Bajo sospecha

En San Juan (Puerto Rico), el abogado Tobías Hearst, una de las personalidades más importantes de la isla, es citado por el capitán de la policía para que complete su declaración sobre el rapto y la muerte de una mujer que ha sido asesinada en las mismas circunstancias que otras dos en el plazo de un mes. Sin embargo, lo que parecía una visita rutinaria se convertirá en un duro interrogatorio de consecuencias impredecibles.

NOTA :
Así como en http://www.poringa.net/posts/relatos/2933433/Nochebuena-en-africa.html supimos de la vida de Laura después de http://www.poringa.net/posts/relatos/2780202/Luna-de-miel-en-el-sur.html aquí sabremos de Nigel . . . . .

Me dió la foto y me dijo que se llamaba Patricia Brown y que solìa "cazar" sus infieles partenaires en el Rumbao , lugar que yo solía frecuentar cuando quería perder el tiempo sin culpas..
Miré la foto y la miré una vez más : un rostro juvenil, de ojos grandes, labios sensuales y pelo agresivamente negro . Era una belleza insolente, a mitad de camino entre la inocencia y la perversidad. Asentí con un movimiento de cabeza.
Dijo que confìaba en mì y que el resto no importaba.
Supe que era el momento de despedirse. En unos dìas volverìamos a vernos .

El viaje fue tranquilo y con ese caràcter anònimo que suele dar el transporte pùblico local. Debì soportar un compañero de asiento que habìa resuelto mitigar su ansiedad contàndome los encantos paisajìsticos de la zona y còmo en ese marco habìa conocido al amor de su vida y que ahora iba encontrarse con ella luego de un largo tiempo de estar trabajando en alta mar.
Le concedì un par de aprobaciones y simulè un sueño reparador .
Tambièn yo iba a encontrarme con una mujer joven, pero no iba a disfrutar el fin de semana , iba a matarla.

Oh ! no se asombren de tamaña confesiòn , desde que dejè la Patagonia luego de unos pequeños ajustes encontrè la perfecta combinaciòn entre el trabajo y el placer y no van a ser vuestras miserias pequeño-burguesas las que frustren mi objetivo. Màs bien tengo la impresiòn que me envidiaràn. EL tedio nunca me gana .
Como abogado represento distintos intereses y por ende personas. No hay nada de malo en hacer justicia a un marido engañado.
Llamèmoslo sentido de honor de gènero. En particular si paga.

Esperando en el lobby del ..... me dije que esa muchacha me gustaba màs de la cuenta ; mi profesiòn prohìbe ese tipo de gustos.Pensè que un whisky doble expulsarìa ese mal sentimiento . Lo bebì de un trago pero la muchacha me seguìa gustando .
Allì estaba, en la entrada, Fue puntual, virtud infrecuente en las mujeres jovenes y bonitas ; se paseaba de un lado a otro aunque no parecìa buscar a alguien.

No es el mejor modo de combatir la ansiedad -, dije.
Me miró; sonrió levemente.
- ¿ Quién le ha dicho que estoy ansiosa ?
- No hay más que verte
- ¿ Psicólogo ?
- No, curioso.
Por alguna razón ocultaba su nombre , debía cuidarme. Dijo que era madrileña.
- Uruguayo - mentí .
Establecidas las reglas del juego, entretuvimos la tarde hablando tonterías .
- Ya no tengo ansiedad - dijo y volvió a sonreir - A las nueve aquí mismo.
La vi marcharse ; esa muchacha me gustaba más de la cuenta.

Entonces cenamos.
Elegimos una exquisita carne de cordero , rociada de salsa de champiñones y acompañada de arroz blanco. Supe que en la bodega del hotel había un Rioja 890 Gran Reserva y no vacilé : iba a ser su última cena ; merecía el mejor de los vinos .
Lo gozamos hasta la última gota y sirvió para recrear nuestras mentiras. Dijo que estaba en la isla con el propósito de recojer material para un futuro trabajo acerca de la identidad boricua. Quizo saber de mi. Me inventé una representación comercial y un desengaño amoroso, y que no quería hablar ni de lo uno ni de lo otro .
A la hora del café y del coñac le confesé que me gustaba más de la cuenta y por primera vez no mentí esa noche.

