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Viaje de jubilado a argentina 1

Después de esperar mucho tiempo se me brindó la oportunidad y la excusa, mi hijo afincado desde joven en Buenos Aires acababa de ser padre, había ido a trabajar con una empresa de telefonía y se había casado con una argentina. Era una chica muy guapa, sólo la conocíamos por Skipe, ella trabajaba en una sucursal bancaria y siempre nos estaban invitando a cruzar el charco y pasar unos días con ellos y ahora con todo el tiempo del mundo hicimos el ánimo y las maletas.
Me llamo José pero todos me llaman Pepe, jubilado no hace mucho, con mi mujer, a pesar de las ganas de ver y conocer mundo casi no hemos tenido oportunidad de viajar y tengo que reconocer que soy muy curioso y me gusta saborear todo lo bueno que me pueda ofrecer la vida.
Mi hijo Javier me había dado instrucciones para reservar los pasajes, estaba impaciente mirando por internet todo lo referente al viaje, casi que viajé antes de salir y me organicé en lo que era imprescindible de ver, aunque quería conocer el ambiente normal de las calles y su gente.
Cuando salimos de mi ciudad hacia Madrid ya facturé el equipaje hasta Buenos Aires, mi mujer y yo sólo llevábamos una pequeña bolsa con lo imprescindible, llámese pastillas, pañuelos, cosas de aseo, etc. Lo justo por si perdían las maletas.
Cuando llegamos a Barajas buscamos la terminal de Aerolíneas Argentinas, nos costó un poco encontrar el mostrador de la compañía, yo no estoy muy acostumbrado a viajar y menos fuera de España pero de lejos vi la cola azul del avión, ya sabía en qué aparato íbamos a volar, incluso los asientos que había elegido, un Airbus 340 con disposición 2-4-2 asientos, me lo sabía de memoria, mi mujer dice que soy demasiado meticuloso y ya a bordo encontré enseguida los asientos.
Un amigo que viaja mucho me había aconsejado, contra mi criterio, que no eligiera ventanilla, pues en un viaje tan largo tendría que estirar las piernas o ir al servicio varias veces, menos mal que le hice caso. Como llegamos con mucho tiempo de adelanto fuimos de los primeros en embarcar, las azafatas nos saludaron al entrar, ¡uf!, que alivio escuchar español en un viaje internacional.
Casi al fondo estaban los asientos, me había informado donde se movía menos y cuál era la parte más segura, etc. (mi mujer tiene razón)
En principio hice pasar a mi mujer a la parte de adentro, eran cuatro asientos en el centro y yo me quedé en el pasillo, poco a poco los pasajeros se fueron acomodando hasta que llegaron los ocupantes de los dos asientos que quedaban libres, era una pareja bastante joven, sobre los treinta y algo, al oírlos hablar ya me gustaron, era como estar en Argentina, me recordó a mi nuera, delicioso el idioma argentino tan suave y “arrastrao”.
De momento yo estaba pendiente de todo lo que ocurría, miraba por las ventanillas curioseando, (soy un pelma) mi mujer por todo era darme codazos para que estuviera quieto.
Por fin se cerraron las puertas y empezaron las maniobras normales, ruiditos, silbidos, mensajes, saludos por el altavoz y el avión que empieza a rodar, nos cogimos la mano cuando despegó y no respiramos hasta nivelarse arriba.
Ya más tranquilos nos dedicamos a ponernos cómodos y a esperar.
No tardaron mucho en sonar los carritos con la cena, me pareció muy pronto porque como íbamos hacia el oeste cada vez se hacía más de día, íbamos volando detrás del sol pero nos ganó a correr y pronto oscureció, yo me reía para mí, a los de las ventanillas se les había acabado el espectáculo.
La cena típica de un avión, apretados en clase económica, nos habíamos elegido un viaje de bajo precio porque llevábamos mucho peso en las maletas y otro salía más caro.
Yo soy bastante retraído para entablar conversación pero mi mujer pronto empezó a conversar con la chica de su lado, con la excusa de la cena pronto estuvieron las dos contándose su vida.
-         Estamos recién casados y volvemos del viaje de luna de miel, somos de Buenos Aires y ya se acabó, lo hemos pasado muy bien.
-         Pues nosotros vamos a conocer a nuestro nieto recién nacido, a nuestra nuera sólo le hemos visto el rostro cuando hablamos por el Skipe, es muy guapa y tiene treinta y tres años.
