Cuando conocí a Anto, me soprendió la necesidad que tenía de estar de novia. Algún compañero del colegio, del barrio, del club. No eran relaciones muy durareras, pero no pasaban muchos meses hasta que volvía a ponerse de novia.
Cuando empezamos a salir, siempre la vi hacer rebotar a cualquier pibe que se le acercara. Y la vi rechazar pibes re lindos. Al punto que hasta ella misma no se podía creer el bombón que había rechazado. Pero era feliz igual. Después de lo que pasó en este relato, mi amiga cambió. Y pasaron estas cosas:
Reunión con los chicos de mi curso
Vacaciones en Gesell (aca con un novio nuevo)
Ya más grandes, Reencuentro con los de la secundaria (seguía de novia con el del relato anterior)
En los próximos dos relatos, voy a contar un par de historias más de mi amiga, Anto.
Antonella
Hacía poco más de 3 meses que estaba saliendo con Santiago. Era la primera vez que salía con un chico bastante más grande que yo. Mis novios anteriores eran todos compañeros del colegio o del barrio, pero siempre de mi edad a lo sumo un año más grande. Con uno de todos esos fue que empecé a garchar. Pero no resultó una experiencia muy buena. Los dos inexpertos, mucho desconocimiento, realmente no la pasaba bien.
Todo cambió cuando conocí a Santi. Varios años más grande, con bastante experiencia, tuvo el tacto de saber llevarme bien y de saber como, donde y cuando tocar para hacerme ver las estrellas. Y yo, adolescente, hormonas descontroladas, descubriendo el sexo; estaba que volaba de la calentura. Pedía mucho. Santi, contento. Se cogía a una pendeja que quería sexo todo el tiempo y hacía todo lo que me pedía con tal de satisfacerlo en la cama.
Pero todo eso le terminó jugando en contra. Por supuesto, mi familia no aprobaba la relación. Llegó el verano, nos fuimos de vacaciones, pero solo la familia. No hubo posibilidad de negociar unos días con él, o que venga con nosotros. Nada. Por primera vez desde que había descubierto este nuevo mundo, iba a estar sola durante una semana. Sin nada.
Por supuesto, yo en ese momento pensaba que estaba re enamorada de él. Pero en ese viaje iba a descubrir varias cosas. El destino fue Mendoza. El hotel era divino, grande, varios sectores, piletas. Yo estaba re embolada desde el principio, por el hecho de no permitir que venga Santi. Pero no tardé mucho en cambiar mi opinión.
Un día, sola en la pileta, me cruzo a un pibe que también estaba solo. Era un alemán que venía recorriendo toda sudamérica. El flaco era aún más grande que Santi, casi llegaba a los 30, pero estaba re bueno la verdad. Lomazo, rubio, ojos claros y ese acento extranjero que siempre provoca un poco de morbo.
Empezamos a hablar más, nos encontrábamos en algunos lugares comunes, cruzábamos miradas y sonrisas. Hasta que un día, me encaró sin vueltas. Era su última noche, al otro día temprano seguía viaje y metió todo el chamuyo que le re gustaba, que quería al menos llevarse un beso de recuerdo y demás cosas.
Yo, endulzadísima de los oídos pero siempre con el "no puedo, tengo novio" que trataba de terminar todo avance. "Bueno, vamos a dar una vuelta al menos". Accedí sin problemas y fuimos a pasear por el parque que tenía el hotel. Nos perdimos por los caminos de arbustos hasta que en una vuelta se frena y vuelve a la carga.
- Dame un beso nomás - lo miro y le doy un beso en la mejilla. - No ese beso- me dice riendo
- Basta, tengo novio te dije! - le decía riendo. Él se acerca, y yo lo dejo. Me miraba fijo a los ojos. No podía negar que me encantaba.
- Uno chiquito, al menos - Al final, terminé accediendo a un pico. La verdad es que yo también me moría de ganas, estaba re bueno! pero no quería engañar a Santi.
- Chiquito - le dije acercando mi boca a la suya. Apenas chocamos los labios, me separé. Él me acercó y me abrazó.
En ese momento, su pija se apoyó entera en mi muslo (era verano, yo estaba en bikini el solo con la malla). El bulto que cargaba el flaco ese realmente me dejó paralizada de solo pensar lo que podía tener colgando entre las piernas.
