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Volviendo a los orígenes final

Unos polvos extraordinarios. Tengo 30 años y me llamo Lucía... y tengo una hija cuyo padre es el mi padrino. Mis fantasías sexuales empezaron con apenas unos 8 años. Recuerdo que hojeaba a escondidas las revistas porno de mi hermana Aída, cinco años mayor que yo, por aquel entonces tenía novio…, uno de tantos que ha tenido en su carrera de sexo despendolado, aunque a ella gusta llamarles amantes casuales. Recuerdo aquellas fotografías de hombres esculturales desnudos con un rabo enorme, la cara de las chicas con gesto de placer con un dedo dentro de su boca y sus ojos casi en blanco, aquel líquido blanco espeso sobre esas tetas paraditas, sus ombligos llenos de leche, su coño rasurado y limpio. Me metía debajo de la cama y las hojeaba una y otra vez, mi grado de excitación era enorme, pero aún no conocía la masturbación, tras muchas horas imaginando cuando yo pudiera hacer eso salía de allí y me iba al colegio, me pasaba entonces toda la clase mirando el paquete del profesor de matemáticas, era un señor maduro y casi calvo, pero era lo que tenía en frente y con el fantaseaba. Lo desnudaba con mi mente y veía su rabo frente a mi cara como la chica de la revista, imaginaba aquel hombre maduro lamiendo mis pechos que aún no acababan de salir del todo, podía pasarme todo un día fantaseando. Aquellas fantasías eran tan mías que me acompañaron el resto de mi vida hasta hoy.
Por cosas del destino perdí tarde la virginidad a los 15 con ayuda de mamá y la excelente verga de mi padrino, casualidades de la vida vino a trabajar a nuestra comarca…, soltero, guapo y bien proporcionado, en casa lo recibimos con los brazos y las piernas abiertas las tres féminas que la habitábamos.... La sexualidad se vivía en aquellos lares como un menester más de la vida, pero pese a ello no iba a ser ni mucho menos cercano a lo que imaginaba, por eso mi madre me percató que si no se hacía correctamente con la persona adecuada podría ser dolorosa y sobria…. El chico podría ser genial, pero los prejuicios en la cabeza de los lugareños son terribles para las chicas, así me dijo mamá desmontando mis esquemas sin decir nada más. Aquella noche cuando me quedé sola puse una peli porno y me masturbé, cogí el bote de la pasta de dientes que había en el baño, es redondito y largo, me preparé sexy para mí misma, me puse una braguita de esas que quedan por debajo del ombligo, un picardías blanco que me encantan como me quedan en la piel negra que tengo, me miré en el espejo del baño y me vi guapa, delgada, sin tripa, aquellas piernas largas y pensé que cualquier hombre quisiera tener este cuerpo a su merced con mi permiso para hacer lo quiera con él, por lo tanto mi mala experiencia sexual a lo mejor no era culpa mía sino suya. Me fui al sofá y seguí viendo la peli que había avanzado un buen poco, había una mujer dándole una mamada bestial a un tío de una verga enorme, me calenté bastante con el vídeo y desee ser aquella chica. Empecé acariciarme por encima de mi braguitas con una mano y con la otra imaginaba que aquel hombre tocaba mis tetas suavemente, metí mis dedos por dentro de la bragas y estaba ya muy mojada, así que me quité las bragas y abrí mis piernas, las tengo muy largas, medía 165, las dejé reposar en el sillón y observé aquel bote de pasta de diente, imaginé que era el rabo de ese hombre que veía en la tele y me lo metí en la boca, lo mojé de mi saliva y empecé acariciar mi clítoris con él. En ningún momento pensé que aquello era un bote de pasta dental, empecé a introducirlo en mi…, sentí como se abrían de par en par mientras lo introducía las paredes de mi coñito, al principio era suave porque la primera parte era más estrecha, pero a partir de la mitad aquel cilindro se ensanchaba, hice presión y lo metí hasta donde pude, lo metí con fuerza una y otra vez, mi tripa bajaba y subía y pensé en casi todos los hombres con los que había fantaseado, el chico de la tele le metía su rabo por detrás a la chica y yo mi cilindro…, a la vez de ellos sentí mi orgasmo. Me quedé sin aire un momento, respiré, me relajé y me quedé dormida.
