mi mujer y yo fuimos invitados a cenar en casa de nuestros amigos, ya que ella, Mari, se encontraba sola en casa, su marido estaba en Madrid en un cursillo de trabajo durante toda la semana y no volvía hasta dentro de tres días, por lo que nuestra querida amiga, para no estar sola, decidió invitarnos a cenar como había hecho decenas de veces al igual que nosotros, a lo que accedimos gustosamente para hacerle compañía y pasar un rato agradable.
Bueno, pues llegamos a su casa y como era costumbre en esas ocasiones, mientras ellas dos se contaban sus chismes en la cocina preparando la cena y la sangría que más tarde nos iba a traicionar placenteramente, yo sentado en el cómodo sofá aproveché para tomarme un par de cervezas.
Todo transcurrió normalmente, como siempre, cenamos, hablamos, reímos y bebimos... pero los vapores etílicos de la sangría poco a poco iban haciendo efecto en las dos mujeres que no estaban muy acostumbradas a tomar alcohol, de manera que de una conversación trivial, con los típicos comentarios sobre los hijos, el colegio y el trabajo, se pasó gradualmente a un tono más subido, y entre risas nerviosas las dos amigas comenzaron a hacer bromas de cómo cogian sus maridos, de qué y cómo les gustaba a ellas que se lo hicieran... Así de directo.
Me quedé pasmado ante aquella actitud que nunca se había dado en ellas, y aquello me hizo comenzar a ver que la situación, si seguía así, iba a tomar un cariz muy distinto al acostumbrado en nuestras reuniones, y francamente, como soy un poco retorcido, mi mente comenzó a trabajar así que aprovechando la ausencia del marido de nuestra amiga en vez de desviar la conversación hacia terrenos más cotidianos, dejé salir mi lado más morboso para intervenir en la conversación, provocándolas y encendiéndolas más todavía con frases muy calientes, a ver hasta donde eran capaces de llegar.
Siguiendo su juego hice un par de comentarios, ya desbocados del todo sobre el tamaño de mi pija de la mejor postura en que prefería cogerme a mi mujer y de cómo me gustaba que se vistiera cuando teníamos una noche "caliente", con minifalda, medias, portaligas, tacos altos, y maquillada como una puta
Fue ya entonces cuando nuestra amiga, con su risa nerviosa y con las pupilas dilatadas, que indicaban que estaba caliente , se levantó de la mesa e invitó a mi mujer, que no se hizo mucho de rogar, a ir a su habitación para enseñarle una colección de prendas de vestir (o de medio vestir) que tenía desde hacía tiempo y que confesó no utilizar por el desgano de su marido a participar en sus fantasías, que parecían ser muchas.
Desaparecieron en la habitación y yo me quedé sentado en el sofá,
al cabo de unos diez minutos más o menos, se abrió la puerta del cuarto y salieron las dos mujeres.
les aseguro, aquello fue de infarto; aun esperándome una sorpresa, nunca pensé que sería tan impactante y ellas tan descaradas. Las dos se habían vestido para la ocasión, a raíz de mi comentario, con unas minifaldas que perturbaban la vista, medias y portaligas,
Mi mujer, con una falda cortísima de color rojo y una raja que le llegaba hasta la cadera, dejaba ver sus hermosas piernas, adornadas con unas medias de color negro sostenidas por dos ligas rojas, rematando con una blusa semitransparente también de color rojo donde se entreveían sus dos hermosos pechos desnudos, y con un escote que le llegaba hasta el ombligo,
Mari, también muy perra ella, llevaba puesta una minifalda de color negro, igual de escandalosa que mi mujer, con medias negras , blusa negra transparente con sus dos enormes pechos (en eso sí me había fijado yo desde que la conocí
estaban para comérselas, así que las invité a moverse más todavía para poder admirar con más detalle sus cuerpos que vibraban de sensualidad.
