PRIMERA PARTE :
http://m.poringa.net/posts/relatos/3382431/Cornudo-espia.html
Qué equivocado estaba. Y qué ingenuo. Porque al viernes siguiente, Renzo se apareció con otro tipo, de unos 55 o 60 años, bastante hosco, casi maleducado. “La empresa le había cambiado el compañero”. Bueno, desde ese viernes, la empresa le cambiaría al compañero todas las semanas.
El hijo de puta de Renzo estaba usando a mi novia como su puta personal para que todos sus amigos se cogieran a un caramelito perfecto de 20 años.
Esa noche mi novia fue enfiestada como pocas veces.
El tipo hosco era de pocas palabras pero tenía una verga monumental. Se la garchó casi sin preámbulos mientras Renzo se hacía chupar la pija. Ya nadie se cuidaba de despertarme con los jadeos, y Violeta gimió ruidosamente todas y cada una de las veces que acabó.
Innumerables veces. Mis pajas detrás de la puerta también fueron maratónicas. Es que los dos viejos se la estaban cogiendo como expertos y Viole era pura excitación y sensualidad.
Así pasaron un par de meses más, con Renzo trayendo nuevos amantes con la excusa del compañero.
Estábamos a mitad de año y mi novia estaba tan radiante y feliz como nunca, esperando cada viernes su dosis de pija y lujuria, y morbo.
La cantidad de machos y nuevos cuernos en ese periodo fue grande, pero nada comparado con lo que se venía.
Un viernes, y ya a punto de vencer toda formalidad con la pantomima, Renzo no trajo a un compañero de ruta sino a cinco. Tipos de edades y calañas indeterminadas. Yo me puse totalmente a la defensiva, este asunto se estaba yendo a la mierda. Pero Viole, exultante, los hizo pasar en seguida. Se había vestido con una camisa blanca y ropa interior negra, pero a los quince minutos la camisa blanca estaba muy, pero muy abierta, y los seis tipos podían disfrutar de sus hermosos pechos apenas contenidos por el corpiño. Llevaba una mini que perdió en uno de sus viajes a la cocina, quedando en culote negro que le dejaba ver la mitad de las nalgas.
Por suerte la camisa era larga y la cubría. Pero el clima era más que festivo: era manifiesto. Los tipos la miraban de arriba abajo, hacían bromas con doble intención donde mi Violeta siempre quedaba como una puta, y ella lo festejaba.
Comimos rápido, muy rápido, y yo actué mi frase de todos los viernes: “me voy a dormir…”. Los tipos se miraron entre sí y festejaron sin el menor disimulo. Pero Renzo me tenía una sorpresa.
-¿Sabés qué, Henry? Hoy no tenemos tanto apuro… -lo miré sorprendido. Me tomó del hombro y me abrazó como un amigo condescendiente. -Seguramente nos vamos a quedar jugando un truquito, si no te m*****a…
-N-no… no…
-Por eso pensé que sería mejor, para no matarte a vos con nuestros gritos, para que descanses bien y no te jodamos… que vayas a dormir al camión…
No había amenaza en su voz pero había una firmeza que hasta ahora jamás había usado. No me estaba dando a elegir. Hijos de puta, querían enfiestársela cómodos en la cama grande de la habitación.
-Pero… ¿en tu camión…? No sé… No…
-Hoy vas a dormir al camión… -volvió a repetir y noté que su mano me apretó un poco. -Es por vos, ¿sabés? Así no te molestamos con el alboroto…
-S… sí… pero…
Miré por sobre su hombro cómo dos de los desconocidos se acercaban demasiado a mi chiquita, y ella los recibía muy jocosa.
-No te preocupes… Cuando terminemos de jugar con ella… al truco… te despierto… y nosotros nos vamos…
Me fui con mi almohadita al camión, como una sombra patética, mientras en mi propia casa seis lobos hambrientos se estaban devorando a mi novia,
a mi pendejita hermosa de carita de ángel;
a mi nenita culona y tetona, pura explosión sexual que yo no venía satisfaciendo en los últimos tiempos.
Esa noche le hicieron de todo.
No hubo agujero que no le taparan con pija, y por espacio de cinco horas recibió y le entró tanta carne
que, cuando por fin pude volver a ella, mi Viole estaba casi desmayada boca abajo en nuestra cama, usada, dolorida, roja de manoseos lascivos y enchastrada de seis tipos.
Pero feliz. Estaba radiante a pesar de su rostro desencajado.
Sintió mi cuerpo acostarse junto a ella y apenas movió la cabeza para verme. Me sonrió.
-Gracias… -musitó casi sin aire.
-Sos tan hermosa… -le dije acariciándole los cabellos transpirados. -Tan nena y tan puta…
Me volvió a sonreír. Le acaricié la cola, que estaba adecentada con el culote negro, aunque embadurnado de semen y transpiración.
-Besame. -me pidió.
-Si pudiera… ya sabés… Si algún día pudiera volver a hacerte….
-¡Shhht! Besame.
La besé.
La besé por completo a mi nenita perfecta.
