Como era previsible, después de un verano bien potente de amor y garchaje, las mujeres pelirrojas explotaron como una bomba, como lo que son, bah, en su día, el Día de la Mujer. Fue el pasado viernes 8 de marzo, y si bien la anfitriona y organizadora fue la potra total de mi amiga Estela, las demás, con María Teresa al frente, contribuyeron a una noche de puro placer. Eso sí, el escenario de la lucha nocturna fue bastante original.
Como estos últimos días, la jornada estaba agradable sobre Buenos Aires, más precisamente Olivos, la casa de Estela, que invitó nomás a su legión de coloradas: Tere, su hermana María Beatriz, Annabella, su amigota Solange, su tía Ana Mercedes, María Clara, su vecina Ana María con Haydée y el matrimonio, cada día más sexy, de María del Carmen y Mónica, más las chicas: Sandrita, Giselle, Sol María, Jessica. Como marca la tradición que gestó Estelita hace años, todas estaban muy elegantes, de pollera, con el pelo rojo, muy maquilladas y perfumadas. Llegaron de a dos, del brazo y se saludaron con caricia en la pera y besote en la boca. Buena cena con sandwiches de fiambre, pizzetas, empanaditas, entradas frías y más, con bastante cerveza para que se fueran poniendo en clima.
En efecto, por ejemplo, María Teresa le hacía mimos a Estela, bien pegoteadita, mientras comía un sandwich de jamón crudo y queso roquefort. La local le hacía lo mismo y le daba sandwichito, y Teresa le devolvía la gentileza, y luego algún toquecito entre las piernas por abajo del mantel. Annabella disfrutaba los de salame y queso mimada y besuqueada por Solange, Haydée le hacía cositas a Ana María (de espectacular vestido fino floreado) mientras le daba al fiambre y queso de todo tipo, las gordas Carmen y Ana Mercedes se comían todo mientras andaban a los besos y risas con sus parejas. Todas acarameladas, pero aún no pasaba nada serio.
Pero pasó, claro que el 8m debía cerrarse a lo grande. Luego de los postres (tortas, flan, etc.) de a poco las veintipico de pelirrojas se fueron yendo al hotel de lo de Estela. Sí, porque en lugar de explotar de orgía en lo de Teli como acostumbran, ella y las demás decidieron coger organizadamente, para que su casa no quedara desastre. Entonces, cada parejita salió acarameladita, calentita, más que calentita, del brazo y a los besos, medias tomadas algunas, para el telo.
Y nomás invadieron el telo. Esas diez o doce parejas se metieron cada una en una pieza y se dieron como nunca. María Teresa fue quien se llevó a Estela, ambas tomaron y se pusieron bien borrachas, y la delgada experta, tras jueguitos sugestivos, se quitó sus ligas, revoleó su bombacha y fue exprimida y reventoneada con todo tipo de elementos por la gordota, hecha un trueno, primero atrás y luego arriba de su amigota. Haydée se la bajó soberanamente a Ana María, que daba gemidos de placer con cada embestida de su mujer. Sandrita fue agarrada por María Beatriz, que como no encontró una de su edad se penetró a la ex rubia sub 20. Annabella, de ropita interior infartante, se sacó la bombacha con encaje y se encamó nomás con Solange, que la hizo vibrar de la cogida que le pegó con látigo incluido. Carmen y Mónica pasaron una luna de miel, donde la primera, gordota tipo Teresa, hizo puré a la delgadita y linda Moni, que gozó como la mejor. Lily, la hermana de Ana María, se agarró a otra joven, Jesi, y le hizo sentir su corpacho y potencia dándole por todos lados.
Y así las mujeres vivieron una noche de puro placer y locura sentimental y sexual. Vagina, cola, doble penetración, látigos, elementos. Piezas que eran un campo de guerra. Ropa por el piso, carteras abiertas, cosas tiradas, borrachera, tacos al lado de un corpiño. Besos, penetradas suaves y fuertes, gemidos geniales, chupada de flujo, lengua, masturbaciones mutuas. Ni la propia vestimenta se salvó de la noche de locura, algunas limpiaron sus fluidos con lencería y demás. Después, las damas, señoras (mamita...), se durmieron bien apretaditas, y a la mañana, el desayuno, mimos, besos, café con leche con tostadas y demás. Así son las mujeres. El poder femenino. El poder coger sin ningún límite y pasarla bombacha, sin bombacha.
