Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 18 años que sueña con la típica vida de una chica de ciudad, llena de locuras, deseos y sobre todo mucho sexo desenfrenado. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 7: Juego de poder
Después de unas vacaciones de invierno bastante cargadas de sexo junto a Ezequiel volví a Rosario con la idea de poner las cosas un poco en orden. Es verdad, habían sido unas vacaciones bien moviditas, con muchos momentos incómodos al tener que ver a Gabriel y a Noelia juntos de la mano y besándose en frente mío como si nada, pero yo me desquitaba teniendo sexo con la persona que él más odiaba. Ezequiel era un as de las salidas clandestinas. Todos sabían de nuestra primera vez después del boliche, pero ninguno se enteró que la cosa siguió después de eso y nosotros decidimos guardarlo como un secreto nuestro. Ni siquiera Belén y Cintia sospechaban que algo nuevo había pasado, ya que él se encargaba de hacernos desaparecer de un segundo al otro de alguna manera y cuando la luz del día pegaba, no nos veían juntos en ningún momento. Los encuentros eran todos iguales, cargados de mucho sexo violento, chirlos, besos fogosos, palabras provocadoras y sobre todos mucha leche. Esas vacaciones fueron un alivio después de unas semanas complicadas.
Pero tenía que volver a la ciudad y afrontar la realidad que estaba decidida a no darme una semana de tranquilidad. La facultad se volvía cada vez más complicada y demandante, Vanina y Laura estaban decididas a alejarse completamente del grupo junto a Facundo y Lautaro, Valentín que parecía desanimado con sus estudios y pensaba en abandonar la carrera y Guillermina que frente a la reacción de las otras chicas no paraba de victimizarse y de hablar mal de Laura en todo momento. Por suerte para mi existió una persona que cayó casi que del cielo y comenzó a relacionarse mucho más conmigo.
Desde aquella tarde en el parque, Maipi y yo hablábamos con más frecuencia, nos tratábamos con mucha más amabilidad y hasta intentábamos cruzarnos ya sea en clase o en los pasillos. Tan solo 3 días después del retorno a clases, me invitó a su casa a tomar unos mates a la tarde y yo accedí con la idea de darle una oportunidad a nuestra posible amistar. Ese mismo día comenzamos a relacionarnos y con el correr de los días siguientes iríamos convirtiéndonos en grandes amigas. A su vez, Maipi y Nicolás se llevaban muy bien por lo que en cuestión de pocas semanas se armó un grupito de 3 que nos movíamos y estábamos juntos a cada momento.
- Nico está re enamorado de vos, boluda.- Me dijo Maipi un día al salir de una clase.
- Nada que ver. Si después de esa vez que estuvimos no pasó más nada.- Le contesté yo.
Obviamente que yo también me había dado cuenta de que él seguía interesado en mí, pero la actitud y la forma de comportarse cuando estábamos solos me seguía pareciendo la de un nene chiquito. El único momento en el que Nicolás se había comportado como una persona más madura fue cuando tuvimos sexo y la verdad que eso me había encantado, pero tampoco quería lidiar con ese cambio de personalidad constante, algo que no me soportaba. Por ahora volvíamos a ser solo amigos, por más que los dos sentíamos algo más por el otro.
Las cosas se pusieron más raras cuando Vanina y Cintia me invitaron una tarde a la casa de la primera a tomar algo y conversar un rato. Obviamente yo accedí por más que me di cuenta de la evasiva invitación a Guillermina, pero decidí ir a ver qué era lo que pasaba. Ella parecía que querían seguir siendo amigas mías, de hecho en más de una ocasión la conversación se fue llevando como si no hubiese ningún problema de por medio. El problema era que Guillermina para ellas ya era una especie de traidora que debía ser eliminada del grupo, algo que no me gustó ya que yo la seguía queriendo y era mi amiga, sin embargo cuando esos temas salían a la luz yo miraba para otro lado y me dedicaba a escuchar.
El punto máximo de la tarde se dio cuando Vanina contó abiertamente su versión de la historia con Facundo. “Él solo quiere boludear y yo no me banco el boludeo” dijo después de dar una larga explicación acerca de sus salidas, sus encuentros y sus momentos más íntimos. Parecía que a Vanina le gustaba Facundo de una manera más que solo física (algo que nunca entendí) y quería una relación con él por más que él estaba empeñado en usarla solo para sacarse sus ganas. Hasta el momento Facundo y yo no nos habíamos relacionado en lo más mínimo después de su cumpleaños.
- Es una mentirosa. Facundo en ningún momento le dijo que quería solo sexo con ella.- Nos contó Valentín a Guille y a mí cuando nos reunimos al día siguiente y yo les dije lo que había pasado.