Me alejé un poco y me tapé la cara riéndome entre la vergüenza, la curiosidad y la propia excitación. Cuando abrí los ojos, noto el terrible bulto que ya tenía. El pibe, ni se inmutaba. Cuando se da cuenta que no podía despegar mis ojos de su pija, se la empieza a tocar. Me mira y se acerca. Yo no hacía nada. En el fondo, tenía unas ganas terribles de ver eso.
- Otro más? - me decía haciendo señas de otro beso.
- No basta, en serio. No quiero engañar a mi novio - sin embargo no me movía. Él se dio cuenta que yo lo quería. Se acercó y me dio otro piquito, esta vez un poco más extenso y apoyándome sin pudor la pija en la pierna. Yo, empecé a mover mi pierna frotando su verga contra mi.
Se separó, y yo no podía dejar de mirarle el bulto. El chabón se la agarró y movía su mano por la extensión terriblemente larga y ancha de su verga por encima de la malla. Mis ojos se abrieron desorbitados. Nunca había visto algo así de grande.
- La querés? - me decía. Yo no podía sacarle los ojos de encima
- Si... NO... o sea, si, pero no... no, ya está... basta... - decía sin poder sacarle los ojos de encima.
Sin importarle nada, miró un poco para los costados que no haya nadie y empezó a desprenderse la malla. Despacio, dejó asomar parte de esa inmensa poronga que me había estado apoyando. "Es... enooorrmeee!" exclamé cuando al fin, toda la extensión quedó rebotando al aire. Se la agarró con las dos manos, y aun le sobraba espacio para otra mano más.
No pude aguantar. La curiosidad fue más fuerte. Me acerqué y se la agarré. No llegaba a rodearla con una mano. Lo empecé a pajear, mientras él me metía mano por la cola. Sus dedos bajaban hasta la entrada de mi concha y subían. Estaba mojadísima. Lo seguí pajeando hasta que acabó con 2 terribles chorros de leche que se impregnaron en el arbusto más cercano.
Se la solté y cuando me estaba por ir me invitó a su habitación. Ahi si, le dije rotundamente que no. Siguió insistiendo un poco y me fui dejándolo con la pija semiparada y chorreando leche. Me quedé en la habitación y no quise salir hasta el otro día, para evitar cualquier otro contacto con el alemán.
Todos los días, después de la cena llamaba a Santi. Ese día, casi que me había olvidado. No podía sacarme de la cabeza la pija del flaco ese.
- Hola Anto, como estás, no me llamaste hoy -
- Mi amor, disculpame hoy no me sentí bien en el todo el día
- Que te pasó?
- Tuve un poco de fiebre - lo primero que se me ocurrió decirle, y muy errada no estaba. Tenía mucha calentura
- Uhh linda ahora como estás? me gustaría ir a cuidarte
- Un poco mejor, pero sigo algo caliente - mientras decía esto, llevaba mi mano a mi conchita que era un mar de jugos.
Seguimos hablando un rato, mientras yo me pajeaba. Si bien escuchaba la voz de mi novio, mi mente volaba con el pijón del pibe de la tarde.
Al otro día bajé a desayunar con la esperanza de que el flaco se haya ido y por suerte así fue. Luego de otro día ahí, nos fuimos para San Rafael. Allí, mi viejo alquiló una cabaña en un complejo. Yo seguía re caliente. Y encima, no podía masturbarme porque mi hermano dormía conmigo.
En una de las excursiones fuimos a hacer rafting. En el mismo complejo te la ofrecían y te llevaban hasta el lugar. El que era coordinador de esa excursión era un bombonazo y de ayudantes tenía a un pendejo, apenas más grande que yo, y otra piba también de la misma edad.
Me terminé haciendo amiga de la chica, y por decantación, de los otros dos. Yo no podía dejar de mirar al coordinador, que me volvía loca. Encima tenía una calentura que me saturaba. En el viaje de vuelta, en la trafic que nos devolvía al complejo, me puse adelante a charlar con la piba.
Les conté algunas cosas mías, que no me habían dejado ir de vacaciones con mi novio, ellos me contaron cosas de ahí; y así pasó el viaje. Llegamos al complejo y me dice el coordinador que ellos se quedaban a comer un asado en uno de los quinchos que hay en el complejo, si quería, podía ir.
Obvio que fui, después de convencer a mis viejos. Me terminaron dejando porque no salía del lugar. Comimos, tomé bastante vino, pusieron música bailamos. Todo muy tranquilo. Hasta que la piba dice que la había venido a buscar el padre y que se iba.
