You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Mi timidez y mis tías 14

Cuando salí de la habitación de Lisa estaba sorprendido por la historia y a la vez liberado de cierto remordimiento, me duché y más contento baje al restaurante, mi madre me miró de lejos y sonrió, cuando llegué a su lado me dijo…
-       Qué, Manu? La tarde movidita, no?
Le empecé a contar que habíamos jugado mucho, que las chicas eran como chiquillas incansables, en fin, historias que mi madre aunque asentía no se creía ni palabra, al final me interrumpió y me dijo…
-       Te voy a preparar una buena cena, creo que la necesitas.
Recordé el dicho de “Te conozco más que tu madre”, en este caso mi madre me conocía más que yo mismo.
Subí a mi habitación nada más cenar, mi madre me aconsejó que me acostara pronto, ella me dijo que “también” estaba muy cansada, se lo agradecí, sabía que esta noche no íbamos a compartir cama.
Pasé una mala noche, no paraba de dar vueltas, hasta tenía agujetas en los riñones de la posturita del coche, casi amaneciendo salí al baño a desaguar, me crucé con mi tía Julia, con pasos silenciosos bajaba en ese momento del piso de arriba, supuse que habría estado arreglando algo.
Por la mañana noté como mi madre me besaba en la frente y después de ponerse el uniforme, salía de la habitación en silencio.
Ya era tarde cuando salí de mi habitación, mi intención era ayudar en los almuerzos, el bar debía estar lleno.
Al pasar por la puerta de la habitación de Lisa me llamó, a esas horas los únicos que acostumbrábamos estar en el piso éramos nosotros, también se estaba terminando de arreglar, me hizo pasar y me senté en la cama, ella aún iba en pijama pero ya estaba maquillada, se sentó a mi lado y me cogió la mano.
-       Como has pasado la noche primo?, yo fatal, aun no puedo sentarme bien, ayer me jodiste bien, aunque no te lo reprocho, me subiste a la gloria, no tienes ni idea los mensajes que me han mandado mis amigas, me han quemado el teléfono casi, se creían de vuelta de todo, pero la serie de mamadas que nos diste no las olvidaremos nunca.
-       Me alegro mucho que lo pasarais bien ayer, yo también lo pasé especial, aunque tampoco he dormido bien, no he parado de moverme, los riñones hechos polvo y la boca casi desencajada, tuve que ir al baño de buena mañana. Ah! Y me cruce con tu madre.
-       Con mi madre? Y donde estaba?
-       Pues no sé, pasaba por el pasillo, aún era de noche, me pareció que bajaba del piso de arriba.
-       Vaya con mi madre…, ahora empiezo a comprender algunas cositas… mira.
Sacó del cajón de la mesita el consolador que ya le había visto antes, era de su madre, lo sacó del envoltorio.
-       Fíjate, está sin usar desde hace mucho, se lo cogí ayer, estaba como lo había dejado yo, seguro que ya no lo usa y antes era casi a diario, algo quiere decir, me imagino lo que pasa… mi madre aseó la habitación de arriba por la insistencia mía para que estuvieras solo cuando vinieras y así poderte acompañar muchas noches sin que estuvieras con tu madre, cuando ya lo había hecho, contrató a Ricardo el camarero, al principio se hospedaba en una habitación alquilada en el pueblo, pero ella le propuso dejarle la de arriba y desde entonces… no usa el consolador, creo que Ricardo le ha solucionado el tema de una polla y esta vez caliente.
Nos echamos a reír los dos, era una buena deducción y un buen descubrimiento, nos comprometimos a seguirles la pista y controlarlos.
Se levantó y en un momento se puso un sujetador cómodo y una camisa oscura con un pantalón, no pude más que recordar la tarde anterior, todo aquello me lo había comido yo.
La mañana fue como todas, mucho trabajo, Raquel estaba agobiada como siempre, me acerque y le pregunté si le ayudaba, se alegró y me dejó servir a mí también, a los de la mesa de mirones los servía ella, pero ya no se agachaba por no enseñarles las tetas.
Después de comer montamos las mesas y las camareras se marcharon un rato hasta la cena, mi tía me dijo que le diera un recado a Lourdes la camarera antes de irse, ya era tarde y creí que ya no estaba y entré sin llamar al cuarto donde tenían las taquillas, detrás de la puerta abierta de una de ellas asomó Encarna, me quedé cortado, ni yo esperaba que hubiera alguien ni ella que entrara nadie, solo llevaba unas braguitas estampadas de florecitas, se cruzó los brazos sobre las tetas, pero enseguida se tapó la entrepierna, dejando las tetas frente a mí, yo no sabía dónde mirar, ella sofocada y yo rojo por la metedura de pata, al fin pude balbucear algo, o pregunté por Lourdes o me excusé saliendo enseguida.
