-O al bateador más destacado-
-¿Premiarlo? ¿Cómo?-
-En la parte de atrás del autobús que nos llevaba y traía a los partidos había un compartimiento separado por una cortina-
-Allí llevaban a los que se lesionaban para darles un masaje. Ya sabes-
-¡Un premio!- dije yo -¡No puede ser!-
-Pues así era. Algunos sólo recibían una pajita, una masturbación rápida-
-Otros recibían un premio mejor: una mamada-
-Eran muy buenas haciendo eso- acotó Jamie.
-No puedo creerlo- dije.
-Y el premio mayor era una cogida por toda la regla-
-Aunque a veces no se sabía quién era el que recibía el premio: el pelotero o la señora que lo daba-
-Por lo menos en nuestro caso… Jajaja-
-A nosotros siempre nos daban el premio mayor-
-Jajajaja- rieron los dos -Dígame la Sra. Jones, se ponía toda roja cuando acababa. Jajaja-
Si antes me tuve que imaginar a mis bebés cogiéndose a duo a Anna, ahora me los tenía que imaginar cogiéndose las mamás del baseball. Y a ¡algunas de mis amigas!
-Pero… ¿y los hijos de ellas qué hacían? creo que uno de ellos jugaba en el equipo-
-El también recibía su premio- dijo Jerry.
-Pero sería de la otra mamá- dije.
-Algunas veces. Otras de su su propia madre-
-¿La mamá se acostaba con su propio hijo?-
-Bueno, no sé si alguna vez él haya ganado el premio mayor-
-El era muy mal jugador- intervino Jamie.
-Pero en todo caso, más de alguna vez se fue atrás de la cortina con su mamá. No tiene que haber diferencia entre los jugadores. Decían ellas-
-Lo que recibía uno lo debía poder recibir cualquiera-
-¿Y a nadie le pareció mal que una madre tuviera relaciones sexuales con su propio hijo?-
-Bueno. En algún momento salió a relucir la conversación, pero el consenso general fue que mientras no hubiese reproducción, no había problemas-
-¿Cómo que no hubiese reproducción?- pregunte -No entiendo-
-El incesto es malo si se tienen hijos- dijo Jamie
-Estos pueden salir con defectos graves- acotó Jerry.
-Pero si no hay hijos…-
-El incesto no tiene problemas. Ese fue el consenso-
-Aaahhh- dije sorprendida por la respuesta.
-Tenía que analizar eso en detalle. En principio no me parecía, pero tenía algo de lógica- pensé, pero por ahora me pareció demasiada información.
-Bueno. Ya basta de conversación. Voy a descansar un poco- les dije recostándome en la tumbona.
Jerry se levantó, recogió la bandeja y la llevó a la cocina. Al hacerlo no pude evitar mirar su traje de baño y ver un gran bulto que había debajo. Era obvio que estaba excitado. También mire a Jamie y vi el mismo bulto. Obviamente esta conversación de contenido altamente sexual los había excitado tanto como a mi.
Yo seguía con los pezones erectos como piedras y lo peor era que no me atrevía a pasarme la mano por ellos para aliviar la tensión. Por supuesto, mi vagina estaba completamente mojada y si no fuese porque la tela del bikini lo disimulaba, se notaria que estaba empapado con mis fluidos.
Decidí acostarme boca abajo, pero primero me arreglé el bikini como me había dicho Jamie, subiendo los laterales y encajándomelo entre las nalgas para dejar que el sol me las bronceara. ¿Y enseñarles que bellas tiene las nalgas su mami? Nooo… bueno, un poco.
Cerré los ojos y traté de dormir, pero lo único que veía era a mis hijos cogiéndose a Anna, a Leonor, a cada una de sus compañeras de clase, a algunas de mis amigas ¡No podía pensar en otra cosa! Pero de pronto me di cuenta que la chica que en mi mente estaba entre mis dos hijos ¡era yo! ¡Aaaahhhh!… y me levanté de un brinco.
-¿Qué te pasa mami?- preguntó Jerry sorprendido por el brinco que había pegado.
-Nada, nada. Es que de pronto me sentí tan acalorada. Me voy a meter al agua-
-¿Nos dejas que te acompañemos?-
-Claro, mis amores ¿cómo no les voy a permitir que vengan a alguna parte conmigo?-
Mientras ellos se metían al agua, yo les di la espalda y aproveché para finalmente acariciarme los pezones… ¡Aaahhhh! cómo lo necesitaba. Después me volteé y vi a mis dos bebés nadando hacia mi.
Por un rato estuvimos jugando en el agua, sin acercarnos mucho. Era obvio que los tres estábamos electrificados y era mejor no dejar que saltara la chispa.
-Por cierto- les dije -¿cómo están de ropa ustedes?-
-¿Uh?… no sé- respondió Jamie -supongo que bien-
-A ver ¿cuántos pantalones tienes?-
-No sé, ¿tres?-
-¿Y tú Jerry?-
-Ni idea. Por ahí, tres o cuatro-
-¿Y camisas?- pregunté.
-Camisas tengo más- dijo Jerry.
-¿Cuántas?- insistí.
-No sé, mami. Suficientes-
-Bueno, está decidido. Nos vestimos y nos vamos de tiendas-
-Nooo- gimieron a duo.
-Sí señores. Vamos a comprarles algo de ropa y después les prometo…- dije sonriéndoles sensualmente y moviendo las tetas seductoramente -¡una cita!-
-¿Qué? ¿Una cita?, jajaja- dijo Jamie.
-Así es. Pueden Uds. invitarme a nuestra primera cita juntos-
-Bieeeen- dijeron ambos.
-¿Y a dónde quieres ir en nuestra primera cita?- preguntó Jerry.
-Aaaahhh. No sé. Uds. son los que invitan. Sorpréndanme-
-¡Muy bien! Prepárate-
-Siempre estoy preparada. Jajaja-
Me salí de la piscina y recogiendo el top de mi bikini y mi toalla, me dirigí hacia la casa. Mientras caminaba estaba consciente de que ambos me miraban el culo y les regalé una caminata sexy, moviéndome lo más sensualmente que podía. -¿Porqué disfruto tanto de flirtear con ellos?- pensé.
Mientras me bañaba tuve que hacer un esfuerzo para no masturbarme nuevamente. Me enjaboné los pezones más de lo necesario y luego, cuando me tocó hacerlo con la cucharita... ¡Ay, que esfuerzo tuve que hacer!
Vestirme fue todo un problema, ¡toda mi ropa era tan conservadora¡ Y yo iba a una cita, no con uno, sino con dos hombres hombres encantadores. No quería ponerme uno de esos vestidos hasta el cuello. Finalmente encontré en el fondo del closet uno blanco con grandes flores azules que me había comprado hace años y que había desechado por que era muy corto y escotado, ¡perfecto!
Me lo puse y me miré al espejo. Realmente era muy corto, pero... las chicas de ahora andaban con faldas que realmente... y hoy yo sería “una chica de ahora”
El sostén era un problema. Había escogido el más bonito que tenía, pero se salía por todas partes. Me cambié el sostén, pero el vestido tenía unas tiritas en los hombros Muy delgadas y las del nuevo sostén eran anchas. Nop. Luego de probar dos más, me decidí. Si había pasado todo el día sin sostén !podría estar el resto del día igual¡
Volví a verme en el espejo, ¡perfecto! Además, el estar si sostén me encantaba, tanto que mis pezones volvieron a surgir. Entonces me di cuenta de que el vestido no era demasiado grueso y los pezones sobresalían totalmente. Tanto que pensé en quitármelo, no podía imaginarme paseándome por el pueblo con todo el mundo viéndome los pezones.
Pero entonces vi toda la ropa que había revisado y desechado... no, tendría que ser este vestido. Y si me veían los pezones ¡que se jodan!
Terminamos las compras rápido, ambos se habían portado bastante bien. Les había comprado tres blue jeans y un pantalón de vestir a cada uno. Por supuesto que me metí con ellos al probador, disfrutando de verlos en sus pequeños interiores, como la tela es más suave, se marca más lo que hay adentro. Y lo sigo pensando: -¡eso se ve delicioso!- Su padre estaba muy bien dotado (por eso sería que la tipa se los llevó) y no había ninguna razón por la que ellos no habrían heredado las dimensiones de él. Aunque viéndolo bien, parecían más grandes.
-Mami, mami-
-¿Qué pasa?- respondí.
-Que te quedaste embobada. Te pregunté que si te parecían bien estos pantalones- dijo Jamie.
-Déjame verte… ¡Quítate la camisa- le pedí.
-¿Y para qué?- preguntó.
-Para disfrutar de tu cuerpo cariño- pensé, pero por supuesto que eso no fue lo que dije -para ver cómo te queda en la cintura-
-Ok- respondió y se sacó la camisa.
