El coche de mi hijo además de potente era muy cómodo, tenía todos las adelantos tanto en seguridad como en comodidad, me lo demostró cuando al poco de salir de Balcarce me entró sueño, yo estaba dispuesto a razonar con Javier respecto a su comportamiento, en realidad no echarle la bronca pero si hacerle entender que en su casa le esperaba una mujer preciosa que lo quería con locura y un niño que era la alegría de la casa pero cuando me contó la “milonga” de que había estado trabajando todo el día aunque yo lo había visto salir de follar con su amiga… se me cayó el alma a los pies, vi que no tenía solución y me abandoné al sueño. Javier me comentó algo y cuando no le contesté vio que había caído K.O.
Desde el volante pulsó un botón y mi respaldo se recostó hasta casi la horizontal, eso era lo que me faltaba, no me desperté hasta que las luces de las calles de la capital me molestaron. Con el mismo botón dejó el respaldo a la posición que tenía programada, me sentía completamente despejado cuando llegamos a casa, la única licencia que me tomé fue comentarle con mucha discreción…
Parece que no pero hemos hecho un puñado de kilómetros en un día, debes estar agotado.
Sí, estoy un poco cansado pero con una ducha me pondré nuevo.
Qué suerte tienes, te estará esperando tu mujer y te hará un masaje que te subirá a las nubes si no es más, con eso tendrás un día completo.
Jajaja, no creas papá, ahora ya no es como en tu tiempo, el sexo ya no es tan importante, nos queremos y con una caricia y poco más tenemos bastante.
¿Estás seguro? No debería decirte esto pero tu madre cuando estaba un tiempo fuera me esperaba con unas ganas tremendas que le hiciera el amor.
Ay, papá, estás muy anticuado, eso ya no se estila. Corina ni se fija en esos detalles y yo tampoco, el trabajo y el día a día nos absorbe.
No podía estar más en desacuerdo con mi hijo pero no podía entrar en más detalles por lo que decidí dejarlo por el momento.
Elena, aunque era de madrugada cuando entramos en casa estaba sentada en la cama leyendo o mejor haciendo cómo que leía, estaba tapada hasta el cuello con la sábana y cuando me metí en la cama vi que no llevaba más ropa que unas braguitas que no le había visto antes, con habilidad se escurrió debajo de mí e hizo que cayera entre sus piernas abiertas, me puse a gatas sobre ella y la admiré, no podía compararla con las gemelas o Corina y menos con la adolescente Carla pero tenía la serenidad madura de la edad, sus pechos caían por los lados de su cuerpo bastante fláccidas pero los pezones se le ponían tan duros como de joven cuando se los tocaba en el asiento trasero de mi Seat 600, ahora aquellos recuerdos y el saber que me estaba esperando para hacer el amor me pusieron la polla casi lista, su buen hacer y el interés que puso acabó por lograr que llegara donde ella quería, como siempre nos entrelazamos las piernas, con mi polla adentro de ella y con el vaivén suave mientras nos acariciábamos y hablábamos de lo que había sido el día su orgasmo llegó, no era tan explosivo como los de Corina pero era íntimo, apenas unos gemidos callados y unos temblores aunque era tan sincero como los otros.
En la habitación de mi hijo se oyó un rumor nada más acostarse, no pudimos averiguar nada aunque pusimos interés pero duró poco y el silencio se adueño de la casa. Elena me preguntó…
Pepe, ¿tú has notado algo raro en Javier?
No, ¿por qué?
No sé, parece algo distante, no está contento con nada, ya ves que tiene una mujer preciosa, porque Corina es toda una belleza, ¿verdad? y un niño que es un encanto, se porta de maravilla y aún así lo veo despegado, ¿no te parece extraño?
Ya sabes, el trabajo no sé… imagínate hoy hemos hecho más de 1000 Km. en un día y él con sus reuniones, conferencias, discusiones, hemos mal comido, yo ni café he tomado, debe estar estresado, es normal que esté apático.
Deberías hablar con él, es una pena y debe saber que estamos preocupados también.
Vale, mañana hablaré con él, ¿sabes que he visto hoy?...
Por toda contestación recibí un ronquido de mi mujer, después de la vigilia y el orgasmo Elena se había quedado dormida como un tronco, yo tardé en conciliar el suelo, había dormido muchas horas y la papeleta que tenía con Javier era complicada.
Por la mañana me levanté pronto, Elena se adueñó de mi sitio en la cama en cuanto me salí y sus ronquidos llenaron la habitación. Me preparé un café y al momento el olor se repartió por toda la casa, a mi espalda apareció la figura de Corina, llevaba una bata de rizo hasta los pies, acababa de salir de la ducha y le apetecía un café.
Buenos días Pepe, ¿me invitas?
Claro Corina, buenos días, ¿qué tal el día de ayer y… la noche?
El día muy bien, con Javi se pasan las horas volando, la noche como siempre, una mamada y a dormir.
Mi nuera quiso demostrarme que no me engañaba y se abrió la bata, no llevaba nada absolutamente, su piel morena contrastaba con el blanco del albornoz, las curvas se recortaban nítidamente, toda ella era sensualidad y tuve que desviar la mirada para no lanzarme a comérmela a lametones.
He dormido así, lo estuve esperando hasta que vinisteis, duchada, perfumada y mojada, he vuelto a buscar otro pepino como el otro pero no ha servido de mucho, una caricia en una teta que al mojarse de leche esquivó y una pasada de mano entre los muslos, yo se la mamé hasta sacarle toda la leche que tenía que no fue mucha, se volvió al otro lado y se durmió, imagino que estaría agotado…
Seguro que sí, ha sido un viaje muy largo y trabaja mucho.
¿Lo dices de verdad, no tiene ninguna amante?
Ni pensarlo -le mentí- hemos estado casi todo el día juntos, él en las reuniones y demás y luego carretera de vuelta, fatal. Ya verás cómo esta noche es otro.
Corina se volvió a cubrir, durante la conversación había estado con la bata abierta de par en par, las tetas llenas le brillaban y asomaban unas venitas azules, el ombligo plano y la pelvis abultada y depilada que unía los muslos redondos y morenos. Mi hijo se levantó con cara de sueño, se metió en el baño y estuvo un buen rato, luego se vistió y se fue a la oficina. Elena ya se había levantado cuando apareció Corina, salía arreglada, maquillada levemente y con los labios pintados, estaba hermosa como siempre.
Buenos días Elena. ¿Cómo has dormido?
Hola Corina muy bien, estuve esperando a Pepe y valió la pena, este hombre… parece mentira los años que tiene, no puede verme ligera de ropa, tengo que decir que le esperaba sólo en bragas pero cumplió como siempre, lástima los años, entonces no me dejaba dormir en toda la noche.
Qué suerte, aunque yo también he tenido fiesta… si yo te contara…
No me cuentes, que me darás envidia…
¡Ah! Pepe, hoy seguramente vendrá un mensajero, traerá un paquete que he comprado por internet.
Vale, estaré pendiente, esta mañana no tenía intención de salir, voy a guardar el montón de fotos que hice ayer en el museo de Fangio.
Vaya suerte, cuantos argentinos quisieran verlo y tú con dos días aquí ya estás viendo más cosas que nadie.
Y todas ellas buenas, si señora.
Javi me tuvo toda la mañana entretenido, ya se tenía sentado y con su peculiar idioma no paraba de hacerse entender o por lo menos intentarlo, a media mañana llamaron al timbre y trajeron un paquete, se lo di a Corina sin abrir y ella insistió en que lo destapara, después de varios embalajes salió una caja que contenía según la foto un extractor de leche, por costumbre lo primero que cogí fue el libro de instrucciones que en varios idiomas explicaba el funcionamiento, mi mujer en seguida quiso montarlo ella pero los que siempre habíamos visto eran manuales y éste era electrónico… Efectivamente no era complicado pero se debían seguir unos pasos, cargar la batería, lavarlo, mantenimiento, tenía varios biberones y tetinas, explicaba con gráficos como aplicarlo al pecho materno y cómo conservar la leche extraída en la heladera.
Tuve que imponerme para que mi mujer no empezara la casa por el tejado y seguí las normas, al rato ya estaba en orden de funcionamiento y Corina quiso probarlo. Después amamantar a Javi quiso probar con el otro pecho lleno. Elena y yo rodeamos a Corina que sentada en el sofá esperaba con atención la voz de la experiencia de Elena, con las tetas preparadas mi mujer le aplicó la ventosa al pezón y mientras lo sujetaba yo le di al interruptor, el aparato con un zumbido apenas audible empezó a aspirar el pezón en el embudo de cristal, lo aspiró haciéndolo tres veces más grande y al momento unos chorros de leche empezaron a llenar el depósito, de pronto mi mujer se acordó que tenía la comida al fuego y me pasó el encargo…
Sujétale tú el aparato Pepe, que se me quema la comida.
