Buenos días.
Este es mi primer relato, y no se que les va a parecer. Todavía no sé si debería contar esto, y sinceramente, dudo que les quite el sueño. A lo que a mí respecta, me importa bien poco lo que se pueda opinar. Dicho esto, comienzo a contar mi infortunio.Todo comenzó hace ahora unos años, no muchos, pero no sabría concretar, ya que ese cúmulo de sensaciones han ido y viniendo, no se manifiestan de forma constate. Lo que recuerdo con claridad, quizá porque fue la primera vez que ocurrió esto, es estar una tarde mirando por la ventana de la cocina, miraba la calle, sin motivo alguno, nada más dejé de seguir con mis quehaceres y dirigí la mirada allí. Podría parecer que lo hice por propia voluntad, y eso pensé yo en el momento. Un chico aburrido en su cocina, cocinando una simple ensalada de pasta, que distraído por el tedio decide mirar más allá de su cocina.
No soy consciente de lo que me está sucediendo, pensé al dejar de mirar. Una sombra del tamaño de un adulto, sin forma aparente, pero un tanto ovalada, entró a través del cristal de la ventana. se quedó en medio de la cocina, inmóvil, aparentemente vigilante. Me quedé hipnotizado con aquel fenómeno, y no pude dejar de mirar aquello.
Acto seguido esa misma sombra comenzó a cambiar de forma. Empezó a ensancharse, quedando con la apariencia de una esfera casi perfecta. No entendía nada, pues mientras la miraba previamente, intentaba sacar alguna explicación pensando que podría ser algún reflejo, o eso quería y que fuese. Este último hecho hizo que descartase cualquier hipótesis, eso no era de este mundo.
Empecé a sentir pánico, algo desconocido para las bases de nuestro mundo actual estaba ocupando el lugar en el que vivo. A cada emoción nueva que sentía, aquello se modificaba, o más bien, se modificaba. No había duda alguna de que ello estaba jugando conmigo.
Llegados a este punto se podría pensar que yo estaba bajo los efectos nocivos de alguna sustancia, incluso de una sustancia no reconocida por la legalidad de la sociedad moderna, pero no era así. Por otro lado se podría pensar que, como en numerosos relatos de algo ajeno a nuestro mundo, este no es el típico caso del pobre desgraciado que conduce su coche por una carretera desierta en la noche y ve misteriosas luces que lo persiguen, puesto que esto apareció en mi casa, siendo yo el que aparentemente perseguía con la mirada a aquella forma.
Quise no estar ahí. Nada más pensar que eso, simplemente, no podía ser real, eso cambió de nuevo. Pasó de ser una neblina negra sombra a una niebla densa blanca, la cual emitía algún tipo de luz, levemente.
Tras esto, comencé a cambiar, pasé de no entender nada y sentir hasta miedo a quedarme relajado y protegido mirando aquello. Esa paz no duró mucho. De nuevo había cambiado mi emoción, y como hasta el momento, aquello también cambió. En aquella esfera nubosa blanca resplandeciente comenzaron a definirse dos siluetas oscuras antropomórficas, justo en el centro de la esfera. Sentí más miedo que nunca.
Las siluetas cada vez se hacían más grandes. Comenzaron a realizar movimientos, parecía que caminaban desde el interior de la esfera hacia mi. Y así fue. Esas dos siluetas, ahora de un gris pálido, más altas que un adulto, estaban en frente mío. Mantenían sus piernas y sus brazos pegados al cuerpo, totalmente inmóviles, como dos columnas de niebla gris. Al rato rotaron sus brazos. Los separaron y los extendieron levemente de sus torsos, mostrándome las palmas de sus manos. De nuevo sentí paz, creo que la forma que tenían de saludar.
La niebla gris que formaba sus cuerpos empezó a perderse. Comenzaron a tomar un consistencia y solidez que me permitió comprobar que efectivamente tenían forma humana. Eran dos seres altos, atléticos, pálidos con un pelo corto entre el rubio y el blanco,con los ojos de un azul tan claro que rozaba el blanco grisáceo, vistiendo con una especie de mono de ciclista muy ajustado azul cielo, y, para mi sorpresa, ambos seres eran exactamente iguales.
Atónito con aquellos seres erguidos delante mio, inclinaron sus cabezas hasta llegar a la altura de la mía, me miraron fijamente sin expresión alguna. Me incomodé, y creo que eso les asustó, ya que desaparecieron sin más, se difuminaron, tanto ellos como la esfera nebulosa. Mi cocina volvió a ser la misma y yo no era capaz de entender que me había acontecido esa tarde.
Al ver que todo volvía a ser normal, no sé por qué, recordé que estaba cocinando la pasta para la ensalada. Nada más venirme ese pensamiento, y en lo que tardé en girar la cabeza para mirar la olla, imaginé que todo se habría pasado de cocción o incluso quemado.
Para más sorpresa todavía, la pasta, no solo no se había pasado, si no que estaba tal y como la dejé antes de mirar por la ventana. Miré el reloj y el tiempo no había pasado desde entonces.
Como decía al principio, este hecho me ha vuelto a suceder más veces, tantas que ya he perdido la cuenta y soy incapaz de situarlas en un día concreto. Y los mismos seres siguen haciendo el mismo ritual, se inclinan, me observan y se van. Mis emociones ante este acontecimiento, a día de hoy, son de serenidad y calma, puesto que nunca me han hecho ningún mal. Es más, creo que el tiempo, durante sus visitas, no trascurre simplemente porque no quieren quitármelo de mi vida. Siento que esos seres, solo quieren protegerme de algo que no sé, y que vienen solamente para comprobar que efectivamente me encuentro sano.
Buenos días.
