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Viaje de jubilado a la argentina 5

           Esta mañana me levanté pronto y desayuné en la cocina, me crucé con mi hijo que salía de su habitación y por su actitud me imaginé que Corina estaba ya suficientemente “restablecida”, se lo notaba contento y comunicativo, pasó el brazo sobre mi hombro y me dijo confidencialmente que todo estaba arreglado, estas mini crisis eran corrientes y casi siempre eran por motivo de Viviana, su suegra siempre estaba calentando el ambiente y parece que Javier se dejaba querer bastante, me dio la impresión que estaba dispuesto al menor capricho de la mujer, por supuesto no quise demostrar mis sospechas pero por los comentarios que hacía demostraba que lo llevaba “del ramal”.
                             Ya estábamos terminando el segundo café cuando apareció Corina, quería tomarse una pastilla con un vaso de leche y apenas saludó, estaba aparentemente adormecida, quizás por eso salió con un leve camisón azul celeste, por la trasparente tela claramente se distinguían los pezones morenos, las tetas llenas le oscilaban pesadamente al compas de sus pasos, procuré desviar la mirada aunque ya me había fijado que no llevaba bragas y cuando volvió a su habitación pude comprobar que su culo no desmerecía el resto de cuerpo, además sabía moverlo y sospeché que no estaba tan adormecida como parecía, más bien parecía un desfile de pasarela. Javier me sorprendió con su comentario, no lo esperaba y no supe que responder.
¿Qué te parece Corina papá?, tiene un buen tipo… y en la cama es una maravilla.
                             No acababa de asimilar el comentario de mi hijo, aunque no le quitaba la razón en absoluto, la chica era un monumento andante pero lo de la cama… el siguiente comentario me hizo olvidar el anterior.
¡Ah! Se me olvidaba, mañana salgo de viaje por unos días otra vez, es un fastidio pero no puedo decir que no, y Viviana me había pedido que fuera a su casa para ver un problema que tenía en un armario, parece que una puerta no cerraba bien, para mi es que no está bien nivelado, ¿podrías ir por mí? a mi suegra no creo que le sepa mal.
 
                             Estaba seguro que a Viviana no le sabría mal, incluso sospechaba que lo había urdido sabiendo que Javier se marchaba de viaje, no le dije que no iría pero esta vez yo sería quien decidiría cuando y como.
                             De momento salí con dirección a la avenida San Martin, ya tenía un plano con los servicios de transporte público y me manejaba bastante bien. Corina me había aconsejado que sacara un bono con varios servicios y por la edad y la cantidad me salió muy barato, antes de salir de casa ya llevaba la ruta y no me fue difícil identificar los diferentes colectivos, habían otras opciones pero me gustaba ver el ambiente callejero además de oír las conversaciones de los pasajeros, me gustaba el acento argentino.
                             En una gran plaza me apeé, había entablado conversación con una señora mayor y le había contado mi plan para esa mañana, muy amable me contó que ella vivía en aquel barrio y conocía al vecindario, me contó historias que me encantaron y paseando me acompañó a la entrada principal, me contó que hacía muchos años había visitado el museo y desde entonces lo habían ampliado mucho, cuando me dejó en la cola de la taquilla me deseó que tuviera un buen día, se lo agradecí y me puse a observar a los visitantes, la mayoría eran turistas y algún jubilado, había un grupo de niños que iban acompañados por sus profesores.
                             Estaba distraído cuando me cogieron de la mano, en un primer reflejo me asusté, por experiencia sabía que en las ciudades turísticas y en las aglomeraciones solían merodear personas amantes de las carteras ajenas pero me tranquilicé al notar el tacto de una mano femenina.
Hola Pepe, que casualidad, te he visto desde la otra acera y me he dicho… ¿qué buscará Pepe en el museo?
Hola Carla, me encanta verte, es una verdadera suerte que me hayas visto, me gustan los museos, y éste más, será por la edad, jajaja, me gustan los dinosaurios y demás huesos, ¿tú ya lo has visto?
Tengo que reconocer que no, a mí no me gustan los huesos, me gusta más la carne.
Y a mí claro pero, ya me tengo que conformar con los huesos. Jajaja.
Si quieres te invito a tomar un café mientras abren la taquilla, el museo seguirá aquí cuando vuelvas.
                             Me convenció enseguida y fuimos a una cafetería cercana, nos sentamos y pedimos unos cafés y unas pastas, Carla no había desayunado aún había salido a comprar al supermercado para reponer la heladera de su piso, estábamos comentando sobre sus estudios cuando desde la puerta la llamaron, era otra chica, se llamaba Lidia y entró a saludarme cuando Carla le dijo que yo era Pepe, la chica se alegró al conocerme y me besó cuando yo le tendía la mano, tenía un semblante muy jovial, físicamente era un poco menos agraciada de cara que Carla pero tenía un cuerpo mucho más atractivo, era pelirroja y bastante pecosa, estuvo bromeando sobre la vida que hacían en su piso compartido, se llevaban muy bien aunque dejaron sentado que no tenían mucho éxito con los chicos, no lo entendía pues eran unas chicas muy abiertas de carácter aunque también conocía las peculiaridades de Carla.
