Mi familia siempre ha sido muy formal, conservadora y de buenas costumbres, yo a mis quince años me pasaba los días estudiando y ayudando a mi madre, no tenía otros alicientes, desde los doce años había cargado con la responsabilidad de apoyar a mi madre en todo, lo asumí sin darme cuenta cuando después de un hecho que partió mi vida, mi padre sin esperarlo cayó enfermo y en pocos días falleció, no sin antes haberme hecho prometerle que ayudaría en todo a mi madre y obedecería a mi familia.
Con esta edad hacía lo que estaba en mi mano para que mi madre no notara demasiado la falta de un hombre en casa, ayudaba en todo y de paso agradecía con lo que podía la ayuda que recibíamos de mi familia.
A los quince años, en mi cumpleaños vi recompensados mis sacrificios de crio con la ilusión de mi vida, en forma de perro, mi madre me regalo un cachorro de bóxer, era lo que siempre había deseado
Desde aquel día me dediqué a su cuidado en exclusiva.
Tengo que contar que mi madre era la segunda hermana de cuatro, la mayor Julia estaba separada, tenía una hija y vivía en otra ciudad, quizá eso sería el motivo que estaban un poco distanciadas, mi madre Clara tenía 40 años y las dos hermanas siguientes Ana, casada con 35 años y Cris con 30 años estaba soltera.
Las hermanas se parecían bastante, tengo que reconocer que no eran lo que se dice unas bellezas, no eran feas, no, pero sin llamar la atención, compensaban con su buen carácter.
Mi rutina se modifico con el perro, buscaba tiempo de donde podía para sacarlo y jugar con él, ya había crecido bastante y para no molestar a nadie me iba con él a la playa, yo no vivía lejos y con la buena temperatura que casi siempre hacía era el lugar perfecto.
Una tarde se me escapó, echo a correr y lo perdí de vista, lo llamé y ya estaba desesperado cuando lo vi junto a una chica que lo acariciaba, me extrañó pues no era muy sociable, pero al acercarme más distinguí a mi tía Ana, no vivía lejos y también iba a pasear a su perrita, era pequeña y muy nerviosa, mi perro no dejaba de oler a la perrita y no se dejaba coger, Ana se preocupaba en esconder a la perrita pero mi perro debía estar en celo y la buscaba sin cesar, se agachó y la escondió entre sus brazos pero mi perro se puso detrás de ella y poniéndole las patas sobre la espalda se le pegó por detrás empujándole.
Mi tía me miró y se volvió a ver que hacía el perro, el animal había sacado su polla roja de su funda y se la arrimaba a mi tía al culo, Ana que llevaba unos legings notó claramente el calor de la polla canina y mirándome sonriente me dijo…
- Vaya, parece que tu perro está muy animado, mira lo que ha sacado.
Al decirlo señaló con el dedo la húmeda y roja polla del bóxer hasta llegar a tocarla, la levantó para darle más impresión, pero la impresión me la dio a mí, mejor dicho a mi polla, bajo el pantalón del chándal se había salido por debajo del slip y había cogido longitud, a Ana no se le pasó por alto y con el mismo gesto me la tocó con el dedo levantándomela, me quedé sin saber reaccionar, estaba en shock, solo oí murmurar a mi tía…
- Me gustaría sentirla dentro.
Me despedí rápidamente, tiré de mi perro y sin darme la vuelta le dije adiós con la mano, para evitar el gran bulto que marcaba mi pantalón.
De vuelta a mi casa empecé a recapacitar lo ocurrido, no acertaba a comprender, nunca me había fijado en Ana, de hecho era una chica normal, ni tenía grandes tetas ni canalillo, ni culo, y era bastante delgada, siempre vertía discretamente y estaba casada, todo de lo más normal.
Cuando llegué a casa ya se me había bajado la erección y mi madre se ocupó de hacerme olvidar todo dándome trabajos.
El marido de mi tía tenía un buen trabajo, le permitía vivir bien aunque le obligaba a viajar bastante, yo me llevaba muy bien con él, era muy simpático y además siempre me traía algún recuerdo de donde iba, estaba pendiente de cuando volvía para ir a su casa abrir el regalo.
Quizá por eso no me extrañó nada cuando mi tía le llamó a mi madre y le dijo que si podía pasar por su casa para hacerle un favor, por supuesto fui ilusionado esperando un regalo.
Mi tía me recibió sonriente, ante mi cara de desilusión me dijo que todavía no había llegado su marido, pero me quería pedir un favor, que le acompañara a llevar a la perrita al veterinario, por supuesto accedí y mientras se arreglaba me entretenía jugando con la perra, en un momento dado salió del baño hacia su habitación pasando por mi lado, iba maquillada, pero solo vestía unas braguitas escuetas y un sujetador pequeño que apenas escondía unas tetas minúsculas, yo seguí jugando con la perra, no le di mucha importancia pero por lo visto mi polla sí, se me marcó escandalosamente hacia arriba, me llegaba casi al cinturón, cuando volvió mi tía se había puesto medias y zapatos de tacón alto, me levanté para dejarle paso y al legar a mi lado me rozó la polla con un dedo, se volvió y me dijo…
- Sobrino, no me digas que esto es por jugar con la perrita…
Sentí como mi cara se encendía de rubor, Ana lejos de calmarme se acercó a mí y cogiendo con toda la mano mi polla me dijo al oído…
- Manuel, te voy a pedir un favor, la primera vez que te vi el bulto me prometí que la tendría dentro algún día, creo que hoy es ese día, te parece bien?
No llegué a contestar, no había procesado la situación en mi cabeza cuando las hábiles manos de Ana habían soltado el cinturón, bajado la bragueta y los pantalones hasta los tobillos.
Se quedo arrodillada frente a mí, bajo mi slip mi polla pujaba por salir, apuntaba hacia arriba y hacia adelante, mi tía estaba frente a ella extasiada, no se atrevía a descubrir lo que la apuntaba y yo no tenía ni idea que hacer.
Por fin pasó sus manos desde mis rodillas hacia arriba, hasta la cintura, cogió el calzoncillo por la orilla y fue tirado hacia abajo.
Mi polla estaba forzada hasta el dolor, apareció el tronco primero, los ojos de mi tía no parpadeaban, la boca entreabierta dejaba salir un suspiro mal contenido, el glande opuso mucha resistencia a salir, el pliegue estaba enganchado en la prenda, impaciente Ana con una mano agarró el tronco de la polla y tiró del slip de golpe, la polla saltó soltándose de la mano de Ana pasando delante de sus ojos, roja, hinchada, venosa, brillante y con una gota en la punta, ella la seguía con los ojos de arriba abajo, me puso las dos manos en mis nalgas y esperó a que se nivelara, su boca se abrió y después de lamer el glande en redondo se la metió entre los labios aspirándola, su lengua me apretó contra el paladar y yo creí morir de gusto.
Solo estuvo medio minuto con la polla en la boca, cuando la sacó solo acertó a decir…
- Esto no se puede desperdiciar.
Me cogió la polla y tirando de ella me llevo hasta el sofá, se sentó o mejor se tumbó y me arrastró sobre ella, yo apenas podía andar con los pantalones entre los tobillos, me fue subiendo sobre ella, mis manos no sabían qué hacer ni dónde ponerse, solo acerté a apoyarme sobre ella, cuando tenía mi cara al lado de la suya pensé en besarla pero ella tenía otros planes, con una mano mojada en saliva me mojó el glande, separó la braguita a un lado y apuntó mi polla entre sus piernas, yo empujé torpemente, ella me susurró…
- No espera, eso es mi ingle, ahora sí, entra despacio, muy despacio…
No recuerdo haber oído esto último, cuando note la humedad de su vagina en mi glande empujé a fondo, la enterré hasta los huevos, al mirarla sus ojos expresaban entre sorpresa y decepción.
