Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 18 años que sueña con la típica vida de una chica de ciudad, llena de locuras, deseos y sobre todo mucho sexo desenfrenado. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 4: Tardes de estudio
Podríamos decir que las cosas iban bastante bien en mi vida, pero algo que tienen que saber es que cuando las cosas van así de bien es porque algo está a punto de salir mal. Creería que esa última semana de Mayo fue la que puso fin a una racha de 2 meses y medio excelentes donde todo venía siendo perfecto. Facundo me pidió de hablar a la salida ese jueves medio nublado y mi cabeza comenzó a trabajar a todo motor imaginando miles de alternativas y miles de conversaciones que nunca llegarían a darse. Es cierto que nuestro último encuentro sexual había sido distinto, la conexión que se había dado fue lo suficientemente clara para mí como para él. ¿Me iba a pedir de ser su novia? ¿Iba a cortar toda la relación? ¿Quería que entre nosotros dos pasar algo más?
- Cele…- empezó y se notó que a pesar de ser alguien muy canchero y suelto de personalidad, estaba un poco nervioso.- No sé cuál es tu idea de lo nuestro, pero yo… O sea…
- ¡Hay por dios Facundo! Decime lo que me querés decir y listo.- Le dije algo nerviosa tratando de que sea lo más claro posible.
- Yo no quiero nada serio.- Terminó confesando.- Siento que nosotros dos así estamos re bien y no tengo ganas de que por alguna razón se vaya a arruinar.
- ¿Y por qué me lo decís?- Le pregunté yo teniendo en cuenta que nunca se había puesto en juego nada.
- Por nada.- Se defendió él rápidamente.- Pero no quiero que pienses que por ahí yo ando buscando algo más con vos. O sea, me pareces re linda y muy piola… Pero como que… No sé. ¿Vos qué opinas?
¿“Muy piola”? ¿Yo le parecía muy piola? Obviamente no me gustó en absoluto esa conversación, no porque yo quería algo más con Facundo, sino por la forma en la que me la planteo. ¿Dónde había quedado ese chico atrevido y que se desenvolvía con total facilidad? Le terminé diciendo que me parecía bien, que yo tampoco quería un noviazgo y al final la conversación se terminó aclarando cuando él dejó en claro el hecho de que quería seguir teniendo sexo conmigo. Pero en ese momento estaba algo molesta con él, algo ofendida, por la forma en la que me había expuesto las cosas. No me parecía lo correcto.
Sin embargo no quedó todo ahí. Ojalá el problema hubiese sido solo ese. ¿Se acuerdan que les dije que al principio Facundo le tenía ganas a Vanina pero yo terminé estando con él y que ella lo aceptó muy bien? Al parecer nada fue así, por lo menos no desde mi punto de vista. Vanina no solo lo tomó bastante mal, sino que le hablaba bastante seguido a Facundo y habían empezado una especie de relación utópica en la que no se besaban, no tenían sexo, pero se relacionaban como si fuesen una pareja. Algo que me tomó completamente por sorpresa al enterarme a través de Guillermina, que consiguió esa información en un descuido de Laura, quien sabía de todo. El problema es que Facundo también veía a Vanina como una chica con la que si le gustaría tener algo, lo que me convertía en una especie de tercera en discordia, posición que no me gustaba para nada. Por suerte para mí, Guillermina y Valentín veían las cosas del mismo modo que yo.
Lautaro y Laura volvieron a estar el fin de semana siguiente y eso ya se convertía en el tercero consecutivo, pero además de eso empezaban a mostrarse en público como una especie de pareja en potencia. Facundo por su parte se mostraba cada vez más desinteresado en mí hasta que llegaba la hora de irse y me venía a buscar con intenciones de hacerlo. La cosa hubiese sido de otra manera si de entrada yo le hubiese planteado que esa idea mucho no me gustaba, pero como Facundo me podía y la forma en la que me cogía era excelente, yo siempre terminaba diciéndole que sí. Y todos los sábados (los que salíamos) él terminaba en mi departamento volviéndome loca de alguna que otra forma. Empezaba a gustarme de algún cierto modo, pero sentía que cada vez lo perdía más y más.
