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Tu piel con algo de Vino

Avanzo hacia tu puerta y toco, con una sonrisa en mi rostro y una botella de vino recién comprada. Y ahí sales tú, sonriente, brillante, hermosa y sensual.

Entro de inmediato huyendo del frío de la calle, tu hogar es cálido y con tu aroma me siento en el paraíso. Me abrazas y nos besamos apasionadamente cómo si no hubiera un mañana, te muestro la botella y dejas salir una risita. 

Te levantas y buscas un par de copas, yo disfruto cada movimiento que haces, me deleito con tu silueta y tu vestido sensual, el cuál te has puesto para la ocasión.

Afuera comienza a llover y los truenos estremencen el hogar, pero ni eso logra sacarme de mi fascinación por ti, en aquel sofá de tu sala bebemos vino, nos besamos, reímos, hablamos y terminamos excitados.

Los besos se hacen más deliciosos con el vino, te sientas sobre mi y con un baile levantas toda mi libido, mis manos se pasean de tu cintura a tus nalgas, mientras beso tu cuello, aspiro el aroma dulce de tu perfume y me embriago de pasión y vino.

Ahí abajo sientes crecer mi miembro, ese que tanto has disfrutado y te encanta, se endurece y palpita justo debajo de ti, sonríes, disfrutas, mientras te mueves de forma pícara encima de mí y me quitas la camisa con ímpetu.

Me calientas demasiado, y haciendo uso de mi fuerza te tomo en mis brazos para recostarte en el sofá, me echo encima y te beso deliciosamente, una de mis manos levanta tu vestido y acaricia tu entrepierna, mientras la otra juega con tus pechos, los cuales libero de su encierro y chupo con ganas, los devoro, les riego vino y disfruto su sabor en tus pezones erectos. Mis dedos ya hacen tacto en tu intimidad húmeda y caliente, entran y salen, rozan tu clítoris y poco a poco voy bajando de tus pechos a tu abdomen y más abajo.

Mi lengua llega a tu clítoris y lo acaricia con su calor mientras con mis dedos separo tus labios vaginales para que mi lengua se aloje en tu interior, sientes su calor, su suavidad y su lubricación que te llena de placer y te hace contorsionarte.

Riegas vino justo ahí, y lo saboreo con gusto, te devoro y gimes por mi labor, tomas mi cabeza y me presionas contra ti mientras mi lengua hace su trabajo de forma deliciosa, lo disfrutas y te encanta.

Me levanto y acto seguido me tumbas a mí, me bajas los pantalones y dejas notar mi erección deseando salir de su encierro, pero solo me miras y con tu lengua la tocas por encima de mi ropa interior, me enloquecen tus juegos, mojas la tela con picardía y lentamente bajas mi boxer hasta que por fin dejas libre mi erecto miembro, duro, firme y sólo tuyo.

Lo tomas con una de tus manos y lo acercas a tus labios, le das un beso en la punta y me miras fijamente para acto seguido dejarlo entrar en tu boca deliciosamente, cada centímetro es rico, tu mirada me vuelve loco y no dejas de meterlo hasta que llegas al tope y dejas salir unas lagrimillas en tus ojos y lo sacas nuevamente, repites la operación y comienzas una sesión que me lleva al paraíso.

Luego de un rato te detienes y me propones algo mucho mejor, te echas sobre mí y haciendo un 69 volvemos al placer, esta vez mutuamente. Siento tu lengua jugueteando con mi miembro y con la mía te lleno de gusto igualmente, ayudándome con los dedos te hago gemir y suspirar aún teniendo la boca llena, cada gusto que me das lo compenso igualmente hasta que en unos minutos te doy un rico orgasmo que te deja extasiada un momento. Tratando de hacer lo mismo, chupas mi miembro con ímpetu y logras darme aquel éxtasis en poco tiempo, con excitación te tragas toda mi lechita caliente sin dejar caer una sola gota. 

Sin embargo este solo es el inicio y sin previo aviso saltas sobre mi para besarme, me siento incómodo sabiendo que bebiste mi semen un minuto antes, pero me gana el deseo y aprovecho para penetrarte en ese instante, tan solo levantando tu torso un poco sientes mi miembro entrar dentro de ti, caliente, duro, derritiendo cada pliegue de tu vagina excitada.

Tomo la botella y bebo un trago, luego te la paso y haces lo mismo mientras te penetro con frenesí, gimes, y te mueves al ritmo de mis embestidas mientras me miras a los ojos y me enloqueces con tu calor interno, me pego a ti y comienzo a chupar tus pechos nuevamente, siento tus uñas clavándose en mi espalda. Todos es intenso pero delicioso, ignoramos el resto de la existencia y solo disfrutamos.

Tus movimientos son lo mejor y cada gemido me llena de energía para seguir embistiéndote con tanto gusto, nos besamos, sudamos, nuestros latidos acelerados se sincronizan y nos volvemos esclavos del placer.

Te encanta estar encima de mí y dejo que tomes el control, veo como tomas la botella y bebes un trago, con tus manos presionas mi pecho contra el sillón y te meneas exquisitamente.

Siento nuevamente tus uñas en mi piel y al mismo tiempo aceleras tus movimientos hasta que tienes un nuevo orgasmo, más grande y delicioso que el anterior y te dejas caer sobre mí tratando de recuperar la respiración.

Te ríes y yo solo me levanto dejándote acostada, tomo un trago de vino y sonrío, luego me acerco nuevamente y abriendo tus piernas te penetro de golpe provocándote sorpresa, pero al paso de unos segundos comienzas a gemir nuevamente, te siento más caliente que antes y con mis manos juego con tus pechos, tus piernas se presionan con mis nalgas como tratando de hacerme llegar más adentro de tus entrañas.

Y la fiesta de placer y pasión continúa de forma exquisita, nos olvidamos de la lluvia y solo sentimos placer al máximo.

El calor de nuestras pieles, unidas, el sudor, los gemidos, las embestidas que te doy y tus movimientos deliciosos convierten la noche el lo mejor que existe. Amas sentirme dentro y yo amo estar dentro de ti, me echo sobre ti sin dejar de penetrarte y te beso con pasión desmedida, el vino elimino rastros de mi esperma. Ahora todo es delicia y deseo.

Siento cómo un calor indescriptible me invade y te presionas contra mí con la locura más hermosa que he visto, te contraes tan rico que siento que ya no puedo más, y lo sabes. Me abrazas y haces magia con tus movimientos mientras nuestros labios se unen una vez más y me provocas la euforia más grande de este mundo. Me haces terminar en chorros y chorros de leche calientita dentro de ti al mismo tiempo que tienes otro orgasmo, y tu vista se pone en blanco, gozando de este instante indescriptible de éxtasis mutuo, nuestros cuerpos se dejan caer sobre el sillón y quedamos sin aliento, más enamorados que nunca.

Admiro tu desnudez y te beso, me dices:

—quiero que se repita... toda la noche... 
—te amo.

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