Antes de entrar en el desarrollo de este relato, haré una observación acerca de una clase específica de corneador, entre tantas que existen. Es esa en la que el hombre no disfruta tanto de tener al cornudo ahí, viendo cómo le cogen a su esposa, sino que goza más sabiendo que lo hace a sus espaldas. O sea que le "roba" su mujer y, con la satisfacción que le produce engañarlo, se siente el "poderoso" dominante sobre el "idiota" cornudo, que no sabe lo puta que es su amada cuando él la tiene en una cama. Principalmente a ese tipo de corneador, está referido este post.
Una práctica bastante habitual que adoptamos desde los primeros años de nuestro matrimonio, consiste en que mi mujer provoque a algún tipo que le gusta, lo caliente con su actitud insinuante y nos divertimos con las reacciones del susodicho. Esto puede terminar solo en eso, desaparecemos quedando ella como una "calientapijas" histérica o, cuando le seduce el candidato, lleva las cosas más lejos y van a parar a la cama ya sea ahí nomás, o en una cita posterior (aquí se divierte también él). En éste último caso, mi participación es fundamental, pero me referiré a eso más adelante.
Voy a contar una de esas aventuras, que sucedió en Buenos Aires Capital poco después de casarnos, en uno de nuestros frecuentes viajes que hasta hoy seguimos haciendo. Vale aclarar que, cuando mi mujer trata de provocar al hombre elegido, siempre procuramos que yo esté presente, ya que cuando el cornudo es conocido por el corneador, la calentura del mismo se sobredimensiona (y es más así, si ha visto alguna vez la cara del que está corneando). En esta ocasión, mi esposa se había puesto un short enterizo negro (en contraste con la blancura de sus largas piernas) de símil cuero, finito, ajustado, marcando bien las curvas de su cuerpo delgadito. El short era lo suficientemente corto para que, desde atrás, se notara la parte inferior de sus nalguitas al aire. Hacía calor, así que algunos botones desprendidos de la parte de arriba marcaban un escote largo y angosto casi hasta el ombligo. Ya dije alguna vez, que tiene tetitas pequeñas, no obstante, se notaba levemente el relieve de los pezones, ya que rara vez usa corpiño.
Así entramos en una gran casa de venta de zapatos, en donde la sección de damas tenía unos compartimientos virtuales, con sillones y plantas, tipo boxes, que otorgaban cierta privacidad a las clientas sin circulación de gente. Yo, de acuerdo al plan trazado por mi flaquita, me fui a ver zapatos a la sección masculina y ella, encaró al vendedor que le impresionó como el más apetecible.
Contaré lo que ella me describió, ya que en aquellos años no teníamos el recurso de ahora, en que para situaciones de esas usamos los celulares modernos, que nos permiten grabar conversaciones sin que los tipos se enteren. Dice que al sentarse, el muchacho no pudo evitar fijar la vista en el espacio que deja la separación de los muslos (al ser delgados), justo donde comienzan. Ahí, por lo ajustado del short, se le notaban los bultitos que dibuja la costura de la entrepiernas cuando se mete en el tajito. Así mi mujer, abría la etapa "provocación" de su plan seductor. Se despojó de los zuecos que llevaba puestos con un empujón de cada pie y le pidió ver "sandalias de tacos altos con tiritas de aspecto sexy". "Veré qué le puedo mostrar. "¿Desea que hagan juego con esa ropa?", preguntó el vendedor. Ella sonriendo, le dijo "Que hagan juego conmigo". El tipo, animándose, "Con usted, hace juego cualquier zapato..." Entonces ella, "Gracias, pero no me trates de usted, me hacés sentir vieja" (tenía 24 y el hombre más de 40), se rieron...