Hacía ya diez días que mi padrino Raúl estaba apostado en casa dirigiendo la reforma de su vivienda y realizando su trabajo de campo para el que había venido a realizar…, completamente integrado cual si fuera el esposo de mí madre convivía con nosotras en plena confianza, yendo rodado entre los cuatro desde mí desvirgue. Lo que peor llevaba era que mi padrino se fue a la cama de mamá y yo me trasladé a mi cama junto a Aída reduciendo las posibilidades de tener más continuadas las relaciones con él, debido a que mi madre lo acaparaba en sesión continua cada noche, ¡Mi madre se hallaba muy necesitada! Tanto se le notaba que el cambió el carácter de la noche a la mañana, pero si mi madre era mujer madura con sus necesidades fisiológicas atrasadas, yo no era para menos. Mi hermana se tiraba a Abdul, pero yo solo tenía a mi dedo y tras conocer los placeres de ser penetrada por semejante semental, mi cobertura sexual creció a cotas inimaginables para mí hasta ese momento. Sé que Aída se lo benefició en la primera ocasión nada más instalarse en su cuarto, y a mi madre no le faltaba rabo cada noche, así que yo no hacía más que pensar en cómo tener un buen polvo con el macho desvirgador de mi padrino…, que me hiciera sentir incluso mejor que lo que había sentido la primera vez. Convencida de dejar de usar la técnica de masturbarme sola en un momento de mi vida en que ya sabía que había algo más que eso. Hablé con Raúl y quedamos por la tarde, a eso de las seis, me pasó a recoger y decidimos dar un paseo por el campo para hablar. Él no se había enterado de mi propia voz que yo quedé satisfecha de cómo me desvirgó…, se lo dije de la forma menos ansiosa que pude para no darle a entender lo muy bueno que es, tan bueno que me desespera, me preguntó qué quería en sí y yo le dije… ¿Soy guapa? Sí guapísima… ¿Te gusto?Muchísimo…. Entonces porqué no me aprovechas y me usas a tu antojo ¡¿Por qué no lo hacemos ahora?!
Se quedó un poco cortado, dijo que quería que me sintiera querida y respetada y no como un objeto sexual. Cuando oí aquello fue la gota que colmó el vaso, le dije que me quería ir a casa otra vez, pero el no quiso, dijo que entráramos más entre los carballos y que siguiéramos hablando, que le dijera que me gustaba hacer y que el pondría de su parte. Entonces yo empecé hablar. Mira, le dije…, quiero un hombre que no tenga compasión de mí, que me use, que bese todo mi cuerpo, que me meta su rabo lo más dentro que pueda y me haga gritar como una perra en celo. Que me meta su polla en la boca y me haga chapársela hasta que me corra y te corras en ella. Que llegues a casa y rompas la blusa salvajemente, me tires encima de la mesa y me folles, que te corras dentro de mi coño, encima de mis tetas, de mi cara, de mis nalgas, de mi ombligo, quiero un hombre que no use su moral conmigo, que se olvide de ella y me haga sentir que todas mis fantasías juntas se hacen realidad. Yo seguía hablando, de repente noté que toda su cara estaba roja, sus ojos me miraban como si fuera un depravado, como si el diablo se hubiera metido en su cabeza, pensé que se había enojado tanto que lo mismo me pegaba y me dejaba allí mismo, de su boca solo le faltó salir la típica baba que salen de las fieras cuando están a punto de atacar.