Las faldas tan cortas que vestían, se deslizaban con cada movimiento hacia arriba desnudando sus nalgas que solamente estaban cubiertas por la tira de la tanga que se habían puesto también, y eso les daba un aire más sexy todavía, provocando en mí una sensación que comenzaba a ser insoportable, pues mi pija estaba mas que dura
mi mujer se acercó a mí y sentándose sobre mí, me propinó un movimiento de cadera que me puso la pija mas dura Mari, sin intervenir en ello, nos animaba dulcemente a seguir, incluso se atrevió a acariciar nuestras espaldas mientras nos entregábamos a aquél beso inacabable, con nuestras lenguas cruzándose en nuestras bocas con furia animal.
Después aparté suavemente a mi mujer de encima mío y la tumbé boca arriba en el sofá subiéndole lentamente la falda hasta el ombligo y apartando la tanga, acerqué mi boca a los labios de su vagina húmedo para comenzar a comérselo con verdaderas ganas.
Succioné su clítoris chupándolo y mi lengua penetró retorciéndose en su vagina caliente, haciéndole emitir unos suspiros de gusto que caldeaban más el ambiente. Coloqué sus piernas en mis hombros, una a cada lado, para facilitar mi tarea, y así estuve durante unos minutos, mientras nuestra amiga, sentada en el otro extremo del mismo sofá contemplaba sin perder detalle nuestras maniobras. Yo, que permanecía sin levantar la cabeza de entre las piernas de mi esposa, podía oír como Mari respiraba entrecortadamente, jadeando, estaba muy caliente, así que cuando me quise incorporar para quitarme los pantalones, pues había llegado la hora de cogerme a mi esposa , noté la mano de Mari en mi espalda deteniéndome para seguidamente ser ella quien me desabrochara el cinturón y estirando del pantalón me despojó del mismo así como de los calzoncillos. Mi pija salió dura como una piedra y morada,
Me levanté, me puse de pie y coloque a mi mujer de rodillas, a cuatro patas sobre el cómodo sofá, le hice abrir las piernas y cuando me disponía a coger a mi esposa , nuestra amiga quien agarrándomela y estirando de mi pija la colocó en la entrada del agujero de la cola de mi esposa . cuando de un empujón entré en mi esposa hasta los huevos y comencé a cogerla , Mari se sentó más cerca de los dos, y mientras con una mano acariciaba mis nalgas acompañando el ritmo con la otra observé como jadeando se masajeaba los dos enormes pechos primero para después llevar la mano a su vagina y comenzar a masturbarse descaradamente observando mi pija entrando y saliendo del culo de mi mujer.
Por fin llegó el clímax, después de unos minutos dándole por detrás a mi querida perra, ésta me avisó de que se iba a correr así que aceleré mis embestidas frenéticamente pues yo también estaba por acabar
Mi esposa comenzó a acabar salvajemente y yo avisé de que iba a soltar mi chorro de leche de un momento a otro, así que saqué mi pija de su cola para que se pudiera tumbar sobre el sofá boca arriba ya cabar sobre ella como a veces acostumbramos a hacer.
Mari, mientras, estaba también a punto de acabar, pues el espectáculo que le habíamos ofrecido la había puesto totalmente fuera de sí, así que me llevé otra grata sorpresa. Cuando mi mujer tumbada sobre el sofá esperaba que la rociara con mi leche, Mari sin pensárselo para nada la acompañó, tumbándose a su lado
Aquella acción de Mari me puso tan caliente que agarrándome la pija comencé a masturbarme con fuerza y en pocos segundos, lo descargué todo sobre las dos mujeres, pechos, cara y vientre de ambas quedaron llenas de leche.
Mari confesó que desde hacía tiempo estaba un poco "desatendida" y que aquella velada había despertado en ella la sensación que hacía tiempo no sentía a causa de la poca actividad sexual que tenía, pero nos prometió que en nuestra próxima reunión iba a estar a la altura de las circunstancias, confesión que nos animó a quedar para otro día.
