Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 18 años que sueña con la típica vida de una chica de ciudad, llena de locuras, deseos y sobre todo mucho sexo desenfrenado. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Capítulo 1: Bienvenida a la ciudad
Todo comenzó el lunes 23 de Febrero de 2015 a la mañana. Mis padres me levantaron con la idea de llevarme a conocer el que sería mi nuevo hogar, mi nueva casa, un pequeño departamento en el centro de la ciudad de Rosario. Desde que nací que vivo en un pueblo alejado de la misma y siempre fue mi sueño convertirme en una chica de la gran ciudad. ¿Por qué? No lo sé, capaz que esas películas o series que veo tuvieron algún efecto, pero me encanta la idea de pensar que vivo rodeada de gente desconocida, de gente que tiene sus propias vidas y rodeada de miles de cosas que pueden llegar a pasarme. En este pueblo todos nos conocemos entre todos y eso le saca la emoción a la vida. Es por eso que esa mañana mi vida comenzó una segunda vez.
Ya a las afueras de la ciudad pude sentir un cosquilleo en mi panza. ¿Cómo sería mi nuevo departamento? Miles de dudas entraron de golpe en mi mente ¿Tendría una linda vista? ¿Una habitación grande? ¿Un baño cómodo para poder arreglarme antes de mis salidas? Si había algo que me gustaba era la idea de pensar en una especie de mini mansión que iba a ser toda mía, con mis reglas y mis condiciones. Sabía que no iba a ser enorme, pero no me era prohibido soñar.
Cuando llegué me encontré con algo muy similar a lo que mis sueños se estaban esperando. Un departamento bastante grande, en el macro centro de la ciudad, con un balcón divino con vista al parque que tenía en frente y una cocina, un baño y una pieza lo suficientemente grandes para que pudiera estar lo más cómoda posible. “¡Me encanta!” le dije con mucha alegría a mis padres y no pude evitar una lágrima de emoción. Esa casa iba a ser la nueva sede de increíbles anécdotas que iban a transcurrir a lo largo de los próximos años.
Nos tardó unos días acomodar todo. Ese mismo lunes casi a las 7 de la tarde y después de unas cuantas horas de trabajo, nos volvimos al pueblo y noté una leve tristeza al alejarme del departamento. Pero ese sentimiento duró tan solo unas horas ya que al día siguiente cuando nuevamente estábamos ahí por la mañana, mi padre subió el colchón y me comentó que esa noche ya podía quedarme a dormir en mi nuevo hogar. Así que los siguientes días decidí pasarlos en esa casa levantándome temprano todas las mañana para que ellos llegaran y siguiéramos trabajando en dejar todo en condiciones para que mi estadía ahí fuera lo mejor posible.
- ¡No saben lo que es chicas! ¡Se van a morir cuando me vayan a visitar!- Les dije a Belén, Noelia y Cintia, mis tres mejores amigas de la secundaria.
Las cuatro éramos muy unidas desde el primer año. Otras chicas habían pasado por nuestro grupo, pero nosotras nunca dejamos de juntarnos, de vernos y de ser amigas. Es por eso que una gran desilusión se llevaron ellas al enterarse que yo era la única que no me iba a ir a Santa Fe a estudiar con ellas, sino que iba a irme a Rosario. Íbamos a seguirnos viendo y a seguir siendo amigas, pero yo sabía que a la larga ellas iban a tener miles de historias y anécdotas sin mí y eso iba a hacer que al fin de cuentas yo me distanciara de ellas. Pero eso no me preocupaba, porque sabía que la ciudad iba a ser una nueva oportunidad para que hiciera muchas amistades.