Al parecer, desde el punto de vista de Facundo, él estaba con ganas de avanzar en una relación con Vanina, no obstante ella le puso un parate porque no quería que mi relación con él afectara la suya. “Pero si yo no estoy en nada con Facundo hace meses” me excusé indignada y tanto Valentín como Guillermina me dijeron que ellos ya sabían y que no me enojara con ellos. Pero la excusa estúpida de Vanina me había hecho enojar, no había nada que me molestara más que la gente hablara estupideces de mí.
La situación más horrible me pasó en medio de una clase. Después de tener que sentarme sola porque llegué unos minutos más tarde, fui a saludar a Facundo y a Lautaro que estaban ahí nomás de donde estaba yo. Sin embargo ellos casi que me ignoraron y cuando les pregunté que les pasaba Facundo me dijo que nada, pero a Lautaro se le escapó un “Cuando venga Laura…” antes de que su amigo lo cortara. “¿Laura les dijo que no me hablaran si no estaba con ella?” les pregunté y Facundo rápidamente me dijo que no, que nada que ver, pero el silencio de Lautaro lo condenó. “Dominado” pensé yo y me alejé indignada. El resto de la clase estuve totalmente ofendida y con la cabeza en otro lado, a tal punto que cuando terminó el horario de la clase me quedé sentada sola en mí asiento.
- ¿Te pasa algo?- Me preguntó el ayudante de cátedra.
- No.- Le respondí yo y me paré y entré a caminar hacia la puerta.
- ¿Celeste, verdad?- Me preguntó rápido él y me di vuelta para hablar unos segundos con él.
- Sí.- Le dije yo.
- Mirá… Me di cuenta que hace unas semanas estás medio bolada o distraída,- Empezó diciéndome él. Era un chico un año más grande que yo y bastante copado.- no sé si es por alguna razón en particular, pero no te decaigas. Venías muy bien con la facu vos.
No sé porque, pero por alguna extraña razón esas palabras de motivación me ayudaron bastante. Lo miré con una sonrisa y después de agradecerle, sin poder contenerme fui y lo abracé y él me devolvió el abrazo. Salí caminando decidida del salón. Si Vanina y Laura estaban decididas a dejarme de lado y a usarme para hacerme pelear con Guillermina, yo no les iba a dar cabida. Lo que si iba a hacer era darles un justificativo para que hablaran estupideces de mí, después de todo lo iban a hacer de cualquier manera.
El segundo fin de semana de Septiembre propusieron una salida y después de un tiempo me invitaron a mí y a Valentín que parecía que estábamos vedados de cualquier encuentro. Decidí ir vestida para matar, el calor se empezaba a notar en la ciudad y sabía que Vanina y Facundo hacía tiempo que no tenían relación alguna por lo que era la oportunidad de hacerlo mío. Después de una previa bastante intensa con muchos tragos y música bien fuerte, terminamos en un boliche lleno de gente donde era casi imposible moverse.
Se dio un problema, Nicolás estaba ahí con algunos amigos de su pueblo y estaba algo borracho, eso quiere decir que apenas me vio vino para encararme e intentar estar conmigo. Logré sacarlo a tiempo de que hiciera alguna estupidez, sin embargo los chicos lo vieron y se rieron cuando se dieron cuenta de que yo me estaba yendo con él. “¿Qué haces idiota?” le pregunté enojada cuando intentaba darme un beso nuevamente. Nico intentó besarme en más de una ocasión y se hacía el desentendido cuando yo le decía que no, pero fui lo suficientemente clara y directa al decirle que no me interesaba estar con él a menos que fuese sobrio. Lo dejé plantado y volví a la ronda.
No me fue muy difícil remontar la vuelta. A los pocos minutos de que me volví a encontrar con los chicos y que le aclaré que entre Nicolás y yo no pasaba nada, Vanina y Laura decidieron ir al baño y Lautaro aprovechó para ir a la barra a comprar algo. En el momento en el que Valentín se dio cuenta de mi mirada, acompañó a Lautaro y me dejó sola con Facundo. Seguimos bailando como si nada, pero enseguida me pegué a él y me puse a bailar muy sensualmente frente a su rostro y con mis brazos por encima de sus hombros. Estábamos a centímetros de distancia. Pude notar en sus ojos las ganas de comerme la boca una vez más y supe que su cerebro celebraba una disputa interna sobre si tenía o no que estar conmigo. Pero yo fui más rápida que su mente.
Me acerqué a él y lo besé con la boca abierta y enseguida recibí una respuesta favorable de su parte. Comenzamos a transar muy apasionadamente y cuando se dio cuenta de que en cualquier momento podían llegar las chicas se alejó y me dijo que ahí no, que esperáramos unos minutos y nos íbamos a mi departamento. Mi sonrisa no pudo ser más inmensa.
