-Por favor, no te quedes callada. Decime que no pensás que soy un pervertido.
-No es eso. La verdad que me sorprendiste. Cuando te hablaba de fantasías, pensaba en algo más nuestro. No me imaginé metiendo a terceros. No sé, yo te amo. No te compartiría ni loca, me moriría de celos. Pero bueno, yo sola me metí en esto y me la tengo que bancar…
-¡Pará! No sé qué estás pensando. Yo te amo también.
-No te entiendo. Si me amás, ¿por qué querés enfiestarme con otro flaco? ¿Después vas a querer incluir otra mina también?
-Primero, no es enfiestarte…
-¡Es lo mismo!
-No, nada que ver. Además, no quiero que estemos con otra.
-¡Menos mal, porque eso no va a pasar jamás!
-Ni me interesa que pase. Yo te quiero a vos y nada más. Vos sos el centro de todas mis fantasías, la única mujer que deseo. Ni siquiera cuando me hago una paja me imagino otra mujer, siempre estás vos.
-Si eso es así, ¿por qué querrías que esté con otro?
-Es difícil de explicar. A ver, si un flaco coge por placer es un campeón, si lo hace una mina, es una puta. Esa forma retrógrada de ver el mundo condenaba a las minas que le gustaba coger. Los flacos se casaban con una “dama” y las putas las buscaban afuera, simplemente porque esas “putas” que cogen por placer, cogen mejor. Así de simple. Por suerte ahora está cambiando y hay muchas mujeres que ahora viven su sexualidad sin culpa. Bueno, a mí esas mujeres me calientan, y me encantaría darte esa libertad para que lo puedas hacer, coger sin culpas, sacarte las ganas si querés bajarte un flaco, liberar esa putita que tenés adentro sabiendo que, no importa a cuántos te cojas, yo te voy a seguir amando.
-Estás re loco, ¿no te pondrías celoso?
-Claro que me pondría celoso, pero es parte de la gracia. Esos celos me llenan de calentura. A veces te imagino haciéndote la linda con otro flaco delante de mío, volviéndolo loco a él y calentándote vos tanto que en un momento me decís “mi amor, necesito cogerme a este flaco”.
-De nuevo, estás re loco. O sea, ¿yo podría cogerme a cualquiera y vos lo aceptarías sin reproches?
-Bueno, sí… aunque no me gustaría que me dejes afuera.
-No entiendo.
-Digo, que cojas a solas con él. Me gustaría estar presente, pero no quiero condicionarte con eso. Si tengo que ponerte una condición sería otra
-¿Cuál?
-Que la tenga más grande que yo.
-Es una ridiculez. El tamaño no es lo más importante. Lo importante es que haya piel, química…
-Yo eso lo entiendo, pero vos lo dijiste: “no es lo MAS importante”, pero ES importante. A mí me gustaría que puedas disfrutar de una buena pija y que encima haya piel, química. No quiero que te vincules emocionalmente, sino que disfrutes por amor a la pija. Y no me vengas que la piel viene con el amor, porque sabemos que es mentira…
-A ver, yo no digo eso… vos sabés que no te miento, y no voy a empezar a mentirte ahora. Nunca nadie me cogió como vos, pero muchos flacos me cogieron bárbaro con pijas incluso más chicas.
-Guau. ¿Me estás admitiendo que la tengo chica?
A ese punto de la charla, desnudos como estábamos sentados en la cama, yo empecé a calentarme terriblemente. Mientras mi pija ya empezaba a endurecerse, me abalancé sobre ella. Le agarré los brazos para no se moviera y empecé a besarla en el cuello, como a ella le gusta.
-No dije eso, idiota. Además, te dije que nunca nadie me cogió como vos y…
-Sí, pero me diste a entender que mi pija es chica, aunque tuviste flacos con pijas más chicas todavía.
-No fue eso…
-Y tuviste flacos con la pija más grande también…. o ¿no?
-No te voy a contar eso…
-Amor, es obvio que sí. Acaso esos que la tenían más grande no te cogieron bárbaro también.
-No todos… y ninguno, en todo caso, se puede comparar con vos.
-Uy, amor… o sea que “algunos” con pijas grandes sí te cogieron bien.
Yo ya no daba más de calentura. La besaba con fuerza y mientras con una mano le sostenía los brazos, con la otra buscaba la humedad de su conchita, que de a poco iba subiendo temperatura.
-Basta, por favor. No quiero hablar de eso
-¿No te das cuenta de que me vuelve loco? Mirá cómo estoy -y llevé sus manos a mi pija que estaba durísima como hacía tiempo no estaba.
-¡Ay! Basta, en serio
Ella ya empezaba a perder la cordura. Su concha ya estaba empapada y su respiración agitadísima. Ya estábamos los dos con un grado de calentura que no podíamos parar, pero no quería penetrarla todavía por miedo de acabar rápido y desaprovechar el momento.
-¿El que la tenía más grande te cogió bien?
-Ah. Ah. Ah.
-Contestame. ¿Te cogió bien?
-Ah. Si. Ah
-Uy, amor, me estás matando. ¿La tenía muy grande?
-Basta, por favor, basta.
-Basta nada, putita. Ahora me vas a contar todo. ¿La tenía muy grande?
-Ah. Si. Ah. Ahhhh.
-¿Más grande que yo?
-No me hagas esto, por favor, ya te lo dije.
-No, ahora quiero que me lo digas. Quiero me mires a los ojos y me digas “Si, la tenía más grande que vos”
Ella siguió jadeando unos segundos, haciendo un esfuerzo por abrir sus ojos entrecerrados y como un gesto de calentura, tristeza y resignación me admitió: “Sí, amor, la tenía mucho más grande que vos”. Yo no aguanté más de calentura. Directamente la penetré con violencia, con furia, con desesperación, mientras la bombardeaba a preguntas:
-¿La tenía más larga, más gorda, más cabezona?
-Si, amor. Más larga, más cabezona y mucho más gorda.
-¿Y te gustaba esa pija, putita?
-Era una pija hermosa, mi amor.
-¡Ay puta, me estás matando! ¿Qué era lo que más te gustaba de esa pija?
-Que era bien gorda, amor.
-Uhhhh. ¿Te gustaba es pija gorda, putita?
-Ahhh. Me encantaba. Ah. Ahhhhh.
-¿Te gustaría que yo la tuviera así de gorda?
-Ahhh… Basta, mi amor, por favor.
En ese punto ella estaba al borde del orgasmo, pero también tenía los ojos llenos de lágrimas. Estábamos sintiendo algo tan intenso que en ese punto nos asustó a ambos. Nunca dejé de penetrarla violentamente, pero en ese punto bajé la agresividad de mis preguntas y simplemente le susurré: “Por favor, amor. Necesito que me lo digas, ¿te gustaría que la tuviera más gorda?”. Ella, completamente fuera de sí, empezó a acabar intensamente:
-Ahhhhhhhh. Sí mi amor, me encantaría que la tuvieras más gorda. Ahhhhhhhhhhhhhhh.
El shock fue tan grande que no pude contenerme más y acabé con ella, para inmediatamente abrazarla fuerte y sentir que ambos rompíamos en llanto.
Continuará...
21 comentarios - (Cuckold) Crónicas Cornudas 2: Verdad, Consecuencia
Y la escena en si , toda, es un momento que siempre me pregunte como se da y el grado de naturalidad con el que lo narras me hace verlo e imaginarlo bien, me sacaste de la duda que siempr tuve de saber como es un momento asi de intimo en una pareja.