Aluciné, cuando leí que narraba en primera persona que había tenido una experiencia incestuosa, sin especificar con quien, (a pesar de las preguntas del chico), relatando que aquellos besos y caricias le habían provocado una sensación de amor y deseo enormes, y que…. (aquello lo releí varias veces), de haber seguido besándose un segundo más, no habría podido evitar “entregarse” sin reparar en el tabú del incesto
El chico, excitado, la animaba a seguir adelante, pero mi madre no cesaba de repetir que las barreras del incesto eran demasiado fuertes, temiendo que también lo fueran para mí, y que, en caso de haber llegado a mas, una vez desfogado me hubiese arrepentido de ello.
En un largo intercambio de mensaje, el chico no cesaba en animarla para seguir adelante, sin que mi madre cesara de ver “barreras”, “tabús”, “inconvenientes” e “imposibles”.
Mi miembro, en practica erección constante ante la simple presencia de mi madre en casa, no atendía a “razones”, “imposibles”, “tabús” o “barreras”, y aunque mi mente “comprendiera” sus reparos, aquello no hizo más que elevar los deseos de poseerla.
Pasadas unas semanas, en las que, aparte del constante intercambio de miradas nerviosas, no había sucedido nada que pudiera hacer pensar en un cambio de la situación, mientras estaba sentado en el sofá frente a la mesa donde mi madre fingía estar entreteniéndose con el ordenador portátil, y sin que lo hubiera premeditado, al recostarme buscando una postura más cómoda, descubrí que debido a la posición de sus piernas, el corto vestido que portaba permitía verle las bragas, las cuales resaltaban a causa del contraste entre el blanco de las mismas, y el rojo chillón del vestido, lo que aproveché para “alegrarme” la vista.
Mi madre, en principio, absorta en sus tribulaciones por internet, no se percató del agradable espectáculo que me estaba ofreciendo, pero mi insólito silencio y que no estuviera haciendo ni caso a la televisión terminaron por alertarla.
Se le escapó una leve sonrisa al percatarse de que estaba expiándola, y aunque en un principio cerró las piernas fastidiándome la diversión, poco a poco, tras notar mi enojo, y fingiendo “descuido”, volvió a abrirlas permitiéndome deleitarme con la visión de sus bragas.
Comencé a intuir que aquel exhibicionismo reprimido durante años, y sentirse devorada por mi mirada lasciva, le provocaban un morbo y excitación irrefrenables.
Llegué a pensar que una vez iniciados sus morbos exhibicionistas perdía el control de sus actos, ya que, tras unos minutos, aquel “abrimiento” de piernas pasó a ser una invitación tan descarada a mi vista, como para convertir en inútil cualquier intento de disimulo o fingimiento por su parte
Con las piernas abiertas, exhibiéndose descaradamente, y sin dejar del teclear en el ordenador, su rostro continuaba reflejando la misma “inocencia” de la de cualquier madre en presencia de su hijo, sin que el que de vez en cuando alzara la vista y sonriera al ver mi mirada lasciva fijada en sus bragas, variara en lo más mínimo la candidez de su rostro.
La erección que me provocaba aquello llegó a ser dolorosa al encontrarse aprisionada por el pantalón, y sin poder resistir mas decidí dar un paso adelante.
- Mamá.
- ¿Qué? (respondió con voz dulce, manteniendo las piernas abiertas)
- Ufff. No sé si te lo he dicho antes…. estás muy buena…. no he podido evitar “acelerarme”, ya sabes… las hormonas…. esas bragas que llevas son preciosas y… muy excitantes…. me gustaría verlas…. cuantos quisieran poder arrancártelas…
- Ja, ja, ja, ¿ya estas otra vez así?, ¿no te da vergüenza expiar a tu propia madre?, voy a tener que ponerme pantalones para estar en casa. - (fingió enfadarse y cerró las piernas), ¡anda tira al cuarto de baño y te desfogas que pareces tonto!
- ¿No podría hacerlo aquí?
- ¿Cómo?, ¿aquí? - (Aunque su voz fingiera sorpresa, su rostro reflejaba un morbo intenso)
- Si, me gustaría verte mientras lo hago para “animarme”
- ¿Mas?, ¡pero si llevas una hora expiándome las bragas!, ¿o te crees que no me he dado cuenta?
-
- Si, pero…. me gustaría verte “entera”.
- ¿Entera?.
- Si, que te quites el vestido…. estamos solos…. no tiene que enterarse nadie…. me gustaría verte en ropa interior mientras me “desfogo” ….
- Claro…. ¿me tomas por tonta?, me quedo en ropa interior delante de un adolescente con las hormonas disparadas y voy a creer que no vas a intentar nada más.
- Te prometo que “solo” miro y me desfogo, ¿alguna vez te he engañado?
- Miles de veces.
- Bueno…. Pero ahora no, “solo” quiero verte, me desfogo y ya está.
- Pero bueno…. ¿No has tenido “suficiente” con expiarme las bragas que ahora quieres más? No me fio de ti ni un pelo.
- Por favor mamá, te prometo que no te pido nada más.
