Y un día la distancia pareció acortarse y los cuerpos tocarse. No estaban cerca, pero el deseo los acercó un poco y los dejó sentirse juntos. Sus cuerpos se endurecieron y humedecieron como ninguna otra noche.
Todo empezó cuando ella le envió una foto casual. Una foto de esas que sabe que a él le gusta: sin filtros, sin edición, sin ocultar ojeras ni el cansancio del día. Sin lencería, aunque a decir verdad apenas estaba vestida, pero sin querer provocar con ello. Solo cuidando el detalle de dejarlo ver aquello que a él le gusta de ella: sus labios. Sus labios, y una sonrisa provocada por él. Recibió como respuesta palabras hermosas, cargadas de halagos que la hicieron enviarle una segunda foto. Él contesto con audio que, sin ser vulgar, a ella la sonrojó.
Instintivamente su mano se posó sobre su pubis y de manera inocente empezó a acariciarse, a recorrerse. Sin el deseo aún de tocarse de una manera sexual, sino más bien con el anhelo de calmar esa sed de él que la distancia le impedía saciar. Seguían intercambiando mensajes cada vez más cargados de intimidad y deseo. Porque eso era lo que ellos tenían, una relación donde la intimidad tenía un papel protagónico. Donde ambos sentían que podían desnudarse sin ser juzgados, y el deseo por ver disfrutar al otro dando rienda suelta a sus fantasías era genuino.
Confesaron, cada uno de su lado del teléfono, que se estaban tocando. Se confesaron mutuamente el deseo de poder tener una noche juntos donde la penetración sea suave y pausada, y donde puedan decirse todo lo que sienten por el otro mientras sus cuerpos se funden en uno solo. Jugaron con esa idea. Jugaron a recorrerse, tocarse y penetrarse muy lentamente mientras se miraban a los ojos sin despegar demasiado sus cuerpos.
Él se masturbaba lentamente recorriendo el tronco por completo, desde la base hasta la punta. Acariciándose el pene pensaba en tenerla a ella abajo suyo frotándose, esparciendo las humedades que de ella salían. Ella, por su parte se tocaba sin penetrarse aún, recorriendo sus labios con dos de sus dedos, solo acercándose a la entrada para buscar y diseminar esa humedad que él le adivinó por mensaje. Los mensajes fueron subiendo la temperatura de ambos.
Ella ya no podía escribir debido a la excitación que tenía. Así que solo se dedicaba a enviarle audios diciéndole lo que sentía y deseaba que estuviese sucediendo. La electricidad recorriéndola, el deseo de sentirlo arriba con sus suaves movimientos, y la necesidad de que todo eso fuera real. En un audio, que se volvió el preferido de él de aquella noche, ella le anunció con un profundo gemido que empezó a penetrarse con aquel juguete verde que él tantas veces vio. Él, ahora, se masturbaba haciendo presión sobre el tronco, imaginando estar entrando en las húmedas cavidades de ella. Aumentó la presión paulatinamente, así como la velocidad.
Lograron, ambos, tal clima a través de mensajes, audios, fotos y videos que ella pudo jurar sentirlo a él en su cama, penetrándola suavemente. Ella pudo sentir el peso del cuerpo de él, su olor, su respiración, su agitación, su corazón latiendo, sus cálidos labios, sus pequeños ojos mirándola. Intentó en vano controlar el orgasmo, las contorsiones de su cuerpo. No quería acabar, no quería que todo aquello acabara. Aunque sabía que así sucedería después de todo.
Y así fue. Acabaron, ambos, cada uno en su cama. Pensándose, deseándose. Y ella le regaló un último audio del momento donde todo terminó. La agitación previa, esos segundos donde se deja de respirar, y por último el momento donde la respiración vuelve a hacerse presente de manera entrecortada pero relajada. Y se guardó para ella una sonrisa satisfecha, y unas lágrimas. Unas lágrimas que se escaparon en parte por el nivel de conexión que habían logrado, y en parte por la profunda necesidad de tenerlo cerca.
Aquella noche la distancia no fue tanta, aquella noche desafiaron a los kilómetros que los separaban. No estaban cerca, pero el deseo los acercó un poco más.
Y los dejó disfrutarse juntos.