Cuando cerró los ojos me dijo suavemente el oído…
- Manuel te he dicho despacio, muy despacio, vamos empieza otra vez, pero no la saques del todo, eh?
Arrepentido la saqué como me había dicho, lentamente hasta casi sacarla, cuando el glande iba a salir me rodeó la cintura con sus piernas y fue presionando mis riñones haciendo que cada pliegue de su vagina saltase con el de mi glande, lo notaba por la presión que me hacía en la polla.
Cuando me tuvo clavado me cogió la cara y me estampó un beso en la boca que me hizo marear, era mi primer beso y fue completo, desde mordiscos a lamidas y juego de lenguas.
Cuando me soltó del abrazo de las piernas mi cintura pareció despertar, hasta entonces estaba presionando mi polla dentro del coño de Ana pero de golpe reaccionó y salió de golpe, esta vez del todo, pero cuando la vagina no se había cerrado aún volvió a entrar, a fondo como ya sabía y no paró hasta que mi tía entre suspiros me rogó que parara, notaba las palpitaciones del glande dentro de ella, no le hice caso hasta que sin saber muy bien que hacia la llené de semen hasta que se salía mojándome los huevos.
Ella se quedó inmóvil, con las piernas abiertas, las bragas a un lado, mi polla dentro y yo jadeando sobre ella, de momento me dio un ataque de timidez, me salí de ella, me puse los pantalones y cogiendo la correa de la perra la cogí y salí corriendo…
- Voy a pasear a la perra.
No paré de correr hasta la esquina de la calle, me di cuenta de que la perra apenas podía seguirme, el corazón parecía un tambor, empecé a ser consciente que había follado por primera vez o mejor me habían follado, había besado por primera vez y que beso y sobre todo lo había hecho todo con mi tía Ana, nada menos con Ana.
Cuando me pude calmar me arrepentí, valoré lo que había hecho mi tía por mí, en realidad el mejor regalo y yo me había portado como un crío con ella.
Mi vergüenza se transformó en culpabilidad, hasta que mis pasos me llevaron al portal de mi tía, cuando pulse el timbre me esperaba una gran bronca, estaba preparado para aguantarla y pedir perdón hasta la saciedad.
La puerta se abrió, mi tía se apartó para que entrara, yo esperaba que me pidiera la perra y luego me echara, me cogió la correa de la perra y se colgó de mi brazo, me acompañó al salón, yo no levantaba la cara de vergüenza, me sentó en el sofá donde un rato antes había estado ella, mi mirada estaba fija en sus zapatos de tacón, no pestañearon hasta ver que la bata que cubría a mi tía caía sobre ellos, fui subiendo la mirada, los tobillos, las rodillas, los muslos, subía como hipnotizado pero cuando llegué a su pubis desperté, me abracé a sus caderas y entre sollozos le dije…
- Perdona Ana, quiero comerte toda.
Mi tía no contestó, solo separó los muslos, con los dedos abrió los labios del coño y dejó al descubierto el clítoris brillante.
Mi lengua instintivamente se pegó a él, nadie me lo había explicado pero sabía que era una delicia, lo lamí, mordí y chupé hasta la saciedad, Ana me cogía de la cabeza y me guiaba mientras suspiraba y abría las piernas más y más, subió una pierna al sofá, mi cara se incrustó entre sus muslos, la lengua ya no lamia solo el clítoris, se aventuraba hacia la vagina y los labios estaban mojados de saliva y jugos, cuando con la punta llegué a alcanzar el circulo del ano mi tía se derrumbó en el sofá a mi lado, me di cuenta que no llevaba sujetador tampoco, sus tetas pequeñas apenas cabían en la palma de la mano, pero un pezón erguido sobresalía provocador, era marrón oscuro, rugoso.
Ana tumbada en el sofá me dejaba hacer, a veces ante mi inexperiencia me guiaba la cara, mientras me iba soltando los botones de mi ropa, poco a poco me vi desnudo como ella, estaba con mi cara entre sus piernas, ávidamente le comía el coño mientras ella levantaba las caderas buscando mi boca, sus manos con suavidad buscaron mis piernas y las abrieron justamente sobre su cara, sus labios buscaron y encontraron sin dificultad mi glande hinchado, no tardó en desaparecer en su boca, me abrazó las nalgas y tiró de ellas y me hizo abrir las piernas y bajar más a ella y meter mi polla hasta el paladar, apenas podía respirar pero sus manos acariciaban los huevos masajeándolos poniéndolos duros.
Las piernas de Ana descansaban una sobre el respaldo del sofá y la otra en el suelo, los movimientos de sus caderas me indicaban que estaba sintiendo todo el placer que yo podía darle, una leve vibración en su vientre se fue acentuando hasta llegar al pubis, apenas recortado, solo sus labios estaban depilados, cuando volví a chupar su clítoris erecto despejado de su capuchón, abrió más las piernas y levantó el culo hacia mi cara ofreciendo su coño a mi boca, unas convulsiones me sorprendieron, creí por un momento que había hecho algo mal porque su boca abandonó mi polla y me abrazó por la cintura mientras hundía su cara entre mis huevos, las sacudidas en el coño fueron en aumento, sus gritos ahogados por mis huevos se adaptaban a sus convulsiones, mi lengua recogía unos jugos mucho más copiosos, apenas podía seguir con la boca pegada a su coño, abrazado me sacudía junto a ella.
Cuando se calmó no se movió, lo noté porque su boca volvió a tragarse mi polla, en varias lamidas volvió a estar tan dura como antes, quise levantarme de ella pero no me dejó, siguió lamiendo y chupando hasta que no pude aguantar, una corriente eléctrica saltó desde la nuca hasta los huevos, una explosión de semen inundó la garganta de Ana, no la oí quejarse, solo tragar toda la leche que le llenaba, cuando las ultimas sacudidas me dejaron vacio me relamió el glande y me dio un beso cariñoso.
Me levanté lentamente, nuestros cuerpos estaban empapados de sudor, nos besamos en la boca, fue tan intenso como la primera vez, ahora con más motivo, mi mano se posó sobre una teta, ella me cogió la mano y la paseó por toda ella, luego me acerco la cara a ella para que le mordiera el pezón, no quise que el otro quedara seco y lo lamí suavemente sacándolo todavía más.
Después de reponer fuerzas mi tía me cogió de la mano, sin decir nada me llevó a la ducha, cuando el agua salía caliente entramos los dos bajo el chorro de agua, el cuerpo menudo de mi tía se movía ágil, sus manos recorrieron mi cuerpo enjabonándome y enjuagándome, mis manos torpes no sabían donde posarse por lo que tuvo que lavarse ella y luego de secarnos salimos al salón, me vestí mientras ella se ponía otra vez la bata con la que me recibió, cuando estuve listo me besó en la punta de la nariz y me acompañó a la puerta…
- Ále mocetón, a casita con mamá, ya hablaremos.
Yo quise preguntar si podríamos repetirlo, pero puso la mano en los labios y me hizo callar.
Bajé la escalera de dos en dos escalones, por el tono que me lo dijo me pareció que no lo había hecho tan mal y volveríamos a vernos a solas.
Cuando pasé por una perfumería se me ocurrió tener un detalle con Ana, me dejé aconsejar por la dependienta y después de probar algún perfume me decidí por uno de marca.