Sujeté no sólo el aparato sino la teta entera para que no se descolgara, incluso Corina me cogió la otra mano y la puso en la otra teta, el aparato zumbaba y yo amasaba las dos tetas a la vez, cuando volvió Elena ya estaba casi lleno el depósito.
Ahora Pepe fíjate, cámbiale el aparato al otro pecho a ver si le queda para llenar un biberón.
Después se fue otra vez a la cocina, ya estaba lleno y las tetas vacías, las areolas y los pezones enrojecidos por la ventosa. Corina miró hacia la cocina y vio como Elena estaba ocupada dando la vuelta sin parar al puré que hacía, me ofreció las dos tetas juntas, unió los pezones y se los chupé de un lametazo, la chica suspiró mientras buscaba entre mis muslos.
Cuando vino Javier comimos, parecía que venía contento, durante la comida sacó el tema del día anterior, del museo, de la comida del restaurante de lujo (sin mencionar para nada a la belleza que le acompañaba) y las reuniones y el éxito en la conferencia, lo felicitaron sus jefes y habían decidido que debía que repetirlo en otras ciudades, anunció que le habían encargado unas visitas que partiendo desde Rosario alquilaría un coche y recorrería la zona, me dijo que en esta ocasión yo no podía ir con él pero en la próxima si, dije que se lo recordaría porque también me aseguró que tendría sorpresas.
El café lo tomamos mientras las mujeres recogían la mesa y fregaban la vajilla.
¡Estás contento eh!, me alegro por una parte pero eso implica que estarás más tiempo fuera alejado de tu familia, me gustaría que me prometieras que esta noche se la dedicarías a Corina como se merece, la veo triste últimamente.
Papaaá, ya te he dicho que está bien y yo también pero vale… te haré caso, esta noche la voy a subir al cielo, te lo prometo y taparos los oídos, jajaja.
No comenté con nadie la conversación con mi hijo pero lo cierto es que cumplió su palabra, nada más acostarnos ya empezaron los gemidos y jadeos, se oía a Corina como pedía más y más y al momento se corría entre suspiros y gemidos pero no habían pasado unos minutos cuando se volvía a oír y así hasta tres veces seguidas, me dormí con el rumor de la cama chirriando y cuando de madrugada mi mujer me zarandeó oímos como seguían los gemidos y el traqueteo de tren en la cama.
Corina salió de la habitación estando yo con mi café en la mano, llevaba puesta la camisa de Javier abierta, con las mangas colgando, el pelo alborotado, unas ojeras que le llegaban a los pies, el rímel corrido y los hombros hundidos, un aspecto lamentable pero una sonrisa muy dulce, por fin habían tenido una noche de sexo salvaje. Javier salió como un pavo real, vestido, afeitado, perfumado y sacando pecho, se sentía el rey del mundo y había follado como seguramente el día anterior en Balcarce pero eso sólo lo sabía yo.
Desde la puerta del baño y antes de entrar en él Corina se abrió la camisa mirándome, se abrió los labios del coño y me enseñó los regueros de semen que bajaban por sus muslos, luego cerró tras de sí.
El invento del sacaleches fue una bendición, ya no estaba tan obligada al horario de tomas de su hijo, ahora mantenía la leche en el frigo y cuando lo pedía la calentaba un poco en el microondas y se la daba, sin duda si hubiera hablado habría dicho que nos la bebiéramos nosotros, yo estaría de acuerdo con él.
El día que se marchó Javier, Corina me propuso una cosa, desde que habían ido a comprar la sillita de Javi para el coche se me había olvidado totalmente, creí que estaba guardada o qué sé yo pero Corina me dijo que la habían encargado en un gran almacén porque no la tenían, me preguntó si me atrevería a llevarla en el coche para recogerla pues le habían avisado que ya la habían recibido, por supuesto me encantó, no había conducido en Argentina salvo el momento de Gloria a su casa en un trayecto sin tráfico, ahora me tendría que meter en pleno centro.
Mi nuera me aseguró que ella me guiaría, tenía permiso de conducir pero hacía tiempo que no lo usaba y le daba miedo, el problema del niño lo solventamos o mejor dicho lo solventó Elena, propuso quedarse con él, ahora le podría dar su merienda envasada y cambiarlo si hacía falta, le previne que como no tenía experiencia no se asustara si tardáramos y bajamos a la calle, el coche estaba a pocos metros de la entrada de la casa y al sol. Corina me alargó la llave, estuve buscando, no se veía el encendido y ella me enseñó que pulsando un botón salía de adentro, me quedé admirado antes de entrar, cuando me senté frente al volante entró a mi lado Corina, estaba en una posición hundida y casi no me veía, ella pulsó un botón y el asiento se graduó a su elección que me vino genial, ya dominaba la visión y después de ajustar los espejos arranqué el coche, el rugido del motor me sonó a canto celestial, pensé que dar una vuelta al autódromo de Fangio con él debía ser una gozada.
Corina me miraba de reojo, yo apretaba el volante preparándome para arrancar, me decidí poniendo la primera y salimos disparados, el motor no se oía, sólo el rumor del asfalto, el aire acondicionado calmó un poco el calor sofocante que Corina había intentado combatir subiéndose la falda, después de varias calles, llegamos a una avenida larga, mi nuera iba callada, al llegar a un semáforo apuré la frenada y Corina con reflejos pisó su imaginario freno, nos miramos y reímos a la vez, a partir de ahí me fijé más en ella, ya el coche pasó a un segundo plano, la chica se había puesto un traje amarillo chillón con una falda estrecha y una chaqueta entallada, debajo de ella llevaba una blusa trasparente negra, los zapatos también en amarillo del mismo tono, la falda se la tuvo que subir a media pierna, se había puesto medias oscuras para dar el contraste total, yo no iba mal a su lado, vestía de sport, a Elena le gustaba verme juvenil.
Poco a poco Corina me iba guiando por el centro hasta unos grandes almacenes, entré por la rampa al aparcamiento subterráneo y subimos al cuarto piso por el ascensor interno, cuando salimos a la planta la luz nos inundó realzando aún más la belleza de mi acompañante, el color del vestido y lo bien conjuntada y maquillada que iba llamaron la atención de todos, yo a su lado parecía su chofer, por eso me cogió del brazo para evitar los comentarios a veces subidos de tono.
Entre pasillos atestados de perfumes, lencería cara o complementos de marca paseábamos hacia la zona de bebés, a nuestro paso salían dependientes y dependientas, maquilladoras bellísimas, todos querían captar a Corina como cliente preferente, más de una de aquellas bellezas se me insinuaban queriendo que convenciera a mi dama para hacerle un buen pedido. Corina les sonreía a todos y con una graciosa mueca les agradecía su interés, por fin llegamos al mostrador de artículos de niño, dos chicos con el uniforme impoluto se arremolinaron alrededor de Corina ofreciéndose como su servidor pero un caballero con apariencia de jefe fue apartándolos para quedarse al cargo de la venta.
Buenas tardes señores, me llamo Arturo y estoy a su disposición ¿qué desea la señora?
Buenas tardes, venía a recoger una sillita para llevar a mi hijo en el coche, la encargó mi marido el otro día y nos dijeron que pasáramos hoy por ella, venimos de lejos y sólo para eso.
Muy bien, voy a comprobarlo… mmm perdone señora, en efecto tengo el pedido aquí pero no sé porqué la sillita no ha llegado.
Entonces usted me dirá… me aseguraron que estaría hoy y que había llegado ya, no puedo venir todos los días a preguntar por si acaso la han traído.
Claro, perdone voy a ver qué ha pasado… mmm, ha sido un error de alguien, en efecto su silla llegó pero está todavía en nuestro almacén central.
Perdone señor… soy el suegro de la señora, venimos confiando que ustedes eran una tienda seria y no de mercadillo, imagino que dirán cuando ponga una queja en la oficina central.
Disculpe señor, no habrá necesidad, sólo déjeme un momento y haré lo que sea para solucionarlo.
En eso confiamos.
El encargado perdía el culo corriendo por el pasillo mientras hablaba por teléfono con cara de agobiado, al momento vino con gesto humilde.
