con su boca casi rozando mi oreja (no dudo que lo hacía a propósito). Yo estaba sentada, y cada vez que él se acercaba, yo cerraba mis piernas y me rozaba los muslos. Me estaba volviendo loca.
Lamentablemente, se tuvo que ir porque ya se volvía para su ciudad (esta época del año, es de vacaciones). Alcanzó a dejarme su teléfono y nos despedimos con un "medio pico". Si algo sumaba a mi calentura acumulada era esto, lo más cerca que estuve de garchar en todo este tiempo. Me quería morir.
Cuando volvemos al campus, Melisa me preguntó por el italiano, le cuento y le confieso que estaba re caliente, hacía más de un mes que no tenía nada de nada. Ella se sonríe y nos despedimos para ir cada una a su habitación. Se acerca, me agarra de la cintura y me besa muy suavemente en la mejilla. Pendeja de mierda! me encendió el triple. Encima que vengo muy confundida con estas cosas, esta piba no estaba colaborando.
En el medio de todo esto, no voy a negar que hubo contactos con Lucas y Christian bastante calientes por mensajitos, lo que hacía de toda esta situación una bola de nieve incontrolable. Había ya tomado la decisión de esperar el momento justo para acabar. O pajearme, pero en vivo con Lucas o Christian; o algún chongo que me re coja bien cogida. Estaba desesperada.
Las amigas de Melisa se habían ido de vacaciones, así que de ese grupo quedamos solas. A veces salíamos a tomar algo, pero no mucho por tema de plata. Una noche, nos fuimos al bar de siempre y nos pegamos un pedo de novela.
Esa tarde había estado chateando con Lucas. Y había quedado re caliente. Ella me contó también alguna de sus aventuras, principalmente en Colombia. Y que en Italia no había tenido mucho. Así que estábamos igual de necesitadas, aunque ella lo disimulaba mucho mejor.
La charla se volvía cada vez más caliente. Las dos estábamos hablando casi pegadas una a la otra, cuando un par de chicos nos interrumpen y se sientan con nosotras. Mi corazón latía a mil. Estaba excitadísima.
Charlamos un rato, Melisa lo franeleó con ganas al pibe, yo me lo terminé chapando al otro y cuando parecía que se me daba mi amiga me interrumpe para decirme que quería volver al campus. Me quería matar... pero no me daba muchas ganas de irme sola con dos desconocidos y volver sola vaya a saber desde donde.
Cuando le pregunté por qué no arrancó a garchar, me dijo que vivían alejados del centro y no se animaba a volver desde un lugar que no conocía. "Además, me encanta calentarlos bien bien... y dejarlos ahí con las ganas" me decía sonriendo. "Igual, ahora cierro la puerta y exploto solita". Mi cara se transformó. Y creo que ella se dio cuenta. Se acercó y me besó dulcemente, como la otra vez pero ahora apoyando su mano en mi muslo y subiéndola hasta la cintura. Me quedé inmóvil viendo como se iba y cerraba la puerta con una sonrisa en la cara.
Al otro día, era el partido Argentina - Chile. Compramos algunas cosas para comer y lo vimos juntas. Las habitaciones son súper chicas. No entra más que la cama y alguna mesita para estudiar. Nos sentamos en la cama y miramos el partido desde la pc en la mesa. No era muy cómodo pero era lo que había. Mientras preparaba para comer, nos pusimos a charlar.
- Y anoche entonces... no hiciste nada? - me preguntó Meli
- No, no... me dormí en seguida
- Pero como aguantas tanto!! tienes que descargarte Juli, no sabes lo relajada que me desperté hoy - me decía riendo
- Es que... vengo aguantando hace tanto tiempo, ahora quiero que cuando lo haga sea algo fuerte... especial.
- Especial como que? Quieres una buena pija? - me preguntó sentándose a mi lado
- No se... puede ser... pero con una buena paja por chat con alguno de mis chicos de allá me re conformo - le contesté riéndome
- Uff... si, hay pajas que suelen ser muy intensas - mientras decía esto, se levantó para apoyar el plato en la mesa.
Siguió en silencio preparando unas cosas. Cuando vuelve a la cama, me sorprendió sentándose arriba mío, como cabalgándome. "Me gusta la idea de las pajas". Yo quedé boquiabierta sin poder reaccionar. Su mano empezó a deslizarse por mi pierna y metiéndose dentro de mi shorcito.
No pude contenerme y empecé a gemir aceleradamente mientras su mano buscaba mi entrepierna. Yo la agarré fuerte de la cintura y levantando su remera la dejé desnuda frente a mi. Nos miramos y nos besamos mientras su mano empezó a pajearme intensamente.
Meli apoyó una de sus tetas en mi cara. Eran más grandes de lo que aparentaban. Agarré las tetas con las dos manos y se las chupé con desesperación. Me agarró fuerte de los pelos y apretaba mi cara contra su cuerpo mientras yo no dejaba de jugar con la lengua.
Me acostó en la cama y, luego de dejarme desnuda, empezó a besarme. El cuello, los hombros, mis pechos. Rodeaba mis tetas con su lengua, mientras sus manos acariciaban mi panza. Yo me contorsionaba con cada movimiento que ella hacía.
Me dio vuelta y siguió con los besos ahora por mi espalda. Se acostó arriba mío, sentí como sus tetas se aplastaban contra mi. Me besaba el cuello, mordía suavemente mi oreja.