La otra persona que me daba mucha pena dejar de ver era Gabriel. Él era el chico con el que estuve saliendo gran parte de nuestro último año de secundaria y junto con Manuel y Juan Pablo conformaban el grupito de hombres con el que más nos juntábamos nosotras (de hecho entre Belén y Juan Pablo hubo una historia muy similar a la mía y de Gabriel pero que terminó en la nada). Ellos 3 también se iban a ir a estudiar a Santa Fe, por lo que decidieron hacerme una despedida por más que sabíamos que los fines de semana nos íbamos a seguir viendo. Aunque en realidad era toda una excusa para que Gabriel y yo estuviésemos juntos una noche más.
Ese sábado 28, nos juntamos en la casa de Cintia, donde siempre se hacían la gran mayoría de las reuniones y después de una comida rápida, pusimos algo de música y empezamos a dejarnos llevar por el momento. Mientras las chicas bailábamos y cantábamos, ellos preparaban algo para tomar y seguían conversando. “Dale amargados, vengan a bailar” les dijo Noelia y ellos tres enseguida se levantaron y se sumaron a la ronda con sus vasos. Las miradas y el histeriqueo con Gabriel eran constante y esa noche no debían de faltar. Sin embargo se hicieron esperar hasta las 3 de la mañana cuando decidimos salir a un boliche a seguir un poco la fiesta. Fuimos en su auto y en el de Manuel y una vez adentro, nos perdimos entre la gente hasta que por fin estuvimos los dos solos.
- Te voy a extrañar mucho Cele.- Me dijo él abrazándome rápidamente por la cintura y acercándose hacia mi.
- ¿Me vas a ir a visitar?- Le pregunté sonriéndole y apoyando mis manos en su cuerpo.- Mirá que tengo un colchón grande. Así que podemos dormir los dos tranquilamente en él.- Agregué desafiándolo.
Siempre había sido nuestro juego, nuestra fantasía, poder pasar una noche a solas los dos, sin estar pendientes de que llegaran sus padres o los míos y ahora que existía la posibilidad, era muy tentadora.
Comenzamos a besarnos muy apasionadamente y entonces nos dimos cuenta que la cosa no podía terminar de otra manera que con una buena noche de sexo. Nuestra primera vez se había dado hacía casi medio año, en una fiesta que organizamos con los chicos de la escuela en la que los dos lo terminamos haciendo a escondidas en el quincho de su casa. Desde ese entonces no podíamos aguantarnos las ganas de hacerlo y cada vez que se daba la oportunidad aprovechábamos para hacer algunas locuras. Gabriel no había sido mi primera vez, pero si fue con quien más experimente en el sexo y con probé miles de cosas nuevas. Nuestros encuentros habían sido de simples y clásicos a bien fogoso e intensos. Sabíamos lo que le gustaba al otro.
La noche siguió entre escapadas y besos para poder estar un rato solos y otros momentos en los que nos acercábamos a los chicos que ya sabían lo que estaba pasando entre nosotros. Belén y Cintia estaban más que emocionadas con el hecho de que estuviéramos juntos, después de todo en ese medio año casi nunca nos habíamos mostrado juntos públicamente (por más que todos sabían que había algo entre nosotros), en cambio Noelia parecía estar más bien molesta y cuando le pregunté que le pasaba me dijo que yo debería de aprovechar la noche para estar con ellas ya que después seguro me iba a ir con Gabriel. Y de hecho tenía razón.
Una vez que salimos del boliche con el sol ya asomándose, las chicas y Juan Pablo se fueron con Manuel en su auto mientras que Gabriel y yo nos íbamos solos en el de él. Una vez adentro volvimos a los besos y la cosa comenzó a ponerse hot y la idea de estar otra vez en la parte de atrás nos surgió a los dos. Pero cuando él estaba pasando su mano por mis piernas en búsqueda de un lugar entre mi pollerita corta, se me ocurrió una idea que seguramente fue la mejor que tuve en todo el día.
- ¿Querés que vayamos al departamento?- Le pregunté sonriendo y él me devolvió una cara de sorpresa.
- ¿Ahora?- Dijo algo asombrado de mi propuesta.- Pero tenemos como 2 horas en auto hasta Rosario.