Bueno, creo que lo he solucionado, sólo espero que nos disculpen el fallo y que colaboren un poco, he mandado a un chico al almacén central por la silla, en un rato estará aquí, les invito a tomar lo que quieran en el restaurante mientras vuelve, aunque hay mucho tráfico confío en que no tardará mucho.
No somos tan rigurosos, comprendo que a veces no salen las cosas como se quiere, aceptamos su invitación y dentro de un rato volveremos, esperamos que ya no habrá más excusas, hasta luego.
Al pobre hombre sólo le hacía falta arrodillarse, de la actitud prepotente con que apartó a los dependientes ahora se quedaba humillado mientras que todos se volvían sonriendo.
Fuimos al bar y tomamos unos refrescos, yo no dejaba de mirar a Corina, estaba bellísima y ella lo sabía tanto como yo, sin proponerlo los dos a la vez dijimos.
¿Te apetece que demos una vuelta por ahí para pasar el tiempo?
Salimos como entramos, rodeados de rumores, dejamos el coche en el parking y cogimos un taxi, mi nuera le dijo al conductor una dirección, luego me dirigió una mirada pícara.
Le he dicho una dirección donde hay un Albergue transitorio, te gustará.
Me acordé del que conocí en Balcarce y me pareció poca cosa para Corina y rectifiqué la ruta diciéndole al oído al chofer…
Por favor llévenos a un Hotel Spa, confío en su gusto, ya sabe.
El hombre dio la vuelta en redondo y nos llevó por unas avenidas larguísimas, en poco rato el paisaje iba cambiando por arboledas y entre ellas, tras un camino de tierra tapizado con piedras chicas de color gris, entramos a un predio con un gran edificio colonial, bajó del coche, entró y habló con alguien, cuando volvió nos dijo.
Ya está arreglado, es un hotel muy exclusivo y hay que reservar habitación con mucho tiempo pero conozco al encargado y lo ha solucionado.
La propina que le di le hizo abrir los ojos de contento, se ofreció a pasar a recogernos cuando le llamáramos y no nos cobraría nada. La habitación era fantástica, amplia bien amueblada con un ventanal que daba a unos jardines bien cuidados y lo mejor una cama que parecía un estadio de fútbol, el encargado nos dijo que aquellas horas no iba nadie al spa y podríamos usarlo a solas o si preferíamos en el baño había un jacuzzi. Con suma discreción desapareció deseándonos una feliz estancia.
Nos quedamos solos mirándonos, desde que cogimos el taxi no habíamos hablado, ella no sé qué pensaba pero yo estaba deseando desnudarla y follarla como un poseso, no me sorprendió que ella estuviera pensando lo mismo, me rodeó el cuello con sus brazos, me dio un beso que me hizo flotar en el aire y, sin dejar de comernos la boca nos fuimos quitando la ropa, al quedarse con la blusa sólo se detuvo y se separó de mi lo suficiente para que la admirara, la blusa negra ceñida era totalmente trasparente y debajo de ella llevaba un sujetador que debía ser de antes de quedarse preñada, era de tipo balcón y apenas podía sujetar las dos tetas hinchadas de leche, los pezones asomaban más de la mitad por encima de la puntilla de encaje.
Se dio la vuelta para que le bajara la cremallera y cuando se quedó sólo con el sujetador también se lo solté, ella se sostuvo los dos pechos hasta que la sustituí quedándome con las dos manos llenas de carne dura, la escueta prenda negra también quedó en el suelo al lado de las bragas, yo no me atrevía a soltar las tetas y fue ella la que me abrió la camisa, luego los pantalones y cuando se arrodilló para bajar los calzoncillos no dejó que abandonara sus tetas. Bajó la cintura elástica con sumo cuidado, al bulto que se marcaba lo iba acariciando y besando antes de descubrirlo, lo cogía con la mano apretándolo y apreciando su grosor, me miraba con picardía, apoyó su cara en mi vientre y no dejaba ver mi polla, su cabeza la esperaba al salir y según iba apareciendo le iba dando besos cortos, luego lamidas tímidas y pegando sus labios se la iba metiendo en la boca lentamente.
Cuando volvió a mirarme sonriendo casi no había dejado cacho afuera, yo no me atrevía a soltar las tetas, las estaba estrujando como si fueran esponjas, se notaba la leche que tenían aunque se las había vaciado antes de salir para no mancharse, los pezones no tenían el tamaño propio de amamantar, ahora estaban mucho más duros, le habrían lastimado a Javi en este momento, no me dejó soltarla, como máximo me permitió cogerle la cabeza (procurando no deshacerle el pelo) y moverla para que el capullo entrara sin molestarle, notaba como le tocaba la campanilla y seguía insistiendo en tragarla toda, me guió a la cama andando de rodillas sobre la alfombra mullida y me fue dejando caer hasta que quedó sobre mis piernas.
Siguió mamándome con suma delicadeza, no tenía prisa y quería hacerme gozar como ella sólo sabía, la dejé hacer y su lengua lamía, chupaba y titilaba en mi capullo, de vez en cuando para respirar la sacaba y atendía mis huevos y mi ingle. Me subió las piernas sobre mi propio cuerpo y separándolas buscó mi culo, lo lamió como el mejor helado de vainilla, me hubiese corrido en ese momento si no hubiera parado al notar mi estado, fue subiendo por la cama y sobre mi hasta sentarse sobre mi pecho, rodeándome la cabeza con sus muslos dejó su coño abierto al alcance de mi boca, incluso buscó un almohadón y me lo puso en la nuca, sólo tenía que sacar la lengua y lamer, desde mi posición veía su pubis depilado, su vientre plano y la sombra de sus tetas que sólo dejaban ver su bonita cara entre ellas, la expresión que tenía era la de estar disfrutando de mi lengua, con las manos hacia atrás seguía manteniéndome la polla en erección máxima.
A ella también le llegó la oleada de placer y me dijo que se iba a correr que parara ya pero no quise y seguí hasta ver cómo se aplastaba sobre mi boca abriendo el coño con los dedos y poniéndome el clítoris entre mis dientes, se olvidó de mi polla y se abandonó al orgasmo, sus movimientos descontrolados me sacudieron atrapado entre sus piernas pero pude soportarlo, no dejé de chupar y lamer aunque me lo pedía por favor, cayó sobre mi por delante, como pude saqué la cabeza de entre sus piernas. El coño le chorreaba y le había mojado el culo hasta la cintura por detrás, me arrastré sobre su espalda y cuando mi polla resbaló entre sus nalgas seguí hasta notar que después de una leve resistencia había entrado en ella por la puerta de atrás, se quedó boca abajo con los brazos y las piernas abiertas y me dejaba empujar acompañándome en los movimientos, me iba a correr yo cuando me detuve.
Me voy a correr Corina, me encantaría hacerlo en tu coño pero te voy a dejar mi semen en el culo, ¿te parece bien?
Como gustes, mejor sigue dónde estás, me gusta cómo lo haces.
Me cogí a sus tetas aplastadas debajo de ella y me hundí hasta adentro, desde la nuca me llegó un relámpago que terminó en el capullo, a cada chorro de leche me hundía más y ella gemía de placer, miré a mi lado y en un gran espejo en la pared nos vimos tumbados y enculándola, me salí de su interior cuando mi polla se rindió y quedamos boca arriba, en el techo otro gran espejo nos reflejaba extenuados, ella con su belleza intacta y yo con la polla derrotada.
Cualquier mirada extraña habría visto en el espejo a una mujer extraordinaria, con unas proporciones y unas facciones perfectas, con unos pechos llenos que no se aplastaban pese a la postura boca arriba al estar llenos de leche y a su lado a un hombre ya muy maduro para ella, sus músculos de brazos y piernas acusando la flaccidez, su pecho con el vello canoso como el del pubis, las arrugas de la cara sólo demostraban felicidad, de hecho los dos tenían la misma sensación, estaban felices, habían conseguido lo que tanto ansiaban, estar solos el uno para el otro olvidando a todo lo demás, saborearon el momento de paz pero les pareció poco y cuando Corina reaccionó preparó el jacuzzi, llenó la pileta y echó un puñado de sales, cuando ya estaba lleno entró con cuidado de no mojarse el pelo y me ayudó a entrar para que no me cayera, cuando nos hundimos en el agua se desbordó, por el suelo corría llena de espuma.