Fin.
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Qué equivocado estaba. Y qué ingenuo. Porque al viernes siguiente, Renzo se apareció con otro tipo, de unos 55 o 60 años, bastante hosco, casi maleducado. “La empresa le había cambiado el compañero”. Bueno, desde ese viernes, la empresa le cambiaría al compañero todas las semanas.
El hijo de puta de Renzo estaba usando a mi novia como su puta personal para que todos sus amigos se cogieran a un caramelito perfecto de 20 años.
Esa noche mi novia fue enfiestada como pocas veces.
El tipo hosco era de pocas palabras pero tenía una verga monumental. Se la garchó casi sin preámbulos mientras Renzo se hacía chupar la pija. Ya nadie se cuidaba de despertarme con los jadeos, y Violeta gimió ruidosamente todas y cada una de las veces que acabó.
Innumerables veces. Mis pajas detrás de la puerta también fueron maratónicas. Es que los dos viejos se la estaban cogiendo como expertos y Viole era pura excitación y sensualidad.
Así pasaron un par de meses más, con Renzo trayendo nuevos amantes con la excusa del compañero.
Estábamos a mitad de año y mi novia estaba tan radiante y feliz como nunca, esperando cada viernes su dosis de pija y lujuria, y morbo.
La cantidad de machos y nuevos cuernos en ese periodo fue grande, pero nada comparado con lo que se venía.
Un viernes, y ya a punto de vencer toda formalidad con la pantomima, Renzo no trajo a un compañero de ruta sino a cinco. Tipos de edades y calañas indeterminadas. Yo me puse totalmente a la defensiva, este asunto se estaba yendo a la mierda. Pero Viole, exultante, los hizo pasar en seguida. Se había vestido con una camisa blanca y ropa interior negra, pero a los quince minutos la camisa blanca estaba muy, pero muy abierta, y los seis tipos podían disfrutar de sus hermosos pechos apenas contenidos por el corpiño. Llevaba una mini que perdió en uno de sus viajes a la cocina, quedando en culote negro que le dejaba ver la mitad de las nalgas.
Por suerte la camisa era larga y la cubría. Pero el clima era más que festivo: era manifiesto. Los tipos la miraban de arriba abajo, hacían bromas con doble intención donde mi Violeta siempre quedaba como una puta, y ella lo festejaba.
Comimos rápido, muy rápido, y yo actué mi frase de todos los viernes: “me voy a dormir…”. Los tipos se miraron entre sí y festejaron sin el menor disimulo. Pero Renzo me tenía una sorpresa.
-¿Sabés qué, Henry? Hoy no tenemos tanto apuro… -lo miré sorprendido. Me tomó del hombro y me abrazó como un amigo condescendiente. -Seguramente nos vamos a quedar jugando un truquito, si no te m*****a…
-N-no… no…
-Por eso pensé que sería mejor, para no matarte a vos con nuestros gritos, para que descanses bien y no te jodamos… que vayas a dormir al camión…
No había amenaza en su voz pero había una firmeza que hasta ahora jamás había usado. No me estaba dando a elegir. Hijos de puta, querían enfiestársela cómodos en la cama grande de la habitación.
-Pero… ¿en tu camión…? No sé… No…
-Hoy vas a dormir al camión… -volvió a repetir y noté que su mano me apretó un poco. -Es por vos, ¿sabés? Así no te molestamos con el alboroto…
-S… sí… pero…
Miré por sobre su hombro cómo dos de los desconocidos se acercaban demasiado a mi chiquita, y ella los recibía muy jocosa.
-No te preocupes… Cuando terminemos de jugar con ella… al truco… te despierto… y nosotros nos vamos…
Me fui con mi almohadita al camión, como una sombra patética, mientras en mi propia casa seis lobos hambrientos se estaban devorando a mi novia,
a mi pendejita hermosa de carita de ángel;
a mi nenita culona y tetona, pura explosión sexual que yo no venía satisfaciendo en los últimos tiempos.
Esa noche le hicieron de todo.
No hubo agujero que no le taparan con pija, y por espacio de cinco horas recibió y le entró tanta carne
que, cuando por fin pude volver a ella, mi Viole estaba casi desmayada boca abajo en nuestra cama, usada, dolorida, roja de manoseos lascivos y enchastrada de seis tipos.
Pero feliz. Estaba radiante a pesar de su rostro desencajado.
Sintió mi cuerpo acostarse junto a ella y apenas movió la cabeza para verme. Me sonrió.
-Gracias… -musitó casi sin aire.
-Sos tan hermosa… -le dije acariciándole los cabellos transpirados. -Tan nena y tan puta…
Me volvió a sonreír. Le acaricié la cola, que estaba adecentada con el culote negro, aunque embadurnado de semen y transpiración.
-Besame. -me pidió.
-Si pudiera… ya sabés… Si algún día pudiera volver a hacerte….
-¡Shhht! Besame.
La besé.
La besé por completo a mi nenita perfecta.
Fin.
0 comentarios - Cornudo espía descubierto