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Asuntos de familia 5

Entró en casa con los ojos llorosos. Nos sentamos los cinco en el salón. 
- Que te pasa Almu? 
- Nada, 
Contestó, temiendo la reacción de Ali, pero fundamentalmente la de Bea, que ademas de su hermana mayor, es su jefa.
- Vamos a hablar. Ven al despacho. 
Una vez en el despacho, le dije: 
- Sé que estás embarazada. No sé cómo se lo tomarán mi Beatriz y Cris, pero es probable que te echen del estudio, sobre todo si se enteran de que tienes la intención de abortar. Ya sabes lo que piensan de esas cosas. 

Era mentira. Bea nunca la hubiera dejado en la estacada, pero ella no lo sabía. 
- Yo podría ayudarte, pero me lo tendrías que contar todo después decidiré si te apoyo. 
- Si, por favor, ayúdame, no me dejes tirada. 
Ella me lo contó con pelos y señales. Me confirmó que estaba embarazada de dos meses. Me miraba con cara de pena pero lo peor era cómo decírselo a su madre y a su hermana. 

- A Alicia de momento no le vamos a decir nada, ya se lo diremos más adelante, 
Le dije poniéndole la mano en el muslo. Ella no se sorprendió mucho, pues contaba que lo que yo quisiera incluiría algo de ese tipo en el trato. Además yo siempre le había gustado. 
- A mi madre se lo voy a decir yo ahora, le dije. 

Apoyó su mano en la mía, como aceptándolo. Luego, aparte la mano dándole un beso en los labios, que ella aceptó de buen grado. Pero antes que nada tienes que comprometerte a hacer todo lo que yo diga y cuando yo lo diga. Si lo haces, yo me encargo del resto y te quedarías en esta casa. Después de pensárselo un momento, aceptó quedarse en casa bajo mi protección. 
- Esto no te va a salir gratis Almu. Lo entiendes? – 
- Lo entiendo Jorge. Tendrás lo que quieras de mí. – 
- Te quiero a ti. 

Ella se sorprendió un poco pero bajo la cabeza con resignación y dijo: 
- Sabes que no tengo otra opción. Aceptaré lo que tú digas. 
- Dile a mi madre que suba y tú sube también con ella. Quiero que estés delante cuando se lo diga. 

Dos minutos después aparecieron por la puerta Bea y Almu. 
- Sentaros, dije. 
Se sentaron y empecé a decirle a mi madre: 
- Almu se queda con nosotros por ahora. 
Mi madre asintió y Almu se sorprendió de que Bea no preguntara, aunque Almu sabía que yo se lo iba a contar. 
- Está embarazada. 

Mi madre abrió mucho los ojos pero no dijo nada. Almu no entendía muy bien la situación, pero no iba a ser ella la que metiera baza. No se explicaba lo que estaba escuchando, pero vio que Bea no tenía intención de echarle la bronca y me miro con una cierta satisfacción. 
- Díselo a Cris, pero por el momento, Ali no debe saber nada. 
- Lo que tú digas, Jorge. 
Almu me miró absolutamente desconcertada. Que le pasaba a Bea, nunca habría sido tan dócil con Jorge ni con ella. Y menos después de conocer esa noticia. Almu me cogió del brazo y se quedó medio acurrucada a mi lado. 

- Esta noche dormirás conmigo. 
Ella me miró asustada. Había pensado algo de eso, pero allí, con sus hermanas en la casa? 
- Pero Jorge… 
No le deje acabar. 
- Quedaste en obedecerme en todo. No? 
- Si Jorge. Tú sabrás como tratar a mis hermanas. 
Y asumió sin protestar más, mi primera orden. Se quedó muy extrañada de que yo durmiera en al dormitorio principal y Bea y Cris en mi antigua habitación, pero seguía sin atreverse a prguntar. 

Ali se fue a última hora de la tarde. Cenamos y me subí a la habitación. Estaban las tres juntas en la cocina. 
- Almu, ven nos vamos a dormir. 
Se puso como un tomate, esperando la reacción de sus hermanas, pero no dijeron nada y siguieron con sus faenas. Almu, toda avergonzada, cogió mi mano y me siguió hasta el dormitorio. Nada más entrar la estreche fuerte entre mis brazos y le di un beso en la boca. Nuestras lenguas jugaron durante un buen rato. 