Ya eran eso de las 7 de la tarde y el sol casi se escondía, se veía a mi derecha la luna y el coche ni se divisaba, habíamos caminado mucho y estábamos muy dentro del bosque de carballos. El seguía allí parado sin hablar y yo ya estaba callada pensado que a lo mejor la había cagado y había herido sus sentimientos. Pero entonces de repente, vi sus pantalones, vi aquel bulto, noté que su cipote estaba duro con un empalmado de 22 cm. En ese momento y casi sin que cayera en la cuenta el me agarró de los hombros, me hizo presión invitándome a agacharme ayudándome para que no me hiciera daño. Rompió como un animal los botones de mi camisa y se abalanzó sobre mis tetas, las chupaba como loco, estaba irreconocible, yo llevaba una faldita corta de estampados coloristas de flores negra y ni la quitó. La subió sobre mi tripa, me quito las braguitas y metió su cabeza allí dentro, yo abrí los ojos loca de placer y le pedía a Dios me ayudara a aguantar sin correrme para disfrutar de las acometidas de tan vigoroso macho. Miraba aquellos árboles entre la ya oscuridad y me sentí indefensa en sus brazos, sin que nadie pudiera ayudarme si pidiera auxilio, sentía su nariz encima de mí clítoris, movía su lengua dentro de mi raja como un animal, sin pudor con ternura, yo movía las piernas por el placer que sentía, pero él las agarraba con fuerza. Me asomaba consiguiendo ver solo el pelo negro de su cabeza, su movimiento…, pronto tuve el primer orgasmo y pensé que allí había acabado todo, pero no fue así, se apartó, se puso a mi lado y se quitó la ropa muy rápido. Yo intenté incorporarme pero no me dejó, estábamos entre dos árboles pequeños y de repente vi que cogía el cinturón suyo y me ató la mano a uno de ellos, con un calcetín me ató la otra al otro árbol, ¡¡Nunca pensé que un rabo podía ponerse así de grande!! pensé que me lo metería en el coño en ese momento pero no, allí atada acostada boca arriba. Se arrodilló sobre mí, luego puso su cuerpo de manera que toda su verga quedaba a la altura de mi boca, me agarró el pelo con una mano y con la otra su falo, prácticamente no dejo que se la chupara…, me folló la boca literalmente. Yo movía mi cabeza intentando lamérsela pero no hubo manera, sentí su fuerza sin ternura, sin miedo. Me mantuvo en esa postura unos cinco minutos sin compasión en una felación sin tregua en los que solo se oía el ruido de su corazón agitado y me chapoteo de baba mamando el pollón imposible de contener en mi angosta boquita. Estaba siendo mi primera mamada, mi estreno como felatriz que años después perfeccioné hasta la maestría. Unos minutos más ahondando en mi garganta cuando sentí obstruir mi laringe de aliente y espesa leche…, una convulsión con otras desencadenó un río de chorros de lefa atorándome al punto de ahogarme. Supo sacarla a tiempo y dejarme respirar y en su honor le di el gusto de tragarme todo el esperma descargado, que no fue poco. Pensé que todo había terminado allí y que había sido maravilloso, pero él siguió…, su cipote continuaba erguido y presto al combate cuerpo a cuerpo….
Abrió mis piernas y me observó con una sonrisa pícara y empezó a meter tres de sus dedos en mi rajita, los sacaba y la besaba, la lamía, sentía la punta de su lengua intentando entrar por miagujerito calentorro exultante de fluidos ansioso por recibir la visita del caprichoso falo de mi padrino sin poder aguantar por más tiempo. Al rato empezó a meterme todo su rabo, estaba enorme y se podían percibir sus venas hinchadas a su derredor. Se subió mis dos piernas sobre sus hombros continuando yo con las manos atadas…, metió con toda la fuerza que pudo su polla, y empezó a embestirme sin compasión, sentí la fuerza de su cuerpo dentro de mí, la potencia del enorme badajo que se hacía cada vez con más fuerza en mis entrañas. Así duró al menos 15 minutos sin parar, sin bajar el ritmo hasta que yo empecé a gritar, las lágrimas se me salían pero no me preguntó por qué, soltó unas de mis manos y me puso de lado, volvió a meter su rabo en mi conejo ajado y hambriento…, y cogiendo nuevo impulso empezó a darme convigorosidad. Mis gritos se escurrían por dentro del monte quedando ahogados entre los robles, nadie vino a socorrerme. No había un solo milímetro de su rabo que no entrara en mi rajita, poco a poco y sin darse cuenta me soltó las manos que estaban atadas sin dejar de follarme, me