Estuve sentado en el fondo de la pileta, mis piernas entrelazadas con las de Corina, mis ojos al ras del agua miraban los dos bultos que sobresalían delante de ella cubiertos de burbujas de las sales de baño, el aroma llenaba los sentidos cuando los pies de Corina buscaron mi polla, la encontraron ya animada, se pusieron debajo de mi culo y me hicieron subir, como si fuera el periscopio de un submarino asomó el capullo, también cubierto de espuma pronto fueron estallando las burbujas hasta quedar descubierto y rojo. Corina se adelantó y lo atrapó con los labios, levanté el culo lo que pude mientras que ella se iba tragando la polla al notarla a su gusto volvió a su sitio y se escurrió sobre mis piernas hasta sentarse en ellas, me abrazó y al final su vagina encontró mi polla vertical y se sentó sobre ella.
¿Te puedo contar un secreto Pepe?
Claro mujer.
He estado deseando este momento desde el día que me mamaste los pechos por primera vez y cuando me asusté con la herida de mi vagina, lo pensé después, me gustó cómo me habías curado.
A mi hijo le hacía igual, cuando se hería en el codo o rodilla le lamía un poco y le daba un beso.
Pues a mí me supo a gloria, me ponía tan caliente masturbándome que al final me decidí a probar tu pene, sabía que estaría sabroso pero no tanto por eso no pude controlarme cuando me dejaste chuparlo y tuve que metérmelo, desde entonces no encuentro nada que me dé más gusto que tu boca y tu hermosa pija.
A mí me ha pasado algo parecido, me hipnoticé con tus pechos al verlos por primera vez, fue Elena quien me dijo cómo los tenías, eran mi obsesión de siempre y no pude resistirme a chuparlos, lo de mi polla me sorprendió pero me encantó tu naturalidad y desde entonces sueño en metértela, hoy lo he conseguido plenamente y me encanta.
Ella se iba balanceando mientras nos hacíamos las confesiones, era una situación de felicidad, sólo éramos los dos en aquellos momentos, no existía el mundo alrededor, ni Javi ni Elena ni por supuesto Javier, ahora éramos Corina y Pepe, la chica lo sentía así y yo también. Las tetas de Corina flotaban entre los dos, yo no veía a través de la espuma pero sentía el coño abierto rodeándome la polla, lo tenía tan profundo que notaba la matriz. Corina cerró los ojos y me abrazó casi ahogándome cuando sin avisar se corrió, me rodeó la cintura con las piernas y yo procuré elevar mi polla para ofrecerle todo lo mío, con los espasmos el agua salpicaba entre los dos y en pleno orgasmo me dijo al oído.
Pepe… me gustaría que mi hijo fuera tuyo.
Corina, por Dios…
Si, ¿a ti no te gustaría?
… claro, en otras circunstancias sería lo que más me gustaría y me llamaría papá Pepe.
Jajaja, tonto, te hablo en serio.
Y yo y te aviso que me has provocado que me corra, levántate porque te voy a llenar de leche.
¿Tanto te molestaría?
Me encantaría hacerlo.
Entonces dale, estoy esperando.
Corina, Dioooos, no me pidas eso, te puedo preñar.
¿Y?
Por favor estamos locos.
Sí, ya lo sabía.
Corinaaa me voy, salteee.
No, me quedo.
Que ya no puedo aguantarrrr.
Lléname con tu leche.
Te voy a hacer parir otra vez y acabas de hacerlo.
No te preocupes, lo haré a gusto, córrete.
No pueeedo más. Corina.
Pepe, cariño soy tuya del todo.
Voooy, aggg, aaugh.
Me abracé a ella, con su cabeza sobre mi hombro se movía recibiendo mis chorros de leche, me besaba en el cuello y me acariciaba la nuca, el cabello de la cabeza lo tenía erizado y cuando me miró me vio con los ojos llenos de lágrimas, estaba emocionado con Corina. La chica no se separó de mí, flotando en el jacuzzi no pesaba y estuvimos mucho rato con las caricias de las burbujas de aire que removían desde abajo nuestros cuerpos, mis huevos parecían hervir y las tetas de mi nuera parecían dos pasteles de merengue. Corina por fin se levantó y me dejó moverme, aún tenía la polla metida aunque arrugada, al levantarse por la superficie aparecieron los mechones de semen que subían del fondo.
Me ayudó a salir y sin secarnos subimos a la cama, mojada estaba aún más sensual, parecía una ninfa, me llamó y me puse a su lado, esta vez fue ella la que me acogió en su seno, con mi cabeza descansando en la suavidad de sus pechos estuve plácidamente, oía su corazón cómo palpitaba como un tambor.
Corina esto ha sido una maravilla pero tú te mereces más, lamento que mi hijo sea así, sólo te pido que no lo dejes, él te quiere aunque a su manera, si tuviera otro trabajo más sedentario sería diferente, sólo será por un tiempo, ya cambiará.
Ya lo sé Pepe, yo también lo quiero mucho, lo de hoy ha sido sexo y sé separar el sexo del amor aunque contigo no puedo, también sé cuál es tu situación, Elena es un amor de mujer, te merece y tú a ella, soy feliz viéndolos juntos pero no te puedo negar que hoy no hemos cogido, hemos hecho el amor con mayúsculas y eso es mucho para mí, no le doy importancia a las cogidas con mi madre, ella no sabe ni sabrá nunca lo que yo he sentido contigo, ni otras aventuras que sé que tienes, eres un seductor nato y cogerás con quien te lo propongas pero lo que me has demostrado a mi ahora no creo que ninguna lo pueda sentir, te quiero Pepe pero quiero a mi Pepe, no a mi suegro.
Eres una mujer excepcional, un ángel con cuerpo de mujer y no te puedo negar que yo también te quiero, eres mi amor especial, sólo lo podemos sentir tú y yo y sólo será entre los dos. Lo demás seguirá como está, ¿de acuerdo?
De acuerdo Pepe… y ¿qué te parece si vamos a putear al pelotudo del encargado de la tienda ya? Jajaja.
Vamos, se lo ha ganado pero antes merendaremos muy bien en el restaurante a su cargo, jajaja.
Llamé al taxista y al momento ya estaba allí, pagué la habitación, no era barata pero a mí me pareció un regalo, Corina no quería que lo hiciera.
Pepe, tu mujer te va a preguntar dónde te has gastado todo ese dinero.
No te preocupes, Elena jamás mira las cuentas del banco pero si pregunta le diremos que hemos contribuido a la compra de la sillita.
¡Qué malo eres, Pepe!
Soy viejo Corina.
El taxista era muy simpático y hablador, no paraba, “soy argentino” dijo como justificación, cumplió su palabra y no nos cobró la vuelta, le pedí su teléfono para cualquier caso que se me diera, él guiñándome el ojo me dijo.
Para “todo” lo que necesite señor Pepe.
En la tienda no hubo problemas, desde lejos vimos el paquete envuelto de regalo de la sillita, al encargado sólo le faltó ponernos la alfombra, incluso mandó a un chico a llevarnos la silla al coche, cuando salimos la tarde estaba avanzada.
Pasamos por la calle Cuenca y me dio una idea, le quise enseñar a Corina el parque, mi parque Aristóbulo del Valle, y mira por donde en un banco leyendo estaba mi amigo canoso, aparqué justo delante de él, pasé al lado de Corina y le abrí para que saliera, ella lo hizo con toda parsimonia y él al verla se levantó y la saludó imitando el gesto de quitarse el sombrero, los que había en el banco cercano se volvieron murmurando, hice las presentaciones de rigor y todos quedamos encantados, a Corina le gustó el señor, hablaba con una sabiduría fruto de mucha experiencia y el caballero quedó encantado de mi nuera argentina, con la mirada me felicitó y yo quedé como un pavo real, luego calificó el coche de paso diciendo que era espectacular aunque yo sabía que no hablábamos del coche, cuando nos marchamos aún no se había sentado otra vez.
En casa estaba Elena con el niño, intentaba enseñarle a decir Pepe o yayo Pepe pero Javi no estaba por la labor. Le enseñamos la sillita y la guardamos para que Javier la colocara cuando volviera.
Corina siguió tratándome con toda naturalidad como antes de la tarde pasada juntos, era una chica muy inteligente y yo tuve que estar a su altura, aunque me costaba no lanzarme sobre ella cuando estábamos solos pero pensé que era lo mejor y más inteligente.
A la mañana siguiente también me pilló haciendo café y Corina pasó por mi lado, abrió el cubo de basura y tiró un pepino pasado, escondido en la otra mano llevaba el aplicador de un tampón que acababa de colocarse en la vagina.
Por poco… ¿te alegras?
