Pedirle nuevamente que abra la puerta
Pasó un mes y medio de esa noche y las cosas cambiaron mucho desde entonces. Pedirle que abriera la puerta una vez más no cambió nada, pero hacerlo incontable cantidad de veces sí. Valeria después de un rato decidió hablar conmigo y tuvimos la conversación más larga de nuestras vidas donde yo me arrepentí de haberla engañado con Florencia y ella me confesó que me había engañado hacía años con un ex compañero de la facultad. “Podría decirse que estamos a mano” me dijo ella cerca de las 7 de la mañana y después de varias horas de llantos esbozó una sonrisa que me tranquilizó.
Las cosas cambiaron desde ese entonces. Eliminé todas las imágenes que tenía de Flor de mi celular y le dije que no podía seguir tratando con ella y a pesar de sus lamentos y de sus ruegos, me mantuve firme y la bloqueé de mis contactos. Borré toda ilusión que tenía de estar con Luciana o alguna otra mujer y comencé a dejarle en claro a mi compañera de trabajo que estaba en una relación y que no tenía intención alguna de estar con alguien más (no tan directo obviamente). Pero por sobre todas las cosas hicimos de ese departamento destrozado y lleno de cosas rotas, nuestra casa.
Hace un mes y medio las cosas cambiaron y pudimos rearmar nuestra vida como tanto queríamos. Yo la amaba y ella me amaba a mí. Y esa noche era especial, porque después de todo ese tiempo íbamos a tener nuestra cena de reconciliación, con comida especial, una botella de vino y una buena noche de sexo después de un mes y medio de no tener acción. Fue algo que acordamos mutuamente, no hacerlo hasta estar listos. Yo obviamente estuve listo a la semana siguiente, pero ella necesitó más tiempo y el tiempo convirtió el deseo de los dos en una necesidad de lujuria casi inmediata.
La comida pasó rápido, más rápido de lo que nos imaginábamos. El postre le siguió con lo que quedaba de la botella de vino la cual se acabó en un parpadeo. Luego de eso decidimos ir a acostarnos en los sillones y estaba todo dicho. Cuando ella le pegó el último sorbo a su copa sabía que era momento de actuar y me acerqué lentamente para besarla. Le di un beso distinto, uno que demostraba amor pero que a su vez le indicaba que estaba deseoso de gozar junto a ella. Valeria me devolvió el beso de la misma forma.
Suavemente ella se fue recostando sobre el sillón y yo me acomodé encima de su cuerpo, abriendo sus piernas para que pudiera entrar. Sus brazos se enredaron en mi cuello mientras nos seguíamos besando cada vez más fogosamente. Era temprano, no pensé que iba a ser tan temprano pero fue entonces cuando me di cuenta de que los dos estábamos tan desesperados para que ocurriera que no queríamos seguir perdiendo el tiempo. Valeria me miró con esos ojos hermosos y no me pude contener.
Un poco más motivado la seguí besando por el cuello y cuando llegué a su hombro me vi forzado de correrle un poco la remera. Entonces ella se la sacó para darme lugar y yo seguí pasando mis labios sobre su piel. Bajé hasta sus preciosas y diminutas tetas y las empecé a besar por encima del corpiño, a lo que ella nuevamente se lo desprendió para dejar sus pezones al descubierto. Los lamí, lentamente en círculos, primero uno y después el otro. Les pasé mi lengua suavemente hasta dejarlos bien duritos. Levanté la mirada y vi la cara de felicidad de Valeria. Yo seguí bajando por su cuerpo, llegando hasta su cintura, dándole besos por cada parte de su cuerpo. Hasta que me encontré con su pantalón. Entonces ella se lo sacó para que yo pudiera seguir avanzando.
