Después de que Gabriela encontró el amor, nos vuelve a contar como está su vida un año más tarde. Sus relaciones, su trabajo, su futuro y obviamente sus deseos sexuales más calientes. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…
Un año después
Me levanté algo sobresaltada y me costó unos segundos entender que había pasado. Era 4 de Junio, el frío se hacía notar y sin embargo yo estaba totalmente transpirada. Me encontré mojada y respirando de manera acelerada. Miré alrededor y no había nadie ahí, estaba sola. Sin embargo se había sentido todo tan real, su cuerpo, su respiración, sus palabras, todo se había sentido tan presente que me era muy difícil darme cuenta que había sido fantasía y que no. Estaba despierta y tenía que afrontar la realidad.
Muchas cosas habían pasado en ese año. En cuanto a lo personal, mi relación con Gastón había prosperado muchísimo, teníamos ya un año de noviazgo y estábamos muy enamorados. Él era un hombre increíble, me cuidaba, se portaba bien, era muy divertido y siempre proponía cosas nuevas y yo me había adaptado mucho a él. En la cama disfrutábamos como nunca antes había disfrutado en mi vida. El sexo se había vuelto muy creativo, solíamos divertirnos mucho y volvernos locos para matarnos de placer. En los meses del verano nos animamos a una competencia de cuantas veces seguidas lo podíamos hacer hasta que alguno de los dos dijera basta. Empezamos el viernes a la noche y después de once veces seguidas, él me terminó pidiendo un descanso para quedarse dormido el domingo a las 3 de la mañana.
Con las chicas de la secundaria nos seguíamos viendo como mínimo una vez al mes. Después de que Ailín anunciara su casamiento con Santiago y que Andrea nos comunicara que se iba a vivir a Italia, se volvió casi una tradición encontrarnos un viernes al mes para tomar algo y ponernos al día. Daiana ahora vivía con Gerardo y estaban planeando un nuevo viaje juntos. Paola se encontraba en un período entre novios, ya que después de cortar con un tal Favián de 32 años, estaba empezando a salir con otro tipo aun más grande. Florencia había vuelto a cortar con Guillermo pero después de cuatro meses se pusieron de novios una vez más. En cuanto a Flavia, mi mejor amiga, había encontrado el amor en la persona menos indicada. Después de declararse lesbiana, decirme que me amaba, estar de novia con una tal Romina y pasar por una época de locura total, ahora se encontraba saliendo con Silvina, mi ex compañera de la facultad.
Nos enteramos que estaban juntos después de mi cumpleaños n° 26, cuando una noche de noviembre nos las cruzamos con Gastón tomando algo en un bar. Desde entonces Sil se declaró abiertamente homosexual y las dos están juntas hace ya más de medio año. Natalia e Ingrid, las otras chicas de la facultad, se habían alejado un poco de mi vida. La primera seguía de novia con Francisco, después de años de ir y venir. La segunda estaba en algo con un amigo suyo de toda la vida, pero seguía siendo una fiestera total que me cruzaba cada vez que iba a un boliche.
Al que más veía de la facultad era a Matías, que gracias a mi influencia había conseguido un puesto en el mismo lugar donde yo trabajaba. Patricio, nuestro jefe y con quien yo había tenido un affair, era ahora uno de los empresarios más importantes de la ciudad y su empresa había crecido mucho. De la mano de Juan Manuel habían llevado a la empresa a un nivel de tener unos 50 empleados y de conseguir negocios por donde sea, sin duda algo que no esperaba que sucediera tan de golpe. Yo había quedado como jefa de la sección de personal y fue ahí cuando él entró en juego.
Conocí a Ezequiel en Marzo de este año cuando le hice la entrevista y me pareció un chico muy capaz y arriesgado. Sin embargo alguien más ocupó su puesto y no fue hasta un mes después cuando lo volví a llamar que noté en él algo más. Empezó a trabajar a mediados de Abril y en tan solo dos semanas logró captar mi atención por completo. Era un chico alto, musculoso, con un rostro muy marcado, una mirada muy sexy y una voz grave que te dejaba sorprendida. Estaba para chuparse los dedos.