Me tranquiliza, habría sido un desasosiego para mí.
Tranquilo, la noche anterior tu hijo no tuvo ninguna consideración y se corrió varias veces adentro, siempre habría habido una duda razonable.
¿Te habría gustado?
Seguro que sí.
A mí también.
Continuará.
Agradezco sus comentarios
Gracias
Desde el volante pulsó un botón y mi respaldo se recostó hasta casi la horizontal, eso era lo que me faltaba, no me desperté hasta que las luces de las calles de la capital me molestaron. Con el mismo botón dejó el respaldo a la posición que tenía programada, me sentía completamente despejado cuando llegamos a casa, la única licencia que me tomé fue comentarle con mucha discreción…
Parece que no pero hemos hecho un puñado de kilómetros en un día, debes estar agotado.
Sí, estoy un poco cansado pero con una ducha me pondré nuevo.
Qué suerte tienes, te estará esperando tu mujer y te hará un masaje que te subirá a las nubes si no es más, con eso tendrás un día completo.
Jajaja, no creas papá, ahora ya no es como en tu tiempo, el sexo ya no es tan importante, nos queremos y con una caricia y poco más tenemos bastante.
¿Estás seguro? No debería decirte esto pero tu madre cuando estaba un tiempo fuera me esperaba con unas ganas tremendas que le hiciera el amor.
Ay, papá, estás muy anticuado, eso ya no se estila. Corina ni se fija en esos detalles y yo tampoco, el trabajo y el día a día nos absorbe.
No podía estar más en desacuerdo con mi hijo pero no podía entrar en más detalles por lo que decidí dejarlo por el momento.
Elena, aunque era de madrugada cuando entramos en casa estaba sentada en la cama leyendo o mejor haciendo cómo que leía, estaba tapada hasta el cuello con la sábana y cuando me metí en la cama vi que no llevaba más ropa que unas braguitas que no le había visto antes, con habilidad se escurrió debajo de mí e hizo que cayera entre sus piernas abiertas, me puse a gatas sobre ella y la admiré, no podía compararla con las gemelas o Corina y menos con la adolescente Carla pero tenía la serenidad madura de la edad, sus pechos caían por los lados de su cuerpo bastante fláccidas pero los pezones se le ponían tan duros como de joven cuando se los tocaba en el asiento trasero de mi Seat 600, ahora aquellos recuerdos y el saber que me estaba esperando para hacer el amor me pusieron la polla casi lista, su buen hacer y el interés que puso acabó por lograr que llegara donde ella quería, como siempre nos entrelazamos las piernas, con mi polla adentro de ella y con el vaivén suave mientras nos acariciábamos y hablábamos de lo que había sido el día su orgasmo llegó, no era tan explosivo como los de Corina pero era íntimo, apenas unos gemidos callados y unos temblores aunque era tan sincero como los otros.
En la habitación de mi hijo se oyó un rumor nada más acostarse, no pudimos averiguar nada aunque pusimos interés pero duró poco y el silencio se adueño de la casa. Elena me preguntó…
Pepe, ¿tú has notado algo raro en Javier?
No, ¿por qué?
No sé, parece algo distante, no está contento con nada, ya ves que tiene una mujer preciosa, porque Corina es toda una belleza, ¿verdad? y un niño que es un encanto, se porta de maravilla y aún así lo veo despegado, ¿no te parece extraño?
Ya sabes, el trabajo no sé… imagínate hoy hemos hecho más de 1000 Km. en un día y él con sus reuniones, conferencias, discusiones, hemos mal comido, yo ni café he tomado, debe estar estresado, es normal que esté apático.
Deberías hablar con él, es una pena y debe saber que estamos preocupados también.
Vale, mañana hablaré con él, ¿sabes que he visto hoy?...
Por toda contestación recibí un ronquido de mi mujer, después de la vigilia y el orgasmo Elena se había quedado dormida como un tronco, yo tardé en conciliar el suelo, había dormido muchas horas y la papeleta que tenía con Javier era complicada.
Por la mañana me levanté pronto, Elena se adueñó de mi sitio en la cama en cuanto me salí y sus ronquidos llenaron la habitación. Me preparé un café y al momento el olor se repartió por toda la casa, a mi espalda apareció la figura de Corina, llevaba una bata de rizo hasta los pies, acababa de salir de la ducha y le apetecía un café.
Buenos días Pepe, ¿me invitas?
Claro Corina, buenos días, ¿qué tal el día de ayer y… la noche?
El día muy bien, con Javi se pasan las horas volando, la noche como siempre, una mamada y a dormir.
Mi nuera quiso demostrarme que no me engañaba y se abrió la bata, no llevaba nada absolutamente, su piel morena contrastaba con el blanco del albornoz, las curvas se recortaban nítidamente, toda ella era sensualidad y tuve que desviar la mirada para no lanzarme a comérmela a lametones.
He dormido así, lo estuve esperando hasta que vinisteis, duchada, perfumada y mojada, he vuelto a buscar otro pepino como el otro pero no ha servido de mucho, una caricia en una teta que al mojarse de leche esquivó y una pasada de mano entre los muslos, yo se la mamé hasta sacarle toda la leche que tenía que no fue mucha, se volvió al otro lado y se durmió, imagino que estaría agotado…
Seguro que sí, ha sido un viaje muy largo y trabaja mucho.
¿Lo dices de verdad, no tiene ninguna amante?
Ni pensarlo -le mentí- hemos estado casi todo el día juntos, él en las reuniones y demás y luego carretera de vuelta, fatal. Ya verás cómo esta noche es otro.
Corina se volvió a cubrir, durante la conversación había estado con la bata abierta de par en par, las tetas llenas le brillaban y asomaban unas venitas azules, el ombligo plano y la pelvis abultada y depilada que unía los muslos redondos y morenos. Mi hijo se levantó con cara de sueño, se metió en el baño y estuvo un buen rato, luego se vistió y se fue a la oficina. Elena ya se había levantado cuando apareció Corina, salía arreglada, maquillada levemente y con los labios pintados, estaba hermosa como siempre.
Buenos días Elena. ¿Cómo has dormido?
Hola Corina muy bien, estuve esperando a Pepe y valió la pena, este hombre… parece mentira los años que tiene, no puede verme ligera de ropa, tengo que decir que le esperaba sólo en bragas pero cumplió como siempre, lástima los años, entonces no me dejaba dormir en toda la noche.
Qué suerte, aunque yo también he tenido fiesta… si yo te contara…
No me cuentes, que me darás envidia…
¡Ah! Pepe, hoy seguramente vendrá un mensajero, traerá un paquete que he comprado por internet.
Vale, estaré pendiente, esta mañana no tenía intención de salir, voy a guardar el montón de fotos que hice ayer en el museo de Fangio.
Vaya suerte, cuantos argentinos quisieran verlo y tú con dos días aquí ya estás viendo más cosas que nadie.
Y todas ellas buenas, si señora.
Javi me tuvo toda la mañana entretenido, ya se tenía sentado y con su peculiar idioma no paraba de hacerse entender o por lo menos intentarlo, a media mañana llamaron al timbre y trajeron un paquete, se lo di a Corina sin abrir y ella insistió en que lo destapara, después de varios embalajes salió una caja que contenía según la foto un extractor de leche, por costumbre lo primero que cogí fue el libro de instrucciones que en varios idiomas explicaba el funcionamiento, mi mujer en seguida quiso montarlo ella pero los que siempre habíamos visto eran manuales y éste era electrónico… Efectivamente no era complicado pero se debían seguir unos pasos, cargar la batería, lavarlo, mantenimiento, tenía varios biberones y tetinas, explicaba con gráficos como aplicarlo al pecho materno y cómo conservar la leche extraída en la heladera.
Tuve que imponerme para que mi mujer no empezara la casa por el tejado y seguí las normas, al rato ya estaba en orden de funcionamiento y Corina quiso probarlo. Después amamantar a Javi quiso probar con el otro pecho lleno. Elena y yo rodeamos a Corina que sentada en el sofá esperaba con atención la voz de la experiencia de Elena, con las tetas preparadas mi mujer le aplicó la ventosa al pezón y mientras lo sujetaba yo le di al interruptor, el aparato con un zumbido apenas audible empezó a aspirar el pezón en el embudo de cristal, lo aspiró haciéndolo tres veces más grande y al momento unos chorros de leche empezaron a llenar el depósito, de pronto mi mujer se acordó que tenía la comida al fuego y me pasó el encargo…
Sujétale tú el aparato Pepe, que se me quema la comida.