Cuando llegué a casa mi madre estaba atareada como siempre, con su suéter habitual estaba en la cocina limpiando el horno, me acerqué a ella y le di un beso, ella se quedó un momento quieta pensando, fueron unos segundos, los suficientes para que notase el olor a colonia que llevaba y para que yo mirara sin querer por el escote hueco del fino suéter, mientras pensaba que aunque tenía más o menos el tipo parecido a Ana sin embargo marcaba un escote con un canalillo bastante apetecible, ella me miró y me preguntó…
- Mmm, me parece que hueles a mujer, me equivoco?
Noté como me ponía colorado, pero tuve la suficiente rapidez mental para improvisar.
- Vaya, me has estropeado la sorpresa, quería hacerte un regalo para demostrarte lo que te quiero.
Mi madre abrió los ojos como platos, cogió el paquete y abriéndolo admiró lo bonito que era el frasco.
- Gracias Manu, puedo probarlo?
- Claro mamá, es para ti, espero que te guste.
Mi madre abrió el tapón y levantándose el pelo se puso un poco de perfume en el cuello, luego se puso de espaldas a mí y me dijo…
- Te gusta? A mí me encanta.
Me acerque a ella por detrás, ella con las dos manos mantenía la melena en alto, la rodee con mis manos por el estomago y acerque mi cara a su cuello, aspiré y noté como su piel cobraba vida, a la vez que olía de maravilla, se erizaban todos los pelos de la nuca, mis manos la cogieron por delante y mis dedos abarcaron el arco debajo de sus tetas, se endurecieron y al tensar el suéter pude notar como sus pezones sobresalían como los de Ana, en el reflejo que hacía el cristal del horno se marcaban en la prenda.
Mi cabeza hervía mirando el cristal, mis manos sentía como latía el corazón de mi madre y mi polla empezó a crecer sin consultarme, mi madre quiso agradecérmelo acercándose a mí, no se soltó el pelo y tampoco hizo signos de disgusto de donde se posaban mis manos sino que se pegó a mí, cuando quise apartarme ya era tarde, su culo estaba pegado a mi polla, involuntariamente se coloco entre los cachetes de su culo, no debería llevar bragas muy grandes porque se incrustó entre sus nalgas.
Fueron unos minutos escasos, pero muy intensos, todo se difumino cuando en un impulso le besé en el cuello hasta llegar al hombro, un escalofrío recorrió su pecho, lo note en mis manos y al momento se separó de mí carraspeando, se bajo el pelo y cuando se volvió hacia mí se estiró el suéter que se había quedado pegado a su piel formando la forma de un sujetador, una rápida mirada a mi polla y dándose la vuelta salió de la cocina, la falda estaba pellizcada entre sus nalgas cuando desapareció de mi vista.
A partir de entonces la actitud de mi madre cambió bastante, ya no me mandaba a los recaditos simples, comprar fruta o el pan, ahora ya contaba conmigo para cosas más importantes, me consultaba y le interesaba mi opinión, me hacía sentir más importante.
A los pocos días mi tía Ana vino a casa, estaba guapísima, había estado de compras y quería enseñarle a mi madre sus novedades, al saludarse se percató enseguida del perfume que llevaba, la separó un poco y le dijo…
- Oye tienes algo especial que contarme? Llevas un perfume muy sexi, te lo ha regalado alguien muy especial?
Mientras lo decía volvía a olerle y le guiñaba un ojo. Mi madre le siguió el juego un momento, pero luego le contó la verdad, había sido yo, fue un detalle muy bonito de un “joven”, eso lo dijo con cierta intención, mi tía me miró y dándome un besito al aire me dijo…
- Ya suponía que sería de un hombre, no importa su edad.
Me puse colorado y salí hacia mi habitación, encendí el ordenador y me puse frente a él, no sabía qué hacer, mi cabeza giraba como una peonza, intente abrir alguna página porno, pero no me centraba en nada, puse juegos y no acertaba a fijarme, solo oía a las dos hermanas hablar y reír en el salón.
Me sobresalté cuando oí que me llamaban, cuando llegué mi tía estaba probándose un vestido, era estampado y le sentaba de maravilla no tuve más remedio que alabarlo, ella se animó y quiso que viera otra prenda, sin darme tiempo a parpadear se subió el vestido por la cabeza y se quedó en bragas y sujetador, era un conjunto negro de tul, los pezones parecían dos faros de coche, mi madre protestó levemente…
- Anaaa, que está el niño delanteee.
- Ah! No importa, es de la familia.
Mi polla empezaba a manifestarse, por lo que me escondí detrás de un sillón, de un paquete sacó una blusa y una falda, la blusa era escotada y se le veían los tirantes del sujetador, mi madre intentó esconderlos pero seguían viéndose, ella se quitó la blusa otra vez y rebuscó otro paquete, sacó un sujetador blanco sin tirantes y sin pestañear se quitó uno y se puso el otro, yo procuré desviar la mirada, mi madre se dio cuenta y sonrió satisfecha de mi discreción.
La blusa de mi tía no quedaba bien con el nuevo sujetador blanco, de mal genio se volvía a quitar la blusa y se quedó mirando el sujetador…
- Ya veo, el sujetador me queda un poco grande y me deforma la blusa, a ti te quedaría ideal, tienes más teta que yo, pruébatelo anda.
Mi madre se quedó cortada, no quería probárselo delante de mí, ni tampoco decirme que me fuera, pero mi tía insistía, por lo que se volvió de espalda y se quitó la camisa, el sujetador que llevaba era bastante sencillo, de estar en casa, de espalda era igual que Ana pero cuando se volvió con el sujetador puesto me encantó, las copas eran del tipo balcón y le cubrían justo hasta el pezón, pero lo que ocultaban se podía ver al transparentarse la blonda, eran unas tetas con el tamaño justo para abarcarlas con una mano y dejar salir el pezón entre los dedos. Ana me miró de reojo, sabía el efecto que me haría la escena e imaginaba como estaría mi polla escondida detrás del sillón.
Cuando se volvió hacia mi madre sonreía maliciosamente…
- Te sienta de maravilla, te lo regalo, tú lo lucirás más que yo.
- Mmm gracias Ana, te lo agradezco mucho, me hace falta renovar mi vestuario, a partir de hoy me voy a modernizar, me ayudarás?
- Por supuesto, ya verás cómo cambian las cosas.
Las dos hermanas se abrazaron estrechamente, yo solo me fijé que sus tetas se juntaron y los cuatro pezones chocaron a cuál de todos más hermoso.
- Ah! Se me olvidaba, he pensado hacer algunos cambios en los muebles y sola no podré, podría venir Manuel a ayudarme algún día, cuando pueda, no me urge, es que quiero sorprender a mi marido cuando vuelva de viaje.
- Por supuesto, puedes contar con Manu cuando quieras, verdad Manu? No sabes lo servicial que es.
- Estoy segura de eso, si quieres te vienes mañana a comer.
- Bien tía, mañana iré, espero hacer las cosas como tú quieras.
- Confío en tu buen hacer sobrino.
Cuando llegue a casa de mi tía iba aleccionado por mi madre, me había aconsejado que atendiera bien a Ana pues me apreciaba mucho igual que su marido, se lo prometí.
Mi tía me esperaba con la mesa puesta, vestía un vestido abrochado por delante, con un escote redondo de lo más recatado, le di un beso en la mejilla y mientras separaba la silla de la mesa me preguntó…
- Comemos antes o después?...