- Venga, me quito el vestido para que te calles de una vez y me dejes en paz, pero a mi no te acerques siquiera.
Mi madre se levantó y, tras apartarse de la mesa, se despojó del vestido fingiendo hacerlo poco menos que “obligada” y simplemente por quitarse de encima a un “pesado”.
Llevaba el mismo conjunto de ropa interior que había visto en las fotografías compartidas con sus amigos “secretos”, pero en vivo era aún más excitante.
- ¿Te vas a callar ya? (Sonreía abiertamente)
- Si mamá.
Sus pechos se mantenían firmes bajo la delicada tela que los cubrían, y su sexo resaltaba tan claramente tras aquellas bragas blancas tan ajustadas como para permitir contar el vello pelo a pelo.
Me desnudé completamente ante la atónita mirada de mi madre, la cual mostró sorpresa al comprobar firme erección de mi miembro, así como por la completa depilación de mis genitales a causa de un grano que me había dado problemas durante meses.
- Ja, ja, ja. ¿Te has depilado?
- Si, un grano que no había manera de curar.
- Pareces más joven aún con la “cosa” depilada.
Sin dejar de devorarla con la mirada, y a apenas un metro de su cuerpo, comencé a masturbarme como un loco.
- Uf…. hijo mío, si estas “acelerado”, si, parece que no hubieses visto a una mujer en ropa interior en tu vida- (Dijo sin dejar de mirar como me bombeaba el miembro).
-
- Ufff……. Es que estas buenísima, mira que dura me la has puesto…. si no me desfogo reviento
- A saber que estarás imaginando….
- Uffff, mamá, no te lo puedes imaginar….
- Cualquier guarrería con alguna chica que conozcas….
- No precisamente con alguna chica…
- ¿No?, ¿Entonces? - (Su sonrisa lasciva manifestaba que sabia perfectamente con quien fantaseaba)
- Si no te enfadas te lo digo.
- Te lo prometo.
- Contigo mamá.
- ¿Conmigo?, ¿estas loco?, ¡que soy tu madre! (Su rostro reflejaba un evidente “orgullo” por ser la “victima” de mis deseos mas obscenos)
- Estas buenísima, mamá, no puedo evitar imaginarte….
- ¿Qué imaginas?, Dímelo, ya te he prometido que no me voy a enfadar, sé que estas “acelerado” y no sabes ni lo que dices….
-
- Uffff, que me encantaría metértela y gozar de tu cuerpo.
-
- Ja, ja, ja. ¿Estás loco? eso es imposible, ¿metérsela a tu madre? ¡Venga acaba de desfogarte y no digas más barbaridades que estás desvariando!
Su rostro reflejaba fielmente la excitación que le provocaba exhibirse impúdicamente ante mí, y el efecto que su cuerpo provocaba en mi miembro, habiendo pasado de la “picara inocencia”, a la lascivia más absoluta, por mucho que intentara contrarrestarlo con aquellos comentarios.
Extasiado de placer, noté que estaba a punto de correrme y mediante gestos pregunté a mi madre donde verter el semen sin manchar el suelo, ya que no quería abandonar ese lugar en el momento de correrme.
Sin dejar de sonreír, y tras acercarse a mi lo suficiente, estiró del elástico de las bragas hacia fuera, de modo que, aparte de dejar a la vista el negro vello se su sexo, abrió el hueco suficiente para que pudiera evacuar el semen sobre el interior de las bragas y su sexo, invitándome a hacerlo señalando a ese “lugar” con un dedo.
- Córrete aquí hijo mío, ya se lavarán después….
Loco de excitación, ansioso por descargar mi leche en su cuerpo, apunté el miembro a ese lugar, y tras un par de sacudidas, hasta mi última gota de semen empapó por completo el interior de la ropa interior y su sexo.
Tras ello, mirándome fijamente, pasados unos segundos soltó el elástico de sus bragas para impregnarse por completo con mi semen, lo que incrementó mi morbo al máximo.
- Uffff, mamá, que gustazo, es la mejor paja de mi vida, me has puesto cachondo vivo.
- Ja, ja, ja. Ya me he dado cuenta, ya. No quiero ni imaginar las guarrerias que habrán pasado por tu cabeza…. daba miedo ver cómo me mirabas…
- Ufffff, no sé cómo he podido contenerme…..
- ¿Contenerte? ¡Me has dejado las bragas completamente empapadas de semen!
- Ja, ja, ja. Es que estas para comerte, mamá
- Anda, calla, no sea zalamero, vístete y no digas más mentiras, que te voy a preparar un vaso de leche con Cola Cao para que te “recuperes”
Boquiabierto, y sin parar a vestirse, la observé dirigirse hacia la cocina con aquellas bragas empapadas de semen, andando de forma manifiestamente provocativa y exhibicionista, deteniéndose para comprobar si volvía devorarla con la mirada.
La seguí embobado, y la encontré preparándome el vaso de leche con la misma “naturalidad” con la que me hubiese preparado el desayuno un día cualquiera, aunque ésta vez exhibiéndose de forma obscena ante mí.
