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Bp...

En éstos días falleció mi abuelita Herminia. La pobre ya tenía como cien años y estaba internada desde hacia tiempo, por lo que su deceso no sorprendió a nadie en la familia. Aún así la pena y la congoja por su partida se hizo sentir tan intensamente como si no hubiese sido una muerte anunciada.
Para asistir a su entierro, viajamos con mi mamá y mi tía Edith a Santiago del Estero, de dónde es oriunda mi familia materna. 
Mi papá es tucumano, y conoció a mi mamá acá en Buenos Aires cuando ella se vino a trabajar siendo todavía muy jovencita. 
Con el tiempo se casaron, nacieron mis hermanos, nací yo, y aunque se establecieron en San Justo, la familia de ella se quedó en el norte, a excepción de mi tía Edith que, con el tiempo, siguió los pasos de la hermana.
Obviamente que cada tanto vamos de visita, sobre todo mi mamá que viaja todos los años para el festival del carbón, aunque por mi parte la verdad es que hacia ya varios años que no iba por aquel pueblito perdido al cuál me referiré como BP.
Viajamos en avión hasta la capital de la provincia. Allí nos esperaba uno de mis primos, Alejo, en uno de esos típicos rastrojeros que se usan en el campo. 
Tras una hora y media de viaje llegamos al pueblo a tiempo para el oficio religioso y la posterior peregrinación hasta el cementerio. 
Se notaba que mi abuela había sido muy querida por los pobladores, porque una verdadera multitud nos acompañó a darle cristiana sepultura.
No me voy a alargar demasiado en lo que sucedió ese día, porque forma parte del duelo familiar, por lo que comenzaré por el día siguiente.
Me levanté temprano, al rayar el alba, como toda una campesina. Llamé a mi marido para saber como estaban él y el Ro, y luego del desayuno, el infaltable mate cocido con pan casero o chipaco, me fui a dar una vuelta por el pueblo. 
Hacía ya más de quince años de mi última visita, aunque, pese al tiempo transcurrido, todo parecía estar igual que antes. 
Por supuesto que para la gente que me cruzaba, yo era la típica porteña que exploraba el pueblo como si se tratara de un continente desconocido.
Al pasar frente a la comisaría, que está en el centro del pueblo, en la calle principal, me encontré con mi primo Alejo, el que nos fue a buscar al aeropuerto, y que es oficial de policía.
Estaba lavando uno de los patrulleros, pero al verme dejó todo y me invitó a tomar algo bien frío en su oficina. Se lo agradecí de alma, porque ya a esa hora, casi las diez de la mañana, hacia un calor tan intenso que hasta costaba respirar. 
Sus compañeros me miraban como vampiros sedientos de sangre a punto de saltarme a la yugular, aunque la mirada que más me conmovió no fue la de ningún policía, sino la de un preso. 
Y sí, siempre he tenido cierta debilidad por los chicos malos.
Justo lo traían esposado y aunque solo pude verlo un instante, cuando atravesaba el pasillo con su custodia, la forma en que me miró hizo que se me humedeciera la entrepierna. Y por supuesto, sabía muy bien que no se trataba de sudor.
-¿Y ése que hizo?- le pregunté a mi primo.
-Ah, es Luque, la esposa lo denunció por agresión, igual aunque sea reincidente no creo que pase nada, los jueces enseguida lo liberan-
En un momento en el que mi primo sale de la oficina para atender una situación, me asomo por el pasillo y lo veo en la celda, mirándome a través de los barrotes en esa forma que ahora me hacia sentir mariposas en el estómago. Y más todavía, cuando, sin sacarme los ojos de encima, se agarra el paquete y se lo aprieta.
Es un tipo feo, eso hay que decirlo, de gesto agresivo y con un bigotazo en forma de U invertida, que en vez de sumarle le resta, pero algo en su porte, en su actitud me atrae.
Aunque está a varios metros de distancia, es como si estuviera al lado mío, incitando mis delirios más obscenos. Esos que siempre me hacen estar al límite.
Me hubiera acercado a hablarle, pero justo mi primo vuelve a la oficina y todo queda ahí. Seguimos hablando de la familia y compartiendo un refresco, pero por más que lo intento no puedo sacarme a ese sujeto de la cabeza.