Las primeras semanas pasamos mucho tiempo juntos mientras yo le explicaba su trabajo y ahí empezó el juego. Comentario va, comentario viene, Ezequiel declaró sus intenciones de estar conmigo cuando me dijo que le costaba concentrarse con lo linda que era yo. Podría haber quedado todo ahí de no ser porque yo le respondí con un comentario haciéndome la estúpida y el juego siguió. Él me mandó un whatsapp por el celular, yo se lo respondí, otra indirecta en el trabajo que yo ignoré y así hasta que la cosa fue subiendo de tono.
Yo fue la primera en hacerlo y reconozco que fue un error. Una noche de sábado que me quedé en casa mientras Gastón salía con sus amigos, empecé a hablar con él por celular y entre esto y aquello le terminé mandando una foto en la que se veía mis piernas, mis pies y el tele de fondo. “Aburrida” le escribí y él me contestó con una foto suya en cuero en su cama con la leyenda “yo también” de fondo. ¡Estaba tan bueno! Desde ese entonces empezaron las fotitos que de vez en cuando se iban poniendo más hot.
“En el gimnasio” me mandó a los pocos días y se veía en musculosa y todo transpirado. “Acá trabajando” le respondí yo sacándome una foto desde arriba para que se notara mi escote y mis tetas. Así siguieron hasta que un día él me mandó una en la que estaba en bóxer en su casa y con el mensaje que decía “A dormir pensando en Gabi”, algo que me dejó muy caliente. El histeriqueo entre Ezequiel y yo era muy notorio y se había puesto mucho más candente de lo que yo pensaba. ¿Estaba dispuesta a engañar a mi novio con él solo para saciar mi calentura?
Ese domingo 4 de Junio me levanté y vi que tenía un mensajito de él. Una foto acostado en la cama, totalmente desnudo y con las sabanas tapando levemente sus partes íntimas. “Vení a hacerme compañía” decía el mensaje y era bien claro. “Hoy a la noche voy” le respondí y enseguida pensé que mentira decirle a mi novio para poder escaparme de la casa y cumplir mi fantasía. La ropa la tenía pensada, una tanguita muy sexy, un corpiño de encaje bastante revelador y un jean ajustado para que se marque mi cola. Arriba tenía puesta una remerita algo escotada y una camperita de cuero que combinaba con las botas.
Cuando Gastón volvió de jugar al futbol con sus amigos me encontró así vestida y me dijo que él tenía pensado una cena romántica. “Salgo con las chicas” le dije rápido y le di un beso y me fui. Él dejó la bolsa que tenía en una de las sillas y fue directo a bañarse. Bajé al palier y me quedé pensando unos segundos, entonces subí rápidamente para despedirme un poco mejor pero él ya estaba en la ducha. Amagué a salir nuevamente cuando me encontré con la bolsa y de curiosa la abrí. Encontré unas flores, unas velas y un pañuelo de seda de color azul. ¿Gastón había planeado todo eso? ¿Quería darme una sorpresa y yo me estaba yendo con otro?
En ese momento me di cuenta de lo que estaba haciendo. Ezequiel era muy sensual, muy sexy, me calentaba mucho y me mojaba con sus fotos provocadoras, pero solo lo hacía porque yo le daba pie para hacerlo. Le escribí un mensaje diciéndole que no me podía encontrar porque salía a comer con mi novio y para que nadie me molestara apagué el celular. Me saqué el jean, la remera y después la ropa interior y abrí la puerta del baño.
- ¿No te habías ido vos?- Preguntó detrás de la cortina Gastón, pero yo no le di tiempo y me metí adentro de la ducha con él.
Empezamos a besarnos apasionadamente abajo del agua, él estaba todavía algo sorprendido de mis cambios de planes pero obviamente no protestó. La cosa se fue poniendo muy hot en cuestión de segundos y cuando nos dimos cuenta estábamos totalmente excitados. Él seguía siendo el hombre más hermoso ante mis ojos. Con una carita hermosa, un cuerpo divino, unos ojos marrones que me volvían loca y una sonrisa preciosa que me encantaba.
