Esta es la primer parte de mi primera historia, espero les guste. Gracias por leerlo y acepto sus criticas para mejorar. Les aclaro que si bien he cambiado los nombre, los hechos son reales.
Mi Suegra 1
Hacía unos 3 años que estaba viviendo en pareja, y residíamos en la casa de mi suegra, en la zona sur del Gran Buenos Aires. La vida era armoniosa, ya que los tres nos llevavamos de maravilla, mi suegra, de unos 55 años, era una persona jovial , muy comunicativa y nunca se metía en mi relación con su hija. Jamás se me ocurrió que podía pasar lo que ocurrió posteriormente, todo fue producto de la casualidad y de una decisión que surgió en el momento. Pero voy a pasar a los hechos.
Mi suegra es una persona promedio, con un cuerpo normal para alguien de su edad, así que nunca había sentido atracción hacia ella, aunque como era muy moderna y liberal respecto del sexo, siempre nos hacíamos bromas de ese tipo. Para esa época nos cambiaron los horarios de trabajo, y con mi pareja teníamos turnos dispares, ella trabajaba de día y yo casi siempre de noche. esto con el tiempo empezó a hacer que nuestros encuentros románticos fueran cada vez más espaciosos, y yo era una persona que estaba acostumbrado a tener sexo diariamente, para colmo trabajaba con varias mujeres que me buscaban, teniéndome caliente toda la noche.
Un día llegue como siempre a casa a la mañana, con el tiempo justo para desayunar con mi mujer, ella salía para su labor diaria y yo a dormir. Como todas las casas antiguas, las puertas de los dormitorios de mi suegra y nuestro se hallaban enfrentadas y en el medio el baño. Estaba dándome una ducha antes de dormir, y entre el agua caliente y mi calentura, ya que hacía como una semana que no tenía sexo, tuve una erección gigante, y a pesar del agua relajante, no se me bajaba. Cuando fui a salir me di cuenta que no tenía un toallón a mano, así que solo me tape con una toalla de mano por delante y salí hacia el lavadero a buscar con que secarme.
Al pasar frente a la puerta de la pieza de mi suegra noté que se hallaba abierta, era común que ella durmiera con la puerta abierta, tome el toallón y volvía al baño para cambiarme pero antes de entrar oigo que ella me saluda...
-Buen día
-Perdón Clara, no sabía que estabas despierta
-Veo que te gusta andar con poca ropa -dijo, me pareció, en forma insinuante, la toalla solo me tapaba adelante, dejando mi culo al descubierto y seguramente no disimulaba mi erección-
Al mirarla comprobé que se hallaba con una pierna fuera de las sábanas, y me llamó la atención lo blanca y parejita que se veía su piel, no se apreciaban estrías ni nada que delatara la edad.
-Pasa y cuéntame como fue tu noche -yo estaba estupefacto, sosteniendo la pequeña toalla para evitar que se notara mi erección, que no bajaba, y con el toallón colgado del hombro
-Es que tengo un problema en este momento -dije nervioso-
-Ya me di cuenta cuando pasaste, tonto, dale pasa y sentate a mi lado, soy una vieja y no te voy a comer -me dijo con una sonrisa, y a continuación agrego -salvo que vos quieras -y una amplia sonrisa se dibujó en su cara.
Esa fue la primera vez que la vi diferente, que la vi como una mujer, supongo que por lo que yo consideraba una insinuación y en parte por mi calentura. Entre en forma muy tímida y al sentarme en el borde de la cama le ofrecí una buena visión de mi culo desnudo.
-Eso se ve muy hermoso -dijo al tiempo que me pellizcaba un cachete.
Por el miedo que tenía mi erección comenzaba a bajarse, ella corrió las sábanas y me dijo
-Vamos métete aquí, no tomes frío
-Pero estoy todo mojado
-No seas tonto -dijo con su amplia sonrisa, y por primera vez vi lo bonita que era cuando sonreía y note en sus ojos un brillo especial. Mi erección comenzó a crecer nuevamente.
Me acosté a su lado, quedando con la espalda en la cama y mirando el techo, ella se puso de costado, apoyándose en su codo, y pude notar que llevaba un camisón que transparentaba unos pechos no muy grandes pero bien formados, y sobresalían unos grandes pezones. Estaba congelado, no podía moverme, estaba acostado al lado de mi suegra, desnudo y con una erección.
