Hace un mes, alrededor de las 10hs, cuando mi esposo se encontraba en el trabajo, sonó el timbre. Atendí, y era Darío. Como otras veces, nos traía yerba mate argentina como sabe que somos paraguayos .era muy atento y siempre trai algo para mi , sabia que me tenia ganas y un poco me calentaba Yo estaba vestida con un camisón fino, 10 cm., arriba de las rodillas, y con amplias mangas, lo que permitía una generosa vista de mis pechos y piernas.
Fue una alegría recibir visita, aunque sea rápida, ya que seguramente tenía que seguir con su trabajo Nos saludamos con un beso en la mejilla, y lo invite a pasar. Nos sentamos en uno de los sillones del living, y preparé unos mates.
Charlábamos de la vida, cuando le comenté lo sola que me siento a veces cuando mi esposo , seguimos hablando y notaba como me miraba las lolas eso ya me estaba calentado y much en un momento puso una mano en mi rodilla, y no le di importancia.
Me contó de sus hijos, y de su tranquilidad económica, y nunca retiró su mano… No se como pudo pasarme, pero nunca dije nada sobre su actitud. Seguimos hablando, y su mano comenzó a acariciar mi pierna, suavemente. No pude evitar dirigir mi mirada hacia sus genitales, y me sorprendió ver un gran bulto dentro de su pantalón corto. Habrán pasado unos 5 segundos, en los que hipnotizada lo miraba fijamente. Cuando quise desviar la vista, Darío ya lo había notado. Mientras tanto él seguía hablando como si nada… subiendo cada vez más su mano derecha por mi muslo. Cuando quise reaccionar, ya era tarde. Dos de sus dedos habían sorteado los costados de mi tanga, y se estaban abriendo paso entre mis labios vaginales. Sentí una excitación sin precedentes. Sentía que me invadían, y eso me excitaba. Me debo haber mojado mucho, porque para ese entonces, Darío sabia que se estaba ganando a su presa, y a pesar que seguía hablando de la vida, avanzaba con seguridad dentro de mi sexo.
Yo lo escuchaba, con los ojos entrecerrados, sin decir palabra. En un momento que no logro recordar, él se habría arrodillado en el piso de alfombras, y abierto mis piernas. Pronto sentí que sus ya tres dedos salían de mi vagina, y comenzaba a hurgar con su lengua. Habrá sido el durante ese mismo momento, que Darío abrió su short, y liberó un enorme pene, no podría decir sus medidas, pero definitivamente mucho más largo y grueso que él de mi esposo
continuaba lamiendo mi vagina, hasta llegar a mordisquear mi clítoris. En un momento debe haber tocado mi punto G, porque me sentí eyacular como un hombre, y era algo de no terminar nunca, incluyendo como ganas de orinar. Quería parar y no sabía como hacer.
Simultáneamente con su tarea lingual, Darío tomó mi mano y la dirigió a su ya completamente erecta verga, y me obligó a masturbarlo. En un momento se paró enfrente de mí y su pija quedó muy cerca de mis labios. Lo acercó más, y más, y yo casi por instinto abrí la boca para que lo introduzca. Por primera vez largó un gemido de placer. Me la hizo chupar por unos 5 minutos, y en un momento se agitó, y comenzó a gemir fuerte. En ese momento sentí un río de esperma caliente aterrizando mayoritariamente en mi garganta, y parte en mis labios y parte visible de mis pechos. Me obligó a tragármela.
Cuando pensé que todo había terminado,me dirigí al baño a asearme. Cuando salí pensé en despedir a Darío, pero no podía evitar la excitación morbosa que me provocaba el hecho de haber tragado semen que no era de mi marido. A la salida del baño estaba él, esperándome, con su gran mástil nuevamente erecto. Me tomó de los brazos, y me llevó a nuestra habitación. Me tiró boca arriba en la cama, levantó nuevamente mi camisón, y lamió mi vagina por un corto periodo. Cuando me tuvo caliente, se paró en el piso, dijo cosas obscenas como “ahora vas a sentir una verdadera tranca dentro tuyo, no como la del afeminado de tu marido…”, acto seguido abrió mis piernas al máximo, acomodó la gruesa cabeza de su verga entre mis labios vaginales y comenzó a empujar.
mis gemidos: me calentaban mas era las mas trola de las madres y eso me calentaba Ay, ay! Si, si, así, dale, más, que él comenzó a apurar el ritmo de sus embestidas, sentía claramente sus bolas golpear contra mi ano, lo quería todo dentro de mí. Me habría estado cogiendo durante 15 minutos, cuando aceleró mucho su ritmo y escuché su grito profundo. Supe que estaba por eyacularme.Siguió un par de embestidas, y saco su pija de mi concha sentí en la parte de mi espalda como me dejaba toda su leche bien caliente. Me entregué y tuve otro orgasmo.
