Entre trago y trago de fernet, Yanet y mi mujer charlaron de todo delante mío, -donde debo confesarles que estaba con unos tragos encima-, sin pudor hablaron de hombres, ropa interior de mujer, de famosos y de a quien se cogerian si estuvieran solteras. Cuando llegaron a ese terreno áspero y puduroso, sentí la mano de Yanet sobre mi muslo. Ella no paraba de tomar Fernando y Lily, mi mujer, la acompañaba sirviéndose después de ella. Ambas se querían mucho desde que se conocieron en un curso de yoga allí por la calle Centenario, en San Isidro. Yo las seguí con la mirada porque me pareció interesante como mi señora la miraba a ella y viceversa.
De repente salí al cruce de las carcajadas de estas dos loquillas y dije:
- ¡Que les parece si jugamos a decir a quién nos cogeríamos!
Ambas se miraron extrañada por mi intromisión, pero yo me limité a ver qué es lo que harían ellas o que dirían de esta indecorosa propuesta. Yanet se reía mucho y yo me puse algo nervioso. Lily me miraba sonriendo y con toda amabilidad paso a explicarme qué su amiga estaba loca por mi. A todo esto quede atónito porque mi propia mujer me decía esto de una amiga suya. En realidad no lo esperaba.
Yanet nos mostraba todo su hermoso cuerpo y no dejaba de quitarme su mirada de mis ojos. Lily me dijo entre risas:
- Me parece que estás de suerte con Yany
-Ok mi amor pero no sé...
Cuando todavía no terminaba de hablar se me acercó Yany y comenzó a tocar mi entre pierna suavemente y luego algo más fogoza. Yo no puse resistencia alguna porque vi que a mi señora le gustaba verme con otra mujer.
Lily metió mi mano sobre la bragueta de mi pantalón de Jean y sacó mi enorme pedazo. Allí ella le dijo a su amiga en una conversación de zorras:
- Vistes querida que te dije que flor de poronga tenía mi marido.
- ¡Ayy síii! ¡Qué linda que es esa verga!
- Proba querida, probala que no muerde.
Yanet se me tiro de boca hacia mi pito, como cazador hacia su presa. Yo presenciaba entusiasmado como Yany llenaba de besos mi falo dándole con sus carnosos labios rojos desde mis huevos hasta mi glande, hasta que me miró fijamente y metió toda mi verga en su boca. Yo sentía su cálida saliva en mi glande y como movía su boca de abajo hacia arriba chupando mi palo como una loca. Metió toda su lengua en cada lado de la misma y así siguió por un buen rato hasta que se puso a la par mi mujer chupándome los huevos como nunca lo había hecho antes. Mi esperma estaba impregnado por todo mi falo baboseado por estas dos ninfas que se besaban con sus lenguas en una mezcla de saliva y semen. Ambas parecían extasiadas con el aroma de mi pija.
Lily tenía una mini apretada que ponía en reliebe su inmenso culo mostrándome su tanga roja mientras meneaba su ojete parado de un lado a otro y Yanet tenía un vestido corto con lencería de ropa interior. No dude ni un minuto de saborear sus nalgas mordiendolas un poco y luego de masticar ese ojete como si fuera una deliciosa golosina, me fui directamente a su clítoris para terminar saboreando su pequeño agujero rectal. Mi lengua jugueteaba con el culo de mi esposa. ¡Cómo me encantaba pasar mi lengua por su vagina y que ella jadeara extasiada y loca de placer! Una vez que terminé con ella, seguí con Yany, metiendo mi lengua en ese perfecto culito parado que había puesto de aproposito frente a mis narices. Fui directo a sacarle la tanguita con mis dientes, mientras ella preparaba su jadeo que soltaba como gotas en un ímpetu de placer extremo.
Habiendo practicado sexo oral a mis dos zorritas, espere haber cuál de las dos quería subirse primero a mi chorizo. Yanet le pidió permiso a Lily y ella se subió tan rápido como hace un jockey en su caballo de carreras. Se puso mi glande entre sus labios vaginales y se movía buscando el placer del roce de sentir mi hierro caliente entre sus frios y suaves muslos, para ir luego más allá. No deje pasar dos minutos cuando empecé a entrar en su depilada vagina rosada, penetrandola con rigor y placer. Fue allí cuando Yany empezó a saltar sobre mi muñeco lubricado por sus jugos, mientras su largo pelo lasio golpeaba su espalda en el galope de su inquieta cueva humeda. Lily sonreia porque veía a su amiga saltando sobre mi verga una y otra vez mientras Yany nos avisaba que había explotado en orgasmos acabando una, dos, tres y hasta cuatro veces sobre mi pija. Mi esposa la saco de arriba mío, porque decía, -haciendo pucherito-, que era el turno de ella... (Continuará)
De repente salí al cruce de las carcajadas de estas dos loquillas y dije:
- ¡Que les parece si jugamos a decir a quién nos cogeríamos!
