Mis nervios explotan por todo mi cuerpo, los espero con un americano en la cafetería junto al parque en la que acordamos, empiezo a temblar cuando se acerca la hora marcada y demasiada puntualidad demuestra mi nerviosismo.
Termino mi segundo cigarro, la puerta del balcón se abre y ellos se acercan a mi mesa. Ella, canela, sus senos se resaltan con su blusa; vestida discretamente provocadora, vestido azul informal arriba de sus rodillas. Él, piel blanca, camisa y jeans. Sonrientes saludan, me levanto para al fin conocerlos, me doy cuenta que los dos son más altos que yo, nunca me ha importado la altura, realmente.
-¿Llevas mucho tiempo esperando? -Me pregunta él.
- No mucho, es mi primer café. -Respondo, disimulando mi entusiasmo.
Nos sentamos y ellos, tranquilos, ordenan unos capuchinos y un pastel de zanahoria.
-Te ves más gordito en las fotos. -Me dice ella, sonriendo con tal naturalidad, contrastando con mis nervios y silencio.
-Sí, he bajado un poco de peso, y nunca he sido muy fotogénico.
Reímos
-Qué humilde -Ríe él-, te ves guapo en las fotos, o eso es lo que dijo Laura cuando nos mandaste el mensaje. -Se voltea hacia Laura, que ríe coquetamente con su novio.
-Pero eres más guapo en vivo. -Dice ella, mirándome profundamente y sonriendo mordiendo su labio inferior.
Hago el intento por no temblar de calentura.
-Ustedes igual son muy guapos. -Respondo.
Maldita sea, parezco un novato.
El mesero regresa con los cafés y el pastel, interrumpiendo el juego de coqueteo que hemos llevado desde las redes. Puedo apreciar, al fin, a profundidad a la pareja. Laura es muy bella, su cara es de una niña, fina, delgada, sus senos se aprietan en su escote, pero su sonrisa me roba la mirada: sus labios rojos, pequeños, la enmarca; sus ojos se siguen al pastel con una alegría que, a pesar de su sensualidad de mujer, la devuelven a la infancia (aumentando el calor en su juego). Carlos parece un artista mexicano de la época dorada: sin aparentar ser un mirrey logra lucir su cuerpo en una camisa, su sonrisa me da confianza, y demuestra el cariño y amor que le tiene a Laura en cada momento que puede. Parte con la cuchara un pedazo de pastel y se lo lleva a la boca de Laura, ésta disfruta el momento, parece tan plena.
Yo sonrío, tal muestra de amor me provoca felicidad, tal cariño me relaja. Laura se da cuenta que los miro.
-¿Quieres probar, Andrés? ¡Está riquísimo!
Sin esperar mi respuesta agarra un pedazo con la cuchara y me lo mete a la boca. Carlos se lanza a besar apasionadamente a Laura, le acaricia los cabellos, ondulados, castaños, bajan hasta su escote mostrando la sensualidad explosiva de la mujer. Ella, mientras responde a los besos de Carlos me acaricia la pierna. Al terminar el beso ella deja la mano ahí.
-Realmente está muy rico. -Respondo, despojándome de mi timidez.
-¿Quieres otro poco? -Me ofrece Carlos.
Lo miro, sonrío y asiento. Él corta otro pedazo con su cuchara y lo lleva a mi boca, sonriendo, Laura sigue acariciando mi pierna. Con el pastel en la boca agarro valor y acerco la mano de Laura a mi erecto pene, ella lo soba sobre mi pantalón y oculta su otra mano bajo la mesa.
-Me das otro poco, amor. -Le dice Laura a Carlos mirándolo de una manera que mataría a cualquiera.
Bajo mi mano a la pierna de Laura, acariciándola y subiendo su falda poco a poco, ella baja mi bragueta y mete su mano en mi boxer, tocando mi caliente sexo. Yo respondo, apartando el pedazo de tela que la cubre y humedeciendo mis dedos dentro de ella mientras le doy un sorbo a mi café. Al bajar la tasa volteo hacia Carlos, él sonríe.
-Cuando quieran pedimos la cuenta y nos vamos.
