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De swinger a cornudo (última parte)

En el último capítulo del viaje por Uruguay, les dejo como siempre los links de los anteriores, para los que no los han leído:

http://m.poringa.net/posts/relatos/3360061/De-swinger-a-cornudo.html

http://m.poringa.net/posts/relatos/3368623/De-swinger-a-cornudo-2.html

http://m.poringa.net/posts/relatos/3370335/De-swinger-a-cornudo-3.html

En esta oportunidad, no seré muy detallista con las escenas que se produjeron en los cuatro días de ensueño que vivimos en La Paloma, con mi mujer apoderada completamente por otro hombre, sino que trataré de ser un poco más "reflexivo" con las experiencias que eso conlleva en la psicología de un esposo cornudo.

Alquilamos una cabaña bellísima frente al mar, en un lugar solitario a cierta distancia del pueblito. Tiene una bajada hacia la playa (en realidad un pequeño sector de arena) rodeada de piedras grandes en las que rompen las olas cuando está alta la marea, por eso no va mucha gente. Un estar-comedor, cocina chiquita y dos dormitorios con camas grandes, todo decorado con materiales cálidos predominando la madera.

No estoy boludeando cuando digo que estas aventuras con mi mujer, me hacen verla más bonita y sentirme más enamorado de ella. Somos como dos actores representando una obra, en la que nuestras fantasías llegan a su punto máximo y, por momentos, creo que lo hacemos tan bien, que nos las creemos nosotros mismos. En este tour, las cosas se fueron dando de tal manera que el tipo que nos tocó en suerte, entendió su rol desde el principio, a pesar de carecer de experiencia en la materia.

Puedo decir que, al llegar a La Paloma, él tenía asumido (y lo creía realmente) que poseía a mi esposa, que jugaba el papel de "macho" de ella, le entusiasmaba la idea de someterme a mí con palabras que dejaban en claro que ella le pertenecía, y confieso que, como dije antes, yo me creo la historia y la "sufro" a sabiendas de que mi mujer goza y disfruta de orgasmos que no tendría de no estar yo de por medio. Por eso puedo soportar situaciones que un hombre "normal" no se explicaría.

Les cociné o fui a comprar comida casi siempre. En cierta forma, podía ser considerado como su "sirviente", pero solo un par de veces se "excedieron o abusaron" de mi condición, aunque nunca me causaron daño. Se dijeron muchas cosas en secreto, que nunca me revelaron. Eso fue una dosis de "pimienta", así como cuando hicieron el amor sin estar yo ahí. Me tomaron como su divertimento y también me produjeron mucho placer. Los desayunos (que no estaban incluidos porque no era un complejo sino una cabaña aislada), por lo general los comenzábamos juntos el negro y yo (yo me levantaba más temprano) y mi esposa aparecía luego, que era cuando me "sorprendían" con algún acto provocativo, dado que casi siempre hacían el amor al acostarse o en medio de la noche (según lo ví cuando estuve con ellos, o lo escuché estando en el otro dormitorio) y se despertaban con hambre sexual que saciaban en mi presencia.

Una mañana, Eva apareció con los ojos cerrados por el sueño, pero habiendo cuidado de ponerse el camisolín más cortito y translúcido que tenía. Se sonrió con picardía cuando chocó su hombro con el marco de la puerta, me saludó con un piquito y se paró junto a mí rascándome la cabeza. El negro venía de recoger sus tostadas de la cocina y la abrazó como a un bebé cuando se lo alza de su cuna (era como que me la "quitaba" de las manos). Los ruiditos de las lenguas jugando, parecían adrede sabiendo lo que me excitan. La hizo girar, de modo que quedara frente a mí, ella levantó un pie apoyándolo en mi silla, el negro con una mano le acariciaba las tetas y con la otra le hacía humedecer la conchita. La penetró ahí, a 30 cm de mi cara y sin preservativo, mi tesoro jadeó mientras me aprisionaba los pelos en mi cabeza como para arrancármelos. Fueron pocos minutos, tuvieron un orgasmo al unísono y a mi amor le chorreó la leche por la pierna que tenía extendida. Yo se la limpié con una servilleta cuando el negro se fue al baño, ella se agachó para besarme y decirme "¿Viste papito qué divino me cogió?" y fue tras de su amante a higienizarse. Les calenté de nuevo el café, volvieron a sentarse desnudos los dos y a disfrutar de verme a mí entre besos y tostadas con miel. Antes de salir de paseo más luego, me permitieron "desquitarme" con un polvito en mi cama y el relato de ella al oído, de sus goces de la noche anterior: "Fui su puta, mi amor. Cuando me la metía pensaba en vos... Qué pija hermosa tiene... Él me habla con mucha dulzura, me proteje, me quiere...me adora... Tal vez está enamorado de tu mujercita... Lo siento, mi vida..." (y su risita pícara...)