Una vez que mi novia estuvo desnuda empecé a chuparle la concha como a mi bien me gustaba. Se la lamía con ganas, pasándole la lengua de arriba abajo y de un lado al otro mientras la sujetaba de las piernas. A ella le gustaba como lo hacía y movía su cintura en círculos causando que mi cabeza girara hacia todos lados. Una de mis manos fue bajando lentamente de su muslo hasta quedar bien cerca de su punto G y entonces pasé un dedo encima de su clítoris para masajearlo. Mientras que mi lengua seguía moviéndose por todos lados, ahora el dedo también hacía lo mismo sobre su clítoris y Vale se movía aun más frenéticamente.
No le di tiempo a que reaccionara, pues mientras me divertía con mi boca sobre su cuerpo me iba sacando la ropa, por lo que cuando me acomodé nuevamente cara a cara con ella, introduje bien a fondo de su concha mi pija. Ella abrió bien grande la boca y ahogó un grito que seguramente se hubiera escuchado muy placentero. Empezamos a coger suavemente, despacio, moviendo mi cuerpo hacia adelante y hacia atrás por encima del suyo. Nuestros labios se volvieron a encontrar en un beso bien apasionado. No estábamos cogiendo, estábamos haciendo el amor.
Valeria exhalaba leves suspiros de placer frente a mi rostro y estos volaban mi cabeza. Era la primera vez que cogía con alguien así de lento, así de despacio y sin embargo era sumamente placentero, algo que me excitaba aun más. Sus labios estaban completamente rojos y húmedos. De a poco empecé a moverme un poco más rápido y sin embargo la velocidad a la que lo hacíamos era muy lenta, lenta pero intensa. Cada golpe de mi cuerpo sobre el suyo era mucho más profundo que el anterior.
Ella se dio vuelta. Fue girando sobre el sillón mientras yo permanecía en el aire y se acomodó boca abajo con la cabeza y el pecho un poco levantado. Yo fui bajando sobre su cuerpo una vez más hasta recostarme encima de ella y penetrarla nuevamente. ¡Qué placer sentir su cola sobre mi cintura! Esa cola hermosa que tanto me encantaba se movía despacito debajo de mi cuerpo mientras que mi pija gozaba de su conchita mojada. Yo acompañaba sus movimientos que eran de forma circular y hacían vibrar todo mi cuerpo. Vale giró la cabeza hacia un costado y nuestros labios se encontraron nuevamente en un beso muy caliente.
Entonces yo empecé a saltar sobre su cuerpo. Mi cintura iba hacia arriba y hacia abajo rebotando en su cola cada vez más rápido. Empezaba a ponerme un poco más feroz de lo que venía estando y se notaba que a ella le gustaba, pues sus gemidos de golpe fueron incrementándose y haciéndose cada vez más notorios. Valeria re costó por completo sobre el sillón y yo me incliné sobre su cuello para besarlo sin dejar de mover mi cuerpo. Ella levantó su pecho y pasé mis manos por debajo hasta posarlas encima de sus tetas, sus diminutas y hermosas tetas. ¡Era tan perfecta!
Seguimos cogiendo así, los dos envueltos en una ola inmensa de placer. Yo me movía cada vez más rápido hacia arriba y hacia abajo mientras que ella lo hacía rotando su cintura en forma circular. Mi pija se clavaba en su conchita que estaba empapada de placer. Sus gemidos eran algo hermoso para mis oídos ya que eran suaves pero bien claros. Entonces me acerqué a su oído y le dije lo único que sentía en ese momento, lo único que se me ocurrió decirle:
- ¡Me encanta cogerte así!
Enseguida noté que todo mi cuerpo se erizaba. Me empecé a mover lo más rápido que pude y al mismo tiempo que ella pegó un grito infernal de placer yo acabé adentro de su cuerpo. Fue un orgasmo excelente para ambos, tendidos en ese sillón, en nuestra casa, después de haber dejado pasar todo ese tiempo. Caí rendido encima de ella que giró la cabeza nuevamente hacia un costado y me besó. “Te amo” me dijo enseguida mientras que su respiración agitada se iba calmando de a poco. Eso me puso la piel de gallina.
- Yo también te amo.- Le dije al amor de mi vida.