Prometimos como antes he dicho, no decir de momento nada a su marido pero sí estuvimos de acuerdo en que de alguna manera teníamos que hacerlo entrar en nuestros juegos, era lo más propio, ya que mi querida esposa, ya puestos a confesar, admitió que tenía verdadera curiosidad por ver a su marido en acción y por eso estaba dispuesta a "animarlo" para entrar en situación.
Bueno, pues llegamos a su casa y como era costumbre en esas ocasiones, mientras ellas dos se contaban sus chismes en la cocina preparando la cena y la sangría que más tarde nos iba a traicionar placenteramente, yo sentado en el cómodo sofá aproveché para tomarme un par de cervezas.
Todo transcurrió normalmente, como siempre, cenamos, hablamos, reímos y bebimos... pero los vapores etílicos de la sangría poco a poco iban haciendo efecto en las dos mujeres que no estaban muy acostumbradas a tomar alcohol, de manera que de una conversación trivial, con los típicos comentarios sobre los hijos, el colegio y el trabajo, se pasó gradualmente a un tono más subido, y entre risas nerviosas las dos amigas comenzaron a hacer bromas de cómo cogian sus maridos, de qué y cómo les gustaba a ellas que se lo hicieran... Así de directo.
Me quedé pasmado ante aquella actitud que nunca se había dado en ellas, y aquello me hizo comenzar a ver que la situación, si seguía así, iba a tomar un cariz muy distinto al acostumbrado en nuestras reuniones, y francamente, como soy un poco retorcido, mi mente comenzó a trabajar así que aprovechando la ausencia del marido de nuestra amiga en vez de desviar la conversación hacia terrenos más cotidianos, dejé salir mi lado más morboso para intervenir en la conversación, provocándolas y encendiéndolas más todavía con frases muy calientes, a ver hasta donde eran capaces de llegar.
Siguiendo su juego hice un par de comentarios, ya desbocados del todo sobre el tamaño de mi pija de la mejor postura en que prefería cogerme a mi mujer y de cómo me gustaba que se vistiera cuando teníamos una noche "caliente", con minifalda, medias, portaligas, tacos altos, y maquillada como una puta
Fue ya entonces cuando nuestra amiga, con su risa nerviosa y con las pupilas dilatadas, que indicaban que estaba caliente , se levantó de la mesa e invitó a mi mujer, que no se hizo mucho de rogar, a ir a su habitación para enseñarle una colección de prendas de vestir (o de medio vestir) que tenía desde hacía tiempo y que confesó no utilizar por el desgano de su marido a participar en sus fantasías, que parecían ser muchas.
Desaparecieron en la habitación y yo me quedé sentado en el sofá,
al cabo de unos diez minutos más o menos, se abrió la puerta del cuarto y salieron las dos mujeres.
les aseguro, aquello fue de infarto; aun esperándome una sorpresa, nunca pensé que sería tan impactante y ellas tan descaradas. Las dos se habían vestido para la ocasión, a raíz de mi comentario, con unas minifaldas que perturbaban la vista, medias y portaligas,
Mi mujer, con una falda cortísima de color rojo y una raja que le llegaba hasta la cadera, dejaba ver sus hermosas piernas, adornadas con unas medias de color negro sostenidas por dos ligas rojas, rematando con una blusa semitransparente también de color rojo donde se entreveían sus dos hermosos pechos desnudos, y con un escote que le llegaba hasta el ombligo,
Mari, también muy perra ella, llevaba puesta una minifalda de color negro, igual de escandalosa que mi mujer, con medias negras , blusa negra transparente con sus dos enormes pechos (en eso sí me había fijado yo desde que la conocí
estaban para comérselas, así que las invité a moverse más todavía para poder admirar con más detalle sus cuerpos que vibraban de sensualidad.
Las faldas tan cortas que vestían, se deslizaban con cada movimiento hacia arriba desnudando sus nalgas que solamente estaban cubiertas por la tira de la tanga que se habían puesto también, y eso les daba un aire más sexy todavía, provocando en mí una sensación que comenzaba a ser insoportable, pues mi pija estaba mas que dura
mi mujer se acercó a mí y sentándose sobre mí, me propinó un movimiento de cadera que me puso la pija mas dura Mari, sin intervenir en ello, nos animaba dulcemente a seguir, incluso se atrevió a acariciar nuestras espaldas mientras nos entregábamos a aquél beso inacabable, con nuestras lenguas cruzándose en nuestras bocas con furia animal.
