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hermanas ( lesbico)

hola atod@s gracias por sus rios comentarios hoy 
les traigo otro de una amiga lo que le sucedio
espero que lo disfruten tanto como yo lo disfrute 






Lapequeña Mónica estaba tumbada sobre su cama, en la habitación que compartía consu hermana karina, leyendo un libro erótico que había comprado en las galeríascomerciales.  Sin duda había algo de ninfómana en ella.
Mientras leía el libro , sujetándolo con su mano izquierda, la derecha sefrotaba por encima de las bragas, las cuales estaban ya estaban , húmedas trasrozar insistentemente con los labios mojados de su vagina.

En aquelmomento su hermana entró en la habitación. Siempre llamaba antes de entrar,pero lo hacía de tal modo que al dar el primer golpe en la puerta empezaba ya aabrirla, con lo cual es como si no llamara en absoluto.
Generalmente, para Mónica eso no era ningún problema, pues si estabamasturbándose le bastaba con sentarse rápidamente en la cama y hacer como queordenaba el cajón de su mesilla, pero en aquella ocasión, su atención estabatan centrada con el libro que prácticamente no oyó ningún ruido hasta que karinaestaba ya dentro de la habitación, mirándola entre sorprendida y divertida.
– ¿Qué estas haciendo?- le preguntó.
“Como si no lo supieras”, pensó ella. Sin embargo contestó “nada” más biendébilmente. Debía confesar que se sentía bastante avergonzada, pues aunque ellay su hermana se veían desnudas prácticamente todos los días, nunca se habíandado las circunstancias actuales.
– Así que nada ¿eh?- le contestó. Se sentó en la cama junto a ella y tomó ellibro de sus manos. Lo que Susana dijo a continuación dejó a Mónica perpleja.
– Ya lo he leído, es bueno, ¿dónde lo has comprado?.
Mónica no sabía que responder, aún estaba confusa por el hecho de que suhermana la hubiera sorprendido masturbándose. karina le sonrió.
– No te preocupes mujer, que no voy a decirle a nadie , la verdad es que noesperaba encontrarte así,
karina soltó una carcajada. Su hermanita tan solo era tres años menor que ellamisma, y sin embargo su inocencia era aterradora. A veces pensaba que teníamadera de monja, con su carita de ángel y sus modales de niña refinada.Secretamente, se alegraba de haberla cachado  así, expuesta a admitir que también a ella legustaba el sexo y que no era “algo asqueroso”, como siempre decía cuandoestaban delante de su madre..
Mónica enrojeció. Su hermana era algo más que atrevida, eso estaba claro.
– ¿Qué vas a hacer ahora?- le preguntó a Susana, refiriéndose, naturalmente, alo de “masturbarte”.
– Pues no sé- respondió. Una sonrisa de niña traviesa cruzó el rostro de karina.A Mónica no le gustó.- verás, hermanita, estoy pensando que no esta bien eso deque me llames “guarra” cada vez que sugiero lo bien que me lo pasaría con elprima  yessica cuando viene de vacaciones,o cuando a veces pienso en comprarme ese consolador que vimos anunciado enaquella revista que trajo mi amiga Angela ¿te acuerdas?, o que…
– ¡Bueno, vale ya!. ¡Dime que quieres!.
karina la miró durante unos momentos, sin que su sonrisa desapareciera un sólomomento de su rostro. Finalmente le dijo lo que quería.
– Te mereces una lección, hermanita, podría contárselo a mamá… pero no lo haré-dijo cuando vio la expresión de horror que su hermana puso. – Verás Mónica, loque quiero es que te deshagas de esa hipocresía que tienes conmigo cada vez quehablo de sexo.
– Vale, de acuerdo- dijo Mónica- no volveré a decirte nada.
– Oh, no, mi pequeña hermanita, no se trata de eso. Verás, lo que quiero eshacer que dejes de ser una reprimida, y para eso sólo hay una forma.
– ¿Cu.. Cual?- preguntó- Aquella conversación cada vez le gustaba menos. Larespuesta de su hermana la dejó helada.
– Quiero que termines lo que has empezado cuando yo entré. Si, si, quiero quete masturbes hasta que te corras, y no pongas esa cara o salgo ahora mismo deaquí y se lo cuento todo a mamá, ya sabes que se lo creería, tu no sabesmentir.
– Pe.. pero, ¡no puedo!, cómo voy a hacer eso estando tu aquí- Estaba realmenteangustiada, definitivamente  karina sehabía vuelto loca.
– Tranquila- dijo ya casi riendo-, mira, tú te tumbas en la cama, como estabasantes de que entraras, y sigues leyendo el libro, yo mientras me pongo aordenar la ropa, y no te preocupes, que no voy a interrumpirte ni a reírmecuando te corras- De repente se puso seria, con una mirada casi de lujuria ensu rostro- ¿lo ves?, ya no me río, venga empieza cuando quieras.
– Pero… no, es que… no puedo…, ¡no! ¡espera!- dijo cuando su hermana ya salíade la habitación, sin duda a contarle a su madre lo que había visto.- vale,está bien, pero cuando termine te olvidas de todo esto ¿eh?.