No me senté a la mesa, lo hice en el sofá que ya conocía, pero Ana me cogió de la mano y tiró de mi, cuando me tenía pegado a ella me dijo…
- Ven, estaremos más cómodos.
Me llevó a su dormitorio abrió la cama y se sentó abriendo sus brazos invitándome a subir. Mire a mi alrededor, me impresionaba la habitación de mi tía, por una parte era su dormitorio y el de mi tío, y además era el sitio ideal para follar, era como mi puesta de largo.
Me quité la ropa rápidamente, mi tía esperaba pacientemente sentada en la cama, cuando solo me quedaba el bóxer subí de un salto, ella se tumbó a mi lado, el vestido abotonado le llegaba casi hasta los pies, me arrodille a su lado y la admiré su cuerpo parecía más largo que antes, me bajé hasta sus pies, mis manos los acarició subiendo por los tobillos, las pantorrillas hasta llegar a la orilla del vestido, cuando encontré el primero botón lo abrí no sin dificultad, mi tía mirando al techo con los brazos extendidos, después del segundo llegó el tercero y así se fueron descubriendo los muslos, luego las bragas, las reconocí enseguida, ya fui más rápido, el ombligo y después del estomago el sujetador, efectivamente era el mismo conjunto que vi en mi casa, simplemente abrí el vestido como un libro, en el centro el cuerpo blando de Ana, no lo toqué, bajé otra vez a los pies y esta vez con la boca fui subiendo a lo largo de las piernas, las bragas las moje con la saliva y rodee los labios con la lengua, moje el ombligo y subí hasta el sujetador, solo al llegar a los hombros mordí los tirantes y las deslice a los lados, con los dientes bajé las copas hasta el estomago dejándolas dos tetas casi inapreciables al descubierto, con los pezones me ensañe, con los dientes tiraba de ellos hasta casi sacarlos, absorbía y con el aire frio aun se endurecían más con la lengua los presionaba contra el paladar y Ana gemía de gusto, su brazos en cruz, se movía sin parar, cuando baje a las bragas tiré de ellas hasta los tobillos, según subía sus muslos se iban abriendo sin querer cuando llegué a sus labios quise lamer el clítoris, apenas lo conseguí pues me cogió la cabeza y me detuvo.
Me susurró…
- Tengo que darte una mala noticia.
Me quede helado, no sabía por dónde iba a seguir. Espere expectante, ella solo separó despacio sus piernas hasta el máximo y me miró con cara de pena.
- Mira, fíjate bien.
Baje hasta poner mi cara entre sus piernas, no vi nada, todo estaba tan deliciosamente apetitoso como el primer día, los labios abiertos dejaban asomar el clítoris todavía encapuchado, los labios menores carnosos y oscuros brillaban, pero me fijé que de la vagina asomaba un cordoncito, apenas visible, la miré y encogió los hombros, me puse a su lado y me beso en la boca.
- Lo siento no lo esperaba, aunque te confieso que estaba impaciente, la primera vez que me la metiste te corriste tan rápido que no lo pude prever, pero no me podía esperar para estar contigo, si quieres te haré la mejor mamada que te puedan hacer.
Bajé otra vez entre sus piernas todavía abiertas, estuve besando su vientre, poco a poco bajaba a su pubis, Ana se movía lentamente según me acercaba pero preparada por si me pasaba, el vello bien depilado me entretuvo un rato mientras Ana levantaba las caderas, el clítoris brillaba húmedo cuando con la punta de la lengua le quite la piel que lo cubría, mi tía me cogió del pelo tirando suavemente de él, yo seguí entre sus piernas, pasé sobre la vagina vedada y me acerque a las nalgas, con mis mejillas las separé lo suficiente para alcanzar con la lengua el circulo oscuro y rodearlo con saliva.
Ana dio un respingo, no lo esperaba, pero tras un primer momento se relajó y me dejó continuar, la lengua mojaba completamente el perineo y el ano rugoso, las nalgas se separaron y me lengua llegaba fácilmente, intente introducir la punta de la lengua pero estaba demasiado estrecho, un dedo vino en su ayuda, Ana ya no estaba quieta se había sacado el vestido y se había soltado el sujetador que le oprimía, de su pecho solo sobresalían los pezones negros.
Ana levantó las piernas por encima de mí y con las manos las sujetó por las rodillas, el culo abierto era una tentación demasiado grande para mi, y la novedad me animaba a investigar más, la primera falange del dedo fue una fuerte impresión inicial, pero según iba entrando el dedo notaba como el esfínter se relajaba y facilitaba la entrada, oí un ruido de mueble y mi tía me alargó un frasco que al abrirlo note la suavidad de una crema hidratante, el dedo con la crema fue un avance definitivo y entró hasta donde pude, me animé a meter dos dedos, la crema ayudo aunque el diámetro era el doble, cuando ya habían entrado los dos intente meter el tercero, la primera falange entró pero mi tía suspiraba fuertemente, comprendí que estaba llegando a su límite de aguante, al cogerme la polla con una mano y apretármela me indicó que cambiara de táctica.
- Por favor Manu, no puedo más.
Me di la vuelta y me puse sobre ella, mi polla estaba encarada a la vez a la vagina y al culo, para mí era una difícil decisión, pero opte por darle la vuelta, se puso a gatas, su culo abierto y más abajo el cordón colgando del coño. Me alargó el frasco de crema para que no me olvidara, cargué dos dedos llenos de crema y la repartí por el ano y las nalgas, por dentro lo llené igualmente y mi polla fue forrada de crema.
Cuando me acerqué a Ana el contacto de mi polla le hizo dudar, pero sus manos se agarraron a la sabana y se apretó contra mí, apunte el glande en el ano, me parecía imposible que pudiera entrar ahí, no quise asustarla y me cogí a sus caderas, con suaves movimientos fui apretando, ella respiraba soplando y callaba, yo solo esperaba darle buenas noticias aunque ella ya lo habría notado, cuando ya medio glande había desaparecido entre sus nalgas le pregunté…
- Ana como estas, quieres que pare?
- Noooo, ahora no, sigue pero muy despacio por favor.
Lo dijo con un hilo de voz, pero estaba decidida, lo note cuando por fin el anillo del glande desapareció dentro de Ana, un suspiro de la chica me lo confirmo, pensé que a partir de ahí ya sería más fácil, estuve probando hasta encontrar el camino del recto, la polla se fue adentrando hasta que mis huevos se pegaron al coño de Ana. Note como todo el cuerpo de Ana se relajaba, apoyó su cabeza en la sabana y dejó su culo a mi disposición, mi polla fue saliendo y entrando lentamente, la crema hacía su trabajo y permitía que mi polla desapareciera hasta los huevos, mi tía suspiraba y gemía esta vez de placer mientras me buscaba con el culo, me rogó que no parara, que aguantara, quería correrse conmigo dentro, lo consiguió justo en el momento que yo me vaciaba dentro de su intestino, oleadas de leche caliente la llenaron, se desplomó sobre la cama arrastrándome sobre ella, aun pude aguantar dentro de ella, pase mis manos por debajo hasta alcanzar sus pezones y los estuve masajeando durante los espasmos de su orgasmo.
Cuando salí mi polla ya flácida hizo un plop! Un reguero de semen se escurrió entre sus nalgas hasta mojar la entrada de su vagina, cuando se dio la vuelta me atrajo hacia sí y me abrazó estrechamente…
- Me has hecho muy feliz, nunca me la habían metido por ahí, pero he confiado contigo, eres muy considerado, gracias. A partir de ahora ya no tendré miedo a los embarazos, a la vez de la lencería me he comprado píldoras anticonceptivas por ti. Podrás correrte dentro de mí sin miedo.