Una vez que termino de vaciarse me miró a los ojos, me dio un fuerte beso en la boca, como queriendo comerme, y mostrarme quien era mi macho, entró al baño, se higienizó, y diciendo, “Gracias bebe por el servicio. Pronto te voy a traer más yerba” se retiró. Me sentí humillada, sucia, pero terriblemente caliente.
Fue una alegría recibir visita, aunque sea rápida, ya que seguramente tenía que seguir con su trabajo Nos saludamos con un beso en la mejilla, y lo invite a pasar. Nos sentamos en uno de los sillones del living, y preparé unos mates.
Charlábamos de la vida, cuando le comenté lo sola que me siento a veces cuando mi esposo , seguimos hablando y notaba como me miraba las lolas eso ya me estaba calentado y much en un momento puso una mano en mi rodilla, y no le di importancia.
Me contó de sus hijos, y de su tranquilidad económica, y nunca retiró su mano… No se como pudo pasarme, pero nunca dije nada sobre su actitud. Seguimos hablando, y su mano comenzó a acariciar mi pierna, suavemente. No pude evitar dirigir mi mirada hacia sus genitales, y me sorprendió ver un gran bulto dentro de su pantalón corto. Habrán pasado unos 5 segundos, en los que hipnotizada lo miraba fijamente. Cuando quise desviar la vista, Darío ya lo había notado. Mientras tanto él seguía hablando como si nada… subiendo cada vez más su mano derecha por mi muslo. Cuando quise reaccionar, ya era tarde. Dos de sus dedos habían sorteado los costados de mi tanga, y se estaban abriendo paso entre mis labios vaginales. Sentí una excitación sin precedentes. Sentía que me invadían, y eso me excitaba. Me debo haber mojado mucho, porque para ese entonces, Darío sabia que se estaba ganando a su presa, y a pesar que seguía hablando de la vida, avanzaba con seguridad dentro de mi sexo.
Yo lo escuchaba, con los ojos entrecerrados, sin decir palabra. En un momento que no logro recordar, él se habría arrodillado en el piso de alfombras, y abierto mis piernas. Pronto sentí que sus ya tres dedos salían de mi vagina, y comenzaba a hurgar con su lengua. Habrá sido el durante ese mismo momento, que Darío abrió su short, y liberó un enorme pene, no podría decir sus medidas, pero definitivamente mucho más largo y grueso que él de mi esposo
continuaba lamiendo mi vagina, hasta llegar a mordisquear mi clítoris. En un momento debe haber tocado mi punto G, porque me sentí eyacular como un hombre, y era algo de no terminar nunca, incluyendo como ganas de orinar. Quería parar y no sabía como hacer.
Simultáneamente con su tarea lingual, Darío tomó mi mano y la dirigió a su ya completamente erecta verga, y me obligó a masturbarlo. En un momento se paró enfrente de mí y su pija quedó muy cerca de mis labios. Lo acercó más, y más, y yo casi por instinto abrí la boca para que lo introduzca. Por primera vez largó un gemido de placer. Me la hizo chupar por unos 5 minutos, y en un momento se agitó, y comenzó a gemir fuerte. En ese momento sentí un río de esperma caliente aterrizando mayoritariamente en mi garganta, y parte en mis labios y parte visible de mis pechos. Me obligó a tragármela.
Cuando pensé que todo había terminado,me dirigí al baño a asearme. Cuando salí pensé en despedir a Darío, pero no podía evitar la excitación morbosa que me provocaba el hecho de haber tragado semen que no era de mi marido. A la salida del baño estaba él, esperándome, con su gran mástil nuevamente erecto. Me tomó de los brazos, y me llevó a nuestra habitación. Me tiró boca arriba en la cama, levantó nuevamente mi camisón, y lamió mi vagina por un corto periodo. Cuando me tuvo caliente, se paró en el piso, dijo cosas obscenas como “ahora vas a sentir una verdadera tranca dentro tuyo, no como la del afeminado de tu marido…”, acto seguido abrió mis piernas al máximo, acomodó la gruesa cabeza de su verga entre mis labios vaginales y comenzó a empujar.
mis gemidos: me calentaban mas era las mas trola de las madres y eso me calentaba Ay, ay! Si, si, así, dale, más, que él comenzó a apurar el ritmo de sus embestidas, sentía claramente sus bolas golpear contra mi ano, lo quería todo dentro de mí. Me habría estado cogiendo durante 15 minutos, cuando aceleró mucho su ritmo y escuché su grito profundo. Supe que estaba por eyacularme.Siguió un par de embestidas, y saco su pija de mi concha sentí en la parte de mi espalda como me dejaba toda su leche bien caliente. Me entregué y tuve otro orgasmo.
Una vez que termino de vaciarse me miró a los ojos, me dio un fuerte beso en la boca, como queriendo comerme, y mostrarme quien era mi macho, entró al baño, se higienizó, y diciendo, “Gracias bebe por el servicio. Pronto te voy a traer más yerba” se retiró. Me sentí humillada, sucia, pero terriblemente caliente.
10 comentarios - cada dia mas puta y caliente