Hola, lo prometido es deuda, gracias por el apoyo recibido, Por favor recuerden que mi pedido fue a los muchos que disfrutan mis post y nunca ni un comentario, ni me gusta, ni puntos ni nada, pero yo se quienes estan siempre, Mil Gracias.
Rocío y Martín, al fin!
[El encuentro] Parte II
MARTIN CUENTA UNA PARTE, que yo no podría.
Ella no exageró en decir que, mucho antes del beso y con la aceleración de su pulso, que corría rápido como su imaginación, ya se había mojado. Así, con el simple intercambio de palabras y miradas.
Nos acercamos más y más y al final llegó...
Si! El abrazo mi vida, llegó! Fuerte, cálido y deseado, tal como lo habíamos soñado,.
Nos estrechamos cuerpo a cuerpo, piel a piel, apretaditos al principio, fieles al guión que escribía el deseo.
Se clavaron tus sensuales uñas rojas en mi pecho, nos estrechamos hasta sentir el latido del corazón del otro, separándonos apenas, para que al levantar tu cabeza, llegaras a mi boca.
Hacía solo tres segundos que estábamos abrazados, pero supe que ya percibías mi erección.
Ni hablar de café, almuerzo o cualquier otra cosa. Éramos dos autómatas, dos amantes poseídos por un deseo interminablemente retenido.
Fue uno de esos escasos instantes mágicos, en los que de vez en cuando la vida, nos besa en la boca, como canta Serrat. Pura llama, pura entrega. Mi lengua se adentraba en tu boca, dulce y hambrienta. Un beso abundante, candente, que se prolongó más de lo aconsejable para dos tórtolos maduros que se chapan en la calle.
Tu boquita se desesperaba en el afán de transitar la mía, de peregrinar labios, lengua y encías, empapándose en la humedad de las salivas amalgamadas. Apenas podíamos contener nuestras manos, que pugnaban por escapar a recorrer nuestros cuerpos. Seguramente fuimos el blanco de más de una mirada inquisidora por el espectáculo que estábamos dando! Porque no pude soportar más, porque todas mis fuerzas cedieron ante la incontenible flama en la cual ardíamos, y sin más, mi mano abarcó tus deliciosas nalgas abandonando todo pudor, y vos te sobresaltaste, casi te desarmás en mis brazos y dejaste escapar esa melodía que yo había recreado en mas un pensamiento, pero que sonó aún mas lujuriosa allí, sobre la acera, con el tránsito, la gente, las bocinas y el bullicio propio de la ciudad. Sólo tuve oídos para deleitarme con el primer gemido que lograba arrancarte.
Cortaste el beso y me imploraste, en un hilito de voz, que te lleve a tu casa, que te morías de ganas de mí.
Sin quitar mi mano de tu cola, te acompañé a tu auto, propio de un caballero te abrí la puerta, reverenciándome ante vos. La dureza de la erección era indisimulable, como lo eran tus miradas hacía mi entrepierna. Sufrí al despegar, momentáneamente, mis manos de tu cuerpo, pero sacaste tu mano por la ventanilla y me acariciaste el rostro con esa dulzura tan tuya, tan intensa, tan libidinosa. Otra vez nuestras bocas se buscaron, ansiosas, para reconocerse con voracidad. Tus gruesos y suaves labios se apoderaron de los míos, sentí ese calor en el pecho, del cual te hablaba vía chat y del que desconfiabas. Sentí que las piernas me temblaban, mientras tu lengua se abismaba en mi boca y el mundo se detenía a nuestro alrededor.
Todo lo que había fantaseado con este momento, acababa de ser superado con un par de quiméricos besos.
No sé cuánto tiempo nos morreamos, sólo recuerdo que al despegarnos, refregabas tus piernas una contra otra, con la respiración entrecortada, y yo sentí una más que notoria humedad en mi sexo.
-Seguime Martin.- Me dijiste entornando los ojos.
-Hasta el fin del mundo.- Te respondí con un guiño.
En tu boca mi nombre se hizo prendió fuego. Tengo un flash vívido de ese día, de vos mordiéndote el labio inferior abrasada por la tentación y yo titubeando frente a tu coche, con el miembro duro abultando mi bragueta y todo mi ser reclamando mas y mas de vos.
Refrené el deseo de meterme a tu auto, de sentarme a tu lado y que me apresaras la verga, así nomás, salvajemente, a través de la tela del pantalón y el bóxer, y me plantaras otro beso bien caliente, con mas quejiditos y que tu lengua desbordara nuestras bocas otra vez.
-Mi amor...Mmmmm...Mi amorrr...Mmmm.- Casi podía oírte...
No me preguntes cómo hicimos, porque realmente no lo sé, pero nos separamos y partimos.
FINAL DE MARTIN
Manejé saboreando tus besos pero tu seguro, mi lápiz labial.
Todo en mí te reclamaba.
La tarde moría en el horizonte recortado por balcones y edificios. Peatones apurados, micros atestados, tímidas marquesinas que daban la bienvenida a la noche. Un día común para la ciudad. Un día como tantos, que se diluía en la intrascendencia de la rutina.
No para nosotros.
En nuestro calendario siempre fue EL día. Siempre será EL día.
Escrito a fuego en los insondables vericuetos del destino, nos estuvo esperando eternidades, venciendo todo escollo.
Y aquí estábamos. Y sentí que a esta película ya la había visto. Que mi boca supo a que sabía tu beso mucho antes de besarte. Porque te supe siempre. Te esperé, te intuía.
Te deseaba.
No le había puesto nombre a ese anhelo, hasta que te conocí.