Después de comer mi tía me obsequió con una mamada impresionante, después cambiamos dos muebles de sitio para justificar.
Con toda seguridad tenía mucho trabajo que hacerle a mi tía Ana.
Con esta edad hacía lo que estaba en mi mano para que mi madre no notara demasiado la falta de un hombre en casa, ayudaba en todo y de paso agradecía con lo que podía la ayuda que recibíamos de mi familia.
A los quince años, en mi cumpleaños vi recompensados mis sacrificios de crio con la ilusión de mi vida, en forma de perro, mi madre me regalo un cachorro de bóxer, era lo que siempre había deseado
Desde aquel día me dediqué a su cuidado en exclusiva.
Tengo que contar que mi madre era la segunda hermana de cuatro, la mayor Julia estaba separada, tenía una hija y vivía en otra ciudad, quizá eso sería el motivo que estaban un poco distanciadas, mi madre Clara tenía 40 años y las dos hermanas siguientes Ana, casada con 35 años y Cris con 30 años estaba soltera.
Las hermanas se parecían bastante, tengo que reconocer que no eran lo que se dice unas bellezas, no eran feas, no, pero sin llamar la atención, compensaban con su buen carácter.
Mi rutina se modifico con el perro, buscaba tiempo de donde podía para sacarlo y jugar con él, ya había crecido bastante y para no molestar a nadie me iba con él a la playa, yo no vivía lejos y con la buena temperatura que casi siempre hacía era el lugar perfecto.
Una tarde se me escapó, echo a correr y lo perdí de vista, lo llamé y ya estaba desesperado cuando lo vi junto a una chica que lo acariciaba, me extrañó pues no era muy sociable, pero al acercarme más distinguí a mi tía Ana, no vivía lejos y también iba a pasear a su perrita, era pequeña y muy nerviosa, mi perro no dejaba de oler a la perrita y no se dejaba coger, Ana se preocupaba en esconder a la perrita pero mi perro debía estar en celo y la buscaba sin cesar, se agachó y la escondió entre sus brazos pero mi perro se puso detrás de ella y poniéndole las patas sobre la espalda se le pegó por detrás empujándole.
Mi tía me miró y se volvió a ver que hacía el perro, el animal había sacado su polla roja de su funda y se la arrimaba a mi tía al culo, Ana que llevaba unos legings notó claramente el calor de la polla canina y mirándome sonriente me dijo…
- Vaya, parece que tu perro está muy animado, mira lo que ha sacado.
Al decirlo señaló con el dedo la húmeda y roja polla del bóxer hasta llegar a tocarla, la levantó para darle más impresión, pero la impresión me la dio a mí, mejor dicho a mi polla, bajo el pantalón del chándal se había salido por debajo del slip y había cogido longitud, a Ana no se le pasó por alto y con el mismo gesto me la tocó con el dedo levantándomela, me quedé sin saber reaccionar, estaba en shock, solo oí murmurar a mi tía…
- Me gustaría sentirla dentro.
Me despedí rápidamente, tiré de mi perro y sin darme la vuelta le dije adiós con la mano, para evitar el gran bulto que marcaba mi pantalón.
De vuelta a mi casa empecé a recapacitar lo ocurrido, no acertaba a comprender, nunca me había fijado en Ana, de hecho era una chica normal, ni tenía grandes tetas ni canalillo, ni culo, y era bastante delgada, siempre vertía discretamente y estaba casada, todo de lo más normal.
Cuando llegué a casa ya se me había bajado la erección y mi madre se ocupó de hacerme olvidar todo dándome trabajos.
El marido de mi tía tenía un buen trabajo, le permitía vivir bien aunque le obligaba a viajar bastante, yo me llevaba muy bien con él, era muy simpático y además siempre me traía algún recuerdo de donde iba, estaba pendiente de cuando volvía para ir a su casa abrir el regalo.
Quizá por eso no me extrañó nada cuando mi tía le llamó a mi madre y le dijo que si podía pasar por su casa para hacerle un favor, por supuesto fui ilusionado esperando un regalo.
Mi tía me recibió sonriente, ante mi cara de desilusión me dijo que todavía no había llegado su marido, pero me quería pedir un favor, que le acompañara a llevar a la perrita al veterinario, por supuesto accedí y mientras se arreglaba me entretenía jugando con la perra, en un momento dado salió del baño hacia su habitación pasando por mi lado, iba maquillada, pero solo vestía unas braguitas escuetas y un sujetador pequeño que apenas escondía unas tetas minúsculas, yo seguí jugando con la perra, no le di mucha importancia pero por lo visto mi polla sí, se me marcó escandalosamente hacia arriba, me llegaba casi al cinturón, cuando volvió mi tía se había puesto medias y zapatos de tacón alto, me levanté para dejarle paso y al legar a mi lado me rozó la polla con un dedo, se volvió y me dijo…
- Sobrino, no me digas que esto es por jugar con la perrita…
Sentí como mi cara se encendía de rubor, Ana lejos de calmarme se acercó a mí y cogiendo con toda la mano mi polla me dijo al oído…
- Manuel, te voy a pedir un favor, la primera vez que te vi el bulto me prometí que la tendría dentro algún día, creo que hoy es ese día, te parece bien?
No llegué a contestar, no había procesado la situación en mi cabeza cuando las hábiles manos de Ana habían soltado el cinturón, bajado la bragueta y los pantalones hasta los tobillos.
Se quedo arrodillada frente a mí, bajo mi slip mi polla pujaba por salir, apuntaba hacia arriba y hacia adelante, mi tía estaba frente a ella extasiada, no se atrevía a descubrir lo que la apuntaba y yo no tenía ni idea que hacer.
Por fin pasó sus manos desde mis rodillas hacia arriba, hasta la cintura, cogió el calzoncillo por la orilla y fue tirado hacia abajo.
Mi polla estaba forzada hasta el dolor, apareció el tronco primero, los ojos de mi tía no parpadeaban, la boca entreabierta dejaba salir un suspiro mal contenido, el glande opuso mucha resistencia a salir, el pliegue estaba enganchado en la prenda, impaciente Ana con una mano agarró el tronco de la polla y tiró del slip de golpe, la polla saltó soltándose de la mano de Ana pasando delante de sus ojos, roja, hinchada, venosa, brillante y con una gota en la punta, ella la seguía con los ojos de arriba abajo, me puso las dos manos en mis nalgas y esperó a que se nivelara, su boca se abrió y después de lamer el glande en redondo se la metió entre los labios aspirándola, su lengua me apretó contra el paladar y yo creí morir de gusto.
Solo estuvo medio minuto con la polla en la boca, cuando la sacó solo acertó a decir…
- Esto no se puede desperdiciar.
Me cogió la polla y tirando de ella me llevo hasta el sofá, se sentó o mejor se tumbó y me arrastró sobre ella, yo apenas podía andar con los pantalones entre los tobillos, me fue subiendo sobre ella, mis manos no sabían qué hacer ni dónde ponerse, solo acerté a apoyarme sobre ella, cuando tenía mi cara al lado de la suya pensé en besarla pero ella tenía otros planes, con una mano mojada en saliva me mojó el glande, separó la braguita a un lado y apuntó mi polla entre sus piernas, yo empujé torpemente, ella me susurró…
- No espera, eso es mi ingle, ahora sí, entra despacio, muy despacio…
No recuerdo haber oído esto último, cuando note la humedad de su vagina en mi glande empujé a fondo, la enterré hasta los huevos, al mirarla sus ojos expresaban entre sorpresa y decepción.