- Sí, ahora.- Le contesté desafiante.- Tengo la llave en mi llavero. Podemos ir y estrenar mi colchón nuevito. ¿No te parece?
La propuesta le encantaba y la idea de pasar todo el domingo tirada en la cama con él al lado mío era tremendamente excitante. Entonces prendió el motor del auto y agarró en dirección a la ruta con la idea de llegar a la ciudad lo antes posible. En el viaje decidí aprovechar para volverlo un poco loco, calentándolo diciéndole lo mucho que me gustaba él y la cantidad de cosas que le iba a hacer, así como sacándome la bombachita que tenía puesta y tirándola por la ventana del auto que iba a máxima velocidad. En cuestión de una hora y media aproximadamente estábamos entrando a Rosario y al instante, ya con el sol haciendo presencia sobre el cielo, llegamos al departamento.
Una vez adentro fuimos derecho a la pieza. Entre besos y mucho toqueteo nos empezamos a sacar la ropa y su cara de alegría se mostró cuando levantó mi pollera y recordó que la bombacha ahora debía estar tirada a un costado de la ruta. Gabriel metrió su cabeza entre mis piernas y comenzó a chuparme la conchita como tan bien él sabía hacerlo. Su lengua comenzó a pasar por encima de mi cuerpo bien rápido, yendo de un lado al otro, de arriba abajo y en forma de círculos, hasta calentarme de una manera impresionante.
Enseguida cambiamos de posición y fue él quien se acostó sobre la cama, mientras so me dedicaba a darle placer con mis labios, chupándole la hermosa y rica pija que tenía. Una verga increíble de unos 17 centímetros y bien gruesa que en pocos minutos iba a estar gozando adentro de mi concha. Se la lamía como una loquita, esa larga espera que había sido el viaje me había calentado tanto que no podía controlar ni mi propio cuerpo.
Pero la calentura era tal que no pudimos seguir mucho más con la previa y después de unos besos más él se colocó encima de mi cuerpo y sin siquiera sacarme la pollerita me penetró por completo haciéndome gemir de placer. Lo abracé con fuerza y comenzamos a coger con todas las ganas. Fue entonces cuando me di cuenta que no había más nadie en la casa y que los vecinos no me importaban y me dejé llevar por el momento, comenzando a gritar del placer que me provocaba estar cogiendo ahí con él. Gabi también estaba más liberado y se lo notaba en la manera en la que se movía y como me besaba.
Después de un rato en el que él llevó las riendas del asunto, me tocó a mi. Se acostó boca arriba y yo me senté sobre su pija levantando aun más la pollera que parecía estaba toda amontonada a la altura de mi cintura. Sentí como su enorme verga me penetraba y abrí bien grande la boca ahogando un grito de placer que llegó apenas unos segundos más tarde. “Mmmm sí” dije apoyando mis manos sobre su peche y comenzando a mover mi cintura hacia adelante y hacia atrás gozando de su pija dentro de mi. Él me miraba fascinado y veía en sus ojos el placer y la excitación del momento. La luz del sol entraba por la ventana que había quedado abierta y nos permitía ver todo lo que sucedía.
Gabriel empezó a levantar sus manos por mi cuerpo, bordeando mi cintura y luego pasándolas por encima de la pollera hasta llegar a mis tetas y una vez ahí las agarró con fuerza y comenzó a moverlas al ritmo de mi cuerpo mientras que lo saltaba sobre su cuerpo haciendo que su pija entrara y saliera del mío. Me encantaba coger con él y sobre todo me calentaba mucho la idea de estrenar mi departamento con una buena noche de sexo. Estaba tan caliente que pude sentir como llegaba mi orgasmo acompañado de un grito de placer inmenso que se escuchó en todo el departamento y que me motivó a seguir moviéndome como una loca sobre su cuerpo mientras que él jugaba con mis tetas.