Primero disfruté de su torso desnudo, ligeramente musculoso -Coño, acabo de pasar el día con ellos en la piscina y todavía quiero verlos-
Luego me acerqué y le agarré la cintura del pantalón para ver que tan apretado le quedaba.
-Voltéate-
El lo hizo y le palpé el pantalón… y las nalgas.
-Pero mami…!- protestó riendo.
-Estoy viendo si te queda flojo por detrás. No hay nada más feo que unos pantalones bolsúos-
Nuevamente estaba haciendo trampas. Podía haber visto si le quedaban bien en las nalgas, pero había aprovechado para tocarlo… jejeje. -Estoy hecha toda una pu..- No quise ni pensar en la palabra completa, pero realmente me estaba empezando a comportar como una.
-Están perfectos, querido- le dije acariciándole la mejilla.
En eso entró Jerry con sus pantalones nuevos puestos.
-¿Y porqué estás sin camisa?- preguntó.
-Mamá que está inspeccionándome… los pantalones- respondió con una pausa sospechosa. Me parece que están empezando a sospechar.
-Vamos. Ahora te toca a tí. Quítate la camisa- le dije a Jerry.
-¿Ves? Te lo dije- dijo Jamie.
Repetí la misma operación con Jerry, sólo que los pantalones de éste sí le quedaban grandes.
-Te quedan grandes- le dije -quítate y pruébate los de Jamie. Jamie, dale tus pantalones-
-Pero si le quedan bien a él, seguro que me quedan a mi. Somos gemelos ¿recuerdas? Somos iguales-
-Si, pero uno hace más ejercicio que el otro y a lo mejor tiene más músculos-
-¿Músculos en el culo?- dijo Jamie que igual se había quitado el pantalón, quedando con sus minúsculos interiores… y con lo de adentro un poco más grande ¡le había gustado que lo tocara!
Jerry se había quitado los pantalones y como a él no le había dado el tratamiento, el “bulto” en los interiores era menor. -Déjame que te toquetee, cariño, a ver cómo te pones- pensé.
Repetí el proceso con Jerry, tocándole la cintura y luego las nalgas y, como Jamie, protestó.
-Te quedan perfectos- le dije -ahora quítatelos para que se prueben éstos- les dije agarrando unos pantalones finos de lino. Cuando Jerry se quitó los pantalones, el paquete había crecido, tal como lo esperaba.
Cuando se probaron los otros pantalones, no quise abusar de mi flirteo con ellos. Ya llevábamos demasiadas horas en eso ¡y todavía no eran ni las 5 de la tarde!
-Bueno- les dije -ya terminamos las compras. Ya tienen pantalones, camisas y ropa interior nueva para por lo menos un año. Cualquier cosa adicional me avisan o lo compran Uds. y me pasan la cuenta-
-Claro mami- respondieron contentos de haber terminado.
-Y ahora les toca Uds. Desde este momento soy su “levante” y Uds. tienen que procurar divertirme-
-¿Levante? Mami, nadie dice eso ahora. Jajaja-
-Pues Uds pueden decirle como quieran, pero lo que no pude decirme a mi ¡es que estoy vieja!- dije frunciéndoles el ceño.
-Oh, no. Empezamos mal hermano-
-Hola Raquel- dijo Jerry llamándome por mi nombre por primera vez en su vida -¿quieres venir a comerte un helado con nosotros?-
-No se…- respondí haciéndome la difícil.
-Por favor, Raquel- intervino Jamie -te prometo que te trataremos como a una princesa y que te vas a a divertir-
-¿Como una princesa? ¿no como una reina?- dije picándolos.
-Te trataríamos como a una reina, pero tu eres demasiado joven para ser una reina. Mas pareces una princesa-
-Muy bien- dije sonriendo -como una princesa entonces-
Con cada uno de ellos tomándome por un brazo, fuimos al carro a dejar los paquetes.
-Qué lindo carro- les dije, dándoles las llaves -¿Es de Uds?-
-Nos lo prestaron, pero la dueña es familia nuestra-
Entonces Jerry me abrió la puerta para que yo entrara. Luego me dijo.
-Si te pones en el medio, creo que cabemos los tres adelante- me dijo.
Me rodé al medio, mientras Jamie se montaba al volante y Jerry a mi lado. Si, cabíamos los tres pero un poco apretados. Pero a mi me encantó la idea, me permitía apretarme con ellos y no tenía que dar ninguna excusa.
La primera parada fue en una heladería, donde cada uno pidió lo mismo que pedían desde que tenían 5 años: Jamie un cono con tres bolas, dos de chocolate y una de mantecado; Jerry un cono con tres bolas, dos de mantecado y uno de chocolate. Yo me comí una sola bola de chocolate, ¡había que mantener la línea!
Terminado los helados, cruzamos la calle y fuimos a jugar golf en miniatura, otro de nuestros favoritos de la juventud. ¡Cuantas veces habíamos hecho eso cuando eran unos niños!
Cuando eran unos niños yo ganaba siempre, luego por un tiempo estuvimos parejos, pero desde que ellos fueron adolescentes, nunca volví a ganar uno juego. Pero igual siempre lo disfrutamos.
Esta vez no era distinto en cada hoyo ellos me sacaban uno o dos golpes de ventaja. Entonces, por divertirme, decidí hacer un poquito de trampa. En el siguiente hoyo, cuando Jerry iba a hacer un golpe relativamente fácil me puse en su línea de vista y agachándome un poco, dejé que viera profundamente en mi escote. Había pasado la tarde con los senos desnudos delante de ellos, pero verlos por el escote le daba un toque muy sexy.
-Ups- dijo cuando la pelota de golf salió completamente fuera de rumbo.
-Ooohhh, disculpa- le dije -no quería distraerte-
-El estaba sonrojado y no dejaba de verme las tetas-
-No, no te preocupes. No fue nada. Sólo una mosca que me molestó en la cara al momento de golpear la pelota-
Luego fue el turno de Jamie, no en ese mismo hoyo, sino más tarde en el juego. Ya había perdido, pero Jamie estaba ganándole a Jerry por un golpe, justo el error causado por mi antes. Así pues, cuando a Jamie le tocaba golpear, al igual que antes, me puse en su linea de vista, le di la espalda y me agaché un poco, eso hizo que el vestido, bastante corto de por sí, se levantara dejándole ver una considerable porción de mi muslo. Para mejorar el efecto, metí mi mano por detrás y levanté la falda aún más para rascarme la pierna o mejor dicho, la parte baja de la nalga. Considerando que tenía una tanga pequeñita, Jamie tuvo una oportunidad de verme el culo desnudo por unos segundos. Nuevamente, era menos de los que habían visto esta tarde en la piscina, pero considerando el lugar y la situación, era una visión encantadora.
Jamie falló el tiro escandalosamente, pero a diferencia de Jerry, no dijo nada, aunque la cara se le puso también roja.
El resto del juego transcurrió sin mayores sobresaltos, aunque yo continué provocándolos con mi vestido: girando rápido para que la falda se levantara, recostándome de algo con los brazos bajo los pechos para que éstos se subieran más por el escote. En fin, manteniéndolos atentos. Jejeje.
Al terminar de jugar preguntaron:
-¿Qué tal un juego de bowling?- dijo Jamie mientras devolvíamos los palos de golf.
-Me encantaría- les dije -pero la verdad es que con este vestido no podría jugar-
-Bueno, de todas formas es ya un poco tarde, ¿qué tal una cena?-
-Ooohhh, perfecto. Me muero de hambre- dije.
-¿Qué quieres comer?-
-Uds. deciden. Ya saben las reglas del cortejo. Deben impresionarme-
-Muy bien, vamos entonces-
Volvimos a meternos en el carro. Cuando me senté, me di cuenta de que la falda se me había subido un poco y dejaba tanta piel de mis piernas que si no fuese porque las tenía cuidadosamente cerradas, se me verían las pantaletas. Cosa que ellos disfrutaron durante el corto trayecto hasta el restaurante.
La selección del restaurante me sorprendió. Así, como habíamos comido helado y jugado mini-golf, cosas que les gustaba cuando muchachos, suponía que me llevarían a su restaurant favorito: la pizzería DiMarco. Pero no, cuando nos detuvimos fue frente al restaurant francés Pierre, donde un mozo tomó el carro y lo llevó a parquear a algún sitio, no sin antes mirarme las piernas cuando me bajé (bueno, creo que las piernas y algo más, porque me cuesta manejar estos vestidos tan cortos).
Entramos y los muchachos me llevaron a una mesa un poco apartada, lo que me divirtió un mucho. Por supuesto, Jamie me apartó la silla para que me sentara y Jerry esperó a que yo estuviese sentada antes de sentarse ellos ¡qué caballeros!
Pedimos la carta de vinos y se acercó una mesera jovencita para que seleccionáramos lo que queríamos. Yo dejé que ellos pidieran y luego de consultarme qué iba a comer, se decidieron por una botella de Chardonnay californiano de buen precio. La mesera se retiró no sin echarme una profunda mirada en el escote. ¡Estos nuevos tiempos eran tan raros! Lo peor es que no sólo no me molestó, sino que hasta le sonreí.