Quedé yo sola con los dos pibes, pero lejos de irme, me quedé. Y ahí aprovecharon. El coordinador que era el más grande avanzó primero. Me sacó a bailar, bastante cerca. Mucho roce, la mano en la cintura bien firme, sintiendo la respiración. Mi estado de calentura y abstinencia no ayudaba. Se acercó el otro pibe y también, se acomodó atrás mío y me agarró para bailar.
Estaba rodeada de dos machos, que me apoyaban y franeleaban. Yo no sabía que hacer. Por un lado, quería zafar, pero estaba re caliente y no quería frenar. De hecho, cuando el coordinador me comió la boca, no me negué. Bajó sus manos a mi cola y me apretó fuerte contra su cuerpo. Moví mi pierna para acomodarla y apoyarle la pija. Quería sentirla.
No era como la del alemán, pero en ese estado no le iba a hacer asco a nada. Me dio vuelta, quedé de frente al pendejo que se me tiró encima para besarme. Ni lo dudé. Le comí la boca mientras me dejaba manosear por ambos.
El coordinador me agarró de la mano y me sentó en uno de los bancos. Bajó el pantalón quedando la pija afuera. El pendejo hizo lo mismo. Sorprendentemente, el pibito tenía mucha mejor verga que el más veterano.
Nunca había estado con dos pijas en frente. De hecho, realmente había disfrutado una sola. Ahora, tenía dos para elegir. Las agarré y las acerqué a mi cara. Les pasé la lengua y empecé a chuparlas. Bastante torpe en mis movimientos, pero efectivo porque sentí como se fueron poniendo más duras. Me corrieron la parte de arriba de la bikini, dejando mis tetas al aire y empezaron a tocarlas mientras yo seguía chupándoles la pija.
El quincho donde estábamos era todo vidriado. Es decir, se veía absolutamente todo desde afuera. El coordinador me agarró y me llevó para otro lado donde había una cabaña más chica y estaba desocupada. "Quedate vigilando que no venga nadie", le dijo al pendejo y entramos los dos. Me puso contra la pared, me besó mientras con su mano me tocaba. Me hizo acabar, tan fuerte fue el orgasmo reprimido que tenía que caí de rodillas.
Quedé de frente a la pija del flaco. Él me agarró de la cabeza y me la metió en la boca. Me tragué lo que pude, hasta que me levantó y me dio vuelta apoyando mis manos en la pared. Apuntó y me la metió. Me pegó una terrible cogida mientras me manoseaba toda. Yo trataba de sostenerme de donde sea para no caer. Mi cara terminó estampada contra la pared, de la violencia con la que me cogió.
Me dio vuelta y tocándome me hizo acabar otra vez. Me arrodilló y se la chupé hasta que lo hice acabar. Me tiró toda la leche en las tetas. Me levanté, y salí del lugar rápido. "Tengo que volver, tengo que llamar a mi novio" dije huyendo para mi cabaña, dejando al coordinador satisfecho y al pendejo con la pija dura.
Cuando volví, tenía varias llamadas perdidas de Santi. Me sentí un poco mal y culpable de lo que había hecho. Lo llamé y estuvimos hablando un rato. Mientras hablábamos, me limpiaba la leche del coordinador de mis tetas. No puedo explicar por qué, pero me re calentó esa situación.
Al otro día, esperé que volviera de nuevo la excursión con los 3 chicos. Pasé a saludarlos, como si nada hubiese pasado el día anterior. El pendejo me alejó un poco y me dijo que había quedado algo pendiente.
Y como! me dijo eso y me mojé toda. Esa noche, me dijo que volvía y me encontraba en el mismo lugar. A la hora estipulada, salí a su encuentro. Me besó y nos fuimos para el depósito del fondo. "No tenés que llamar a tu novio hoy?" me decía mientras me manoseaba el culo desesperadamente. Lo besé y le agarré la pija. "Quiero esto" le dije con lujuria.
Nos metimos a los besos y, sin desvestirme, me tiró al piso en una lona que había traído en la mochila. Corrió mi tanguita y de una me la clavó. Me cogió bien duro, con bronca. Acabó al toque. La sacó y me tiró todo en la panza. Me besó y sin decir nada se tiró entre mis piernas. Me chupó la concha hasta hacerme temblar toda.