-         ¡Ah! Igual que yo, nos hemos casado un poco mayores pero hemos vivido juntos varios años.
-         ¿Y no piensan tener hijos?
-         Jajaja, si claro, lo estamos intentando pero no sé, mi marido no es muy de niños.
-         Yo tenía muchas ganas de ser abuela, estoy deseando ver la carita de Javi.
-         ¡Ah!, le van a llamar Javi.
-         Si, su padre se llama Javier, a mi me habría gustado que se llamara como su abuelo, José o Pepe como le llamamos en casa, no sé si en Argentina se oirá Pepe.
-         Si claro, es un sobrenombre bastante corriente, hay muchos italianos a los que se les llama Pepe también.
-         Pues me habría gustado y a mi marido también.
-         Yo me llamo Malena y mi marido Federico.
-         ¡Ah! Pues yo me llamo Concha.
Estábamos cenando todavía y Malena bebiendo agua en ese momento, le dio un golpe de risa que le salió hasta por la nariz, no pudo hablar hasta que se le aclaró la garganta.
-         ¿Ha dicho Concha, usted sabe a dónde va?
-         Claro, a Argentina.
-         Jajaja, pues le recomiendo que no diga que se llama Concha.
-         Bueno, en realidad me llaman Conchita.
-         Jajaja, pues aún peor mujer, ¿sabe lo a lo que se llama concha en Argentina?
-         Pues no sé pero ahora que recuerdo mi nuera Corina me dijo que me llamara de otra forma, la verdad no le hice mucho caso.
-         Haga caso a su nuera, para nosotros la concha es el coño y la conchita el coñito que aún es peor, no se olvide, sino se van a reír de usted.
-         Lo tendré en cuenta pero no sé si me acordaré, menos mal que ya hemos cenado, no puedo ni moverme.
-         Es verdad aquí vamos encajonados y aún nos faltan muchas horas sentados en estos lugares.
-         Pues yo me voy al servicio un momento y luego me tomaré la pastilla de dormir, que si no la tomo, no puedo pegar ojo.
La chica le contó a su marido la anécdota del nombre de mi mujer, ya no me atrevía a aconsejarle que se llamara Concepción como debía ser.
Fernando, el marido de Malena pidió un whisky y se lo bebió de un trago como en las películas del oeste americano, a continuación pidió otro y se lo bebió de dos tragos, Malena me miró y me dijo.
-         Es que tiene terror a volar, siempre se toma varios y luego se duerme.
Cuando vino mi mujer me tuve que levantar otra vez para dejarle pasar, sin darme cuenta hice cara de fastidio y mi mujer me dijo que cambiara de asiento para estar ella en el pasillo.
Estuvimos un rato sin hablar, yo soy bastante lento para arrancar pero Malena rompió el hielo.
-         ¿Y piensan estar mucho tiempo en Buenos Aires?
-         Pues en principio me gustaría estar un mes o así, espero que nos acoplemos bien, de todas formas he mirado un hotel cerca de casa de mi hijo, así no les molestaremos su intimidad, se llama Hotel Belsur Baigorria, me gustó por el nombre, parece euskera.
-         Qué casualidad, yo conozco ese hotel, no está lejos de donde vivo, en Villa Devoto.
-         Qué bien, seremos vecinos.
-         Jajaja, ¿usted no ha visto el mapa de Buenos Aires verdad?
-         Pues no pero me imagino que será como Madrid.
-         Como Madrid es sólo el centro pero toda la ciudad tiene quince millones de personas.
-         ¿Ha dicho quince?, si Madrid tiene un poco más de tres y mi ciudad no llega a uno, está en el Mediterráneo.
-         Mmm, el Mediterráneo, bonita canción.
-         Si me encanta, “Llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya”, yo también nací en el Mediterráneo pero tengo ganas de ver el Rio de la Plata.
-         Bueno más que un río es un mar de color marrón, ya lo verá, al otro lado está Uruguay, a lo mejor pasamos por encima de Montevideo.
-         Estupendo, haremos turismo exprés.
-         Jajaja, que moral tiene, me gusta. Yo soy guía turística.
-         ¿Y Fernando a que se dedica?
-         Yo soy músico, tenemos un grupo que tocamos por los locales para turistas, ya sabe, tangos y demás, no está mal, lo típico. ¿le hace un whisky?