A cada rato vuelve a mi mente la imagen de como se apretó el ganso, que para otra quizás solo sea un gesto obsceno, pero que para mí era toda una declaración de principios. Ese tipo era un depredador sexual, igual que yo, y entre semejantes a veces no hace falta más que un gesto para entendernos.
Luego del almuerzo me conecto por Skype con mi marido y el Ro, pero ni así puedo calmarme. Estoy caliente. 
¡Me calenté con un tipo que está preso por pegarle a la mujer!
Sí, ya sé que en honor a la sororidad, tan de boga en éstos tiempos, debería despreciarlo, como lo haría cualquiera en sus cabales, pero ustedes ya lo saben, cuando estoy así de excitada no suelo estar en mis cabales. 
Por la tarde, y mientras la mayoría duerme la siesta, le pido prestada a mi prima Lucy una bicicleta, con la intención de sublimar toda esa ansiedad con algo de ejercicio.
No me queda otra, ya que allí, en medio de la aridez santiagueña, mis perspectivas sexuales no son de las mejores.
Me subo a la bici y empiezo a dar vueltas por el pueblo, volviendo siempre a la comisaría, hasta que me doy cuenta de que con eso no voy a lograr nada. El tipo está preso, y aunque mi primo aseguró que no lo estaría por mucho tiempo, no puedo entrar y preguntar cuando van a liberarlo. Así que enfilé hacia la ruta y me puse a pedalear con mi máxima energía. Cuando quise darme cuenta, ya estaba tan lejos del pueblo que apenas lo veía. 
Estaba tentada de meterme al medio del monte y hacerme una paja, pero tenía miedo de que me pique algún bicho. Aclaro, quería que me picara un bicho, sí, pero no de los que podían estar escondidos entre los arbustos.
Cuando me paro a descansar, me doy cuenta que en el apuro no había llevado agua y me estaba muriendo de sed. No me queda otra que pegar la vuelta, pero no llego a hacer ni medio kilómetro que se me pincha una rueda. 
Si algo me faltaba era eso, excitada, sedienta, muerta de calor y encima me tenía que volver caminando y con la bicicleta a cuestas. Todo mal.
Empiezo a caminar por el costado de la ruta, despacio, para no agitarme, pensando ya en volverme a Buenos Aires cuanto antes y llamar ni bien aterrice a uno de mis amantes. Juan Carlos, el Cholo o hasta incluso Jorgito, cualquiera que me asegure un buen garche. 
Ni se imaginan como extrañé en ese momento el gangbang con los amigos de Armando. Necesitaba en carácter de urgente algo como eso.
Estoy ya decidida a sacar los pasajes apenas llegue a la casa de mi tía, cuando escucho a mi espalda una bocina. Me doy la vuelta y veo a un camión que se acerca reduciendo la velocidad para detenerse cuando pasa por mi lado.
-¿Necesitás que te lleve?- me pregunta el camionero por la ventanilla con esa tonada tan típica de los santiagueños.
Le explico mi percance y entonces se baja para poner la bici en el espacio detrás de la cabina, y cuando me subo al camión me invita con una botella de agua.
-¡Gracias!- le agradezco como si me hubiera salvado la vida - Me estaba muriendo de sed-
-¿Y que hace..., alguien como vos en un lugar como éste?- me pregunta.
-Salí a dar un paseo pero creo que me excedí pedaleando-
-No parece que fueras de BP-
-En realidad soy de Buenos Aires, solo estoy de visita-
-Con que porteña, eh..., me vuelven loco las porteñas, ustedes si que no tienen problemas. ¡Las que habré levantado en la ruta!, todas muy agradecidas, eh...- me dice mirándome en una forma que en realidad quiere decir: "todas muy putas, eh".
¿Porque me pasarán a mí estas cosas? ¿Acaso tengo un letrero en la frente que dice, máquina sexual dispuesta a que le midan el aceite? ¿O será que huelen mis  ganas de sexo?
Hasta un rato antes no tenía ni una ínfima oportunidad de echarme un polvo en aquel rincón perdido de la mano de Dios, y ahora ahí estaba ese camionero que, como un héroe de película porno, había llegado a salvarme del cruel flagelo de la abstinencia.