Todo empezó cuando ella le envió una foto casual. Una foto de esas que sabe que a él le gusta: sin filtros, sin edición, sin ocultar ojeras ni el cansancio del día. Sin lencería, aunque a decir verdad apenas estaba vestida, pero sin querer provocar con ello. Solo cuidando el detalle de dejarlo ver aquello que a él le gusta de ella: sus labios. Sus labios, y una sonrisa provocada por él. Recibió como respuesta palabras hermosas, cargadas de halagos que la hicieron enviarle una segunda foto. Él contesto con audio que, sin ser vulgar, a ella la sonrojó.
Instintivamente su mano se posó sobre su pubis y de manera inocente empezó a acariciarse, a recorrerse. Sin el deseo aún de tocarse de una manera sexual, sino más bien con el anhelo de calmar esa sed de él que la distancia le impedía saciar. Seguían intercambiando mensajes cada vez más cargados de intimidad y deseo. Porque eso era lo que ellos tenían, una relación donde la intimidad tenía un papel protagónico. Donde ambos sentían que podían desnudarse sin ser juzgados, y el deseo por ver disfrutar al otro dando rienda suelta a sus fantasías era genuino.
Confesaron, cada uno de su lado del teléfono, que se estaban tocando. Se confesaron mutuamente el deseo de poder tener una noche juntos donde la penetración sea suave y pausada, y donde puedan decirse todo lo que sienten por el otro mientras sus cuerpos se funden en uno solo. Jugaron con esa idea. Jugaron a recorrerse, tocarse y penetrarse muy lentamente mientras se miraban a los ojos sin despegar demasiado sus cuerpos.
Él se masturbaba lentamente recorriendo el tronco por completo, desde la base hasta la punta. Acariciándose el pene pensaba en tenerla a ella abajo suyo frotándose, esparciendo las humedades que de ella salían. Ella, por su parte se tocaba sin penetrarse aún, recorriendo sus labios con dos de sus dedos, solo acercándose a la entrada para buscar y diseminar esa humedad que él le adivinó por mensaje. Los mensajes fueron subiendo la temperatura de ambos.
Ella ya no podía escribir debido a la excitación que tenía. Así que solo se dedicaba a enviarle audios diciéndole lo que sentía y deseaba que estuviese sucediendo. La electricidad recorriéndola, el deseo de sentirlo arriba con sus suaves movimientos, y la necesidad de que todo eso fuera real. En un audio, que se volvió el preferido de él de aquella noche, ella le anunció con un profundo gemido que empezó a penetrarse con aquel juguete verde que él tantas veces vio. Él, ahora, se masturbaba haciendo presión sobre el tronco, imaginando estar entrando en las húmedas cavidades de ella. Aumentó la presión paulatinamente, así como la velocidad.
Lograron, ambos, tal clima a través de mensajes, audios, fotos y videos que ella pudo jurar sentirlo a él en su cama, penetrándola suavemente. Ella pudo sentir el peso del cuerpo de él, su olor, su respiración, su agitación, su corazón latiendo, sus cálidos labios, sus pequeños ojos mirándola. Intentó en vano controlar el orgasmo, las contorsiones de su cuerpo. No quería acabar, no quería que todo aquello acabara. Aunque sabía que así sucedería después de todo.
Y así fue. Acabaron, ambos, cada uno en su cama. Pensándose, deseándose. Y ella le regaló un último audio del momento donde todo terminó. La agitación previa, esos segundos donde se deja de respirar, y por último el momento donde la respiración vuelve a hacerse presente de manera entrecortada pero relajada. Y se guardó para ella una sonrisa satisfecha, y unas lágrimas. Unas lágrimas que se escaparon en parte por el nivel de conexión que habían logrado, y en parte por la profunda necesidad de tenerlo cerca.
Aquella noche la distancia no fue tanta, aquella noche desafiaron a los kilómetros que los separaban. No estaban cerca, pero el deseo los acercó un poco más.
Y los dejó disfrutarse juntos.
12 comentarios - Desafiando a los kilómetros
increible
pude sentirlos, pude verlos... excelente relato!
Gracias por los pts y el comentario 😘
Hermoso, caliente y lujurioso leerte...
Como siempre
💋
🔥🔥🔥
Hermoso, caliente y lujurioso leerte...
Como siempre
💋
🔥🔥🔥
Besos y lengua, donde mas te gusten.. 😘👅
Me alegra que te haya gustado 😘
Gracias bella por el comentario 😘 besos a ambos