-         Qué más quisiera yo pero tengo tensión alta, tomo pastillas para eso y no puedo tomar alcohol.
-         Pues yo me voy a pedir otro a ver si me duermo.
-         Permítame que lo invite Fernando.
-         No hombre no, gracias pero si nos volvemos ver yo le invitaré a algo que le gustará, aunque tiene alcohol.
-         Vale, haré un esfuerzo, jajaja.
Se tomo el whisky en apenas tres tragos y se preparó para dormir. Malena conociéndolo, sacó la manta que dan para no pasar frio con el aire y lo tapó, mi mujer ya soplaba hacía rato cuando Malena, pidiéndome disculpas, me dijo que necesitaba ir al baño, yo me encogí en el asiento para dejarle sitio, con cuidado de no molestarme fue pasando por delante de mí pero en ese momento el pasajero de adelante echó el respaldo hacia atrás para ponerse cómodo, ella no lo esperaba y se sentó sin querer sobre mis piernas. Fue un movimiento reflejo y con la intención de que no se hiciera daño levanté las manos para sujetarla, dicen que las manos siempre van al pan, esta vez fueron a las tetas por debajo de sus brazos, la chica se levantó como un resorte y me pidió perdón, yo estaba tan azorado que no me había fijado que aún le tenía las manos puestas sobre las tetas.
-         Lo siento Pepe, ha sido sin querer pero si me suelta las tetas me levantaré.
-         Ooooh, perdone ha sido instintivamente.
-         Claro, por supuesto.
La chica se levantó y pasó con dificultad entre las piernas de mi mujer, cuando salió al pasillo se estiró, estábamos como sardinas en lata.
Estaba avergonzado, la chica no se merecía esto, a saber qué pensaría de mí, un viejo verde, seguro que no me hablaría más en todo el viaje, menos mal que su marido no me había visto, estaba roncando dos asientos más allá, aproveché para ir también al baño, cuando volví aún no había regresado la chica.
Al momento volvió Malena, me miró sonriente, me tranquilizó un poco, no parecía muy enfadada, igual era comprensiva.
Saltó literalmente por encima de las piernas de mi mujer que se había estirado, al llegar a mí yo me había hundido literalmente en mi asiento, el respaldo de enfrente estaba tumbado y Malena se retorció para esquivarlo pero al pasar tropezó con mis pies y se volvió a sentar sobre mí, yo tuve mucho cuidado en no tocarle las tetas como antes pero notaba la dureza de su culo sobre mis muslos, se había sentado sobre el teléfono que llevaba en el bolsillo y quise sacarlo por si se rompía, y sin querer le toqué las nalgas, la chica no parecía que tenía mucha prisa en levantarse, yo tampoco, notaba el calor que desprendía, me di cuenta de que llevaba unos pantalones leggins de punto elásticos y en el breve tiempo que estuvieron mis manos en sus caderas no noté el tacto de las bragas, debía llevar tanga, pensé.
Antes de levantarse hizo un poco el culo hacia atrás, cogiendo mi pulso pero que a mí me supo a gloria.
-         Cuanto lo siento señor Pepe, aunque tengo que confesarle que estaba mucho más cómoda que en el asiento, jajaja.
-         Por lo menos más blanda, jajaja.
-         No lo crea no, he notado en mi cola una dureza bastante sospechosa, jajaja.
-         Qué más quisiera yo, era mi móvil.
-         Eso lo dice ahora, me parece que usted es un gran seductor, seguro que ya se le ha parado, jajaja.
-         Pobre de mí, si ya no me acuerdo de la última vez, ya no me funciona.
-         Eso se lo dirá a todas.
-         ¡Pregúnteselo a Concha!
-         Jajaja. ¿A Concha le pregunto cómo tiene la concha? Vaya con el gallego.
-         ¡Eh! Que yo no soy gallego, soy valenciano.
-         Jajaja, nosotros llamamos gallegos a los españoles, no es con mala intención, es una costumbre, a mi me dicen porteña y me encanta.
-         Dicho por usted hasta suena bien, jajaja
-         De todas formas no se lo preguntaré a Concha, seguro que me dice que la folla bien.
-         Créame, no se me levanta, no sé si será de las pastillas o los años.
-         ¿Y no ha probado las pastillitas azules?
