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La casa de las brujas. Capítulo 5

La casa de las brujas. Capítulo 5

Esta es la historia de 5 amigas que se van de viaje a la costa con el objetivo de pasarla bien y de disfrutar su último verano antes de empezar la facultad. Obviamente los romances, los misterios y la seducción van a ser protagonistas de sus vacaciones. Esta historia es ficción, sin embargo eso no quiere decir que no se basa en algunos hechos reales…

Capítulo 5: Secretos (Tamara)
   - ¿Dónde estabas boluda? ¡Tenemos que ir a tomar el colectivo en media hora!- Me gritó Luciana algo desesperada.
   Las chicas me preguntaron dónde había estado y por qué había llegado cerca de las siete de la mañana y yo solo pude responderles que estaba con un chico que había conocido ahí. Entonces empezaron a atar cabos y se dieron cuenta que no era la primera noche que yo desaparecía para irme con esta persona. El problema era que yo no podía decirles quien era, no podían enterarse que me estaba cogiendo a uno de nuestros mejores amigos.
   Desde hacía tiempo que venía en algo con él. Digamos que todo empezó en la graduación de quinto año, cuando él me encontró algo triste, llorando por la despedida. En ese momento sentí una empatía muy grande hacia él y terminamos transando a escondidas de todos los demás. La relación tardó un tiempo en arrancar, digamos que estuvimos varios días sin hablarnos pero la última semana del año no paramos de conversar y sabiendo que íbamos a compartir una semana en la costa, el chamuyo y la seducción se hicieron más que evidentes.
   La primera noche fue para testear el panorama. Muchas miradas cómplices, elogios ocultos y una especie de juego de seducción a la distancia que hiso el entorno más excitante. Obviamente el resto de las chicas estuvieron pendientes de la relación entre Danisa y Gastón y en especial en lo que pasaba entre Jimena y Santiago, a quienes encontramos desnudos en la cama de Victoria y Danisa la segunda noche.
   Luciana por su parte se la pasaba cogiendo con Hernán, algo que descubrí la tercer noche cuando me fui a la casa de los chicos después del boliche con quien iba a ser mi nuevo amante. El problema fue que mi amiga y su novio estaban ocupando una de las piezas y los otros dormían en la otra, por eso nos quedamos en el living hasta que Ezequiel y Manuel llegaron y al verme sentada con uno de sus amigos empezaron a sospechar y mentí diciendo que había llegado ahí con Luciana. Por suerte para mí, ellos se lo creyeron.
   La noche que pensamos que nos habían descubierto fue la cuarta, cuando en el cumpleaños de Victoria ella nos encontró besándonos en uno de los rincones del boliche. Por suerte para nosotros estaba tan en pedo que no se dio cuenta quien era el chico al que me estaba transando y no paró de hablar de ella en ningún momento. Aproveché la oportunidad para decirle que la había encontrado en el baño y ella, como no se acordaba de nada no lo negó.
   Las noches siguientes fueron igual de desastrosas. El cansancio de la gente hacía que se volvieran del boliche más temprano y cuando nos dimos cuenta pensamos que no íbamos a poder concretar nada en esas vacaciones. Lo peor de todo era que ninguno de los dos disimulaba la calentura y el deseo de estar juntos. Quería besar todo su cuerpo desnudo, quería sentirlo penetrándome, quería poder estar con uno de mis mejores amigos. ¡Quería cogerme a Emanuel!