                             Lidia estuvo poco rato con nosotros, había salido para dar una clase y estaría toda la mañana fuera de casa, cuando se despidió me dijo mientras le guiñaba un ojo a Carla.
Me ha encantado conocerte, Carla me ha hablado mucho de ti, me gustaría que vinieras a casa, te gustará… ¿Por qué no os acercáis ahora, es una buena ocasión?
No sé… tenía intención de visitar el museo…
No te preocupes, sólo será un momento, le podrías aconsejar sobre un problema que tiene con un diseño.
                             
                             Me lo dijo de una forma que no encontré ninguna excusa razonable, para mi fuero interno hacía días que esperaba ir al museo y encontrarme con la chica pero la forma tan imprevista que había pasado me había descolocado, pagué la consumición y salí detrás de la chica, en el museo ya habían abierto la taquilla y la cola iba achicándose, me propuse volver con tiempo todavía.
                             La casa de Carla estaba en un primer piso en una de las casas de una calle adyacente a la plaza, la escalera era algo estrecha pero cuando abrió la puerta y me invitó a entrar vi que las dos chicas habían decorado todo a su gusto y se habían organizado para vivir a su placer, me enseñó la distribución que tenía, además de la cocina y el salón y el servicio comunes cada una tenía una habitación propia, eran bastante amplias y en ella tenían todo lo que les hacían falta, sobre la mesa el ordenador y en las paredes una serie de fotografías y diseños que la chica había dibujado.
Con tu permiso me voy a poner cómoda, siéntete como en tu casa.
Gracias pero no podré quedarme mucho tiempo, el museo es muy grande y tiene muchas cosas que ver.
De acuerdo pero por lo menos ¿me ayudarás con el diseño? Tengo mucho interés en él.
Vale, te lo he prometido, enséñame que dudas tienes.
                             Carla abrió su armario y se quitó la camiseta que llevaba, intenté no mirar descaradamente pero pude ver que llevaba el mismo sujetador que me había enseñado en casa, me gustó que hubiera reconocido que se veía más atractiva con una prenda a su medida que no intentar disfrazar su físico, sin volverse eligió con tranquilidad que prenda ponerse y optó con una camisa, se la puso descuidadamente y sólo se abrochó un botón, tanto por arriba o por debajo se veía la piel blanca de la chica, aunque delgada tenía un buen tipo.
                             Cuando se sentó frente al ordenador acercó una silla a su lado, desde su izquierda podía ver el pliegue de las solapas de la camisa, apenas lucía canalillo pues la talla pequeña que necesitaba no se lo permitía pero el sujetador le obligaba un poco a juntar las tetas y le daba un toque sexi. Mientras el ordenador se iniciaba estuve mirando de reojo, Carla tenía un perfil muy bonito, la pequeña nariz y los ojos le daban una apariencia muy juvenil pero los labios carnosos lo compensaban haciendo un conjunto muy sensual.
                             El ordenador iba bastante lento, era un modelo un poco antiguo y el programa muy pesado, cuando la página del Photoshop se abrió nos colocamos sobre las sillas para trabajar.
¿Quieres ver la página que quiero diseñar?
Claro, te ayudaré en lo que pueda.
                             Buscó el archivo y cuando apareció la imagen no me pareció nada comprensible.
¡Ah! Perdona es que está muy ampliada…
                             Con el ratón redujo la imagen, de momento me quedé sorprendido, la foto era de una pelvis entera de mujer, desde el ombligo hasta medio muslo, no habría nada de extraordinario más que casi toda la imagen estaba cubierta de una alfombra de vello rizado.
Soy yo, me gustaría que me aconsejaras que hacer con esto, confío en ti y haré lo que quieras.
                             Volví a acomodarme en la silla, me había impactado ver frente a mis ojos el pubis ampliado de Carla, no sabía que me daba más emoción si el saber que a mi lado estaba la verdadera melena ensortijada y morena o que la chica me propusiera que le aconsejara que hacer con ella, de todas formas me prometí a no conformarme con aconsejarle, procuraría intervenir en la trasformación.
                             Hacía un poco de tiempo que no jugaba con el ratón pero donde hubo algo, algo quedaba y fui proponiéndole diversas posibilidades, en principio le recorté en un bonito triangulo equilátero, por la cara que hizo no le pareció mal lo que me animó a recortar por aquí y por allá, según iba borrando pelo a la chica se le iba iluminando la cara y ya se imaginaba con el nuevo look, poco a poco fui recortando tanto que con un último golpe de ratón la depilé del todo, ella se quedó como asustada pero con otro pase de pincel con sombreado por todo el centro vertical del pubis, le demostré cómo quedaría su coño con los labios completamente pelados.