-         Si, una vez compré pero nada, el médico me ha dicho que el sexo están en la cabeza, no en la polla y si no hay motivación las pastillas no funcionan, además de los posibles efectos secundarios.
-         Eso es cierto, con motivación va todo mejor, de todas formas no se desanime, por aquí dicen que mientras haya lengua hay amor, jajaja.
-         Sí, eso me lo dijo hace años una veinteañera.
-         ¿Y no la probó?
-         No, me acobardé, ahora me arrepiento, por lo menos me moriría a gusto, jajaja.
-         Posiblemente si cambiara de compañía se sorprendería.
-         Y quien se va a arrimar a un viejo como yo.
-         Mmm, no sea modesto, seguro que lo de antes no era el celular, me gustaría comprobarlo.
No me dejó opinar, su mano se había posado sobre mi bragueta, hubiera dado todo porque se hubiera encontrado una polla dura como una estaca pero no, buscó y lo que encontró era un gusano blando y caliente.
-         Bueno, bueno, yo creo que no está tan mal, sólo necesita un poco de atención, con el tamaño que tiene ahora me imagino cuando esté dura, va a hacer estragos estas vacaciones, jajaja.
-         No se burle, por favor, esto ya no hay quien lo arregle.
-         Que poca fe tiene, le apuesto a que lo hago despertar.
-         Ahora la moral la tiene usted, soy un caso perdido.
-         Tonterías, anda Pepe bájate los pantalones y sácatela.
Con estas imperiosas órdenes no tuve más remedio que obedecer, estaba convencido de que no iba a conseguir nada pero la voluntad que demostraba me convenció.
Me bajé los pantalones hasta las rodillas después de mirar a derecha e izquierda, Fernando y Concha estaban como troncos, Malena estiró la manta de Fernando y nos cubrió a los tres, yo le puse una a Concha para que no se constipara del aire acondicionado.
En los cuatro asientos sólo se nos veía las cuatro cabezas, la mano de Malena ya había cogido mi polla, me estiró los huevos que tenía aprisionados entre los muslos y me abrió las piernas, la polla me caía colgando y ella la cogió con soltura, el glande dormía desmayado entre sus dedos.
Lentamente estuvo amasando el tronco después de bajarme la piel del prepucio, el capullo iba de un lado al otro sin despertar. Apoyó su cabeza en mi hombro, como si durmiera y un leve calor me trasmitió por el hombro hasta mi polla, noté como empezaba a correr la sangre por mis venas.
No pude negar el interés que demostraba, me meneaba la polla de todas las maneras que sabía y tenía experiencia pero se estrellaba contra un muro, había logrado algún progreso, aunque nada espectacular.
-         Creo que necesitás un poco de estímulo, ¿quieres tocarme las tetas?
-         Me encantaría, las tienes preciosas.
-         ¿Y tu como lo sabes?
-         Recuerda que te las he cogido antes.
-         ¿Y te ha dado tiempo a reconocerlas?
-         Tengo un escáner en los dedos, jajaja.
-         Estaba en lo cierto que eres un seductor, jajaja.
La chica se incorporó bajándose un tirante del sujetador, se levantó la camiseta para que pasara la mano por debajo y cuando lo hice le saqué la teta de la copa, quedó en mi mano llenándola, cuando separé los dedos el pezón asomó entre el pulgar y el índice.
No hacía nada que había vuelto a apoyar su cabeza en mi hombro cuando Fernando se despertó, ella rápidamente se enderezó y él le dijo algo al oído, yo estaba acojonado, los pocos progresos que había tenido se disiparon pero Melena no soltó mi polla.
Fernando se estiró en el asiento y se estuvo quieto, al momento estaba otra vez durmiendo. Me acerqué al oído de Malena y le pregunté en voz baja.
-         ¿Qué te ha dicho, se ha dado cuenta?
-         No, que va, me ha dicho que le hiciera una paja y se la ha sacado, le gusta dormirse mientras se la meneo.
Melena quiso demostrármelo y levantó la manta, me asusté al ver el trozo de polla que tenía Malena en la mano, le sobresalía otro tanto del puño que agarraba, el chico debía gozarlo pues se giró un poco hacia ella, le pasó la mano por la cintura y estirando le goma del elástico de Malena le buscó el coño, debió encontrarlo enseguida pues la chica abrió las piernas todo lo que pudo y se escurrió en su asiento.
