Desperté en el frío piso metálico, gris como las paredes y el techo, iluminada por lo que parecía ser un foco incrustado al techo que lanzaba una fuerte luz blanca. Sentía bastante frío y el roce del metal casi producía dolor. Me sentía mareada, como embotada incapaz de razonar.
Volví en mí y mi corazón dió un vuelco, intenté recordar que pasó, que hacía allí. Pero antes de pensar aquello ni siquiera podía recordar quién era yo. Todos estos pensamientos fueron pasando muy deprisa abandonados ante la tremenda realidad física: sentía mucho frío. La causa era obvia, estaba totalmente desnuda, acostada en el piso de metal. Me incorporé de un salto, temblando de frío y el miedo floreció en mi interior. Intenté calentar las manos, las crucé sobre mis pechos pero era imposible escapar de la sensación, mis pies descalzos mantenían contacto con el metal, y el frío subía a mi cuerpo.
Aterrada empecé a gritar y golpear las paredes sin conseguir nada. Vencida, acurrucada en la esquina, crucé las piernas y las abracé contra mi pecho buscando algo de calor.
Transcurrieron alrededor de 20min cuando escuché un ruido, como si se moviera algo a lo lejos, un movimiento mecánico. El ruido se fue haciendo cada vez más fuerte, hasta que llegó a mi jaula. Provenía de todas partes y comprobé con horror que efectivamente venía de las paredes, que en ese momento se desencajaban de sus aristas y retrocedían, como si los lados del cubo se abrieran uno por uno.
Quedé en medio del cuadrado, que ahora era el piso, el único que permaneció en su lugar, pues hasta el techo desapareció. Ahora la luz venía de un punto más alto, la misma luz blanca, alumbrada prácticamente la misma zona cuadrangular que era el piso.
En ese mismo instante sentí en las piernas un movimiento reptante. Por ambas piernas subían serpientes grises, enrroscándose en torno a mis piernas y subiendo hasta las rodillas. Empecé a gritar y forsejear, la repulsión me invadió e intente quitarlas de ahí pero eran increíblemente fuertes. Note que no eran serpientes si no una especie de cables cilíndricos de 10cm de diámetro, grises y duros pero que podían doblarse como si fuera goma sin perder la dureza.
Al alcanzar la altura de la rodilla se detuvieron y otros pares de cables aparecieron sujetándome por los brazos. Enroscándose hasta mis codos. En un abrir y cerrar de ojos estaba atada. La fuerza de las poleas era irreal. Por mas fuerza que hacía no podía mover un milímetro de ellas. Apretaban lo justo y ni tiempo de pensar tuve, las poleas estiraron de mí.
Me izaron en el aire y estirando de todas direcciones me dejaron en X, comencé a sentir dolor en los hombros pero solo por un instante, debido que poco rato después sentía bastante ligereza, como si no pesara tanto. Comprendí que la gravedad había bajado, no había otra explicación. Delante mío apareció una esfera, gris, del mismo metal que todo. En sus movimientos se delataba la poca gravedad.
Detrás de la esfera, apareciendo desde la oscuridad, se mostró el ser mas horrible que vi en mi vida. Como de 2 metros de altura, tenia la piel grisácea, seca y con surcos. Marcaba lo que parecía ser músculos totalmente distintos a los que se acostumbra ver en humanos. Un cuello alto que podía mover en dos partes, sostenia una cabeza redondeada, calva. 4 pares de ojos negros reflejaban mi horrible situación. Sin nariz ni boca. Donde deberían haber estado solo había una especie de máscara que no supe decir si era parte de él o no. Tampoco puedo decir si estaba desnudo o no pues no se distinguía ningún otro órgano externo. Solo la piel seca y gris.
Entré en pánico, llorando y gritando de miedo me sacudía inútilmente. El ser levantó una mano con 3 dedos largos y tocó la esfera, que obedeciendo la orden deplego de su superficie varios apéndices y cables como los que me sujetaban, pero también otros, de todo tipo y grosor, con terminaciones raras y cabezas móviles que con toda mi imaginación no sabría darles una función.
