¿Qué es lo que querés que haga? No sé. Siempre lo hicimos bien, nunca te quejaste. ¿Qué hago mal?
Todo hacés mal. Siempre lo mismo, y te olvidas de mi. Solo querés acabar. Son veinte años haciendo siempre lo mismo.
No seas mala. ¿Siempre lo mismo?
Hay tantas cosas para hacer… pero vos siempre igual. Un poco las tetas, un poco me la chupás y luego adentro, acabás y listo.
¿Y?
Y nada. No te importa si yo acabo o no.
Si acabás
Finjo
¿Cómo qué finjis?
Si, aaaaaaaaah, aaaaaaaaaaaaaaaaaah, aaaaaaaaaaaaaaaaah. Arqueo la espalda, muevo la cabeza y te quedás tranquilo ¿o no?
No sé que decirte… yo te amo…
Ponete en mi lugar.
Enseñame.
OK.
Esa noche, no pasó nada, claro… yo estaba mal y ella también… y ahora me ponía en una situación muy incómoda para poder encararla, pues no me sentía seguro… ¿Qué era lo que hacía mal? Podía esperar a que se le pase o ponerle el pecho a las balas.
Yo también tenía mis quejas… rara vez me daba la cola. No le gustaba probar ciertas cosas.
Después de una semana sin animarme, traté de hacer algo, llegué con flores, fui muy caballero… pero no había respuesta a mis insinuaciones.
Ya estaba por explotar, quería sexo con ella pero no podía, acceder. Todo lo que hacía me parecía artificial. Lo que ayer me era tan fácil hoy me era un muro imposible de escalar. Junté valor y le dije que estaba dispuesto a aprender lo que ella tenía para enseñarme, no sin antes ella también debería aprender.
Claro que yo también debo aprender. - Me replicó- ¿Vos me vas a enseñar?
Me tomó tan desprevenido que me hizo tambalear… Una cosa es que uno desee cosas, fantasías… pero ¿cómo le enseño?
Si. – Contesté a secas.
Bueno hoy empiezo yo. ¿Te parece?
Si, me parece muy bien… ¿Será teórico o práctico? – agregué con ironía.
Será práctico, no necesitarás anotar nada en tu cuaderno.
Pensé que todo iba a empezar con lo previo, con la seducción… pensé que se iba a producir o que me iba a plantear alguna situación cotidiana y me haría una crítica de lo que yo hacía y lo que ella deseaba que le haga… pero no. Así como estábamos me llevó a la cama y me tiró en ella, se abalanzó sobre mí y me hablaba a milímetros de mis labios. Sentía su aliento en mi boca, sus ojos en los míos. Apenas se rozaban nuestras bocas cuando yo buscaba besarla, porque ella se retiraba dejándome con las ganas…
No nene, yo te voy a besar cuando a mi me de la gana. Hoy vas a aprender… a comportarte en la cama.
Su lengua, mojaba mis labios y eso me excitaba… Estaba completamente distinta a lo que siempre solía hacer. Extendida sobre mi cuerpo, tomaba mis muñecas con sus manos como dominando la situación. Creí entender que debía ser pasivo y dejarla actuar así lo hice.
Cuando me besó, fue ella la que introdujo su lengua en mi boca, como una desaforada. Con los labios súper apretados a los míos, con una fuerza y una pasión que nunca me había proporcionado.
Su lengua y sus dientes surcaron mi rostro que su saliva mojó. Mordió mis orejas, mi cuello causándome escalofríos. Se quitó el camisón y me pasó sus tetas por mi rostro húmedo. Lamí sus axilas que sabían a sudor de días y días… Me encantó el gusto de su aroma íntimo. Y ella estaba ardiente como una gata.
¿Y? ¿te gusta así?
Si mucho… pareces una putita.
Este comentario pareció elevar aún más su temperatura… sin dejarme mover se sacó la bombacha, quedando totalmente desnuda. Bajó mi calzoncillo y la remera y se sentó sobre mi pecho con las piernas a cada lado. Sentía la humedad y el calor de su rayita en mi estómago, el aroma fuerte de su néctar. Avanzó hasta que su conchita llegó a milímetros de mi boca. Su aroma y su proximidad me daban ganas de lamerla, hasta hacerla explotar. Pero no. Ella se acomodó al revés. Sus rodillas pasaron debajo de mis axilas, su espalda contra el respaldo de la cama mirando mis pies, sentada sobre mi cara, pero a algunos centímetros, sin que yo pudiera lamer su piel.