Sujeté no sólo el aparato sino la teta entera para que no se descolgara, incluso Corina me cogió la otra mano y la puso en la otra teta, el aparato zumbaba y yo amasaba las dos tetas a la vez, cuando volvió Elena ya estaba casi lleno el depósito.
Ahora Pepe fíjate, cámbiale el aparato al otro pecho a ver si le queda para llenar un biberón.
Después se fue otra vez a la cocina, ya estaba lleno y las tetas vacías, las areolas y los pezones enrojecidos por la ventosa. Corina miró hacia la cocina y vio como Elena estaba ocupada dando la vuelta sin parar al puré que hacía, me ofreció las dos tetas juntas, unió los pezones y se los chupé de un lametazo, la chica suspiró mientras buscaba entre mis muslos.
Cuando vino Javier comimos, parecía que venía contento, durante la comida sacó el tema del día anterior, del museo, de la comida del restaurante de lujo (sin mencionar para nada a la belleza que le acompañaba) y las reuniones y el éxito en la conferencia, lo felicitaron sus jefes y habían decidido que debía que repetirlo en otras ciudades, anunció que le habían encargado unas visitas que partiendo desde Rosario alquilaría un coche y recorrería la zona, me dijo que en esta ocasión yo no podía ir con él pero en la próxima si, dije que se lo recordaría porque también me aseguró que tendría sorpresas.
El café lo tomamos mientras las mujeres recogían la mesa y fregaban la vajilla.
¡Estás contento eh!, me alegro por una parte pero eso implica que estarás más tiempo fuera alejado de tu familia, me gustaría que me prometieras que esta noche se la dedicarías a Corina como se merece, la veo triste últimamente.
Papaaá, ya te he dicho que está bien y yo también pero vale… te haré caso, esta noche la voy a subir al cielo, te lo prometo y taparos los oídos, jajaja.
No comenté con nadie la conversación con mi hijo pero lo cierto es que cumplió su palabra, nada más acostarnos ya empezaron los gemidos y jadeos, se oía a Corina como pedía más y más y al momento se corría entre suspiros y gemidos pero no habían pasado unos minutos cuando se volvía a oír y así hasta tres veces seguidas, me dormí con el rumor de la cama chirriando y cuando de madrugada mi mujer me zarandeó oímos como seguían los gemidos y el traqueteo de tren en la cama.
Corina salió de la habitación estando yo con mi café en la mano, llevaba puesta la camisa de Javier abierta, con las mangas colgando, el pelo alborotado, unas ojeras que le llegaban a los pies, el rímel corrido y los hombros hundidos, un aspecto lamentable pero una sonrisa muy dulce, por fin habían tenido una noche de sexo salvaje. Javier salió como un pavo real, vestido, afeitado, perfumado y sacando pecho, se sentía el rey del mundo y había follado como seguramente el día anterior en Balcarce pero eso sólo lo sabía yo.
Desde la puerta del baño y antes de entrar en él Corina se abrió la camisa mirándome, se abrió los labios del coño y me enseñó los regueros de semen que bajaban por sus muslos, luego cerró tras de sí.
El invento del sacaleches fue una bendición, ya no estaba tan obligada al horario de tomas de su hijo, ahora mantenía la leche en el frigo y cuando lo pedía la calentaba un poco en el microondas y se la daba, sin duda si hubiera hablado habría dicho que nos la bebiéramos nosotros, yo estaría de acuerdo con él.
El día que se marchó Javier, Corina me propuso una cosa, desde que habían ido a comprar la sillita de Javi para el coche se me había olvidado totalmente, creí que estaba guardada o qué sé yo pero Corina me dijo que la habían encargado en un gran almacén porque no la tenían, me preguntó si me atrevería a llevarla en el coche para recogerla pues le habían avisado que ya la habían recibido, por supuesto me encantó, no había conducido en Argentina salvo el momento de Gloria a su casa en un trayecto sin tráfico, ahora me tendría que meter en pleno centro.
Mi nuera me aseguró que ella me guiaría, tenía permiso de conducir pero hacía tiempo que no lo usaba y le daba miedo, el problema del niño lo solventamos o mejor dicho lo solventó Elena, propuso quedarse con él, ahora le podría dar su merienda envasada y cambiarlo si hacía falta, le previne que como no tenía experiencia no se asustara si tardáramos y bajamos a la calle, el coche estaba a pocos metros de la entrada de la casa y al sol. Corina me alargó la llave, estuve buscando, no se veía el encendido y ella me enseñó que pulsando un botón salía de adentro, me quedé admirado antes de entrar, cuando me senté frente al volante entró a mi lado Corina, estaba en una posición hundida y casi no me veía, ella pulsó un botón y el asiento se graduó a su elección que me vino genial, ya dominaba la visión y después de ajustar los espejos arranqué el coche, el rugido del motor me sonó a canto celestial, pensé que dar una vuelta al autódromo de Fangio con él debía ser una gozada.
Corina me miraba de reojo, yo apretaba el volante preparándome para arrancar, me decidí poniendo la primera y salimos disparados, el motor no se oía, sólo el rumor del asfalto, el aire acondicionado calmó un poco el calor sofocante que Corina había intentado combatir subiéndose la falda, después de varias calles, llegamos a una avenida larga, mi nuera iba callada, al llegar a un semáforo apuré la frenada y Corina con reflejos pisó su imaginario freno, nos miramos y reímos a la vez, a partir de ahí me fijé más en ella, ya el coche pasó a un segundo plano, la chica se había puesto un traje amarillo chillón con una falda estrecha y una chaqueta entallada, debajo de ella llevaba una blusa trasparente negra, los zapatos también en amarillo del mismo tono, la falda se la tuvo que subir a media pierna, se había puesto medias oscuras para dar el contraste total, yo no iba mal a su lado, vestía de sport, a Elena le gustaba verme juvenil.
Poco a poco Corina me iba guiando por el centro hasta unos grandes almacenes, entré por la rampa al aparcamiento subterráneo y subimos al cuarto piso por el ascensor interno, cuando salimos a la planta la luz nos inundó realzando aún más la belleza de mi acompañante, el color del vestido y lo bien conjuntada y maquillada que iba llamaron la atención de todos, yo a su lado parecía su chofer, por eso me cogió del brazo para evitar los comentarios a veces subidos de tono.
Entre pasillos atestados de perfumes, lencería cara o complementos de marca paseábamos hacia la zona de bebés, a nuestro paso salían dependientes y dependientas, maquilladoras bellísimas, todos querían captar a Corina como cliente preferente, más de una de aquellas bellezas se me insinuaban queriendo que convenciera a mi dama para hacerle un buen pedido. Corina les sonreía a todos y con una graciosa mueca les agradecía su interés, por fin llegamos al mostrador de artículos de niño, dos chicos con el uniforme impoluto se arremolinaron alrededor de Corina ofreciéndose como su servidor pero un caballero con apariencia de jefe fue apartándolos para quedarse al cargo de la venta.
Buenas tardes señores, me llamo Arturo y estoy a su disposición ¿qué desea la señora?
Buenas tardes, venía a recoger una sillita para llevar a mi hijo en el coche, la encargó mi marido el otro día y nos dijeron que pasáramos hoy por ella, venimos de lejos y sólo para eso.
Muy bien, voy a comprobarlo… mmm perdone señora, en efecto tengo el pedido aquí pero no sé porqué la sillita no ha llegado.
Entonces usted me dirá… me aseguraron que estaría hoy y que había llegado ya, no puedo venir todos los días a preguntar por si acaso la han traído.
Claro, perdone voy a ver qué ha pasado… mmm, ha sido un error de alguien, en efecto su silla llegó pero está todavía en nuestro almacén central.
Perdone señor… soy el suegro de la señora, venimos confiando que ustedes eran una tienda seria y no de mercadillo, imagino que dirán cuando ponga una queja en la oficina central.
Disculpe señor, no habrá necesidad, sólo déjeme un momento y haré lo que sea para solucionarlo.
En eso confiamos.
El encargado perdía el culo corriendo por el pasillo mientras hablaba por teléfono con cara de agobiado, al momento vino con gesto humilde.
Bueno, creo que lo he solucionado, sólo espero que nos disculpen el fallo y que colaboren un poco, he mandado a un chico al almacén central por la silla, en un rato estará aquí, les invito a tomar lo que quieran en el restaurante mientras vuelve, aunque hay mucho tráfico confío en que no tardará mucho.