Al poco rato regresó con la botella y se colocó a mi lado a abrirla. La posición que escogió era a mi izquierda y un poco por detrás, lo que le permitía verme las tetas sin que fuese demasiado evidente. Yo me estaba divirtiendo de lo lindo y disimuladamente halé el vestido un poco hacia abajo para aumentar el escote. Las tetas las tenía tan afuera que por un momento temí que las aureolas se viesen. Ni que decir que los pezones estaban tan duros que dolían.
La chica se puso tan nerviosa que no acertaba a abrir la botella. Finalmente lo logró y me sirvió para que probara. Yo la miré con la mirada más seductora que tenía y le indiqué que era Jamie el que debía probarlo. Ella se sorprendió, pero le pasó la copa a Jamie, que luego de probarlo se la dio a Jerry. Ambos aprobaron el vino y la muchacha nos sirvió las copas. Todos le dimos las gracias, pero ella sólo tenía ojos para mi.
-Raquel ¿le estabas coqueteando a la mesera?- preguntó Jerry con una sonrisa en la cara.
-Si- le respondí para su sorpresa -es una chica tan linda…-
-No sabía que te gustaran las chicas- dijo Jamie con el ceño fruncido.
-No me gustan. O quizás deba decir que pensé que no me gustaban, pero luego de todos los cuentos que me echaron Uds de las chicas “bi”, pienso que a lo mejor…- y dejé arrastrar la frase.
-¿A lo mejor qué?- dijo Jerry.
-¡Que a lo mejor podía ponerlos celosos a Uds! Jajaja- dije sin reconocer que de verdad me había encantado flirtear con la chica.
-¡Y lo lograste!- dijo Jamie sonriendo y tomándome la mano.
-Si ¿verdad?- les dije a ambos.
Jerry también me tomó la mano y yo les lancé un beso a cada uno antes de pedirles que me soltaran para poder brindar.
Brindamos por nosotros, por sus estudios y por este día tan bonito que habíamos pasado… y se acabó el vino de las copas. La mesera se acercó inmediatamente hacia nosotros y nos rellenó las copas, pero esta vez le sonreí de una forma mas neutral, lo que pareció no gustarle. Menos cuando vió como los muchachos me tomaban nuevamente las manos. Seguro que pensaría que era una reunión muy rara.
Luego pedimos la comida. Siendo un restaurant francés sabía que las porciones serían pequeñas, así que me atreví a pedir entrada, una paté de province y un file mignon de segundo. Ellos pidieron también dos platos y pronto empezamos a comer despacio, tocándonos las manos y los brazos continuamente, mientras flirteábamos mutuamente descaradamente.
La botella de vino se acabó y pedimos una segunda, pero no quería que ellos bebieran mucho, uno de los dos tenía que manejar. Propuse echar a suerte quién no bebería, pero ellos se negaron y dejaron de beber los dos, lo que dejo la mayor parte de la botella por mi cuenta, lo que yo lamentaría después.
Terminamos la cena luego de mucho rato en que comimos rico y nos reímos como locos. Yo estaba un poquitín pasada de tragos y me sentía muy contenta y atrevida.
-No se debe ir a la primera cita con un hombre y beber demasiado- les dije.
-Pero no estás con un hombre- dijo Jerry.
-¡Estás con dos!- completó Jamie.
-Peor- dije -a lo mejor deciden aprovecharse de mi-
-Claro que vamos a aprovecharnos de ti- dijo James -¡vamos a dejar que pagues la cuenta!-
-¿Ves? Ya lo sabía yo. Uds. están conmigo sólo por mi fortuna. Seguro que se van a aprovechar de mi debilidad- dije.
-Jajaja-
Cuando terminamos pagué la cuenta, no sin dejar una muy buena propina a la mesera. Aprovechando para echarle una mirada de arriba a abajo con mi mejor cara de deseo, lo que la dejó toda nerviosa.
Luego nos paramos y nos fuimos en busca del carro. Yo iba agarrada a los brazos de cada uno de ellos, muy pegada. Tanto que sentía como mis pechos se restregaban contra sus brazos con cada paso que daba.
Mientras esperábamos que el chico trajera el carro del estacionamiento me volteé hacia Jamie y le dije:
-Jamie. Muchas gracias por una deliciosa cena- y para su sorpresa, le di un corto beso en los labios.
Entonces me volteé y repetí lo mismo con Jerry:
-Jerry. Muchas gracias por esta hermosa velada- y también le di un beso en los labios. El, sin embargo, estaba preparado y me sujetó por la cintura y atrayéndome hacia él hizo que el beso durara un poco más.
Yo lo empujé suavemente y él se apartó, deslizando su lengua por los labios, saboreando el beso.
-No. Gracias a ti mam… Raquel por este día tan lindo- dijo Jerry y cuando iba a acercarse a besarme de nuevo, Jamie me volteó hacia él, halándome y pegando su vientre contra el mío.
-Raquel. Ha sido un placer y un honor que hayas venido a esta cita con nosotros- y cuando iba a besarme, el carro se detuvo a nuestro lado, sacándome del hechizo en que estaba y permitiéndome reaccionar.
-Muy bien- les dije volteándome hacia el carro -creo que mejor nos vamos-
Nos sentamos en el carro y apenas empezamos a rodar, sentí la mano de Jerry (iba manejando Jamie) colocarse en mi muslo desnudo. No le dije nada, pero coloqué mi propia mano sobre la suya de forma tal que no pudiera moverla hacia arriba. Unos instantes después, Jamie hizo lo mismo, con el mismo resultado.
El camino a la casa no era muy largo y aunque ambos intentaron mover sus manos más arriba, no los dejé, presionándoselas levemente para mantenerlas en su puesto.
No es que no deseara que me tocaran. De hecho me moría de ganas de sentir sus manos explorándome toda, de sentir sus besos en mis labios… pero no se podía.
Así pues llegamos a la casa y antes de que fuesen a intentar algo en el carro les propuse que viéramos una película en la sala.
-¿Y no vamos a darnos un besito de despedida por la primera cita?- preguntó Jerry.
-Oh, no. Yo no beso nunca en la primera cita- les dije con la sonrisa más pícara que pude -van a tener que invitarme otra vez si quieren llegar a primera-
-Jajaja-
-¿Y cuántas citas para llegar a segunda?- dijo Jamie.
-Eso lo decidiré después de que lleguemos a primera. Jajaja-
Ellos se resignaron a que no habría mas besos, ni mas tocamientos y entramos en la casa.
-Voy a ponerme la pijama para ver cómodamente película- dije dirigiéndome a mi cuarto.
-Buena idea Raquel- contestó Jerry.
-Raquel nada- respondí -la cita con Raquel ya se acabó, ahora soy tu mami otra vez-
-Jajaja. Está bien, mamacita- dijo Jamie riendo.
Cuando llegué a mi cuarto, lo primero que hice fue quitarme el vestido y las pantaletas, que estaban completamente mojadas, e ir al baño a refrescarme. Me lavé la totora para quitarle el olor a sexo que tenía y cuando me iba a quitar el maquillaje, decidí que no. Que quería seguir viéndome linda.
Regresé al cuarto y saqué los shorts… pero entonces pensé que si nos acostábamos como el día de ayer, tendría las piernas desnudas sobre Jamie y era muy peligroso, así que me puse uno pantalones largos de tela muy delgada, pero que me cubrían hasta los pies. Arriba me puse una franela medio escotada. Pensé lo mismo, pero igual me habían visto las tetas ya tantas veces… Me miré en el espejo, me arreglé los pelos un poco y me fui a la sala.
Allí me esperaban mis dos querubines, con sus shorts y sus franelas de dormir… y una copa de vino para mi.
-Mmmm… no sé si voy a tomar más vino- les dije sorbiendo un poco -No debería tomar más, no debo emborracharme, pero está tan sabroso…- pensé.
-¿Quién selecciona la película?- pregunté.
-Yo- dijo Jamie, sentándose en el lado derecho del sofá.
Jerry se sentó en el extremo izquierdo y yo me acosté en el medio, con la cabeza en el muslo izquierdo de Jamie y las piernas sobre las de Jerry.
-Voy a darte un masaje en los pies, mami. ¿Está bien?- preguntó Jerry.
-Ay hijo, qué rico, gracias- respondí -¿Y qué vamos a ver Jamie?-
-Hay una película que quiero ver, la presentaron en el festival de Cannes del año pasado o el antepasado-
-¿Y ganó?- pregunté.