Después de eso, se incorporó ya con la pija casi parada. Yo me arrodillé y se la empecé a chupar. Aun tenía gustito a su leche, algo que me calentó aun más. Me dio vuelta y me puso en 4. Se agarró fuerte de mi cola y me empezó a bombear duro. Esta vez, duró un poco más. Cuando no daban más mis rodillas lo saqué y me puse yo arriba de él. Lo cabalgué un rato hasta que acabó adentro.
Se la limpié bien con la lengua hasta que se le durmió. Me levanté y me fui. Otra vez, en mi habitación, llamé a mi novio. Esta vez ya no tenía culpa. Me calentaba eso. Hablamos un rato, mientras me limpiaba los guascasos del pendejo que me había cogido. La noche siguiente vinieron otra vez los 3 coordinadores. Otra vez, se quedaron a comer yo me quedé hasta que a la pibita la vino a buscar el padre y quedé sola con los dos.
Me llevaron atrás y me cogieron los dos. Uno vigilaba, el otro me cogía. Esta vez, había llevado el teléfono conmigo. "Quien te llama?" me preguntaba el coordinador mientras me cogía en 4. Era mi novio, que ya estaba empezando a reclamar de porqué siempre me tenía que llamar él. Cuando le dije quien era, empezó a reir y me siguió cogiendo más fuerte hasta que me tiró un lechazo caliente en la espalda.
Cuando salió, y era turno del pendejo, atendí el teléfono. Me puse a hablar un rato, con la leche chorreando por mi espalda, hasta que entró el otro pibe. Ya con la pija dura apuntándome a la boca. Le hice señas que no hiciera ruido. "Mi amor, me tengo que ir... mañana hablamos!". Tiré el teléfono por ahí y me agarré de la verga de mi macho.
Cuando no pudieron más, se fueron. Yo también, estaba por demás de satisfecha. Volvimos a Rosario, y aun me ardía la concha de tanto coger. Cuando me encontré con Santi, él esperaba a esa pendeja calentona que buscaba su pija a cada rato, pero no. La que volvió era otra, ya no me conformaba con una pija sola.
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Indice
Cuando empezamos a salir, siempre la vi hacer rebotar a cualquier pibe que se le acercara. Y la vi rechazar pibes re lindos. Al punto que hasta ella misma no se podía creer el bombón que había rechazado. Pero era feliz igual. Después de lo que pasó en este relato, mi amiga cambió. Y pasaron estas cosas:
Reunión con los chicos de mi curso
Vacaciones en Gesell (aca con un novio nuevo)
Ya más grandes, Reencuentro con los de la secundaria (seguía de novia con el del relato anterior)
En los próximos dos relatos, voy a contar un par de historias más de mi amiga, Anto.
Antonella
Hacía poco más de 3 meses que estaba saliendo con Santiago. Era la primera vez que salía con un chico bastante más grande que yo. Mis novios anteriores eran todos compañeros del colegio o del barrio, pero siempre de mi edad a lo sumo un año más grande. Con uno de todos esos fue que empecé a garchar. Pero no resultó una experiencia muy buena. Los dos inexpertos, mucho desconocimiento, realmente no la pasaba bien.
Todo cambió cuando conocí a Santi. Varios años más grande, con bastante experiencia, tuvo el tacto de saber llevarme bien y de saber como, donde y cuando tocar para hacerme ver las estrellas. Y yo, adolescente, hormonas descontroladas, descubriendo el sexo; estaba que volaba de la calentura. Pedía mucho. Santi, contento. Se cogía a una pendeja que quería sexo todo el tiempo y hacía todo lo que me pedía con tal de satisfacerlo en la cama.
Pero todo eso le terminó jugando en contra. Por supuesto, mi familia no aprobaba la relación. Llegó el verano, nos fuimos de vacaciones, pero solo la familia. No hubo posibilidad de negociar unos días con él, o que venga con nosotros. Nada. Por primera vez desde que había descubierto este nuevo mundo, iba a estar sola durante una semana. Sin nada.
Por supuesto, yo en ese momento pensaba que estaba re enamorada de él. Pero en ese viaje iba a descubrir varias cosas. El destino fue Mendoza. El hotel era divino, grande, varios sectores, piletas. Yo estaba re embolada desde el principio, por el hecho de no permitir que venga Santi. Pero no tardé mucho en cambiar mi opinión.