Después aparté suavemente a mi mujer de encima mío y la tumbé boca arriba en el sofá subiéndole lentamente la falda hasta el ombligo y apartando la tanga, acerqué mi boca a los labios de su vagina húmedo para comenzar a comérselo con verdaderas ganas.
Succioné su clítoris chupándolo y mi lengua penetró retorciéndose en su vagina caliente, haciéndole emitir unos suspiros de gusto que caldeaban más el ambiente. Coloqué sus piernas en mis hombros, una a cada lado, para facilitar mi tarea, y así estuve durante unos minutos, mientras nuestra amiga, sentada en el otro extremo del mismo sofá contemplaba sin perder detalle nuestras maniobras. Yo, que permanecía sin levantar la cabeza de entre las piernas de mi esposa, podía oír como Mari respiraba entrecortadamente, jadeando, estaba muy caliente, así que cuando me quise incorporar para quitarme los pantalones, pues había llegado la hora de cogerme a mi esposa , noté la mano de Mari en mi espalda deteniéndome para seguidamente ser ella quien me desabrochara el cinturón y estirando del pantalón me despojó del mismo así como de los calzoncillos. Mi pija salió dura como una piedra y morada,
Me levanté, me puse de pie y coloque a mi mujer de rodillas, a cuatro patas sobre el cómodo sofá, le hice abrir las piernas y cuando me disponía a coger a mi esposa , nuestra amiga quien agarrándomela y estirando de mi pija la colocó en la entrada del agujero de la cola de mi esposa . cuando de un empujón entré en mi esposa hasta los huevos y comencé a cogerla , Mari se sentó más cerca de los dos, y mientras con una mano acariciaba mis nalgas acompañando el ritmo con la otra observé como jadeando se masajeaba los dos enormes pechos primero para después llevar la mano a su vagina y comenzar a masturbarse descaradamente observando mi pija entrando y saliendo del culo de mi mujer.
Por fin llegó el clímax, después de unos minutos dándole por detrás a mi querida perra, ésta me avisó de que se iba a correr así que aceleré mis embestidas frenéticamente pues yo también estaba por acabar
Mi esposa comenzó a acabar salvajemente y yo avisé de que iba a soltar mi chorro de leche de un momento a otro, así que saqué mi pija de su cola para que se pudiera tumbar sobre el sofá boca arriba ya cabar sobre ella como a veces acostumbramos a hacer.
Mari, mientras, estaba también a punto de acabar, pues el espectáculo que le habíamos ofrecido la había puesto totalmente fuera de sí, así que me llevé otra grata sorpresa. Cuando mi mujer tumbada sobre el sofá esperaba que la rociara con mi leche, Mari sin pensárselo para nada la acompañó, tumbándose a su lado
Aquella acción de Mari me puso tan caliente que agarrándome la pija comencé a masturbarme con fuerza y en pocos segundos, lo descargué todo sobre las dos mujeres, pechos, cara y vientre de ambas quedaron llenas de leche.
Mari confesó que desde hacía tiempo estaba un poco "desatendida" y que aquella velada había despertado en ella la sensación que hacía tiempo no sentía a causa de la poca actividad sexual que tenía, pero nos prometió que en nuestra próxima reunión iba a estar a la altura de las circunstancias, confesión que nos animó a quedar para otro día.
Prometimos como antes he dicho, no decir de momento nada a su marido pero sí estuvimos de acuerdo en que de alguna manera teníamos que hacerlo entrar en nuestros juegos, era lo más propio, ya que mi querida esposa, ya puestos a confesar, admitió que tenía verdadera curiosidad por ver a su marido en acción y por eso estaba dispuesta a "animarlo" para entrar en situación.
14 comentarios - trio con mari