Cuando salí mi tía y mi madre estaban detrás de la barra, me vieron sofocado y antes de que pudiera explicarles, salió del cuarto Encarna, arreglándose el pelo, les sonrió y se despidió.
-       Parece que has visto a un fantasma Manu!
-       Todo lo contrario, he visto a un ángel.
Julia miró a Clara y se echaron a reír.
Por la noche las camareras me miraban cuchicheando y se reían, la única que parecía defenderme era Raquel, me contó que Encarna les había contado que había entrado en el cuarto de cambiarnos y la había visto desnuda y que me había ruborizado mucho, yo le conté mi versión que tampoco difería tanto, simplemente me justifique diciéndole que no esperaba que estuviera sin vestir y menos ella.
-       Tampoco es para tanto, solo le he visto fugazmente las tetas mientras ella se intentaba tapar las bragas, aunque me habría gustado ver algo más, parece que tiene un tipo bonito.
-       Pues ella dice que se las viste bien vistas y que te quedaste mirando abobado. Pero yo creo que la verdad es que le habría gustado que la hubieras visto del todo desnuda, le caes muy bien, y teniendo un tipo tan bonito como dices tú…
-       Qué va! Para tipo bonito el tuyo, aunque tengo que reconocer que a primera vista me engañaste.
-       Cómo que te engañé?, si no me lo has visto.
-       No te he visto desnuda, pero con mi vista de rayos X te he examinado toda.
Ella se rió con ganas, las tetas le saltaban al reírse, yo las seguía disimuladamente.
-       Pues no se qué más quieres, me has visto con bikini y desde muy cerca, lástima que no tenga el tipo de Encarna…
-       Encarna?, ni sombra, tú tienes unas tetas que enamoran solo verlas, bueno… si las hubiera visto y de lo demás no quiero pensarlo porque me tendría que esconder detrás de la barra.
Entre risas me dijo que era un exagerado, yo hice mención de morderle una teta y ella se encogió como huyendo.
-       Lástima que aquí no haya playa, porque me gustaría invitarte un día a tomar el sol y ponerte morena.
Lo dije sin esperanza, la playa estaba lejos, de haber sido en mi ciudad, lo habría hecho directamente, pero aquí y sin vehículo…
-       Oye… que aquí no tendremos playa, pero tenemos río, qué te crees?
Yo creo que las orejas se me plantaron como a Thor cuando se ponía alerta, y recogí el guante…
-       A esto le llamáis rio? Si no lleva casi agua.
-       Eso te parece a ti, pero yo sé un sitio que hay una poza bastante profunda, está un poco lejos pero está muy bien.
-       Es una pena que no tenga coche ni permiso para llevarte…
-       Bueno, yo tengo un scooter, no corre casi pero para ir y venir sobra.
-       Ah! Pues es una buena idea, pero a saber cuándo podíamos ir…
-       Yo libro pasado mañana, aunque no sea fiesta el rio seguirá allí, supongo.
-       Muy bien se lo diré a mi tía y si no le hago falta nos vamos.
-       De acuerdo, yo revisaré la moto antes de salir.
A los dos días habíamos quedado en encontrarnos bajo de casa de su abuela, yo llevaba una mochila con el bañador, una gorra y una toalla, a los diez minutos aún no había venido, yo estaba casi desengañado, todo era mirar a los dos lados de la calle, lo que no me esperaba es que saliera del portal de su abuela, me sonrió de oreja a oreja y me dijo con la cabeza que la siguiera, en una calle paralela tenía aparcada la moto, era bastante nueva y cómoda, yo creí que sería un velomotor cualquiera, de abajo del asiento sacó dos cascos, uno se lo puso ella y el otro me lo dio a mí, me lo puse, parecía un astronauta al verme en el espejo, ella se tronchaba de risa.
Me dio una bolsa que llevaba, pesaba bastante, no le hice mucho caso porque los bolsos de las mujeres, ya se sabe…
Se subió a la moto y me senté de paquete, cuando arrancó me pilló desprevenido y casi me caigo por detrás, me dijo…
-       Perdona, es que no tengo mucha práctica en llevar a gente, cógete fuerte.