No somos tan rigurosos, comprendo que a veces no salen las cosas como se quiere, aceptamos su invitación y dentro de un rato volveremos, esperamos que ya no habrá más excusas, hasta luego.
Al pobre hombre sólo le hacía falta arrodillarse, de la actitud prepotente con que apartó a los dependientes ahora se quedaba humillado mientras que todos se volvían sonriendo.
Fuimos al bar y tomamos unos refrescos, yo no dejaba de mirar a Corina, estaba bellísima y ella lo sabía tanto como yo, sin proponerlo los dos a la vez dijimos.
¿Te apetece que demos una vuelta por ahí para pasar el tiempo?
Salimos como entramos, rodeados de rumores, dejamos el coche en el parking y cogimos un taxi, mi nuera le dijo al conductor una dirección, luego me dirigió una mirada pícara.
Le he dicho una dirección donde hay un Albergue transitorio, te gustará.
Me acordé del que conocí en Balcarce y me pareció poca cosa para Corina y rectifiqué la ruta diciéndole al oído al chofer…
Por favor llévenos a un Hotel Spa, confío en su gusto, ya sabe.
El hombre dio la vuelta en redondo y nos llevó por unas avenidas larguísimas, en poco rato el paisaje iba cambiando por arboledas y entre ellas, tras un camino de tierra tapizado con piedras chicas de color gris, entramos a un predio con un gran edificio colonial, bajó del coche, entró y habló con alguien, cuando volvió nos dijo.
Ya está arreglado, es un hotel muy exclusivo y hay que reservar habitación con mucho tiempo pero conozco al encargado y lo ha solucionado.
La propina que le di le hizo abrir los ojos de contento, se ofreció a pasar a recogernos cuando le llamáramos y no nos cobraría nada. La habitación era fantástica, amplia bien amueblada con un ventanal que daba a unos jardines bien cuidados y lo mejor una cama que parecía un estadio de fútbol, el encargado nos dijo que aquellas horas no iba nadie al spa y podríamos usarlo a solas o si preferíamos en el baño había un jacuzzi. Con suma discreción desapareció deseándonos una feliz estancia.
Nos quedamos solos mirándonos, desde que cogimos el taxi no habíamos hablado, ella no sé qué pensaba pero yo estaba deseando desnudarla y follarla como un poseso, no me sorprendió que ella estuviera pensando lo mismo, me rodeó el cuello con sus brazos, me dio un beso que me hizo flotar en el aire y, sin dejar de comernos la boca nos fuimos quitando la ropa, al quedarse con la blusa sólo se detuvo y se separó de mi lo suficiente para que la admirara, la blusa negra ceñida era totalmente trasparente y debajo de ella llevaba un sujetador que debía ser de antes de quedarse preñada, era de tipo balcón y apenas podía sujetar las dos tetas hinchadas de leche, los pezones asomaban más de la mitad por encima de la puntilla de encaje.
Se dio la vuelta para que le bajara la cremallera y cuando se quedó sólo con el sujetador también se lo solté, ella se sostuvo los dos pechos hasta que la sustituí quedándome con las dos manos llenas de carne dura, la escueta prenda negra también quedó en el suelo al lado de las bragas, yo no me atrevía a soltar las tetas y fue ella la que me abrió la camisa, luego los pantalones y cuando se arrodilló para bajar los calzoncillos no dejó que abandonara sus tetas. Bajó la cintura elástica con sumo cuidado, al bulto que se marcaba lo iba acariciando y besando antes de descubrirlo, lo cogía con la mano apretándolo y apreciando su grosor, me miraba con picardía, apoyó su cara en mi vientre y no dejaba ver mi polla, su cabeza la esperaba al salir y según iba apareciendo le iba dando besos cortos, luego lamidas tímidas y pegando sus labios se la iba metiendo en la boca lentamente.
Cuando volvió a mirarme sonriendo casi no había dejado cacho afuera, yo no me atrevía a soltar las tetas, las estaba estrujando como si fueran esponjas, se notaba la leche que tenían aunque se las había vaciado antes de salir para no mancharse, los pezones no tenían el tamaño propio de amamantar, ahora estaban mucho más duros, le habrían lastimado a Javi en este momento, no me dejó soltarla, como máximo me permitió cogerle la cabeza (procurando no deshacerle el pelo) y moverla para que el capullo entrara sin molestarle, notaba como le tocaba la campanilla y seguía insistiendo en tragarla toda, me guió a la cama andando de rodillas sobre la alfombra mullida y me fue dejando caer hasta que quedó sobre mis piernas.
Siguió mamándome con suma delicadeza, no tenía prisa y quería hacerme gozar como ella sólo sabía, la dejé hacer y su lengua lamía, chupaba y titilaba en mi capullo, de vez en cuando para respirar la sacaba y atendía mis huevos y mi ingle. Me subió las piernas sobre mi propio cuerpo y separándolas buscó mi culo, lo lamió como el mejor helado de vainilla, me hubiese corrido en ese momento si no hubiera parado al notar mi estado, fue subiendo por la cama y sobre mi hasta sentarse sobre mi pecho, rodeándome la cabeza con sus muslos dejó su coño abierto al alcance de mi boca, incluso buscó un almohadón y me lo puso en la nuca, sólo tenía que sacar la lengua y lamer, desde mi posición veía su pubis depilado, su vientre plano y la sombra de sus tetas que sólo dejaban ver su bonita cara entre ellas, la expresión que tenía era la de estar disfrutando de mi lengua, con las manos hacia atrás seguía manteniéndome la polla en erección máxima.
A ella también le llegó la oleada de placer y me dijo que se iba a correr que parara ya pero no quise y seguí hasta ver cómo se aplastaba sobre mi boca abriendo el coño con los dedos y poniéndome el clítoris entre mis dientes, se olvidó de mi polla y se abandonó al orgasmo, sus movimientos descontrolados me sacudieron atrapado entre sus piernas pero pude soportarlo, no dejé de chupar y lamer aunque me lo pedía por favor, cayó sobre mi por delante, como pude saqué la cabeza de entre sus piernas. El coño le chorreaba y le había mojado el culo hasta la cintura por detrás, me arrastré sobre su espalda y cuando mi polla resbaló entre sus nalgas seguí hasta notar que después de una leve resistencia había entrado en ella por la puerta de atrás, se quedó boca abajo con los brazos y las piernas abiertas y me dejaba empujar acompañándome en los movimientos, me iba a correr yo cuando me detuve.
Me voy a correr Corina, me encantaría hacerlo en tu coño pero te voy a dejar mi semen en el culo, ¿te parece bien?
Como gustes, mejor sigue dónde estás, me gusta cómo lo haces.
Me cogí a sus tetas aplastadas debajo de ella y me hundí hasta adentro, desde la nuca me llegó un relámpago que terminó en el capullo, a cada chorro de leche me hundía más y ella gemía de placer, miré a mi lado y en un gran espejo en la pared nos vimos tumbados y enculándola, me salí de su interior cuando mi polla se rindió y quedamos boca arriba, en el techo otro gran espejo nos reflejaba extenuados, ella con su belleza intacta y yo con la polla derrotada.
Cualquier mirada extraña habría visto en el espejo a una mujer extraordinaria, con unas proporciones y unas facciones perfectas, con unos pechos llenos que no se aplastaban pese a la postura boca arriba al estar llenos de leche y a su lado a un hombre ya muy maduro para ella, sus músculos de brazos y piernas acusando la flaccidez, su pecho con el vello canoso como el del pubis, las arrugas de la cara sólo demostraban felicidad, de hecho los dos tenían la misma sensación, estaban felices, habían conseguido lo que tanto ansiaban, estar solos el uno para el otro olvidando a todo lo demás, saborearon el momento de paz pero les pareció poco y cuando Corina reaccionó preparó el jacuzzi, llenó la pileta y echó un puñado de sales, cuando ya estaba lleno entró con cuidado de no mojarse el pelo y me ayudó a entrar para que no me cayera, cuando nos hundimos en el agua se desbordó, por el suelo corría llena de espuma.
Estuve sentado en el fondo de la pileta, mis piernas entrelazadas con las de Corina, mis ojos al ras del agua miraban los dos bultos que sobresalían delante de ella cubiertos de burbujas de las sales de baño, el aroma llenaba los sentidos cuando los pies de Corina buscaron mi polla, la encontraron ya animada, se pusieron debajo de mi culo y me hicieron subir, como si fuera el periscopio de un submarino asomó el capullo, también cubierto de espuma pronto fueron estallando las burbujas hasta quedar descubierto y rojo. Corina se adelantó y lo atrapó con los labios, levanté el culo lo que pude mientras que ella se iba tragando la polla al notarla a su gusto volvió a su sitio y se escurrió sobre mis piernas hasta sentarse en ellas, me abrazó y al final su vagina encontró mi polla vertical y se sentó sobre ella.