¿Qué te parece, te gusta alguna opción?
Uf, ¿te digo una cosa?
Claro, tú decides.
Me gustan todos pero en la pantalla es muy frío, creo que iré probando desde un principio.
Sería perfecto, lástima que no sea tan fácil como con el ratón.
Espera, se me ocurre una cosa, no te muevas…
                             No me dio tiempo a reaccionar, Carla se levantó y desapareció de la habitación, al momento volvió con varias cosas en la mano.
Se lo he cogido a Lidia, no creo que le importe, he pensado que podrías ayudarme, yo no me veo bien y como ella ahora no está…
Pero no manejo esto como el ratón… ¿Y si te corto?
No te preocupes, seguro que lo harás bien, si te afeitas la cara también me podrás afeitar a mí el coño.
Visto así…
¿Dónde me pongo?
Creo que sobre la cama estarás más cómoda y yo también.
                             Le puse una toalla antes de tumbarse y cuando lo hizo ya se había quitado las bragas, a efecto de erotismo no me causó la menor sensación, podría decirse que llevaba un bikini negro y bastante discreto por cierto.
                             Fue idea de Carla ponerse un almohadón debajo del culo con lo que su pelvis quedó elevada, los huesos de la cadera se marcaban como dos montañas que acunaban un frondoso valle, con el teléfono en modo cámara iba viendo cómo le preparaba. Con las tijeras que había traído de su amiga le fui recortando a una altura regular, cuando ya parecía un manto de césped fui recortando los lados, hasta hacerle un triángulo perfecto, la ingle ya se veía y ella según iba quitando pelo con la cuchilla opinaba, le iba gustando la novedad y a mí no dejaba de hacerle posibles recortes imaginativos, le hice estrellas, corazones y rayos o flechas, ella se reía a carcajadas con mis ocurrencias pero cada vez quedaba menos superficie para improvisar hasta que llegué a los labios, tuve un momento de duda, no me perdonaría cortarle en los labios y menos aún en el clítoris pero me armé de valor cuando Carla separó con los dedos los labios dejando al descubierto el clítoris en solitario, me animé, más al ver cómo palpitaba el pequeño bulto pues aparecía medio escondido en su prepucio y me llamaba imperiosamente.
                             Procuré pasar la maquinilla suavemente por los labios dejándolos desprovistos de vello, no paré hasta dejar todo limpio. Carla colaboraba abriendo las piernas hasta lo indecible, sus delgados muslos dejaban total accesibilidad a mis manos y la cuchilla pasaba suavemente quitando todo lo que sobraba, cuando le dejé ver la obra terminada abrió los ojos, creo que era la primara vez que veía su coño tal como era y le gustó.
A mí me gusta… ¿Y a ti?
A mí me encanta, nunca me había imaginado verme tal y como soy… ¿Te gusta como soy?
Me gusta mucho, no sabes cuánto, he visto algún coño en mi vida pero el tuyo es perfecto, parece el de una adolescente.
Casi lo es, recuerda que todavía soy virgen.
No lo he olvidado y me gusta lo que veo, creo que es una pena que sigas siéndolo.
Ya te dije que te lo guardaba para ti, sólo te pido que seas considerado.
                             Lo primero que hice fue pasarle la toalla de arriba abajo a lo largo de sus labios, Carla aun sin querer se encogió al notar el roce del rizo pero no dejé que sufriera y metiendo la cabeza entre sus piernas mi lengua fue como un bálsamo que suavizó la piel recién depilada, tras una pasada general pude centrarme en los pliegues, recorrí todos los rincones, me entretuve en los labios perfectos que cerraban como unos pétalos la entrada de la vagina todavía sin estrenar, los labios se abrieron con la presión de mi lengua y mojaron con sus jugos a la recién venida. La chica había abandonado a mi cuidado los labios hinchados y cogiéndome la cabeza la guiaba levantando la cadera para que incidiera donde más placer sentía, yo estaba concentrado en seguir sus preferencias y no me di cuenta de que a mi espalda la puerta se había quedado entreabierta cuando Carla trajo los artículos para depilarse, por ella asomaba la cara entre sorprendida y divertida de su compañera de piso. Lidia había vuelto antes de lo previsto y fue la mayor sorprendida en ver a su compañera que siempre guardaba celosamente su ingenua costumbre ahora abierta de piernas con el coño totalmente limpio de vello, había llegado a tiempo de ver los últimos diseños que yo le iba enseñando según la cantidad de pelo iba reduciéndose, a Carla no sólo le gustaba cómo iba desapareciendo su melena sino que le encantaba ver el pubis depilado, con las fotografías que le iba haciendo veía la evolución, posiblemente en el caso de que no le gustara el resultado final con el tiempo siempre podría recuperar alguno de ellos.