Ella paso lentamente su mano hacia mi toalla y la retiró diciéndome
-déjame que te seco un poco el pelo -en ese instante mi pene elevó la fina sábana formando una carpa imposible de disimular. Ella miró la elevación sonriendo.
-Sabes que siempre fui directa con vos, soy una mujer muy liberal, te quiero mucho y siempre me pareciste un hombre muy atractivo, mi hija tiene mucha suerte, y si a vos no te parece mal, me gustaría compartir un poco la suerte de mi hija -tras decir esto tomo mi pene muy suavemente, por debajo de las sábanas, y comenzó a masajearlo esperando mi reacción.
Tengo que reconocer que estaba congelado, era mi suegra la que estaba acostada al lado mío, acariciándome el pene. No sabía como reaccionar, por un lado estaba recaliente, pero por otro estaba aterrado.
-Mira -me dijo- los dos somos grandes, yo soy viuda hace muchos años y desde entonces no he probado a un hombre, todo lo que quiero es jugar un rato, y si vos no se lo decís, Cristina no se va a enterar nunca.
Mientras me hablaba, seguía acariciándome la pija que cada vez se levantaba más.
-Aparte, tu amigo parece que está conforme conmigo -me dijo mientras miraba la carpa que crecía bajo las sábanas.
-Vos no digas nada, solo déjate llevar.- y a continuación me tapó la boca con un beso.
Sentí sus labios tibios, y su lengua húmeda introduciéndose en mi boca. No aguante más y respondí a su beso, nuestras lenguas se enredaron en un beso largo, húmedo y muy sensual, besaba muy bien, y cualquier barrera que pudiera tener hasta ese momento, se derrumbó en un instante.
Comencé a acariciar sus pechos por encima de su camisón, me sorprendí al notar que firmes eran, sus pezones comenzaban a endurecerse y crecer hasta un considerable tamaño, eso me calentó más, ya que me encantan los pezones grandes, me puse de costado para estar más cómodo y mi mano fue bajando buscando su bombacha, para mi sorpresa, no la tenía, y mi mano descansó sobre una vagina depilada, con un pequeño bello sobre su pubis. Sus labios se sentían muy suaves, y al empujar con mi dedo mayor, note que estaba húmeda.
Hasta ese momento nuestras bocas no se había separado, pero si hay algo que me encanta es chupar una concha, así que separé mi boca de la suya y mientras me ponía encima, fui bajando para probar esa concha de la que había salido mi esposa, el haber pensado eso me daba un morbo que aumentaba mi calentura.
Apenas apoye mi boca en su vulva, sentí un profundo gemido y rodeo mi espalda con sus piernas aprisionándome, no podría salir de allí tan fácil. Introduje hasta donde pude mi lengua en su concha, y me sorprendió lo mojada que estaba, yo creía que las mujeres mayores no se humedecían, estaba equivocado. El sabor de sus jugos era agradable, tanto como el de su hija.
Levanté sus piernas por encima de mi cabeza, y su concha se abrió como una flor, ofreciéndome un panorama exquisito, el agujerito de su ano, rosado y cerradito, se presentó ante mis ojos, y no pude resistirme, hundí mi boca en la entrada de su culo...y la sentí gritar de placer. Me entretuve unos minutos en su culo, que me sabía delicioso, y luego comencé a subir hacia su concha, luego su clítoris, que ya se había puesto muy duro, y para mi sorpresa era más grande que el de su hija, parecía una diminuta pija, lo bese, lo lamí suavemente y volví a bajar hasta su año. estuve jugando así mucho tiempo, como les dije me encanta chupar, de pronto siento que sus piernas me aprietan con inusitada fuerza, su cuerpo se arquea y sus jadeos se transformaron en gritos...estaba acabando -No pares -me gritaba -No pares. Así que como pude, con sus piernas apretándome ya la cabeza, continué saboreando su concha y su clítoris por un buen rato, mientras ella se retorcía para todos lados.
Luego de unos minutos, que me parecieron eternos, comenzó a relajarse, me acarició la cabeza y se incorporó para besarme. Nos dimos un beso profundo y amoroso, me miro a los ojos y con una sonrisa enorme me dijo -gracias...
-No sabes cuanto hacía que no sentía esto, soy multiorgásmica y me hiciste acabar como diez veces, déjame que me relaje un poco y te atiendo a vos...te lo mereces.