-Bueno, hubo muchas discusiones, porque la película fue considerada un poco pasada-
-¿Muy violenta?-
-No, muy sensual. Hay quien la consideró pornográfica y por eso no la admitieron en el concurso. La presentaron de todas maneras en forma extraordinaria-
-Uhhh, no sé- dije dudando. Lo último que necesitaba era ver una película pornográfica con mis hijos. Con todo lo que habíamos hecho todo el día y cómo nos habíamos acariciado en la cena…
-Bueno- dijo Jamie -la empezamos a ver y si vemos que se pone muy raunchie la quitamos ¿te parece?-
-Muy bien- acepté.
A todas estas Jerry se había apoderado de mis pies y con un pote de crema que había sacado de no se donde, me estaba masajeando los pies de forma maravillosa.
La película empezó e inmediatamente me di cuenta de porqué la habían rechazado. Una pareja se encontraba en una cama y ella estaba acostada con la cabeza en su estómago, tenía el güevo del tipo en la mano y lo masturbaba lentamente. La vulva de ella no se podía ver bien, pero era obvio que la mano de él estaba masturbándola a ella. Los nombres del elenco iban desfilando por la pantalla.
Iba a decirle que parara y cambiara la película, pero me produjo un poco de curiosidad la presentación de la película. ¿Si así empezaba qué vendría después?
Entonces la mano de Jamie se posó sobre mi estómago. Me puse tensa un instante, pero como no la movió hacia mis tetas, no le dije nada. Jerry había terminado con mis pies y ahora me masajeaba las piernas hasta donde el pantalón lo permitía.
La película comenzó (no sin antes mostrar al tipo acabando sobre la pierna de la actriz) y las siguientes escenas fueron más o menos normales. El actor principal interactuaba con una mujer, su esposa aparentemente y que era una mujer distinta a la del inicio, y con su hijo de meses. El bebé lloraba y él lo cargaba.
Cerré un momento los ojos y habían pasado unos minutos, creo. La pareja en la película discutía fuertemente pero no entendía porqué. Jerry seguía con sus masajes. Ahora metía la mano por dentro del pantalón para llegar a mis rodillas.
En la película había aparecido de nuevo la primera mujer que reía y jugaba con el hombre. Entonces entendí que eran escenas distintas en el tiempo. La morena (la que lo había masturbado) era una pareja anterior y la rubia había venido después.
-¿Qué haces?- le pregunté a Jerry que trataba de quitarme el pantalón.
-Para seguir masajeandote la piernas tengo que quitarte esto- dijo señalándome el pantalón.
Yo no estaba segura de dejarle quitarme el pantalón. Tenía puesto un tanga chiquitico, pero…
Jerry me agarró la cintura del pantalón y empezó a tirar hacia abajo, entonces yo levanté el culo y dejé que me lo quitara.
Entonces el lo puso en la mesa a su lado izquierdo y echándose más crema en las manos, empezó a con los muslos.
-MMmmm- pensé. Me encantan sus manos, pero no puedo dejarlo que siga.
Entonces, Jamie levantó su mano izquierda que estaba en mi estómago, se rascó la nariz y de regreso la colocó… en mi teta derecha.
Un corrientazo de placer recorrió mi cuerpo, pero no podía dejar que me acariciara las tetas, así que le tomé la mano y se la moví a mi estómago. El me dejó y se quedó quieto por un rato.
Mis pezones iban a reventar. La caricia de Jamie me había encantado, pero no debía… no debía.
En la película los dos protagonistas hacían el amor deliciosamente. Quizás no fuese pornográfica, pero era lo mismo. Ella estaba abajo con las piernas abiertas y el actor se las estaba cogiendo y la cámara mostraba el güevo entrando y saliendo de ella sin ningún tipo de disimulo.
Jerry había llegado a la parte alta de mis muslos. Yo había abierto un poco los muslos para permitirle que me pusiera crema y me masajeara la cara interna de los muslos, pero sus manos estaban tan cerca de mi vulva… Y entonces él puso su mano derecha sobre mi tanga, con el dedo gordo justo sobre mi clítoris.
Me mordí los labios para no gemir e inmediatamente fui a defender el campo inferior. Así como había hecho con Jamie, le quité la mano y se la baje a la pierna. El tampoco protestó.
Pero Jamie aprovechó que estaba defendiendo la zona sur, para atacar por el norte. Volvió a poner su mano en mi teta derecha y empezó a acariciarme, apretándome el pezón entre su pulgar y el índice, mientras el resto de la mano giraba alrededor de mi teta.
Con mi otra mano, traté de detener a Jamie, pero éste no la quitó de mi teta y… la verdad es que yo no hice demasiado esfuerzo.
Cerré los ojos y lo dejé hacer.
Jerry estaba otra vez con su mano en mi tanga y su dedo gordo hacía círculos sobre mi clítoris.
Entonces Jamie me quitó la mano y agarrándome la mía me la subió más arriba de mi cabeza. Para mi sorpresa, primero toqué algo caliente con la parte de atrás de la mano, pero cuando la volteé me di cuenta que ¡era su güevo!
-¡Oh Dios mío- me dije apretándoselo sin poder contenerme. -Seguramente se lo sacó sin que yo me diera cuenta-
Ya yo había perdido todo el control. Jerry me había agarrado el tanga y lo había movido de lado y mi vulva mojada y ansiosa de caricias estaba abierta a su disposición.
Mientras, Jamie había metido sus manos por debajo de mi blusa y me la había levantado hasta dejar mis tetas al aire y ahora, con toda deliberación y paciencia me acariciaba las dos. Una con cada mano, apretándome los pezones con fuerza o deslizando la punta de los dedos por la aureola o agarrando la teta completa y apretándola hasta producirme un agradable dolor.
Jerry no se quedaba atrás. Sus dedos se deslizaban arriba y abajo por mi vulva que chorreaba de placer. Unas veces me acariciaba únicamente el clítoris con movimientos circulares que me hacían girar las caderas al ritmo de sus movimientos. Otras simplemente deslizaba los dedos desde la entrada del ano, hasta arriba apretando y pellizcando delicadamente. O también me metía dos y hasta tres dedos en la vagina, acariciándome el punto G. Por supuesto que en medio de todo ese maremagnum de placeres, me di cuenta de que su güevo estaba al aire y aproveché para apretarlo entre mis piernas.
Con las manos hacía lo posible por masturbar a Jerry, pero la posición era muy incómoda así que decidí voltearme y poniéndome de rodillas, me agaché para meterme el güevo de Jerry en la boca.
Madre mía ¡qué güevo! Tal como lo había imaginado era más grande que el de mi marido. Primero le pasé la lengua por todos lados y luego me lo metí a la boca. Tuve que abrirla mucho para no hacerle daño con los dientes, pero solo me pude tragar la mitad.
-Ay mami…- gimió Jamie -qué ricooo- acariciándome la cabeza que subía y bajaba tragándole el güevo.
Jerry me quitó las pantaletas y se acomodó atrás de mi cuando de pronto sentí su lengua recorriéndome desde el culo hasta el clítoris. Tuve que sacarme a Jamie de la boca y gritar:
-Aaaaayyyy… perooo queee me haceees-
Era una pregunta retórica porque era obvio que me estaba comiendo la concha ¡y el culo!
Volvía a concentrarme en Jamie y luego de chuparme la punta de su güevo y de recorrerlo con la lengua, me lo volví a meter todo en la boca. Luego tomé aire por la nariz y lo empujé hacia mi garganta. Yo me había tragado a su padre un par de veces, pero hacía tantos años… No pude tragármelo, pero casi. Lo saqué y seguí lamiéndolo mientras jugaba con sus bolas con la mano, esperando que se me pasara el impulso de vomitar.
Jerry seguía de sus anchas allá abajo. Con tres dedos cogiéndome por la vagina y la lengua acariciándome el clítoris, empezó a jugar con mi culito, acariciándome despacio, tratando de que se relajara.
Volví a intentarlo con Jamie y acomodándome mejor para que el ángulo de su güevo en mi garganta fuese más adecuado, volví a probar. Despacio lo coloqué en el fondo de la garganta, luego tomé aire y empujé. Inmediatamente vino el reflejo de vómito, pero lo ignoré y seguí empujando y pronto me encontré con su güevo en mi garganta y mi nariz pegada a su pubis.
-Ooohhhh- gimió Jamie sintiendo como los músculos de mi garganta lo acariciaban.
Pero no aguanté mucho. Jerry se había apoderado de mi clítoris y jugueteaba de una forma tan deliciosa con él que no aguanté más y un poderoso orgasmo explotó en mi vientre.
-AAAAAAAHHHHHH… - grité luego de sacarme a Jamie de la garganta, mientras me estremecía, mi cuerpo temblaba y un chorro de fluidos inundaba las manos y la cara de Jerry.
Por unos instantes, recosté mi cabeza en el regazo de Jamie con su güevo junto a mi cara, mientras los espasmos del orgasmos me hacían estremecer una y otra vez. Cada vez más suaves. Jerry había dejado de acariciarme, esperando que disfrutara mi orgasmo en calma.
Poco a poco fui recuperando mi respiración y me dediqué de nuevo a mis deberes: ¡darle placer a mis dos hombres!