Me puse la bolsa de ella a la espalda y pase los brazos por su cintura, me dijo que estaba a unos 15 Km.
Salimos del pueblo, era en otra dirección de la excursión anterior, apenas llevábamos 5 minutos se desvió por un camino sin asfaltar, iba bajando hacia un valle frondoso, el camino era malo, la moto iba lenta y ella con pericia esquivaba los baches, pero alguno no lo podía evitar y dábamos un salto, yo me cogía para estar seguro, mis manos en su estomago notaban el calor de su piel bajo la camiseta, de vez en cuando el salto era mayor y a la suspensión de la moto se añadía las suspensión del sujetador de Raquel, con la sobrecarga que llevaba varias veces se apoyaba en mis manos, yo iba subiéndolas poco a poco y con menos saltos y más frecuencia le iba rozando los bajos de las tetas que pese a su tamaño encontré duras, ella acercaba su culo sobre el asiento alargado y lo colocaba entre mis piernas echando la espalda hacia atrás, íbamos pegados literalmente.
Casi no nos dimos cuenta cuando llegamos, la moto nos había llevado hasta un bosquecillo de plátanos, me extrañe no ver el río pero me hizo bajar, a unos metros de distancia se acababa la hierba y seguía una losa de piedra, me llevó de la mano y cuando se termino la piedra me señaló hacia abajo.
A unos 5 o 6 metros debajo de nosotros estaba el rio, era estrecho pero justo debajo se ensanchaba en un pozo hondo, el agua aunque limpia se oscurecía bastante, luego el agua seguía entre una playita de arena.
Al lado de otro árbol había otra moto, y desde el río subían unas voces, era otra pareja que había llegado antes.
Raquel me mostró por donde se bajaba por una senda muy inclinada hasta la orilla, desde debajo aún parecía más alto, la pareja de jóvenes nos saludó y correspondimos, nos contaron que era muy divertido tirarse desde la piedra al rio, yo no lo creí pero el chico subió corriendo y desde arriba se lanzó de pié, entró como un clavo y al momento salió sin apenas levantar el agua, le aplaudimos, la chica también subió se cruzó los brazos sobre el pecho y saltó, aún lo hizo mejor, el chico quiso mejorarla y se volvió a tirar, pero esta vez se torció un poco y cayo de lado, el ruido sonó mal, cuando salió tuve que ayudarlo, tenía el lado rojo del planchazo que se había dado, la novia corrió hacia él y le ayudó a subir a los arboles, les perdimos de vista y a los pocos minutos oímos como su moto se alejaba.
Cuando nos quedamos solos Raquel me retó a tirarme, pero yo la verdad no lo tenía muy claro, quiso ser la primera, se quitó la camiseta y el pantalón corto, llevaba el bikini blanco que le arregló su madre, se dio una vuelta rápida para enseñármelo y le hice una señal de admiración que ella agradeció.
Subió por la senda y al momento se asomó sobre la piedra, desde abajo todavía se veía más escultural.
Se puso en la orilla y cruzando los brazos sobre el pecho se lanzó, estuvo unos segundos bajo el agua que me parecieron horas, salió tosiendo, le había entrado un poco de agua por la nariz, pero cuando salió quedé maravillado, a la alegría de verla sana se unía la de verle el bikini mojado pegado a su figura, su madre había hecho un buen trabajo, pero aún así era como una segunda piel.
Me vi obligado a replicar y subí a la piedra, ella desde abajo me animaba porque yo no me atrevía todavía, al fin me armé de valor y me lancé, la luz se hizo oscuridad, al momento la claridad del agua y ya estaba fuera otra vez, había sido una experiencia excitante, Raquel me abrazó cuando salí chorreando, ella también mojada me apretó contra ella, sus pechos se apretaron contra mí.
Enseguida se animó a saltar otra vez ella, subió corriendo y apareció sobre la roca, esta vez se tapo con la mano la nariz para evitar el agua y se lanzó sin más, entró limpiamente, cuando asomó la cabeza sonreía feliz, había hecho un salto perfecto, al salir a la orilla me quedé petrificado, ella no se había percatado, pero al entrar en el agua le había subido el sujetador hasta el cuello y le había dejado las dos hermosas tetas exultantes frente a mí, no dije nada hasta que estuvo frente a mí, mis ojos no se podían apartar de ellas y siguiendo mi mirada llegó a sus pezones, rápidamente se tapó, pero había mucho que tapar y no consiguió su propósito, al final viendo que me tronchaba de risa, desistió y soltándose el sujetador de detrás lo lanzó lejos.