Aquello me provocó un morbo brutal, sin que haberme corrido segundos antes pudiera evitar que mi miembro volviera a entrar en erección.
Aprovechando que se encontraba de espaldas y “ocupada” en remover con una cucharilla el vaso de leche, la abrace con fuerza apretando mi erección sobre su culo.
- ¿Qué haces? ¿Otra vez estas así? (Su voz intentaba fingir una falsa sorpresa)
- Si, mamá. Déjame que te “toque” un poco…
- Hemos dicho antes que te “desfogabas” y te estarías quieto. (Dijo sin intentar zafarse de aquel obsceno abrazo).
- Mamá, necesito acariciarte…..
- Bébete tu leche y estate quieto que pareces tonto.
La situación alcanzó limites surrealistas, en una cocina de escaso tamaño se encontraba mi madre en ropa interior exhibiéndose de forma lasciva con las bragas empapadas de mi propio semen, con rostro de no haber roto un plato en su vida, y yo, con el miembro rasurado en erección apuntando a su cuerpo, bebiéndome un Cola Cao devorándola con la mirada, con la misma naturalidad con la qué hubiese desayunado.
Tras saborear aquel vaso de leche que me supo a gloria, y sin solicitar su autorización la abracé para besarla en la boca.
- Sabes a leche, hijo mío.
- Pues a ti el coño seguro que también.
- Ja, ja, ja. No seas guarro.
Continué besándola de forma lasciva, mientras mis manos le sobaban el culo ávidamente.
- Pareces un pulpo, hijo mío.
- Es que estás buenísima, mamá.
- Uff, no me abraces tan fuerte que me estas clavando “tu cosa” en la barriga.
- En “otro sitio” me gustaría clavártela, mamá.
- No seas tonto, ya te he dicho que eso no puede ser, tócame un “poquito” y ya está.
Busqué sus pechos y los noté duros y esponjosos, aquello me provoco otra oleada de placer.
Acaricié sus pezones hasta que éstos reaccionaron irguiéndose de una forma asombrosa.
Mi madre, sin poder apaciguar los primeros gemidos de placer, empujaba las caderas en dirección a mi cuerpo en busca de un mayor contacto con mi miembro.
Intenté introducir la mano bajo sus bragas, pero mi madre ofreció una ligera resistencia.
- Ahí no, ahí no.
- Por favor, “necesito” acariciarte el coño.
- No, que puedo perder la cabeza…. ahí no…, haz lo que quieras, pero ahí no…
Mientras negaba con la cabeza, su cuerpo y sus gemidos de placer, me incitaban a lo contrario, y logré alcanzar su sexo caliente y húmedo.
- Ufffff, hijo mio…. Ufffff, para, para…
- Ummmm, que calentito tienes el coño mamá.
- No sigas…. No sigas…. (Suplicaba aquello mientras empujaba las caderas sobre mi mano)
- Ufff, me encanta acariciártelo mamá, ya no puedo parar…
- Mmmm, despacio…. despacio….
- Ven conmigo….
- ¿A dónde? (Sus ojos reflejaban terror comprendiendo a donde deseaba llevarla, mientras que su cuerpo se encontraba a mi completa merced)
La agarré de la mano, y sin que opusiera la más minima oposición, la llevé hasta el umbral de su dormitorio.
- No, hijo mío, aquí no. (Volvió a suplicar mirando la cama)
- Te deseo mamá, tranquila que no vamos a hacer nada malo.
- Soy tu madre, lo que pretendes hacer no es posible….
- Ya verás como no te arrepentirás, y yo……. menos.
Llevado por una excitación brutal y un deseo irrefrenable, prácticamente la empujé hasta la cama haciéndola caer de espaldas sobre la misma.
- No… no… eso no… Me exhibiré para ti, te masturbaré, lo que quieras, hasta podría chupártela, pero…… no se la metas a tu madre. (su voz apenas era audible, y su cuerpo emitía un calor febril)
Me situé a su lado y le arranqué las bragas hasta desgarrárselas por completo, dándose cuenta hasta qué punto me había calentado y lo inútil de sus “protestas”.
Me tumbé sobre su caliente y esponjoso cuerpo viendo en sus ojos el poderoso temor al incesto que irremediablemente se iba a consumar, mientras sus piernas se abrían incitándome al mismo
Apunté el miembro hacia aquel palpitante coño con el que había fantaseado durante tanto tiempo, y, ayudado por la manifiesta humedad del mismo, lo introduje hasta la misma base sin encontrar la más mínima dificultad.
- Ostias, mamá, que gustazo, que coño más rico, parece un horno.
- Ufff, que dura la tienes hijo mío, parece que me has ensartado una barra de hierro.
Con mi polla completamente alojada en aquel lugar tan húmedo y caliente, pero sin empezar a bombear las caderas, la besé lascivamente para recrearme en aquella auténtica posesión de su cuerpo.
Noté que, presa de un placer y deseo infinitos, mi madre alzaba las caderas intentando provocar el inicio de las embestidas.
Así lo hice, y con cada acometida sobre su coño, sus ojos se abrían o cerraban al ritmo de las mismas, abriéndolos cuando se la clavaba hasta el fondo, y cerrándolos a continuación.