Decidimos que fuera en mi cuarto. Estábamos de pie junto a la cama y solo nos iluminaba la luna ;se oía el ruido del mar , pero ni la luna ni el mar me importaban : toda mi atención estaba en ese cuerpo magnífico sin una mentira . La comencé a desnudar con la devoción de los grandes ritos . Me detuve en sus pechos armoniosos , y los besé lentamente ; un imperceptible quejido y el minísculo vibrar de su piel me hicieron comprender que no había errado el camino.

Mis dedos comenzaron haciendo círculos sobre el pezón y luego haciendo rodar el pico . Con mis ojos fijos en su cara aumenté la presión hasta que las chispas dispararon directo a su su coño, un golpe suave de mi pulgar alivió la palpitación y luego me trasladé al otro pecho.

Dejé quieta mi mano presionando su pecho y sosteniéndolo mientras la estudiaba . . . .Demasiado ? le pregunto en voz baja," No lo sé " me contestó . Dios ! , su cuerpo estaba en llamas , fuera de control, ella quería mis manos en todo su cuerpo . . .

Manteniendo mis manos ancladas sobre su estómago,
me conduje hacia  abajo entre sus muslos. Cuando se inclinó  hacia un lado,  atrapé su  pierna izquierda debajo de su cintura. Me incorporé sobre el codo derecho, utilizando la misma mano con la que sujetaba sus muñecas y con la  rodilla, empujé hacia  afuera  su  pierna derecha. "¿Quéc estás  haciendo? " me interrogó. Ella  secretorció, demasiado  consciente de cómo había trabado sus piernas  abiertas.  Su ropa interior había  desaparecido, su sexo . . . su sexo desvalido.
 
"Se  siente  como si  estuvieras interesada  en mí, " murmuró.  Con un dedo,  acaricié  hacia abajo entre sus labios y volví hacia arriba  para rodear  su  clítoris.  Cada circuito incrementaba los  latidos de sus  nervios allí, y  ella podía sentir  cómo se engrosaba.
 Mi  dedo nunca redujo el movimiento, nunca fue más  rápido.  Nunca  tocaba  el nudo  donde la necesidad  era más  intensa. Un  atenuado gemido se le  escapó, y  levantó  sus  caderas -No puedes  empujarme para ir más rápido, pequeña.- Le dije soltando profunda carcajada.  - De hecho,  no puedes hacer nada en  absoluto, le confirmé.

Agregué otro dedo, y  ella  gimió. Incluso  mientras  el  placer
aumentaba, la presión  se acumulaba en su interior, la  intensidad  aterraba.  Sus caderas se levantaron, rogando  por más.  Sus piernas temblaban, luchando  contra su cuerpo  inflexible. Mi  pulgar le dedicó suficiente tiempo a su clítoris, deslizándose  directamente sobre  él cada  vez que mis  dedos se  sumergían dentro  de ella.
 Le dirigí  una mirada implacable y tomándola  de las  muñecas,  levanté sus  brazos. -Ponlos detrás de la  cabeza.- le ordené
.
 Moví sus manos a su nuca. - Enlaza los  dedos juntos.- continué. - Cuando  ella  cumplió,  moví la  cabeza afirmativamente. Un juego muy extraño, expresaba su rostro. . .
- Esto es sólo un juego. - Le confirmé-  Un  juego quecparecía . . .  seguro.  Sin embargo, su respiración se aceleró.  Como si su piel estuviera sensibilizada por  la expectativa de mi toque, se volvió  consciente de lac suavidad de las sábanas  a su espalda, el calor  del  fuego de la estufa de la habitación  calentando  su lado derecho, la  frialdad sobre  su lado izquierdo. Podía  sentir  que su coño comenzaba  a mojarse. Tener las manos detrás de  la  cabeza empujaba  su  pecho  hacia delante.  Con una sonrisa, los ahuequé dentro de mis  manos. Mi pulgar frotó  sus pezones,  enviando  estruendos de placer  directamente  a su pubis. -Sabes,  mi madre  tenía  la misma  constitución que tú -le dije- Altura media y  exuberante, a pesar dectener cinco  hijos bajo sus  pies, mi padre tenía  problemas para mantener  sus manos fuera de ella. Estoy empezando  a comprender por  qué . . .
 
Luego ella consintió que la atara.
El humo del incienso y el resplandor de las velas daban a la habitación una fragancia un tanto empalagosa.

