El último verano, junto a mi marido y algunas parejas amigas (aprovechando un fin de semana largo) decidimos viajar a un centro turístico cercano a Mendoza, para disfrutarlos con nuestras familias. Todo el grupo viajo el día viernes, por la tarde. Por mi horario de trabajo debí viajar un día después. Mi marido y mi hija viajaron con el resto del grupo y él debería volver a buscarme. Por comodidad, prefirió pedir a su padre que me llevara. Ese fue su peor error.
La mañana del viaje pedí a Ricardo que pasara a buscarme temprano por nuestro departamento. Como todo caballero, estuvo allí 15 minutos antes. Yo, como buena dama, estaba retrasada y recién salía de la ducha, solo con una bata encima. Le pedí que entrará y se sirviera un jugo fresco mientras yo terminaba de vestirme y arreglarme. Nuestro departamento es pequeño, la cocina se conecta al dormitorio (donde me vestía) con una puerta. Juro que involuntariamente, esa puerta quedo entreabierta.
Me coloque la bombacha, luego el corpiño y al mirar el espejo, vi que Ricardo miraba francamente mi reflejo en él. fue la visión más hermosa del mundo. Gracias”. En ese momento entendí que esa mañana tendria algo muy caliente entre mi . Semidesnuda, como estaba salí, tome sus manos y pregunte ¿Por qué sos tan lindo? Y otra vez su respuesta me derritió: “Es lo que me provocas”.
Comenzamos a besarnos, primero tímidamente, luego nos fue ganando la pasión. Me desnudo, me acaricio y beso cada rincón. Lo desnude bese y chupe todo y mucho. Me encanto su pene. La comparación morbosa (con su hijo) era obvia. Su pene no era descomunal, del mismo respetable largo, pero más gruesa, su glande ocupaba toda mi boca. La chupe con devoción, con desesperación, sentí como llegaba casi a mi garganta, apretaba sus glúteos duros y rogaba que su leche me ahogara, pero aún no era el momento.
Sentí esa sensación de puta, de lo prohibido. Con esa exitación y felicidad en la sangre decidí ser su hembra, su puta para siempre.
Me tomo de la cintura y me subió a la mesa de la cocina, me recostó y abrió mis piernas. Volvió a besar mi vagina, acariciar el clítoris y me llevo a un orgasmo fuerte profundo. Cuando me penetro sentí que rellenaba toda mi concha, que las paredes se expandían, cada centímetro provocaban mis gritos de placer. En ese acto se notaba su fuerza, resultado de su gimnasio y cuidados. Sus manos se apoderaron de mis pechos y los amasaron a placer, pellizcaba suavemente mis pezones, los chupaba deliciosamente. Su ritmo fue incrementando, su pija entraba y salía divinamente, el ruido de mis fluidos se mezclaba con mis jadeos. Sentía su glande llegar a mi estómago en cada embestida y yo le pedía que nunca dejara de cogerme así. A punto de acabar se recostó sobre mi cuerpo, me beso, profunda y dulcemente,. Ahí explote nuevamente, mis piernas lo abrazaron con todas mis fuerzas; mi espalda se arqueo y sentí electricidad correr por mi columna. Mientras acababa le juraba que siempre seria suya, que quería esa pija para siempre dentro mío. Se enderezo y continuo cogiéndome con toda su fuerza, levantaba mi espalda de la mesa y me llegaba hasta el alma. Acabo salvajemente, sentí su leche caliente rebalsar de mi concha. Descanso un segundo y comenzó a sacarla, le pedí que la deje adentro un poquito más, me hizo feliz. Pasó y metió sus dedos por mi vagina, juntos chupamos nuestro placer.
Luego de algunos besos de vicio, termine de vestirme y emprendimos el viaje. cuando ibamos en el auto
Acaricie su pierna, luego su bulto. Desprendí la bragueta de su pantalón y me agache sobre su regazo, saque su pija y la chupe, la mame, la bese agradecida. Sin importar el tránsito ni que nos vieran comencé a masturbarlo con mis labios, mientras le decía Ahora si me regalo su leche, tibia y sabrosa. Puso su mano en mi nuca y me obligo a tragar cada gota. Yo sentía que me ahogaba, y era inmensamente dichosa, feliz.