Un día, sola en la pileta, me cruzo a un pibe que también estaba solo. Era un alemán que venía recorriendo toda sudamérica. El flaco era aún más grande que Santi, casi llegaba a los 30, pero estaba re bueno la verdad. Lomazo, rubio, ojos claros y ese acento extranjero que siempre provoca un poco de morbo.
Empezamos a hablar más, nos encontrábamos en algunos lugares comunes, cruzábamos miradas y sonrisas. Hasta que un día, me encaró sin vueltas. Era su última noche, al otro día temprano seguía viaje y metió todo el chamuyo que le re gustaba, que quería al menos llevarse un beso de recuerdo y demás cosas.
Yo, endulzadísima de los oídos pero siempre con el "no puedo, tengo novio" que trataba de terminar todo avance. "Bueno, vamos a dar una vuelta al menos". Accedí sin problemas y fuimos a pasear por el parque que tenía el hotel. Nos perdimos por los caminos de arbustos hasta que en una vuelta se frena y vuelve a la carga.
- Dame un beso nomás - lo miro y le doy un beso en la mejilla. - No ese beso- me dice riendo
- Basta, tengo novio te dije! - le decía riendo. Él se acerca, y yo lo dejo. Me miraba fijo a los ojos. No podía negar que me encantaba.
- Uno chiquito, al menos - Al final, terminé accediendo a un pico. La verdad es que yo también me moría de ganas, estaba re bueno! pero no quería engañar a Santi.
- Chiquito - le dije acercando mi boca a la suya. Apenas chocamos los labios, me separé. Él me acercó y me abrazó.
En ese momento, su pija se apoyó entera en mi muslo (era verano, yo estaba en bikini el solo con la malla). El bulto que cargaba el flaco ese realmente me dejó paralizada de solo pensar lo que podía tener colgando entre las piernas.
Me alejé un poco y me tapé la cara riéndome entre la vergüenza, la curiosidad y la propia excitación. Cuando abrí los ojos, noto el terrible bulto que ya tenía. El pibe, ni se inmutaba. Cuando se da cuenta que no podía despegar mis ojos de su pija, se la empieza a tocar. Me mira y se acerca. Yo no hacía nada. En el fondo, tenía unas ganas terribles de ver eso.
- Otro más? - me decía haciendo señas de otro beso.
- No basta, en serio. No quiero engañar a mi novio - sin embargo no me movía. Él se dio cuenta que yo lo quería. Se acercó y me dio otro piquito, esta vez un poco más extenso y apoyándome sin pudor la pija en la pierna. Yo, empecé a mover mi pierna frotando su verga contra mi.
Se separó, y yo no podía dejar de mirarle el bulto. El chabón se la agarró y movía su mano por la extensión terriblemente larga y ancha de su verga por encima de la malla. Mis ojos se abrieron desorbitados. Nunca había visto algo así de grande.
- La querés? - me decía. Yo no podía sacarle los ojos de encima
- Si... NO... o sea, si, pero no... no, ya está... basta... - decía sin poder sacarle los ojos de encima.
Sin importarle nada, miró un poco para los costados que no haya nadie y empezó a desprenderse la malla. Despacio, dejó asomar parte de esa inmensa poronga que me había estado apoyando. "Es... enooorrmeee!" exclamé cuando al fin, toda la extensión quedó rebotando al aire. Se la agarró con las dos manos, y aun le sobraba espacio para otra mano más.
No pude aguantar. La curiosidad fue más fuerte. Me acerqué y se la agarré. No llegaba a rodearla con una mano. Lo empecé a pajear, mientras él me metía mano por la cola. Sus dedos bajaban hasta la entrada de mi concha y subían. Estaba mojadísima. Lo seguí pajeando hasta que acabó con 2 terribles chorros de leche que se impregnaron en el arbusto más cercano.
Se la solté y cuando me estaba por ir me invitó a su habitación. Ahi si, le dije rotundamente que no. Siguió insistiendo un poco y me fui dejándolo con la pija semiparada y chorreando leche. Me quedé en la habitación y no quise salir hasta el otro día, para evitar cualquier otro contacto con el alemán.
Todos los días, después de la cena llamaba a Santi. Ese día, casi que me había olvidado. No podía sacarme de la cabeza la pija del flaco ese.
- Hola Anto, como estás, no me llamaste hoy -
- Mi amor, disculpame hoy no me sentí bien en el todo el día
- Que te pasó?