Continuará...
Mi Suegra 1
Hacía unos 3 años que estaba viviendo en pareja, y residíamos en la casa de mi suegra, en la zona sur del Gran Buenos Aires. La vida era armoniosa, ya que los tres nos llevavamos de maravilla, mi suegra, de unos 55 años, era una persona jovial , muy comunicativa y nunca se metía en mi relación con su hija. Jamás se me ocurrió que podía pasar lo que ocurrió posteriormente, todo fue producto de la casualidad y de una decisión que surgió en el momento. Pero voy a pasar a los hechos.
Mi suegra es una persona promedio, con un cuerpo normal para alguien de su edad, así que nunca había sentido atracción hacia ella, aunque como era muy moderna y liberal respecto del sexo, siempre nos hacíamos bromas de ese tipo. Para esa época nos cambiaron los horarios de trabajo, y con mi pareja teníamos turnos dispares, ella trabajaba de día y yo casi siempre de noche. esto con el tiempo empezó a hacer que nuestros encuentros románticos fueran cada vez más espaciosos, y yo era una persona que estaba acostumbrado a tener sexo diariamente, para colmo trabajaba con varias mujeres que me buscaban, teniéndome caliente toda la noche.
Un día llegue como siempre a casa a la mañana, con el tiempo justo para desayunar con mi mujer, ella salía para su labor diaria y yo a dormir. Como todas las casas antiguas, las puertas de los dormitorios de mi suegra y nuestro se hallaban enfrentadas y en el medio el baño. Estaba dándome una ducha antes de dormir, y entre el agua caliente y mi calentura, ya que hacía como una semana que no tenía sexo, tuve una erección gigante, y a pesar del agua relajante, no se me bajaba. Cuando fui a salir me di cuenta que no tenía un toallón a mano, así que solo me tape con una toalla de mano por delante y salí hacia el lavadero a buscar con que secarme.
Al pasar frente a la puerta de la pieza de mi suegra noté que se hallaba abierta, era común que ella durmiera con la puerta abierta, tome el toallón y volvía al baño para cambiarme pero antes de entrar oigo que ella me saluda...
-Buen día
-Perdón Clara, no sabía que estabas despierta
-Veo que te gusta andar con poca ropa -dijo, me pareció, en forma insinuante, la toalla solo me tapaba adelante, dejando mi culo al descubierto y seguramente no disimulaba mi erección-
Al mirarla comprobé que se hallaba con una pierna fuera de las sábanas, y me llamó la atención lo blanca y parejita que se veía su piel, no se apreciaban estrías ni nada que delatara la edad.
-Pasa y cuéntame como fue tu noche -yo estaba estupefacto, sosteniendo la pequeña toalla para evitar que se notara mi erección, que no bajaba, y con el toallón colgado del hombro
-Es que tengo un problema en este momento -dije nervioso-
-Ya me di cuenta cuando pasaste, tonto, dale pasa y sentate a mi lado, soy una vieja y no te voy a comer -me dijo con una sonrisa, y a continuación agrego -salvo que vos quieras -y una amplia sonrisa se dibujó en su cara.
Esa fue la primera vez que la vi diferente, que la vi como una mujer, supongo que por lo que yo consideraba una insinuación y en parte por mi calentura. Entre en forma muy tímida y al sentarme en el borde de la cama le ofrecí una buena visión de mi culo desnudo.
-Eso se ve muy hermoso -dijo al tiempo que me pellizcaba un cachete.
Por el miedo que tenía mi erección comenzaba a bajarse, ella corrió las sábanas y me dijo
-Vamos métete aquí, no tomes frío
-Pero estoy todo mojado
-No seas tonto -dijo con su amplia sonrisa, y por primera vez vi lo bonita que era cuando sonreía y note en sus ojos un brillo especial. Mi erección comenzó a crecer nuevamente.
Me acosté a su lado, quedando con la espalda en la cama y mirando el techo, ella se puso de costado, apoyándose en su codo, y pude notar que llevaba un camisón que transparentaba unos pechos no muy grandes pero bien formados, y sobresalían unos grandes pezones. Estaba congelado, no podía moverme, estaba acostado al lado de mi suegra, desnudo y con una erección.