Cuando llegamos a destino, nos reunimos con mi marido. Él estaba contento por haber evitado el viaje.
La mañana del viaje pedí a Ricardo que pasara a buscarme temprano por nuestro departamento. Como todo caballero, estuvo allí 15 minutos antes. Yo, como buena dama, estaba retrasada y recién salía de la ducha, solo con una bata encima. Le pedí que entrará y se sirviera un jugo fresco mientras yo terminaba de vestirme y arreglarme. Nuestro departamento es pequeño, la cocina se conecta al dormitorio (donde me vestía) con una puerta. Juro que involuntariamente, esa puerta quedo entreabierta.
Me coloque la bombacha, luego el corpiño y al mirar el espejo, vi que Ricardo miraba francamente mi reflejo en él. fue la visión más hermosa del mundo. Gracias”. En ese momento entendí que esa mañana tendria algo muy caliente entre mi . Semidesnuda, como estaba salí, tome sus manos y pregunte ¿Por qué sos tan lindo? Y otra vez su respuesta me derritió: “Es lo que me provocas”.
Comenzamos a besarnos, primero tímidamente, luego nos fue ganando la pasión. Me desnudo, me acaricio y beso cada rincón. Lo desnude bese y chupe todo y mucho. Me encanto su pene. La comparación morbosa (con su hijo) era obvia. Su pene no era descomunal, del mismo respetable largo, pero más gruesa, su glande ocupaba toda mi boca. La chupe con devoción, con desesperación, sentí como llegaba casi a mi garganta, apretaba sus glúteos duros y rogaba que su leche me ahogara, pero aún no era el momento.
Sentí esa sensación de puta, de lo prohibido. Con esa exitación y felicidad en la sangre decidí ser su hembra, su puta para siempre.
Me tomo de la cintura y me subió a la mesa de la cocina, me recostó y abrió mis piernas. Volvió a besar mi vagina, acariciar el clítoris y me llevo a un orgasmo fuerte profundo. Cuando me penetro sentí que rellenaba toda mi concha, que las paredes se expandían, cada centímetro provocaban mis gritos de placer. En ese acto se notaba su fuerza, resultado de su gimnasio y cuidados. Sus manos se apoderaron de mis pechos y los amasaron a placer, pellizcaba suavemente mis pezones, los chupaba deliciosamente. Su ritmo fue incrementando, su pija entraba y salía divinamente, el ruido de mis fluidos se mezclaba con mis jadeos. Sentía su glande llegar a mi estómago en cada embestida y yo le pedía que nunca dejara de cogerme así. A punto de acabar se recostó sobre mi cuerpo, me beso, profunda y dulcemente,. Ahí explote nuevamente, mis piernas lo abrazaron con todas mis fuerzas; mi espalda se arqueo y sentí electricidad correr por mi columna. Mientras acababa le juraba que siempre seria suya, que quería esa pija para siempre dentro mío. Se enderezo y continuo cogiéndome con toda su fuerza, levantaba mi espalda de la mesa y me llegaba hasta el alma. Acabo salvajemente, sentí su leche caliente rebalsar de mi concha. Descanso un segundo y comenzó a sacarla, le pedí que la deje adentro un poquito más, me hizo feliz. Pasó y metió sus dedos por mi vagina, juntos chupamos nuestro placer.
Luego de algunos besos de vicio, termine de vestirme y emprendimos el viaje. cuando ibamos en el auto
Acaricie su pierna, luego su bulto. Desprendí la bragueta de su pantalón y me agache sobre su regazo, saque su pija y la chupe, la mame, la bese agradecida. Sin importar el tránsito ni que nos vieran comencé a masturbarlo con mis labios, mientras le decía Ahora si me regalo su leche, tibia y sabrosa. Puso su mano en mi nuca y me obligo a tragar cada gota. Yo sentía que me ahogaba, y era inmensamente dichosa, feliz.
Cuando llegamos a destino, nos reunimos con mi marido. Él estaba contento por haber evitado el viaje.
12 comentarios - como me coge y calienta mi suegro
van p