Es difícil describir lo que yo sentía, por ejemplo cuando a la siesta, en una pequeña galería con deck que tiene la cabaña, solíamos extender las reposeras y esperar con cervecitas y picadas que el sol amainara para bajar a la playa. A mi esposa le gusta tomar sol, pero no soporta que le cambie el color pálido de su piel. Por eso consume cantidades de cremas y filtros solares que la cubren en abundancia y en esos días, su nuevo amante fue el encargado de desparramar esos productos por todo el cuerpito delicioso de mi mujer. Él sabía de la excitación que esa escena me provocaba, entonces ponía énfasis en recorrer cada centímetro de la piel de mi tesoro, comenzando por los pies, deteniéndose con morbosa dedicación en las zonas donde despertaba más gemidos. Continuaba después de mirarme y sonreír (como disfrutando de mi envidia) y, arrimando su cara, le preguntaba si así le gustaba, le chupaba los pezones, le metía la lengua en la boca y le arrancaba orgasmos con sus dedos "vibrando" encremados en su vagina. A la hora de bajar al mar, él solía satisfacer la tendencia exhibicionista de mi chiquita, pasando frente a los pocos pescadores en la playa, metiéndole la mano por debajo de la bikini con algún dedo metido en la colita. Ella gemía, se detenía, se besaban y después los tipos no dejaban de seguir con disimulo las "travesuras" que hacían mientras estábamos. Supongo que se preguntarían qué carajo hacía yo. Pues bien, la duda desapareció cuando el último día, momentos antes de partir del lugar, juntábamos caracoles para traer de souvenirs y mi esposa, en breve conversación informal con dos de ellos, me presentó como "mi esposo" y a Walter cómo "un amigo". No tuvimos tiempo de imaginar sus reacciones posteriores, porque nos despedimos, subimos al auto y nos fuimos.

Al comienzo del viaje de regreso conduje yo y mi esposa fue mi acompañante. Me demostró su enamoramiento irrenunciable, mimándome, hablándome de lo hermoso que lo habíamos pasado y haciendo partícipe a Walter de los comentarios sobre lo vivido. También lució sus atributos exhibiendo sus piernas y hasta me chupó la pija en un tramo del camino. El negro tuvo palabras halagüeñas hacia ambos y admiró nuestra integración como pareja y el disfrute que gozamos con estas experiencias. Poco después, ella reclinó su asiento y él se apoderó de su cuerpo con las manos por debajo del vestido y la besaba con desesperación, en lo que era la despedida a bordo, con la promesa de volverse a encontrar (solo se vieron una vez más unos años más tarde en Buenos Aires, pero yo no estaba ahí).

En una parada para cargar combustible, ella pasó al asiento trasero. El trayecto hasta Colonia fue una "luna de miel" para ellos. Y yo, con la mirada fija en el camino y a paso lento, viajé con mi mente a la profundidad de mis sentimientos por la mujer de mis sueños. Siempre tengo esos trances, en procura de entender los porqués de nuestro placer, tan transgresor como secreto. Así pasaban por mi mente esos desayunos en que nunca podré explicar cómo puedo "soportar". Por ejemplo, conversar embobado y café de por medio con mi corneador mientras mi esposa, de rodillas bajo la mesa, le hacía más sabrosas las medialunas chupándole la verga y mostrándome cómo se tragaba toda la leche. Tampoco tengo razones para contar cómo es que disfruté que me pusieran de espaldas sobre la cama, ella me "cabalgase" para hacerme un 69 y el negro me haya mostrado a centímetros de mis ojos, cómo la penetraba por el culito estrecho con la verga encremada, escucharla cuánto gozaba y que todo eso me gustara...

A un imaginario analista (que nunca me animaría a contarle), podría sugerirle llamarle "esclavitud voluntaria" o algo así. Pero no busco (no buscamos) entender nada. Solo vivir este sueño que descubrimos juntos y desdoblar nuestra vida en dos partes que jamás se toquen. Ahora me nace contarla. Los que entienden es porque saben, porque lo viven o desean hacerlo. Esto es para ellos. Si llegaste hasta acá, bienvenido/a. En algo nos parecemos...

10 comentarios - De swinger a cornudo (última parte)

mdqpablo +1
increibles tus relatos . muy buenos . lastima no tener mas pts . un abrazo para ambos .
swingcuckold
Muchas gracias mdqpablo. Otro abrazo para vos
oscarvivi33 +1
excelente relato
swingcuckold
Muchas gracias, oscarvivi33
sebdelins +1
Hermoso relato y me encantaría tener una historia así con mi mujer. Espero alguna historia más de uds.
swingcuckold
Gracias sebdelins. Ojalá puedas lograrlo. A veces no es tan difícil como parece
chechens +1
Muy caliente tu relato! Muy buena experiencia que me gustaria hacer alguna vez. Espero mas relatos tuyos.
swingcuckold
Gracias chechens. Seguro te gustará cuando lo hagas, cualquiera sea tu rol
RenzoWib +1
Me fascinó la redacción de toda la historia 👌 ... a por mas historias 😉
swingcuckold +1
Muchas gracias, RenzoWib. Habrá más 👍
juanchooo13 +1
Muy buena saga. Me encantó y dejo te caliente. Van 10
swingcuckold
Gracias juanchooo13. En minutos publico otra.
BDswing +1
Qué hermoso poder vivir con tu pareja esas cosas . Los felicito
swingcuckold
Mil gracias, BDswing. Nos sentimos realmente afortunados
matu28 +1
me encantó, ojalá lograse eso con mi esposa. que sea bien puta de un macho y yo el cornudo feliz, pajero y enamorado. van 10 puntines
swingcuckold
Gracias matu28. Intentalo, vale la pena
juanrozabal
tal cual . no hay que buscale explicacion . solo hay que disfrutarlo