Se fue corriendo al agua y se metió hasta el cuello, yo la seguí y cuando la alcance me fui hacia ella, intentó alejarme echándome agua con las manos, pero yo iba ciego ya y cuando la abracé desistió de defenderse, me abrazó y me besó, no fue un beso de pasión pero lo suficiente para demostrarme que estaba a gusto conmigo y ahora, mis brazos rodearon su cuerpo y estuvimos un momento besándonos la cara, el cuello y la boca, nuestros cuerpos pegados no se movían hasta que Raquel me cogió el bañador y me lo bajó hasta las rodillas, yo en represalia buceé y le hice lo mismo pero hasta los tobillos, al momento vi sus bragas flotando a nuestro lado, con un pié me acabe de quitar el mío que también subió a la superficie, nos volvimos a abrazar, esta vez mi polla ya se pegó a su vientre, quedó aprisionada entre nuestros ombligos, le cogí de las nalgas para apretarla más contra mí, la dureza de la polla nos unía más que nos separaba.
Raquel se separó lo justo para cogerme el capullo y ponérselo en el comienzo de sus labios, recordé lo alto que le nacía la raja, ella se volvió a pegar a mí, el agua hizo de lubricante y mi polla fue resbalando entre sus labios, fue un largo paseo, apenas interrumpido por la escala en su clítoris que superé y seguí hasta que sus labios menores me recibieron, la chica solo separó las piernas lo justo para rodear mi polla con sus labios, el calor que me daban contrastaba con el frio del agua y me sentí abrigado, la cogí de las axilas y la levante, en el agua casi no pesaba y al bajarla Raquel abrió las piernas y se dejó penetrar por mi polla que apuntaba hacia arriba, entonces sí que me sentí como en casa, la chica al sentirme dentro de ella me abrazó otra vez quedándose quieta, estaba saboreando la sensación de mi polla caliente, colgada de mi cuello me rodeo la cintura con sus piernas y se dejó caer hasta que su coño se pegó a mí, con mis manos libres le cogía las tetas, no las abarcaba pero las amasaba y juntaba o separaba, podía hacer lo que quisiera con ellas, sus pezones me rozaban en los míos, nos dejamos llevar por la corriente hasta que embarrancamos en la orilla sobre la arena, con medio cuerpo fuera del agua Raquel me recibió entre sus piernas, mi polla chapoteaba al entrar y salir y sus tetas al agitarse con los empujones hacían olas, la noté temblar y no era de frío, las sacudidas que dio levantaron la arena del fondo y cuando yo me iba a correr estiró de mí y me puso la polla entre sus tetas, las cerró y la hizo desaparecer, aun moviéndome no aparecía mi glande por ningún sitio, me corrí de todas formas, cuando separó las tetas en todo el canalillo una masa blanquecina y viscosa con un fuerte olor a semen se escurría hasta el agua.
Sobre la arena húmeda estuvimos un rato, mi polla caída a un lado descansaba, ella con los dedos repartía mi leche entre sus tetas mojando con especial atención a sus pezones oscuros, luego se chupo los dedos.
Ya había pasado un rato cuando vi que el sol se iba marchando, me levante a gatas y pasando sobre su cabeza besé sus labios, seguí bajando, sus tetas brillantes de semen me supieron a tarta de chocolate, su ombligo lleno de agua y sudor, un poco salado, pero cuando llegué a su coño, mi lengua tuvo que separar sus largos labios desde muy pronto, presionando a derecha e izquierda fui abriéndome paso, hasta dar con el clítoris, no era muy grande para el tamaño del coño pero, la piel la quité y apareció como una almendra pelada, Raquel ya había recibido sobre su cara a la polla que me colgaba, esperó que pasara sobre su frente y sus ojos, pero cuando ya llegaba a su nariz abrió la boca y esperó, ella sola entró, y se acomodó entre los labios de Raquel, levantó la cabeza lo justo para tragársela casi entera y aspiró, le entró lo que quedaba.
Mi lengua ya le había separado los labios menores, descubrieron la entrada de la vagina que yo ya había visto gracias a la gentileza de su madre, metí la lengua todo lo que pude, saboree los jugos que el agua no había podido sacar y aspiré.