- ufff, mamá, que buena que estás, ojalá hubiese podido metértela antes, que gustazo.
- Mmmmm, despacio, despacio, que la tienes muy dura…. despacio…. Ahhhhh, ummmmm que gusssssto,,,,, así, así...... mas fuerte…. así, así…. agggs. Me matas de gusto…… ummmmmm, me estás haciendo ver las estrellas…. aggssss
Tras un buen rato bombeado las caderas, metiendo y sacando mi polla en su cuerpo, supe que no podría durar mucho sin correrme, y menos cuando los gemidos de placer de mi madre me provocaran tanto morbo, por lo que decidí cambiar de postura y darme un “respiro”.
Sin la mas minima oposición por su parte y comportándose de forma dócil y sumisa, la puse a cuatro patas o estilo perrito, y tras colocarme a sus espaldas y verla contonearse “suplicando” volver a ser ensartada, le introduje la polla de una tacada, logrando que con cada embestida sus pechos oscilaran como campanas.
Desde aquella posición, pude ver rezumar el exceso de humedad de su coño deslizándosele entre los muslos, y llevado por la excitación me permití “azotarle” su hermoso y mullido culo.
- Toma, esto por mala, por no haberme dejado metértela antes.
- Mmmmm, si,,,, he sido muy mala, pero a partir de ahora te dejaré… agsss
- No dudes que volveré hacerlo, tener semejante coño al alcance de la mano en casa y no usarlo es de tontos.
- No pares de metérmela, no pares de metérmela….
Redoble la intensidad de las embestidas, “respirando” cuando notaba que no podría evitar encharcarle el coño de leche, y poder alargar aquel placer infinito al máximo.
- Aghsss, hijo mío…….. ¿donde has aprendido a follar así?, me estas matando de placer….. mmmmmmm
- He aprendido contigo mamá, eres la mejor maestra, es imposible que otra mujer me dé más placer que tu.
Sin previo aviso, y entre los gemidos más obscenos que pudiera imaginar, noté que el cuerpo de mi madre temblaba “literalmente”, y que su cabeza y la parte posterior de su cuerpo se desplomaba sobre la cama, manteniendo las caderas erguidas para seguir siendo ensartada por mi polla.
Aquellos “temblores” y gemidos guturales se alargaron hasta llegar a inquietarme, percatándome de que se debían a un orgasmo múltiple, cuando la escuche gritar suplicándome que parara, ya que “no podía mas”.
Asustado, ya que aquella suplica parecía “sincera”, saqué la polla de aquel lugar tan agradable en el que se había alojado tanto tiempo, y tras abrazarme a ella le pregunté:
- ¿Te has corrido mamá?
- ¿Tu que crees?, no he gozado tanto en mi vida, ni siquiera imaginaba que pudiera correrme así.
- Me alegro de haberte hecho gozar así.
- No me explico como puedes tener la “cosa” tan dura aún, y menos mal que te habías masturbado antes.
- Es que quería hacerte gozar, mamá, con otra me habría corrido antes, pero estaba tan a gusto dentro de ti.
- Pues me has dejado “satisfecha” para un buen tiempo, si… estoy casi muerta.
- Ya…. pero hay un problema….
- ¿Un problema?, ¿cuál?
- Que yo no me he corrido todavía….
- Pero bueno…. ¡tu eres insaciable!, menos mal que solo ibas a “tocarme” un poco.
Volví a besarla, deleitándome en el calor y amor que emitía su cuerpo, notando que, poco a poco y a pesar de decir que se encontraba agotada, sus piernas volvieron a presentar síntomas de “apertura”.
Esta vez le restregué la punta del miembro sobre el sexo antes de penetrarla de nuevo.
- Serás cabrón. No hagas eso, métemela ya.
- Uffffff, que gustazo, te voy a inundar el coño de leche.
- ¿Te vás a correr dentro de mamá? (Su voz no podia ser mas obscena)
- Si, te voy a inundar las entrañas.
Volví a penetrarla y a bombear con fuerza, ésta vez sin “miedo” a correrme antes de tiempo, ayudado por mi madre, la cual, una vez derribados los tabús del incesto, me animaba sin censurar los comentarios de carácter incestuoso.
- ¿Te gusta follarte a mamá?
- Córrete hijo mío, lléname el coño de leche.
- Que bien me follas, que polla tan rica tienes.
- Vas a hacer que me corra de nuevo.
- Fóllame, no pares hasta verter hasta la ultima gota de leche dentro de mamá.
Aquellas obscenidades parecieron lograr el mismo efecto en ella que en mi, y a pesar de mi falta de control, volvió a adelantarse a mi orgasmo, corriéndose entre alaridos sen dejar de llamarme “hijo mío”.
Quedó completamente inmóvil a merced de mis embestidas, quedando su cuerpo a mi completa disposición, ya que únicamente parecía tener fuerzas para mirarme con deseo.
Podría haberme corrido en su cara, o en sus pechos, pero ni siquiera pude pensar en ello, ya que irremediablemente finalicé inundándole el coño de leche.