Riendo, Laura llama al mesero, aún con las dos manos bajo la mesa, acariciando mi verga le pide la cuenta, él regresa y yo saco mis dedos de ella para sacar mi cartera, dejo 40 pesos sobre la mesa, el doble del valor de mi americano, y Carlos deja un billete de $50.
Nos levantamos y los dos hombres nos subimos la bragueta.
Bajamos y salimos a la calle, me indican la dirección a su carro y ella, caminando, pasea entre él y yo, abrazándonos y agarrando nuestros brazos, como teniendo dos novios simultáneamente. Llegando al carro ella se sienta en el asiento del copiloto y yo me subo en el asiento trasero, se voltea hacia mí antes de que suba su novio y me da un largo beso y nos penetramos con la lengua hasta después de que Carlos arranca el carro. Él le agarra la pierna y ella lo besa a él también, retorciéndose mientras la mano de su novio sube por su pierna.
La calentura sube el carro, ninguno habla, sólo escuchamos pequeños gemidos y fuerte respiración que inunda el coche.
-¿Te parece si vamos al motel T…, Andrés? -Me pregunta Carlos mientras Laura le desabotona su pantalón.
-Me parece perfecto.
Laura saca el miembro de Carlos, grande, lo agarra con sus dos manos y sobresale de sus dedos, crece al tiempo en que se acerca a su boca, se lo mete y lo saca húmedo, totalmente erecto. Su cabeza brilla y se mueve con las manos de Laura. Ella me volvea a ver, yo miro fascinado.
-¿Se te antoja o qué? -Se burla Laura.
Se lo vuelve a meter a su boca, Carlos sigue manejando tranquilamente y, llegando al desvío, se incorpora al carril de baja velocidad para entrar al motel.
La pantalla iluminada marca el cuarto 08, se mete al garage y, con el portón abierto, ella se la sigue mamando mientras yo la observo.
Laura se incorpora y se voltea para darme un beso, siento el sabor de su verga en mi boca, ella acaricia mi pene dentro de mi pantalón y Carlos baja del carro. Lo seguimos.
-Voy a ir a pagar la habitación, ¿te parece si pagamos mitad y mitad? -Me dice él.- Mientras ustedes suban
Para ver la continuación: http://www.poringa.net/posts/relatos/3188864/Trio-hmh-2.html
Termino mi segundo cigarro, la puerta del balcón se abre y ellos se acercan a mi mesa. Ella, canela, sus senos se resaltan con su blusa; vestida discretamente provocadora, vestido azul informal arriba de sus rodillas. Él, piel blanca, camisa y jeans. Sonrientes saludan, me levanto para al fin conocerlos, me doy cuenta que los dos son más altos que yo, nunca me ha importado la altura, realmente.
-¿Llevas mucho tiempo esperando? -Me pregunta él.
- No mucho, es mi primer café. -Respondo, disimulando mi entusiasmo.
Nos sentamos y ellos, tranquilos, ordenan unos capuchinos y un pastel de zanahoria.
-Te ves más gordito en las fotos. -Me dice ella, sonriendo con tal naturalidad, contrastando con mis nervios y silencio.
-Sí, he bajado un poco de peso, y nunca he sido muy fotogénico.
Reímos
-Qué humilde -Ríe él-, te ves guapo en las fotos, o eso es lo que dijo Laura cuando nos mandaste el mensaje. -Se voltea hacia Laura, que ríe coquetamente con su novio.
-Pero eres más guapo en vivo. -Dice ella, mirándome profundamente y sonriendo mordiendo su labio inferior.
Hago el intento por no temblar de calentura.
-Ustedes igual son muy guapos. -Respondo.
Maldita sea, parezco un novato.
El mesero regresa con los cafés y el pastel, interrumpiendo el juego de coqueteo que hemos llevado desde las redes. Puedo apreciar, al fin, a profundidad a la pareja. Laura es muy bella, su cara es de una niña, fina, delgada, sus senos se aprietan en su escote, pero su sonrisa me roba la mirada: sus labios rojos, pequeños, la enmarca; sus ojos se siguen al pastel con una alegría que, a pesar de su sensualidad de mujer, la devuelven a la infancia (aumentando el calor en su juego). Carlos parece un artista mexicano de la época dorada: sin aparentar ser un mirrey logra lucir su cuerpo en una camisa, su sonrisa me da confianza, y demuestra el cariño y amor que le tiene a Laura en cada momento que puede. Parte con la cuchara un pedazo de pastel y se lo lleva a la boca de Laura, ésta disfruta el momento, parece tan plena.