- O sea, me re molesta que me trate así, pero a su vez no quiero que me considere como su novia. No sé si me explico.- Le conté a Nicolás al día siguiente.
Nico se había convertido en una especie de psicólogo gratuito y que me daba consejos más reales y acordes a la situación. Conocí a todos los personajes de la historia ya que iba a la facultad con ellos y a su vez lo veía desde un punto de vista relativamente subjetivo ya que no era amigo de ninguno de ellos. “Sos jodida” me dijo un miércoles caminando en dirección a mi casa después de que le contara todas las alternativas que se me habían ocurrido a raíz de lo que podía llegar a pasar si yo seguía o no estando con Facundo. “No estés más con él y punto” me decía como si fuese fácil para mi evitar estar con esa persona.
Llegamos a mi departamento y después de poner la pava con agua para hacer unos mates seguimos hablando a medida que preparábamos los apuntes para hacer un trabajo. Veníamos con eso hacía ya varios días, pero era muy difícil concentrarnos porque siempre surgía un tema de conversación mucho más interesante. Nicolás había dejado de ser ese chico tímido y callado y ahora era un gran amigo, alguien en quien podía confiar y quien me cuidaba como si fuese su hermana. El problema es que Nicolás no me quería como a una hermana…
Después de dos horas de leer y resumir apuntes volvimos al tema de conversación de Facundo cuando me llegó un mensaje de Laura diciendo que el sábado salíamos para festejar su cumpleaños. “Seguro que a la noche termino estando con él” le confesé y una vez más volvimos a hablar sobre que debía o no hacer. Entre consejos que iba a ignorar y universos alternativos que podían llegar a pasar se nos terminó yendo la tarde y ya eran las 9 de la noche cuando nos dimos cuenta y por simple comodidad le dije que se quedara a comer. Él aceptó y después de una cena rápida volvimos a los apuntes ya que la semana siguiente debíamos entregar el trabajo.
- Bueno… Yo me voy.- Me dijo casi a la una de la mañana después de terminar de resumir un apunte bien largo.
- ¿Por qué no te quedas a dormir Nico?- Le dije teniendo en cuenta que él vivía bastante lejos de mi casa y me daba cosa que se fuera tan tarde.
- No te quiero joder.- Respondió él enseguida sin embargo lo terminé de convencer que a mí no me molestaba y decidió quedarse a dormir.
Minutos más tarde nos acostamos en la cama y entre risas y conversaciones la noche fue avanzando. No fue hasta que le conté de toda mi historia con Gabriel que me di cuenta que nunca le había preguntado nada sobre su vida amorosa. “¿Y a vos no te gusta nadie?” le consulté y él enseguida me respondió que “no”. “¡Ay dale Nico! ¿Me vas a decir que no hay ninguna chica que te interese?” insistí y noté en su cara un poco de vergüenza y supe que enseguida que había alguien. Intenté sacarle información sobre esa chica sin embargo él evitaba darme alguna data. Pero cuando lo hizo el punto no fue el correcto. “¿Es de acá de Rosario?” le pregunté y enseguida respondió que sí y cuando le consulté sobre quien era, me dijo que no la conocía.
- Sí es de Rosario tiene que ser de la facultad Nico.- Le dije sin mucha dificultad, después de todo él era de un pueblo y no conocía a nadie más.- ¿Quién es?
- Pasa que está en otra con otro pibe, ni vale la pena.
- ¡¿Te gusta Laura?!- Le pregunté sorprendida y emocionada a la vez, pero él lo negó enseguida y entonces otra idea apareció en mi cabeza.- ¿Te gusto yo?
Él se quedó completamente callado y nuestras miradas se cruzaron por unos segundos. Entonces en una milésima de segundo me cayó la ficha. La forma en la que él me hablaba, como me aconsejaba con respecto a mi vida, la manera en la que me cuidaba, como siempre trataba de acercarse a mí. Nicolás estaba atrás mío y yo todo este tiempo planteándole en la cara mis problemas estúpidos en cuanto a Facundo. Fue en ese momento cuando sentí por él algo mucho más grande que aprecio. Nico me quería de verdad y mirándolo a los ojos me di cuenta que yo también lo quería.