– Trato hecho, venga, empieza.
Mónica se recostó, e intentando no pensar en nada más siguió leyendo el libro,su dedo volvió a tocar sus bragas, que aunque seguían húmedas, era una humedadfría. Poco a poco, mirando furtivamente a su hermana, que parecía ocupadaordenando la ropa, aunque de vez en cuando la miraba para ver si cumplía susórdenes, empezó a masturbarse de nuevo.
Tardó mucho rato en volver a excitarse, si no fuera por el libro no lo habríaconseguido, pero a los diez o quince minutos su vulva comenzó a hincharse denuevo, a ponerse caliente. Mónica siguió leyendo el libro, concentrándose en lalectura para olvidar todo lo demás, y a medida que seguía la trama de la historia,se masturbaba cada vez mas fuerte, hasta sentir que se ponía realmentecachonda. Pensó en lo inusitado de la situación, masturbándose delante de supropia hermana, pero apartó esos pensamientos de su mente. Lo que importabaahora era concentrarse en lo que estaba haciendo, así karina la dejaría en pazy a los pocos días todo estaría olvidado.
Su vulva segregaba de nuevo los jugos, frutos de su lujuria, los deditos de sumano revoloteaban por encima de sus bragas, más intensamente por la zona del clítoris,pasándolos por la raja. Empezó a suspirar ruidosamente, aunque esperaba nollamar demasiado la atención.
Mientras tanto, karina se había olvidado por completo de la ropa y se habíasentado en el filo de la cama, mirando a su hermana con extraños ojos. Mónicase sobresaltó cuando notó la mano que le masajeaba la rodilla. El libro escapóde sus manos y fue a parar al suelo, junto a la cama.
– ¿Pero qué haces?
– ¿Acaso no lo ves?, solamente quiero ver como lo haces, venga, continua.
Si le hubiera dicho eso cinco minutos antes simplemente la habría echado de lahabitación, ocurriese lo que ocurriese, pero Mónica estaba realmente excitaday, para su propia sorpresa, descubrió que marturbarse así, a la vista de suhermana, la excitaba de una forma que era incapaz de explicar. Por tanto siguiómarturbándose, empapando más y más sus braguitas mientras karina le seguíatocando, no ya la rodilla, sino también los muslos, en un suave masaje que leproducía un cosquilleo verdaderamente enloquecedor.
Al poco tiempo oyó que su hermana respiraba también ruidosamente, pese a quesólo la miraba, y sin embargo se la notaba casi tan excitada como ella. ¿Seríaposible que su hermana fuese lesbiana?. No, decidió, había dado ya demasiadasmuestras de que le gustaban los chicos y, sin embargo, algo estaba ocurriendoallí, desde luego la excitación que karina sentía no era nada normal. La pruebadefinitiva de que su hermana estaba poniéndose realmente caliente la tuvocuando con el dedo índice y pulgar de ambas manos intentó bajarle las bragas.
Mónica intentó impedirlo, separando las manos de su hermana de su cintura, perosu resistencia era débil, debido a lo caliente que estaba. Después de todo,pensó, que mas da que me masturbe con o sin las bragas, ella ya me ha vistodesnuda muchas veces. Dejó por tanto que le bajara las braguitas hasta lostobillos, para acabar quitándoselas definitivamente, lanzándolas a una esquinade la habitación.
– Sigue masturbándote… – ordenó con una voz grave, propia de una hembraexcitada.
– ¿Qué vas a hacer?- le preguntó mientras se masturbaba lentamente.
– Lo que tu quieras que te haga, separa más las piernas.
Mónica separó las piernas tanto como pudo. Por mucho pudor que sintiera unosminutos antes, ahora poco le importaba ya todo, lo único que quería eracorrerse, a lo cual karina parecía muy dispuesta a ayudarla… bien, que laayudara.
karina captó el brillo de la excitación en los ojos de su hermana, y sinesperar más, se lanzó al ataque. Se puso tumbada frente a Mónica, rodeó suspiernas con las manos y aplicó su lengua directamente sobre los labios menoresde la vajina de su hermana. Empezó a lamer rítmicamente, mientras notaba elbalanceo de la cintura de Mónica, pues la muy zorrita movía las caderas arribay abajo para aumentar la presión de la vajina  contra su lengua.
Mónica estaba en la gloria, atrás quedaban ya los momentos de duda. Se movíarápidamente, acomodando el ritmo de sus caderas a los lengüetazos que recibíade su hermana. Se estaba volviendo loca de gusto.
– kari, ca… cariño ¡Sigue! ¡ahhh, ahhh, que gusto, hermanitaaa…!, dame más,dame, dame… ¡ohh, que lengua, que ma.. maravilla!, ¡te quiero, amor mío,ohhh…!, te gusta, eh, ¿te gusta chuparme?, ¡ohh!, me gustaría chupártelo a titambién, vamos…