Como estos últimos días, la jornada estaba agradable sobre Buenos Aires, más precisamente Olivos, la casa de Estela, que invitó nomás a su legión de coloradas: Tere, su hermana María Beatriz, Annabella, su amigota Solange, su tía Ana Mercedes, María Clara, su vecina Ana María con Haydée y el matrimonio, cada día más sexy, de María del Carmen y Mónica, más las chicas: Sandrita, Giselle, Sol María, Jessica. Como marca la tradición que gestó Estelita hace años, todas estaban muy elegantes, de pollera, con el pelo rojo, muy maquilladas y perfumadas. Llegaron de a dos, del brazo y se saludaron con caricia en la pera y besote en la boca. Buena cena con sandwiches de fiambre, pizzetas, empanaditas, entradas frías y más, con bastante cerveza para que se fueran poniendo en clima.
En efecto, por ejemplo, María Teresa le hacía mimos a Estela, bien pegoteadita, mientras comía un sandwich de jamón crudo y queso roquefort. La local le hacía lo mismo y le daba sandwichito, y Teresa le devolvía la gentileza, y luego algún toquecito entre las piernas por abajo del mantel. Annabella disfrutaba los de salame y queso mimada y besuqueada por Solange, Haydée le hacía cositas a Ana María (de espectacular vestido fino floreado) mientras le daba al fiambre y queso de todo tipo, las gordas Carmen y Ana Mercedes se comían todo mientras andaban a los besos y risas con sus parejas. Todas acarameladas, pero aún no pasaba nada serio.
Pero pasó, claro que el 8m debía cerrarse a lo grande. Luego de los postres (tortas, flan, etc.) de a poco las veintipico de pelirrojas se fueron yendo al hotel de lo de Estela. Sí, porque en lugar de explotar de orgía en lo de Teli como acostumbran, ella y las demás decidieron coger organizadamente, para que su casa no quedara desastre. Entonces, cada parejita salió acarameladita, calentita, más que calentita, del brazo y a los besos, medias tomadas algunas, para el telo.
Y nomás invadieron el telo. Esas diez o doce parejas se metieron cada una en una pieza y se dieron como nunca. María Teresa fue quien se llevó a Estela, ambas tomaron y se pusieron bien borrachas, y la delgada experta, tras jueguitos sugestivos, se quitó sus ligas, revoleó su bombacha y fue exprimida y reventoneada con todo tipo de elementos por la gordota, hecha un trueno, primero atrás y luego arriba de su amigota. Haydée se la bajó soberanamente a Ana María, que daba gemidos de placer con cada embestida de su mujer. Sandrita fue agarrada por María Beatriz, que como no encontró una de su edad se penetró a la ex rubia sub 20. Annabella, de ropita interior infartante, se sacó la bombacha con encaje y se encamó nomás con Solange, que la hizo vibrar de la cogida que le pegó con látigo incluido. Carmen y Mónica pasaron una luna de miel, donde la primera, gordota tipo Teresa, hizo puré a la delgadita y linda Moni, que gozó como la mejor. Lily, la hermana de Ana María, se agarró a otra joven, Jesi, y le hizo sentir su corpacho y potencia dándole por todos lados.
Y así las mujeres vivieron una noche de puro placer y locura sentimental y sexual. Vagina, cola, doble penetración, látigos, elementos. Piezas que eran un campo de guerra. Ropa por el piso, carteras abiertas, cosas tiradas, borrachera, tacos al lado de un corpiño. Besos, penetradas suaves y fuertes, gemidos geniales, chupada de flujo, lengua, masturbaciones mutuas. Ni la propia vestimenta se salvó de la noche de locura, algunas limpiaron sus fluidos con lencería y demás. Después, las damas, señoras (mamita...), se durmieron bien apretaditas, y a la mañana, el desayuno, mimos, besos, café con leche con tostadas y demás. Así son las mujeres. El poder femenino. El poder coger sin ningún límite y pasarla bombacha, sin bombacha.
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