Fue entonces cuando la zorra calentona se apoderó de mi y me agaché para darle un beso y después fui directo a su oído. “¿Me vas a llenar la colita de leche?” le pregunté poniendo voz bien de putita como sabía que a él le gustaba. “¿No me querés acabar toda la colita?” volví a preguntarle segundos después y Gabriel no se pudo contener y me devolvió un sí contundente. Me levanté de su cuerpo y al mismo tiempo que el se paraba al lado de la cama, me acomodé en cuatro contra el borde de ella. Tomó su pija con la mano y volvió a penetrarme bien hasta el fondo provocándome nuevamente un grito de placer que no tuve la intención de disimular, para luego tomarme por la cintura y cogerme bien dura.
Era todo una bestia en la forma en la que me cogía, se notaba que todo el viaje de ida hacia Rosario lo había vuelto loco y lo había calentado de una manera impresionante. Se podía oir el ruido de su cuerpo chocando contra el mío por encima de mis gemidos. Sus manos me apretaban con más fuerza y su pija me penetraba bien a fondo haciéndome sentir un placer inmenso. Estaba a punto de llegar al segundo orgasmo. No lo podía contener. “Si, ¡cogeme!” le pedí entre gritos y mi boca mordió la almohada mientras que mis manos se aferraban bien fuerte a la sacaba. Entonces sentí como llegaba el segundo orgasmo de la noche y un grito ahogado salió de entre mis labios y fue totalmente placentero.
- Gabriel…
- ¿Sí hermnosa?- Me respondió él enseguida.
- Llename toda la cola de leche.- Le pedí.
Él no pudo contenerse. Comenzó a cogerme bien rápido, como lo hizo durante miles de noches. Nuevamente el ruido de su cuerpo chocando contra el mío dominaba la mañana y mis gemidos se ahogaban mientras que mi boca se pegaba al colchón. Era un placer inmenso el que sentía y él no paraba. Sus manos se agarraban con total fuerza de mi cintura y podía sentir como su pija me penetraba a máxima velocidad y me volvía loca. Hasta que Gabi no se pudo contener y la sacó para, segundos más tarde, acabar una enrome cantidad de semen sobre mi cuerpo. Sentí como caía todo en mi cola y luego choreaba tanto para mis piernas como para mi espalda.
Me temblaba el cuerpo, había sido todo muy intenso y todavía me duraba el segundo orgasmo. Gabriel seguía parado detrás de mi, con una de sus manos en mi cintura y con la otra agarraba su pija que seguía bien dura. Él también seguía gozando su orgasmo. Tardamos unos segundos en reaccionar y cuando lo hicimos nos recostamos sobre la cama y miramos como el sol seguía avanzando en la mañana del domingo que de a poco se iba convirtiendo en medio día.
Acababa de estrenar el departamento y había sido excelente. Sabía que lo que me deparaba en los próximos años de estudiante iba a conocer a mucha gente e iba a vivir muchas experiencias entre esas paredes, así como también sabía que Gabriel no iba a ser el único en hacerme feliz ahí adentro. Pero no podía negar que me alegraba muchísimo el hecho de que haya sido él el primero en hacerlo. ¿Cómo iba a seguir nuestra historia? ¿Iba a volver a pasar algo más entre nosotros dos? Definitivamente no sabía nada de lo que me deparaba el futuro. Pero tampoco quería saberlo, después de todo estaba lista para convertirme en una chica de ciudad.
SIGUIENTE
OTRAS HISTORIAS:
LA CASA DE LAS BRUJAS. CAPÍTULO 1
UNA DIOSA. CAPÍTULO 1
MIRADAS DE FUEGO (FANTASÍA)
9 comentarios - Chica de ciudad. Capítulo 1
Tremendo primer capítulo, hice bien al agregar el resto como favoritos. Y veo que la serie sigue, a ponerse al día se habrá dicho! 👍
Espero que los disfrutes!