Este es mi primer relato, y no se que les va a parecer. Todavía no sé si debería contar esto, y sinceramente, dudo que les quite el sueño. A lo que a mí respecta, me importa bien poco lo que se pueda opinar. Dicho esto, comienzo a contar mi infortunio.Todo comenzó hace ahora unos años, no muchos, pero no sabría concretar, ya que ese cúmulo de sensaciones han ido y viniendo, no se manifiestan de forma constate. Lo que recuerdo con claridad, quizá porque fue la primera vez que ocurrió esto, es estar una tarde mirando por la ventana de la cocina, miraba la calle, sin motivo alguno, nada más dejé de seguir con mis quehaceres y dirigí la mirada allí. Podría parecer que lo hice por propia voluntad, y eso pensé yo en el momento. Un chico aburrido en su cocina, cocinando una simple ensalada de pasta, que distraído por el tedio decide mirar más allá de su cocina.
No soy consciente de lo que me está sucediendo, pensé al dejar de mirar. Una sombra del tamaño de un adulto, sin forma aparente, pero un tanto ovalada, entró a través del cristal de la ventana. se quedó en medio de la cocina, inmóvil, aparentemente vigilante. Me quedé hipnotizado con aquel fenómeno, y no pude dejar de mirar aquello.
Acto seguido esa misma sombra comenzó a cambiar de forma. Empezó a ensancharse, quedando con la apariencia de una esfera casi perfecta. No entendía nada, pues mientras la miraba previamente, intentaba sacar alguna explicación pensando que podría ser algún reflejo, o eso quería y que fuese. Este último hecho hizo que descartase cualquier hipótesis, eso no era de este mundo.
Empecé a sentir pánico, algo desconocido para las bases de nuestro mundo actual estaba ocupando el lugar en el que vivo. A cada emoción nueva que sentía, aquello se modificaba, o más bien, se modificaba. No había duda alguna de que ello estaba jugando conmigo.
Llegados a este punto se podría pensar que yo estaba bajo los efectos nocivos de alguna sustancia, incluso de una sustancia no reconocida por la legalidad de la sociedad moderna, pero no era así. Por otro lado se podría pensar que, como en numerosos relatos de algo ajeno a nuestro mundo, este no es el típico caso del pobre desgraciado que conduce su coche por una carretera desierta en la noche y ve misteriosas luces que lo persiguen, puesto que esto apareció en mi casa, siendo yo el que aparentemente perseguía con la mirada a aquella forma.
Quise no estar ahí. Nada más pensar que eso, simplemente, no podía ser real, eso cambió de nuevo. Pasó de ser una neblina negra sombra a una niebla densa blanca, la cual emitía algún tipo de luz, levemente.
Tras esto, comencé a cambiar, pasé de no entender nada y sentir hasta miedo a quedarme relajado y protegido mirando aquello. Esa paz no duró mucho. De nuevo había cambiado mi emoción, y como hasta el momento, aquello también cambió. En aquella esfera nubosa blanca resplandeciente comenzaron a definirse dos siluetas oscuras antropomórficas, justo en el centro de la esfera. Sentí más miedo que nunca.
Las siluetas cada vez se hacían más grandes. Comenzaron a realizar movimientos, parecía que caminaban desde el interior de la esfera hacia mi. Y así fue. Esas dos siluetas, ahora de un gris pálido, más altas que un adulto, estaban en frente mío. Mantenían sus piernas y sus brazos pegados al cuerpo, totalmente inmóviles, como dos columnas de niebla gris. Al rato rotaron sus brazos. Los separaron y los extendieron levemente de sus torsos, mostrándome las palmas de sus manos. De nuevo sentí paz, creo que la forma que tenían de saludar.
La niebla gris que formaba sus cuerpos empezó a perderse. Comenzaron a tomar un consistencia y solidez que me permitió comprobar que efectivamente tenían forma humana. Eran dos seres altos, atléticos, pálidos con un pelo corto entre el rubio y el blanco,con los ojos de un azul tan claro que rozaba el blanco grisáceo, vistiendo con una especie de mono de ciclista muy ajustado azul cielo, y, para mi sorpresa, ambos seres eran exactamente iguales.
Atónito con aquellos seres erguidos delante mio, inclinaron sus cabezas hasta llegar a la altura de la mía, me miraron fijamente sin expresión alguna. Me incomodé, y creo que eso les asustó, ya que desaparecieron sin más, se difuminaron, tanto ellos como la esfera nebulosa. Mi cocina volvió a ser la misma y yo no era capaz de entender que me había acontecido esa tarde.
Al ver que todo volvía a ser normal, no sé por qué, recordé que estaba cocinando la pasta para la ensalada. Nada más venirme ese pensamiento, y en lo que tardé en girar la cabeza para mirar la olla, imaginé que todo se habría pasado de cocción o incluso quemado.
Para más sorpresa todavía, la pasta, no solo no se había pasado, si no que estaba tal y como la dejé antes de mirar por la ventana. Miré el reloj y el tiempo no había pasado desde entonces.
Como decía al principio, este hecho me ha vuelto a suceder más veces, tantas que ya he perdido la cuenta y soy incapaz de situarlas en un día concreto. Y los mismos seres siguen haciendo el mismo ritual, se inclinan, me observan y se van. Mis emociones ante este acontecimiento, a día de hoy, son de serenidad y calma, puesto que nunca me han hecho ningún mal. Es más, creo que el tiempo, durante sus visitas, no trascurre simplemente porque no quieren quitármelo de mi vida. Siento que esos seres, solo quieren protegerme de algo que no sé, y que vienen solamente para comprobar que efectivamente me encuentro sano.
Buenos días.
1 comentarios - Sigo sin tener una respuesta clara.