El vendedor fue y volvió varias veces con distintos pares y Eva, mirando uno de ellos le dijo al chabón "Estos me gustan bastante" (con tiritas y flecos, como a ella le entusiasman). Él le tomó un pie para medírselos y mientras le abrochaba las tiras, intentó una opinión: "Sí, estos te van muy bien. Son como más...más...eh..." Ella lo interrumpió: "¿Más hot? Bah...¿Más de puta querés decir?" El vendedor titubeó "Bueno, no quise decir tanto..." Y para salir del paso "Se los mostrás a tu esposo? ¿Es tu esposo, no?" Y ella "Sí, es mi esposo pero no los voy a usar con él" y sonrió guiñándole un ojo. Con cara de desconcierto, amagó ponerle el otro tomándole el pie y ella le susurró "Mmmh...tenés las manos calentitas, mirá como se me enfriaron los pies". El muchacho mirando para todos lados, se vio en libertad para cubrirle el pie con ambas manos y acariciarle los deditos. Ahí mi atrevida mujercita, tras un nuevo "mmmh..." entrecerró los ojos, respiró hondo y separó las rodillas. Los bultitos le volvieron a aparecer al vendedor ante su vista y ella, disimuladamente, puso tres dedos de su mano ahí, en el tajito...
Ignorando lo que pasaba, aparecí yo para mostrarle un par que me estaba probando. Disimularon rápido, me dijo que estaban bien (con cara de orto como para sacarme cagando) y, cuando volví sobre mis pasos, dice que el fulano no aguantó más y se lanzó: "Mirá, si hay algo que me gustaría es que los estrenes conmigo, pero...(con la cabeza me señaló a mí) no sé si podés..." La suerte estaba echada, porque ella le contestó "Depende. Si vas a llamarme mañana o pasado, te doy mi celu, porque el domingo viajo" (nos volvíamos a nuestra provincia). Demás está decir que el "suertudo" agarró viaje. Compré los zapatos de ambos y cuando salíamos el tipo estaba en la puerta. Nos despedimos, se dieron un beso en la mejilla y supe que Eva le susurró al oído "Llamame..."
El llamado no se hizo esperar y fue al día siguiente. Quedaron en encontrarse en algún lugar, donde él pasaría a buscarla al salir del laburo y, obviamente, fueron a un telo.
Ahí es cuando me toca esa participación que te decía, ya que mi tarea consiste en llamarla por teléfono (siguiendo un "libreto" que ya tenemos) mientras están en pleno goce y simular que no tengo idea de lo que está haciendo mi esposa y menos que está encamada con un tipo. Lo que logramos con eso, es que el hombre se excite como nunca y le haga disfrutar a ella de un encuentro sexual inolvidable y que al chabón lo caliente tanto, que le sobren "cartuchos" para una larga "sesión" (que es el objetivo final de este juego). Si sos un avezado corneador, sabrás lo que significa que la tramposa que te levantaste hable por teléfono con su cornudo mientras vos te la estás cogiendo...
Entonces, de acuerdo a lo convenido con mi amada cómplice de aventuras, 5 minutos después de la señal por SMS que ella me envió, la llamé y me atendió poniendo el altavoz.
Ahora te propongo un juego interesante:
Imaginemos cómo puede ser la calentura de un tipo que se levantó una puta casada, divina, en la cara del boludo del marido (la mejor que pude poner), que al otro día la tuvo en la cama, la franeleó completa mientras hablaban de él, se rieron cuando a la pregunta "¿Lo trampeás seguido a tu cornudo?" ella le responde "bastante", después la penetra con alma y vida, ella goza como una loca, caen rendidos, descansan abrazados un rato y, cuando le empieza a chupar las tetas de nuevo, suena el celu de ella, atiende y él escucha la conversación.
Yo siempre anoté como en un diario íntimo, lo que puedo reconstruir de lo que ella me cuenta y lo que yo mismo me acuerdo de estas historias (con el tiempo los subí a la nube por seguridad) y ahora, uniendo todos los datos, te invito a leer lo que ocurrió esa tarde, con la mejor fidelidad de detalles que pude armar ("E" es ella, "Y" soy yo):
E: Hola papá...
Y: Hola mi amor... (silencio) Hola... ¿Tesoro? ¿Me escuchás? (Se estaban besando, por eso tardó en contestar)
E: Sí papito...no es muy buena la señal...
Y: ¿En dónde estás?
E: Eh... ¿Te atendió el fiscal?
Y: Ya te cuento... ¿Pero dónde estás?