Cuando cerró los ojos me dijo suavemente el oído…
- Manuel te he dicho despacio, muy despacio, vamos empieza otra vez, pero no la saques del todo, eh?
Arrepentido la saqué como me había dicho, lentamente hasta casi sacarla, cuando el glande iba a salir me rodeó la cintura con sus piernas y fue presionando mis riñones haciendo que cada pliegue de su vagina saltase con el de mi glande, lo notaba por la presión que me hacía en la polla.
Cuando me tuvo clavado me cogió la cara y me estampó un beso en la boca que me hizo marear, era mi primer beso y fue completo, desde mordiscos a lamidas y juego de lenguas.
Cuando me soltó del abrazo de las piernas mi cintura pareció despertar, hasta entonces estaba presionando mi polla dentro del coño de Ana pero de golpe reaccionó y salió de golpe, esta vez del todo, pero cuando la vagina no se había cerrado aún volvió a entrar, a fondo como ya sabía y no paró hasta que mi tía entre suspiros me rogó que parara, notaba las palpitaciones del glande dentro de ella, no le hice caso hasta que sin saber muy bien que hacia la llené de semen hasta que se salía mojándome los huevos.
Ella se quedó inmóvil, con las piernas abiertas, las bragas a un lado, mi polla dentro y yo jadeando sobre ella, de momento me dio un ataque de timidez, me salí de ella, me puse los pantalones y cogiendo la correa de la perra la cogí y salí corriendo…
- Voy a pasear a la perra.
No paré de correr hasta la esquina de la calle, me di cuenta de que la perra apenas podía seguirme, el corazón parecía un tambor, empecé a ser consciente que había follado por primera vez o mejor me habían follado, había besado por primera vez y que beso y sobre todo lo había hecho todo con mi tía Ana, nada menos con Ana.
Cuando me pude calmar me arrepentí, valoré lo que había hecho mi tía por mí, en realidad el mejor regalo y yo me había portado como un crío con ella.
Mi vergüenza se transformó en culpabilidad, hasta que mis pasos me llevaron al portal de mi tía, cuando pulse el timbre me esperaba una gran bronca, estaba preparado para aguantarla y pedir perdón hasta la saciedad.
La puerta se abrió, mi tía se apartó para que entrara, yo esperaba que me pidiera la perra y luego me echara, me cogió la correa de la perra y se colgó de mi brazo, me acompañó al salón, yo no levantaba la cara de vergüenza, me sentó en el sofá donde un rato antes había estado ella, mi mirada estaba fija en sus zapatos de tacón, no pestañearon hasta ver que la bata que cubría a mi tía caía sobre ellos, fui subiendo la mirada, los tobillos, las rodillas, los muslos, subía como hipnotizado pero cuando llegué a su pubis desperté, me abracé a sus caderas y entre sollozos le dije…
- Perdona Ana, quiero comerte toda.
Mi tía no contestó, solo separó los muslos, con los dedos abrió los labios del coño y dejó al descubierto el clítoris brillante.
Mi lengua instintivamente se pegó a él, nadie me lo había explicado pero sabía que era una delicia, lo lamí, mordí y chupé hasta la saciedad, Ana me cogía de la cabeza y me guiaba mientras suspiraba y abría las piernas más y más, subió una pierna al sofá, mi cara se incrustó entre sus muslos, la lengua ya no lamia solo el clítoris, se aventuraba hacia la vagina y los labios estaban mojados de saliva y jugos, cuando con la punta llegué a alcanzar el circulo del ano mi tía se derrumbó en el sofá a mi lado, me di cuenta que no llevaba sujetador tampoco, sus tetas pequeñas apenas cabían en la palma de la mano, pero un pezón erguido sobresalía provocador, era marrón oscuro, rugoso.
Ana tumbada en el sofá me dejaba hacer, a veces ante mi inexperiencia me guiaba la cara, mientras me iba soltando los botones de mi ropa, poco a poco me vi desnudo como ella, estaba con mi cara entre sus piernas, ávidamente le comía el coño mientras ella levantaba las caderas buscando mi boca, sus manos con suavidad buscaron mis piernas y las abrieron justamente sobre su cara, sus labios buscaron y encontraron sin dificultad mi glande hinchado, no tardó en desaparecer en su boca, me abrazó las nalgas y tiró de ellas y me hizo abrir las piernas y bajar más a ella y meter mi polla hasta el paladar, apenas podía respirar pero sus manos acariciaban los huevos masajeándolos poniéndolos duros.
Las piernas de Ana descansaban una sobre el respaldo del sofá y la otra en el suelo, los movimientos de sus caderas me indicaban que estaba sintiendo todo el placer que yo podía darle, una leve vibración en su vientre se fue acentuando hasta llegar al pubis, apenas recortado, solo sus labios estaban depilados, cuando volví a chupar su clítoris erecto despejado de su capuchón, abrió más las piernas y levantó el culo hacia mi cara ofreciendo su coño a mi boca, unas convulsiones me sorprendieron, creí por un momento que había hecho algo mal porque su boca abandonó mi polla y me abrazó por la cintura mientras hundía su cara entre mis huevos, las sacudidas en el coño fueron en aumento, sus gritos ahogados por mis huevos se adaptaban a sus convulsiones, mi lengua recogía unos jugos mucho más copiosos, apenas podía seguir con la boca pegada a su coño, abrazado me sacudía junto a ella.
Cuando se calmó no se movió, lo noté porque su boca volvió a tragarse mi polla, en varias lamidas volvió a estar tan dura como antes, quise levantarme de ella pero no me dejó, siguió lamiendo y chupando hasta que no pude aguantar, una corriente eléctrica saltó desde la nuca hasta los huevos, una explosión de semen inundó la garganta de Ana, no la oí quejarse, solo tragar toda la leche que le llenaba, cuando las ultimas sacudidas me dejaron vacio me relamió el glande y me dio un beso cariñoso.
Me levanté lentamente, nuestros cuerpos estaban empapados de sudor, nos besamos en la boca, fue tan intenso como la primera vez, ahora con más motivo, mi mano se posó sobre una teta, ella me cogió la mano y la paseó por toda ella, luego me acerco la cara a ella para que le mordiera el pezón, no quise que el otro quedara seco y lo lamí suavemente sacándolo todavía más.
Después de reponer fuerzas mi tía me cogió de la mano, sin decir nada me llevó a la ducha, cuando el agua salía caliente entramos los dos bajo el chorro de agua, el cuerpo menudo de mi tía se movía ágil, sus manos recorrieron mi cuerpo enjabonándome y enjuagándome, mis manos torpes no sabían donde posarse por lo que tuvo que lavarse ella y luego de secarnos salimos al salón, me vestí mientras ella se ponía otra vez la bata con la que me recibió, cuando estuve listo me besó en la punta de la nariz y me acompañó a la puerta…
- Ále mocetón, a casita con mamá, ya hablaremos.
Yo quise preguntar si podríamos repetirlo, pero puso la mano en los labios y me hizo callar.
Bajé la escalera de dos en dos escalones, por el tono que me lo dijo me pareció que no lo había hecho tan mal y volveríamos a vernos a solas.
Cuando pasé por una perfumería se me ocurrió tener un detalle con Ana, me dejé aconsejar por la dependienta y después de probar algún perfume me decidí por uno de marca.