-Me imagino que sí- le digo -A mí me salvaste de volverme caminando, así que también te estoy muy agradecida...- hago una pausa y agrego: -Y también por el agua, claro-
Creí que se aprovecharía de mi buena predisposición para tirarse algún lance o al menos me insinuaría algo, pero siguió hablando como si nada. Manejaba despacio, pero aún así nos acercábamos cada vez más al pueblo, por lo que si tenía la intención de hacer algo debía proceder cuanto antes.
No pensaba hacerme la difícil. El preso que me había mirado tan intensamente en la comisaría esa misma mañana había calentado la pava y ahora éste camionero se iba a tomar el mate.
-¿Sabés qué? Me gustaría agradecerte lo que hiciste...- le digo entonces poniendo una mano sobre su pierna.
-¿Agradecerme..., agradecerme cómo?- tartamudea, prestándome en ese momento más atención a mí que a la ruta.
-Si querés saberlo, va a ser mejor que pares el camión, no vas a querer que choquemos antes de saberlo- le digo con una sonrisa que prácticamente le está ofreciendo la respuesta.
Aún estamos a cierta distancia del pueblo, así que no corro riesgo de que alguien me vea. Además detiene el camión no en la banquina, sino dentro del monte, debajo de un mistol.
Apaga el motor y se me acerca con la lujuria más descarnada sombreando cada gesto de su rostro, y aunque huele al sudor acumulado tras varias horas de viaje, eso es algo que no me molesta en lo absoluto.
Está que hierve de calentura, al igual que yo, así que nos trenzamos en un abrazo con el cuál queremos fundirnos el uno en el otro, mientras nos besamos a pura lengua. 
El camionero también tiene bigote, no un mostacho como el preso, pero si algo lo suficientemente grueso y rasposo como para hacerme a la idea que estoy con el verdadero protagonista de mis fantasías.
Como resulta ya habitual con todos los hombres con los que estoy, sus manos se apoderan enseguida de mis tetas, apretándomelas por encima del vestido, a la vez que yo le acaricio la carpa que se le arma por debajo del pantalón. 
No me tardo en desabrochárselo y sacarle la pija afuera, dura e inflamada, toda chorreada ya de juguito preseminal. Me agacho y me la meto en la boca, haciéndole una mamada que le hace poner los ojos en blanco. 
Ansioso por constatar que tan profunda es mi garganta, el tipo pone las manos sobre mi cabeza y empujando hacia abajo, me la hace comer hasta los huevos.
Me mantiene ahí retenida por un rato, con toda su verga atravesada entre mis amígdalas, para soltarme justo cuando ya me estoy quedando sin aire.
Me levanto tosiendo y le escupo sobre la poronga la saliva que se me acumuló en el paladar.
-Vení, subite...- me apura. 
-¿Tenés forros?- le pregunto antes de moverme.
-Ahí...- me dice señalando la guantera, haciendo que se abra de una patada.
Revuelvo por entre las cosas que tiene guardadas adentro y en el fondo encuentro una tira de preservativos. Abro uno de los sobres con los dientes, se lo pongo y ahora sí, me le subo encima. 
El camionero me levanta el vestido hasta la cintura, me corre la bombacha y me la clava con un fuerte empujón. Suelto un aullido cuando la siento adentro, vulnerando mis defensas más intimas con el poderío de su virilidad.
Reclina el asiento hasta quedar casi acostado, mientras yo me muevo encima suyo, quebrando la cintura para encajarme todo ese pedazo hasta que sus huevos hacen tope con mis cantos.
Me baja los breteles del vestido y me chupa las tetotas a lo loco, mordiéndome los pezones para hacerme gritar cada vez más fuerte. Agarrándome fuerte de la cola, me bombea con ganas, mientras yo desfallezco del gusto, mojándome por entre sus piernas sin control alguno.
-¡Que potra divina, estás hecha un volcán!- me dice sin aminorar la violencia de sus empujes.
Me tiene bien agarrada de la cola, cuando siento que el forro se llena de leche. Acabo yo también al sentirlo, estallando en una descontrolada amalgama de gritos y jadeos.
Caigo derrumbada sobre su cuerpo, en éxtasis, mojada y gozosa, aplastando las tetas contra su pecho, compartiendo con ese desconocido un polvo que trasciende lo meramente físico para alcanzar el plano espiritual.