Ella paso lentamente su mano hacia mi toalla y la retiró diciéndome
-déjame que te seco un poco el pelo -en ese instante mi pene elevó la fina sábana formando una carpa imposible de disimular. Ella miró la elevación sonriendo.
-Sabes que siempre fui directa con vos, soy una mujer muy liberal, te quiero mucho y siempre me pareciste un hombre muy atractivo, mi hija tiene mucha suerte, y si a vos no te parece mal, me gustaría compartir un poco la suerte de mi hija -tras decir esto tomo mi pene muy suavemente, por debajo de las sábanas, y comenzó a masajearlo esperando mi reacción.
Tengo que reconocer que estaba congelado, era mi suegra la que estaba acostada al lado mío, acariciándome el pene. No sabía como reaccionar, por un lado estaba recaliente, pero por otro estaba aterrado.
-Mira -me dijo- los dos somos grandes, yo soy viuda hace muchos años y desde entonces no he probado a un hombre, todo lo que quiero es jugar un rato, y si vos no se lo decís, Cristina no se va a enterar nunca.
Mientras me hablaba, seguía acariciándome la pija que cada vez se levantaba más.
-Aparte, tu amigo parece que está conforme conmigo -me dijo mientras miraba la carpa que crecía bajo las sábanas.
-Vos no digas nada, solo déjate llevar.- y a continuación me tapó la boca con un beso.
Sentí sus labios tibios, y su lengua húmeda introduciéndose en mi boca. No aguante más y respondí a su beso, nuestras lenguas se enredaron en un beso largo, húmedo y muy sensual, besaba muy bien, y cualquier barrera que pudiera tener hasta ese momento, se derrumbó en un instante.
Comencé a acariciar sus pechos por encima de su camisón, me sorprendí al notar que firmes eran, sus pezones comenzaban a endurecerse y crecer hasta un considerable tamaño, eso me calentó más, ya que me encantan los pezones grandes, me puse de costado para estar más cómodo y mi mano fue bajando buscando su bombacha, para mi sorpresa, no la tenía, y mi mano descansó sobre una vagina depilada, con un pequeño bello sobre su pubis. Sus labios se sentían muy suaves, y al empujar con mi dedo mayor, note que estaba húmeda.
Hasta ese momento nuestras bocas no se había separado, pero si hay algo que me encanta es chupar una concha, así que separé mi boca de la suya y mientras me ponía encima, fui bajando para probar esa concha de la que había salido mi esposa, el haber pensado eso me daba un morbo que aumentaba mi calentura.
Apenas apoye mi boca en su vulva, sentí un profundo gemido y rodeo mi espalda con sus piernas aprisionándome, no podría salir de allí tan fácil. Introduje hasta donde pude mi lengua en su concha, y me sorprendió lo mojada que estaba, yo creía que las mujeres mayores no se humedecían, estaba equivocado. El sabor de sus jugos era agradable, tanto como el de su hija.
Levanté sus piernas por encima de mi cabeza, y su concha se abrió como una flor, ofreciéndome un panorama exquisito, el agujerito de su ano, rosado y cerradito, se presentó ante mis ojos, y no pude resistirme, hundí mi boca en la entrada de su culo...y la sentí gritar de placer. Me entretuve unos minutos en su culo, que me sabía delicioso, y luego comencé a subir hacia su concha, luego su clítoris, que ya se había puesto muy duro, y para mi sorpresa era más grande que el de su hija, parecía una diminuta pija, lo bese, lo lamí suavemente y volví a bajar hasta su año. estuve jugando así mucho tiempo, como les dije me encanta chupar, de pronto siento que sus piernas me aprietan con inusitada fuerza, su cuerpo se arquea y sus jadeos se transformaron en gritos...estaba acabando -No pares -me gritaba -No pares. Así que como pude, con sus piernas apretándome ya la cabeza, continué saboreando su concha y su clítoris por un buen rato, mientras ella se retorcía para todos lados.
Luego de unos minutos, que me parecieron eternos, comenzó a relajarse, me acarició la cabeza y se incorporó para besarme. Nos dimos un beso profundo y amoroso, me miro a los ojos y con una sonrisa enorme me dijo -gracias...
-No sabes cuanto hacía que no sentía esto, soy multiorgásmica y me hiciste acabar como diez veces, déjame que me relaje un poco y te atiendo a vos...te lo mereces.
Continuará...
7 comentarios - Mi Suegra I
Felicitaciones.