Su mano se metió entre mis piernas y me pajeaba despacito. Estaba literalmente chorreando. Mordí la almohada para que mis gritos y gemidos no se sintieran por todo el campus. Mi respiración estaba agitadísima, no daba más. Meli me dio vuelta y se acomodó derecho entre mis piernas.
Me miró con una sonrisa lujuriosa y enterró su cara en mi concha. Sentí su lengua penetrarme y sus manos manosear mis tetas. Luego, se dedicó a lamer toda mi concha, se comió literalmente mi clítoris hasta dejarme contorsionada de placer. Metió dos dedos dentro mío y siguió chupándomela sin parar.
Con mis manos la agarré de los pelos y la apreté bien fuerte justo en el momento que empecé a temblar, incontrolablemente. No podía parar. Mi cuerpo se movía solo. Acabé tan fuerte que no paré de tener espasmos por varios segundos. No hubo nada que ahogara mi grito de liberación.
Se quedó ahí, mirando como paraba de temblar. Cuando mi cuerpo se frenó, apoyó (simplemente, apoyó) su lengua en mi clítoris y empecé a temblar nuevamente. Dos movimientos más y me hizo acabar de nuevo. "Algo especial así?" me dijo riéndose, mientras se incorporaba. Yo no podía hablar, no me salían las palabras y mi respiración estaba súper agitada.
Meli levantó una de mis piernas, y la apoyó en su hombro. Se sentó arriba de mi otra pierna, y empezó a moverse. Como si cabalgara una verga, empezó a cogerse mi pierna. La agarré de la cintura para acompañar sus movimientos. Era envidiable como se movía la colombiana. Me calentaba de solo verla a ella balancearse sobre mi, y sus tetas saltar adelante mío.
Agarró mis manos y las puso en sus tetas. "Vamos vamos, dale" me decía mientras ella aceleraba el ritmo. Me chupé los dedos y empecé a apretar sus pezones, dejándolos húmedos y lubricados, para luego rozarlos en círculos mientras ella explotaba de placer contra mi pierna.
Cuando se acostó a mi lado, me toqué el muslo totalmente mojado con sus jugos. Me limpié con una mano y me chupé los dedos mirándola fijo a los ojos. Nos fundimos en un abrazo y un beso que lejos de ser el final, era el principio.
Otra vez, enlazamos nuestras piernas pero ahora pajeándonos una contra la otra. Mi concha ya estaba empapada de nuevo y sin parar me movía contra su pierna. Yo estaba fascinada con sus tetas. Me las empecé a comer de nuevo, mientras no paraba de pajearme. Meli me agarraba de los pelos con una dulzura que me volvía loca.
Cuando me quise dar cuenta, me estaba arrastrando sobre su panza hasta quedar acomodada en su concha. "Estoy a punto" me dijo empujando mi cabeza. Cerré los ojos, abrí la boca y me comí toda la concha jugosa y caliente de Meli. "No pares... no pares" gritaba mientras yo aceleraba mi lengua. Levantó sus caderas y agarrándome de los pelos explotó en mi boca. Sentí como se chorreaba. Apoyé mi lengua en su concha y me tomé todo lo que pude. Era una bestia como se mojaba la mina.
Cuando me acosté a su lado, nos dimos un beso bien profundo. Su lengua aun tenía sabor a mi concha, mezclado con el sabor de su concha en la mía. Seguimos franeleando, me senté sobre su pierna como ella había hecho. Me la cogí con todas mis fuerzas. Cerré mis ojos. Por mi cabeza pasaban las noches atadas a la cama de Christian, el pijón de Lucas sometiéndome sin parar... pero acabé cuando por mi mente se cruzaron mis noches con Agustina. Recordar el 69 con Agus fue mi orgasmo.
Abrí mis ojos, y no lo dudé un segundo. Me di vuelta y puse mi concha en la cara de Meli, mientras yo me acomodaba para chupársela a ella. Meli ni lo dudó. Me clavó un par de dedos y empezó a comerme la conchita. Yo estaba que volaba, tanto que me costó concentrarme para hacer lo mío.
Me la cogí con la lengua, hasta que me pidió por favor que le metiera los dedos. Empecé con uno, luego dos. Los metía y los sacaba, los movía en círculos. "Uno más... uno más quiero" gritó desesperada. Le clavé 3 dedos y moviéndolos bien fuerte hacia arriba y abajo la hice acabar. Los gemidos y los gritos los ahogaba en mi concha.
Cuando se calmó, volvió a chupármela con fuerza hasta liquidarme. Quedamos tiradas las dos, una al lado de la otra. El partido hacía rato había terminado, y nosotras nos quedamos dormidas. En medio de la noche me levanté, y la tenía a Meli chupándome las tetas.
La abracé y con mi mano busqué su concha. Mientras ella me las chupaba, yo la pajeaba. Cuando acabó, empezó ella a pajearme hasta hacerme acabar otra vez. Nos quedamos dormidas nuevamente. El domingo me quedé todo el día en su habitación. Me terminé de descargar. Quedamos realmente exhaustas.
Pero más allá que había logrado bajar esa calentura acumulada, me pasó lo mismo que las veces anteriores con Agustina. Ahora si, tengo una necesidad terrible de una buena pija.
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24 comentarios - Mis primeros días lejos de casa
Y a tu culo en las fotos de los relatos también.
q observador con la foto 😉
Las colombianas a veces pueden ser muy calienta pijas, aunque en este caso sería calientaconchas jajajaa
¿Vas a pasarte por España?
gracias por pasar!!
Qué bien que la va a pasar ese tano que te dejó el teléfono!!! Te dejaron a punto caramelo 😉