-¿Premiarlo? ¿Cómo?-
-En la parte de atrás del autobús que nos llevaba y traía a los partidos había un compartimiento separado por una cortina-
-Allí llevaban a los que se lesionaban para darles un masaje. Ya sabes-
-¡Un premio!- dije yo -¡No puede ser!-
-Pues así era. Algunos sólo recibían una pajita, una masturbación rápida-
-Otros recibían un premio mejor: una mamada-
-Eran muy buenas haciendo eso- acotó Jamie.
-No puedo creerlo- dije.
-Y el premio mayor era una cogida por toda la regla-
-Aunque a veces no se sabía quién era el que recibía el premio: el pelotero o la señora que lo daba-
-Por lo menos en nuestro caso… Jajaja-
-A nosotros siempre nos daban el premio mayor-
-Jajajaja- rieron los dos -Dígame la Sra. Jones, se ponía toda roja cuando acababa. Jajaja-
Si antes me tuve que imaginar a mis bebés cogiéndose a duo a Anna, ahora me los tenía que imaginar cogiéndose las mamás del baseball. Y a ¡algunas de mis amigas!
-Pero… ¿y los hijos de ellas qué hacían? creo que uno de ellos jugaba en el equipo-
-El también recibía su premio- dijo Jerry.
-Pero sería de la otra mamá- dije.
-Algunas veces. Otras de su su propia madre-
-¿La mamá se acostaba con su propio hijo?-
-Bueno, no sé si alguna vez él haya ganado el premio mayor-
-El era muy mal jugador- intervino Jamie.
-Pero en todo caso, más de alguna vez se fue atrás de la cortina con su mamá. No tiene que haber diferencia entre los jugadores. Decían ellas-
-Lo que recibía uno lo debía poder recibir cualquiera-
-¿Y a nadie le pareció mal que una madre tuviera relaciones sexuales con su propio hijo?-
-Bueno. En algún momento salió a relucir la conversación, pero el consenso general fue que mientras no hubiese reproducción, no había problemas-
-¿Cómo que no hubiese reproducción?- pregunte -No entiendo-
-El incesto es malo si se tienen hijos- dijo Jamie
-Estos pueden salir con defectos graves- acotó Jerry.
-Pero si no hay hijos…-
-El incesto no tiene problemas. Ese fue el consenso-
-Aaahhh- dije sorprendida por la respuesta.
-Tenía que analizar eso en detalle. En principio no me parecía, pero tenía algo de lógica- pensé, pero por ahora me pareció demasiada información.
-Bueno. Ya basta de conversación. Voy a descansar un poco- les dije recostándome en la tumbona.
Jerry se levantó, recogió la bandeja y la llevó a la cocina. Al hacerlo no pude evitar mirar su traje de baño y ver un gran bulto que había debajo. Era obvio que estaba excitado. También mire a Jamie y vi el mismo bulto. Obviamente esta conversación de contenido altamente sexual los había excitado tanto como a mi.
Yo seguía con los pezones erectos como piedras y lo peor era que no me atrevía a pasarme la mano por ellos para aliviar la tensión. Por supuesto, mi vagina estaba completamente mojada y si no fuese porque la tela del bikini lo disimulaba, se notaria que estaba empapado con mis fluidos.
Decidí acostarme boca abajo, pero primero me arreglé el bikini como me había dicho Jamie, subiendo los laterales y encajándomelo entre las nalgas para dejar que el sol me las bronceara. ¿Y enseñarles que bellas tiene las nalgas su mami? Nooo… bueno, un poco.
Cerré los ojos y traté de dormir, pero lo único que veía era a mis hijos cogiéndose a Anna, a Leonor, a cada una de sus compañeras de clase, a algunas de mis amigas ¡No podía pensar en otra cosa! Pero de pronto me di cuenta que la chica que en mi mente estaba entre mis dos hijos ¡era yo! ¡Aaaahhhh!… y me levanté de un brinco.
-¿Qué te pasa mami?- preguntó Jerry sorprendido por el brinco que había pegado.
-Nada, nada. Es que de pronto me sentí tan acalorada. Me voy a meter al agua-
-¿Nos dejas que te acompañemos?-
-Claro, mis amores ¿cómo no les voy a permitir que vengan a alguna parte conmigo?-
Mientras ellos se metían al agua, yo les di la espalda y aproveché para finalmente acariciarme los pezones… ¡Aaahhhh! cómo lo necesitaba. Después me volteé y vi a mis dos bebés nadando hacia mi.
Por un rato estuvimos jugando en el agua, sin acercarnos mucho. Era obvio que los tres estábamos electrificados y era mejor no dejar que saltara la chispa.
-Por cierto- les dije -¿cómo están de ropa ustedes?-
-¿Uh?… no sé- respondió Jamie -supongo que bien-
-A ver ¿cuántos pantalones tienes?-
-No sé, ¿tres?-
-¿Y tú Jerry?-
-Ni idea. Por ahí, tres o cuatro-
-¿Y camisas?- pregunté.
-Camisas tengo más- dijo Jerry.
-¿Cuántas?- insistí.
-No sé, mami. Suficientes-
-Bueno, está decidido. Nos vestimos y nos vamos de tiendas-
-Nooo- gimieron a duo.
-Sí señores. Vamos a comprarles algo de ropa y después les prometo…- dije sonriéndoles sensualmente y moviendo las tetas seductoramente -¡una cita!-
-¿Qué? ¿Una cita?, jajaja- dijo Jamie.
-Así es. Pueden Uds. invitarme a nuestra primera cita juntos-
-Bieeeen- dijeron ambos.
-¿Y a dónde quieres ir en nuestra primera cita?- preguntó Jerry.
-Aaaahhh. No sé. Uds. son los que invitan. Sorpréndanme-
-¡Muy bien! Prepárate-
-Siempre estoy preparada. Jajaja-
Me salí de la piscina y recogiendo el top de mi bikini y mi toalla, me dirigí hacia la casa. Mientras caminaba estaba consciente de que ambos me miraban el culo y les regalé una caminata sexy, moviéndome lo más sensualmente que podía. -¿Porqué disfruto tanto de flirtear con ellos?- pensé.
Mientras me bañaba tuve que hacer un esfuerzo para no masturbarme nuevamente. Me enjaboné los pezones más de lo necesario y luego, cuando me tocó hacerlo con la cucharita... ¡Ay, que esfuerzo tuve que hacer!
Vestirme fue todo un problema, ¡toda mi ropa era tan conservadora¡ Y yo iba a una cita, no con uno, sino con dos hombres hombres encantadores. No quería ponerme uno de esos vestidos hasta el cuello. Finalmente encontré en el fondo del closet uno blanco con grandes flores azules que me había comprado hace años y que había desechado por que era muy corto y escotado, ¡perfecto!
Me lo puse y me miré al espejo. Realmente era muy corto, pero... las chicas de ahora andaban con faldas que realmente... y hoy yo sería “una chica de ahora”
El sostén era un problema. Había escogido el más bonito que tenía, pero se salía por todas partes. Me cambié el sostén, pero el vestido tenía unas tiritas en los hombros Muy delgadas y las del nuevo sostén eran anchas. Nop. Luego de probar dos más, me decidí. Si había pasado todo el día sin sostén !podría estar el resto del día igual¡
Volví a verme en el espejo, ¡perfecto! Además, el estar si sostén me encantaba, tanto que mis pezones volvieron a surgir. Entonces me di cuenta de que el vestido no era demasiado grueso y los pezones sobresalían totalmente. Tanto que pensé en quitármelo, no podía imaginarme paseándome por el pueblo con todo el mundo viéndome los pezones.
Pero entonces vi toda la ropa que había revisado y desechado... no, tendría que ser este vestido. Y si me veían los pezones ¡que se jodan!
Terminamos las compras rápido, ambos se habían portado bastante bien. Les había comprado tres blue jeans y un pantalón de vestir a cada uno. Por supuesto que me metí con ellos al probador, disfrutando de verlos en sus pequeños interiores, como la tela es más suave, se marca más lo que hay adentro. Y lo sigo pensando: -¡eso se ve delicioso!- Su padre estaba muy bien dotado (por eso sería que la tipa se los llevó) y no había ninguna razón por la que ellos no habrían heredado las dimensiones de él. Aunque viéndolo bien, parecían más grandes.
-Mami, mami-
-¿Qué pasa?- respondí.
-Que te quedaste embobada. Te pregunté que si te parecían bien estos pantalones- dijo Jamie.
-Déjame verte… ¡Quítate la camisa- le pedí.
-¿Y para qué?- preguntó.
-Para disfrutar de tu cuerpo cariño- pensé, pero por supuesto que eso no fue lo que dije -para ver cómo te queda en la cintura-
-Ok- respondió y se sacó la camisa.
Primero disfruté de su torso desnudo, ligeramente musculoso -Coño, acabo de pasar el día con ellos en la piscina y todavía quiero verlos-
Luego me acerqué y le agarré la cintura del pantalón para ver que tan apretado le quedaba.