Abrazados y desfallecidos, ambos nos quedamos dormidos sobre aquella cama donde habíamos consumado el más placentero de los incestos.
El chico, excitado, la animaba a seguir adelante, pero mi madre no cesaba de repetir que las barreras del incesto eran demasiado fuertes, temiendo que también lo fueran para mí, y que, en caso de haber llegado a mas, una vez desfogado me hubiese arrepentido de ello.
En un largo intercambio de mensaje, el chico no cesaba en animarla para seguir adelante, sin que mi madre cesara de ver “barreras”, “tabús”, “inconvenientes” e “imposibles”.
Mi miembro, en practica erección constante ante la simple presencia de mi madre en casa, no atendía a “razones”, “imposibles”, “tabús” o “barreras”, y aunque mi mente “comprendiera” sus reparos, aquello no hizo más que elevar los deseos de poseerla.
Pasadas unas semanas, en las que, aparte del constante intercambio de miradas nerviosas, no había sucedido nada que pudiera hacer pensar en un cambio de la situación, mientras estaba sentado en el sofá frente a la mesa donde mi madre fingía estar entreteniéndose con el ordenador portátil, y sin que lo hubiera premeditado, al recostarme buscando una postura más cómoda, descubrí que debido a la posición de sus piernas, el corto vestido que portaba permitía verle las bragas, las cuales resaltaban a causa del contraste entre el blanco de las mismas, y el rojo chillón del vestido, lo que aproveché para “alegrarme” la vista.
Mi madre, en principio, absorta en sus tribulaciones por internet, no se percató del agradable espectáculo que me estaba ofreciendo, pero mi insólito silencio y que no estuviera haciendo ni caso a la televisión terminaron por alertarla.
Se le escapó una leve sonrisa al percatarse de que estaba expiándola, y aunque en un principio cerró las piernas fastidiándome la diversión, poco a poco, tras notar mi enojo, y fingiendo “descuido”, volvió a abrirlas permitiéndome deleitarme con la visión de sus bragas.
Comencé a intuir que aquel exhibicionismo reprimido durante años, y sentirse devorada por mi mirada lasciva, le provocaban un morbo y excitación irrefrenables.
Llegué a pensar que una vez iniciados sus morbos exhibicionistas perdía el control de sus actos, ya que, tras unos minutos, aquel “abrimiento” de piernas pasó a ser una invitación tan descarada a mi vista, como para convertir en inútil cualquier intento de disimulo o fingimiento por su parte
Con las piernas abiertas, exhibiéndose descaradamente, y sin dejar del teclear en el ordenador, su rostro continuaba reflejando la misma “inocencia” de la de cualquier madre en presencia de su hijo, sin que el que de vez en cuando alzara la vista y sonriera al ver mi mirada lasciva fijada en sus bragas, variara en lo más mínimo la candidez de su rostro.
La erección que me provocaba aquello llegó a ser dolorosa al encontrarse aprisionada por el pantalón, y sin poder resistir mas decidí dar un paso adelante.
- Mamá.
- ¿Qué? (respondió con voz dulce, manteniendo las piernas abiertas)
- Ufff. No sé si te lo he dicho antes…. estás muy buena…. no he podido evitar “acelerarme”, ya sabes… las hormonas…. esas bragas que llevas son preciosas y… muy excitantes…. me gustaría verlas…. cuantos quisieran poder arrancártelas…
- Ja, ja, ja, ¿ya estas otra vez así?, ¿no te da vergüenza expiar a tu propia madre?, voy a tener que ponerme pantalones para estar en casa. - (fingió enfadarse y cerró las piernas), ¡anda tira al cuarto de baño y te desfogas que pareces tonto!
- ¿No podría hacerlo aquí?
- ¿Cómo?, ¿aquí? - (Aunque su voz fingiera sorpresa, su rostro reflejaba un morbo intenso)
- Si, me gustaría verte mientras lo hago para “animarme”
- ¿Mas?, ¡pero si llevas una hora expiándome las bragas!, ¿o te crees que no me he dado cuenta?
-
- Si, pero…. me gustaría verte “entera”.
- ¿Entera?.
- Si, que te quites el vestido…. estamos solos…. no tiene que enterarse nadie…. me gustaría verte en ropa interior mientras me “desfogo” ….
- Claro…. ¿me tomas por tonta?, me quedo en ropa interior delante de un adolescente con las hormonas disparadas y voy a creer que no vas a intentar nada más.
- Te prometo que “solo” miro y me desfogo, ¿alguna vez te he engañado?
- Miles de veces.
- Bueno…. Pero ahora no, “solo” quiero verte, me desfogo y ya está.
- Pero bueno…. ¿No has tenido “suficiente” con expiarme las bragas que ahora quieres más? No me fio de ti ni un pelo.
- Por favor mamá, te prometo que no te pido nada más.
- Venga, me quito el vestido para que te calles de una vez y me dejes en paz, pero a mi no te acerques siquiera.