Su culo no era grande pero lo suficiente para aferrarme a sus nalgas y lamer hasta hacerla desfallecer, ella con sus manos me cogía los huevos y los amasaba, no lo pude resistir, me corrí sin esperarla, ella tosió, no podía tragar toda la leche que salía a torrente, y se separó la polla, sobre la cara cayeron varios chorros, luego se la volvió a tragar y me la limpio de leche.
Yo seguí comiéndole el coño, solo pudo que abrir las piernas para que metiera más y más lengua, se corrió y cerró las piernas de golpe atrapándome la cabeza, tuve que esperar a que cesaran sus espasmos para poder respirar bien.
Cuando me volví, ella solo me podía ver con un ojo, el otro lo llevaba cubierto de una cortina de semen.
Buscamos nuestras prendas diseminadas por la arena y nos las pusimos, al subir por la senda le iba dando cachetes en las nalgas, ella se reía intentando huir.
De la bolsa que había traído sacó dos bocadillos gigantes, unas cervezas y un termo con café, sobre las toallas estuvimos comiendo, el sol iba cayendo y ya no apetecía volver al agua, para servir el café se sentó sobre mis piernas, iba a abrir el termo cuando le dije…
-       Yo quiero un café con leche.
Le baje el sujetador y le saque una teta, puse el vasito bajo el pezón y apreté, ella se acercó a mí y me lo ofreció en la boca.
-       Es mejor que la saques directamente, chupa fuerte.
Le solté el sujetador por detrás, ya sin ataduras las dos tetas saltaron hacia mí las chupé hasta la saciedad, mi polla bajo el culo de Raquel la hacía elevarse, se levantó lo justo para abajarme el bañador y ladeando un poco el bikini se metió la polla.
-       Yo la quiero batida y con espuma, me dijo.
Me estuvo cabalgando, esta vez se corrió primero, casi se le derramó el café sobre mí, la tuve que sujetar, aguantó clavada hasta casi desfallecer, cuando me iba a correr yo la levante se la saque, ella se la metió en la boca, en esta ocasión la fue tragando según salía la leche, solo murmuró…
-       Está rica…
Sentada sobre mí, con la polla fláccida pero rodeada de sus largos labios sirvió el café, nos lo tomamos saboreándolo con deleite, cuando se bajó, mi polla brillaba de sus jugos.
Cuando volvimos, por el camino bacheado mis manos pasaron bajo el sujetador, sustituyéndolo, las tenía cogidas y las sujetaba mientras las amasaba, ella culeaba en el asiento notando mi polla dura entre sus nalgas.
Cuando llegamos a casa de su abuela, esperé en la calle mientras ella subía y se cambiaba de ropa, cuando bajó no parecía la misma, pero estaba igual de buena, subió a la moto y se fue dándome un beso al aire, yo volví a casa.
En mi casa no me preguntaron sobre la excursión, realmente solo estaban al corriente mi madre y posiblemente mi tía, aunque no descartaba que sería del dominio público, me sorprendí de que nadie me preguntara y menos a Raquel.
Quien menos me esperaba que se enterara fue la madre de Raquel, y fue por el dichoso bikini, por una pregunta sin importancia a la que Raquel contestó instintivamente.
-       Raquel, hija, cuando vas a probarte el bikini blanco? Llegará el día que lo necesites y entonces vendrán las prisas.
-       No hace falta, mamá me sienta muy bien, gracias.
-       Como lo sabes si aún no han abierto la piscina municipal?
-       Bueno… lo he estrenado en el río.
-       En el rio? Y con quien has ido?
-       Fui el otro día, le enseñé la poza a un chico.
-       Ah sí? Y que chico era, lo conozco?
-       Si, era Manu.
-       Manu? El chico que conocimos en casa de la abuela?
-       Si el mismo.
-       Y qué tal?, le gusto?
-       Si dijo que me sentaba muy bien.
-       Ya, pero me refería al rio.
Raquel se dio cuenta de que había hablado quizá más de lo necesario y eso que no conocía bien a su madre, esta se hizo la desentendida, pero tomo buena nota.
Con la excusa de darle un recado a su hija una mañana apareció Elvira, la madre de Raquel, estuvo hablando con mi tía, sin duda se conocían de tiempo, entonces a mi tía se le ocurrió que le vendría bien hacerse unos vestidos, a Elvira le pareció perfecto, incluso le prometió dejar los trabajos que tenía empezados y ponerse manos a la obra.