   La última noche sus amigos se quedaron hasta que terminó el boliche y yo me quedé con ellos. Me acompañaron hasta mi casa y cuando llegué me encontré que Luciana y Danisa dormían en la cama matrimonial, Jimena hacía lo propio en el sillón y Victoria cogía desaforadamente con Bruno en la pieza que se suponía que yo debía dormir. Entonces decidí volver con los chicos. Cuando salí me encontré que Emanuel se había quedado atrás y cuando le pregunté qué pasaba me dijo que se volvía solo a dormir.
   - ¡Tarado! ¿Te estás volviendo solo y no me dijiste nada?- Le pregunté.
   - ¿Y vos que hacés que no te quedaste en la casa?- Me preguntó él
   Rápidamente le resumí la escena que me encontré cuando llegué, especificando como vi a Bruno encima de Victoria cuando entreabrí la puerta de su habitación.
   - Ah pero esa casa es la casa de las brujas.- Dijo Emanuel riéndose.
   Nos empezamos a reír en medio de la calle vacía. Los demás chicos habían decidido ir a la playa y quedarse despiertos hasta la hora que teníamos que tomarnos el colectivo de vuelta. Nosotros aprovechamos que la casa donde él estaba parando iba a estar vacía y nos fuimos a coger pudiendo sacarnos las ganas que nos veníamos aguantando hacía varias semanas. Iba a ser la mejor despedida.
   Llegamos y tras cerrar la puerta nos empezamos a besar bien acaloradamente. Emanuel era muy fogoso, muy caliente y se notaba que me deseaba con ganas. Sus manos se posaron en mi cintura y lentamente empezaron a levantar mi remera mientras que nuestros labios se seguían tocando. Me costaba creer que por fin íbamos a estar los dos solos, después de tanto tiempo, solo teníamos que esperar hasta la última noche de nuestro viaje.
   Me sacó la remera y fue bajando con sus labios por todo mi cuerpo, besándome primero el cuello y los hombros, pasando su lengua por entre mis tetas y mordisqueando suavemente mis pezones. Yo enredaba mis manos entre sus rulos negros y disfrutaba del calor de su boca. Emanuel siguió bajando con sus labios por mi cuerpo, llegando a la parte superior del short el cual desabrochó sin problemas y bajó hasta dejármelo a la altura de los tobillos.
   - ¡Que hermosa tanga que tenés!- Me dijo sonriendo y volvió a besarme a la altura de la cintura.
   Decidimos movernos de la entrada y recogiendo la ropa que estaba en el piso nos trasladamos a la habitación que el compartía con los otros chicos. Emanuel se sacó la remera y su cuerpo perfecto me dejó babeando. Nos acostamos en la cama y volvimos a los besos pero esta vez de manera mucho más acalorada, con las manos recorriendo todo el cuerpo del otro. Él estaba encima de mí y enseguida volvió a dominar la situación, bajando una vez más con sus labios por toda mi piel hasta llegar a mi entrepierna.
   Corrió mi tanguita hacia un costado y enseguida empecé a sentir su lengua recorría mis labios bridándome una sensación hermosa. Emanuel la chupaba muy bien, lo hacía moviendo su lengüita de un lado al otro a toda velocidad, para luego hacerlo en círculos por encima de mi clítoris. Yo movía mi cintura al mismo ritmo que él mientras mis dedos se seguían enredando en los rulos de su nuca. Sentía un placer inmenso que se apoderaba de todo mi cuerpo y me estimulaba al máximo. La calentura que había juntado durante toda esa semana había sido demasiada y no veía la hora de sentirlo adentro de mi cuerpo.
   - ¡Cogeme Ema!- Le pedí casi como suplicándole.- ¡Cogeme toda!
   Él fue subiendo por mi cuerpo hasta que su cara quedó en frente de la mía y me besó al mismo tiempo que su pija entraba a mi cuerpo. Yo lo abracé con fuerza, descargando toda la intensidad que me provocaba esa situación y disfrutando como me penetraba lenta y sensualmente. Cuando me empezó a coger lo hizo despacio, lento y sin apartar sus labios de los míos. Pero cuando la velocidad fue acelerando nuestras bocas se tuvieron que alejar, pues me era imposible contener los gemidos.
   - ¡Mmm así!- Gemí cuando él comenzó a mover su cintura en círculos.
   Emanuel despegaba su cuerpo del mío por un segundo y después volvía a pegarlo para metérmela bien a fondo y luego repetía el movimiento. Su pecho estaba pegado al mío y la traspiración comenzaba a sentirse y a excitarnos. Con mis brazos lo abrazaba por encima de los hombros y sus ojos quedaban en frente de los míos. No solo me cogía con su cuerpo, también lo hacía con la mirada.
   Cuando se empezó a mover más rápido y de manera más violenta no pude contener los gritos. Estiré mis brazos y me aferré con fuerza a las sábanas al mismo tiempo que Emanuel movía su cuerpo hacia adelante y hacia atrás clavándome su verga en mi conchita. Sentía todo su cuerpo chocar contra el mío y llenarme de placer y eso me volvía loca. Sin dudas la espera había valido la pena y disfrutaba cada momento con él.