Mi madre se levantó y, tras apartarse de la mesa, se despojó del vestido fingiendo hacerlo poco menos que “obligada” y simplemente por quitarse de encima a un “pesado”.
Llevaba el mismo conjunto de ropa interior que había visto en las fotografías compartidas con sus amigos “secretos”, pero en vivo era aún más excitante.
- ¿Te vas a callar ya? (Sonreía abiertamente)
- Si mamá.
Sus pechos se mantenían firmes bajo la delicada tela que los cubrían, y su sexo resaltaba tan claramente tras aquellas bragas blancas tan ajustadas como para permitir contar el vello pelo a pelo.
Me desnudé completamente ante la atónita mirada de mi madre, la cual mostró sorpresa al comprobar firme erección de mi miembro, así como por la completa depilación de mis genitales a causa de un grano que me había dado problemas durante meses.
- Ja, ja, ja. ¿Te has depilado?
- Si, un grano que no había manera de curar.
- Pareces más joven aún con la “cosa” depilada.
Sin dejar de devorarla con la mirada, y a apenas un metro de su cuerpo, comencé a masturbarme como un loco.
- Uf…. hijo mío, si estas “acelerado”, si, parece que no hubieses visto a una mujer en ropa interior en tu vida- (Dijo sin dejar de mirar como me bombeaba el miembro).
-
- Ufff……. Es que estas buenísima, mira que dura me la has puesto…. si no me desfogo reviento
- A saber que estarás imaginando….
- Uffff, mamá, no te lo puedes imaginar….
- Cualquier guarrería con alguna chica que conozcas….
- No precisamente con alguna chica…
- ¿No?, ¿Entonces? - (Su sonrisa lasciva manifestaba que sabia perfectamente con quien fantaseaba)
- Si no te enfadas te lo digo.
- Te lo prometo.
- Contigo mamá.
- ¿Conmigo?, ¿estas loco?, ¡que soy tu madre! (Su rostro reflejaba un evidente “orgullo” por ser la “victima” de mis deseos mas obscenos)
- Estas buenísima, mamá, no puedo evitar imaginarte….
- ¿Qué imaginas?, Dímelo, ya te he prometido que no me voy a enfadar, sé que estas “acelerado” y no sabes ni lo que dices….
-
- Uffff, que me encantaría metértela y gozar de tu cuerpo.
-
- Ja, ja, ja. ¿Estás loco? eso es imposible, ¿metérsela a tu madre? ¡Venga acaba de desfogarte y no digas más barbaridades que estás desvariando!
Su rostro reflejaba fielmente la excitación que le provocaba exhibirse impúdicamente ante mí, y el efecto que su cuerpo provocaba en mi miembro, habiendo pasado de la “picara inocencia”, a la lascivia más absoluta, por mucho que intentara contrarrestarlo con aquellos comentarios.
Extasiado de placer, noté que estaba a punto de correrme y mediante gestos pregunté a mi madre donde verter el semen sin manchar el suelo, ya que no quería abandonar ese lugar en el momento de correrme.
Sin dejar de sonreír, y tras acercarse a mi lo suficiente, estiró del elástico de las bragas hacia fuera, de modo que, aparte de dejar a la vista el negro vello se su sexo, abrió el hueco suficiente para que pudiera evacuar el semen sobre el interior de las bragas y su sexo, invitándome a hacerlo señalando a ese “lugar” con un dedo.
- Córrete aquí hijo mío, ya se lavarán después….
Loco de excitación, ansioso por descargar mi leche en su cuerpo, apunté el miembro a ese lugar, y tras un par de sacudidas, hasta mi última gota de semen empapó por completo el interior de la ropa interior y su sexo.
Tras ello, mirándome fijamente, pasados unos segundos soltó el elástico de sus bragas para impregnarse por completo con mi semen, lo que incrementó mi morbo al máximo.
- Uffff, mamá, que gustazo, es la mejor paja de mi vida, me has puesto cachondo vivo.
- Ja, ja, ja. Ya me he dado cuenta, ya. No quiero ni imaginar las guarrerias que habrán pasado por tu cabeza…. daba miedo ver cómo me mirabas…
- Ufffff, no sé cómo he podido contenerme…..
- ¿Contenerte? ¡Me has dejado las bragas completamente empapadas de semen!
- Ja, ja, ja. Es que estas para comerte, mamá
- Anda, calla, no sea zalamero, vístete y no digas más mentiras, que te voy a preparar un vaso de leche con Cola Cao para que te “recuperes”
Boquiabierto, y sin parar a vestirse, la observé dirigirse hacia la cocina con aquellas bragas empapadas de semen, andando de forma manifiestamente provocativa y exhibicionista, deteniéndose para comprobar si volvía devorarla con la mirada.
La seguí embobado, y la encontré preparándome el vaso de leche con la misma “naturalidad” con la que me hubiese preparado el desayuno un día cualquiera, aunque ésta vez exhibiéndose de forma obscena ante mí.
Aquello me provocó un morbo brutal, sin que haberme corrido segundos antes pudiera evitar que mi miembro volviera a entrar en erección.