¿Te gusta, papito?
Me gusta perra. Puta, dejame chupártela toda. – le dije con mucho deseo y sin paciencia.
Primero me vas a chupar bien el culo.
Con sus manos abrió las nalgas dejándome ver su hoyito cerrado y luego bajó hasta que mi lengua pudo por fin sentirlos… Lo llené de baba, intenté penetrarlo con la lengua, le jugué con mi nariz. Ella jugaba con su clítoris y sentía que era feliz. Jadeaba y se movía para que yo siguiera y siguiera excitándola desde su culo.
Con un movimiento imperceptible, me ofreció toda su húmeda concha… Como me gusta jugar con sus labios, con su minúsculo pene, que mi lengua se pierda dentro suyo, sorber sus líquidos. Mi nariz solo podía oler su aroma empapado de sabor, tan rico, tan suyo.
Ahora gritaba, se arqueaba, se movía como loca. Acabó en mi boca… Un placer para ella y un placer para mí. Siempre quise que ella me dejara chupársela hasta acabar.
Su respiración se fue alentando, sus movimientos también, estaba llegando al relax.
¿Te gustó mi amor? – Me pregunto burlona.
Mucho más de lo que te podrías imaginar.
Ella se rió con cierta malicia, tenía guardada una sorpresa aún. Unas cuantas gotas de orín gotearon en mi boca, para luego soltar un chorro lento que mojo mi cuerpo. No pensé nunca que esto pudiera estar ocurriendo y menos que me pusiera a mil.
Volvió a acostarse sobre mí y su boca me dejó besarla como si fuera una niña de quince años.
Creo que me volví loca…
Me encanta que te pongas así. Fue muy excitante, superaste mis fantasías… y ahora me toca a mi acabar.
No mi amor
Si queres acabar andá al baño yo estoy exhausta…
No hubo lugar para discutir. Me fui al baño y me masturbé… me acosté a su lado y dormimos entre los olores y sabores del sexo.
Todo hacés mal. Siempre lo mismo, y te olvidas de mi. Solo querés acabar. Son veinte años haciendo siempre lo mismo.
No seas mala. ¿Siempre lo mismo?
Hay tantas cosas para hacer… pero vos siempre igual. Un poco las tetas, un poco me la chupás y luego adentro, acabás y listo.
¿Y?
Y nada. No te importa si yo acabo o no.
Si acabás
Finjo
¿Cómo qué finjis?
Si, aaaaaaaaah, aaaaaaaaaaaaaaaaaah, aaaaaaaaaaaaaaaaah. Arqueo la espalda, muevo la cabeza y te quedás tranquilo ¿o no?
No sé que decirte… yo te amo…
Ponete en mi lugar.
Enseñame.
OK.
Esa noche, no pasó nada, claro… yo estaba mal y ella también… y ahora me ponía en una situación muy incómoda para poder encararla, pues no me sentía seguro… ¿Qué era lo que hacía mal? Podía esperar a que se le pase o ponerle el pecho a las balas.
Yo también tenía mis quejas… rara vez me daba la cola. No le gustaba probar ciertas cosas.
Después de una semana sin animarme, traté de hacer algo, llegué con flores, fui muy caballero… pero no había respuesta a mis insinuaciones.
Ya estaba por explotar, quería sexo con ella pero no podía, acceder. Todo lo que hacía me parecía artificial. Lo que ayer me era tan fácil hoy me era un muro imposible de escalar. Junté valor y le dije que estaba dispuesto a aprender lo que ella tenía para enseñarme, no sin antes ella también debería aprender.
Claro que yo también debo aprender. - Me replicó- ¿Vos me vas a enseñar?
Me tomó tan desprevenido que me hizo tambalear… Una cosa es que uno desee cosas, fantasías… pero ¿cómo le enseño?
Si. – Contesté a secas.
Bueno hoy empiezo yo. ¿Te parece?
Si, me parece muy bien… ¿Será teórico o práctico? – agregué con ironía.
Será práctico, no necesitarás anotar nada en tu cuaderno.