Notaba en mi mano como se endurecía el pezón entre mis dedos, imaginé que sería por el efecto de la mano de Fernando en el coño de Melena pero ésta me dijo al oído.
-         Pepe me encanta como me acaricias la teta, mi marido es un bruto, sólo sabe amasarlas.
-         Pues ahora te está metiendo mano en el coño.
-         Sí, me estoy mojando mucho pero es por ti, me gustaría que fuera tu mano, mírame.
Levanté la manta y me quedé extasiado, Malena con la impresionante polla de Fernando agitándola con energía, con la otra mano acariciándome la mía con suavidad y con los pantalones bajados y las piernas abiertas facilitando las caricias de su marido que le atacaba el clítoris, mis nudillos se notaban moverse bajo su camiseta, entre los varios bultos estaba el de su pezón.
-         Pepe me gustaría correrme pero con tus caricias, me gustaría que me acompañaras.
-         Pues lo tienes difícil, todavía no la tengo lo bastante dura para que me puedas hacer una paja.
-         Pero lo estará, ten paciencia, soy muy constante.
-         ¿Cómo está tu marido?
-         Está a punto de correrse, lo noto en su capullo, está duro y quema, ya da palpitaciones y gotea líquido.
-         Espera, te buscaré los pañuelos de mi mujer, no querrás que se manche.
-         Gracias, porque le sale mucha leche y nos pondría perdidos.
Con cuidado busqué en el bolso de Concha, tenía varios y saqué uno sin estrenar, me vino justo pues nada más abrir el paquete le di uno a Malena, estaba agitando con toda velocidad la polla de Fernando cuando empezó a manar como una fuente, ella se esforzaba por cubrir la polla pero los chorros seguían saltando hacia arriba, yo le iba pasando pañuelos que ella iba superponiendo sobre aquél volcán de semen.
Cuando terminó de salir usó los últimos que me quedaban en limpiarle el glande, por suerte no se había manchado el pantalón aunque en la manta sí que aparecían manchurrones blancos.
Fernando suspiró relajado y su mano fue saliendo lentamente entre las piernas de Malena, los dedos se le veían pegajosos y llenos de hebras blancas.
El chico giró hacia el otro lado, al momento se oían sus ronquidos,
Malena se volvió hacia mí, se incorporó un poco y se soltó el cierre del sujetador, por las mangas se sacó los tirantes y por el cuello toda la prenda, a la teta que tenía en mi mano se unió la otra, con los brazos las juntó y pude apretar los dos pezones a la vez.
Mi polla había ganado un poco de dureza pero no era suficiente, Malena cogió mi mano de las tetas y la llevó entre las piernas, por los muslos ya noté la humedad pero en su vagina me encharqué los dedos, cuando los saqué llevó mis dedos a mi boca, los chupé saboreándolos, sabían a mujer caliente.
Mi polla parecía que apuntaba maneras y ya se tenía de pié, la mano de Malena estaba haciendo progresos, se inclinó sobre mí y escupió en el capullo, la saliva de la chica me vino muy bien estaba muy reseco el capullo de tanto frotar y ahora su mano resbalaba suave.
Con mis dedos en su vagina noté como su clítoris estaba duro, lo saqué de entre sus labios, estaba aprisionado por la piel de su pequeño prepucio y salió orgulloso. Malena se apretó más a mi hombro mientras me besaba el cuello.
Su mano ya podía recorrer mi tronco con seguridad y por momentos iba endureciendo la verga.
-         Me gustaría tener una polla como Fernando.
-         No digas tonterías Pepe y concéntrate, ya la tienes dura.
Pasé mi mano por encima del hombro de Malena y le cogí la teta derecha, con la otra que hasta ahora estaba inactiva la metí entre sus muslos y enterré los dedos en la suave carne de la chica.
Ya mi polla estaba dura, no como hace unos años pero si hubiera podido se le hubiera metido en el coño a Malena, creo que a ella no le hubiera importado, me mordía el lóbulo de la oreja y me susurraba el gusto que le estaba dando.
-         Sigue así Pepe, sigue así.
-         ¿De verdad te gusta mi mano?
-         ¿Dónde quieres que te lo firme Pepe?
-         Joder Malena, que buena estás.
-         ¿Te gusta lo que tocas?
-         ¿Lo dudas? Te follaría ahora mismo.
-         Y yo a ti, me subiría sobre tu polla en el pasillo.