Un sábado se fueron mi madre y mi tía a la ciudad para ver telas para los vestidos, de paso le harían una visita a Ana, me ofrecí para atender la barra, pues ese día no trabajaba nadie en los polígonos industriales y la clientela era mínima, en el restaurante Ricardo sobraba para servir a los cliente ayudado por Lisa, Raquel y Encarna estaban al cuidado de las pocas mesas que se ocupaban, a Lourdes le dieron día libre, el día estuvo tranquilo, incluso más de lo normal, hasta el punto que las dos camareras se pasaron detrás de la barra conmigo para hablar, Encarna tenía ganas de provocarme después de la escena del cuarto de personal, en la estrechez del pasillo detrás de la barra, aprovechaba para rozarse conmigo, Raquel se reía al ver los apuros que pasaba yo esquivando las manos de Encarna buscando rozarme por todos sitios, llegó a agachándose un poco detrás de los grifos de la cerveza, subirse la camisa hasta dejar la parte de bajo del sujetador a la vista, yo procuraba evadirme como podía y la evitaba en lo posible, pero ella cada vez apretaba el cerco, con la excusa de que se había manchado, me hizo que le limpiara la mancha en la camisa precisamente sobre la teta, con polvos de talco primero y después que metiera la mano bajo el tejido y la cepillara.
Yo ya no sabía qué hacer para que me dejara en paz, y más delante de Raquel, pero fue ella quien me dio la solución al decidir que lo mejor era que me fuera con Encarna al cuarto y le quitara la mancha, ella se encargaría de la barra.
La camarera me cogió de la mano y me arrastro literalmente hasta la habitación en que solo había las taquillas y un banco corrido al lado de las duchas.
Cuando entramos cerró por dentro y en un solo movimiento se quitó la camisa, ya no tenía que inventarse manchas, me puso las manos sobre el sujetador, mientras ella se lo despasaba, me quedé con las copas en las manos, se hizo un poco hacia atrás y cuando la prenda cayó al suelo, mis manos quedaron en el aire con la forma de las tetas de Encarna, ella se acercó hasta meterlas en mis manos, me dio como un calambre eléctrico, aún tenía en la memoria las de Raquel, cuando toqué estas otras, no tenían nada que ver, me cabían justo dentro de las manos, duras, calientes, suaves y con unos pezones que aunque claros, sobresalían en medio de unas areolas como galletas maría.
Me lance a lamerlas, chuparlas hasta sacar los pezones mucho más, me rozaban en el paladar, ella se dejaba hacer mientras me iba despasando el cinturón de mi pantalón, no me di cuenta hasta que se me cayeron al suelo, metió la mano bajo el bóxer y me sacó la polla ya dura, la descapulló, la mojó con saliva y la estuvo meneando hasta hacerla llegar a un tamaño extremo, después se bajó los pantalones y se inclinó sobre el banco en el centro del cuarto, llevaba unas bragas color lila, con puntillitas iguales que el sujetador, las bajé de un tirón, ella ya había separado las piernas lo suficiente para que se la metiera, los huesos de la pelvis delgada me sirvió de agarre para las manos, le apoye la polla en la entrada y tiré de ella hacia mí, le hice que fuera ella la que se clavara mi polla dentro, un poco desequilibrada por la sorpresa casi se cayó, pero estaba bien enganchada, mis manos en las caderas y mi polla enterrada en el coño, el gemido que le salió creo que se oiría desde fuera, pero nadie acudió, estuve entrando y saliendo sin parar, primero ella me rogaba que no parara para correrse, luego que siguiera porque se estaba corriendo después que siguiera para que me corriera yo.
Seguí sus instrucciones al pié de la letra, cuando me separé de ella, por sus muslos bajaba un reguero de leche mía y flujo vaginal, mis huevos también rezumaban jugos por todas partes, aún tuvo fuerzas para darse la vuelta y chuparme la polla hasta dejarla brillante.
Cuando salimos de la habitación lo hizo primero ella, detrás yo, Raquel nos esperaba expectante sobre todo se fijaba en Encarna, la interrogaba con la mirada, cuando la vio como andaba y que se sentaba en la primera mesa que encontró, me sonrió, yo tampoco estaba bien del todo, las piernas me temblaban aún, cuando relevé a Raquel, me pasó la mano por la bragueta, por supuesto no me encontró la polla.
Continuará

0 comentarios - Mi timidez y mis tías 14