                             Carla tampoco la había visto, con los ojos cerrados estaba concentrada en los paseos de mi lengua a la vez que se había pellizcado los pezones por debajo del sujetador y tiraba de ellos.
Vaya… veo que te has decidido por hacer cambios en tu… apariencia íntima pero te tengo que felicitar, por fin me has hecho caso, a mi me gusta mucho y tu amigo Pepe también parece complacido con el resultado, reconozco que te ha hecho un trabajo perfecto, ni yo habría podido hacerlo mejor con mi experiencia.
¿De verdad te gusta cómo me ha quedado?, a mi me parece un poco raro pero Pepe me ha demostrado que podría hacerme varios diseños, éste me gusta, y la sensación que he sentido con la piel desnuda acariciada por la lengua de Pepe me ha convencido y animado a seguir.
¿A seguir? ¡ah! Ya caigo, quieres solucionar de paso el otro “defectillo”, enhorabuena ya que veo a Pepe muy capacitado para solucionar tu problema.
Pero me da mucho miedo, me gustaría que me acompañaras.
Mujer… eso es una cosa muy personal, además Pepe se sentiría cohibido, ¿verdad Pepe?
Más que cohibido desentrenado, hace muchos años que lo hice, entonces era más fácil encontrar algún virgo intacto.
Me muero de miedo Lidia, quédate por favor, me sentiré mucho más tranquila.
No estoy segura de que sea una buena idea… vale, me quedaré para animarte pero luego me iré.
                             Ya parecía más animada con la compañía de su amiga y yo también, en parte no me fiaba del todo de Carla, no era muy normal que una chica de su edad, estudiante, moderna y en esta época siguiera virgen y con esta obsesiones sobre su intimidad, por otra parte la presencia de su amiga me animaba, era una chica también joven y sobre todo más decidida y físicamente incluso más “mujer”, me picaba la curiosidad de cómo se comportarían las dos chicas.
                             Carla lo primero que hizo fue quitarse la camisa se hizo a un lado en la cama para dejarle espacio a Lidia y se volvió de espaldas para que le soltara el cierre del sujetador, aquí empecé a conocer un poco más a Lidia, mientras que Carla quedaba esperando que su amiga simplemente soltara el cierre de su espalda su amiga pasó un dedo por debajo del tirante, tiró de él lo suficiente para que no rozara el hombro y lentamente fue desplazándolo hasta dejarlo colgar sobre el brazo, con el otro hizo lo mismo, me miraba a los ojos entornándolos, yo me imaginaba que eran los tirantes de ella los que se iba quitando, con el poco pecho que tenía Carla supuse que se lo bajaría sin más pero nada de eso, Lidia sabía sacar el máximo partido a la situación y fue enrollando la copa descubriendo lentamente el escueto bulto, cuando llegó al pezón yo estaba sumamente excitado, bajo mi pantalón algo bullía que no me dejaba estar quieto. Lidia lo sabía bien y quería ponerme al máximo nivel, Carla se dejaba hacer tranquila, sólo se movió un poco cuando su amiga se mojó los dedos con saliva y rodeó el pezón retorciendo suavemente y poniendo duro el botón moreno, lo repitió con la otra teta, soltó por fin el cierre y la prenda cayó en el regazo de la chica pero las manos de Lidia no me dejaban ver las tetas de su amiga, sólo se notaban los dedos moverse y de vez en cuando dejaban asomar los dos bultos erizados.
                             Carla iba notando los efectos de las caricias de la chica y se iba relajando y tumbándose sobre la sábana, Lidia la seguía y se ponía también cómoda a su lado, yo a los pies de la cama miraba expectante, no quería demostrar mi impaciencia pero estaba deseando que Lidia se decidiera de una vez pero esta no era su intención, cuando dejó de retorcer los pequeños pechitos bajó sus manos por el estómago, Carla acusaba los avances de los dedos expertos de Lidia, cuando llegó al ombligo cerró los ojos y esperó, no tuvo que hacerlo mucho pues pronto notó sobre su pubis como se separaban en dos y recorrían la ingle. Carla iba abriendo las piernas a su paso y donde antes había una selva impenetrable ahora estaba despejado como las dunas de un desierto.
                             Las manos de Carla ya no podían estar quietas y buscaron lo más cercano que tenían, el cuerpo recostado de Lidia a su lado desprendía calor y sus dedos buscaron entre los pliegues de la camiseta, la prenda no fue obstáculo para que rozara enseguida la piel suave que escondía, no se contentó y siguió rozando hasta que llegó al sujetador de Lidia, el pliegue y la dureza que notó le animó a levantar la copa, a Lidia le gustó la correspondencia de su amiga y encogió los hombros de forma que la prenda quedó hueca y una teta cayo entre los dedos, a Carla le sorprendió en un primer momento, no estaba acostumbrada a aquel volumen ni aquel peso aunque sí a la suavidad de la piel pero con un movimiento lento fue recogiendo en su mano todo lo que pudo, por supuesto se tuvo que contentar con una pequeña porción de teta pero en ella estaba incluida la areola con el pezón prematuramente duro, no siguió buscando más con eso se hizo una idea del resto pero se dedicó a pellizcar y retorcer suavemente el botón que se iba endureciendo entre las yemas de sus dedos.