E: Acá, me vine a visitar a Mechi, aproveché que vos te ibas a demorar...
Y: ¿La de La Plata? ¿La médica? (por supuesto, no existe)
E: Claro, Mercedes, pero ahora vive acá, en San Isidro. Y la estoy esperando, tuvo una urgencia y le avisó al portero, que tiene llave del depar y él me abrió... (mientras lo decía, se dio vuelta, se subio arriba de él y le mordía el cuello)
Y: ¿Y qué es el ruido? ¿Hay alguien más?
E: (se ríe) No, es la tele. Esta loca tiene el canal Venus. Estoy viendo porno... (Él la apretaba contra su cuerpo y le acariciaba el culito). Pero no me dijiste lo del fiscal...
Y: No, malas noticias, tengo que quedarme hasta el lunes. Si vos no querés faltar y conseguís pasaje, te vas en avión...
E: Tas loco, yo me voy con vos... (Le metía un dedo en la conchita y ella le dio un chirlo)
Y: ¿Qué fue?
E: Hay mosquitos... (Contuvo la risa, él levantó el volumen de la tele)
Y: ¿Che, tardará mucho tu amiga? (Ella bajaba con la lengua por el pecho de su macho)
E: No sé, papito. La espero un rato más (Llegó a la pija y se la empezó a chupar)
Y: Me avisás y te puedo ir a buscar...
E: No, mi vida, de San Telmo acá te volvés loco. Me voy en taxi... (Le chupaba los huevos y escuché el ruidito)
Y: ¿Vos estás comiendo?
E: Mmmh... sí... un flancito... riquísimo... estaba en la heladera (Conteniendo la risa, invirtió su posición para hacerle un 69)
Y: Bueno, ya no cuidás la silueta... Che, estás muy entretenida con el porno, de acá se oye...
E: Ah sí, está divino... (Gemia por la lengua del tipo en la concha)
Y: ¿De qué se trata?
E: Un potrito hermoso, cuarentón, se está cogiendo una pendeja... (Ahí se puso abajo, de espaldas y le ofreció la conchita)
Y: ¿Qué... estás calentita?
E: Sí... bastante...mmmh... (Abrió las piernas y le pedía pija)
Y: ¿Te estás tocando? (El desgraciado le acariciaba las ingles con la verga)
E: Mmmh... sí...¿Y vos?
Y: Y sí...me estás obligando...¿Vas a venir pronto?
E: Ay... sí mi tesoro... quiero que me la metas toda... (Y le dice al oído a él "a vos te digo, papito..."
Y: Sí mi chiquita... ¿Me estás deseando? (Le ponía vaselina y ella jadeaba)
E: Mucho, mi vida... mucho... (Se la empezaba a meter despacito... Los gemidos se mezclaban con el audio de la tele)
Y: Mmmh...mi muñequita...te amo...me estoy pajeando...voy a terminar... quiero que vengas... que seas mía...
E: Tuya...tuya...tuya siempre... (Ella le rodeó la cintura con sus piernas y le dijo al oído: "Haceme la colita...porfi..."
Y: Ooooh...waoo... me ensucié todo...voy al baño...
E: Mmmh...yo también... después te llamo... (Cortó... él la penetró por el culo y ella gritó enloquecida...)
Me contó que después, le comió la boca mil veces, le besó el cuello, le recorrió la piel con la lengua, desesperado, la bañó con saliva, la atragantó con la verga. Ella le pidió más...se la metió toda otra vez... Juntos, se acordaron de la conversación conmigo y se reían... mucho...a carcajadas...le roció el cuerpo con leche...se la chupó de nuevo, le hizo tragar el semen... Estuvieron como dos horas más. Jadearon exhaustos...transpiraron...se desplomaron... Se ducharon abrazados, se mimaron... se vistieron...se volvieron a besar... salieron del telo... Me la trajo en el auto y la dejó cerca (para que "yo no sospeche"...) Él siempre creyó que éramos de allá, que la volvería a ver, pero siempre compramos un chip celular de cada lugar, que luego tiramos. No lo vimos más...