- Tuve un poco de fiebre - lo primero que se me ocurrió decirle, y muy errada no estaba. Tenía mucha calentura
- Uhh linda ahora como estás? me gustaría ir a cuidarte
- Un poco mejor, pero sigo algo caliente - mientras decía esto, llevaba mi mano a mi conchita que era un mar de jugos.
Seguimos hablando un rato, mientras yo me pajeaba. Si bien escuchaba la voz de mi novio, mi mente volaba con el pijón del pibe de la tarde.
Al otro día bajé a desayunar con la esperanza de que el flaco se haya ido y por suerte así fue. Luego de otro día ahí, nos fuimos para San Rafael. Allí, mi viejo alquiló una cabaña en un complejo. Yo seguía re caliente. Y encima, no podía masturbarme porque mi hermano dormía conmigo.
En una de las excursiones fuimos a hacer rafting. En el mismo complejo te la ofrecían y te llevaban hasta el lugar. El que era coordinador de esa excursión era un bombonazo y de ayudantes tenía a un pendejo, apenas más grande que yo, y otra piba también de la misma edad.
Me terminé haciendo amiga de la chica, y por decantación, de los otros dos. Yo no podía dejar de mirar al coordinador, que me volvía loca. Encima tenía una calentura que me saturaba. En el viaje de vuelta, en la trafic que nos devolvía al complejo, me puse adelante a charlar con la piba.
Les conté algunas cosas mías, que no me habían dejado ir de vacaciones con mi novio, ellos me contaron cosas de ahí; y así pasó el viaje. Llegamos al complejo y me dice el coordinador que ellos se quedaban a comer un asado en uno de los quinchos que hay en el complejo, si quería, podía ir.
Obvio que fui, después de convencer a mis viejos. Me terminaron dejando porque no salía del lugar. Comimos, tomé bastante vino, pusieron música bailamos. Todo muy tranquilo. Hasta que la piba dice que la había venido a buscar el padre y que se iba.
Quedé yo sola con los dos pibes, pero lejos de irme, me quedé. Y ahí aprovecharon. El coordinador que era el más grande avanzó primero. Me sacó a bailar, bastante cerca. Mucho roce, la mano en la cintura bien firme, sintiendo la respiración. Mi estado de calentura y abstinencia no ayudaba. Se acercó el otro pibe y también, se acomodó atrás mío y me agarró para bailar.
Estaba rodeada de dos machos, que me apoyaban y franeleaban. Yo no sabía que hacer. Por un lado, quería zafar, pero estaba re caliente y no quería frenar. De hecho, cuando el coordinador me comió la boca, no me negué. Bajó sus manos a mi cola y me apretó fuerte contra su cuerpo. Moví mi pierna para acomodarla y apoyarle la pija. Quería sentirla.
No era como la del alemán, pero en ese estado no le iba a hacer asco a nada. Me dio vuelta, quedé de frente al pendejo que se me tiró encima para besarme. Ni lo dudé. Le comí la boca mientras me dejaba manosear por ambos.
El coordinador me agarró de la mano y me sentó en uno de los bancos. Bajó el pantalón quedando la pija afuera. El pendejo hizo lo mismo. Sorprendentemente, el pibito tenía mucha mejor verga que el más veterano.
Nunca había estado con dos pijas en frente. De hecho, realmente había disfrutado una sola. Ahora, tenía dos para elegir. Las agarré y las acerqué a mi cara. Les pasé la lengua y empecé a chuparlas. Bastante torpe en mis movimientos, pero efectivo porque sentí como se fueron poniendo más duras. Me corrieron la parte de arriba de la bikini, dejando mis tetas al aire y empezaron a tocarlas mientras yo seguía chupándoles la pija.
El quincho donde estábamos era todo vidriado. Es decir, se veía absolutamente todo desde afuera. El coordinador me agarró y me llevó para otro lado donde había una cabaña más chica y estaba desocupada. "Quedate vigilando que no venga nadie", le dijo al pendejo y entramos los dos. Me puso contra la pared, me besó mientras con su mano me tocaba. Me hizo acabar, tan fuerte fue el orgasmo reprimido que tenía que caí de rodillas.
Quedé de frente a la pija del flaco. Él me agarró de la cabeza y me la metió en la boca. Me tragué lo que pude, hasta que me levantó y me dio vuelta apoyando mis manos en la pared. Apuntó y me la metió. Me pegó una terrible cogida mientras me manoseaba toda. Yo trataba de sostenerme de donde sea para no caer. Mi cara terminó estampada contra la pared, de la violencia con la que me cogió.
