Ahora paso a contar una de mis aventuras ocasionales de las que tengosiempre. Esto fue hace un tiempo, una tarde de semana soleada y de calor en lode mi cosmetóloga, que tiempo atrás me descubrió un problema de piel seca y memandó un tratamiento con crema humectante. Encantado, con lo que ustedes sabenme gusta ponerme crema, me compré una Hind´s y tras cada baño y antes de irme ala cama, me ponía y me excitaba con el riquísimo aroma de la crema rosa. Hastame fui a comprar un corpiño, una bombacha y un camisón, diciendo que era parauna amiga, me lo ponía, me ponía cremita y en la cama me daba duro manchandomis sábanas.
Pero el tema piel seca no se iba, no sé qué pasaba. Por eso esatarde fui de nuevo. Bien vestido con camisa, pantalón y zapatos, perfumado, lasaludé, ella (de lindo perfume) me dio un beso y con dulzura me acompañó a suconsultorio, donde se encerró conmigo, me pidió desvestirme y tras examinarme,me preguntó si me ponía crema, le dije que sí y que me encanta. Y la mujer,rubia, pelo corto, dulce, delgada, todo para potra, me llevó a otro consultoriocontiguo y me dijo que me acostara en un sillón. Lo hice, ella puso una mantapor las dudas de ensuciar, agarró otra crema humectante, empapó una toallita encrema y me empezó a pasar suave y dulce,provocativa por mi cuerpo. Brazos, codos, piernas, pies, por supuesto me colocóy yo me pasé en las manos. Me pidió que me quedara recostado para ver el efectode la crema, y tras unos minutos, la doctora me acarició la piel a propósito ycomprobó la suavidad con la nueva crema. Contento, se la pedí, ella me larecetó y me dijo que la usara seguido.
Pero antes de volver a casa con la cremita y el tratamiento, yoquise de pronto algo más: probar a la cosmetóloga. Entonces le dije si ellausaba crema, empecé con mis preguntitas de cuero, cartera, lápiz de labios,etc. La mujer, fina, contó todo que sí y hasta me mostró su campera de cueronegra, prolijamente colgada de una silla. Y claro, no pude más. Encima ella secolocó crema para las manos, otra que tenía en su cartera ya que se estaba porir.
Y bueno, demasiado para mí: la estrujé contra la pared, lamanoseé, le pasé las manos por todos lados, le toqué el culo, la vagina y lastetas y mientras le decía desenfrenado cosas fuertes, le bajé el cierre de supantalón fino, le bajé excitado su bombacha fina, saqué lo mío y le metítremendo pene en su cola, dándole y dándole sin importar si es casada o qué,ahí estaba sola. Pensé en su cuero, pintura, dulzura, cremita. Y nomás eyaculéterrible semen en su cola. AL acabar, la arrastré así como estábamos hasta elbaño, la obligué a sacarse todo, ella se quitó la bombacha, y me la cogí por lavagina, taponándola de semen y locura, luego se la di en la boca y ella se tomótoda la leche sin dejar una gota, y luego pasó la lengua por mi pija y meinvitó a pasar la mía por su concha. Genial, tratamiento de cremita, una mujerbárbara. Y no me cobró, sólo le pagué con la cogida. Qué tal.
Pero el tema piel seca no se iba, no sé qué pasaba. Por eso esatarde fui de nuevo. Bien vestido con camisa, pantalón y zapatos, perfumado, lasaludé, ella (de lindo perfume) me dio un beso y con dulzura me acompañó a suconsultorio, donde se encerró conmigo, me pidió desvestirme y tras examinarme,me preguntó si me ponía crema, le dije que sí y que me encanta. Y la mujer,rubia, pelo corto, dulce, delgada, todo para potra, me llevó a otro consultoriocontiguo y me dijo que me acostara en un sillón. Lo hice, ella puso una mantapor las dudas de ensuciar, agarró otra crema humectante, empapó una toallita encrema y me empezó a pasar suave y dulce,provocativa por mi cuerpo. Brazos, codos, piernas, pies, por supuesto me colocóy yo me pasé en las manos. Me pidió que me quedara recostado para ver el efectode la crema, y tras unos minutos, la doctora me acarició la piel a propósito ycomprobó la suavidad con la nueva crema. Contento, se la pedí, ella me larecetó y me dijo que la usara seguido.
Pero antes de volver a casa con la cremita y el tratamiento, yoquise de pronto algo más: probar a la cosmetóloga. Entonces le dije si ellausaba crema, empecé con mis preguntitas de cuero, cartera, lápiz de labios,etc. La mujer, fina, contó todo que sí y hasta me mostró su campera de cueronegra, prolijamente colgada de una silla. Y claro, no pude más. Encima ella secolocó crema para las manos, otra que tenía en su cartera ya que se estaba porir.
Y bueno, demasiado para mí: la estrujé contra la pared, lamanoseé, le pasé las manos por todos lados, le toqué el culo, la vagina y lastetas y mientras le decía desenfrenado cosas fuertes, le bajé el cierre de supantalón fino, le bajé excitado su bombacha fina, saqué lo mío y le metítremendo pene en su cola, dándole y dándole sin importar si es casada o qué,ahí estaba sola. Pensé en su cuero, pintura, dulzura, cremita. Y nomás eyaculéterrible semen en su cola. AL acabar, la arrastré así como estábamos hasta elbaño, la obligué a sacarse todo, ella se quitó la bombacha, y me la cogí por lavagina, taponándola de semen y locura, luego se la di en la boca y ella se tomótoda la leche sin dejar una gota, y luego pasó la lengua por mi pija y meinvitó a pasar la mía por su concha. Genial, tratamiento de cremita, una mujerbárbara. Y no me cobró, sólo le pagué con la cogida. Qué tal.
0 comentarios - Cremita y sexo vaginal con mi cosmetóloga