Aprovechando que se encontraba de espaldas y “ocupada” en remover con una cucharilla el vaso de leche, la abrace con fuerza apretando mi erección sobre su culo.
- ¿Qué haces? ¿Otra vez estas así? (Su voz intentaba fingir una falsa sorpresa)
- Si, mamá. Déjame que te “toque” un poco…
- Hemos dicho antes que te “desfogabas” y te estarías quieto. (Dijo sin intentar zafarse de aquel obsceno abrazo).
- Mamá, necesito acariciarte…..
- Bébete tu leche y estate quieto que pareces tonto.
La situación alcanzó limites surrealistas, en una cocina de escaso tamaño se encontraba mi madre en ropa interior exhibiéndose de forma lasciva con las bragas empapadas de mi propio semen, con rostro de no haber roto un plato en su vida, y yo, con el miembro rasurado en erección apuntando a su cuerpo, bebiéndome un Cola Cao devorándola con la mirada, con la misma naturalidad con la qué hubiese desayunado.
Tras saborear aquel vaso de leche que me supo a gloria, y sin solicitar su autorización la abracé para besarla en la boca.
- Sabes a leche, hijo mío.
- Pues a ti el coño seguro que también.
- Ja, ja, ja. No seas guarro.
Continué besándola de forma lasciva, mientras mis manos le sobaban el culo ávidamente.
- Pareces un pulpo, hijo mío.
- Es que estás buenísima, mamá.
- Uff, no me abraces tan fuerte que me estas clavando “tu cosa” en la barriga.
- En “otro sitio” me gustaría clavártela, mamá.
- No seas tonto, ya te he dicho que eso no puede ser, tócame un “poquito” y ya está.
Busqué sus pechos y los noté duros y esponjosos, aquello me provoco otra oleada de placer.
Acaricié sus pezones hasta que éstos reaccionaron irguiéndose de una forma asombrosa.
Mi madre, sin poder apaciguar los primeros gemidos de placer, empujaba las caderas en dirección a mi cuerpo en busca de un mayor contacto con mi miembro.
Intenté introducir la mano bajo sus bragas, pero mi madre ofreció una ligera resistencia.
- Ahí no, ahí no.
- Por favor, “necesito” acariciarte el coño.
- No, que puedo perder la cabeza…. ahí no…, haz lo que quieras, pero ahí no…
Mientras negaba con la cabeza, su cuerpo y sus gemidos de placer, me incitaban a lo contrario, y logré alcanzar su sexo caliente y húmedo.
- Ufffff, hijo mio…. Ufffff, para, para…
- Ummmm, que calentito tienes el coño mamá.
- No sigas…. No sigas…. (Suplicaba aquello mientras empujaba las caderas sobre mi mano)
- Ufff, me encanta acariciártelo mamá, ya no puedo parar…
- Mmmm, despacio…. despacio….
- Ven conmigo….
- ¿A dónde? (Sus ojos reflejaban terror comprendiendo a donde deseaba llevarla, mientras que su cuerpo se encontraba a mi completa merced)
La agarré de la mano, y sin que opusiera la más minima oposición, la llevé hasta el umbral de su dormitorio.
- No, hijo mío, aquí no. (Volvió a suplicar mirando la cama)
- Te deseo mamá, tranquila que no vamos a hacer nada malo.
- Soy tu madre, lo que pretendes hacer no es posible….
- Ya verás como no te arrepentirás, y yo……. menos.
Llevado por una excitación brutal y un deseo irrefrenable, prácticamente la empujé hasta la cama haciéndola caer de espaldas sobre la misma.
- No… no… eso no… Me exhibiré para ti, te masturbaré, lo que quieras, hasta podría chupártela, pero…… no se la metas a tu madre. (su voz apenas era audible, y su cuerpo emitía un calor febril)
Me situé a su lado y le arranqué las bragas hasta desgarrárselas por completo, dándose cuenta hasta qué punto me había calentado y lo inútil de sus “protestas”.
Me tumbé sobre su caliente y esponjoso cuerpo viendo en sus ojos el poderoso temor al incesto que irremediablemente se iba a consumar, mientras sus piernas se abrían incitándome al mismo
Apunté el miembro hacia aquel palpitante coño con el que había fantaseado durante tanto tiempo, y, ayudado por la manifiesta humedad del mismo, lo introduje hasta la misma base sin encontrar la más mínima dificultad.
- Ostias, mamá, que gustazo, que coño más rico, parece un horno.
- Ufff, que dura la tienes hijo mío, parece que me has ensartado una barra de hierro.
Con mi polla completamente alojada en aquel lugar tan húmedo y caliente, pero sin empezar a bombear las caderas, la besé lascivamente para recrearme en aquella auténtica posesión de su cuerpo.
Noté que, presa de un placer y deseo infinitos, mi madre alzaba las caderas intentando provocar el inicio de las embestidas.
Así lo hice, y con cada acometida sobre su coño, sus ojos se abrían o cerraban al ritmo de las mismas, abriéndolos cuando se la clavaba hasta el fondo, y cerrándolos a continuación.
- ufff, mamá, que buena que estás, ojalá hubiese podido metértela antes, que gustazo.