                             Lidia no decía nada, la observaba complacida mientras procuraba que su amiga pudiera acariciarla con comodidad aunque sus ojos denotaban el placer que sentía al notar una mano tan pequeña y suave amasándole la teta, por su parte tampoco estaba inactiva sus dedos recorrían la ingle de la joven, entre el labio y la pierna pasaba rozando sin intentar llegar a más pero aún así Carla iba abriendo las piernas cada vez más, quizás no se diera cuenta pero ya sus labios se habían abierto del todo y mostraba el clítoris con su capucha arrugada.
                             Yo observaba ensimismado a las dos amigas, era una escena muy sensual pero de una naturalidad e inocencia que hacía preocuparme si llegaría a ponerme la polla lo suficientemente dura para desvirgar con garantía a Carla, bajo el slip iba creciendo pero no al ritmo que yo hubiera deseado, me habría gustado impresionarlas sacando una barra de carne dura e impresionarlas sobre todo a la núbil pero no iba a ser así, a mi edad había que coger carrera para despegar y aunque la escena era bastante alentadora me faltaba la chispa de Malena.
                             Paralelamente a las caricias que le hacía Lidia a Carla, ésta se aventuraba más abajo de la ropa de su amiga, ya había buscado y encontrado la otra teta, Lidia se había soltado el sujetador como prueba de afirmación y las manos ocupaban las dos tetas a la vez, las acariciaba como a ella le gustaba que se lo hicieran y perece que lo hacía bien pues Lidia cerraba los ojos cada vez que cambiaba de postura.
                             Cuando Lidia quiso incidir más en el coño de la joven ésta no puso inconveniente y el dedo corazón fue separando los labios que cerraban la vagina rosada, las caderas se movieron buscando ese dedo curioso pero sólo pudo absorberlo hasta el tope de su virgo, Lidia lo rodeó para que supiera que ya sólo era el último escollo y quiso dejármelo a mí, cuando volvió sobre sus pasos y rodeó el clítoris Carla se encogió y se abrazó a Lidia pero no hizo mención a que dejara de acariciarle, es más fue ella la que supuso con razón que a Lidia también le gustaría que le hiciera lo mismo.
                             Lidia apenas notó la mano que dejaba libre una teta para buscar debajo de su falda, solamente cuando rozó las bragas entre sus muslos comprendió que Carla quería ofrecerle también sus mimos
tímidamente pero insistentemente los dedos de Carla se colaban bajo el elástico de las bragas de su amiga y se alegraba de que estuviera tan depilada como ella ahora. Lidia no quiso ponerle trabas, levantó el culo de la sábana y permitió que su amiga le bajara las bragas hasta medio muslo, tensadas por la presión de las piernas abiertas la mano entró y entre los labios mojados encontró la entrada de la vagina de la chica, la curiosidad pudo más que ella y lo primero que hizo fue probar la profundidad de Lidia, el primer dedo se hundió sin dificultad y el segundo se perdió igualmente lubricado por los jugos espesos, estuvo hurgando y comprobó que era muy fácil entrar allí, lamentó no poder apreciarlo todavía y buscó el clítoris que ya la estaba esperando, el gemido de Lidia le animó a seguir con más ímpetu y pronto la chica jadeaba abriendo las piernas tanto que las bragas se escurrieron por los tobillos, desde mi posición pude ver los coños de las dos chicas empapados bajo los dedos inquietos.
                             Carla estaba emocionada de ver a su amiga retorciéndose de placer con sus caricias y quiso experimentar algo parecido, le susurró al oído…
Por favor Lidia ¿quieres comerme el coño?, luego te lo haré yo.
 
                             Lidia la miró cariñosamente estaba tan mojada como ella pero hoy era su día y se incorporó y se quitó la camiseta y la falda, el sujetador cayó lacio junto a las bragas, Carla no esperó a las indicaciones de Lidia y se puso en medio de la cama recostada en la almohada con las piernas abiertas. Cuando Lidia pasó por mi lado buscó debajo de mi bragueta, mi polla estaba casi en estado de levitación por lo que quiso prepararme y me soltó el cinturón, el pantalón cayó al suelo y con dos dedos bajó el slip a los tobillos y se metió la polla en la boca, la volvió a sacar y la descapulló, no se entretuvo mucho, con los huevos en una mano y el tronco en la otra con algunas chupadas la puso como una palo, se lo agradecí apretándole las tetas con las dos manos, eran una delicia, Carla las había puesto como piedras.