Entre suspiros me bajo de arriba suyo y me vuelvo a sentar del lado del acompañante. Apoyo los pies encima del asiento y me abro de piernas, como ventilándome la concha, ya que la bombacha todavía la tengo corrida hacia un costado.
Tras tirar el forro repleto de leche por la ventanilla, el camionero se chupa los dedos y metiéndomelos adentro, como una pala, me sigue cogiendo con ellos, a la vez que con el pulgar me aplasta y sacude el clítoris.
Me come la boca mientras me pajea, sacándome de adentro una mielcita que le moja toda la mano.
-Vamos abajo...- me dice abriendo la puerta de mi lado.
Yo me bajo primero y él me sigue, trayendo consigo una manta que extiende en el suelo.
La carrocería del camión nos mantiene a resguardo de cualquier curioso que pase por la ruta, así que nos abrazamos y besamos sin contención ni ataduras.
No sé si es la temperatura ambiente o mi calentura, pero la piel me quema y aunque acabo de tener de un orgasmo que aún me palpita en las entrañas, estoy muy lejos de sentirme satisfecha.
Ahora sí me saco la bombacha y el vestido, quedando completamente desnuda a la vera de una ruta santiagueña.
Sin dejar de comerme con los ojos, el también se saca toda la ropa, exhibiendo de nuevo una erección en la que confluye toda la fuerza y energía de su cuerpo.
-¡Estás demasiado buena!- exclama mientras se me tira encima y apoyándome de espalda contra el camión, me vuelve a meter los dedos en la concha, a la vez que me chupa y muerde las tetas.
Esta vez no me preocupan las marcas que pueda dejarme, ya que vamos a estar unos cuantos días en el pueblo, hasta que pase el duelo, por lo que cuando vuelva a mi vida de esposa y madre tales moretones ya habrán desaparecido.
Dejándolo hacer le agarro la pija y se la pajeo, sintiendo entre mis dedos toda esa fuerza primal que, tras esa primera demostración de poder, vuelve a resurgir con todo su ímpetu.
Me pongo de cuclillas y agarrándolo de los huevos, se la chupo con ganas, comiéndosela hasta hundir la nariz en el renegrido matorral de su ingle. 
Con la cara enterrada en su entrepierna, aspiro profundamente por mis fosas nasales, embriagándome con el denso perfume de su virilidad. 
Un suntuoso olor a bolas, a pija, a pendejos...
Aguantándose las ganas de acabar y llenarme la boca de leche, como me hubiese merecido por la desenfrenada forma en que le comía la chota, el camionero se aparta y se trepa al camión para buscar los forros que quedaron tirados en el asiento. Se pone uno y tironeándome con urgencia del brazo, hace que me ponga en cuatro, sobre la manta que cumple dignamente su rol de lecho amoroso.
Antes que nada me separa las nalgas con las manos y me pasa la lengua por toda la raya del culo, ida y vuelta, merodeando por mi agujero más estrecho, para luego zambullirse en mi abertura principal, la que ya tengo húmeda y abierta.
Tras una gloriosa chupada de concha, siento como me pone la pija entre los gajos y me la manda a guardar de un profundo y enérgico empujón. Acuso el impacto con un gemido de pura satisfacción.
Me agarra de las caderas y me entra a coger con un ritmo lento y pausado, como si no quisiera precipitar el desenlace, como sabiendo que está en un momento único e irrepetible de su vida y quisiera alargarlo lo más que le sea posible.
Con la pija en su máximo esplendor, me la saca de la concha y me la pone en el culo, ejerciendo una leve aunque incitante presión. Como no le digo nada, empieza a empujar tratando de franquear esa entrada que al principio siempre resulta tan ceñida, sobre todo para una verga de su magnitud.
-Meteme primero los dedos y mojate la pija con saliva...- lo instruyo entre plácidos suspiros, la cabeza gacha, apoyada sobre mis brazos.
Lo hace, me mete los dedos en el  culo, dilatándome el esfínter y tras lubricarse con unas cuantas escupidas, repite el intento. 
Ahora sí, el orto se me abre sin restricciones, almacenando en su interior todo ese tamaño que aunque empaquetado, parece expandirse por todos los rincones.