Cuando llegué a casa mi madre estaba atareada como siempre, con su suéter habitual estaba en la cocina limpiando el horno, me acerqué a ella y le di un beso, ella se quedó un momento quieta pensando, fueron unos segundos, los suficientes para que notase el olor a colonia que llevaba y para que yo mirara sin querer por el escote hueco del fino suéter, mientras pensaba que aunque tenía más o menos el tipo parecido a Ana sin embargo marcaba un escote con un canalillo bastante apetecible, ella me miró y me preguntó…
- Mmm, me parece que hueles a mujer, me equivoco?
Noté como me ponía colorado, pero tuve la suficiente rapidez mental para improvisar.
- Vaya, me has estropeado la sorpresa, quería hacerte un regalo para demostrarte lo que te quiero.
Mi madre abrió los ojos como platos, cogió el paquete y abriéndolo admiró lo bonito que era el frasco.
- Gracias Manu, puedo probarlo?
- Claro mamá, es para ti, espero que te guste.
Mi madre abrió el tapón y levantándose el pelo se puso un poco de perfume en el cuello, luego se puso de espaldas a mí y me dijo…
- Te gusta? A mí me encanta.
Me acerque a ella por detrás, ella con las dos manos mantenía la melena en alto, la rodee con mis manos por el estomago y acerque mi cara a su cuello, aspiré y noté como su piel cobraba vida, a la vez que olía de maravilla, se erizaban todos los pelos de la nuca, mis manos la cogieron por delante y mis dedos abarcaron el arco debajo de sus tetas, se endurecieron y al tensar el suéter pude notar como sus pezones sobresalían como los de Ana, en el reflejo que hacía el cristal del horno se marcaban en la prenda.
Mi cabeza hervía mirando el cristal, mis manos sentía como latía el corazón de mi madre y mi polla empezó a crecer sin consultarme, mi madre quiso agradecérmelo acercándose a mí, no se soltó el pelo y tampoco hizo signos de disgusto de donde se posaban mis manos sino que se pegó a mí, cuando quise apartarme ya era tarde, su culo estaba pegado a mi polla, involuntariamente se coloco entre los cachetes de su culo, no debería llevar bragas muy grandes porque se incrustó entre sus nalgas.
Fueron unos minutos escasos, pero muy intensos, todo se difumino cuando en un impulso le besé en el cuello hasta llegar al hombro, un escalofrío recorrió su pecho, lo note en mis manos y al momento se separó de mí carraspeando, se bajo el pelo y cuando se volvió hacia mí se estiró el suéter que se había quedado pegado a su piel formando la forma de un sujetador, una rápida mirada a mi polla y dándose la vuelta salió de la cocina, la falda estaba pellizcada entre sus nalgas cuando desapareció de mi vista.
A partir de entonces la actitud de mi madre cambió bastante, ya no me mandaba a los recaditos simples, comprar fruta o el pan, ahora ya contaba conmigo para cosas más importantes, me consultaba y le interesaba mi opinión, me hacía sentir más importante.
A los pocos días mi tía Ana vino a casa, estaba guapísima, había estado de compras y quería enseñarle a mi madre sus novedades, al saludarse se percató enseguida del perfume que llevaba, la separó un poco y le dijo…
- Oye tienes algo especial que contarme? Llevas un perfume muy sexi, te lo ha regalado alguien muy especial?
Mientras lo decía volvía a olerle y le guiñaba un ojo. Mi madre le siguió el juego un momento, pero luego le contó la verdad, había sido yo, fue un detalle muy bonito de un “joven”, eso lo dijo con cierta intención, mi tía me miró y dándome un besito al aire me dijo…
- Ya suponía que sería de un hombre, no importa su edad.
Me puse colorado y salí hacia mi habitación, encendí el ordenador y me puse frente a él, no sabía qué hacer, mi cabeza giraba como una peonza, intente abrir alguna página porno, pero no me centraba en nada, puse juegos y no acertaba a fijarme, solo oía a las dos hermanas hablar y reír en el salón.
Me sobresalté cuando oí que me llamaban, cuando llegué mi tía estaba probándose un vestido, era estampado y le sentaba de maravilla no tuve más remedio que alabarlo, ella se animó y quiso que viera otra prenda, sin darme tiempo a parpadear se subió el vestido por la cabeza y se quedó en bragas y sujetador, era un conjunto negro de tul, los pezones parecían dos faros de coche, mi madre protestó levemente…
- Anaaa, que está el niño delanteee.
- Ah! No importa, es de la familia.
Mi polla empezaba a manifestarse, por lo que me escondí detrás de un sillón, de un paquete sacó una blusa y una falda, la blusa era escotada y se le veían los tirantes del sujetador, mi madre intentó esconderlos pero seguían viéndose, ella se quitó la blusa otra vez y rebuscó otro paquete, sacó un sujetador blanco sin tirantes y sin pestañear se quitó uno y se puso el otro, yo procuré desviar la mirada, mi madre se dio cuenta y sonrió satisfecha de mi discreción.
La blusa de mi tía no quedaba bien con el nuevo sujetador blanco, de mal genio se volvía a quitar la blusa y se quedó mirando el sujetador…
- Ya veo, el sujetador me queda un poco grande y me deforma la blusa, a ti te quedaría ideal, tienes más teta que yo, pruébatelo anda.
Mi madre se quedó cortada, no quería probárselo delante de mí, ni tampoco decirme que me fuera, pero mi tía insistía, por lo que se volvió de espalda y se quitó la camisa, el sujetador que llevaba era bastante sencillo, de estar en casa, de espalda era igual que Ana pero cuando se volvió con el sujetador puesto me encantó, las copas eran del tipo balcón y le cubrían justo hasta el pezón, pero lo que ocultaban se podía ver al transparentarse la blonda, eran unas tetas con el tamaño justo para abarcarlas con una mano y dejar salir el pezón entre los dedos. Ana me miró de reojo, sabía el efecto que me haría la escena e imaginaba como estaría mi polla escondida detrás del sillón.
Cuando se volvió hacia mi madre sonreía maliciosamente…
- Te sienta de maravilla, te lo regalo, tú lo lucirás más que yo.
- Mmm gracias Ana, te lo agradezco mucho, me hace falta renovar mi vestuario, a partir de hoy me voy a modernizar, me ayudarás?
- Por supuesto, ya verás cómo cambian las cosas.
Las dos hermanas se abrazaron estrechamente, yo solo me fijé que sus tetas se juntaron y los cuatro pezones chocaron a cuál de todos más hermoso.
- Ah! Se me olvidaba, he pensado hacer algunos cambios en los muebles y sola no podré, podría venir Manuel a ayudarme algún día, cuando pueda, no me urge, es que quiero sorprender a mi marido cuando vuelva de viaje.
- Por supuesto, puedes contar con Manu cuando quieras, verdad Manu? No sabes lo servicial que es.
- Estoy segura de eso, si quieres te vienes mañana a comer.
- Bien tía, mañana iré, espero hacer las cosas como tú quieras.
- Confío en tu buen hacer sobrino.
Cuando llegue a casa de mi tía iba aleccionado por mi madre, me había aconsejado que atendiera bien a Ana pues me apreciaba mucho igual que su marido, se lo prometí.
Mi tía me esperaba con la mesa puesta, vestía un vestido abrochado por delante, con un escote redondo de lo más recatado, le di un beso en la mejilla y mientras separaba la silla de la mesa me preguntó…
- Comemos antes o después?...
No me senté a la mesa, lo hice en el sofá que ya conocía, pero Ana me cogió de la mano y tiró de mi, cuando me tenía pegado a ella me dijo…
- Ven, estaremos más cómodos.
Me llevó a su dormitorio abrió la cama y se sentó abriendo sus brazos invitándome a subir. Mire a mi alrededor, me impresionaba la habitación de mi tía, por una parte era su dormitorio y el de mi tío, y además era el sitio ideal para follar, era como mi puesta de largo.