Un minuto . . . . por favor . . . . un minuto.
No soy un degenerado.
Saben . . . a veces un hombre se cansa de llevar a cuestas todo lo que el mundo carga sobre su cabeza. Los hombros se hunden, la columna se tuerce cruelmente, los músculos tiemblan de fatiga. La esperanza de alivio empieza a decaer. Y el hombre tiene que tomar la decisión de deshacerse del fardo o sobrellevarlo hasta que el cuello se rompa como una ramita endeble de otoño.
Y yo opté por cambiar eso . Desde mi promoción a Nueva York Mr. Finlay se volvió cada más exigente e imposible de satisfacer así que fingí mi propia muerte , cambié de identidad , papeles, cirugías estéticas, etc. y me mudé a la isla.
Nigel había muerto , Tobías nació.
Comprendí que no tenía que cargarlo, oigan. Llegué a entender que había otra opción.
Llegué a comprender que no necesitaba excusas. Sólo necesitaba un motivo, y el terrible placer del acto era un motivo de sobra. Quería volver a mi arte, cumplir mi destino obvio.

Y en este momento , aquí, con Patricia rendida a mis deseos , obediente, sumisa, con sus pupilas dilatándose cada vez más y su rostro desfigurándose en curioso arte quería volver al mío .

Quería volver a mi arte . . . Mis manos anhelaban la cuchilla, el calor de la sangre fresca, la suavidad de esos cuerpos, objetoschermosos y las cintas brillantes de sangre fluyendo sobre el terciopelo de la piel, donde lo que más me atraía era el susurro tenue y el tajo de la cuchilla.

Entonces me fijé.
Me fijé en que tenía una línea de puntos escarlata tatuada alrededor de la garganta, junto con las palabras CORTAR POR AQUÍ.
Sólo tuve que seguir las instrucciones («Tienes pinta de puta infiel», le dije , pero la señora Esposa Insatisfecha Incomprendida ya no tenía nada que decir por sí misma).

Apreté mis párpados cerrados y giré la cara hacia el rumor del mar.
Empecé a sentir como si, deslizándome fuera de la tierra, cayese en la infinitud del cielo azul. Me ahogaría en él como en un mar, agitando mis brazos y mis piernas, afanándome por respirar, aspirando bocanadas cristalinas de nubes. Las nubes sabían a pastillas de menta, y el orgasmo llegó .

-Tú vida ha chocado con la mía, - le expliqué, - y simplemente no has podido sobrevivir al impacto.
Luego de una minuciosa limpieza el contenido de la habitación lo inventarié celosamente un centenar de veces la corté en dos por la cintura con una sierra , separé los brazos del tronco y partí las piernas por la rodilla y arrojé los segmentos en sendas bolsas de residuos que rellené con la ropa de cama y toallas del servico para disimular el contenido y las dejé en la habitación de servicio del piso . Salí de la habitación ,bajé aprisa los peldaños de cemento de la salida de emergencia y abandoné aquel lugar para siempre. De pronto, al parecer, poseía grandes dotes para abandonar lugares lúgubres.

En hecho lamentable al otro día fui citado al precinto para ser interrogado.
Parece que la muerte de dos mujeres con anterioridad estaba ligada a que eran habitués del Rumbao y no tuvieron mejor idea que citar a todas las VIP que teníamos membresía. Tedioso, repetitivo, fastiodoso interrogatorio que a todas luces no conducía a nada.
Finalmente decidieron concluir.

- Solo una pregunta más Mr. Hearst . . . Antes de llegar a la isla , usted trabajó en algún board de New York ? Le sugiere algo el nombre de Finlay ?
- No que yo recuerde , sonreí complaciente,y salí.

Los pasos siguientes serían pura rutina, despojarme de esta identidad y adquirir una nueva. En Aruba tendría tiempo de descansar.
Así que ni bien llegase a la calle tomaría elprimer taxi disponible , haría los llamados necesarios y manos a la obra.
Perdón. La costumbre.

- Me llamo Patricia Brown - oí al pasar frente a la recepción del precinto cuando salía - Me citaron a declarar . . . Oficial, tiene un cigarrillo ? Es mi primera vez y estoy ansiosa.
Giré la cabeza y la ví.
Ojos grandes, labios sensuales y pelo agresivamente negro, era mi víctima, la real , que recién apare -
cía.
Pensé en Patricia, sola, repartida en aquellas bolsas.
Sentí un odio feroz por esta impostora e imaginé para ella un final innoble e inmediato.
Me acerqué a ella y le dije que esa no era la mejor manera de combatir la ansiedad.
Sonrió.