Ese fue el juego. Y ese corneador podrías ser vos. Pero si vos preferís, podrías ser yo (el cornudo), o ella (si sos mujer) y disfrutar como lo hacemos siempre... Pero si no sos ninguno de los tres, en verdad... no sabés lo que te perdés...
Hasta la próxima...
Una práctica bastante habitual que adoptamos desde los primeros años de nuestro matrimonio, consiste en que mi mujer provoque a algún tipo que le gusta, lo caliente con su actitud insinuante y nos divertimos con las reacciones del susodicho. Esto puede terminar solo en eso, desaparecemos quedando ella como una "calientapijas" histérica o, cuando le seduce el candidato, lleva las cosas más lejos y van a parar a la cama ya sea ahí nomás, o en una cita posterior (aquí se divierte también él). En éste último caso, mi participación es fundamental, pero me referiré a eso más adelante.
Voy a contar una de esas aventuras, que sucedió en Buenos Aires Capital poco después de casarnos, en uno de nuestros frecuentes viajes que hasta hoy seguimos haciendo. Vale aclarar que, cuando mi mujer trata de provocar al hombre elegido, siempre procuramos que yo esté presente, ya que cuando el cornudo es conocido por el corneador, la calentura del mismo se sobredimensiona (y es más así, si ha visto alguna vez la cara del que está corneando). En esta ocasión, mi esposa se había puesto un short enterizo negro (en contraste con la blancura de sus largas piernas) de símil cuero, finito, ajustado, marcando bien las curvas de su cuerpo delgadito. El short era lo suficientemente corto para que, desde atrás, se notara la parte inferior de sus nalguitas al aire. Hacía calor, así que algunos botones desprendidos de la parte de arriba marcaban un escote largo y angosto casi hasta el ombligo. Ya dije alguna vez, que tiene tetitas pequeñas, no obstante, se notaba levemente el relieve de los pezones, ya que rara vez usa corpiño.
Así entramos en una gran casa de venta de zapatos, en donde la sección de damas tenía unos compartimientos virtuales, con sillones y plantas, tipo boxes, que otorgaban cierta privacidad a las clientas sin circulación de gente. Yo, de acuerdo al plan trazado por mi flaquita, me fui a ver zapatos a la sección masculina y ella, encaró al vendedor que le impresionó como el más apetecible.
Contaré lo que ella me describió, ya que en aquellos años no teníamos el recurso de ahora, en que para situaciones de esas usamos los celulares modernos, que nos permiten grabar conversaciones sin que los tipos se enteren. Dice que al sentarse, el muchacho no pudo evitar fijar la vista en el espacio que deja la separación de los muslos (al ser delgados), justo donde comienzan. Ahí, por lo ajustado del short, se le notaban los bultitos que dibuja la costura de la entrepiernas cuando se mete en el tajito. Así mi mujer, abría la etapa "provocación" de su plan seductor. Se despojó de los zuecos que llevaba puestos con un empujón de cada pie y le pidió ver "sandalias de tacos altos con tiritas de aspecto sexy". "Veré qué le puedo mostrar. "¿Desea que hagan juego con esa ropa?", preguntó el vendedor. Ella sonriendo, le dijo "Que hagan juego conmigo". El tipo, animándose, "Con usted, hace juego cualquier zapato..." Entonces ella, "Gracias, pero no me trates de usted, me hacés sentir vieja" (tenía 24 y el hombre más de 40), se rieron...
El vendedor fue y volvió varias veces con distintos pares y Eva, mirando uno de ellos le dijo al chabón "Estos me gustan bastante" (con tiritas y flecos, como a ella le entusiasman). Él le tomó un pie para medírselos y mientras le abrochaba las tiras, intentó una opinión: "Sí, estos te van muy bien. Son como más...más...eh..." Ella lo interrumpió: "¿Más hot? Bah...¿Más de puta querés decir?" El vendedor titubeó "Bueno, no quise decir tanto..." Y para salir del paso "Se los mostrás a tu esposo? ¿Es tu esposo, no?" Y ella "Sí, es mi esposo pero no los voy a usar con él" y sonrió guiñándole un ojo. Con cara de desconcierto, amagó ponerle el otro tomándole el pie y ella le susurró "Mmmh...tenés las manos calentitas, mirá como se me enfriaron los pies". El muchacho mirando para todos lados, se vio en libertad para cubrirle el pie con ambas manos y acariciarle los deditos. Ahí mi atrevida mujercita, tras un nuevo "mmmh..." entrecerró los ojos, respiró hondo y separó las rodillas. Los bultitos le volvieron a aparecer al vendedor ante su vista y ella, disimuladamente, puso tres dedos de su mano ahí, en el tajito...