                             Cuando Lidia se sacó mi polla de la boca elevó la mirada y sonrió, sin decir nada subió a la cama y buscó la entrepierna de Carla, le quitó la almohada de la espalda y se la puso abajo del culo y cogiéndole las caderas apretó la boca en el coño de la joven.
                             Ahora el gemido era de Carla, su amiga estaba dispuesta a hacerla disfrutar y le lamía y le chupaba por todo el coño sin dejar ningún rincón. Carla se estiraba sus pezones desesperadamente sin dejar de gemir, yo no pude resistir y tuve que cambiar los planes, la visión del culo de Lidia levantado lo suficiente fue el detonante, la chica se movía buscando la mejor postura para comerle el coño y fue abriendo las piernas a su vez, sus labios también aparecían abiertos y brillando por lo que me acerqué por detrás de ella y sujetándola de la cintura le metí la polla en el coño, no sé si lo esperaba o no pero sí que sé que le gustó pues levantó el culo y abrió las piernas aún más, yo me perdía en su interior, la carne joven me recibía jugosa, al sacar la polla estaba mojada con la espuma blanca del flujo de la joven, por mucho que me clavaba en ella no notaba el fondo de su vagina, sólo mis huevos golpeaban el clítoris hinchado.
                             A Carla no le importó que me follara a su amiga, estaba recibiendo un trato exquisito y dudaba si mi polla podría superarlo, sólo la experimentada Lidia sabía que sí, que mi polla le estaba llenando y que aun sin quererlo se iba a correr, pero “moriría matando”y aceleró su lengua al máximo, con los dedos llegaba hasta donde podía y metió hasta tres. Carla no podía estar quieta, huía y a la vez buscaba la lengua de Lidia, le excitaba tanto el clítoris que la hacía saltar y no se creyó cuando Lidia se dejó caer metiendo la cara entre los labios de su coño y dejó de chuparle, sólo se sacudía en espasmos, las tetas rozaban la sábana y por la espalda corría el sudor, los gemidos ahora eran gruñidos, estos movimientos acabaron de fulminar a Carla que sintió como algo similar acudía a ella, como un rayo explotó y apretando las piernas involuntariamente atrapó la cabeza de Lidia, yo no podía parar, el culo de la chica se mantenía derecho porque la sujetaba yo y le escupí entre las nalgas, tuve que repetirlo tres veces y cuando llegó la saliva al ano rosado no lo pensé, apoyé el glande y presioné, no lo hice bruscamente pero si decididamente y hasta que el capullo no desapareció no dejé de apretar. Las voces de Lidia con la boca llena de coño no se entendían pero imagino que no eran de aprobación, ya a esa alturas la razón no mandaba en mí y con la mano fui guiando el tronco de la polla hasta encontrar el camino del recto, con los cuatro primeros centímetros aún se quejó pero con el resto ya no dijo nada, se relajó y espero a que entrara todo para volverse levantando un poco la cara y decirme…
Cabrón, me has partido el culo, nunca me lo habían hecho antes.
Lo siento pero no he podido resistirme, si quieres te la saco.
No déjala adentro, ahora ya es tarde, me has desvirgado a mí en vez de a Carla pero a mí por el culo.
Me gustaría seguir…
Ni se te ocurra dejarme así, sigue follándome el culo hasta el fondo.
No sé si podré aguantar sin correrme.
Córrete dentro de mi culo, seguro que me gusta.
Pero ya no podré recuperarme para desvirgar a Carla.
Tranquilo lo primero es lo primero, Carla ya está bien servida por hoy, otro día la follas a ella, habrán muchas ocasiones, te lo juro.
                             Ya sin peso de conciencia seguí moviéndome dentro de Lidia, mis huevos chasqueaban en sus labios, Carla apenas se había recuperado de su orgasmo brutal y sólo acariciaba el pelo de su amiga que seguía entre sus piernas, cuando noté que me iba a correr Lidia me apretó la polla con los músculos del esfínter, me gustó tanto que caí sobre ella, ella se resbaló sobre Carla y mientras yo me corría en su culo ella le chupaba los pequeños pezones a la todavía virgen.
                             Esperé a que la polla bajara para poder incorporarme, Carla aguantaba bien abajo de los dos pero mi polla no aguantó tanto y se salió sola, un reguero de leche se escurrió entre las nalgas de Lidia, caí en la cama como un saco entre las dos me hicieron sitio y me estuvieron acariciando y besuqueando hasta que pude respirar con más normalidad, ya era tarde y con el tráfico a la hora punta llegaría tardísimo, llamé a casa y avisé que me quedaría a comer alguna comida oriunda, follarlas no creo que podría pero probar sus coños seguro y me quedé a comer con ellas.