- Mmmmm, despacio, despacio, que la tienes muy dura…. despacio…. Ahhhhh, ummmmm que gusssssto,,,,, así, así...... mas fuerte…. así, así…. agggs. Me matas de gusto…… ummmmmm, me estás haciendo ver las estrellas…. aggssss
Tras un buen rato bombeado las caderas, metiendo y sacando mi polla en su cuerpo, supe que no podría durar mucho sin correrme, y menos cuando los gemidos de placer de mi madre me provocaran tanto morbo, por lo que decidí cambiar de postura y darme un “respiro”.
Sin la mas minima oposición por su parte y comportándose de forma dócil y sumisa, la puse a cuatro patas o estilo perrito, y tras colocarme a sus espaldas y verla contonearse “suplicando” volver a ser ensartada, le introduje la polla de una tacada, logrando que con cada embestida sus pechos oscilaran como campanas.
Desde aquella posición, pude ver rezumar el exceso de humedad de su coño deslizándosele entre los muslos, y llevado por la excitación me permití “azotarle” su hermoso y mullido culo.
- Toma, esto por mala, por no haberme dejado metértela antes.
- Mmmmm, si,,,, he sido muy mala, pero a partir de ahora te dejaré… agsss
- No dudes que volveré hacerlo, tener semejante coño al alcance de la mano en casa y no usarlo es de tontos.
- No pares de metérmela, no pares de metérmela….
Redoble la intensidad de las embestidas, “respirando” cuando notaba que no podría evitar encharcarle el coño de leche, y poder alargar aquel placer infinito al máximo.
- Aghsss, hijo mío…….. ¿donde has aprendido a follar así?, me estas matando de placer….. mmmmmmm
- He aprendido contigo mamá, eres la mejor maestra, es imposible que otra mujer me dé más placer que tu.
Sin previo aviso, y entre los gemidos más obscenos que pudiera imaginar, noté que el cuerpo de mi madre temblaba “literalmente”, y que su cabeza y la parte posterior de su cuerpo se desplomaba sobre la cama, manteniendo las caderas erguidas para seguir siendo ensartada por mi polla.
Aquellos “temblores” y gemidos guturales se alargaron hasta llegar a inquietarme, percatándome de que se debían a un orgasmo múltiple, cuando la escuche gritar suplicándome que parara, ya que “no podía mas”.
Asustado, ya que aquella suplica parecía “sincera”, saqué la polla de aquel lugar tan agradable en el que se había alojado tanto tiempo, y tras abrazarme a ella le pregunté:
- ¿Te has corrido mamá?
- ¿Tu que crees?, no he gozado tanto en mi vida, ni siquiera imaginaba que pudiera correrme así.
- Me alegro de haberte hecho gozar así.
- No me explico como puedes tener la “cosa” tan dura aún, y menos mal que te habías masturbado antes.
- Es que quería hacerte gozar, mamá, con otra me habría corrido antes, pero estaba tan a gusto dentro de ti.
- Pues me has dejado “satisfecha” para un buen tiempo, si… estoy casi muerta.
- Ya…. pero hay un problema….
- ¿Un problema?, ¿cuál?
- Que yo no me he corrido todavía….
- Pero bueno…. ¡tu eres insaciable!, menos mal que solo ibas a “tocarme” un poco.
Volví a besarla, deleitándome en el calor y amor que emitía su cuerpo, notando que, poco a poco y a pesar de decir que se encontraba agotada, sus piernas volvieron a presentar síntomas de “apertura”.
Esta vez le restregué la punta del miembro sobre el sexo antes de penetrarla de nuevo.
- Serás cabrón. No hagas eso, métemela ya.
- Uffffff, que gustazo, te voy a inundar el coño de leche.
- ¿Te vás a correr dentro de mamá? (Su voz no podia ser mas obscena)
- Si, te voy a inundar las entrañas.
Volví a penetrarla y a bombear con fuerza, ésta vez sin “miedo” a correrme antes de tiempo, ayudado por mi madre, la cual, una vez derribados los tabús del incesto, me animaba sin censurar los comentarios de carácter incestuoso.
- ¿Te gusta follarte a mamá?
- Córrete hijo mío, lléname el coño de leche.
- Que bien me follas, que polla tan rica tienes.
- Vas a hacer que me corra de nuevo.
- Fóllame, no pares hasta verter hasta la ultima gota de leche dentro de mamá.
Aquellas obscenidades parecieron lograr el mismo efecto en ella que en mi, y a pesar de mi falta de control, volvió a adelantarse a mi orgasmo, corriéndose entre alaridos sen dejar de llamarme “hijo mío”.
Quedó completamente inmóvil a merced de mis embestidas, quedando su cuerpo a mi completa disposición, ya que únicamente parecía tener fuerzas para mirarme con deseo.
Podría haberme corrido en su cara, o en sus pechos, pero ni siquiera pude pensar en ello, ya que irremediablemente finalicé inundándole el coño de leche.
Abrazados y desfallecidos, ambos nos quedamos dormidos sobre aquella cama donde habíamos consumado el más placentero de los incestos.
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