Tal despliegue me arrancó un grito, pero en ese mismo segundo sus herramientas se hicieron de vida. Una polea sujetó mi cuello, la esfera se acercó aun más y varios tubos se estrellaron contra mi rostro, cerré los ojos y sentí que dos pequeños tubitos entraban por mi nariz. Entraban dentro de mí y bajaban hasta los pulmones, no pude gritar ni respirar, al abrir la boca para hacerlo un tubo mayor entró en mi garganta, serpenteaba como un animal y se introducía por la faringe bajando rápidamente. Sentí arcadas mientras bajaba dentro de mí. Lo sentí en la boca del estómago, dentro de él. Estaba a punto de asfixiarme cuando los tubitos mas pequeños salieron de mi nariz. El mayor seguía en su lugar. Moviéndose como una oruga. Retrocediendo un poco y reptando nuevamente dentro. Me contorsione por las arcadas, intenté vomitar, derramaba lágrimas pero nada lo inmutaba. Siguió dentro de mí un rato más y luego salió. Mientras me recuperaba comprendí que el material del que estaban hechos no era metal, parecía una especie de goma, cuando lo tenia en la boca lo mordí, entraba mis dientes hasta cierto punto. Era como morder un trozo de goma dura. Fría al tacto y envuelta en una especie de gel o moco. No sabía si era orgánico o no. El sabor era ligeramente salado, pero en general sin gusto alguno.
De mis deducciónes me quito el ser, que se ubicó detrás mío. Sentí sus manos en mi cintura, su piel era fría, y seca. Tosca como la madera y dura. Me tocaba a voluntad. Rozando mi espalda, bajando a mis nalgas y subiendo por los costados, tocaba mi vientre, y subía a mis senos. El frío era insoportable, temblaba por eso y por miedo. No podía dejar de llorar. Los toqueteos eran más observatorios, rígidos, como palpando mi organismo.
La esfera desplegó más apéndices, sentí pinchazos en algunas partes del cuerpo. Quitaban muestas de mí, cortó parte de mi pelo. Inspeccionaron mis ojos, de nuevo me introdujeron tubos en la nariz y también en mis oídos.
El monstruo se detuvo al encontrar mi ombligo, se centró en él, ubicándose frente a mí lo inspeccionó un rato. Con otra orden cambió mi posición, ahora pasé a estar "acostada" en el aire. El ser inspeccionaba mi vientre y ombligo. Luego bruscamente paró toda acción, encontró lo que buscaba.
Se alejó y desapareció de mi campo de visión y nuevamente me movieron en el aire. Pase a estar "sentada". Con horror y lágrimas comprendí que estaba en una posición como en mesa de ginecología. Mis piernas se abrían con el estirón de las poleas que las sujetaban. Comencé a llorar y gritar. Lentamente me abrió, dejando al descubierto mi vagina. Muy abierta. Mis piernas estaban prácticamente a mi costado y desde mi posición podía verme el propio coño.
Mis lágrimas caían lentamente en esa gravedad, sobre mis pechos. La esfera volvió a desplegar ante mí lo que estaba en mi garganta. Pero con otra cabeza, un capullo de varios pétalos que abriertos revelaban un montón de tiras, lisas, como una anémona de mar. Con un orificio en el centro, como un tubo hueco. Cerró esté capullo y lo puso en mi vagina. Estaba frío. Una vez más grité y forcejee. Era claro que me lo iban a meter. Más poleas me sujetaron al punto que no podía moverme. Solo mirar, y llorar.
Esa extremidad se posó sobre mi vagina, empujó ligeramente, aunque estaba rodeada de esa viscosidad no pudo entrar, pues con el frío y el miedo yo estaba seca, mis labios no eran mas que una raya.