Ignorando lo que pasaba, aparecí yo para mostrarle un par que me estaba probando. Disimularon rápido, me dijo que estaban bien (con cara de orto como para sacarme cagando) y, cuando volví sobre mis pasos, dice que el fulano no aguantó más y se lanzó: "Mirá, si hay algo que me gustaría es que los estrenes conmigo, pero...(con la cabeza me señaló a mí) no sé si podés..." La suerte estaba echada, porque ella le contestó "Depende. Si vas a llamarme mañana o pasado, te doy mi celu, porque el domingo viajo" (nos volvíamos a nuestra provincia). Demás está decir que el "suertudo" agarró viaje. Compré los zapatos de ambos y cuando salíamos el tipo estaba en la puerta. Nos despedimos, se dieron un beso en la mejilla y supe que Eva le susurró al oído "Llamame..."
El llamado no se hizo esperar y fue al día siguiente. Quedaron en encontrarse en algún lugar, donde él pasaría a buscarla al salir del laburo y, obviamente, fueron a un telo.
Ahí es cuando me toca esa participación que te decía, ya que mi tarea consiste en llamarla por teléfono (siguiendo un "libreto" que ya tenemos) mientras están en pleno goce y simular que no tengo idea de lo que está haciendo mi esposa y menos que está encamada con un tipo. Lo que logramos con eso, es que el hombre se excite como nunca y le haga disfrutar a ella de un encuentro sexual inolvidable y que al chabón lo caliente tanto, que le sobren "cartuchos" para una larga "sesión" (que es el objetivo final de este juego). Si sos un avezado corneador, sabrás lo que significa que la tramposa que te levantaste hable por teléfono con su cornudo mientras vos te la estás cogiendo...
Entonces, de acuerdo a lo convenido con mi amada cómplice de aventuras, 5 minutos después de la señal por SMS que ella me envió, la llamé y me atendió poniendo el altavoz.
Ahora te propongo un juego interesante:
Imaginemos cómo puede ser la calentura de un tipo que se levantó una puta casada, divina, en la cara del boludo del marido (la mejor que pude poner), que al otro día la tuvo en la cama, la franeleó completa mientras hablaban de él, se rieron cuando a la pregunta "¿Lo trampeás seguido a tu cornudo?" ella le responde "bastante", después la penetra con alma y vida, ella goza como una loca, caen rendidos, descansan abrazados un rato y, cuando le empieza a chupar las tetas de nuevo, suena el celu de ella, atiende y él escucha la conversación.
Yo siempre anoté como en un diario íntimo, lo que puedo reconstruir de lo que ella me cuenta y lo que yo mismo me acuerdo de estas historias (con el tiempo los subí a la nube por seguridad) y ahora, uniendo todos los datos, te invito a leer lo que ocurrió esa tarde, con la mejor fidelidad de detalles que pude armar ("E" es ella, "Y" soy yo):
E: Hola papá...
Y: Hola mi amor... (silencio) Hola... ¿Tesoro? ¿Me escuchás? (Se estaban besando, por eso tardó en contestar)
E: Sí papito...no es muy buena la señal...
Y: ¿En dónde estás?
E: Eh... ¿Te atendió el fiscal?
Y: Ya te cuento... ¿Pero dónde estás?
E: Acá, me vine a visitar a Mechi, aproveché que vos te ibas a demorar...