¿Te puedo contar un secreto Pepe?
Claro mujer.
He estado deseando este momento desde el día que me mamaste los pechos por primera vez y cuando me asusté con la herida de mi vagina, lo pensé después, me gustó cómo me habías curado.
A mi hijo le hacía igual, cuando se hería en el codo o rodilla le lamía un poco y le daba un beso.
Pues a mí me supo a gloria, me ponía tan caliente masturbándome que al final me decidí a probar tu pene, sabía que estaría sabroso pero no tanto por eso no pude controlarme cuando me dejaste chuparlo y tuve que metérmelo, desde entonces no encuentro nada que me dé más gusto que tu boca y tu hermosa pija.
A mí me ha pasado algo parecido, me hipnoticé con tus pechos al verlos por primera vez, fue Elena quien me dijo cómo los tenías, eran mi obsesión de siempre y no pude resistirme a chuparlos, lo de mi polla me sorprendió pero me encantó tu naturalidad y desde entonces sueño en metértela, hoy lo he conseguido plenamente y me encanta.
Ella se iba balanceando mientras nos hacíamos las confesiones, era una situación de felicidad, sólo éramos los dos en aquellos momentos, no existía el mundo alrededor, ni Javi ni Elena ni por supuesto Javier, ahora éramos Corina y Pepe, la chica lo sentía así y yo también. Las tetas de Corina flotaban entre los dos, yo no veía a través de la espuma pero sentía el coño abierto rodeándome la polla, lo tenía tan profundo que notaba la matriz. Corina cerró los ojos y me abrazó casi ahogándome cuando sin avisar se corrió, me rodeó la cintura con las piernas y yo procuré elevar mi polla para ofrecerle todo lo mío, con los espasmos el agua salpicaba entre los dos y en pleno orgasmo me dijo al oído.
Pepe… me gustaría que mi hijo fuera tuyo.
Corina, por Dios…
Si, ¿a ti no te gustaría?
… claro, en otras circunstancias sería lo que más me gustaría y me llamaría papá Pepe.
Jajaja, tonto, te hablo en serio.
Y yo y te aviso que me has provocado que me corra, levántate porque te voy a llenar de leche.
¿Tanto te molestaría?
Me encantaría hacerlo.
Entonces dale, estoy esperando.
Corina, Dioooos, no me pidas eso, te puedo preñar.
¿Y?
Por favor estamos locos.
Sí, ya lo sabía.
Corinaaa me voy, salteee.
No, me quedo.
Que ya no puedo aguantarrrr.
Lléname con tu leche.
Te voy a hacer parir otra vez y acabas de hacerlo.
No te preocupes, lo haré a gusto, córrete.
No pueeedo más. Corina.
Pepe, cariño soy tuya del todo.
Voooy, aggg, aaugh.
Me abracé a ella, con su cabeza sobre mi hombro se movía recibiendo mis chorros de leche, me besaba en el cuello y me acariciaba la nuca, el cabello de la cabeza lo tenía erizado y cuando me miró me vio con los ojos llenos de lágrimas, estaba emocionado con Corina. La chica no se separó de mí, flotando en el jacuzzi no pesaba y estuvimos mucho rato con las caricias de las burbujas de aire que removían desde abajo nuestros cuerpos, mis huevos parecían hervir y las tetas de mi nuera parecían dos pasteles de merengue. Corina por fin se levantó y me dejó moverme, aún tenía la polla metida aunque arrugada, al levantarse por la superficie aparecieron los mechones de semen que subían del fondo.
Me ayudó a salir y sin secarnos subimos a la cama, mojada estaba aún más sensual, parecía una ninfa, me llamó y me puse a su lado, esta vez fue ella la que me acogió en su seno, con mi cabeza descansando en la suavidad de sus pechos estuve plácidamente, oía su corazón cómo palpitaba como un tambor.
Corina esto ha sido una maravilla pero tú te mereces más, lamento que mi hijo sea así, sólo te pido que no lo dejes, él te quiere aunque a su manera, si tuviera otro trabajo más sedentario sería diferente, sólo será por un tiempo, ya cambiará.
Ya lo sé Pepe, yo también lo quiero mucho, lo de hoy ha sido sexo y sé separar el sexo del amor aunque contigo no puedo, también sé cuál es tu situación, Elena es un amor de mujer, te merece y tú a ella, soy feliz viéndolos juntos pero no te puedo negar que hoy no hemos cogido, hemos hecho el amor con mayúsculas y eso es mucho para mí, no le doy importancia a las cogidas con mi madre, ella no sabe ni sabrá nunca lo que yo he sentido contigo, ni otras aventuras que sé que tienes, eres un seductor nato y cogerás con quien te lo propongas pero lo que me has demostrado a mi ahora no creo que ninguna lo pueda sentir, te quiero Pepe pero quiero a mi Pepe, no a mi suegro.
Eres una mujer excepcional, un ángel con cuerpo de mujer y no te puedo negar que yo también te quiero, eres mi amor especial, sólo lo podemos sentir tú y yo y sólo será entre los dos. Lo demás seguirá como está, ¿de acuerdo?
De acuerdo Pepe… y ¿qué te parece si vamos a putear al pelotudo del encargado de la tienda ya? Jajaja.
Vamos, se lo ha ganado pero antes merendaremos muy bien en el restaurante a su cargo, jajaja.
Llamé al taxista y al momento ya estaba allí, pagué la habitación, no era barata pero a mí me pareció un regalo, Corina no quería que lo hiciera.
Pepe, tu mujer te va a preguntar dónde te has gastado todo ese dinero.
No te preocupes, Elena jamás mira las cuentas del banco pero si pregunta le diremos que hemos contribuido a la compra de la sillita.
¡Qué malo eres, Pepe!
Soy viejo Corina.
El taxista era muy simpático y hablador, no paraba, “soy argentino” dijo como justificación, cumplió su palabra y no nos cobró la vuelta, le pedí su teléfono para cualquier caso que se me diera, él guiñándome el ojo me dijo.
Para “todo” lo que necesite señor Pepe.
En la tienda no hubo problemas, desde lejos vimos el paquete envuelto de regalo de la sillita, al encargado sólo le faltó ponernos la alfombra, incluso mandó a un chico a llevarnos la silla al coche, cuando salimos la tarde estaba avanzada.
Pasamos por la calle Cuenca y me dio una idea, le quise enseñar a Corina el parque, mi parque Aristóbulo del Valle, y mira por donde en un banco leyendo estaba mi amigo canoso, aparqué justo delante de él, pasé al lado de Corina y le abrí para que saliera, ella lo hizo con toda parsimonia y él al verla se levantó y la saludó imitando el gesto de quitarse el sombrero, los que había en el banco cercano se volvieron murmurando, hice las presentaciones de rigor y todos quedamos encantados, a Corina le gustó el señor, hablaba con una sabiduría fruto de mucha experiencia y el caballero quedó encantado de mi nuera argentina, con la mirada me felicitó y yo quedé como un pavo real, luego calificó el coche de paso diciendo que era espectacular aunque yo sabía que no hablábamos del coche, cuando nos marchamos aún no se había sentado otra vez.
En casa estaba Elena con el niño, intentaba enseñarle a decir Pepe o yayo Pepe pero Javi no estaba por la labor. Le enseñamos la sillita y la guardamos para que Javier la colocara cuando volviera.
Corina siguió tratándome con toda naturalidad como antes de la tarde pasada juntos, era una chica muy inteligente y yo tuve que estar a su altura, aunque me costaba no lanzarme sobre ella cuando estábamos solos pero pensé que era lo mejor y más inteligente.
A la mañana siguiente también me pilló haciendo café y Corina pasó por mi lado, abrió el cubo de basura y tiró un pepino pasado, escondido en la otra mano llevaba el aplicador de un tampón que acababa de colocarse en la vagina.
Por poco… ¿te alegras?
Me tranquiliza, habría sido un desasosiego para mí.
Tranquilo, la noche anterior tu hijo no tuvo ninguna consideración y se corrió varias veces adentro, siempre habría habido una duda razonable.
¿Te habría gustado?
Seguro que sí.
A mí también.
Continuará.
Agradezco sus comentarios
Gracias
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