Me cogió mi jefe (y me acabó adentro)

 Hola, yo de nuevo, Alejandra.Les sigo contando de mi jefe. Después del pete que le hago en la oficina, al otrodía, estoy terminando de llenar una denuncia de accidente, cuándo recibo un mensajesuyo.
"Vos y yo tenemos algo pendiente".
Sabía muy bien a qué se refería. Obvio.
Yo: "¿Esta tarde, después de salir?".
Él: " Ok".
Arreglamos todo al toque, sin complicarnos.
A las seis en punto cierro todo y con la excusa de que tengo facultad,me voy antes que las demás chicas. Cuando llego a Medrano y Corrientes, le escribopara que sepa en dónde lo estoy esperando, en la esquina de la galería, tras locual lo llamo a mi novio para avisarle que estoy demorada en el laburo, ya que esamisma noche teníamos el cumpleaños de un amigo en común. Pero bueno, hay situacionesque no pueden esperar.
Casi enseguida veo el auto de mi jefe, un Audi blanco, que se acercay se detiene para que me suba. De ahí me lleva a un telo que está sobre Diaz Velez,uno que tiene un corazón junto a la entrada de la cochera.
En la habitación nos comemos a besos, sin que le importe ya la diferenciade edad, ni la relación jefe - empleada. Nos acariciamos por todos lados, aunqueen un primer momento como que no se anima a tocarme. Yo misma tengo que agarrarlelas manos, ponerlas en torno a mi cuerpo, y alentarlo a que me toque. Claro quecuando agarra confianza ya no hay quién lo pare. Me manosea hasta la sombra.
Para ser un tipo de 65 años Ernesto tiene una muy buena erección. Yame lo había demostrado el día anterior, cuando se la chupé en la oficina, y ahoralo volvía a ratificar. Le acariciaba la entrepierna mientras nos besábamos, y lesaseguro que la dureza que sentía me resultaba por demás tentadora.
Se la vuelvo a chupar con el mismo entusiasmo que el día anterior. Quizásmás, porqué ahora sabía que no se trataría tan solo de una mamada.
Él también me la chupa a mí, retribuyéndome la atención, y lo que mehace ahí abajo sólo puede describirse como maravilloso.
-Me gustaría sin forro...- le digo cuando lo veo agarrando uno de lospreservativos que están sobre la mesa.
-¿Estás segura?-
-Me estoy cuidando, pero si querés ponértelo...-
Lo piensa un momento y finalmente lo deja en dónde estaba.
Mi novio es de los que no les gusta usar forro, así que estoy obligadaa tomar anticonceptivos.
Estoy tendida de espalda, totalmente desnuda, las piernas entreabiertas,acariciándome el clítoris que ya me duele de tan hinchado y duro que lo tengo.
Se pone encima mío, la panza aplastándome el vientre, y aunque no puedever la zona de impacto, me penetra a pura intuición.
Cierro los ojos y empiezo a gemir, disfrutando de ése placer tan distintodel que suelo sentir con mi novio. Más intenso, más gratificante. Como me pasa siempreque estoy con alguien de mucha más edad.
Ernesto me coge con un ritmo delicioso, profundo, casi paternal, apuntalandocada penetración con un empuje final que me trastorna y enloquece.
Me mojo toda, él mismo me lo dice:
-¡Estás empapada!-
-¡Vos me ponés así, toda mojadita!- le aseguro.
Cuando siento que ya está a punto de venirse, me aferro con brazos ypiernas a su cuerpo.
-¡Voy a acabar!- me anuncia preocupado por la posibilidad de acabarmeadentro.
Pero eso es lo que quiero. Que me llene de leche. Ya me la había tragadoel día anterior, ahora quería volver a sentirla, pero ahí en dónde la sensibilidades mucho mayor.
-¡Llename la concha, dale... Quiero sentirte!- le digo en un susurroahogado por un gemido cuando siento que me explota adentro.
Así pesado como es se derrumba sobre mí, que soy flaquita pero aguantadora,que sino me hace puré, y entre excitados gruñidos me inyecta los ovarios con unosfortísimos bombazos de semen.
Yo también acabo al sentir la descarga, estallando en unos jadeos y gemidosmás que elocuentes.
Lo abrazo todavía más fuerte y le busco la boca para besarlo y chuparlela lengua. Algo que me gusta hacer cuándo estoy teniendo un orgasmo. Como que puedosaborearlo y sentirlo con mucha más intensidad.
Luego del polvo aprovecho para ir al baño y mandarle un mensaje a minovio, diciéndole que sigo demorada, que vaya adelantándose, que después lo alcanzoen la fiesta.
Vuelvo a la cama con Ernesto y compartimos un cigarrillo mientras hablamosun poco de nosotros. Le cuento de mi novio y de que estoy cursando el profesoradopara ser maestra jardinera. Que el trabajo en su oficina solo es algo eventual,hasta que me reciba.
Contrastando con la imagen de viejo gruñón que suele mostrar todos losdías, me ofrece ayuda para lo que sea. Pero no me acosté con él para sacarle plata.Lo mío fue pura y simple atracción sexual.
Me hubiera gustado hacerlo de nuevo, pero si a tipos de la mitad de suedad les cuesta una segunda ronda, imagínense a los 65, así que lo dejamos en eseúnico aunque hermosísimo polvo.
Como buen caballero me alcanzó hasta dónde se realizaba la fiesta decumpleaños de mi amigo. En realidad me dejó a la vuelta, para que no me vieran bajandosospechosamente del auto de otro hombre. Así que fui a encontrarme con mi noviodespués de estar en un telo con mi jefe y de tan solo haberme dado una enjuagadade concha. Igual con el alcohol y demás "sustancias" que había en la fiesta,dudo que alguien se hubiese dado cuenta de algo. Menos mi novio que ya estaba recolocado.
No sé que pasará con Ernesto de ahora en más, me imagino que seguiremosviéndonos furtivamente, por lo menos yo quiero seguir viéndolo. De ser así prometocontarles, junto con alguna otra experiencia geriátrica que haya tenido que, pesea mis flamantes 22 años, no fueron pocas
Besos.💋