acomodé sin desistirde la actividad y le abracé con ímpetu. Movía mi cintura de tal manera que hiciéramos el mismo ritmo, agarre sus nalgas con fuerza y seguí gritando cada vez que sentía su glande en la pared de mi vagina y sus gordas pelotas golpearme en mi culo al atravesarme entera con fiereza. De repente no eran solo mis gritos sino los suyos también… ¡Dios mío! Dios, dios, ¡Aaaggg me corro! Lo dijimos a la vez, sentí por segunda vez su leche pero esta vez dentro de mi útero, la sentía caliente abrasando mi fondo uterino como lava. Pensaba que toda su lefa había acabado en mi estómago, pero no aún le quedó unos buenos chorros de leche que colmaron mi estrecha vaginita…, no dejó que se desperdiciara nada fuera y la caló hasta el fondo manteniéndola a tope y una vez allí con pequeños mete saca fue inseminándome a fin de vaciar sus musculosos testículos. Durante ese minuto se produjo un silencio sordo, donde solo se sentían nuestros corazones palpitar, algo extraño sentí en mi vientre, diferente a mi primera vez… ¡Sin duda era sensación de una mujer con experiencia! Eso pensé yo…, la sorpresa vendría después encarnada en el fruto de dicho acto impúdico. Descansamos un rato y nadie dijo nada más en el camino de vuelta. Al día siguiente aquel hombre embrutecido del bosque era otra persona, el hombre que deseaba y quería como amante y padrino…, de carácter tranquilo y pasivo. Me vino con un ramo de rosas con una nota que decía…, No quiero imaginar a ningún otro hombre haciéndolo contigo, no quiero que te canses de mí porque desde que te amé por primera vez estoy verdaderamente embrujado.La única premisa de aquel romántico gesto era que sentían lo mismo mi hermana y mi madre…, sin más remedio las tres lo debíamos de compartirlo onerosamente.
Mi padrino llegó en marzo con una plaza para unos meses, tal vez años... pero antes de terminar el año nos tenía a las tres preñadas y para más INRI, grancias a que su polla pasaba de un coño a otro en cosa de horas algunas veces, las feromonas se transfirían también, consiguiendo que las tres hembras menstruaramos a la misma vez. Con ello dejábamos al semental descansar durante una semana o poco más y después a saco, porque durante y después de la menstruación podíamos follar libremente, estábamos convencidas que en un ciclo típico de 28 días, donde la ventana de la fertilidad es por lo general entre el Día 11 y el Día 21 nunca podríamos quedar preñadas, según el método ogino que utilizaba mamá. Lo que no sabíamos era que el esperma no solo puede vivir de 1 o 2 días, sino hasta 5 dentro del útero. Si el sangrando nos duraba 6 días…,la gran sorpresa vino cuando después del periodo, nos comenzamos a mover hacia la ventana de la fertilidad. Raúl no paraba con una o con otra todas las semanas nos follaba una o dos veces a cada una…, naturalmente tuvimos relaciones sexuales a gogo sin restricciones, sin anticonceptivos y sin condones, recibiendo esperma por todos lados, por supuesto hasta acercarnos a la a la ventana de la fertilidad inconscientemente…. Dejamos de sangrar en el Día 6, follamos mogollón a pelo llenando nuestros coñito de lefa el Día 7, y resulta que ovulamos todas en el Día 11. Blanco y en botella…Leche. Cantidades ingentes de esperma del Día 6 estaban esperando en las trompas de Falopio presta a la concepción. Por supuesto, la suerte de quedarse preñada después de su periodo aumenta cada día después de que dejar de sangrar. Ni tontas ni perezas… “Si usted está tratando de concebir, este es un buen momento para empezar a tener relaciones sexuales” eso es lo que nos decía nuestro cuerpo sin hacerle el menor caso… no paramos de follar en días seguidos, atiborrándonos de esperma por todos lados, aumentando las posibilidades de quedar preñadas sin saberlo. No nos vino la regla a ninguna de nosotras al mes siguiente, y aquello pintaba mal, cuando no hicimos la prueba la evidencia se mostró clara ¡¡NOS HABÍA PREÑADO A LAS TRES!! Mi padrino se hizo cargo de nosotras y ahora vivimos en una familia numerosa. Mi madre solo quedó preñada esa vez, mi hermana ya tiene dos bebés de Raúl y yo he parido dos hijos suyos y estoy preñada del tercero, es decir, que en casa somos cuatro adultos y cinco niños, pronto seis.
                                                          FIN

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