El beso vino de mi parte, ya que él no se animaba a acercarse a mi boca y yo lo hice sin ningún inconveniente. Pero tan pronto nuestras bocas se tocaron me encontré con que Nicolás se sacó todos sus ganas de besarme en ese preciso instante. Rápidamente se acercó a mi lado y me abrazó entre sus brazos al mismo momento en que nuestras lenguas jugaban de boca en boca. Era un beso mucho más sentido que los miles que me había dado con Facundo en esos días, él lo hacía desde su corazón.
Pero rápidamente los besos empezaron a llevarse a más y no tardamos en darnos cuenta que los dos nos veíamos como algo mucho más que una persona a la cual querés besar. Él me miraba con ganas, en sus ojos se veía el deseo de poder desnudarme y de tener mi cuerpo para él. Yo lo miraba de una nueva forma. Nicolás era un chico lindo, alto, rubio, de ojos claros, con una hermosa sonrisa y su nueva actitud dominante me había sorprendido por completo. Comenzamos a dejarnos llevar por el momento y cuando me di cuenta él estaba acostado sobre mi cuerpo y yo lo envolvía con mis piernas.
Rápidamente metió mi mano por debajo de mi remera y comenzó a rozar mi cintura con sus dedos y eso me provocó un calor inmenso a pesar de que el frío se hacía notar. Mis brazos se aferraban fuertemente a él a medida que seguíamos besándonos de manera muy apasionada y que nuestras miradas se cruzaban en nuestra mutua expresión de deseo. Cuando me sacó la remera supe que todo iba a pasar y se iba a dar, entonces sin saber por qué, en cuestión de unos segundos, me olvidé de todo. Me olvidé del trabajo de la facultad, me olvidé de que eran las 3 de la mañana y que al día siguiente teníamos que madrugar, me olvidé de Facundo y de Gabriel. En ese momento solo me importaba él y yo.
Una vez que me sacó la remera los besos continuaron pero de a poco comenzaban a bajar por mi cuello y mis hombros. Me encantaba la manera en la que sus labios acariciaban mi piel y como sus dedos rozaban mi cuerpo que de a poco se iba poniendo más caliente. Me sacó el corpiño y enseguida fue a besar mis tetas. ¡Qué delicia! El modo en el que Nicolás jugaba con ellas, como las tocaba, las apretaba, las sacudía y al mismo tiempo le pasaba la lengua y los labios por encima. La seducción ya había quedado a un lado y ahora era momento de calentarnos y él lo estaba haciendo de una manera increíble. Mis piernas seguían envolviendo su cuerpo pero lo hacían a la altura de su espalda y él me volvía loca en la forma en la que me tocaba las lolas y como me ponía bien duritos los pezones.
- ¡Ay sí!- Dejé escapar en el preciso momento en el que su lengua iba como loca de un lado al otro y su mirada se levantó para cruzarse con la mía tan solo un segundo. Esa mirada seductora que tenía.
Entonces un fuego se prendió en mí. Me levanté rápidamente y él hizo lo mismo y quedamos frente a frente. Lo abracé con brutalidad y lo besé fogosamente acercándome a su cuerpo. Aproveché para sacarle la remera y un pecho bastante trabajado me sorprendió ya que no me esperaba algo así en él. Ahora me tocaba a mí bajar por su cuello, por sus hombros, por su pecho, por sus abdominales…
Cuando me encontré en cuatro frente a él que seguía arrodillado sobre el colchón y con su pija en mi boca, comprendí lo mucho que me había hecho desearlo en cuestión de tan solo minutos. Nicolás extendía sus manos por sobre mi espalda y me recogía el pelo para luego volver a soltarlo y acariciarme nuevamente hasta llegar a mi cintura. Mientras tanto yo le chupaba la verga que se había puesto totalmente dura y me llenaba la boca. “Date vuelta” me dijo el suavemente. Yo obedecí y giré mi cuerpo quedando de espaldas de a él en 4 patas y abrí mis piernas para que Nicolás se acomodara entre ellas.