-Voltéate-
El lo hizo y le palpé el pantalón… y las nalgas.
-Pero mami…!- protestó riendo.
-Estoy viendo si te queda flojo por detrás. No hay nada más feo que unos pantalones bolsúos-
Nuevamente estaba haciendo trampas. Podía haber visto si le quedaban bien en las nalgas, pero había aprovechado para tocarlo… jejeje. -Estoy hecha toda una pu..- No quise ni pensar en la palabra completa, pero realmente me estaba empezando a comportar como una.
-Están perfectos, querido- le dije acariciándole la mejilla.
En eso entró Jerry con sus pantalones nuevos puestos.
-¿Y porqué estás sin camisa?- preguntó.
-Mamá que está inspeccionándome… los pantalones- respondió con una pausa sospechosa. Me parece que están empezando a sospechar.
-Vamos. Ahora te toca a tí. Quítate la camisa- le dije a Jerry.
-¿Ves? Te lo dije- dijo Jamie.
Repetí la misma operación con Jerry, sólo que los pantalones de éste sí le quedaban grandes.
-Te quedan grandes- le dije -quítate y pruébate los de Jamie. Jamie, dale tus pantalones-
-Pero si le quedan bien a él, seguro que me quedan a mi. Somos gemelos ¿recuerdas? Somos iguales-
-Si, pero uno hace más ejercicio que el otro y a lo mejor tiene más músculos-
-¿Músculos en el culo?- dijo Jamie que igual se había quitado el pantalón, quedando con sus minúsculos interiores… y con lo de adentro un poco más grande ¡le había gustado que lo tocara!
Jerry se había quitado los pantalones y como a él no le había dado el tratamiento, el “bulto” en los interiores era menor. -Déjame que te toquetee, cariño, a ver cómo te pones- pensé.
Repetí el proceso con Jerry, tocándole la cintura y luego las nalgas y, como Jamie, protestó.
-Te quedan perfectos- le dije -ahora quítatelos para que se prueben éstos- les dije agarrando unos pantalones finos de lino. Cuando Jerry se quitó los pantalones, el paquete había crecido, tal como lo esperaba.
Cuando se probaron los otros pantalones, no quise abusar de mi flirteo con ellos. Ya llevábamos demasiadas horas en eso ¡y todavía no eran ni las 5 de la tarde!
-Bueno- les dije -ya terminamos las compras. Ya tienen pantalones, camisas y ropa interior nueva para por lo menos un año. Cualquier cosa adicional me avisan o lo compran Uds. y me pasan la cuenta-
-Claro mami- respondieron contentos de haber terminado.
-Y ahora les toca Uds. Desde este momento soy su “levante” y Uds. tienen que procurar divertirme-
-¿Levante? Mami, nadie dice eso ahora. Jajaja-
-Pues Uds pueden decirle como quieran, pero lo que no pude decirme a mi ¡es que estoy vieja!- dije frunciéndoles el ceño.
-Oh, no. Empezamos mal hermano-
-Hola Raquel- dijo Jerry llamándome por mi nombre por primera vez en su vida -¿quieres venir a comerte un helado con nosotros?-
-No se…- respondí haciéndome la difícil.
-Por favor, Raquel- intervino Jamie -te prometo que te trataremos como a una princesa y que te vas a a divertir-
-¿Como una princesa? ¿no como una reina?- dije picándolos.
-Te trataríamos como a una reina, pero tu eres demasiado joven para ser una reina. Mas pareces una princesa-
-Muy bien- dije sonriendo -como una princesa entonces-
Con cada uno de ellos tomándome por un brazo, fuimos al carro a dejar los paquetes.
-Qué lindo carro- les dije, dándoles las llaves -¿Es de Uds?-
-Nos lo prestaron, pero la dueña es familia nuestra-
Entonces Jerry me abrió la puerta para que yo entrara. Luego me dijo.
-Si te pones en el medio, creo que cabemos los tres adelante- me dijo.
Me rodé al medio, mientras Jamie se montaba al volante y Jerry a mi lado. Si, cabíamos los tres pero un poco apretados. Pero a mi me encantó la idea, me permitía apretarme con ellos y no tenía que dar ninguna excusa.
La primera parada fue en una heladería, donde cada uno pidió lo mismo que pedían desde que tenían 5 años: Jamie un cono con tres bolas, dos de chocolate y una de mantecado; Jerry un cono con tres bolas, dos de mantecado y uno de chocolate. Yo me comí una sola bola de chocolate, ¡había que mantener la línea!
Terminado los helados, cruzamos la calle y fuimos a jugar golf en miniatura, otro de nuestros favoritos de la juventud. ¡Cuantas veces habíamos hecho eso cuando eran unos niños!
Cuando eran unos niños yo ganaba siempre, luego por un tiempo estuvimos parejos, pero desde que ellos fueron adolescentes, nunca volví a ganar uno juego. Pero igual siempre lo disfrutamos.
Esta vez no era distinto en cada hoyo ellos me sacaban uno o dos golpes de ventaja. Entonces, por divertirme, decidí hacer un poquito de trampa. En el siguiente hoyo, cuando Jerry iba a hacer un golpe relativamente fácil me puse en su línea de vista y agachándome un poco, dejé que viera profundamente en mi escote. Había pasado la tarde con los senos desnudos delante de ellos, pero verlos por el escote le daba un toque muy sexy.
-Ups- dijo cuando la pelota de golf salió completamente fuera de rumbo.
-Ooohhh, disculpa- le dije -no quería distraerte-
-El estaba sonrojado y no dejaba de verme las tetas-
-No, no te preocupes. No fue nada. Sólo una mosca que me molestó en la cara al momento de golpear la pelota-
Luego fue el turno de Jamie, no en ese mismo hoyo, sino más tarde en el juego. Ya había perdido, pero Jamie estaba ganándole a Jerry por un golpe, justo el error causado por mi antes. Así pues, cuando a Jamie le tocaba golpear, al igual que antes, me puse en su linea de vista, le di la espalda y me agaché un poco, eso hizo que el vestido, bastante corto de por sí, se levantara dejándole ver una considerable porción de mi muslo. Para mejorar el efecto, metí mi mano por detrás y levanté la falda aún más para rascarme la pierna o mejor dicho, la parte baja de la nalga. Considerando que tenía una tanga pequeñita, Jamie tuvo una oportunidad de verme el culo desnudo por unos segundos. Nuevamente, era menos de los que habían visto esta tarde en la piscina, pero considerando el lugar y la situación, era una visión encantadora.
Jamie falló el tiro escandalosamente, pero a diferencia de Jerry, no dijo nada, aunque la cara se le puso también roja.
El resto del juego transcurrió sin mayores sobresaltos, aunque yo continué provocándolos con mi vestido: girando rápido para que la falda se levantara, recostándome de algo con los brazos bajo los pechos para que éstos se subieran más por el escote. En fin, manteniéndolos atentos. Jejeje.
Al terminar de jugar preguntaron:
-¿Qué tal un juego de bowling?- dijo Jamie mientras devolvíamos los palos de golf.
-Me encantaría- les dije -pero la verdad es que con este vestido no podría jugar-
-Bueno, de todas formas es ya un poco tarde, ¿qué tal una cena?-
-Ooohhh, perfecto. Me muero de hambre- dije.
-¿Qué quieres comer?-
-Uds. deciden. Ya saben las reglas del cortejo. Deben impresionarme-
-Muy bien, vamos entonces-
Volvimos a meternos en el carro. Cuando me senté, me di cuenta de que la falda se me había subido un poco y dejaba tanta piel de mis piernas que si no fuese porque las tenía cuidadosamente cerradas, se me verían las pantaletas. Cosa que ellos disfrutaron durante el corto trayecto hasta el restaurante.
La selección del restaurante me sorprendió. Así, como habíamos comido helado y jugado mini-golf, cosas que les gustaba cuando muchachos, suponía que me llevarían a su restaurant favorito: la pizzería DiMarco. Pero no, cuando nos detuvimos fue frente al restaurant francés Pierre, donde un mozo tomó el carro y lo llevó a parquear a algún sitio, no sin antes mirarme las piernas cuando me bajé (bueno, creo que las piernas y algo más, porque me cuesta manejar estos vestidos tan cortos).
Entramos y los muchachos me llevaron a una mesa un poco apartada, lo que me divirtió un mucho. Por supuesto, Jamie me apartó la silla para que me sentara y Jerry esperó a que yo estuviese sentada antes de sentarse ellos ¡qué caballeros!
Pedimos la carta de vinos y se acercó una mesera jovencita para que seleccionáramos lo que queríamos. Yo dejé que ellos pidieran y luego de consultarme qué iba a comer, se decidieron por una botella de Chardonnay californiano de buen precio. La mesera se retiró no sin echarme una profunda mirada en el escote. ¡Estos nuevos tiempos eran tan raros! Lo peor es que no sólo no me molestó, sino que hasta le sonreí.