                             La primera que reaccionó fue Lidia, se levantó sin ganas pero ya era tarde, convino con nosotros de pedir unas pizzas y nos pareció ideal el menú, mientras las traían se duchó y cuando salió se había puerto una bata fresca, yo tuve que tirar de Carla para convencerla, al final me decidí en ducharme yo primero, parece que su orgasmo la había afectado más de lo previsto, por fin al salir yo secándome con una toalla entró ella, su cuerpo delgado parecía que había madurado después de la sesión de sexo con su amiga. Tuve que esconderme cuando llegó el repartidor de la pizzería, el chico no era nada lerdo y pronto le hizo una radiografía de cuerpo entero a Lidia que pese al vestido marcaba la redondez de sus tetas libres y duras, cuando salió Carla de la ducha no se molestó en ponerse nada, simplemente buscó los cubiertos y demás, me los iba pasando y yo colaboraba distribuyéndolos en la mesa.
                             Lidia abrió la caja y la dejó en la mesa, cuando pasó por mi lado vio que llevaba la toalla liada a la cintura, notó que su amiga había salido de la ducha secándose el pelo con una toallita pequeña y luego la había dejado por ahí, de su cuerpo no se había preocupado y lo tenía goteando descalza sin ponerse nada encima, tiró de mi toalla en una broma inesperada, ella misma se miró, vio que no estaba en concordancia y se quitó la bata que llevaba por la cabeza y la arrojó sobre un sillón. Con la caja de la pizza en medio de la mesa cada uno fuimos cogiendo porciones hasta que casi se acabó toda, parecía que estábamos hambrientos y lo cierto es que estábamos, hasta que Carla preguntó, creo que inocentemente…
¿Qué queréis de postre?
 
                             Yo miré a Lidia y ella a su vez a su amiga, mientras Lidia despejaba todo poniendo los cubiertos dentro de la caja vacía, Carla se subió sobre la mesa frente a mí, yo sentado como estaba no pude evitar que pasara sus piernas sobre mis hombros y las apoyara en el respaldo a mi espalda, cuando estaba apoyada se reclinó sobre el tablero de la mesa y escurrió el culo acercándolo a mi cara, Lidia la miraba asombrada, la niña tímida y “rarita” parecía que había cambiado radicalmente, y más cuando al llegar su culo al borde de la mesa abrió las rodillas ofreciéndome su coño abierto de par en par, miré a Lidia pidiéndole parecer y con la mirada me animó.
Todo tuyo Pepe.
                             Pasé las manos por su cintura y me aferré a sus riñones acercando mi cara entre sus muslos, el coño recién depilado y duchado olía a rosas, me propuse hacer vibrar a la joven sin prisa, recién comido y con un postre de esa calidad le fui besando primero suavemente por todos lados, la segunda tanda me acompañaba con la punta de la lengua y Carla iba moviéndose acomodándose, cuando mi lengua salió del todo abrieron sus labios de arriba abajo, llegué hasta el culo, ella no se lo esperaba pero lo agradeció, el clítoris lo reserve para el final, antes me centré en sus labios vaginales hasta hacerla manar flujo abundantemente, me tuve que poner de pie para alternar mis besos a sus tetas que ya estaban rojas de los estirones que se daba en los pezones.
                             Lidia se me acercó y de reojo miró el estado de mi polla, no puedo decir que estaba orgulloso de ella, colgaba fláccida acompañada de los huevos, había tenido la esperanza de que llegado el momento me hubiera dado una alegría pero no, sólo se balanceaba al ritmo de mi lengua.
                             Miré al cielo dando gracias cuando noté la mano de Lidia entre mis piernas abiertas, agachado comiéndole el coño a Carla le dejaba a su disposición mi pene pendulante, ella demostró su maestría y saber hacer, se agacho y con las dos manos me cogió el capullo y lo descubrió, rodeó el frenillo hasta notar cierta reacción y acercó su cara entre mis nalgas, con una mano en los huevos y la otra despellejándome el tronco intentó revivirlo, era una tarea difícil, más cuando ya me había corrido un rato antes en su culo, mi recuperación no era ya tan inmediata como a mis treinta años, ¡lástima!
                             Yo estaba pendiente del manjar que me estaba comiendo, la chica era agradecida y se contorneaba buscándome la boca, dejé por imposible a mi polla y me resigne pero cuando noté la humedad tibia pasándome entre las nalgas y hurgándome en mi culo, se me encendieron las alarmas, Lidia fue considerada, no estaba acostumbrado a estas caricias tan radicales y menos cuando su dedo mojado entró hasta la mitad y se paseó por mi recto, buscaba la próstata y no tardó en dar con ella, mis anteriores experiencias con el urólogo no habían sido para nada de mi agrado pero ahora agradecía y colaboraba con ella.