Esperaba el golpe, el impacto de su pija penetrando mi cuerpo de manera violenta, pero en vez de eso Nico me tomó por la cintura y apoyó su cuerpo contra el mío y pude sentir como su verse se apoyaba entre los cachetes de mi cola. Entonces comenzó a moverse lentamente hacia arriba y hacia abajo, como queriendo hacerse una paja con mi cola y eso me calentó aún más ya que me demostró que a él le encantaba jugar con los cuerpos. Sin dejar de hacer ese movimiento, revolvió el pantalón que estaba al lado suyo y sacó del bolsillo su billetera de dónde sacó un preservativo. “Venías preparado” le dije yo que miraba con la cabeza hacia atrás y él rio. Se lo puso y después volvió a refregar su pija sobre mi cola. Cuando no aguantó más se dedicó a cogerme.
Apoyó la punta de su verga en mi concha y fue suavemente metiéndola. Yo estaba tan mojada que entró hasta el fondo de mi cuerpo sin ningún problema y una vez que estuvo toda adentro él volvió a poner sus manos en mi cintura y comenzó a cogerme nuevamente a gran velocidad. “Mmm sí” gemía yo entre sus movimientos y el sentir de cómo me iba haciendo gozar. Era un amante mucho más suave, delicado, pero igual de intenso que con los otros que ya había estado y no podía negar que su forma de hacerlo me ponía como loca. Ese lado dominante que salió de él para tenerme así me había agarrado completamente de sorpresa y me estaba gustando.
De a poquito sus manos se fueron moviendo de mi cuerpo, pasando de mi cintura hasta mi espalda y luego se adelantaron hasta llegar a mis tetas. Sentía la respiración agitada de Nicolás sobre mi nuca y a medida que él iba moviendo su cintura hacia adelante y hacia atrás mi cuerpo se calentaba más y más. Entonces despacito comenzó a levantarme. Apoyé mis manos sobre el colchón para estar más elevada, pero él siguió tirando hacia atrás hasta que estuvimos los dos casi en posición vertical, él detrás de mí con sus manos en mis tetas y su pija adentro de mi cuerpo. Apoyé mis dedos sobre los suyos y se entrelazaron y sentí como todo su cuerpo se pegaba al mío. Giré un poco la cabeza hacia el costado y comenzamos a besarnos de una forma muy intenta.
Era una imagen totalmente distinta a la que esa habitación había vivido hasta el momento. Nicolás se encargaba de crear un ambiente mucho más romántico pero a la vez muy fogoso y su manera de cogerme me hacía ver las estrellas. Todavía seguía son poder entender muy bien lo que estaba pasando, pero no quería que terminara. Su cintura se movía descontroladamente pero de manera precisa para darme el placer que yo necesitaba.
Minutos más tarde nuestros cuerpos se separaron. Él muy amablemente pero denotando que seguía siendo quien llevaba la batuta, me pidió que me recostara boca arriba sobre la cama y yo lo hice. Él se acostó encima de mí entre mis piernas y nuevamente volvió a penetrarme al mismo tiempo que yo lo envolvía con mis brazos por encima de sus hombros y nuestros labios se encontraban en un beso bien apasionado. “Cogeme Nico” le pedí mirándolo fijo a los ojos y él comenzó a hacerlo de manera muy fervorosa. Una vez más su delicadeza se mezclaba con su intensidad y eran un combo totalmente placentero. Nuestros cuerpos parecían estar totalmente conectados y eso eran a consecuencia de su forma de actuar, de lo buen amante que Nicolás había demostrado ser.
Entre tanto toqueteo, tantas caricias, tantos besos y tantas miradas seguimos cogiendo hasta que la velocidad y la profundidad hicieron su trabajo generándonos a los dos un increíble orgasmo que demostramos yo con gritos y gemidos y él con un suspiro profundo que sentí en mi cuello. Entonces nos quedamos los dos quietos, agitados y sonrientes, nos miramos fijamente y no pudimos evitar una sonrisa. Después de todo ninguno de los dos se imaginó que esa noche iba a pasar eso. Ya eran pasadas las 4 de la mañana, habíamos estado cogiendo casi una hora y sin embargo pareció todo ser muy rápido. ¿Qué había pasado?
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