No pues, Yomar conocía bien el historial de novios de Pam, su madre. La hembra si que era entrona, y estaba bien sabrosa. Abandonada por su marido de ha unos cinco años, ella decía que porque lo cacho con otra, pero Yomar sospechaba que fue a su madre a quien encontraron con el lechero.
El asunto es que en la vecindad ya los amigos de Yomar, le decían en voz baja "que buena esta tu mama, es toda una putita", a lo cual Yomar solo reía, y junto a sus amigos, le echaban un ojo a ese hermoso culo.
Con Juancho fue el primero con quien Pam se empezó a portar así <lo metió a la casa>. Yomar, a sus 20 años, sabia que su madre no había hecho eso con otros, y no entendía el trato especial para Juancho, cuando sabían que Juancho estaba casado. N i modo no saberlo, era de la vecindad, y su casa y su mujer, estaban a dos cuadras.
Tal vez por eso Pam lo empezó a meterlo de noche a la casa. Yomar se daba cuenta pues se quedaba en la sala viendo la tv, los veía entrar, sentarse en el sillón al otro lado de la sala, abrazarse, cuchichear, darse de besos y ponerse bien kachondos. Por supuesto que Yomar no perdía detalle, le gustaba ver como se besaban, y como le encantaba a su madre hacer eso. ¿O seria lo que Juancho hacia con sus manos?
Empezaban tímidamente, y después de unos minutos ya eran algo descarados. Veía la dedicación de su madre al besar a Juancho. Ya encendidos, y mientras se besaban, podía ver como las manos de Juancho se aferraban a las nalgas de su madre, irle subiendo el vestido, exponer su trasero, y separar suavemente esas nalgotas, estirar el calzón, hundir los dedos por ahí.
Yomar ya no veía la tele. Más bien se entretenía viendo a esos dos. Veía como juancho le bajaba el escote, le corría el sosten, y empezaba a chupar con suavidad las rikas tetas de su madre.
Pam, sentada sobre Juancho le mostraba el kulo delicioso. A juancho se le veía el bultote de su entrepierna, estirando la pantaloneta que sobresalía de las nalgas de su ma.
A Yomar le daban ganas de sumarse. Quería tocar y palmear las nalgas de Pam, y si que le daban ganas de sobar el bulto de Juanchote. Enorme, grande, aunque no pasado de libras, Juancho era fornido, y bien macho.
Yomar esperaba el momento en que Juancho o su madre, sacaran y expusieran al aire libre aquella vergota. Le daba curiosidad cómo se miraría, qué tan grande, ¿seria peluda? pero no...
Pam se levantó y fue al baño.
Entonces Juancho se acercó a Yomar diciéndole, <estas gozando con lo que estas viendo, eh kabron>.
Yomar riendo le devolvió <pero no te la sacas macho, ya se la hubieras puesto>, y a lo dicho, le dio un pellizcon a la verga de Juancho, quien grito entre adolorido y divertido.
<Ke riko pellizcas tu, ¿la kieres ver?>.
-Claro ke si.
<Pero si te la enseño, me la tokas kabron>.
Sabiendo que de premio tendrás a mami, que vas a dejar kue te la toque, y si nos ve, adios a tu cogida, respondió Yomar.
Justo oyeron a Pam salir del baño, y cada quien volvió a su puesto.
La conversación con Yomar puso mas caliente a Juancho, de modo que se levanto al encuentro de Pam <hora de ir a la cama muñeca>. Si vayan de una vez, respingo Yomar, no tienen porque estar comiendo delante del hambriento. Entre risitas picaras, apretonsitos y jadeos, se fueron a la habitación.
Los jadeos, gritos de su madre, y los respingos de Juancho, resonaron en el cerebro de Yomar hasta que decidió ir a dormir.
El asunto es que en la vecindad ya los amigos de Yomar, le decían en voz baja "que buena esta tu mama, es toda una putita", a lo cual Yomar solo reía, y junto a sus amigos, le echaban un ojo a ese hermoso culo.
Con Juancho fue el primero con quien Pam se empezó a portar así <lo metió a la casa>. Yomar, a sus 20 años, sabia que su madre no había hecho eso con otros, y no entendía el trato especial para Juancho, cuando sabían que Juancho estaba casado. N i modo no saberlo, era de la vecindad, y su casa y su mujer, estaban a dos cuadras.
Tal vez por eso Pam lo empezó a meterlo de noche a la casa. Yomar se daba cuenta pues se quedaba en la sala viendo la tv, los veía entrar, sentarse en el sillón al otro lado de la sala, abrazarse, cuchichear, darse de besos y ponerse bien kachondos. Por supuesto que Yomar no perdía detalle, le gustaba ver como se besaban, y como le encantaba a su madre hacer eso. ¿O seria lo que Juancho hacia con sus manos?
Empezaban tímidamente, y después de unos minutos ya eran algo descarados. Veía la dedicación de su madre al besar a Juancho. Ya encendidos, y mientras se besaban, podía ver como las manos de Juancho se aferraban a las nalgas de su madre, irle subiendo el vestido, exponer su trasero, y separar suavemente esas nalgotas, estirar el calzón, hundir los dedos por ahí.
Yomar ya no veía la tele. Más bien se entretenía viendo a esos dos. Veía como juancho le bajaba el escote, le corría el sosten, y empezaba a chupar con suavidad las rikas tetas de su madre.
Pam, sentada sobre Juancho le mostraba el kulo delicioso. A juancho se le veía el bultote de su entrepierna, estirando la pantaloneta que sobresalía de las nalgas de su ma.
A Yomar le daban ganas de sumarse. Quería tocar y palmear las nalgas de Pam, y si que le daban ganas de sobar el bulto de Juanchote. Enorme, grande, aunque no pasado de libras, Juancho era fornido, y bien macho.
Yomar esperaba el momento en que Juancho o su madre, sacaran y expusieran al aire libre aquella vergota. Le daba curiosidad cómo se miraría, qué tan grande, ¿seria peluda? pero no...
Pam se levantó y fue al baño.
Entonces Juancho se acercó a Yomar diciéndole, <estas gozando con lo que estas viendo, eh kabron>.
Yomar riendo le devolvió <pero no te la sacas macho, ya se la hubieras puesto>, y a lo dicho, le dio un pellizcon a la verga de Juancho, quien grito entre adolorido y divertido.
<Ke riko pellizcas tu, ¿la kieres ver?>.
-Claro ke si.
<Pero si te la enseño, me la tokas kabron>.
Sabiendo que de premio tendrás a mami, que vas a dejar kue te la toque, y si nos ve, adios a tu cogida, respondió Yomar.
Justo oyeron a Pam salir del baño, y cada quien volvió a su puesto.
La conversación con Yomar puso mas caliente a Juancho, de modo que se levanto al encuentro de Pam <hora de ir a la cama muñeca>. Si vayan de una vez, respingo Yomar, no tienen porque estar comiendo delante del hambriento. Entre risitas picaras, apretonsitos y jadeos, se fueron a la habitación.
Los jadeos, gritos de su madre, y los respingos de Juancho, resonaron en el cerebro de Yomar hasta que decidió ir a dormir.
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