                             Lidia notó mi reacción en primera persona, mi esfínter se relajó y ella aprovecho para acompañar al índice con el corazón, sentí que aquello era demasiado para mí pero ahora la humedad la notaba en mi glande, había sido absorbido por los labios de la chica y empezaba a crecer presionado por su lengua en el paladar, el milagro se obró y poco a poco tuve que dejar salir carne de su boca, su garganta reclamaba aire y fue dejando salir algo de polla pero la justa para ponérmela como una barra de hierro, ya estaba a su gusto cuando quiso ayudar a su amiga, sobre su cabeza las nalgas de Carla se abrían y cerraban con mis lamidas, de su vagina goteaba flujo hacia su nalgas, Lidia vio la ocasión de darle la oportunidad de experimentar todo en una sesión y le fue rodeando el anillo rosado con cuidado, Carla creyó que era yo y no dijo nada, al revés aún sacó el culo más de la orilla, Lidia no se aventuró más que de masajear el ano juvenil, se abría y cerraba al unísono de su vagina cuando Ludia me dio una palmada en el culo.
                             Me enderecé y me aproxime a la chica, Lidia se aseguraba que mi polla no cedería a la presión y ella misma la encaró a la vagina de Carla hasta meter medio glande, al notar que Carla se tensaba al notarme, se levantó y acudió al lado de su amiga, cogiéndole la cara la besó en los labios fuertemente, me gustó ver que respondía al beso y empujé, fue un momento de tensión pero el himen no podía competir con mi polla afilada y dejó que pasara y no sólo él sino todo el trozo de carne dura que le seguía.
                             
                             Carla crispo unos segundos los puños pero inmediatamente se abrazó a Lidia, buscó sus tetas y se las amasó frenéticamente mientras yo me retiraba un poco para volver a entrar más a fondo, las dos chicas se besaban apoyándose una en la otra a la vez que yo cogía ritmo, ya entraba sin impedimentos y Carla me rodeaba con sus piernas la cintura para que no me saliera del todo, yo no tenía prisa la corrida anterior me venía bien para ir tranquilo y mientras le clavaba cada vez más profundamente la polla le acariciaba el clítoris completamente duro y brillante, la polla la sacaba blanca de espuma cada vez y me mojaba los huevos y a la vez su culo.
                             La mano de Lidia buscó mi polla mientras seguía besando a Carla en las tetas, me fue estirando hasta sacarla, creí que se había arrepentido pero lo que hizo me gustó más, me obligó a doblarla hacia abajo hasta encararla en el culo de Carla y cogiéndome por los huevos me acercó a ella, cuando volvió a besarle la boca como antes y Carla le devolvía los besos volví a apretar, lo hice con miedo pero me sorprendí al notar menos resistencia de la esperada, los dedos de Lidia habían dilatado bastante y lubricado la zona, a la entrada de mi capullo en su culo metí dos dedos en el coño de la chica y Lidia atacó su clítoris, creo que ni se enteró de que le estaba follando el culo y el coño a la vez pero se corrió abrazada a su amiga, Lidia no la abandonó en ningún momento, al revés aceleró sus caricias y me miró para que siguiera hasta el final, los espasmos y gemidos no evitaron que yo gruñera como un animal cuando me vacié dentro del culo de Carla, lo hice sin remordimientos, la estaba llenado de leche, sin peligro de embarazo y haciéndola feliz con la ayuda de su amiga del alma.
Mi polla, su coño, su culo y la mano de Lidia estaban empapados de los flujos de Carla, la joven desfallecida nos miraba con una sonrisa angelical sobre la mesa, cuando la incorporamos para que bajara de la dura mesa me besó, no fue tan ardoroso como los de Lidia pero me encantó, cuando ya estábamos sentados los tres en el sofá se acurrucó contra mí y me dijo…
Pepe me has hecho muy feliz, ha sido fantástico, has hecho sentirme llena por todos lados, eres un caballero, me gustaría probar cómo sabe la polla que me ha hecho mujer.
                             Fue Lidia la que me cogió la polla otra vez y metiéndosela en la boca primero hizo que engordara lo suficiente para dársela a Carla, la chica tuvo la paciencia de estar chupando hasta que se puso lo suficientemente dura para que sólo moviendo la cabeza entrara entre sus labios erecta, estuve acariciando las tetas de Lidia y Carla consiguió lo imposible, hizo correrme en su boca, ella no lo esperaba cuando le cogí de la nuca y le sostuve la cabeza con la polla hasta la garganta y descargué todo, creo que ni saboreó mi leche porque se la tragó toda, luego besó los labios de Lidia que le esperaban.
                             Yo me rendí, ni en mis mejores sueños había esperado pasar una tarde como aquella con las dos bellezas jóvenes, ya era tarde cuando esperaba en la parada del ómnibus, me busqué la polla dentro de la bragueta y no la encontré.
Continuará
Agradezco mucho sus comentarios.
Gracias

2 comentarios - Viaje de jubilado a la argentina 5

jorvac164
Muy bueno,van10 !!!!!!!!!!!!!