   Después de unos minutos lo monté yo a él y ver su cara de placer fue algo delicioso. Me relamía los labios y jugueteaba con mis pezones mientras daba círculos sentada sobre su cintura y él me sujetaba con fuerza por encima de las piernas. Sentía nuevamente una ola de placer que me llevó a moverme mucho más rápido y de manera más descontrolada. Su expresión de gozo era perfecta, sabía que estaba a punto de acabar y quería dejarlo satisfecho. Pero de golpe yo también empecé a sentir ese orgasmo llegando y no me pude detener. Estaba a punto de acabar.
   - ¡Ay sí!- Grité cuando sentí como su semen empezaba a salir de la cabeza de su pija y me llenaba toda causándome así un hermoso orgasmo.
   Me recosté sobre el pecho de Emanuel y él me abrazó enseguida besándome de una forma mucho más tierna y hermosa de la que lo habíamos hecho hasta entonces. Yo lo miré fijo a los ojos levantando la cabeza y le dije que me había calentado mucho y que me había hecho gozar de una manera increíble. Él, ni lento ni perezoso llevó sus manos a mi cola y me dijo que todavía podíamos divertirnos un rato ya que teníamos tiempo de sobra.
   Corrimos desnudos hasta la ducha y después de meternos y prender el agua volvimos a besarnos. En esta ocasión fui yo la que lo estampé contra la pared y lo agarré de las muñecas para que no se moviera. Fui bajando con mis labios por todo su cuerpo de la misma manera que él lo había hecho por el mío hasta quedar arrodillada en frente de él y me encontré con la sorpresa de que su pija aún seguía muy dura. La tomé con ambas manos y lo pajeé unos segundos mirándolo a los ojos para luego metérmela en la boca y chuparla con ganas.
   Movía mi cabeza hacia adelante y hacia atrás comiéndome por completo la verga de Emanuel mientras que él disfrutaba apoyado contra la pared. Todavía tenía un poco de leche en la cabeza y se sentía el gusto intenso de ella en mi lengua, pero eso me motivaba a seguir haciéndolo. La ducha fresca caía sobre nosotros y mojaba nuestros cuerpos y de mi boca caía un hilo de baba que se perdía entre medio del agua. Su pija se puso dura enseguida y supe que era momento de volver a la acción.
   Me levanté y me incliné hacia adelante apoyando las manos sobre la otra pared y levantando la colita. Emanuel se paró detrás de mí y luego de manosearme un poco la cola, metió su verga una vez más adentro de mi cuerpo. Me sujetó fuertemente por la cintura y de golpe, sin previo aviso, me empezó a coger tan duro que no pude aguantar mis gritos.
   - ¡Ay sí! ¡Cogeme!- Le decía con cada movimiento que él daba.- ¡Cogeme bien duro!
   Emanuel se volvió loco con este último pedido que le hice y me empezó a dar tan fuerte que el ruido de su cuerpo golpeando contra el mío se escuchó por todo el baño al igual que mis gemidos. Sus manos me sujetaban con fuerza y su pija entraba bien a fondo de mi cuerpo, inundándome de placer. Su cintura se estampaba contra mi cola cada vez que su verga entraba por completo adentro mío y yo sentía un calor que solo podía indicar una cosa.
   El segundo orgasmo llegó acompañado de un grito de placer puro y de mis manos resbalando de la pared que casi hacen que me caiga al piso. Emanuel me sujetó con fuerza, me levantó y me dio vuelta para abrazarme y comerme la boca con un beso bien húmedo. Los dos seguíamos abajo del chorro de agua, tocándonos piel a piel y disfrutando del momento. El resto de los chicos podía llegar en cualquier momento pero a nosotros no nos importaba, solo queríamos gozar.
   Entonces volví a empujarlo contra la pared y rápidamente me arrodillé en frente de él para darle un final feliz como se merecía. Lo empecé a pajear con ambas manos mientras que mis ojos se clavaban en los suyos. Bajé una de mis manos hasta mis huevos y fui jugando con ellos mientras que la otra la movía hacia adelante y hacia atrás con rapidez. Sabía que estaba a punto de acabar y quería despedirme de las vacaciones con una alegría.
   Abrí bien grande la boca y recibí toda su descarga en mi lengua. Él exhaló un suspiro enorme de placer que se vio incrementado al ver lo que yo estaba haciendo. Su semen calentito me llenó la boca y luego lo fui escupiendo despacito para que cayera por mis labios y mi pera como un volcán que hacía erupción. Sin soltar su pija y sus huevos fui sintiendo como toda su leche caía por mi cuello y llegaba hasta mi pecho mientras que yo lo miraba a los ojos con una sonrisa de placer inmensa en la boca.
   Nos terminamos de bañar y cuando salimos nos dimos cuenta que los chicos ya habían llegado y que estaban armando los bolsos porque en una hora teníamos que estar en la terminal. Entonces me cambié a las apuradas y Emanuel me acompañó hasta la casa en la que estaban mis amigas. Nos despedimos con un beso y con la promesa de repetir esa noche en la ciudad. Abrí la puerta algo acelerada pensando en que tenía que armar la valija en cuestión de minutos y me encontré con mi amiga que me gritó.
   - ¿Dónde estabas boluda? ¡Tenemos que ir a tomar el colectivo en media hora!


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