-         Joder con la clase turista, si estuviéramos en business no te escapabas.
-         Me encantaría que me metieras esta polla tan suave, la de mi marido está áspera y me hace daño cuando me la mete en el coño, la tuya parece la de un adolescente.
-         ¡Hostia Malena, me estás poniendo a mil! Vas a hacer que me corra.
-         Y tú a mí, tengo el coño ardiendo, méteme un dedo más, así me haré a la idea que es tu verga.
-         ¡Joder! Malena, cómo sabes ponerme cachondo y con estas tetas que tienes…
-         Noto que te gustan, sabes acariciarlas sin hacer daño, sólo me das placer, eres un caballero seductor, ya te lo he dicho Pepe.
-         No te burles de un viejo Malena, sé lo que soy.
-         No me burlo y si volvemos a vernos haré todo lo posible para follar contigo, no te voy a dejar escapar tan fácil.
-         Malena, no me habían dicho esto nunca, me parece que me voy a correr y hace mucho que no lo hago.
-         Pues no te reprimas, yo estoy esperándote hace rato, cuando quieras nos corremos a la vez.
No pudo cumplir sus deseos y se corrió entre mis brazos, odié al reposabrazos de las butacas porque sin ellos la había estrechado contra mí aunque pude agitar su clítoris hasta que sentí que era demasiado para ella y me detuve, sus calambres y espasmos hacía que se me soltara la teta entre mis dedos pero la buscaba y la encontraba dura y suave.
Dejó mi polla un momento, ya no podía coordinar su mano y cuando le fue remitiendo el orgasmo volvió a retomar mi polla y se dedicó a menearla con vigor.
Cuando busqué el bolso de Concha para sacar más pañuelos me di cuenta que se le había caído al pasillo y no lo alcanzaba, mi eyaculación ya venía galopante, Malena se inclinó sobre el reposabrazos y me buscó la polla con la boca, arrastró la manta con ella y descubrió la polla de Fernando que yacía inerte, el culo de Malena se quedó a la vista con el leggins en las rodillas yo tuve que levantar mi cadera para que llegara y se la metí en la boca.
Pasó su mano entre mis piernas y la puso entre mis nalgas tirando hacia ella, me corrí en su boca, no vi la cantidad de semen que tenía retenido porque Malena iba tragando al ritmo de mis impulsos pero algún chorro le salió por la nariz, cuando me dejó en mi asiento, le lloraban los ojos, los labios ya no estaban pintados, estaban mojados de leche amarillenta y espesa, con la lengua repasó lo que quedaba y se lo tragó.
Miré alrededor, la pantalla de cine estaba dando una película de Richard Gere, ya la había visto cien veces y a los demás pasajeros tampoco le interesaba porque estaban todos durmiendo.
Quedamos un rato bajo la manta, Malena con el coño empapando hasta casi las rodillas, la camiseta medio subida con una teta afuera, yo con la polla durmiendo otra vez. Me había limpiado bien con la lengua, no estaba acostumbrada a estos esfuerzos pero estaba contento con ella, se había portado bien.
La chica guardó la polla a su marido mientras éste protestaba gruñendo que lo dejara dormir.
El silbido de los cuatro motores seguía como siempre, fuera de las ventanillas la noche, volábamos sobre un manto de nubes blancas y la luna las iluminaba como una alfombra de algodón.
Sin ganas nos arreglamos la ropa y cogiéndose a mi brazo Malena se durmió, yo no tardé en seguirla.
Un cambio de altura me despertó, por el altavoz informaron que estábamos descendiendo y que sobrevolábamos Montevideo, me habría gustado asomarme pero ahora eran los de ventanilla quienes tenían ventaja.
Concha me preguntó con los ojos apretados si habíamos llegado, le pregunté si había dormido bien, me contestó que sí, yo le dije que también.
Continuará.
Agradezco mucho sus comentarios.
Gracias.

8 comentarios - Viaje de jubilado a argentina 1

LongsFingers
Muy bueno, te mandaste una obra de arte para acabar, ni más ni menos.
masitasexxx
Muy buena historia! Y muy caliente!
mdqpablo
linda historia . exelente viaje y en economica .
kramalo +1
muy bueno...!! el dicho dice: habiendo lengua y dedo, no hay viejo al pedo... jaja!!
pacificlupus
Muy buen comienzo! Muy caliente y bien contado el relato! +10 de una