FIN
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OTRAS HISTORIAS:
MIRADAS DE FUEGO (FANTASÍA)
UN VERANO CALIENTE. CAPÍTULO 1
UN GANADOR. CAPÍTULO 1
Pasó un mes y medio de esa noche y las cosas cambiaron mucho desde entonces. Pedirle que abriera la puerta una vez más no cambió nada, pero hacerlo incontable cantidad de veces sí. Valeria después de un rato decidió hablar conmigo y tuvimos la conversación más larga de nuestras vidas donde yo me arrepentí de haberla engañado con Florencia y ella me confesó que me había engañado hacía años con un ex compañero de la facultad. “Podría decirse que estamos a mano” me dijo ella cerca de las 7 de la mañana y después de varias horas de llantos esbozó una sonrisa que me tranquilizó.
Las cosas cambiaron desde ese entonces. Eliminé todas las imágenes que tenía de Flor de mi celular y le dije que no podía seguir tratando con ella y a pesar de sus lamentos y de sus ruegos, me mantuve firme y la bloqueé de mis contactos. Borré toda ilusión que tenía de estar con Luciana o alguna otra mujer y comencé a dejarle en claro a mi compañera de trabajo que estaba en una relación y que no tenía intención alguna de estar con alguien más (no tan directo obviamente). Pero por sobre todas las cosas hicimos de ese departamento destrozado y lleno de cosas rotas, nuestra casa.
Hace un mes y medio las cosas cambiaron y pudimos rearmar nuestra vida como tanto queríamos. Yo la amaba y ella me amaba a mí. Y esa noche era especial, porque después de todo ese tiempo íbamos a tener nuestra cena de reconciliación, con comida especial, una botella de vino y una buena noche de sexo después de un mes y medio de no tener acción. Fue algo que acordamos mutuamente, no hacerlo hasta estar listos. Yo obviamente estuve listo a la semana siguiente, pero ella necesitó más tiempo y el tiempo convirtió el deseo de los dos en una necesidad de lujuria casi inmediata.
La comida pasó rápido, más rápido de lo que nos imaginábamos. El postre le siguió con lo que quedaba de la botella de vino la cual se acabó en un parpadeo. Luego de eso decidimos ir a acostarnos en los sillones y estaba todo dicho. Cuando ella le pegó el último sorbo a su copa sabía que era momento de actuar y me acerqué lentamente para besarla. Le di un beso distinto, uno que demostraba amor pero que a su vez le indicaba que estaba deseoso de gozar junto a ella. Valeria me devolvió el beso de la misma forma.
Suavemente ella se fue recostando sobre el sillón y yo me acomodé encima de su cuerpo, abriendo sus piernas para que pudiera entrar. Sus brazos se enredaron en mi cuello mientras nos seguíamos besando cada vez más fogosamente. Era temprano, no pensé que iba a ser tan temprano pero fue entonces cuando me di cuenta de que los dos estábamos tan desesperados para que ocurriera que no queríamos seguir perdiendo el tiempo. Valeria me miró con esos ojos hermosos y no me pude contener.
Un poco más motivado la seguí besando por el cuello y cuando llegué a su hombro me vi forzado de correrle un poco la remera. Entonces ella se la sacó para darme lugar y yo seguí pasando mis labios sobre su piel. Bajé hasta sus preciosas y diminutas tetas y las empecé a besar por encima del corpiño, a lo que ella nuevamente se lo desprendió para dejar sus pezones al descubierto. Los lamí, lentamente en círculos, primero uno y después el otro. Les pasé mi lengua suavemente hasta dejarlos bien duritos. Levanté la mirada y vi la cara de felicidad de Valeria. Yo seguí bajando por su cuerpo, llegando hasta su cintura, dándole besos por cada parte de su cuerpo. Hasta que me encontré con su pantalón. Entonces ella se lo sacó para que yo pudiera seguir avanzando.