- Quítate la camiseta. 
Ella se la quitó, un poco avergonzada. Siempre había tenido algo de complejo de sus pechos que eran dos bultitos, como dos nueces y dos pezones blanditos. Se los cogí y empecé a magreárselos hasta ponérselos duros como piedras. Apretándolos hasta hacerle daño. Pero ella no decía nada. Incluso parecía que le gustaba, aunque le aparecieron dos lágrimas en los ojos. Quítate la falda y las bragas. Lo hizo sin rechistar. Me sorprendí de ver la mata de pelo rubio rojizo que tenía entre las piernas. Follamos varias veces esa noche y finalmente nos dormimos. Por la mañana me desperté y ella estaba a mi lado despierta con los ojos abiertos. 
- Bueno, me dijo, ahora me contarás lo que está pasando en esta casa? 
- Lo que pasa es que en esta casa mando yo. Y eso se extiende a todo, a la casa en sí, y a las personas que la habitan. Bea y Cris harán todo lo que yo diga y tú también lo harás en unos días. 
- De verdad harán todo lo que tú digas. 
- Quieres que te lo demuestre? – 
- Si quieres… contesto ella. 

- Cris, grite desde la habitación. 
En seguida Vino Cris, vestida pues eran mis instrucciones mientras sometíamos a Almudena. 
- Desnúdate, le ordene. 
Miró extrañada, pero se desnudó inmediatamente. Almu no se lo podía creer. 
- Ahora cómele el coño a Almu. 
Almu iba a protestar, cuando recibió una bofetada de Cris. 
- Harás lo que diga Jorge, le dijo. Y ella se quedó muy parada mientras Cris empezaba a explorar con su lengua las partes íntimas de Almu. En pocos minutos se corría como una loca. 

Le grité a Bea que viniera. Bea vino enseguida. 
- Desnúdate. 
Inmediatamente se desnudó. Almu no podía creer lo que estaba viendo. 
- Cómele el coño a Cris. 
Le abrió las piernas y hundió su boca en la vagina de Cris que con la calentura que tenía no tardo casi nada en correrse también con mi autorización. 

Ahora no podemos dejar a Bea así. 
- Almu, cómele el coño a Bea. 
Almu fue a protestar y fui yo mismo le que le dio un bofetón. Enseguida se agacho sobre el coño de Bea y la hizo correrse de placer. 

Almu no se atrevía a hablar. Me miraba como con miedo, pues sabía que ya no podía salir de esta. Les dije a Bea y a Cris que prepararan el sótano. Almu, te prepararemos para que obedezcas y nos haremos cargo de ti y de tu hijo. Tendrá que pasar una temporada en el sótano para aprender. Vosotras dos, les dije a Bea y a Cris os iréis turnando, un día cada una. Debemos llevar cuidado. Esta zorrita está embarazada, pero ha de someterse. 

Bea tu harás el primer relevo de 24 horas. Solo beberéis agua durante ese periodo hasta que le demos a Almu algo de comer. Cuando estéis fuera haréis lo de siempre. 

Los días fueron pasando y Almu iba cambiando despacio pero regularmente. Por lo que iba viendo a través de las cámaras, se llevó varias bofetadas y bastantes azotes, pero su voluntad se fue debilitando paulatinamente hasta quedar sometida, sobre todo a Bea, que era lo que yo quería. Finalmente les dije que la subieran al salón. Venía ya con su cola ensartada y sus orejitas puestas. Miraba al suelo. 
- Ven aquí zorra, le dije. 
Inmediatamente se puso a cuatro patas y anduvo hacia mí meneando el culo de una manera muy graciosa. Se paró delante y me miró a los ojos. 

- Sácame la polla, le ordene. Ahora lamela y hazme una buena mamada. 
- Lo que ordene el amo, contesto. 
Empezó a pasar su lengüita por la punta metiéndola entre la piel y el capullo. Me encantaba como la chupaba. Estuvo haciéndolo de arriba abajo durante diez minutos. Luego se entretuvo en los huevos, acariciándolos con mucho cuidado. Finalmente se metió media polla en la boca y fue bajando hasta que casi desapareció. La tenía metida hasta la garganta. Vaya con Almu. Era un cajón de sorpresas. Me puso tan caliente que me corrí. No se lo esperaba, así que se atraganto y quiso sacársela. Yo la aguanté dentro y le dije 
- Si la sacas te castigaré. 
Estaba colorada, sin poder respirar bien pero aguanto la polla dentro de su garganta hasta que yo le dije. Bien zorrita, trágatelo todo y vete con Bea y Cris. Hizo lo que le mandé y se puso de pie al lado de sus hermanas. Eran tres hembras muy hermosas y eran mías. 

Iba pasando el tiempo y Almu iba engordando. Ya estaba de cerca de seis meses y tenía una barriga muy graciosa. Siempre me han puesto las embarazadas, así que me la follaba casi todos los días, haciéndole hacer algunas cosas bastante humillantes, pero que ella hacía sin rechistar. Meterse cosas en el coño y en el culo, chuparme la suela de los zapatos o pasar la lengua por el suelo. Se mojaba muchísimo. Hasta dejaba un charquito cuando se levantaba del suelo. 