Ambas se miraron extrañada por mi intromisión, pero yo me limité a ver qué es lo que harían ellas o que dirían de esta indecorosa propuesta. Yanet se reía mucho y yo me puse algo nervioso. Lily me miraba sonriendo y con toda amabilidad paso a explicarme qué su amiga estaba loca por mi. A todo esto quede atónito porque mi propia mujer me decía esto de una amiga suya. En realidad no lo esperaba.
Yanet nos mostraba todo su hermoso cuerpo y no dejaba de quitarme su mirada de mis ojos. Lily me dijo entre risas:
- Me parece que estás de suerte con Yany
-Ok mi amor pero no sé...
Cuando todavía no terminaba de hablar se me acercó Yany y comenzó a tocar mi entre pierna suavemente y luego algo más fogoza. Yo no puse resistencia alguna porque vi que a mi señora le gustaba verme con otra mujer.
Lily metió mi mano sobre la bragueta de mi pantalón de Jean y sacó mi enorme pedazo. Allí ella le dijo a su amiga en una conversación de zorras:
- Vistes querida que te dije que flor de poronga tenía mi marido.
- ¡Ayy síii! ¡Qué linda que es esa verga!
- Proba querida, probala que no muerde.
Yanet se me tiro de boca hacia mi pito, como cazador hacia su presa. Yo presenciaba entusiasmado como Yany llenaba de besos mi falo dándole con sus carnosos labios rojos desde mis huevos hasta mi glande, hasta que me miró fijamente y metió toda mi verga en su boca. Yo sentía su cálida saliva en mi glande y como movía su boca de abajo hacia arriba chupando mi palo como una loca. Metió toda su lengua en cada lado de la misma y así siguió por un buen rato hasta que se puso a la par mi mujer chupándome los huevos como nunca lo había hecho antes. Mi esperma estaba impregnado por todo mi falo baboseado por estas dos ninfas que se besaban con sus lenguas en una mezcla de saliva y semen. Ambas parecían extasiadas con el aroma de mi pija.
Lily tenía una mini apretada que ponía en reliebe su inmenso culo mostrándome su tanga roja mientras meneaba su ojete parado de un lado a otro y Yanet tenía un vestido corto con lencería de ropa interior. No dude ni un minuto de saborear sus nalgas mordiendolas un poco y luego de masticar ese ojete como si fuera una deliciosa golosina, me fui directamente a su clítoris para terminar saboreando su pequeño agujero rectal. Mi lengua jugueteaba con el culo de mi esposa. ¡Cómo me encantaba pasar mi lengua por su vagina y que ella jadeara extasiada y loca de placer! Una vez que terminé con ella, seguí con Yany, metiendo mi lengua en ese perfecto culito parado que había puesto de aproposito frente a mis narices. Fui directo a sacarle la tanguita con mis dientes, mientras ella preparaba su jadeo que soltaba como gotas en un ímpetu de placer extremo.
Habiendo practicado sexo oral a mis dos zorritas, espere haber cuál de las dos quería subirse primero a mi chorizo. Yanet le pidió permiso a Lily y ella se subió tan rápido como hace un jockey en su caballo de carreras. Se puso mi glande entre sus labios vaginales y se movía buscando el placer del roce de sentir mi hierro caliente entre sus frios y suaves muslos, para ir luego más allá. No deje pasar dos minutos cuando empecé a entrar en su depilada vagina rosada, penetrandola con rigor y placer. Fue allí cuando Yany empezó a saltar sobre mi muñeco lubricado por sus jugos, mientras su largo pelo lasio golpeaba su espalda en el galope de su inquieta cueva humeda. Lily sonreia porque veía a su amiga saltando sobre mi verga una y otra vez mientras Yany nos avisaba que había explotado en orgasmos acabando una, dos, tres y hasta cuatro veces sobre mi pija. Mi esposa la saco de arriba mío, porque decía, -haciendo pucherito-, que era el turno de ella... (Continuará)
1 comentarios - Historias morbosas para parejas liberales (Yanet - 2° parte