Cuando volvieron las chicas él no sabía qué hacer, se lo notaba incómodo no porque algo le molestaba, sino porque se estaba muriendo de ganas de irse del lugar para poder estar conmigo. Y yo, que esa noche me sentía una verdadera hija de puta, me encargué de calentarlo lo más disimuladamente posible. Lo acariciaba y lo tocaba cuando los demás no estaban mirando. Le guiñaba un ojo o le cantaba las canciones. Rozaba nuestros cuerpos y cuando podía apoyaba mi cola sobre su cintura. El único que se dio cuenta de lo que estaba pasando fue Valentín, que no podía parar de reírse de cómo Facundo sufría.
Dejamos a Laura y a Lautaro en la casa de ella y después seguimos en el auto hasta lo de Vanina que parecía no querer bajarse al darse cuenta que si lo hacía nos dejaba solos. Una vez que no había más nadie en el auto, frenó a las pocas cuadras y comenzamos a besarnos como desesperados. Él se abalanzó sobre mí violentamente y metió su lengua en mi boca mientras que sus manos como locas intentaban sacarme la ropa. “¿No querés que vayamos a casa?” le pregunté cómo pude y entre besos y toqueteo me contestó que no, que no se podía aguantar más las ganas. Su calentura me fascinó y dejé que las cosas se dieran ahí mismo.
De manera brusca y desesperada nos mudamos a la parte de atrás del auto y nos recostamos sobre los asientos como pudimos. Sus manos estaban como locas y me levantaron la remera al mismo tiempo que se metían por dentro de mi short y comenzaban a tocarme por encima de la tanguita que tenía puesta. “Cómo te gusta calentarme hija de puta” me dijo él pasando su mano de atrás hacia adelante y apretando bien fuerte mi cola. Los besos ya eran por todo el cuerpo, en los labios, en la cara, en el cuello, detrás de las orejas, sobre los hombros.
Facundo me terminó sacando el short y después se sentó en el asiento del medio como puso. Rápidamente yo me acomodé encima de él y le bajé el cierre del pantalón y después el bóxer haciendo que su pija se asomara por un espacio casi diminuto. Estaba tan dura y yo tan mojada que no hizo falta ningún juego previo. Me senté sobre su verga que no daba más de lo firme que estaba y comencé a moverme como loca, cogiéndomelo con muchísimas ganas.
Él posó sus manos sobre mi cola y estiró sus dedos para entrelazarlos con la tanguita que seguía firme en su lugar. Yo movía mi cintura hacia arriba y hacia abajo y mi cabeza golpeaba contra el techo del auto en cada movimiento que daba. Él estaba fascinado con mi actitud, ya habíamos vivido experiencias similares, pero estos casi 3 meses de no estar juntos hicieron que la espera sea mucho más caliente y sobre todo mis ganas de volverlo loco eran lo que le ponían un toque de emoción. Nuestros labios se encontraron en un beso al mismo tiempo que yo empecé a moverme más rápido.
Me era muy difícil controlar mis gritos y gemidos. La pija de 18 centímetros de Facundo se adentraba en mi conchita mojada y me provocaba un placer increíble que iba desde la punta de mis pelos hasta los dedos de mis pies. Sus manos se aferraban firmemente a mi cola y hacían fuerza hacia arriba cada vez que yo movía mi cuerpo. Mi respiración era cada vez más agitada y el calor se hacía notar en los vidrios que comenzaban a empañarse a nuestro alrededor. Notaba en el rostro de Facundo que no daba más de la calentura.
Levanté mi cuerpo y me corría a un costado y antes de que él pudiera reaccionar me agaché para tener su pija en mi boca. Empecé a chupársela a toda velocidad, moviendo mi cabeza hacia arriba y hacia abajo, pasando mi boca por todo su tronco hasta llegara a la cabeza que estaba toda roja a punto de estallar. “Sí, seguí” logró gemir él que se mordía los labios para no acabar tan rápido. Pero le fue imposible. Comenzó a acabar toda la lechita acumulada que venía guardando desde que lo calenté adentro del boliche y me llenó la boca con ella. Para el gran final, con la boca totalmente cargada, me volví a sentar encima de él frente a su cuerpo y despacito fui dejando que me cayera todo su semen por la pera y que fuera a parar a su remera y a su cuerpo.
- Noooo boluda.- Dijo él indignado pero no podía enojarse porque todavía seguía disfrutando de su orgasmo.
Nos vestimos como pudimos, él se limpió un poco la remera y volvimos a los asientos de adelante. Cuando nos relajamos un poco Facundo encendió el auto una vez más y siguió manejando hasta dejarme en mi departamento. Lo saludé con un beso y le dije al oído con voz de putita que si algún día quería sexo de verdad que me llamara y lo hacíamos. Esa fue la última vez que estuve con Facundo por un largo tiempo, ya que se iba a dar un acontecimiento que iba a cambiar el rumbo de las cosas de forma definitiva.
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2 comentarios - Chica de ciudad. Capítulo 7
Como en los anteriores capítulos mi verga...se endureció.