Me arrodillé frente a él y empecé a chuparle la pija. Sentía que tenía que hacerlo, después de todo estuve a pocos minutos de chupársela a otro. Enseguida se puso durita y él llevó sus manos a mi nuca y de manera algo zarpada empezó a mover su cintura para cogerme la boquita. “Mmmm que lindo Gabi” dijo él disfrutando de cómo mis labios saboreaban su verga que ya se había puesto al palo. Mi cabeza se movía cada vez más rápido hacia adelante y hacia atrás.
Él me levantó y después de volver a besarnos apasionadamente, me estampó contra la pared y fue bajando su boca por todo mi cuerpo, lamiendo con ganas mis tetas y sosteniéndome de las muñecas para que no pueda mover mis brazos. Colocó su cabeza entre mis piernas y su lengua fue haciendo magia sobre mi conchita, chupándomela y volviéndome loca. En ese mismo momento recordé la expresión que años atrás le había dicho a mis amigas para describir lo que Gastón provocaba en mi: “Me da kilos de placer”.
Se levantó minutos después de mojarme toda (más allá del agua de la ducha) y me dio vuelta de prepo. Yo paré mi colita y él me la metió de lleno en la conchita y tomándome de la cintura empezamos a coger. “¡Ay sí! ¡Qué lindo!” le dije yo mientras que él movía su cintura hacia adelante y hacia atrás poniéndome cada vez más caliente y haciéndome gritar de lo mucho que me gustaba. Gastón pegó su cuerpo contra él mío y sentí su respiración en mi cuello y eso me volvió más loca.
- ¡Como me gusta cuando me sorprendés así de golpe!- Me dijo a medida que iba acelerando su cintura.- Siempre te ponés tan puta.
Mis tetas estaban pegadas contra la pared pero él se las arregló para pasar una mano por debajo de ellas y agarrarlas con fuerzas. “Me encantan estas tetitas” me dijo y entre gemidos y suspiros de satisfacción le dije que quería que me las llenara de leche después. Eso lo calentó aun más y Gastón me siguió cogiendo bien duro hasta provocarme un hermoso orgasmo que vino acompañado de varios grititos cortos que resonaron en todo el baño.
Me dio vuelta de golpe y tomándome de las piernas, hizo fuerza hasta alzarme y dejarme en el aire. Usó la pared para apoyarse y con una mano volvió a meter su pija adentro mío. Nuestras bocas se encontraron en un beso bien apasionado a medida que seguíamos cogiendo y el agua caía sobre nuestros cuerpos. Lo amaba, definitivamente lo amaba y era el único hombre capaz de hacerme gozar de esa manera. Su actitud a la hora de cogerme, su seducción, su ambición por darme placer.
Un nuevo orgasmo llegó al grito de “¡Sí!” y él se puso tan loco que me dejó caer de golpe en la ducha y rápidamente me tomó de los hombros para que me agache frente a él. Me arrodillé y abrí rápidamente la boca mientras que con mis manos apretaba mis tetas. “Dame la lechita, mi amor” le pedí y saqué la lengua. Gastón no tardo en acabar una enorme cantidad de semen que fue a parar sobre mis tetas, sobre mi cuello, mis hombros, sobre mi cara y entró a mi boca.
- Te amo Gabi. ¡Sos increíble!- Me dijo abrazándome de españdas mientras me limpiaba y me dio un beso en el cuello.- Ahora terminá de bañarte mientras yo preparo la cena romántica que tenía prevista.
Salió de la ducha y se fue a preparar las coas mientras que yo me relajé en la bañera y me terminé de limpiar. Definitivamente Gastón era el chico para mí y era el único capaz que hacerme gozar de esa manera. Ezequiel había sido una fantasía, la calentura del momento y era hora de terminarlo, ya lo enfrentaría al día siguiente. En ese momento me esperaba una cena romántica que seguramente terminara con otra buena dosis de sexo en la cama usando el pañuelo de seda que había visto en la bolsa. Lo que yo no sabía porque no lo había visto, era que adentro de la bolsa (y ahora arriba de la mesa) me esperaba una cajita con dos anillos de compromiso.
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