karina no se hizo esperar, besó a su hermana en la boca, un beso francés,húmedo, mezclando sus lenguas, y seguidamente se situó encima de ella, enposición 69, haciendo que los calientes labios de su vagina quedasen a laaltura de la boca de su hermana, acto seguido siguió lamiendo, y no sesorprendió al sentir en su propia vulva los labios y la lengua de Mónica, quechupeteaba golosamente, haciendo que expulsara su espeso líquido lubricante,dulce y cremoso.
Aquello no podía prolongarse mucho más tiempo, pues las dos , lamiéndosemutuamente, sorbiendo y chupeteando cada una los fluidos de la otra,saboreándolos con su lengua, para seguidamente tragarlos mientras los gemidosde las dos escapaban involuntariamente de sus gargantas.
– Ay, cariño… ¡Cariñooo!- gritaba karina, totalmente abierta y rozando elclítoris de su hermana con la lengua entre palabra y palabra- Así… ¡ahhh, quegusto me das!, mi hermanita… si, eso es ¡dame gusto, dámelo todo, si… ahhhh!.
Los suspiros y chupeteos mutuos se sentían por toda la habitación, algún queotro grito de placer se escapaba, incluso cuando hacían lo posible por noalertar al resto de la casa. Pero era imposible contenerse ante tal placer. Elorgasmo les iba llegando a las dos en lentas, pero al mismo tiempo intensas oleadasde placer.
Suspiros agónicos, convulsiones de los dos jóvenes cuerpos estremecían a lasmuchachas, que ya habían dejado de ser seres racionales. Ahora solo pensaban enel placer, en la lujuria, en el orgasmo que las dos estaban a punto de sentir.
De pronto karina se separó de su hermana. Se notaba que no quería hacerlo, peroal mismo tiempo Mónica supo que aquello no era el fin del placer, que a suhermana se le había ocurrido algo que las haría gozar a las dos aún más sicabe.
karina no la defraudó, Situándose frente a ella, situó su clítoris totalmenteempapada de jugos a pocos centímetros del clítoris de su hermanita, abriendolos labios menores con sus manos. Mónica supo lo que tenía que hacer, yabriendo ella misma también sus propios labios vaginales, unió su montículo alde su hermana. Fue como un beso. Un beso de dos vaginas ardientes y húmedos, dedos clítoris hermanos rozándose el uno al otro, hinchándose ante el placer quese provocaban mutuamente.
Empujando sus traseros, las hermanas unieron aún más sus clítoris,apretándolas, frotándolas fuertemente, pero gracias a los cremosos jugosque  salían, el roce era exquisitamentedulce, provocándoles una ardiente oleada de estímulos.
– Ya, ya… ¡karina, no puedo más!, ahhh ¡Por favor, ahhh… voy a corrermecariñoooo…!.
– Sí, sí, sigue moviéndote, yo… ahhhh ahhh.. yo también me voy… ¡Sigue… Sigue!,ahhh, ahhhh, ¡me corro…!.
El orgasmo les llegó a las dos casi simultáneamente. Medio segundo antes,intuyendo que las dos se corrían al mismo tiempo, apretaron todo lo posible suslabios mojados, llenos de fluido, el espasmo de su intenso orgasmo estalló enlas dos al mismo tiempo. Y el placer continuaba, expandiendo el orgasmocompartido por sus clítoris ampliándose en oleadas hasta llenarlas totalmente.Las dos expulsaron abundantes jugos, que al verse aprisionados entre las dos vaginas,no tenían otra alternativa que introducirse en la otra vagina, de mezclarse yllenar el interior de aquellos  jugos
Aquel orgasmo duró casi quince segundos, espasmo tras espasmo, contracción delos labios de una contra contracción de los labios de la otra, llenándosemutuamente de placer, del regusto intenso que sentían en su mutuo contacto.Poco a poco, las oleadas fueron bajando su intensidad, permitiendo a lashermanas tomar el control de sus propios cuerpos, agitándose cada vez mássuavemente, suspirando cada vez más bajo y profundamente.
Sus clítoris se separaron lentamente, casi como si les costara trabajo hacerloahora que se habían conocido tan íntimamente. Al separarse unos pocosmilímetros, grandes concentraciones de una mezcla de fluido espeso se derramóde sus vaginas, llenando la colcha de la cama e inundando la habitación delolor  y dulzón que emitían.
Mónica y karina se miraron, el placer aún ocupando sus rostros. Se acercaron launa a la otra y compartieron otro beso húmedo, pero esta vez con calma,explorándose la una a la otra mientras se abrazaban. Se quedaron las dos allí,tumbadas sobre la cama durante largos minutos, recuperándose del intensoesfuerzo realizado, acariciándose mutuamente, y sabiendo que aquello era tansólo el principio.
Ninguna de las dos renunciaría a un placer así por mucho tiempo. Era seguro quelos próximos años iban a estar llenos de orgasmos compartidos, de nuevosplaceres sexuales,

 

4 comentarios - hermanas ( lesbico)

masitasexxx +1
Que decirte...... me volo la vabeza!