Con mí cuñada borrachos

Siempre lo pensé. Cojer con mí cuñada. Lo pensé desde que la conocí. Les cuento, mí esposa es una mujer rellenita le gusta la pija y coge bastante bien, hasta entrega el culo, nos gusta y estamos acostumbrados. Pero el asunto con mí cuñada me tenía caliente desde hace años. Ella es parecida a mí esposa, más joven y soltera, rellenita también pero con menos tetas y hermoso culo. De toda la vida salíamos de vacaciones (oportunidades donde me delitaba mirándola) cenamos juntos, salíamos de paseo, cenas de familia y solo los tres. Fue en una de esas cenas en la casa de ella donde después de años de fantasear y masturbarme por ella por fin se dió. Terminamos de cenar y se nos calentó el pico. Seguimos tomando vino después del café y mí esposa se quedó dormida en uno de los sillones como siempre ( podía pasar una murga por al lado que no se despertaba) y mí cuñada y yo seguimos bebiendo. Ya saben, con una mezcla de alcohol y confianza de mucho tiempo no tardaron en llegar los temas más calientes (obviamente estimulados por mí) se ve que esa noche estábamos más calientes que de costumbre o más borrachos jajaja. Le pregunto cómo la lleva con el asunto de parejas y sexo y me cuenta que con los sitios de citas ahora es más fácil pero igual bastante esporádico. Seguimos y sale el tema de siempre: la cargo con las tetas chicas y esta vez algo cambia, me dice pero son lindas, y le digo bueno mostramelas y para mí sorpresa se levanta la remera y el corpiño juntos y aparecen ante mí unas hermosas tetitas con pezones rosaditos y ya paraditos. Si más estiro la mano para tocarlos no encuentro resistencia. Estábamos sentados en un sillón, me pegué a ella por detrás mientras le sobaba las tetas le chuponeaba el cuello y allí empezó todo. Manoseos, franela, gemidos. le metí la mano por debajo de la calza y encontré su conchita húmeda que abrió generosamente. Me sobo la pija por arriba del pantalón. Todo esto sumado al morbo de tener a mí esposa dormida a unos metros.
Seguimos la franela hasta que la pongo en cuatro y la empiezo a coger casi en silencio. Ella se tapaba la boca con un almohadón para no hacer ruido hasta que acabamos juntos, fue la gloria. Nos quedamos sentados en cucharita un rato prometimos seguirla, nos encantó. Las veces siguientes fueron más calientes y divertidas. Nos gusta tener sexo a escondidas y la pasamos muy bien. Espero que esta historia real le sirva a alguien para comenzar la suya. Besos