Una vez que mi novia estuvo desnuda empecé a chuparle la concha como a mi bien me gustaba. Se la lamía con ganas, pasándole la lengua de arriba abajo y de un lado al otro mientras la sujetaba de las piernas. A ella le gustaba como lo hacía y movía su cintura en círculos causando que mi cabeza girara hacia todos lados. Una de mis manos fue bajando lentamente de su muslo hasta quedar bien cerca de su punto G y entonces pasé un dedo encima de su clítoris para masajearlo. Mientras que mi lengua seguía moviéndose por todos lados, ahora el dedo también hacía lo mismo sobre su clítoris y Vale se movía aun más frenéticamente.
No le di tiempo a que reaccionara, pues mientras me divertía con mi boca sobre su cuerpo me iba sacando la ropa, por lo que cuando me acomodé nuevamente cara a cara con ella, introduje bien a fondo de su concha mi pija. Ella abrió bien grande la boca y ahogó un grito que seguramente se hubiera escuchado muy placentero. Empezamos a coger suavemente, despacio, moviendo mi cuerpo hacia adelante y hacia atrás por encima del suyo. Nuestros labios se volvieron a encontrar en un beso bien apasionado. No estábamos cogiendo, estábamos haciendo el amor.
Valeria exhalaba leves suspiros de placer frente a mi rostro y estos volaban mi cabeza. Era la primera vez que cogía con alguien así de lento, así de despacio y sin embargo era sumamente placentero, algo que me excitaba aun más. Sus labios estaban completamente rojos y húmedos. De a poco empecé a moverme un poco más rápido y sin embargo la velocidad a la que lo hacíamos era muy lenta, lenta pero intensa. Cada golpe de mi cuerpo sobre el suyo era mucho más profundo que el anterior.
Ella se dio vuelta. Fue girando sobre el sillón mientras yo permanecía en el aire y se acomodó boca abajo con la cabeza y el pecho un poco levantado. Yo fui bajando sobre su cuerpo una vez más hasta recostarme encima de ella y penetrarla nuevamente. ¡Qué placer sentir su cola sobre mi cintura! Esa cola hermosa que tanto me encantaba se movía despacito debajo de mi cuerpo mientras que mi pija gozaba de su conchita mojada. Yo acompañaba sus movimientos que eran de forma circular y hacían vibrar todo mi cuerpo. Vale giró la cabeza hacia un costado y nuestros labios se encontraron nuevamente en un beso muy caliente.
Entonces yo empecé a saltar sobre su cuerpo. Mi cintura iba hacia arriba y hacia abajo rebotando en su cola cada vez más rápido. Empezaba a ponerme un poco más feroz de lo que venía estando y se notaba que a ella le gustaba, pues sus gemidos de golpe fueron incrementándose y haciéndose cada vez más notorios. Valeria re costó por completo sobre el sillón y yo me incliné sobre su cuello para besarlo sin dejar de mover mi cuerpo. Ella levantó su pecho y pasé mis manos por debajo hasta posarlas encima de sus tetas, sus diminutas y hermosas tetas. ¡Era tan perfecta!
Seguimos cogiendo así, los dos envueltos en una ola inmensa de placer. Yo me movía cada vez más rápido hacia arriba y hacia abajo mientras que ella lo hacía rotando su cintura en forma circular. Mi pija se clavaba en su conchita que estaba empapada de placer. Sus gemidos eran algo hermoso para mis oídos ya que eran suaves pero bien claros. Entonces me acerqué a su oído y le dije lo único que sentía en ese momento, lo único que se me ocurrió decirle:
- ¡Me encanta cogerte así!
Enseguida noté que todo mi cuerpo se erizaba. Me empecé a mover lo más rápido que pude y al mismo tiempo que ella pegó un grito infernal de placer yo acabé adentro de su cuerpo. Fue un orgasmo excelente para ambos, tendidos en ese sillón, en nuestra casa, después de haber dejado pasar todo ese tiempo. Caí rendido encima de ella que giró la cabeza nuevamente hacia un costado y me besó. “Te amo” me dijo enseguida mientras que su respiración agitada se iba calmando de a poco. Eso me puso la piel de gallina.
- Yo también te amo.- Le dije al amor de mi vida.
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