Y entonces, con el primer beso fresco y ganas de mas, mi ritmo cardíaco se desbocaba ansioso. Me seguías por las calles atestadas con la sensación de tus manos a la deriva de mi cuerpo.
Fue Mario Bennedetti el que dijo alguna vez; “Que alguien te haga sentir cosas sin siquiera ponerte un dedo encima, eso es admirable”.
La persecución por las calles de mi ciudad, fue una escena de film romántico. Varias veces pusiste tu auto a la par del mìo,
Sólo para dedicarnos una sonrisa, sabìa como te gustaba mi pelo, asi que asomè mi cabeza para hacerlo ondular al viento Coquetee al ver que mirabas mis uñas rojas que no paraban de tamborilear sobre la cuerina del volante.
Te enviaba besos en la punta de los dedos soplandolos, hacia el espejo retrovisor, desde donde podia verte, desearte y hasta intuir que querías besarme.
En el primer semáforo que nos detuvo, te vi bajar decidido , Te acercaste y casi gritando dijiste- " bajé con la loca idea de volver a probar tus labios." Yo te esperaba con la ventanilla baja.
Tu mirada incendiaria lo quemaba todo.
Tu boca se abalanzó a la mía y tomaste mi rostro entre tus manos. El beso creció ante los aplausos cómplices y las bocinas protestonas.
Nos besamos como si nuestras vidas dependieran de ello, como si nuestros labios tuvieran el antídoto de un dulce veneno.
Interrumpimos el tránsito por un beso impaciente! Ni al pibe que hacía malabares con pelotas de tenis en esa esquina le prestaron tanta atención como a nosotros.
A duras penas me recompuse, ya las bocinas superaban ampliamente a los festejantes de tu romanticismo. Iba a decirte algo mas, pero tu dedo se apresuró a sellar mi boca. Y entonces te lo lami, permitiéndole resbalar labios adentro.
Y tu gemido fue de lo mas ardiente que he escuchado, como si la entrada de la punta de aquél dedo índice, se extrapolara del pene en mi vulva, a la lengua en mi boca, al amor en tu corazón…
Tu perfume me enloqueció de una manera que me costaba horrores concentrarme en el tránsito.
Bullían mis pensamientos con los recuerdos de tantas horas en el chat. De calentarnos leyéndonos, de prometernos entregarnos sin restricciones, de calenturas compartidas en aquellas madrugadas inolvidables.
Conocimos nuestros gemidos y jadeos hasta cuando ganaban intensidad al vislumbrar la proximidad del orgasmo.
Hmmmm que ganas de empalagarnos con nuestros jugos que teníamos.
Ese cóctel de deseo angustiante, condimentado con los flashbacks de nuestros mas calientes instantes, mantuvieron mi humedad y después supe que también tu erección todo el camino.
Mojada a mas no poder y con recurrentes ansias de calmar ese incendio entre las piernas, tentada a introducir mis dedos en ese volcán acuoso que necesitaba mas que nunca de vos.
MARTIN RETOMA EL RELATO
Era tanta la excitación que por momentos realmente temí acabar con el más mínimo roce.
Por lo que intenté a toda costa poner mi cabeza en otra cosa, pero no pude sino pensar en arrancarte la ropa apenas traspusiéramos la puerta de tu casa, o simplemente levantarte la pollerita y correrte la tanga a un costado para cogerte de parados en el mismo living.
Cómo tantas veces te dije que lo haría.
Me hacía esa imagen mental y mi situación empeoraba, hasta se me cruzó la insana idea de desviarnos al Bosque y estacionar en un lugar lo suficientemente desierto como para sacarnos esas inmensas ganas de una vez.
Vos manejabas con los pezones duros, paraditos, listos para chupar. Te los notaba de auto a auto, a través de la tela de tu ajustada camisa blanca. Era ver aquello y fantasear con las cosas que les haría, la manera en que los disfrutaría, el tiempo que les dedicaría, etc.
El tiempo y las calles transcurrían como una insoportable tortura. No deseaba otra cosa en el mundo que amarte hasta extinguir el fuego de mil soles.
Por fin estacionaste. Por fin habíamos llegado!
Bajé de mi auto y nos reunimos en la entrada de tu casa, cachondos, besándonos con esa energía del deseo que potenciaba todo.
Mi mano se aferró a una de tus nalgas y te atraje a mí con fuerza, para hacerte sentir la rigidez de mi miembro, para mostrarte como me tenías.
-Cogeme aqui, en la calle, haceme tuya!.-Me suplicaste entre besos furiosos.
Estábamos en el lugar y el momento que habíamos soñado. Alcanzando nuestro destino. Cumpliendo los designios de las estrellas.
No te importó que los vecinos fueran a verte así, perdida por la calentura, como una adolescente a la que sus hormonas arrastran a un huracán de sexo y desenfreno.
Estábamos escribiendo los renglones correctos de nuestra historia. Todo encajaba. Todo era perfecto.
Hasta que pusiste la llave en esa cerradura, no sin antes luchar con mis manos inquietas, no sin antes darme un beso mas atrevido que el anterior. Terminaste de abrir la puerta empujándola con la cola.
Es inquietante comprobar lo sádicos que pueden ser los vericuetos del destino. Una vez mas estaba listo para ensañarse con nuestros sueños.
Porque escuchamos ruidos.
Y deshicimos asustados nuestro abrazo, para comprobar, con el horror de dos amantes descubiertos y la angustia de ver truncada la posibilidad del carnal goce ya que tu hijo había decidido darte la sorpresa de su visita......
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CONTINUARA
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4 comentarios - Rocío y Martín, Al Fin! El Encuentro Parte II
insaciable!