De nuevo empujó más fuerte y sentí como se abría paso. Lentamente. Comencé a gritar y suplicar, pero no me entendía y si lo hacía no mostraba muestras de detenerse. Esa cosa no era de éste mundo. El apéndice aún no podía entrar. Retrocedía y se movía en S y volvía a posarse en mi vagina. Lo hacía delicadamente, como si no quisiera hacerme daño. Estaba muy equivocada.
Nunca quizo entrar. Solo estaba tanteando. Sin haberlo visto otro tentáculo parecido había surgido. De unos 5cm de ancho terminaba en una cabeza un poco menos ancha, con un agujero en medio, cerrado por una especie de esfínter, que se abría para dar paso a dos especies de lenguas, finas y largas que se movían dentro.
No me dió tiempo de pensar. Era obvio que buscaba otro orificio, uno menos importante pero más doloroso. Querían investigar dentro de mí, dejando el útero para el final. Querían saber que había dentro mío.
Luche como un animal, gemí, grité y nege. Cerre mi ano con todas mis fuerzas, apreté el culo, no quería ésto, quería largarme de ahí. No hubo piedad.
El apéndice se enroscó sobré si mismo y salió disparado, golpeó en mi ano y entró sin detenerse ni un segundo. Mi Resistencia no lo detuvo, ni lo paro siquiera. Me penetró analmente con el mismo ímpetu con el que partió. Toda mi rebeldía se rompió, se quebró igual que me culo, toda la fortaleza, en vez de relajarme y cooperar, solo duplicó mi agonía.
Ingresó dentro mío con un Plop! Sonoro. El dolor fue el peor de mi vida. Me rompió en dos, tuve hasta mareos, vi estrellas y me arrancó el peor grito que pude dar. El dolor recorría mis entrañas cuándo el tentáculo se retiró. Salió de mi culo apenas entro, volví a sonar como un descorche de vino y acto seguido repitió el movimiento. En S y directo a mí. Fue como una señal, que no me opusiera, que mis esfuerzos serían inútiles. Esta vez ya no salió, sino que como un gusano repto por mi ano, por el recto, subía y se retorcía, lo sentí en los intestinos y pude ver su recorrido al hincharse mi vientre.
Yo gemía por el dolor, lágrimas y baba recorrían mis pechos mientras era violada por ese tubo. Se movía y retorcía dentro de mí. Comenzó con un movimiento de bombeo, sentía crecer su anchura y volver a decrecer. Se agitaba como una cuerda en manos de un niño. Bombeaba dentro de mí pero no sabía que, creo que era solo el movimiento porque no sentía nada derramándose, solo sentía el dolor hasta que lo noté. Las lenguas dentro de mí, se movían rápidamente.
Estaba a punto de desfallecer. El sufrimiento era mortal cuando volvió a salir de mí. No salió por completo. Ignoró cuánto penetro en mí pero nunca sentí nada tan profundo. Dejó una parte dentro de mi culo. Y entonces. Entonces me torturó.
Volvió a entrar, y a salir, y a entrar. Metía y sacaba todo lo largo de su apéndice. Me estaba cojiendo. Cómo en la tierra, cómo un humano, no, como humano no. Cómo un animal, como un gusano entrando en la tierra, retrocediendo el video y volviendo a reproducir.
Me follaba el culo, entraba y salía, entraba hasta lo más profundo. Mi ano ya no daba más, sentía dolor y que ardía, el frío desapareció todo era calor ahora, el sudor me empapó, sudor de miedo y dolor. Continúo la penetración, con cada incursión en mí mi espíritu se rompía. El líquido viscoso emanaba ya por los bordes. No sabia si estas cosas terminaban, si habría semen o solo era una exploración, ya no pensaba en nada solo en el dolor que sentía.
De repente dejó el movimiento de sacar y meter. Y se introdujo en mí, la fricción me mataba. Entraba y entraba. Sentí mi vientre y entrañas apretados.
Grite gruturalmente mientras entraba más en mí, lo sentía enroscándose, cerca del estómago. Empujó más y más.
Y me desmayé.
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