Me quité la ropa rápidamente, mi tía esperaba pacientemente sentada en la cama, cuando solo me quedaba el bóxer subí de un salto, ella se tumbó a mi lado, el vestido abotonado le llegaba casi hasta los pies, me arrodille a su lado y la admiré su cuerpo parecía más largo que antes, me bajé hasta sus pies, mis manos los acarició subiendo por los tobillos, las pantorrillas hasta llegar a la orilla del vestido, cuando encontré el primero botón lo abrí no sin dificultad, mi tía mirando al techo con los brazos extendidos, después del segundo llegó el tercero y así se fueron descubriendo los muslos, luego las bragas, las reconocí enseguida, ya fui más rápido, el ombligo y después del estomago el sujetador, efectivamente era el mismo conjunto que vi en mi casa, simplemente abrí el vestido como un libro, en el centro el cuerpo blando de Ana, no lo toqué, bajé otra vez a los pies y esta vez con la boca fui subiendo a lo largo de las piernas, las bragas las moje con la saliva y rodee los labios con la lengua, moje el ombligo y subí hasta el sujetador, solo al llegar a los hombros mordí los tirantes y las deslice a los lados, con los dientes bajé las copas hasta el estomago dejándolas dos tetas casi inapreciables al descubierto, con los pezones me ensañe, con los dientes tiraba de ellos hasta casi sacarlos, absorbía y con el aire frio aun se endurecían más con la lengua los presionaba contra el paladar y Ana gemía de gusto, su brazos en cruz, se movía sin parar, cuando baje a las bragas tiré de ellas hasta los tobillos, según subía sus muslos se iban abriendo sin querer cuando llegué a sus labios quise lamer el clítoris, apenas lo conseguí pues me cogió la cabeza y me detuvo.
Me susurró…
- Tengo que darte una mala noticia.
Me quede helado, no sabía por dónde iba a seguir. Espere expectante, ella solo separó despacio sus piernas hasta el máximo y me miró con cara de pena.
- Mira, fíjate bien.
Baje hasta poner mi cara entre sus piernas, no vi nada, todo estaba tan deliciosamente apetitoso como el primer día, los labios abiertos dejaban asomar el clítoris todavía encapuchado, los labios menores carnosos y oscuros brillaban, pero me fijé que de la vagina asomaba un cordoncito, apenas visible, la miré y encogió los hombros, me puse a su lado y me beso en la boca.
- Lo siento no lo esperaba, aunque te confieso que estaba impaciente, la primera vez que me la metiste te corriste tan rápido que no lo pude prever, pero no me podía esperar para estar contigo, si quieres te haré la mejor mamada que te puedan hacer.
Bajé otra vez entre sus piernas todavía abiertas, estuve besando su vientre, poco a poco bajaba a su pubis, Ana se movía lentamente según me acercaba pero preparada por si me pasaba, el vello bien depilado me entretuvo un rato mientras Ana levantaba las caderas, el clítoris brillaba húmedo cuando con la punta de la lengua le quite la piel que lo cubría, mi tía me cogió del pelo tirando suavemente de él, yo seguí entre sus piernas, pasé sobre la vagina vedada y me acerque a las nalgas, con mis mejillas las separé lo suficiente para alcanzar con la lengua el circulo oscuro y rodearlo con saliva.
Ana dio un respingo, no lo esperaba, pero tras un primer momento se relajó y me dejó continuar, la lengua mojaba completamente el perineo y el ano rugoso, las nalgas se separaron y me lengua llegaba fácilmente, intente introducir la punta de la lengua pero estaba demasiado estrecho, un dedo vino en su ayuda, Ana ya no estaba quieta se había sacado el vestido y se había soltado el sujetador que le oprimía, de su pecho solo sobresalían los pezones negros.
Ana levantó las piernas por encima de mí y con las manos las sujetó por las rodillas, el culo abierto era una tentación demasiado grande para mi, y la novedad me animaba a investigar más, la primera falange del dedo fue una fuerte impresión inicial, pero según iba entrando el dedo notaba como el esfínter se relajaba y facilitaba la entrada, oí un ruido de mueble y mi tía me alargó un frasco que al abrirlo note la suavidad de una crema hidratante, el dedo con la crema fue un avance definitivo y entró hasta donde pude, me animé a meter dos dedos, la crema ayudo aunque el diámetro era el doble, cuando ya habían entrado los dos intente meter el tercero, la primera falange entró pero mi tía suspiraba fuertemente, comprendí que estaba llegando a su límite de aguante, al cogerme la polla con una mano y apretármela me indicó que cambiara de táctica.
- Por favor Manu, no puedo más.
Me di la vuelta y me puse sobre ella, mi polla estaba encarada a la vez a la vagina y al culo, para mí era una difícil decisión, pero opte por darle la vuelta, se puso a gatas, su culo abierto y más abajo el cordón colgando del coño. Me alargó el frasco de crema para que no me olvidara, cargué dos dedos llenos de crema y la repartí por el ano y las nalgas, por dentro lo llené igualmente y mi polla fue forrada de crema.
Cuando me acerqué a Ana el contacto de mi polla le hizo dudar, pero sus manos se agarraron a la sabana y se apretó contra mí, apunte el glande en el ano, me parecía imposible que pudiera entrar ahí, no quise asustarla y me cogí a sus caderas, con suaves movimientos fui apretando, ella respiraba soplando y callaba, yo solo esperaba darle buenas noticias aunque ella ya lo habría notado, cuando ya medio glande había desaparecido entre sus nalgas le pregunté…
- Ana como estas, quieres que pare?
- Noooo, ahora no, sigue pero muy despacio por favor.
Lo dijo con un hilo de voz, pero estaba decidida, lo note cuando por fin el anillo del glande desapareció dentro de Ana, un suspiro de la chica me lo confirmo, pensé que a partir de ahí ya sería más fácil, estuve probando hasta encontrar el camino del recto, la polla se fue adentrando hasta que mis huevos se pegaron al coño de Ana. Note como todo el cuerpo de Ana se relajaba, apoyó su cabeza en la sabana y dejó su culo a mi disposición, mi polla fue saliendo y entrando lentamente, la crema hacía su trabajo y permitía que mi polla desapareciera hasta los huevos, mi tía suspiraba y gemía esta vez de placer mientras me buscaba con el culo, me rogó que no parara, que aguantara, quería correrse conmigo dentro, lo consiguió justo en el momento que yo me vaciaba dentro de su intestino, oleadas de leche caliente la llenaron, se desplomó sobre la cama arrastrándome sobre ella, aun pude aguantar dentro de ella, pase mis manos por debajo hasta alcanzar sus pezones y los estuve masajeando durante los espasmos de su orgasmo.
Cuando salí mi polla ya flácida hizo un plop! Un reguero de semen se escurrió entre sus nalgas hasta mojar la entrada de su vagina, cuando se dio la vuelta me atrajo hacia sí y me abrazó estrechamente…
- Me has hecho muy feliz, nunca me la habían metido por ahí, pero he confiado contigo, eres muy considerado, gracias. A partir de ahora ya no tendré miedo a los embarazos, a la vez de la lencería me he comprado píldoras anticonceptivas por ti. Podrás correrte dentro de mí sin miedo.
Después de comer mi tía me obsequió con una mamada impresionante, después cambiamos dos muebles de sitio para justificar.
Con toda seguridad tenía mucho trabajo que hacerle a mi tía Ana.
1 comentarios - Mi timidez y mis tia 1