Yo sonrío, tal muestra de amor me provoca felicidad, tal cariño me relaja. Laura se da cuenta que los miro.
-¿Quieres probar, Andrés? ¡Está riquísimo!
Sin esperar mi respuesta agarra un pedazo con la cuchara y me lo mete a la boca. Carlos se lanza a besar apasionadamente a Laura, le acaricia los cabellos, ondulados, castaños, bajan hasta su escote mostrando la sensualidad explosiva de la mujer. Ella, mientras responde a los besos de Carlos me acaricia la pierna. Al terminar el beso ella deja la mano ahí.
-Realmente está muy rico. -Respondo, despojándome de mi timidez.
-¿Quieres otro poco? -Me ofrece Carlos.
Lo miro, sonrío y asiento. Él corta otro pedazo con su cuchara y lo lleva a mi boca, sonriendo, Laura sigue acariciando mi pierna. Con el pastel en la boca agarro valor y acerco la mano de Laura a mi erecto pene, ella lo soba sobre mi pantalón y oculta su otra mano bajo la mesa.
-Me das otro poco, amor. -Le dice Laura a Carlos mirándolo de una manera que mataría a cualquiera.
Bajo mi mano a la pierna de Laura, acariciándola y subiendo su falda poco a poco, ella baja mi bragueta y mete su mano en mi boxer, tocando mi caliente sexo. Yo respondo, apartando el pedazo de tela que la cubre y humedeciendo mis dedos dentro de ella mientras le doy un sorbo a mi café. Al bajar la tasa volteo hacia Carlos, él sonríe.
-Cuando quieran pedimos la cuenta y nos vamos.
Riendo, Laura llama al mesero, aún con las dos manos bajo la mesa, acariciando mi verga le pide la cuenta, él regresa y yo saco mis dedos de ella para sacar mi cartera, dejo 40 pesos sobre la mesa, el doble del valor de mi americano, y Carlos deja un billete de $50.
Nos levantamos y los dos hombres nos subimos la bragueta.
Bajamos y salimos a la calle, me indican la dirección a su carro y ella, caminando, pasea entre él y yo, abrazándonos y agarrando nuestros brazos, como teniendo dos novios simultáneamente. Llegando al carro ella se sienta en el asiento del copiloto y yo me subo en el asiento trasero, se voltea hacia mí antes de que suba su novio y me da un largo beso y nos penetramos con la lengua hasta después de que Carlos arranca el carro. Él le agarra la pierna y ella lo besa a él también, retorciéndose mientras la mano de su novio sube por su pierna.
La calentura sube el carro, ninguno habla, sólo escuchamos pequeños gemidos y fuerte respiración que inunda el coche.
-¿Te parece si vamos al motel T…, Andrés? -Me pregunta Carlos mientras Laura le desabotona su pantalón.
-Me parece perfecto.
Laura saca el miembro de Carlos, grande, lo agarra con sus dos manos y sobresale de sus dedos, crece al tiempo en que se acerca a su boca, se lo mete y lo saca húmedo, totalmente erecto. Su cabeza brilla y se mueve con las manos de Laura. Ella me volvea a ver, yo miro fascinado.
-¿Se te antoja o qué? -Se burla Laura.
Se lo vuelve a meter a su boca, Carlos sigue manejando tranquilamente y, llegando al desvío, se incorpora al carril de baja velocidad para entrar al motel.
La pantalla iluminada marca el cuarto 08, se mete al garage y, con el portón abierto, ella se la sigue mamando mientras yo la observo.
Laura se incorpora y se voltea para darme un beso, siento el sabor de su verga en mi boca, ella acaricia mi pene dentro de mi pantalón y Carlos baja del carro. Lo seguimos.
-Voy a ir a pagar la habitación, ¿te parece si pagamos mitad y mitad? -Me dice él.- Mientras ustedes suban
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