Al poco rato regresó con la botella y se colocó a mi lado a abrirla. La posición que escogió era a mi izquierda y un poco por detrás, lo que le permitía verme las tetas sin que fuese demasiado evidente. Yo me estaba divirtiendo de lo lindo y disimuladamente halé el vestido un poco hacia abajo para aumentar el escote. Las tetas las tenía tan afuera que por un momento temí que las aureolas se viesen. Ni que decir que los pezones estaban tan duros que dolían.
La chica se puso tan nerviosa que no acertaba a abrir la botella. Finalmente lo logró y me sirvió para que probara. Yo la miré con la mirada más seductora que tenía y le indiqué que era Jamie el que debía probarlo. Ella se sorprendió, pero le pasó la copa a Jamie, que luego de probarlo se la dio a Jerry. Ambos aprobaron el vino y la muchacha nos sirvió las copas. Todos le dimos las gracias, pero ella sólo tenía ojos para mi.
-Raquel ¿le estabas coqueteando a la mesera?- preguntó Jerry con una sonrisa en la cara.
-Si- le respondí para su sorpresa -es una chica tan linda…-
-No sabía que te gustaran las chicas- dijo Jamie con el ceño fruncido.
-No me gustan. O quizás deba decir que pensé que no me gustaban, pero luego de todos los cuentos que me echaron Uds de las chicas “bi”, pienso que a lo mejor…- y dejé arrastrar la frase.
-¿A lo mejor qué?- dijo Jerry.
-¡Que a lo mejor podía ponerlos celosos a Uds! Jajaja- dije sin reconocer que de verdad me había encantado flirtear con la chica.
-¡Y lo lograste!- dijo Jamie sonriendo y tomándome la mano.
-Si ¿verdad?- les dije a ambos.
Jerry también me tomó la mano y yo les lancé un beso a cada uno antes de pedirles que me soltaran para poder brindar.
Brindamos por nosotros, por sus estudios y por este día tan bonito que habíamos pasado… y se acabó el vino de las copas. La mesera se acercó inmediatamente hacia nosotros y nos rellenó las copas, pero esta vez le sonreí de una forma mas neutral, lo que pareció no gustarle. Menos cuando vió como los muchachos me tomaban nuevamente las manos. Seguro que pensaría que era una reunión muy rara.
Luego pedimos la comida. Siendo un restaurant francés sabía que las porciones serían pequeñas, así que me atreví a pedir entrada, una paté de province y un file mignon de segundo. Ellos pidieron también dos platos y pronto empezamos a comer despacio, tocándonos las manos y los brazos continuamente, mientras flirteábamos mutuamente descaradamente.
La botella de vino se acabó y pedimos una segunda, pero no quería que ellos bebieran mucho, uno de los dos tenía que manejar. Propuse echar a suerte quién no bebería, pero ellos se negaron y dejaron de beber los dos, lo que dejo la mayor parte de la botella por mi cuenta, lo que yo lamentaría después.
Terminamos la cena luego de mucho rato en que comimos rico y nos reímos como locos. Yo estaba un poquitín pasada de tragos y me sentía muy contenta y atrevida.
-No se debe ir a la primera cita con un hombre y beber demasiado- les dije.
-Pero no estás con un hombre- dijo Jerry.
-¡Estás con dos!- completó Jamie.
-Peor- dije -a lo mejor deciden aprovecharse de mi-
-Claro que vamos a aprovecharnos de ti- dijo James -¡vamos a dejar que pagues la cuenta!-
-¿Ves? Ya lo sabía yo. Uds. están conmigo sólo por mi fortuna. Seguro que se van a aprovechar de mi debilidad- dije.
-Jajaja-
Cuando terminamos pagué la cuenta, no sin dejar una muy buena propina a la mesera. Aprovechando para echarle una mirada de arriba a abajo con mi mejor cara de deseo, lo que la dejó toda nerviosa.
Luego nos paramos y nos fuimos en busca del carro. Yo iba agarrada a los brazos de cada uno de ellos, muy pegada. Tanto que sentía como mis pechos se restregaban contra sus brazos con cada paso que daba.
Mientras esperábamos que el chico trajera el carro del estacionamiento me volteé hacia Jamie y le dije:
-Jamie. Muchas gracias por una deliciosa cena- y para su sorpresa, le di un corto beso en los labios.
Entonces me volteé y repetí lo mismo con Jerry:
-Jerry. Muchas gracias por esta hermosa velada- y también le di un beso en los labios. El, sin embargo, estaba preparado y me sujetó por la cintura y atrayéndome hacia él hizo que el beso durara un poco más.
Yo lo empujé suavemente y él se apartó, deslizando su lengua por los labios, saboreando el beso.
-No. Gracias a ti mam… Raquel por este día tan lindo- dijo Jerry y cuando iba a acercarse a besarme de nuevo, Jamie me volteó hacia él, halándome y pegando su vientre contra el mío.
-Raquel. Ha sido un placer y un honor que hayas venido a esta cita con nosotros- y cuando iba a besarme, el carro se detuvo a nuestro lado, sacándome del hechizo en que estaba y permitiéndome reaccionar.
-Muy bien- les dije volteándome hacia el carro -creo que mejor nos vamos-
Nos sentamos en el carro y apenas empezamos a rodar, sentí la mano de Jerry (iba manejando Jamie) colocarse en mi muslo desnudo. No le dije nada, pero coloqué mi propia mano sobre la suya de forma tal que no pudiera moverla hacia arriba. Unos instantes después, Jamie hizo lo mismo, con el mismo resultado.
El camino a la casa no era muy largo y aunque ambos intentaron mover sus manos más arriba, no los dejé, presionándoselas levemente para mantenerlas en su puesto.
No es que no deseara que me tocaran. De hecho me moría de ganas de sentir sus manos explorándome toda, de sentir sus besos en mis labios… pero no se podía.
Así pues llegamos a la casa y antes de que fuesen a intentar algo en el carro les propuse que viéramos una película en la sala.
-¿Y no vamos a darnos un besito de despedida por la primera cita?- preguntó Jerry.
-Oh, no. Yo no beso nunca en la primera cita- les dije con la sonrisa más pícara que pude -van a tener que invitarme otra vez si quieren llegar a primera-
-Jajaja-
-¿Y cuántas citas para llegar a segunda?- dijo Jamie.
-Eso lo decidiré después de que lleguemos a primera. Jajaja-
Ellos se resignaron a que no habría mas besos, ni mas tocamientos y entramos en la casa.
-Voy a ponerme la pijama para ver cómodamente película- dije dirigiéndome a mi cuarto.
-Buena idea Raquel- contestó Jerry.
-Raquel nada- respondí -la cita con Raquel ya se acabó, ahora soy tu mami otra vez-
-Jajaja. Está bien, mamacita- dijo Jamie riendo.
Cuando llegué a mi cuarto, lo primero que hice fue quitarme el vestido y las pantaletas, que estaban completamente mojadas, e ir al baño a refrescarme. Me lavé la totora para quitarle el olor a sexo que tenía y cuando me iba a quitar el maquillaje, decidí que no. Que quería seguir viéndome linda.
Regresé al cuarto y saqué los shorts… pero entonces pensé que si nos acostábamos como el día de ayer, tendría las piernas desnudas sobre Jamie y era muy peligroso, así que me puse uno pantalones largos de tela muy delgada, pero que me cubrían hasta los pies. Arriba me puse una franela medio escotada. Pensé lo mismo, pero igual me habían visto las tetas ya tantas veces… Me miré en el espejo, me arreglé los pelos un poco y me fui a la sala.
Allí me esperaban mis dos querubines, con sus shorts y sus franelas de dormir… y una copa de vino para mi.
-Mmmm… no sé si voy a tomar más vino- les dije sorbiendo un poco -No debería tomar más, no debo emborracharme, pero está tan sabroso…- pensé.
-¿Quién selecciona la película?- pregunté.
-Yo- dijo Jamie, sentándose en el lado derecho del sofá.
Jerry se sentó en el extremo izquierdo y yo me acosté en el medio, con la cabeza en el muslo izquierdo de Jamie y las piernas sobre las de Jerry.
-Voy a darte un masaje en los pies, mami. ¿Está bien?- preguntó Jerry.
-Ay hijo, qué rico, gracias- respondí -¿Y qué vamos a ver Jamie?-
-Hay una película que quiero ver, la presentaron en el festival de Cannes del año pasado o el antepasado-
-¿Y ganó?- pregunté.
-Bueno, hubo muchas discusiones, porque la película fue considerada un poco pasada-
-¿Muy violenta?-
-No, muy sensual. Hay quien la consideró pornográfica y por eso no la admitieron en el concurso. La presentaron de todas maneras en forma extraordinaria-
-Uhhh, no sé- dije dudando. Lo último que necesitaba era ver una película pornográfica con mis hijos. Con todo lo que habíamos hecho todo el día y cómo nos habíamos acariciado en la cena…
-Bueno- dijo Jamie -la empezamos a ver y si vemos que se pone muy raunchie la quitamos ¿te parece?-
-Muy bien- acepté.