Me dio vuelta y tocándome me hizo acabar otra vez. Me arrodilló y se la chupé hasta que lo hice acabar. Me tiró toda la leche en las tetas. Me levanté, y salí del lugar rápido. "Tengo que volver, tengo que llamar a mi novio" dije huyendo para mi cabaña, dejando al coordinador satisfecho y al pendejo con la pija dura.
Cuando volví, tenía varias llamadas perdidas de Santi. Me sentí un poco mal y culpable de lo que había hecho. Lo llamé y estuvimos hablando un rato. Mientras hablábamos, me limpiaba la leche del coordinador de mis tetas. No puedo explicar por qué, pero me re calentó esa situación.
Al otro día, esperé que volviera de nuevo la excursión con los 3 chicos. Pasé a saludarlos, como si nada hubiese pasado el día anterior. El pendejo me alejó un poco y me dijo que había quedado algo pendiente.
Y como! me dijo eso y me mojé toda. Esa noche, me dijo que volvía y me encontraba en el mismo lugar. A la hora estipulada, salí a su encuentro. Me besó y nos fuimos para el depósito del fondo. "No tenés que llamar a tu novio hoy?" me decía mientras me manoseaba el culo desesperadamente. Lo besé y le agarré la pija. "Quiero esto" le dije con lujuria.
Nos metimos a los besos y, sin desvestirme, me tiró al piso en una lona que había traído en la mochila. Corrió mi tanguita y de una me la clavó. Me cogió bien duro, con bronca. Acabó al toque. La sacó y me tiró todo en la panza. Me besó y sin decir nada se tiró entre mis piernas. Me chupó la concha hasta hacerme temblar toda.
Después de eso, se incorporó ya con la pija casi parada. Yo me arrodillé y se la empecé a chupar. Aun tenía gustito a su leche, algo que me calentó aun más. Me dio vuelta y me puso en 4. Se agarró fuerte de mi cola y me empezó a bombear duro. Esta vez, duró un poco más. Cuando no daban más mis rodillas lo saqué y me puse yo arriba de él. Lo cabalgué un rato hasta que acabó adentro.
Se la limpié bien con la lengua hasta que se le durmió. Me levanté y me fui. Otra vez, en mi habitación, llamé a mi novio. Esta vez ya no tenía culpa. Me calentaba eso. Hablamos un rato, mientras me limpiaba los guascasos del pendejo que me había cogido. La noche siguiente vinieron otra vez los 3 coordinadores. Otra vez, se quedaron a comer yo me quedé hasta que a la pibita la vino a buscar el padre y quedé sola con los dos.
Me llevaron atrás y me cogieron los dos. Uno vigilaba, el otro me cogía. Esta vez, había llevado el teléfono conmigo. "Quien te llama?" me preguntaba el coordinador mientras me cogía en 4. Era mi novio, que ya estaba empezando a reclamar de porqué siempre me tenía que llamar él. Cuando le dije quien era, empezó a reir y me siguió cogiendo más fuerte hasta que me tiró un lechazo caliente en la espalda.
Cuando salió, y era turno del pendejo, atendí el teléfono. Me puse a hablar un rato, con la leche chorreando por mi espalda, hasta que entró el otro pibe. Ya con la pija dura apuntándome a la boca. Le hice señas que no hiciera ruido. "Mi amor, me tengo que ir... mañana hablamos!". Tiré el teléfono por ahí y me agarré de la verga de mi macho.
Cuando no pudieron más, se fueron. Yo también, estaba por demás de satisfecha. Volvimos a Rosario, y aun me ardía la concha de tanto coger. Cuando me encontré con Santi, él esperaba a esa pendeja calentona que buscaba su pija a cada rato, pero no. La que volvió era otra, ya no me conformaba con una pija sola.
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Indice
38 comentarios - No puedo, tengo novio
gracias por pasar
gracias por pasar
Buen relato.
Van diez puntos.
sigue en rosario, si
espero que sigas disfrutando los proximos!
PD: Tremenda foto de perfil Juli!! Quién fue el afortunado que la sacó?? 😛
Besos y puntos!!
Quemó etapas muy rápido anto!!! Qué mala influencia para una joven inocente (?)
jajaja:
-"anto ¿que son esos ruidos"
-"nada amor, son los chicos corriendo en ojotas."
gracias por comentar 😉