Esta vez no se contiene, me bombea con todo, haciendo que mis gritos sean incluso más fuertes que el canto de los coyuyos.
Si no hubiese tenido el culo ya roto de antes, les aseguro que ese camionero me dejaba en muletas.
Llevando una mano por debajo de mi cuerpo, me masturbo yo misma siguiendo el ritmo de la culeada, volviendo a sentir, como tantas otras veces, esa irrefrenable oleada de placer que me ataca por dos frentes distintos.
Acabamos al mismo tiempo, envueltos en un manto de extrema lujuria.
Rodamos sobre la frazada, todavía acoplados, suspirando al unísono, componiendo entre ambos una melodía rebosante de sensualidad.
Con la pija todavía clavada en el culo, se la aprieto con los elastizados músculos del esfínter.
-¡Puta hermosa, como me estás exprimiendo!- exclama complacido el camionero al sentir los apretones que le hago con el ojete.
De a poco nos vamos recomponiendo, sintiendo una satisfacción plena y absoluta, ésa satisfacción que solo se hace presente cuándo se alcanza la Cumbre del Placer, como nosotros lo hicimos.
Nos vestimos en silencio, como siempre que se tiene sexo con un extraño, cuando lo único que te une a esa persona es la calentura.
Me subo al camión y me arreglo el pelo mirándome por el espejo retrovisor. Él recoge la manta, la dobla y sube por el lado del conductor.
BP está a unos pocos kilómetros más adelante, así que llegamos enseguida. Le pido que me deje apenas pasamos el arco de bienvenida, para evitar las murmuraciones.
Se detiene, me ayuda con la bicicleta y tras un pico rápido, me alejo por el camino de entrada al pueblo.
No me volteo pero alcanzo a escuchar los bocinazos que me ofrenda a modo de despedida.
Me acabo de echar terrible polvo en medio del monte, pero mi cuerpo ya está anhelando las caricias de otro hombre, más precisamente de uno que está preso por pegarle a la mujer. Y sí, los chicos malos siempre fueron mi perdición...


Vivido, escrito y posteado durante mi estadía en BP, departamento de San Martín, Santiago del Estero, Argentina.




En la imagen del post puse una foto con mi prima Lucy, la que me prestó la bicicleta y permitió, de alguna manera, mi encuentro con el camionero.


 

31 comentarios - Bp...

Pablobostero2018
lindo relato lastima que te apure un par de veces y arrugaste ja besos
kohinoor2k9
Excelentisima historia,
Me pregunto si la prima Lucy sera compañera en alguna aventura?
maritainfiel +1
Jaja, no creo, en eso no tiene nada que ver conmigo, creo que yo heredé toda la putez de la familia... Un beso...
kohinoor2k9
jajajajajaja
Besos
PD: espero más historias de BP
Ayudanteds666
Buen relato hermosura. Me estoy garchando a la puta anónima (ya tu sabes...)
fe3ro0zz
que lindo brea pozo
maritainfiel
No sean malos, no nombren al pueblo, por eso puse siglas...
Loza_Kyle
Por dios @maritainfel, que suerte ser uno de esos tipos, estoy tratando de pactar con el diablo por cruzarme en tu camino un dia q estés asi!!! Muy buenos tus relatos y q suerte q tiene esos tipos lo q daria por esa posibilidad besitos hermosa!!! 😍😍
maritainfiel
Gracias... Un beso...
gust7387
Muy buen relato como siempre. Se te extrañaba
maritainfiel
Gracias... Un beso...
ldrja
Voy a prestar atención la próxima vez que pase por el "pozo de brea" quizás encuentre una Marita.... Excelente
maritainfiel
Jaja, sobre todo atención a la ruta... Un beso...
Pervberto
Como el fuego del verano santiagueño.
maritainfiel +1
Lo que es a la hora de la siesta acá, un infierno... Puro fuego y encima yo que soy calentona por naturaleza, imagínate, un cóctel explosivo, jaja... Un beso...
Marc_2
Especial, como siempre. Obvio que fueron 1p ptos y me debes un gang bang.
maritainfiel +1
Gracias, fanático de los gangbang parece... Un beso...