A todas estas Jerry se había apoderado de mis pies y con un pote de crema que había sacado de no se donde, me estaba masajeando los pies de forma maravillosa.
La película empezó e inmediatamente me di cuenta de porqué la habían rechazado. Una pareja se encontraba en una cama y ella estaba acostada con la cabeza en su estómago, tenía el güevo del tipo en la mano y lo masturbaba lentamente. La vulva de ella no se podía ver bien, pero era obvio que la mano de él estaba masturbándola a ella. Los nombres del elenco iban desfilando por la pantalla.
Iba a decirle que parara y cambiara la película, pero me produjo un poco de curiosidad la presentación de la película. ¿Si así empezaba qué vendría después?
Entonces la mano de Jamie se posó sobre mi estómago. Me puse tensa un instante, pero como no la movió hacia mis tetas, no le dije nada. Jerry había terminado con mis pies y ahora me masajeaba las piernas hasta donde el pantalón lo permitía.
La película comenzó (no sin antes mostrar al tipo acabando sobre la pierna de la actriz) y las siguientes escenas fueron más o menos normales. El actor principal interactuaba con una mujer, su esposa aparentemente y que era una mujer distinta a la del inicio, y con su hijo de meses. El bebé lloraba y él lo cargaba.
Cerré un momento los ojos y habían pasado unos minutos, creo. La pareja en la película discutía fuertemente pero no entendía porqué. Jerry seguía con sus masajes. Ahora metía la mano por dentro del pantalón para llegar a mis rodillas.
En la película había aparecido de nuevo la primera mujer que reía y jugaba con el hombre. Entonces entendí que eran escenas distintas en el tiempo. La morena (la que lo había masturbado) era una pareja anterior y la rubia había venido después.
-¿Qué haces?- le pregunté a Jerry que trataba de quitarme el pantalón.
-Para seguir masajeandote la piernas tengo que quitarte esto- dijo señalándome el pantalón.
Yo no estaba segura de dejarle quitarme el pantalón. Tenía puesto un tanga chiquitico, pero…
Jerry me agarró la cintura del pantalón y empezó a tirar hacia abajo, entonces yo levanté el culo y dejé que me lo quitara.
Entonces el lo puso en la mesa a su lado izquierdo y echándose más crema en las manos, empezó a con los muslos.
-MMmmm- pensé. Me encantan sus manos, pero no puedo dejarlo que siga.
Entonces, Jamie levantó su mano izquierda que estaba en mi estómago, se rascó la nariz y de regreso la colocó… en mi teta derecha.
Un corrientazo de placer recorrió mi cuerpo, pero no podía dejar que me acariciara las tetas, así que le tomé la mano y se la moví a mi estómago. El me dejó y se quedó quieto por un rato.
Mis pezones iban a reventar. La caricia de Jamie me había encantado, pero no debía… no debía.
En la película los dos protagonistas hacían el amor deliciosamente. Quizás no fuese pornográfica, pero era lo mismo. Ella estaba abajo con las piernas abiertas y el actor se las estaba cogiendo y la cámara mostraba el güevo entrando y saliendo de ella sin ningún tipo de disimulo.
Jerry había llegado a la parte alta de mis muslos. Yo había abierto un poco los muslos para permitirle que me pusiera crema y me masajeara la cara interna de los muslos, pero sus manos estaban tan cerca de mi vulva… Y entonces él puso su mano derecha sobre mi tanga, con el dedo gordo justo sobre mi clítoris.
Me mordí los labios para no gemir e inmediatamente fui a defender el campo inferior. Así como había hecho con Jamie, le quité la mano y se la baje a la pierna. El tampoco protestó.
Pero Jamie aprovechó que estaba defendiendo la zona sur, para atacar por el norte. Volvió a poner su mano en mi teta derecha y empezó a acariciarme, apretándome el pezón entre su pulgar y el índice, mientras el resto de la mano giraba alrededor de mi teta.
Con mi otra mano, traté de detener a Jamie, pero éste no la quitó de mi teta y… la verdad es que yo no hice demasiado esfuerzo.
Cerré los ojos y lo dejé hacer.
Jerry estaba otra vez con su mano en mi tanga y su dedo gordo hacía círculos sobre mi clítoris.
Entonces Jamie me quitó la mano y agarrándome la mía me la subió más arriba de mi cabeza. Para mi sorpresa, primero toqué algo caliente con la parte de atrás de la mano, pero cuando la volteé me di cuenta que ¡era su güevo!
-¡Oh Dios mío- me dije apretándoselo sin poder contenerme. -Seguramente se lo sacó sin que yo me diera cuenta-
Ya yo había perdido todo el control. Jerry me había agarrado el tanga y lo había movido de lado y mi vulva mojada y ansiosa de caricias estaba abierta a su disposición.
Mientras, Jamie había metido sus manos por debajo de mi blusa y me la había levantado hasta dejar mis tetas al aire y ahora, con toda deliberación y paciencia me acariciaba las dos. Una con cada mano, apretándome los pezones con fuerza o deslizando la punta de los dedos por la aureola o agarrando la teta completa y apretándola hasta producirme un agradable dolor.
Jerry no se quedaba atrás. Sus dedos se deslizaban arriba y abajo por mi vulva que chorreaba de placer. Unas veces me acariciaba únicamente el clítoris con movimientos circulares que me hacían girar las caderas al ritmo de sus movimientos. Otras simplemente deslizaba los dedos desde la entrada del ano, hasta arriba apretando y pellizcando delicadamente. O también me metía dos y hasta tres dedos en la vagina, acariciándome el punto G. Por supuesto que en medio de todo ese maremagnum de placeres, me di cuenta de que su güevo estaba al aire y aproveché para apretarlo entre mis piernas.
Con las manos hacía lo posible por masturbar a Jerry, pero la posición era muy incómoda así que decidí voltearme y poniéndome de rodillas, me agaché para meterme el güevo de Jerry en la boca.
Madre mía ¡qué güevo! Tal como lo había imaginado era más grande que el de mi marido. Primero le pasé la lengua por todos lados y luego me lo metí a la boca. Tuve que abrirla mucho para no hacerle daño con los dientes, pero solo me pude tragar la mitad.
-Ay mami…- gimió Jamie -qué ricooo- acariciándome la cabeza que subía y bajaba tragándole el güevo.
Jerry me quitó las pantaletas y se acomodó atrás de mi cuando de pronto sentí su lengua recorriéndome desde el culo hasta el clítoris. Tuve que sacarme a Jamie de la boca y gritar:
-Aaaaayyyy… perooo queee me haceees-
Era una pregunta retórica porque era obvio que me estaba comiendo la concha ¡y el culo!
Volvía a concentrarme en Jamie y luego de chuparme la punta de su güevo y de recorrerlo con la lengua, me lo volví a meter todo en la boca. Luego tomé aire por la nariz y lo empujé hacia mi garganta. Yo me había tragado a su padre un par de veces, pero hacía tantos años… No pude tragármelo, pero casi. Lo saqué y seguí lamiéndolo mientras jugaba con sus bolas con la mano, esperando que se me pasara el impulso de vomitar.
Jerry seguía de sus anchas allá abajo. Con tres dedos cogiéndome por la vagina y la lengua acariciándome el clítoris, empezó a jugar con mi culito, acariciándome despacio, tratando de que se relajara.
Volví a intentarlo con Jamie y acomodándome mejor para que el ángulo de su güevo en mi garganta fuese más adecuado, volví a probar. Despacio lo coloqué en el fondo de la garganta, luego tomé aire y empujé. Inmediatamente vino el reflejo de vómito, pero lo ignoré y seguí empujando y pronto me encontré con su güevo en mi garganta y mi nariz pegada a su pubis.
-Ooohhhh- gimió Jamie sintiendo como los músculos de mi garganta lo acariciaban.
Pero no aguanté mucho. Jerry se había apoderado de mi clítoris y jugueteaba de una forma tan deliciosa con él que no aguanté más y un poderoso orgasmo explotó en mi vientre.
-AAAAAAAHHHHHH… - grité luego de sacarme a Jamie de la garganta, mientras me estremecía, mi cuerpo temblaba y un chorro de fluidos inundaba las manos y la cara de Jerry.
Por unos instantes, recosté mi cabeza en el regazo de Jamie con su güevo junto a mi cara, mientras los espasmos del orgasmos me hacían estremecer una y otra vez. Cada vez más suaves. Jerry había dejado de acariciarme, esperando que disfrutara mi orgasmo en calma.
Poco a poco fui recuperando mi respiración y me dediqué de nuevo a mis deberes: ¡darle placer a mis dos hombres!
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