Alicia no vino por casa durante algunos meses, pero Bea y yo quedábamos con ella de vez en cuando en alguna cafetería. La situación en general, con todas sus hijas viviendo en nuestra le extrañaba mucho, pero no se atrevía a preguntar. Además estaba muy sorprendida que cada vez que le pedía dinero a su hija (que era bastante a menudo, aunque cantidades generalmente pequeñas) ella le contestaba. 
- Mama, ya te he dicho que esas cosas las hables con Jorge. 
Ella coqueteaba conmigo. Sabía que estaba muy buena y creía que podía engatusarme. Yo le dejaba hacer y al final le daba sobre la mitad de lo que pedía, con lo que ella se quedaba medianamente satisfecha. 

Cuando se fue por la noche, nos subimos los cuatro a mi dormitorio. 
- Desnudaos, les dije. 
Lo hicieron inmediatamente. 
- Bea apriétale un pezón a Cris poco a poco, hasta que llore, pero no quiero ni una palabra. 
Empezó acariciándoselo y continúo con pequeños pellizquitos y fue paulatinamente subiendo el nivel. 
- Cris, tu házselo a Almu. Ella se puso a hacer lo mismo con Almu. Yo cogí los dos pezones de Bea y empecé a mordisquearlos y apretarlos poco a poco. Cris ya tenía una lágrima en los ojos, pero seguía sin protestar. Almu estaba a punto de estallar. En su estado los pechos los tenía mucho más sensibles. Además de haberle crecido mucho. Ahora tenía un buen par de tetas. Le salían gotitas de leche de la teta, pero aun aguantaba sin protestar. A Bea yo la estaba castigando de lo lindo. Tenía ya dos lagrimones rodando por sus mejillas, pero aguantaba sin gemir. La primera que se quejó fue Almu. 

- Almu, he dicho que sin quejarse. 
- Lo sé amo, lo siento no volverá a suceder. 
- Bea y Cris, una por cada lado azotad a Almu hasta que yo os diga. Mientras tanto Almu, masajea y apriétate las tetas, quiero que salga leche. 
Bea cogió a Almu y la puso de pie mirando hacia mí con las piernas abiertas. Sin que se lo esperase le soltó un buen azote que le hizo lanzar un gemido, pero se recuperó y no llegó a abrir la boca. Cris le daba ya por al otro lado y ella, llorando ya desconsoladamente, pero sin quejarse, se apretaba las tetas y miraba sus pezones hasta que empezaron a salir varias gotas de leche. 
- Parad, 
Almu se acercó a mí tras mi indicación y sin decir nada, sonriendo con las lágrimas bajando por las mejillas, me puso el pezón en la boca. Estaba caliente como una zorra. Le puse el dedo en el clítoris y me miro suplicante para que la dejara correrse. Temblaba todo el cuerpo pero sabía que no se podía correr hasta que yo la autorizara. 
- Córrete 
Dije por fin al cabo de cinco larguísimos minutos. En medio de gritos, sollozos y espasmos se corrió hasta casi no poder tenerse en pie. 
- Gracias amo y vino a darme un beso de enamorada en la boca. 

A Bea y Cris les había ordenado tocarse la una a la otra. Almu ahora si quieres puedes azotarlas tú. Mientras se tocaban, Almu se acercó y empezó a darles azotes a las dos, que jadeaban sin poder correrse. Las tres me miraban para que dijera algo, pero yo no tenía ganas de que se relajaran tan rápido. 
- Continuad, ordené. 
Bea y Cris se retorcían intentando aguantar el orgasmo. Finalmente Cris no pudo más y se corrió como una perra. Bea aguanto otros diez minutos hasta que le autorice a correrse y lo hizo vaciando su flujo en la mano de Cris. Se quedaron las tres de pie en frente de mí. Cris estaba avergonzada, pues se había corrido sin autorización. 
- Perra, le dije, baja al sótano. Estarás encerrada allí dos días. Se puso a cuatro patas y se bajó. 
- Bea, baja y encadénala. Luego cierra la puerta y vuelve a subir. Hoy dormiréis las dos conmigo. 

Esa noche las tuve a las dos haciendo bollos sin parar de correrse, al menos seis o siete veces cada una. Por la mañana estaban derrumbadas a mis costados después de haberme agradecido su placer y llenarme de besos. 

Cris estuvo dos días en el sótano y volvió a subir bastante sucia. 
- Almu, dúchala y bajad las tres. A los veinte minutos estaban las tres de pie en el salón con sus uniformes. 

- Algo raro está pasando con Alicia. Alguna sabéis que es? 
- No. Pero también lo hemos notado. Tu qué crees, amo? 
- No lo sé, pero dentro de poco, me parece que vais a tener una cuarta compañera. 
Sonrieron, después de todo lo que habían hecho entre ellas ya no les asustaba nada hacer lo que tuviesen que hacer con su madre. 

Continuará

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