Marc_2
@maritainfiel y si además sos la protagonista...
Desert-Foxxx
Ufff marita tremenda, cada vez que voy al médico ruego encontrarte y chuparte las tetas.
Si la de la foto es tu prima parece que vos te llevaste todas las tetas en la lotería genética de la familia.
maritainfiel
Por parte de mi mamá las mujeres son todas de tetas chicas, es por el lado de mi papá que viene el tema de las tetotas... Tengo una tía en Tucumán que cuando te abraza te asfixia con los pechos, jaja... Un beso...
Tincho2046
buen relato... te sigo.... saludos desde Tucumán
maritainfiel +1
Gracias... Tengo familia en Lules... Un beso...
Tincho2046
@maritainfiel saludos... buen dia para ti
ElioRodrigo
Bp... Yo ví un camión parado por acá cerquita de Br...P , hubiera sabido y me sumaba a la fiestita!!!😃😃
maritainfiel
Ufff...!!! Qué recuerdos, jaja... El camión se metió dentro del monte, lo que le dió a la experiencia un morbo extra, aunque aclaro que estaba muy caliente, en un estado normal jamás me subiría al vehículo de un desconocido. Me volvía caminando... Un beso
bacomalbec
Como me sacas leche yegua, me pones la pija a mil y despues no paro de acabar!!!
maritainfiel
De eso se trata, jaja... Un beso, en la pija, claro...
bacomalbec
Sé que algún día te voy a volver a cruzar y ésta vez no voy a dudar.
MIsko-Jones
me gusto la parte en que tu gritos por la culiada eran mas fuerte que el canto de los coyuyos ,jajaja sos una putita genial

besos Misko
maritainfiel
Jaja... Y mirá que cantan fuerte los coyuyos... Un beso...
furtivo2017
"Nos vestimos en silencio, como siempre que se tiene sexo con un extraño, cuando lo único que te une a esa persona es la calentura". Siempre bien escrito que es lo que mas da placer de leer....
maritainfiel
Gracias, y es así, cuando ya te echaste el polvo, lo único que querés es huir del lugar del "crimen" sin dejar evidencias que después puedan complicarte... Por lo menos a mí me pasa... Un beso...
juanjitox027
ojala en la semana santa te pegues una vuelta por mdeo para ser parte de tus relatos @maritainfiel 😈😋😋😈
moesyou
+ 10 no merece menos este relato.....muy bueno , escribís tan bien como cogés, según tus relatos
maritainfiel
Gracias, pero el mérito no es solo mío, coger siempre es de a dos... Un beso...
Loro86
excelente relató, veremos que pasa con el feo jaja
lástima que no pude ver la foto
Sute41
@Maritainfiel como siempre espectacular tu relato. Me dejas al palo mal. Encima saber que llevas sangre santiagueña, mas me encantas. Aguante Santiago del Estero carajo..
maritainfiel
Gracias... Sangre Santiagueña y tucumana, norteña de pura cepa, jaja... Un beso...
Amantedemarita
Mi amor tengo ganas de que cuentes lo que pasaba en el quiosco donde laburaste, quedó pendiente relatos sobre el repartidor
+10 puntos mariputita
JackSparrow433
Buenísimo Marita! Quien pudiera cruzarte caliente... No por San Justo pero por Morón ando, quien sabe, quizás...
porongarabiosa
Como me encantaria cruzarate por la ruta o por capital... como siempre tu relatos me dejan al palo te van 10 puntos
kellcito
que garron no poder ver la imagen de tu prima 😕, pero que lindo relato marita, como siempre, dejandome la pija a mil
RogerWa
Excelente! No estoy preso ni soy camionero pero avisa cuando andes por Santiago jaja
juan8186
que buen relato! va punto para vos genia!!!lastima no poder ver la foto
turco_7
Que pedazo de relato... me gusto.... ademas me dejo muy cargado!!!! era feo el camionero ??? solo describiste su bigote, y por lo que puedo ver vos sos bonita....
cuyibobo
No puedo creer que estuviste en brea p y no te Vi ... Ojalá tenga algun día verte o tenerte en frente... sería algo muy intenso mi musa y más grande ídola... Saludos
NaneroEv2
Qué hembra por favor! De esas q uno debe probar antes de morir!