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Hora de migrar

Cuando uno llega a ese punto donde se arrepiente de lo que está pasando, nunca entiende como llego allí. Piensa en las decisiones que fue tomando, las que podría haber tomado, y evalúa las millones de posibilidades que hubieran evitado su situación actual. Entonces, volvemos a nosotros mismos y nos damos cuenta que ya es tarde, que todas esas posibilidades están muy lejos. Suenan bien en una fantasía, pero ese tiempo que usamos para adentrarnos en ella, es tiempo que corre en esa situación indeseable en la que nos encontramos, o de la que queremos salir. Y entonces, sin abrir los ojos volvemos a ver.
Eso le estaba sucediendo al Sr. Codice. Atado, amordazado, sin ropa, observando cómo preparaban un enorme consolador para meterlo en su sucio culo.
Allí estaban Elane, una prostituta de clase media, con un cuerpo muy bien llevado para sus 30 años, contrario a la cicatriz que llevaba en su mejilla derecha producto de una disputa con un cliente, y su socia Sarah, una voluptuosa niña de 16 años, casi 17, cuyo rostro aparenta 16 años, lo cual despierta las más perversas fantasías en los hombres que buscan sus servicios.
Elane toma un trago de whisky del mini bar. Le alcanza el vaso a Sarah quien termina el trago. Arrastra un pequeño sillón delante del Sr. Codice, y se sienta en el. El la observa de arriba a abajo. Sus muslos se ven muy bien con lenceria negra. Sus pechos firmen cuelgan sin mayor balance. Elane da una larga pitada a su cigarrillo y sonríe al Sr. Codice, quien, sin saber si es porque está amordazado o no, no intenta emitir palabra, ni intenta llamar la atención. Como quien desea mimetizarse con las paredes para pasar desapercibido.


- Puede quedarse tranquilo Charles, -dice Elane- es claro que no vamos a matarlo... aunque deberíamos. Mierda como usted es la que sobra en este mundo. -Elane da una profunda pitada- Aunque por otro lado, también es un buen sustento para nosotras.
Elane toma el gran consolador entre sus manos, y lo mueve, se golpea la palma de la otra mano con el, como si fuese un gran palo de goma.
- Pero el que no vayamos a matarlo no implica que no vayamos a hacerle algo peor... o al menos que lo hará recapacitar en su forma de tratar a mis colegas.
Elane da un golpe al cigarrillo para quitar la ceniza, y observa la punta incandescente.
- Menudo círculo vicioso. Aborrecemos a la gente como usted, pero la necesitamos para vivir. ¿Que seria de nosotras sin abusadores y pervertidos, verdad?
Sarha camina completamente desnuda hasta donde se encuentra el Sr. Codice. El hermoso cuerpo de una niña, que hasta el Sr Codice en esa situación no puede evitar seguir con sus ojos, seguir esos pechos bamboleantes, que hacen olvidar donde se encuentra uno.
En su trayecto Sarah toma el cigarrillo de Elane y apoya la punta rojiza sobre el pene del Sr. Codice. Este emite un leve quejido, Sarah se acerca a su cara.
- ¿Sabes cuántos días estuvo mi amiga Jessica para recuperarse de tus golpes?.
Los ojos de Sarah tiemblan mientras lo mira y aprieta más el cigarrillo contra su pene.
- Cuatro días. Cuatro días sin poder moverse, sin poder apoyar el culo en el inodoro del ardor que tenia, cuando te dijo una y otra vez sin parar que te detuvieras.
Elane los observa. El Sr. Codice mira a los ojos de Sarah, su mirada no transmite ni el más ínfimo indicio de disculpa, o de temor. Más bien parece la mirada de un niño que ha hecho una travesura, y que no puede excusarse de su comportamiento, porque así es, un niño, y eso hacen los niños. Travesuras.
- Bueno, es hora, vamos a terminar con esto que nosotras tenemos que seguir trabajando.
Elane se levanta y camina hacia ellos. Le hace una seña con la cabeza a Sarah, desenganchan al Sr Codice, y lo inclinan en el caballete que tienen delante, quedando con su culo peludo bien expuesto hacia ellas. Es una hermosa imagen, digna de una fotografía de Mapplethorpe.


Elane se acerca al costado de la cama y aprieta uno de los botones del respaldo. Se enciende el televisor viejo del costado y se ven dos hombres negros follándose una mujer, quien gime de sobremanera. Presiona varias veces otro botón y sube el volumen. Se escucha a un nivel alto gemir a la actriz. A los actores negros respirar, como una sinfonía pornográfica.
Elane toma con fuerza el consolador, y junto con Sarah, abren el culo del Sr. Codice, cada una con una mano en una nalga.
- No te preocupes, que nosotras vamos a ser buenas.
Dice Elane en tono irónico, y escupe el agujero marrón del Sr. Codice, Sarah hace lo mismo. Elane apoya la punta en su agujero, y con determinación empieza a introducirlo.
Se sienten los quejidos y agitación del Sr. Codice. Su frente transpirada, el pañuelo en su boca impregnado de saliva, y sus pies agitándose. Elane hace fuerza y sigue introduciéndolo. Un grito ahogado en la tela de su boca se percibe por lo bajo, tapado por el gemido final de la actriz siendo doblemente penetrada por los actores negros.
En la alfombra color crema, caen dos gotas de color bordo, que comienzan a entintarla, esparciéndose lentamente.
El cuerpo del Sr. Codice se encuentra completamente cubierto de transpiración. Su respiración es agitada. Todo le parece que sucede en cámara lenta. Como si el tiempo transcurriera muy despacio, tanto, que parece infinito cada minuto.
El Sr. Codice intenta relajar sus músculos. Sus ojos desorbitados observan a Elane y Sarah vestirse, ponerse su ropa como si nada. Ayudarse la una a la otra, de una forma casi erótica, aún para la situación en la que se encuentra.
Sarah abre su bolso y mete varias botellas del minibar en su cartera. Elane se acerca al Sr. Codice.
- Sin resentimientos cariño. A veces tenemos que cuidarnos entre nosotras.
Elane le da un beso en la frente, y se alejan con Sarah de la habitación, dejando la puerta completamente abierta.
Una habitacion rojiza, con una pelicula pornografica a todo volumen, y un hombre con un consolador clavado en el culo sobre un caballete, que no puede dejar de pensar en que tendrá que cambiar su lugar habitual de levantar prostitutas.

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