Y: ¿La de La Plata? ¿La médica? (por supuesto, no existe)
E: Claro, Mercedes, pero ahora vive acá, en San Isidro. Y la estoy esperando, tuvo una urgencia y le avisó al portero, que tiene llave del depar y él me abrió... (mientras lo decía, se dio vuelta, se subio arriba de él y le mordía el cuello)
Y: ¿Y qué es el ruido? ¿Hay alguien más?
E: (se ríe) No, es la tele. Esta loca tiene el canal Venus. Estoy viendo porno... (Él la apretaba contra su cuerpo y le acariciaba el culito). Pero no me dijiste lo del fiscal...
Y: No, malas noticias, tengo que quedarme hasta el lunes. Si vos no querés faltar y conseguís pasaje, te vas en avión...
E: Tas loco, yo me voy con vos... (Le metía un dedo en la conchita y ella le dio un chirlo)
Y: ¿Qué fue?
E: Hay mosquitos... (Contuvo la risa, él levantó el volumen de la tele)
Y: ¿Che, tardará mucho tu amiga? (Ella bajaba con la lengua por el pecho de su macho)
E: No sé, papito. La espero un rato más (Llegó a la pija y se la empezó a chupar)
Y: Me avisás y te puedo ir a buscar...
E: No, mi vida, de San Telmo acá te volvés loco. Me voy en taxi... (Le chupaba los huevos y escuché el ruidito)
Y: ¿Vos estás comiendo?
E: Mmmh... sí... un flancito... riquísimo... estaba en la heladera (Conteniendo la risa, invirtió su posición para hacerle un 69)
Y: Bueno, ya no cuidás la silueta... Che, estás muy entretenida con el porno, de acá se oye...
E: Ah sí, está divino... (Gemia por la lengua del tipo en la concha)
Y: ¿De qué se trata?
E: Un potrito hermoso, cuarentón, se está cogiendo una pendeja... (Ahí se puso abajo, de espaldas y le ofreció la conchita)
Y: ¿Qué... estás calentita?
E: Sí... bastante...mmmh... (Abrió las piernas y le pedía pija)
Y: ¿Te estás tocando? (El desgraciado le acariciaba las ingles con la verga)
E: Mmmh... sí...¿Y vos?
Y: Y sí...me estás obligando...¿Vas a venir pronto?
E: Ay... sí mi tesoro... quiero que me la metas toda... (Y le dice al oído a él "a vos te digo, papito..."
Y: Sí mi chiquita... ¿Me estás deseando? (Le ponía vaselina y ella jadeaba)
E: Mucho, mi vida... mucho... (Se la empezaba a meter despacito... Los gemidos se mezclaban con el audio de la tele)
Y: Mmmh...mi muñequita...te amo...me estoy pajeando...voy a terminar... quiero que vengas... que seas mía...
E: Tuya...tuya...tuya siempre... (Ella le rodeó la cintura con sus piernas y le dijo al oído: "Haceme la colita...porfi..."
Y: Ooooh...waoo... me ensucié todo...voy al baño...
E: Mmmh...yo también... después te llamo... (Cortó... él la penetró por el culo y ella gritó enloquecida...)
Me contó que después, le comió la boca mil veces, le besó el cuello, le recorrió la piel con la lengua, desesperado, la bañó con saliva, la atragantó con la verga. Ella le pidió más...se la metió toda otra vez... Juntos, se acordaron de la conversación conmigo y se reían... mucho...a carcajadas...le roció el cuerpo con leche...se la chupó de nuevo, le hizo tragar el semen... Estuvieron como dos horas más. Jadearon exhaustos...transpiraron...se desplomaron... Se ducharon abrazados, se mimaron... se vistieron...se volvieron a besar... salieron del telo... Me la trajo en el auto y la dejó cerca (para que "yo no sospeche"...) Él siempre creyó que éramos de allá, que la volvería a ver, pero siempre compramos un chip celular de cada lugar, que luego tiramos. No lo vimos más...
Ese fue el juego. Y ese corneador podrías ser vos. Pero si vos preferís, podrías ser yo (el cornudo), o ella (si sos mujer) y disfrutar como lo hacemos siempre... Pero si no sos ninguno de los tres, en verdad... no sabés lo que te perdés...
Hasta la próxima...
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