Pensé que todo iba a empezar con lo previo, con la seducción… pensé que se iba a producir o que me iba a plantear alguna situación cotidiana y me haría una crítica de lo que yo hacía y lo que ella deseaba que le haga… pero no. Así como estábamos me llevó a la cama y me tiró en ella, se abalanzó sobre mí y me hablaba a milímetros de mis labios. Sentía su aliento en mi boca, sus ojos en los míos. Apenas se rozaban nuestras bocas cuando yo buscaba besarla, porque ella se retiraba dejándome con las ganas…
No nene, yo te voy a besar cuando a mi me de la gana. Hoy vas a aprender… a comportarte en la cama.
Su lengua, mojaba mis labios y eso me excitaba… Estaba completamente distinta a lo que siempre solía hacer. Extendida sobre mi cuerpo, tomaba mis muñecas con sus manos como dominando la situación. Creí entender que debía ser pasivo y dejarla actuar así lo hice.
Cuando me besó, fue ella la que introdujo su lengua en mi boca, como una desaforada. Con los labios súper apretados a los míos, con una fuerza y una pasión que nunca me había proporcionado.
Su lengua y sus dientes surcaron mi rostro que su saliva mojó. Mordió mis orejas, mi cuello causándome escalofríos. Se quitó el camisón y me pasó sus tetas por mi rostro húmedo. Lamí sus axilas que sabían a sudor de días y días… Me encantó el gusto de su aroma íntimo. Y ella estaba ardiente como una gata.
¿Y? ¿te gusta así?
Si mucho… pareces una putita.
Este comentario pareció elevar aún más su temperatura… sin dejarme mover se sacó la bombacha, quedando totalmente desnuda. Bajó mi calzoncillo y la remera y se sentó sobre mi pecho con las piernas a cada lado. Sentía la humedad y el calor de su rayita en mi estómago, el aroma fuerte de su néctar. Avanzó hasta que su conchita llegó a milímetros de mi boca. Su aroma y su proximidad me daban ganas de lamerla, hasta hacerla explotar. Pero no. Ella se acomodó al revés. Sus rodillas pasaron debajo de mis axilas, su espalda contra el respaldo de la cama mirando mis pies, sentada sobre mi cara, pero a algunos centímetros, sin que yo pudiera lamer su piel.
¿Te gusta, papito?
Me gusta perra. Puta, dejame chupártela toda. – le dije con mucho deseo y sin paciencia.
Primero me vas a chupar bien el culo.
Con sus manos abrió las nalgas dejándome ver su hoyito cerrado y luego bajó hasta que mi lengua pudo por fin sentirlos… Lo llené de baba, intenté penetrarlo con la lengua, le jugué con mi nariz. Ella jugaba con su clítoris y sentía que era feliz. Jadeaba y se movía para que yo siguiera y siguiera excitándola desde su culo.
Con un movimiento imperceptible, me ofreció toda su húmeda concha… Como me gusta jugar con sus labios, con su minúsculo pene, que mi lengua se pierda dentro suyo, sorber sus líquidos. Mi nariz solo podía oler su aroma empapado de sabor, tan rico, tan suyo.
Ahora gritaba, se arqueaba, se movía como loca. Acabó en mi boca… Un placer para ella y un placer para mí. Siempre quise que ella me dejara chupársela hasta acabar.
Su respiración se fue alentando, sus movimientos también, estaba llegando al relax.
¿Te gustó mi amor? – Me pregunto burlona.
Mucho más de lo que te podrías imaginar.
Ella se rió con cierta malicia, tenía guardada una sorpresa aún. Unas cuantas gotas de orín gotearon en mi boca, para luego soltar un chorro lento que mojo mi cuerpo. No pensé nunca que esto pudiera estar ocurriendo y menos que me pusiera a mil.
Volvió a acostarse sobre mí y su boca me dejó besarla como si fuera una niña de quince años.
Creo que me volví loca…
Me encanta que te pongas así. Fue muy excitante, superaste mis fantasías… y ahora me toca a mi acabar.
No mi amor
Si queres acabar andá al baño yo estoy exhausta…
No hubo lugar para discutir. Me fui al baño y me masturbé… me acosté a su lado y dormimos entre los olores y sabores del sexo.
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